Opinión
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Los verdaderos resultados de las elecciones del pasado domingo 5 de junio ni siquiera se han considerado. La poca educación política de los mexicanos (en algunos Estados y zonas) se reflejó en las urnas pues a final de cuentas no ganaron los que obtuvieron el triunfo legal, sino que quien ganó realmente es un grupo de inconformes, apáticos y valemadristas que no fueron a votar. Ellos ganaron, fueron la mayoría, sin embargo y desde el campo legal su posición no cuenta. Al contrario, con su falta de participación, los pocos que acudieron a votar le dieron el triunfo en cuatro Estados a los representantes de la dictadura encabezada por Andrés Manuel López Obrador.

     Analizados los resultados, así como los factores y sucesos de cada Estado durante el proceso electoral, en todos, sin excepción, en mayor o menor grado, QUIEN GANÓ REALMENTE FUE EL ABSTENCIONISMO.
Empecemos con el Estado de Oaxaca, en el que el abstencionismo fue del 62 por ciento. Es decir, solo el 38 por ciento de los ciudadanos acudió a las urnas y de ese pequeño grupo de votantes, apenas el 60 por ciento sufragó a favor del candidato de la dictadura, es decir, Salomón Jara, de manera que al hacer bien las cuentas de los votos el hombre fue elegido para gobernador por apenas el 22.8 % de los oaxaqueños.

     ¿Un porcentaje tan pequeño le puede legitimar en el poder? Por supuesto que no, carece de sostén jurídico y democrático desde el ángulo que se le quiera ver. No representa a los oaxaqueños, pues tan solo permite ver que un grupo minoritario le apoyó por las razones que todos conocemos: empezando con el voto de los ancianos y otros grupos que reciben dinero del gobierno, y por tanto, presión para acudir a las urnas.

     En el mismo caso se encuentran los candidatos ganadores restantes. Por ejemplo, en Quintana Roo el abstencionismo fue del orden del 59% (y del 41% que votaron, apenas el 56% lo hizo por la candidata de Morena). En el Estado de Hidalgo el abstencionismo fue del 52% (y su candidato ganó con el 61% de los sufragios), mientras que en Tamaulipas el abstencionismo resultó un poco menor (del 46%), si bien las bandas de narcotraficantes y de toda clase delincuencial son las que marcaron el rumbo definiendo sus intereses en un narco-gobierno (dixit Porfirio Muñoz Ledo) que les protege y ofrece abrazos.

     La participación cínica y abusiva del actual gobierno federal en las elecciones rompió todos los récords de ilegalidad, de ostentación y fuerza del aparato de gobierno a favor de los candidatos de Morena. El poder y recursos del estado fueron utilizados con absoluto descaro sin consecuencia legal alguna ¿Cómo lo haría el INE y el Tribunal Electoral cuando se encuentran en la mira del Führer de Macuspana, cuando ha expresado reiteradamente su deseo de desaparecerles o transformar a su gusto, además de tenerles desde un par de años en ataques directos?

      Ante esta realidad adversa que muchos no entienden al no considerar la trascendencia de su falta de participación (nos referimos al abstencionismo), resulta urgente y necesario que todos los mexicanos que estamos conscientes, así como partidos políticos, universidades, escritores, académicos, maestros, grupos de todo tipo, medios de comunicación, familias y demás, hagamos conciencia de lo que sucede políticamente en el país para no caer de manera absoluta en la dictadura a la que ya nos comenzó a llevar López Obrador y Morena.

     Una dictadura por la cual nadie votó, excepto él y sus compinches, pues son los únicos que desde antes sabían lo que tramaban, escogiendo la democracia y sus bondades (al carecer de las agallas y el valor para formar una guerrilla y enfrentarse al Ejército Mexicano al que han estado corrompiendo soltándoles verdaderas fortunas nunca antes vistas y entregándoles responsabilidades de gobierno y proyectos que de ninguna manera les correspondenpara implantar secretamente sus planes perversos, todo, absolutamente todo a espaldas del pueblo mexicano.

