Opinión
Columnas

Hemos llegado a un punto inaceptable, aunque sí entendible. La humanidad ha ido decayendo en muchos sentidos haciendo en no pocas áreas un verdadero infierno, un mundo insoportable para cientos de millones de personas. El problema de las migraciones masivas en nuestro continente es uno de estos infiernos en la Tierra, y es que, buscando la cura geográfica, decenas de millones de latinoamericanos han estado abandonado sus países en un intento por mejorar sus condiciones, pero con resultados totalmente contrarios a lo que estos infelices esperaban.

     Abandonaron sus países de origen (Venezuela, Cuba, Haití, Nicaragua, etcétera), dejando en ellos sus sueños, viviendas, familias, amigos, raíces, todo… para iniciar un largo y terrorífico éxodo que jamás se imaginaron; que escucharon en pláticas, pero que jamás imaginaron que realmente fuese así. La realidad se convirtió en un infierno insoportable.

     En el caso de los venezolanos (y algunos otros sudamericanos de la zona), el infierno comienza en la selva de Darién, en el sur de Panamá. Una zona selvática intransitable a la que le acompaña una fama terrible desde la época de la Conquista misma (esa fue la causa por la que en cinco siglos nadie venía del sur hacia el norte del continente por tierra).

     Uno de esos grandes aventureros españoles, Vasco Núñez de Balboa, deja constancia de ese infierno (el Itsmo y selva del Darién), quien sabiéndose amenazado por la justicia de España, decide mejor morir gloriosamente en una nueva conquista hacia el sur desconocido, que en la cárcel o la horca.

     Uno de sus mejores biógrafos describe la peligrosísima travesía por el Darién: “El 6 de septiembre (1513) comienza la gloriosa marcha a través del itsmo… Los españoles tienen que atravesar las hondonadas bajo el fuego aplastante del Ecuador y vencer el halo contagioso y preñado de fiebre… Desde la primera hora hay que abrir camino en la jungla venenosa y virgen con el hacha y la espada… El calor se torna asfixiante en la pesada y húmeda oscuridad de los árboles gigantescos inundados por un sol implacable… Luego se desencadenan repentinamente aguaceros como cataratas, y los riachuelos más insignificantes se convierten en un abrir y cerrar de ojos, en poderosos ríos… Miles de millones de insectos vampiros martirizan a estos hombres que, cansados, hambrientos y sedientos, avanzan con los pies heridos y las vestimentas deshechas por las espinas…”  (Stefan Zweig, Nuevos Momentos Estelares de la Humanidad, págs. 63-64).

     En el caso de los venezolanos, con poco dinero obtenido de la venta de sus viviendas o ayuda de familiares en el extranjero; la inmensa mayoría de migrantes se lanza a semejante odisea de dimensiones ignoradas en todos los sentidos, ya que, de contar con toda la información, es seguro que cuando menos el 90 por ciento de estas personas no lo haría. Buscarían en sus países de origen otra opción para sobrevivir.

     ¿Tiene sentido alguno arriesgar o perder la vida en una travesía de miles y miles de kilómetros en la que los peligros acechan de una y mil formas todos los días y a todas horas? Viacrucis interminable en el que el hambre, la sed, los rigores extremosos del clima, así como la fauna delincuencial de todos los países, en particular la mexicana, son cosa de todos los días.

     Lo peor de todo, es que los pocos que luego de meses de sufrimientos y peligros sin fin, logran llegar a la frontera de Estados Unidos, en caso de lograr entrar (entregándose a la Patrulla Fronteriza), lo cierto es que en la mayoría de los casos no se van a quedar. Serán expulsados, la mayoría a México y algunos pocos a otros países, haciendo trizas sus falsos sueños, que a final de cuentas se convierte para la mayoría en una horrenda pesadilla. Varados en un país ajeno y peligroso (México), sin dinero, sin proyecto de vida y sin poder hacer nada. Nada.

    En estos días el gobierno de Biden, y debido a la avalancha de migrantes venezolanos que se han atrevido a hacer lo que nadie había hecho (entrar a la fuerza y de manera tumultaria) rompiendo todo orden legal, dicho sea de paso, orgullo de ese país; el gobierno norteamericano ha decidido comenzar la repatriación aérea a los países de origen de los migrantes. Que en el caso de los venezolanos no se había hecho por no tener relaciones diplomáticas con ese país, pero ya comenzará a realizarse.

