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Quienes me conocen de muchos años saben que casi siempre he estado en contra de las políticas del Imperio norteamericano (cuando aprovechan su poder y situación, cosa que ha sido frecuente en el pasado). Sin embargo, no se deben confundir las cosas, pues una es estar en contra de cualquier abuso y ventaja que les concede el poder, y otra muy distinta no distinguir las relaciones vecinales, tanto de pueblos como comerciales y diplomáticas. Nuestra cercanía nos obliga doblemente a ser tolerantes y respetuosos.

Tolerancia y respeto al que ahora debe agregarse gratitud, pues de no ser por las inversiones de nuestros vecinos en el país, así como por las remesas de nuestros paisanos que trabajan en Estados Unidos, nuestra situación económica fuera totalmente otra. La pobreza estuviera haciendo estragos entre nosotros.

Sin embargo, el corazón torcido y la mente malformada del presidente López Obrador le han llevado a tomar una postura por demás vergonzosa para los mexicanos de bien. Sus desplantes y ofensas contra el Presidente Joe Biden y el actual gobierno de Estados Unidos han sido por demás condenables, impropios de un mandatario digno, mucho menos de una persona de bien. Pero como se dice, origen es destino ¿Podía esperarse algo mejor de un anarquista, de alguien que jamás ha trabajado en algo, que solo ha vivido creando problemas y desmadres?

    En estos días de fiesta nacional no ha estado ni a la altura del cargo ni de las circunstancias. Al contrario. Su egolatría le ha arrastrado hasta la propia ignominia transformándose en un ser grotesco que no representa a los mexicanos, si acaso a su grupúsculo y al pequeño grupo de dictadores/gorilas con los que se identifica. Que, dicho sea de paso, no son de izquierda, son simples y vulgares dictadores. No más, no menos.

Olvidando de manera absoluta sus deberes y responsabilidades, el hombre que cobra como presidente, se desentendió del todo de lo que pasa y sufre el país para concentrarse en una mascarada patriotera. Y es que, ¿Cómo justificar un desfile con miles de militares de todo tipo, luciendo aviones, helicópteros, tanques y el armamento más moderno, si buena parte del país está en guerra o dominado por las bandas de narcotraficantes y demás asesinos que tienen aterrorizada a la población, sin que su gobierno haga nada?

Gran parte del Estado de Michoacán se encuentra en guerra (literalmente) y el presidente no ve ni escucha, se olvida de sus deberes, como se dijo, prefiere sacar a las muchas Y COSTOSAS TROPAS para que le entretengan con sus amigos en vistoso desfile ¿En su limitada visión cree que va a intimidar al gobierno vecino del norte? Afganistán no es lo mismo que México.

Tener a su lado como invitado de honor en Palacio Nacional al tirano cubano (Díaz Canel), y a Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en la gradería y a pleno sol, son afrentas que como vecinos, socios comerciales, y como pueblos amigos, no se pueden hacer, como tampoco se podrán olvidar. Las afrentas políticas como decía el gobernador jalisciense Flavio Romero de Velasco, “no caducan, se guardan para cobrar en el momento oportuno”.

López Obrador ha ofendido y menospreciado al presidente Joe Biden de manera descarada, vulgar y grosera y con demasiada frecuencia, ha confundido la prudencia y sabiduría del experimentado político con el temor. ¡Qué equivocado está! Piensa en su ingenuidad y novatez política que todos piensan y actúan como él. Peor aún: que los domina y humilla. El tiempo le dará muchas sorpresas.

Las Sagradas Escrituras advierten que “toda altivez será humillada”, y sin duda que el super ego del tabasqueño en su momento será acomodado a su verdadero sitio. Su carrera de agitador profesional por extraño que ha resultado, le llevó a la presidencia, sitio que jamás debió de ocupar pues su concepción de la vida, del poder y de gobernar, son totalmente erróneos. Tiene cosmovisión de miembro de pandilla, no de estadista. Los hechos cotidianos le presentan como tal.

Su ignorancia histórica y política solo es aplaudida por sus lacayos y funcionarios chambones. Sus muchos y frecuentes disparates históricos le muestran como lo que es y siempre ha sido, aunque por ahora el fuero también le ha protegido su falsa coraza intelectual. No distingue siquiera la izquierda de la derecha. Un caso concreto, siendo el Presidente Biden y los actuales demócratas representantes de la izquierda de su país (en muchos aspectos con acierto), López Obrador, que a diario asegura ser de izquierda y  arremete rabioso contra los conservadores, es amigo íntimo y lacayuno de Donal Trump, un representante puro de la ultraderecha ignorante y fanática.