     Ante éste su discurso es otro: le hablan bonito y al oído y le regalan dinero como nadie les había dado tanto, condenando de paso a los que producen trabajos y riqueza. Y algo más que no les dicen, pero que por sentido común deberían saber, es que éstos que producen trabajos y riquezas, son los que con su gran esfuerzo e inteligencia mantienen de pie al país y pagan los impuestos (dinero que AMLO les regala como si saliera de su bolsa). Si la planta productiva, es decir, los que producen los trabajos, quiebran o el gobierno les aprieta de más, les condenaría a la bancarrota y con ello a la ruina del país (y ya no habría dinero regalado para los que votan, ni para nadie; excepto para el dictador y los suyos, como sucede en Cuba, Venezuela y Nicaragua).

    De manera pues que urge que de aquí a las votaciones del año 2024 los mexicanos nos unamos en contra de ese plan perverso urdido en la mente enferma de López Obrador, y trabajemos JUNTOS Y UNIDOS (por encima de ideologías y partidos políticos) para rescatar nuestra democracia y no permitir que la dictadura siga avanzando ni se consolide.

     En el hogar, en la escuela, en el trabajo, en las redes sociales, en los medios, los libros, revistas y cuanta expresión social exista, formar conciencia de lo que sucede. Hacer comprender el peligro al que estamos expuestos pues de lo contrario quedaríamos a merced (como en otros países) de una banda de vividores más de más de 120 millones de mexicanos.

      Explicar y hacer entender el valor del voto, las propuestas de los candidatos, revisar el testimonio de esos candidatos, la viabilidad de los proyectos políticos, el daño del abstencionismo y demás, ya que como reza el título del presente artículo, México perdió y ganó la dictadura, precisamente a causa del abstencionismo, el cual les abrió las puertas de las gubernaturas a los alfiles del tabasqueño.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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El maniqueísmo de López Obrador ya resulta inadmisible, todo parece indicar que el poder terminó realmente de desquiciarlo. Su mente torcida y enferma de odio, egolatría y soberbia desde muchos años antes, se trastornó de plano ante semejante cargo y semejante poder. A tal punto llega su extravío legal y de salud que se le puede ubicar ya como usurpador.

    Su amistad con las bandas de narcotraficantes y demás grupos delincuenciales es cada vez más descarada, pasando por alto la Constitución y demás cuerpos de leyes, como también la airada e indignada opinión pública. Su cercanía y complicidad con los delincuentes ya está en boca de todos y no parece importarle, le basta en las mañaneras negarlo y hacer cara de “yo no fui”, por cierto, una cara que no le queda en absoluto (la descripción del famoso personaje de Molliere le queda como anillo al dedo).

     Esta semana, el propio Porfirio Muñoz Ledo, decano de los legisladores y quien al principio fuese parte de la 4-T, declaró públicamente que «México tiene un narcogobierno», por si alguno todavía lo dudare.

     Ya encarrerado, el veterano político y conocedor mejor que nadie del oficio, hizo declaraciones al más importante diario del país en las que advirtió al presidente Andrés Manuel López Obrador que su contubernio con el narcotráfico no es heredable porque el crimen organizado ya no lo va a necesitar”, como también aseguró que: “desde hace dos o tres años, México dejó la transición democrática y está iniciando una ‘reversión autoritaria con ‘un nuevo rey de la selva’: el crimen organizado”. (El Universal, 2/Jun/2022).

Mas claro, imposible, sin embargo, el presidente una vez enterado de las declaraciones, de semejante escándalo nacional e internacional, respondió en su show mañanero que las declaraciones de Muñoz Ledo «eran muy corrientes y muy vulgar» (textual).

La cuestión de fondo es que el tabasqueño aunque está en la presidencia de la República, sigue comportándose como el agitador y anarquista de siempre. En sus tenebras seudo políticas y en su eterna campaña, hace cosas que sólo corroboran lo que se temía de él y de sus nexos con las bandas de facinerosos (en su mente limitada considera que los mexicanos no vemos sus acciones ni sus entramados por demás rudimentarios o silvestres).