     Ante semejante horror sufrido ya por millones de personas, surge obligada la pregunta. Y los causantes de estas migraciones ¿quiénes son? ¿Está haciendo algo la comunidad internacional para enjuiciar a estos criminales que han sumido a sus pueblos y países en la miseria y el horror?

     Queda claro que los nombres de Nicolás Maduro (Venezuela). Miguel Díaz Canel (Cuba), Daniel Ortega (Nicaragua). Ariel Henry (Haiti) y otros tiranos, son los primeros en la lista. Causantes directos de semejante tragedia, de tantísimo dolor infligido a decenas de millones de personas en América sin que estos criminales en el poder reciban reclamo alguno, mucho menos ser procesados ante la justicia internacional.

      ¿Para qué sirven entonces las Naciones Unidas, la Corte de La Haya y tantísimos organismos internacionales? Por lo que se aprecia para nada. Para defender perros y gatos de algunos abusos. Nada más. Los migrantes son nada, pretexto nomás para hacerse notar y mantenerse en la nómina.

      Además, debe de entenderse que no todos caben en Estados Unidos. Es una tontería pensar siquiera tal cosa. Todos los países tienen sus propias políticas poblacionales, presupuestos y planes. No pueden llegar millones de otros países nomás porque el dictador en turno decidió tomar el país como propio obligándoles a dejar su país (a causa de la pobreza o la falta de oportunidades).

      Los líderes de las naciones poderosas, incluso las no tanto (como México), están obligadas a buscar soluciones a este gravísimo problema. Pero no será resolviéndole los problemas a los dictadores; sino confrontándoles y obligándoles a resolver legal y humanamente sus expulsiones (convertidas en migraciones). Basta ya de impunidad para Maduro, Díaz Canel, Ortega, Henry y demás tiranos. Son ellos los causantes de tan gravísima crisis y serán ellos quienes deban resolverla (con la vigilancia y supervisión de las Naciones, sobre todo las afectadas por las migraciones).

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Resulta increíble la degradación de no pocos sectores de la sociedad. Considerar siquiera que hace dos décadas para no irnos muy atrás algunos medios de comunicación hubieran publicado esa nota sin modificar nada o exponer la postura del periódico o de la televisora es impensable. No la hubieran transmitido o lo hubieran hecho aclarando el error, que lo hay, y grave ¡muy grave!

      En días recientes la Revista Science, de origen norteamericano, publicó un reportaje por demás estúpido e irresponsable, cuyo encabezado decía que “Los cárteles del narcotráfico en México son el quinto mayor empleador del País”. Pero como la necedad y su hijastra la irresponsabilidad, no saben frenarse, en su desatino dijeron también: “Es esencial reclutar al menos 350 personas por semana para evitar su colapso debido a las pérdidas totales”. ¿Alguien sensato y responsable daría trato empresarial a estas hordas de asesinos? Ni jurídica, ni social, ni ética, ni moralmente, es legítima la comparación.

     Para desgracia de todos y demérito para el periodismo, la mayoría de los periódicos y noticieros televisivos en México le dieron difusión a la nota tal como había sido publicada, concediendo un lugar honorable a lo más execrable y deleznable de nuestro país (a las horas de criminales).

     En lo personal consideré que algún periodista chamaco se le pasó y cometió semejante error al publicarla en el diario (Mural, 23/Sep/2023). No fue así. Esa misma noche todas las televisoras y gran parte de los medios hicieron eco a la nota, lo que es peor, sin aclarar nada (lo cual nos muestra el nivel también de gran parte del periodismo actual).

    Y es que… ¿Cómo considerar siquiera el absurdo de poner a las bandas delincuenciales entre el sector patronal? ¿No hay nadie entre los directores y dueños de medios que le diga a sus subalternos que ser asesino/criminal/delincuente no está dentro de los trabajos clasificados por la Ley Laboral (LFT)?

     ¿Acaso no saben de su responsabilidad como periodistas de lo que escriben o hablan? ¿Desconocen algo tan elemental? ¿Elevar en una nota a los asesinos mayores (capos) al nivel de empleadores de gran nivel, no es acaso un desatino, un disparate propio de neófitos en el oficio?

     Por esta ocasión seré muy breve. Los capos mafiosos no son empleadores, son asesinos despiadados que en lo que va del actual sexenio han matado a 165,791 mexicanos, más aproximadamente otros 60,000 de los desaparecidos, pero que ya están muertos, no han sido hallados, los enterraron en fosas clandestinas o desmembrados (los cuales no entran en las estadísticas). Son seres sin entrañas para los que la vida y patrimonio de los demás no les importa un comino. Son individuos sin entrañas, malvados y despiadados.