Las palabras y hechos del presidente en el marco de las fiestas patrias, muestran a un hombre de conducta réproba, carente de ética y principios, a un novato de la política capaz de cometer los peores errores e insultos contra sus pares y socios comerciales. Lo dicho y hecho contra el gobierno de los Estados Unidos tan solo para quedar bien con el dictador cubano, le mostró ante México y el mundo como un hombre irrespetuoso, ignorante del protocolo diplomático, un hombre malagradecido, un hombre que estando al frente de un país en crisis económica y de salud, recibió TOTAL APOYO PARA QUE SE FIRMARA EL TLCAN, recibiendo además millones de vacunas de covid-19 completamente gratis, siendo capaz de morder esa mano amiga, lo cual ni los animalitos hacen.

Pues, aunque el Imperio norteamericano no ha sido precisamente modelo de generosidad en el pasado, en los últimos años ha cambiado su política y trato hacia México haciéndonos socios comerciales, trayendo con ello trabajo, bienestar y dinero para el pueblo mexicano; beneficios y tratos que el solitario de Palacio ya no ve ni reconoce, por eso fue capaz de morder la mano amiga.

¡Hasta la próxima semana si Dios nos permite!

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Que nos pasa a los seres humanos que nos incapacita a la reflexión, que nos hace caer en los mismos yerros una y otra vez, aun cuando pasen los años o los siglos. Sin mencionar lo que está sucediendo en otros países y continentes, las muchas desgracias que hemos padecido en México en este temporal de lluvias, son una bofetada en el rostro social a causa de nuestras torpezas e irreflexiones. Una fortísima llamada de atención a pueblo y gobierno, a gobierno y pueblo.

Año tras año las imágenes en la televisión y los diarios que nos muestran inundaciones y daños a la población han sido la constante. Sin embargo en el presente temporal (que auguraban que casi no llovería) las inundaciones y los daños han superado a lo visto y sufrido durante mucho tiempo. La muerte, la aflicción y pérdida patrimonial de viviendas, vehículos, mobiliario y cosechas han sido enormes. Lo peor es que un gobierno indiferente e incapaz de ayudar a las familias ha agregado impotencia y rabia a los afectados.

Ver a un presidente que se encierra en su torre de marfil, pretendiendo en un show frívolo (y estúpido en este momento) resolver con saliva lo que requiere de mucho esfuerzo y recursos económicos diversospero sin acercase a las zonas de desastre y mucho menos a los afectados solo ha agregado distanciamiento. Acrecentado la zanja entre gobernante y gobernados.

Los mexicanos nos enteramos con dolor de los grandes daños causados por el huracán Grace en Veracruz, Puebla, Estado de México e Hidalgo, así como en días recientes lo ocurrido en Ecatepec y otras ciudades de la zona conurbada de la capital, incluso afectando el Cablebús. En zonas de Guerrero, Oaxaca,     Puerto Vallarta y poblaciones de la costa de Jalisco, de Colima, Nayarit, Sinaloa y demás, a causa del huracán Nora (que también dejó muertes y mucha destrucción).

El año pasado (2020) la ciudad de Villahermosa, así como otras poblaciones de Tabasco, fueron inundadas a causa de abrir tardíamente las compuertas de la presa (que generan electricidad). Igual sucedió en estos días en Tula, Hidalgo, donde el gobierno abrió tardíamente las compuertas de las presas inundando la ciudad y poblaciones vecinas, de manera que la responsabilidad cae principalmente en el gobierno federal y estatal.

La Comisión Nacional del Agua desde el lunes 6 les envío varias alertas que el gobierno no atendió. De hecho, les envió 15 oficios dirigidos a Protección Civil y a los gobernadores, cuatro boletines meteorológicos de advertencia y 26 twitter al público en general, pero sin que el gobierno atendiera el peligro (Milenio, 10/Sep/2021). En este gobierno, que dice que no son iguales a los de antes, ¿no hay responsables, como tampoco los ha habido del terrible accidente por la obra malhecha de la línea 12 del Metro?

