La incapacidad de Andrés Manuel López Obrador para gobernar el país es cada vez más notoria, incluso a nivel de alarma. Dejando por esta ocasión de lado el resto de las tareas presidenciales, nos concentraremos en el sector salud y las vacunas contra el coronavirus (covid-19), toda vez que su pésimo manejo para atender la salud de los mexicanos no solo merece urgente atención, sino advierte que su incapacidad (y de los que le rodean en este sector) les han hecho reos de culpa de cientos de miles de muertes (que se pudieron haber evitado).
Lo peor del caso es que al mantenerse en los cargos y con la misma postura ante la pandemia, las enfermedades de los mexicanos, el desabasto de medicinas y suplementos para los aparatos y equipos médicos, la crisis se agudiza y la muerte y prolongación de los males públicos de salud se incrementan.
Y es que, aunada a su escasa formación y conocimientos necesarios de la realidad nacional, así como a su obcecación por hacer lo que le viene en gana y no actuar conforme a las necesidades; el actual presidente tomó desde el principio decisiones erróneas que produjeron de inmediato resultados catastróficos sin que en momento alguno entrara la reflexión y la rectificación. Para empezar, desbarató el sistema de compra de medicinas que tardó decenas de años en cobrar forma y eficientizarse, sin tener nada para sustituirlo.
Fuera de sus palabras y más palabras, destruyó con sus fantasías políticas un proceso INDISPENSABLE para la salud de los mexicanos. Bajo el pretexto de la corrupción, muletilla que por cierto cada día resulta más repudiable escucharla en sus labios (nada resuelve y todo se reduce a meras palabras), corrupción que NADIE DUDA QUE LA HUBIERA, en lugar de investigar y poner en orden, como dice el viejo refrán “tiró el agua de la tina con todo y niño”.
Tres años han pasado y todavía no hay medicinas. Mientras tanto, decenas de miles de mexicanos ¿o cientos de miles? Han muerto por falta de medicamentos, de tratamientos para sus diversas enfermedades. Para hacer las compras designó a personas que carecían del perfil y los conocimientos necesarios. No contento el presidente con su torpeza, desató una guerra de ofensas contra los laboratorios que proveían las medicinas, muy en particular contra Laboratorios Pisa (y otros), que tenía una planta exclusiva para producir las medicinas para niños y personas con cáncer.
Desde entonces, como ya se dijo, cientos de niños con cáncer han muerto por falta de tales medicinas y otros se encuentran graves (se desconoce el número de adultos). Lejos de rectificar y aceptar su grave yerro (que se le hubiera tomado como un acto de sensatez), el presidente inició una campaña en contra de los padres de esos niños al grado de tildarles de “golpistas” ¿Se imaginaron los que votaron por él que se atreviera a tanto? ¿Qué su desprecio y actitud inhumana llegara a tal extremo?
Respecto a las vacunas el tema no ha mejorado, al contrario. Desde que se conoció el anuncio de la pandemia de coronavirus, el presidente y sus expertos en epidemias, tomaron el camino de la política y no el de la ciencia y atención a la salud. Como todos sabemos, minimizaron la advertencia de la OMS, dijeron a los mexicanos que no era nada grave, que se abrazaran, que salieran a la calle, incluso permitieron reuniones masivas y dejaron las fronteras y aeropuertos con las puertas de par en par. Los contagios llegaron pronto y la muerte también.
En poco tiempo los hospitales públicos se saturaron al punto de no atender a los enfermos de otros males, mientras que las personas con covid-19 y sus familias esperaban afuera en las banquetas que alguien los atendiera. La muerte a causa de esta nueva peste nos recordó la edad media, el renacentismo, y otras épocas afligidas por estos azotes. Ni qué decir del agotamiento y daño a los médicos y todo el sector salud (público y privado).
Hasta donde se sabe, más de MEDIO MILLON DE MEXICANOS han muerto a causa de la pésima estrategia tomada por el gobierno de AMLO, es un hecho que de haber tomado otras medidas cientos de miles de muerte se hubieran evitado. De hecho, la vacunación fue desestimada al principio y como todo en este sexenio llegó tarde. Para agravar la situación, una vez que decidieron traerlas, antepusieron de nuevo criterios políticos antes que los científicos, de esta manera llegaron vacunas de chile, mole y picadillo para los mexicanos (hasta chinas y rusas trajeron, cuando nuestros principales socios comerciales —que dicho sea de paso son los que mantienen la economía en nuestro país— no las aprueban).
No resultándoles suficientes sus muchos errores, cerraron totalmente la puerta a la vacunación privada. Queda claro que el control político estuvo y ha estado por encima de la salud y bienestar de los mexicanos. Estamos a dos años del inicio de esta plaga apocalíptica y López Obrador (y sus ‘expertos’) continúan con su incapacidad y queriendo controlar esta desgracia desde lo político. Si hubiera que enjuiciarles más adelante será por el delito de lesa humanidad.
Es inadmisible que estando amenazados con otras variantes de Covid-19 (Omicrón y las que aparezcan) y el presidente de México manejando esto con su absurda visión política. De controlar las vacunas como si fueran los dineros que les da a los ninis, a los viejos y a otros sectores. De querer tener bajo su poder a todos los mexicanos (a través de las vacunas) para que se le deba el favor, cuando se compran con el dinero de los ciudadanos (y otras regaladas por el presidente Biden de Estados Unidos).
Es condenable y absurdo que se continúe con esas filas kilométricas a viejos y de todas las edades para aplicarles la vacuna, además, la que el gobierno decida, no la que la persona pudiera elegir, exponiendo a muchos con esta práctica a contagios y a efectos no deseados por el uso de medicamentos no iguales.
Como también es condenable que NO se les permita a particulares OFRECER Y PONER LA VACUNA a las personas donde ellos lo decidan y la que ellos prefieran: en una farmacia, clínica u hospital. Millones de mexicanos (este periodista se incluye) estarían dispuestos a acudir a una farmacia a ponerse la vacuna y pagar el costo, lo cual, además de evitar filas innecesarias, reduciría gasto al erario ¿O SE TRATA DEL CONTROL POLÍTICO? Todo indica que así es, lo cual también es corrupción, cayendo con ello en otra incongruencia más del hombre de Macuspana.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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