     Tampoco existe en la Ley Federal del Trabajo el empleo de ‘sicario’. ¡No; son asesinos!, ¡ASESINOS! Bestias sedientas de sangre a las que el Dictador de Macuspana les ha permitido hacer cuanto han querido con impunidad total. En Lagos de Moreno 5 jóvenes son asesinados. En Monterrey 12, en Zacatecas 6, y así todos los días en casi todo el país. Jóvenes en su mayoría hijos de familia que las bandas delincuenciales se llevan en su leva de muerte y al oponerse a ser delincuentes y asesinos, son precisamente asesinados y muchas veces descuartizados ¿Y López Obrador? ¿Y el enorme y costoso Ejército y la Guardia Nacional nomas sirven para pasear, o son las órdenes del dictador?

     De manera que las bandas delincuenciales no son empleadores. No figuran, como ya se dijo, entre los oficios y empleos de la LFT. No tienen a sus gatilleros en el Seguro Social, no les pagan Infonavit y mucho menos cosa impensable están vigilados por Hacienda y el SAT. Así que, recordando a cierto expresidente neoleonés, ¡No se hagan bolas! No son empleadores, son simples asesinos, bandas de criminales fuera de la ley y con una lista de más de medio millón de asesinatos a su cargo (contando desde el sexenio de Calderón. Peña Nieto y AMLO) y pendientes de ser detenidos, procesados y sentenciados por sus millones de fechorías cometidas. Casi todas impunes.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Para el hombre que cobra como presidente (que se llama Andrés Manuel López Obrador), pero que jamás se ha comportado y mucho menos actuado como tal, la Constitución y el Himno Nacional son nada. Absolutamente nada. Este último en la primera de sus estrofas dice: “Mas si osare un extraño enemigo, profanar con su planta tu suelo, piensa ¡oh Patria querida! que el cielo un soldado en cada hijo te dio”.

       El pasado desfile recordatorio de la Independencia (16 de septiembre), el “paracaidista” que mora en Palacio Nacional sí, Palacio Nacional nos pertenece a todos los mexicanos y no es propiedad particular ni del tabasqueño, ni de nadie tomó decisiones propias de un dictador, de un chiflado que no mide sus acciones ni sus consecuencias.

     Teniendo como vecinos y principales socios comerciales a los Estados Unidos de Norteamérica y Canadá, López Obrador cometió una serie de torpezas en las que en primer orden nos ofendió a los mexicanos; en segundo, sorprendió a la comunidad internacional al invitar como participantes en el desfile a varios países condenados en el mundo a causa de sus gobiernos tiránicos (o gobernantes criminales); tercero, por escandalizar a varios países con los que tenemos sólidas relaciones diplomáticas; y cuarto, por ofender a Estados Unidos al invitar tropas de su archi enemigo Rusia. Una abierta provocación.

     Por si alguno de los lectores no se enteró, para nuestra fiesta recordatoria del aniversario de la Independencia, López Obrador tuvo el atrevimiento ¿o acto de locura ya descontrolada? de invitar a desfilar a tropas de: Rusia, China, Cuba, Nicaragua, Colombia, Venezuela, y otras. ¿Qué necesidad de traer ese tipo de invitados, de provocar inútilmente a nuestros socios, con riesgos de consecuencias varias para nuestro país?

     Cuando le conviene, el tabasqueño se dice “creyente”, aunque como en todo lo que hace, es solo cuando le conviene, la Biblia advierte: No os dejéis engañar; las malas compañías corrompen las buenas costumbres”. ¿Para qué invitar a países proscritos mundialmente a causa de sus malos gobernantes? ¿Qué provecho o ejemplo nos pueden dejar gobiernos cuyos pueblos viven sometidos a su tiranía, que, en el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua, viven sumidos en una espantosa pobreza y ajenos a la libertad que nosotros hemos gozado por dos siglos?

     Porque la verdad sea dicha, aunque hemos pasado por muchas etapas difíciles a lo largo de estos 202 años de independencia (la cual obtuvimos hasta 1821), lo cierto es que hemos gozado de mayor o menor libertad, la cual no queremos jamás perder. La presencia de tropas de esos países, aunque sea de manera simbólica para un desfile, nos causa alergia y repudio generalizado. Ni qué decir la ofensa causada para Ucrania (país con el que tenemos relaciones diplomáticas).