Diecisiete muertos en el hospital del IMSS en Tula a causa de la inundación, y el director del seguro social, Zoé Robledo, se defiende diciendo que su personal no fue advertido del fenómeno y de su potencial. Incapacidad, improvisación, desinformación e insensibilidad son la carta de presentación de un gobierno que con promesas y mentiras engatusó a un pueblo hastiado de gobernantes sin compromiso.

El problema es añejo, de siglos, lo que ha faltado es previsión y diligencia. Don Manuel Payno no solo describe las fechorías y asesinatos de las bandas delincuenciales del siglo XIX, incluso se da tiempo con su maravillosa pluma para describir cosas de la ciudad de México que para las nuevas generaciones son absolutamente desconocidas, como el enterarse de que gran parte del comercio y la comunicación de las ciudades cercanas y hacia la capital era pluvial, condición que provocaba inundaciones en los temporales (igual que ahora). Dejemos que este hombre brillante narre lo que sucedía y que sigue sucediendo con el exceso de agua:

 

“Imposible de creer que en una ciudad como la capital de la República Mexicana, situada en la mesa central de la altísima cordillera de la Sierra Madre, pueda haber un puerto. Pues lo hay muy importante y concurrido. Es el puerto de los lagos del Valle, lagos que, si en la estación de las lluvias amenazan derramarse sobre la ciudad por falta de obras hidráulicas necesarias para contenerlas y darles salida, contribuyen, como lo dijo el Barón de Humboldt, a que el clima de México sea uno de los más suaves y benignos del globo….

    El canal de la Viga, surcado por más de cien chalupas y canoas cargadas de flores, con sus casas ruinosas por un lado, que se asemejan a las de los canales interiores de Venecia…

     Pero el verdadero puerto no es ni la garita, ni el canal de la Viga, sino San Lázaro, barrio desaseado…  A pesar de las malas condiciones del terreno, el tráfico y el comercio lo animan. Por ese puerto recibe México los granos y semillas de las haciendas situadas en las márgenes del lago de Texcoco, los azúcares y frutos de la Tierra Caliente que conducen los arrieros hasta Chalco, que es como si dijéramos la boca de Tierra Caliente… una especie de puerto de depósito… Este tráfico se hace por medio de chalupas y de canoas trajineras…  Las canoas trajineras que la noche anterior han salido del Puerto de Depósito de Chalco, comienzan a divisarse a lo largo del canal…” (Los Bandidos de Río Frío, Capítulo XXIX).

 

Casi dos siglos han pasado de la anterior narrativa y la ciudad de México continúa inundándose en el temporal de lluvias a causa de mala infraestructura o la ausencia de esta (al olvidar la historia y condiciones pluviales y orográficas de esa ciudad y de la zona).

      Lamentablemente muchos ciudadanos de ese mismo pueblo votante e indignado han sido, y duele decirlo, causantes de sus propias desgracias al adquirir predios con los traficantes de terrenos ejidales y públicos construyendo en los lechos y orillas de ríos y arroyos, llevándose las tormentas sus sueños y patrimonio.

Doloroso y traumático resulta ver en la televisión calles convertidas en furiosos ríos llevándose y destruyendo todo a su paso. Por desgracia esto era previsible y estaba anunciado, era cuestión de tiempo y el presente temporal ha sido copioso. Agréguele a este peligroso coctel que por siglos el agua era absorbida por la tierra y al pavimentar las calles ahora rueda por superficie buscando una salida, los antiguos lechos de ríos y arroyos se han convertido de nuevo en su destino natural, destruyendo cuanto encuentran a su paso. Incluso vidas, sueños y patrimonios.

Se preguntó al principio ¿qué nos pasa a los seres humanos que nos incapacita a la reflexión, que nos hace caer en los mismos yerros una y otra vez, aun cuando pasen los años o los siglos? La advertencia Divina es tan clara, que, aunque se dejó para darnos una enseñanza espiritual, el ejemplo utilizado continúa siendo tan válido como desoído y desatendido:

 

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y grande fue su ruina” (Mat 7:24-27).