Viajar a Sinaloa una semana antes de las elecciones en seis Estados, en particular a la tierra del chapo Guzmán y demás capos mafiosos, no sólo corroboró lo que ya estaba en boca de todos, de hecho, sus palabras lo confirmaron. Cuando los reporteros de la fuente presidencial se dirigían a cubrir el evento (la inauguración de una carretera en el mero corazón de la tierra de los narcotraficantes) un retén de bandoleros disfrazados de militares los detuvieron y revisaron, y al ser el presidente cuestionado por semejante delito lo minimizó: “¡no pasó nada!” les respondió. Pero sí pudo haber pasado; como le ha ocurrido a miles de ciudadanos. Y como le sucedió esta semana a varios zacatecanos radicados en Estados Unidos que vinieron a visitar a sus familias en Villa de Coss, los que al regreso, además de ser asaltados, fueron despojados de sus vehículos. Así que: SÍ PASA, Y NO HAY GOBIERNO QUE PROTEGA A LOS CIUDADANOS. Lo que convierte al presidente en un costoso adorno, en un usurpador de facto.

¿Por qué en lugar de hacerles una carretera a los narcos para que saquen su inmundo veneno, no limpia mejor las carreteras del país de tanta fauna delincuencial para que los mexicanos podamos viajar con libertad y seguridad, lo cual ES SU DEBER?

Retomando el asunto de la visita presidencial a las tierras dominadas por los narcos, López Obrador llegó a tal grado de cinismo que públicamente se atrevió a decir que ya no le dijeran el «Triángulo Dorado» sino que ahora le dijeran «El triángulo de la gente buena» ¿De ese tamaño es su compromiso y amor con los que viven fuera de la ley y su odio y desprecio contra los que viven dentro del orden y el estado de derecho?

En la medida que sus días en Palacio se reducen, el führer de Macuspana radicaliza con cinismo sus medidas intentando implantar en México el modelo cubano-venezolano. Un modelo que condena a los pueblos a vivir en la pobreza mientras los líderes viven con todos los lujos y el poder, acabando con los sueños y dignidad de los gobernados con dictaduras disfrazas de ‘revolucionarias’.

Recuerdo a principios del presente siglo —por 27 años tuve un stand propio en la FIL Guadalajara— no me recuerdo el año, el país invitado a la FIL era Cuba. Durante todos esos años, mi esposa y yo comíamos en el Hotel Hilton frente a la Expo-Guadalajaraese año, sin embargo, sucedió lo que en ningún otro. Todos los días, sin excepción, un grupo enorme de cubanos banqueteaba a diario en el hotel de franquicia yanqui (que se supone aborrecen los isleños). Sus fiestas en pleno mediodía eran escandalosas mientras en el exterior del Lobby ocho o diez lujosos autos Mercedes Benz con la bandera de Cuba —y los respectivos guaruras—esperaban a sus ocupantes.

Justo por eso dejé de creer en el comunismo en el año 1970, no puedo admitir que los líderes vivan como reyes y sus gobernados en la miseria y sin derecho a reclamar nada. Mientras los miserables cubanos muriendo de hambre y con cartillas de ración para los alimentos; estos miserables vividores en la FIL hartándose de comida y buenos vinos sin pudicia ni remordimiento alguno. ¡Malvados vividores!

Pero como el mal ejemplo cunde más pronto y fácil que el bueno, sucede que el desesperado Führer de Macuspana ya quiere lanzarnos a los mexicanos a la pobreza total, para que él, los narcos, y su banda de la 4-T puedan vivir como ricos, sacando una receta pseudo religiosa al estilo de chistera de mago: “…Si ya estoy pensando que le vamos a dar otra vuelta a la tuercaporque hace falta darle más al pueblo y a ver si es posible pasar de la austeridad republicana a una fase superior, que podría llamarse pobreza franciscana”,

Entiéndase, tres días antes de las elecciones, evento para el cual fue a pedir la ayuda de sus amigos del “triangulo de la gente buena”; nos sale con que nos quiere ahora de franciscanos. Tal cosa no se va a poder: Primero porque está fuera de la Constitución y el sentido común. Segundo, porque la mayoría de los mexicanos (y tomando sus palabras) somos aspiracionistas y no queremos vivir pobres. Y tercero, y perdón por la palabra, pero su significado refleja y describe con precisión lo que pensamos los mexicanos de su absurdo deseo: ¡no estamos pendejos! ¡Ah, otra cosa: No se confunda presidente; la gente mala es con la que usted se junta!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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El idioma y los países son otros, pero la conducta y métodos políticos son por demás semejantes. Y es que, a pesar de que muchos lo advertimos y para desgracia de México, algunos millones de votantes en su ingenuidad y deseos genuinos de un cambio que combatiera la corrupción, lo hicieron por Andrés Manuel López Obrador, quien sin tener la capacidad y carecer totalmente del perfil necesario llegó a la presidencia.