     Solo a un demente (o a un cínico irresponsable) se le ocurre invitar a países como Rusia, Cuba, Nicaragua, Venezuela y Colombia, nomás faltaron en el desfile para que AMLO estuviera feliz, feliz, feliz: El cártel de Sinaloa (los chapitos), del Noroeste, CJNG, Familia Michoacana, Viagras y demás fauna nociva que mantiene aterrorizados a millones de mexicanos en grandes zonas del país, si no es que ya todo el territorio.

     El nombre de ‘comandante supremo’ de las Fuerzas armadas de México, se le concede al presidente como una manera de expresar la sumisión del Ejército al poder civil. Es obvio que López Obrador no conoce en absoluto las leyes y normas castrenses, de sus protocolos internos, etcétera ¿No hubo nadie en el Ejército que le dijera que invitar a contingentes de esos países no era una decisión diplomática adecuada? ¿No hay un solo general, de esos que por décadas han estado de agregados militares en nuestras embajadas en Estados Unidos, Canadá y Europa, que le dijera la ofensa que podía causar, tanto a nuestros socios comerciales, como a la comunidad internacional que lucha a diario por mantener la democracia?

     Ya es demasiado. El tabasqueño ha violado la Constitución y cuanta ley se le atraviesa en su dictatorial camino, un día sí y otro también. No guarda compostura como presidente, ni tampoco actúa como tal. Las necesidades reales de los mexicanos nunca le han importado y a lo único que le concede tiempo e interés son los asuntos electorales. A pretender quedarse en el poder de forma ilegal y mediante la fuerza en el 2024.

     México no tiene presidente. Tiene un candidato que ganó una elección presidencial, pero que hasta ahí llegó. No da para más. Un individuo impreparado e incapaz para semejante responsabilidad, que acompañado por turbas de secuaces y falsos políticos tratan (como los nazis) de aparentar gobernar y adoctrinar a las masas, sumiendo al país en el caos, en la violencia sin control, en la ingobernabilidad.

     La gobernabilidad de México está llegando al límite; límite que una vez rebasado, no hay manera de recuperarlo sino es a través de mucha violencia y más derramamiento de sangre. Resulta inaplazable ya que se vuelva al orden, al restablecimiento del estado de derecho y sometimiento a los violentos. Ya que, de no ser así, los únicos desfiles que se verán en México es el de las tropas asesinas de los cárteles. México está siendo traicionado ante los ojos de todos los mexicanos, profanado su suelo por hordas de asesinos. Pero como dice el viejo refrán ¡No hay más ciego que el que no quiere ver!.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Es increíble observar el grado de pasividad e indiferencia del sector patronal en México, y esto, en todos los niveles, desde el dueño del modesto negocio con dos o tres empleados, hasta los grandes señores del capital. Tal parece que estuvieran hipnotizados por la banda de la 4-T, o que los hijos de los empresarios y comerciantes de ayer, y que ahora dirigen o están al frente de sus negocios, están más preocupados en divertirse, comprarse autos nuevos y pasear, que en vigilar la suerte y destino del negocio (cualquiera que este sea).

     Vino la reforma laboral en el gobierno de Peña Nieto, y en lugar de aprovecharla y frenar algo, aunque fuera un poco, el sucio negocio de las demandas laborales “toreras” (es decir, las que viven de las corridas provocadas o inventadas) ni siquiera la comentaron, mucho menos presionaron para que se terminara de implementar.

     En su pecado llevaron la penitencia, permitiendo que la referida reforma se terminara de implementar en el actual sexenio, pero ya con sus asegunes y muy disminuida de su sentido original.

     ¿Acaso no sabían que López Obrador utilizaría a los sindicatos y trabajadores para pretender afianzarse en el poder? De no saberlo viven alejados de la realidad y el destino les está alcanzado. Su desinterés por lo que pasa en la política no solamente les está cobrando altas facturas. Lo cierto es que los peores cobros están pendientes.

      En días recientes el gobierno ha estado duro y dale con rebajar la jornada laboral de 48 a 40 horas. La propuesta en sí no es mala, el problema es que se quiere implementar en el país equivocado. Un país en el que el viejo sindicalismo es un lastre; un impedimento permanente para que el trabajador se comprometa con su empleo y juntos lograr una mejor productividad, clave para mejorar cualquier economía.