 

Tal parece también que los mexicanos hemos estado, me refiero a lo político, construyendo sobre la arena. Sobre mentiras y promesas sin mirar que quienes las ofrecen carecen de solidez y testimonio, de manera que al llegar las tormentas de la vida nos estamos dando cuenta que nos equivocamos rotundamente. Quiera el Creador darnos tiempo y nueva oportunidad para construir en adelante un México mejor, de fijarnos bien en dónde y conque materiales construiremos un mejor hogar para todos. Tanto en lo político como en lo material.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Apenas han pasado dos años y nueve meses y para desgracia de los mexicanos su gobierno se acabó. Tanta alharaca y tanta publicidad resultaron absolutamente vanas, como la fábula del parto de los montes, mera fatuidad y embuste. Así es y ha sido Andrés Manuel López Obrador, un agitador social con disfraz de político, que nunca lo ha sido, sus hechos lo demuestran. No es lo mismo criticar a otros que hacerlo, su incapacidad y mentiras lo han descubierto y aniquilado.

     Desde su aparición pública en los años ’90 en Tabasco esta ha sido la constante, siempre al margen de la ley, siempre violentando la armonía y convivencia social, siempre señalando al otro para promover la división, pero jamás uniendo, jamás trabajando, jamás reconociendo lo bueno hecho por otros.

Su enésimo informe de ‘gobierno’, aunque lo anunció como tercero, no es en sentido alguno lo que afirmó ser. Ha dado cuando menos una docena de ellos y en ninguno le ha asistido la verdad. Todo es fantasía producto de su mente y vida desordenadas, sus palabras carecen del aval de los hechos, exhibiendo el 1º de septiembre a un mitómano empedernido incapaz de sonrojarse ante tantas falacias dichas a los mexicanos (se atrevió a presumir la autopista Guadalajara-Puerto Vallarta, cuando está prácticamente paralizada desde el gobierno anterior, así como a presumir la Línea 3 del Metro Tapatío que construyó EPN).

Acostumbrados por décadas a escuchar las obras construidas en monótonos discursos en los informes presidenciales, López Obrador no tuvo nada que informar que no sean sus mentiras y deshonor. Sus obras, si es que logra terminarlas, se limitarán a tres: Aeropuerto Felipe Angeles, el Tren Maya y la Refinería Dos Bocas. Párale de contar.

En su desgarriate que nunca ha sido gobierno, no hay dinero para obras (ni para hospitales, ni para medicinas, ni para ciencia, ni para ayudar en los muchos desastres que nos agobian, ni para nada de lo urgente y necesario), solo hay para becas de ninis, para viejos (necesiten o no la ayuda), niños, etcétera. Todo se reduce a comprar conciencias, a continuar en campaña, a asegurar votos para la siguiente elección.

¿Podría mantenerse México en pie y con futuro de continuar por esa ruta? Por supuesto que no, pero el mitómano que vive en Palacio intenta todos los días desde su show de horario de lechero engañar a las masas de futuros votantes con una realidad inexistente al estilo del Big Brother de George Orwell.

¿A qué mente sana se le ocurriría construir una pirámide de cartón en el Zócalo para escenificar un hecho histórico que no sucedió en esa fecha, ni tampoco como lo pretende narrar? ¿Para qué su maqueta teniendo a unos pasos los restos del Templo Mayor de los aztecas? Además, ¿para qué vivir en un lejanísimo pasado cuando en el presente estamos agobiados por uno y mil problemas urgentes de resolver?

Con medio millón de muertos, cientos de miles infectados y otros tantos con secuelas de Coronavirus, con panteones colapsados, hospitales y clínicas con personal médico y de atención al público diezmados y agobiados al extremo a causa de la pandemia, carencia de medicinas, aparatos e insumos, ¿qué podía informar López Obrador que no fueran mentiras? Haber negado lo dañino del virus, como también el uso de pruebas y de cubrebocas, dejar a los médicos sin medicinas y todo aquello que requerían para enfrentarse a esta plaga medieval, además de exhibirle, le dejó sin excusas ni palabras que informar. En todo caso debió de pedir perdón por su irresponsabilidad y frivolidad, pero no lo hizo, su enorme ego le perdió como siempre.

¿Qué podría mencionar acerca de la seguridad de los mexicanos que no fueran mentiras? Más de noventa mil asesinatos en lo que va de su mandato y más de 90 millones de ciudadanos a merced absoluta de la enorme fauna delincuencial que roba, asalta, fraudea, extorsiona, viola, esclaviza, secuestra y asesina con total impunidad. La llamada Guardia Nacional no es más que un enorme y costosísimo adorno sexenal que solo sirve para nada, para nada, y para más nada (el costo de dicha guardia para este año es la increíble suma de $35,671 mil millones de pesos). La impunidad les exhibe y socialmente se les reclama su inutilidad e ineficacia absolutas.