Semejante error hoy se está pagando a un precio altísimo, que sin duda y para volver al punto en que nos encontrábamos en diciembre de 2008, se requerirán entre 20 y 30 años. Los daños han sido demasiados y un gran numero de mexicanos no tiene idea siquiera de la realidad, toda vez que el programa mediático y propagandístico utilizado por López Obrador, además de ser casi una copia al carbón del utilizado por el nazi Joseph Goebbels, se basa en mentir todos los días de manera sistemática, presentando a los incautos ciudadanos que mantienen atrapados en sus falacias, un mundo que solo existe en las mentes corruptas y torcidas de los gobernantes de la llamada 4-T.

Un gobierno creado para satisfacer la pecaminosa egolatría de un hombre al que no le interesan los mexicanos, solo sus fantasías y sueños de grandeza al estilo Nerón. Un líder que a la manera de Adolfo Hitler exige de quienes le rodean e integran lo que debiera ser su gabinete (pero que se reduce a una corte de reyezuelo caribeño), una OBEDIENCIA TOTAL.

Así lo hacía el Führer, en una entrevista periodística concedida a un periodista de medio extranjero en Berlín, declaró lo siguiente: “Exijo de mis subalternos la más completa lealtad. Si alguno de ellos me falla, lo hago de lado de inmediato. La misión que tengo ante mí es tan importante que no puedo darme el lujo de tener junto a mí a personas débiles o timoratas. Necesito colaboradores incondicionales que cumplan mis ordenes sin dudar”.

Lo mismo ha sucedido con López Obrador, a él no le importa que sean incompetentes, ignorantes, que no tengan la menor idea del cargo que les asigna. El solo les exige sumisión total. La legalidad o el orden constitucional no les importan, el estado de derecho lo repudian. “Y no me vengan con que la ley es la ley”, le dijo AMLO a los integrantes de la Suprema Corte, frase que le describe a él y sus cortesanos de cuerpo entero.

Si comparamos las acciones de Hitler y su gente con la de López Obrador y la suya, las analogías son verdaderamente sorprendentes. Por ejemplo, tiempo antes de llegar al poder, en una taberna de Munich llamada Burgerbraukeller, Hitler reunió a sus cercanos del partido nazi, presentándoles esa noche a quien llevaría en adelante el programa propagandístico. En un libro que reúne parte del perfil y acciones malvadas de esta banda de delincuentes, se describe el impacto causado por Goebbels en sus nuevos compañeros y eh Hitler:

 

“Goebbels fue presentado al público que abarrotaba el establecimiento y comenzó su alocución. Se refirió a la unidad del Partido nazi, al papel histórico del pueblo germano y la necesidad de organizar a los obreros en contra de los ricos empresarios y los políticos corruptos que los estaban explotando. El orador habló sin parar durante más de una hora. Al final, el aplauso fue atronador. El mismísimo Hitler, con lágrimas en los ojos, se acercó a felicitarlo”

 

¿Le suena parecido?: «la unidad del Partido… el papel histórico del pueblo… y la necesidad de organizar a los obreros en contra de los ricos empresarios y los políticos corruptos que los estaban explotando». ¿No hemos escuchado hasta el hartazgo las mismas palabras en Palacio Nacional?

Goebbels era un hombre acomplejado, fanático, perturbado, quien encontró en Hitler al líder que necesitaba. Antecedente que parece la calca de muchos de los incondicionales cercanos (y no tanto) del Führer de Macuspana (Führer significa líder en alemán; no se asusten los iletrados). Era tal el fanatismo de Goebbels por su líder, que en su diario personal llegó a escribir emocionado: “Querido y venerado Adolf Hitler… yo lo amo porque es usted grande y simple al mismo tiempo”.

Palabras (semejantes) que sin duda hacen que el tabasqueño se regodee en su enfermiza egolatría cuando sus huestes incondicionales se le rinden en adoración como a cualquier ídolo falso. Lambiscones y cortesanos saben, como Goebbels, cómo rendirse ante su líder. Se necesitan mutuamente. Unos en sus inseguridades y vacío existencial; el otro, en su necesidad demoniaca de recibir adoración.