     Un ejemplo. La paraestatal PEMEX, no solo es la empresa petrolera más endeudada del mundo, sino también la más improductiva, con un sindicato mafioso y extorsionador que obtiene todo cuanto quiere de los gobiernos en turno (de todos). ¿Qué hacían los colectores de Guadalajara saturados de gasolinas el 22 de abril de 1992, quién la derramó en ellos? ¿La detención de la Quina y Barragán Camacho tuvo algo que ver?

      Ni qué decir de su pasivo laboral, baste señalar que tan solo de pensiones le cuesta a los mexicanos nada menos que $ 2.81 billones de pesos (El Economista, 8/Oct/2021)   Y en la CFE las cosas marchan por el mismo rumbo. Cueva de ladrones y vividores ¿Cómo justificar el acto de mega corrupción realizado por el actual presidente al activar a los trabajadores sindicales del SME cuando la empresa desapareció desde el año de 2009 y además regalarles millones de pesos? ¿No hay nadie que pida cuentas y ponga límites a los derroches e ilegalidades de López Obrador? ¿O los millones que le daba el SME durante su plantón en Paseo de la Reforma debe devolverlos, pues como repite en Palacio Nacional “amor con amor se paga”?

     La iniciativa privada en general, mejor dicho, el sector patronal en todo México. chicos y grandes, están en la mira de este grupo de anarquistas en el poder, que al amparo de la democracia se hicieron del poder público y no quieren soltarlo. Para sus propósitos, está obviamente «La lucha de clases», es decir, enfrentar a pobres contra lo que ellos creen ricos. ¡Calentarle la cabeza a la clase trabajadora para enemistarle con sus patrones, diciéndole que le explotan, que se hicieron ricos con su trabajado, que no se deje, y un largo etcétera!

      Y mientras millones de patrones son víctimas del impuesto de las bandas criminales sin que el gobierno haga absolutamente nada (cobro de piso), flagelo al que todos los días son sometidos otros muchos; los que todavía tienen la bendición de no ser extorsionados viven en otro mundo. En una realidad alterna ajena del todo a lo que sucede en México y que amenaza día con día a los que trabajan y producen riqueza.

     Paradójicamente quien dirige la batuta de esta guerra de clases es el propio gobierno cuyo cierre de pinzas está pendiente esperando el momento preciso. Otra de sus banderas o ariete para derrumbar la puerta de la legalidad y la armonía en la economía nacional, es el tema de los sueldos.

     Al respecto, será suficiente decir que el principal freno para pagar buenos sueldos en los negocios es justamente los juicios laborales. Nadie en su sano juicio y con finanzas débiles se animaría a pagar buenos sueldos, a sabiendas que dos o tres meses después de su ingreso, un empleado mañoso lo podría demandar y acabar con su negocio (situación que guardan cientos de miles de micro y pequeños negocios).

     El juicio laboral tuvo su momento (derivado de los abusos del porfiriato) pero en la actualidad es el principal lastre para el pago de mejores sueldos, los cuales deben subirse en base a los ingresos y posibilidades de cada negocio o empresa, pero sin que exista la amenaza de un juicio. En el momento que desaparezcan esos juicios los salarios por simple respuesta de mercado subirán, mejorando la condición de los trabajadores. Es un hecho que quien pague mejor no tendrá problemas para conseguir personal.

     Claro, se deberá crear otra ley laboral adecuada a los tiempos actuales y con vista al futuro, pero no solo pensando en el trabajador, sino también en la creación y mantenimiento de la planta productiva, y por supuesto, desapareciendo los juicios mañosos que solo sirven para mermar el capital de las micro, pequeñas y medianas empresas. El gobierno no produce riqueza, solo la administra y distribuye (en el caso de la actual casi toda la despilfarra en obras inútiles y sin rendir cuentas a nadie).

     De manera que la reducción de las jornadas laborales y el pago de mejores sueldos, son en este momento simple ariete para derribar la puerta del orden y la legalidad e iniciar la guerra de clases sociales. Dueños de cualquier negocio, del tamaño que sea, Cámaras Patronales y demás, deben unirse y elevar la mira antes de que los sorprendan estos depredadores. Estas hordas de destructores comandados por un hombre que jamás debió llegar a la presidencia de la República. Trabajadores de México ¡Uníos, sí!, pero para cuidar sus trabajos y el sostén seguro de sus familias, no permitan que ni el gobierno ni los sindicatos se aprovechen de su fuerza y número para acabar con la riqueza nacional.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos Permite!

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