Decenas de miles de desaparecidos, forzados unos a ingresar a las bandas delincuenciales —los que se niegan son asesinados y enterrados clandestinamente o arrojados en calles y baldíos—, no han sido vistos y mucho menos protegidos por el presidente, como tampoco los miles de mujeres que son asesinadas o esclavizadas en la prostitución. Para él solo cuentan las elecciones y los votos. Jamás debió ocupar la presidencia. Jamás.

Y como el delicado asunto de gobernar no se le da (ni lo entiende) las jaurías de inspectores de todo tipo y nivel (al no haber quien les vigile y controle) se han convertido en otra plaga más para los ya de por si sufridos y golpeados causantes, que, entre bandas criminales, la pandemia y los inspectores no hayan la puerta.

    Y es que, para ser presidente no solo basta querer serlo, hay que serlo, y López Obrador carece de la capacidad, inteligencia y visión de estado que se requieren. Por eso se llama Poder Ejecutivo, porque se requiere la ejecutividad de quien lo ejerce y el tabasqueño no tiene la menor idea de lo que esto significa, confunde el uso y disfrute del poder de manera personal, con ejercer la presidencia.

En días recientes el comediante y comentarista político ‘Brozo’ describió la soberbia y el enfermizo deseo de poder de AMLO, sumándole tres personalidades y calificativos que le convierten de plano en un ser fuera de la realidad: “el hijo del hombre”, “Luis XIV” y “el rey Salomón” (mesías-absolutismo-sabiduría). Esquizofrenia pura en un hombre que sin mérito alguno que no fuera la violencia y el chantaje logró llegar a la mayor responsabilidad de una nación.

No hay futuro con un gobernante así, fuera de la realidad y rodeado de incapaces e ineptos. Han despilfarrado el tiempo y los recursos públicos en caprichos, dádivas indiscriminadas, disparates, y culto al endiosado presidente. Un ejemplo emblemático es la cancelación (por capricho) de la construcción del NAIM en la que se perdieron cientos de miles de millones, ya que no es solo lo que ya se había invertido (y las demandas), sino en programar y diseñar uno nuevo de menor calidad y funcionalidad. No hay seguridad, no hay salud, la calidad y funcionalidad de la educación pública está por verse y no se augura un buen final (como ya se dijo). Despilfarraron todo, hasta los votos que legítimamente y con engaños lograron. El tiempo y la paciencia de todo un pueblo se acabó, como también se acabó el sexenio.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Advierte la sentencia divina que “de la riqueza del corazón habla la boca”, así que los mexicanos no estábamos ignorantes del valor y de lo que representaban las Instituciones públicas para el eterno candidato Andrés Manuel López Obrador. Repetidamente lo dijo “¡Al diablo con las Instituciones!” mostrando abiertamente lo que había en su corazón. Su miserable riqueza moral y cívica.

La cuestión, y muy grave, es que en el año 2018 ganó —por las razones más que conocidas— la presidencia de México, y que lamentablemente al asumir el cargo, y como era previsible, se ha dedicado a destruir una a una las Instituciones públicas desmantelando el estado mexicano y con ello la República, que, parafraseando a Churchill, tanta sangre, dinero, trabajo y lágrimas nos han costado.

De entrada, lo que ha hecho con la Fiscalía General de la República (antes PGR) es un cañonazo a los pilares del estado de derecho y la estabilidad nacional, convirtiéndola en un carísimo ente ornamental que no toca a las cada vez mayores y sanguinarias bandas de asesinos ni con el pétalo de una rosa. Quedando como mera policía dedicada exclusivamente a perseguir a los enemigos políticos del führer.

Ni qué decir de su furia contra los fideicomisos, a los que, alegando corrupción, en lugar de combatirla como era su deber, en un tris decidió desaparecer 109 de ellos, ocasionando con su odio contra las instituciones daños gravísimos al país (El Universal, 8/Oct/2020). Entre otros tan conocidos como necesarios: Fondo de Desastres Naturales, Fondo de Cooperación Internacional en Ciencia y Tecnología, Fondo para el Deporte de alto Rendimiento, Fondo Sectorial de Investigación para la Educación, Fondo de Inversión y Estímulos al Cine, Fondo para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, etcétera.