Queda claro que ni su líder ni sus huestes de incondicionales conocen lo que es la auténtica vida republicana, que repudian la democracia, el orden y el estado de derecho. Para AMLO y su gente el desmadre y sus fantasías cumplidas son el todo, el disfrute de un poder que jamás creyeron lograr y jugar a gobernar.

Las matanzas que ocurren a diario a lo largo y ancho del país además de no ser vistas por el usurpador (usurpar también es NO ejercer un cargo como lo establece la Constitución; usurpación que en su caso comenzó desde el momento que decidió competir para un cargo del que no tiene capacidad alguna) no son atendidas y mucho menos investigadas. Para los asesinos ha destinado los abrazos.

      Al no poder ni querer gobernar (escogió una compañía de incapaces o faltos de virilidad para contradecirle) todos los días y a todas horas se ha dedicado a mentir e inventar una realidad. Mientras que la salud pública está en grave crisis, no hay medicinas y no se surten como se debiera, la pandemia cobró casi 700 mil vidas, compró las vacunas a destiempo y otras donde no debía (sin presentar jamás cuentas), ha subido las gasolinas a precio estratosférico, así como la luz, la impunidad es el sello de su dictadura, la pobreza crece galopante y la violencia en todas sus expresiones tiene aterrorizada a los mexicanos, López Obrador ha seguido al pie de la letras las lecciones del nazi Goebbels.

Este perverso tenía entre sus torcidas enseñanzas: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa buenas noticias para distraer a la gente” ¿Le suena familiar y recurrente? Todos los días en su show mañanero al ser cuestionado por los verdaderos problemas nacionales, siempre responder con un distractor.

Entre otras de sus actividades, el ‘gnomo maldito’ como le llamaban los alemanes, edificó un complejo sistema para controlar las comunicaciones y medios en su país, tanto la radio, como la naciente televisión, la prensa, el teatro, el cine, la literatura, todo pasaba por el Ministerio de Educación Popular y Propagando dirigido por Goebbels. Escribe un historiador: “además de ejercer la censura, Goebbels tenía la misión de cuidar y exaltar la imagen de Hitler frente al pueblo… de mostrar un Hitler lleno de virtudes que le permitieran consolidar el poder y promover la unidad nacional… (de) convertir al dirigente en un ‘salvador’ de ser adorado incondicionalmente por el pueblo hasta el límite de ofrendar su vida por él” (datos históricos tomados del libro “Genios del Mal”, autor Hans S. Bauer, Edit. Mexicanos Unidos). Como se ve, el espíritu de Hitler y Goebbels en Palacio, tiempo entonces de liberar a los mexicanos de semejante opresión, tenemos a nuestro alcance la Constitución y la legalidad para hacerlo.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dice textualmente acerca de los deberes del presidente: Art.89.-Las facultades y obligaciones del Presidente son…: 1.- Promulgar y ejecutar las leyes que expida el Congreso de la Unión, proveyendo en la esfera administrativa a su exacta observancia…  VI.- Disponer de la totalidad de la Fuerza Armada permanente, o sea del Ejército terrestre, de la Marina de Guerra y de la Fuerza Aérea, para la seguridad interior… VII.- Disponer de la Guardia Nacional para los mismos objetos…”

      Para desgracia y grave deterioro de la vida de los mexicanos y de nuestro país, para el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, tanto la Constitución, como los demás cuerpos de Leyes son letra muerta, al grado de decir en el mismísimo Palacio Nacional y amenazando a los ministros de la Suprema Corte: “¡Y no me vengan con que la ley es la ley!” (6/Abril/2022). Es un hombre, no de ahora, de siempre, ajeno a la legalidad. Su espíritu rebelde a toda autoridad y orden, parte de su malformación familiar (radicalizada con la visión anarquista de sus amistades), le convirtió, y valga la expresión, ¡en el monstruo social que todos vemos y padecemos! Claro, exceptos sus compinches y fanáticos, incapaces de analizar la conducta de este hombre que se ha convertido en el Atila de México.

     Para él tampoco los códigos penales, ni federal ni estatales existen, mucho menos su deber para que estos se cumplan y apliquen con rigor y oportunidad. El 1º de diciembre de 2018 protestó en vano «cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente». En su mente enferma y distorsionada de la realidad (por tanto de la legalidad), él es quien decide qué hacer en el país y cómo. Las leyes ni le importan ni merecen atención alguna, de ahí que le resulten ajenas.

      En una frase soltada desde el principio ofreciendo «abrazos a los delincuentes y no balazos», los criminales le tomaron la palabra, y no solo esto, han ido tomando cada vez mayores regiones del poder ante el terror y desesperanza de los mexicanos que viven en esas zonas al ver a un presidente no solo inútil, sino absolutamente indiferente ante el horror que ellos viven a diario. Para los delincuentes abrazos del gobierno.

     En cambio, para ellos, y para más de 100 millones de mexicanos, desinterés y desprotección total, peor todavía, las balas que deberían haber caído en los cuerpos de los asesinos, han caído en los cuerpos de los mexicanos, en los viejos, en sus hijos, en sus nietos, mexicanos a los que también secuestran, golpean, extorsionan, les arrancan a sus hijas para matarlas y violarlas sin que López Obrador haga nada en absoluto para evitarlo.

     A él solo le interesan las elecciones y su popularidad, conducta que aun sus cercanos ya deberían de haber observado pues la insania mental se agrava cada día en perjuicio de México y los mexicanos. Ni qué decir de la situación del país sumido además de la violencia e inseguridad, en la división, en la carencia o deficiencia de servicios de salud (limitados y sin medicamentos), en una inflación desbordada, en el derroche de recursos públicos en comprar conciencias y votos (dejando de hacer la necesaria obra pública), en dejar grandes territorios del país en manos de los delincuentes quienes impiden el uso de las carreteras y esclavizan de diversas formas a los habitantes, en ahuyentar las inversiones, y por si faltara algo, en días recientes pelear y retar al gobierno de Estados Unidos (olvidando que en este momento son los que dan los mejores y mayores empleos en México y permiten que las remesas lleguen).

      En su demencia desbordada y como señalamos al principio, se ha olvidado absoluta y totalmente del estado de derecho, situación que además de ser la principal fuente de impunidad y promotora de mayor violencia, inhibe toda inversión. Su locura es tal, que un día agrede a los norteamericanos y a los empresarios, y al siguiente los invita a una reunión para que “inviertan”. De atar, verdaderamente de atar.

     Su conducta y hechos me recuerda a la descripción que el escritor argentino Leopoldo Lugones hizo de los guaraníes: “Su inteligencia se manifestaba, casi exclusivamente, en hábiles latrocinios y mentiras sin escrúpulo”. ¿Cómo se le puede nombrar a los más de $300 mil millones de pesos tirados por su soberbia y mala decisión de cancelar el NAIM? No solo es corrupción llevarse el dinero a los bolsillos, también es el derroche, el descuido y la no planeación de los mismos.

     De las mentiras sale sobrando, a estas alturas de su mal gobierno el “pinocho” Vicente Fox ya le quedó chiquito, simple aprendiz, su forma compulsiva y cínica de mentir le han convertido en un hombre réprobo a la vista de la mayoría de los mexicanos. En julio de 2021, algunos medios publicaron que ya le habían contabilizado 56,181 mentiras, más las que a diario suelta sin rubor ni conciencia, de su falta absoluta de ética.

     La Constitución establece en el artículo 86 que el cargo de presidente de la República sólo puede ser renunciable por causa grave, y la incompetencia para desempeñar semejante responsabilidad lo es. Andrés Manuel López Obrador no tiene la menor idea de los deberes y tareas presidenciales, su ego enfermo hasta lo irracional le ha engañado creyéndose reyezuelo, pero en las elecciones compitió solo para presidente.

     El país está sumido en un mar de sangre y violencias sin fin, más de 120,000 mexicanos asesinados en su sexenio y 100 mil mexicanos desaparecidos, los primeros impunes y los segundos sin buscar (ni evitar que desaparezcan): son motivos más que suficientes para que legalmente sea obligado a dejar la presidencia. El destino de nuestro país, entiéndase de nuestros hijos y nietos, está de por medio. Basta de jugar a la presidencia. Necesitamos un Presidente de verdad, que tenga la inteligencia y el perfil necesarios, pero sobre todo que sea un hombre (o mujer) que respete la ley y el estado de derecho, capaz de usar la fuerza del estado para someter de nuevo al orden a una delincuencia ensoberbecida a la que un anarquista en mala hora les ofreció abrazos.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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