Pongamos un ejemplo, el FONDEN, todos los mexicanos somos testigos de los terribles daños ocasionados en Veracruz, Puebla, Hidalgo y algunas otras zonas por las que cruzó el potente y destructor huracán Grace, dejando a su paso una estela de muerte y destrucción. Hasta el gobierno anterior, los recursos del Fondo de Desastres Naturales se hubiesen utilizado para remediar los daños y ayudar a los damnificados de inmediato. Pero como el tabasqueño aborrece las instituciones, pues desapareció este organismo diseñado para estos fenómenos, dejando en el absoluto desamparo a los mexicanos afectados (pretendiendo en su desatino que los ciudadanos salgan a ayudar, y resolver, una responsabilidad que le atañe a él y su gobierno).

Aquí en Jalisco lo vimos en días recientes, cuando algunas colonias de Zapopan, que indebidamente permitieron se asentaran en los márgenes de ríos y arroyos, con los recientes incendios en el Bosque de la Primavera (lo cual produjo lodos y eliminó barreras naturales contra el agua) hace poco mas de dos semanas con una mega tormenta se inundaron totalmente, destruyendo el patrimonio de todos, incluso derribando muchas viviendas. Y al no haber el FONDEN y los gobiernos locales no contar con fondos para estos desastres mayores, los afectados han tenido que salir a bloquear el Periférico (con los daños que ocasiona a terceros y a la convivencia ciudadana, ya de por sí tan deteriorada). ¿Y el presidente? Muy bien, en su show mañanero poniendo videos de Juan Gabriel y Rocío, o peleándose con Ricardo Anaya.

Los mexicanos no podemos continuar con ese clima de destrucción contra las Instituciones Públicas implementado desde Palacio Nacional. Ninguna democracia verdadera podría sostenerse. Urge hacer un alto, atender los reclamos de la sociedad y enderezar el rumbo. El presidente López Obrador ganó las elecciones, pero no compró el país como para tomar semejantes y tan dañinas decisiones.

Atrapados por una pandemia que no ha querido ni sabido atacar científicamente el presidente, en lugar de fortalecer el sector salud oficial (antes que ninguna otra acción pública), de proveerle aparatos, medicamentos e insumos para hacer su loable labor de la mejor manera; ha dejado a este sector en el abandono, a su suerte, en la precariedad, de manera que el medio millón de muertos por coronavirus no es producto del azar, sino de haber mandado al diablo a las instituciones. De no ver ni atender a los ciudadanos, solo al ego.

     ¿Cómo entender que urgidos de una mejor y mas desarrollada ciencia AMLO desaparezca el Fondo de Cooperación en Ciencia y Tecnología, que desaparezca también las becas para estudiantes de posgrado (para capacitarse en el extranjero)? ¿Cómo…?

No ha cumplido tres años en el gobierno, y los daños parecen ya irreparables. Haciendo otra observación, acaban de terminar las Olimpiadas de Tokio y los atletas mexicanos hicieron un papel irrelevante. Aunque se habrá de considerar que si no hubiera desaparecido el Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento los atletas se hubiesen concentrado más en sus disciplinas que en buscar la manera de comer (sobrevivir).

Lo más grave, entre tantos yerros gravísimos, es la campaña del presidente en contra del Instituto Nacional Electoral y el Tribunal de esa materia. Al primero, por ley, por institucionalidad y respeto a la democracia mexicana, no debería de tocar ni siquiera con sus cotidianos exabruptos, mucho menos cuchileando a sus dizque legisladores para intentar dañar o desaparecer esa Institución que tanto nos ha costado a los mexicanos. Que si bien sus salarios son escandalosos, es asunto que debe de ventilarse (y remediarse) con la sabiduría y mecanismos legales necesarios; sin romper la armonía social y mucho menos la constitucional.

     En su odio y fobia contra las Instituciones, cuestión que de paso muestra al presidente como un anarquista radical, también pretende aniquilar el Tribunal Electoral. Las Sagradas Escrituras advierten con severidad algo que ha estado haciendo el presidente durante su terrible gestión: “¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder!” (Miqueas 2:1). Las mañaneras no han servido más que para hacer saber malas nuevas.

El daño causado a México ya es demasiado. Es tiempo que algunos de los miembros del gabinete, así como de empresarios allegados a López Obrador y líderes universitarios, le hagan saber lo que sucede, de la necesidad de un cambio de rumbo para bien. Las Instituciones Públicas no se deben mandar al diablo, allá deben enviarse la maldad y las decisiones erróneas. México necesita y reclama con urgencia un retorno al orden y el estado de derecho.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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