Todos conocemos el viejo truco del ladrón descubierto, que al ser perseguido se detiene y comienza a gritar señalando con el dedo hacia adelante —para confundir a sus perseguidores— “¡Al ladrón, al ladrón…!”. Para desgracia de México y de los mexicanos, muchas, pero muchas veces, López Obrador ha sido pescado in fraganti en sus mentiras y terribles decisiones que están hundiendo al país, logrando casi siempre evadir la confrontación al sacar de la nada un distractor.
Extraña personalidad es la del actual presidente, deficitario en sabiduría y conocimientos, pero astuto como pocos para salir del atolladero en el que suele meterse casi todos los días. Cuál mago de carpa, es capaz de sacar de la chistera al conejo que distraiga las miradas para que no le vean sus dichos, hechos e inacciones, que no le reclamen las muertes de los niños con cáncer, que no hay medicinas para los que quedan vivos, o para casi ningún mal, que el sistema de salud de México está colapsado, que ha caído a uno de los peores lugares en el mundo. De hecho, el segundo lugar en mortalidad a causa del coronavirus (covid-19) lo que exhibe la pésima atención, pero sobre todo, la falta de medicamentos y tratamientos adecuados.
¿Sería mucho pedir que en lugar de que Marcelo Ebrard ande de chile frito por diversos países haciendo grilla y comprando vacunas, pregunte a los gobiernos que han tenido un mejor éxito la pandemia qué planes de salud y tratamientos han implementado? Ese tipo de información ninguno se la negaría ¿O la soberbia es del mismo tamaño de la impreparación para gobernar?
Volviendo al tema central, esta semana se corroboró lo que se había dicho desde esta columna y por muchos otros periodistas, que las elecciones del 6 de junio del presente año estuvieron controladas por las bandas del narcotráfico, sobre todo en la mayoría de los Estados ubicados en el Océano Pacífico (y San Luis Potosí), teniendo como resultado que MORENA ‘ganara’ la mayoría de las elecciones, claro, con el poder de las armas y otros métodos de persuasión contra el electorado.
Héctor de Mauleón, en un valiente artículo publicado en El Universal esta semana (18/Ago/2021), narró con lujo de detalles, como es que MORENA, el partido del presidente, logró de manera totalmente delictiva y con la intervención directa y violenta de los grupos criminales obtener el triunfo en Sinaloa para gobernador.
Y como no sería así, si a los operadores políticos del PRI un día antes de las elecciones los secuestraron, amarraron, encintaron amenazaron, robaron, para soltarlos después en una carretera, sin sus pertenencias, amenazados por supuesto para que no hicieran ni dijeran nada… A tal grado de intimidación y poder llegan los narcos sinaloenses —en su apoyo para y con MORENA— que ningún abogado se atrevió a presentar una denuncia de hechos.
Semejante bomba política, propia para echar abajo la elección y meter bajo la lupa a todos los Estados en los que supuestamente triunfó MORENA, de pronto, y antes de que la explosión marcara de rojo el cielo político nacional, el rey de los distractores (AMLO), sacó de su gran chistera una inesperada entrevista televisiva al viejo capo sinaloense recluido en el Penal Federal de Guadalajara, Miguel Angel Félix Gallardo, cambiando las miradas de todos hacia otro lado. Lo peor del caso es que la mayoría de las televisoras le siguieron el juego. Y en televisión nada es improvisado. Todo es como con el “chapulín colorado” (fríamente calculado).
Quizá con un guion elaborado por el experto en telenovelas (favorito del presidente), se ve de pronto al viejo capo, de 75 años, enfermo, ciego de un ojo, negando toda relación con el mundo de las drogas y haciéndose pasar como un hombre de trabajo injustamente recluido en prisión, en la que ha pasado sus últimos 32 años de vida, si es que a eso se le puede llamar ‘vida’.
A pregunta expresa de la entrevistadora, el capo dice “que él no le pide nada al presidente, que el presidente es un hombre bueno y muy ocupado, que él no lo quiere distraer”. Magistral, se pudiera pensar a simple vista, pero… ¿no huele el diálogo a guion televisivo?
Ya encarrerado el hombre, ladino y manipulador, como los de su clase, hizo una apologética de López Obrador que ni Delgado, Ebrard y la Sheinbaum juntos la hubieran hecho: “…Sé que el presidente es un hombre de buena voluntad, que está combatiendo la desigualdad social. Está dando pensiones, está dando muchas cosas y yo no le quitaría su tiempo. Yo soy un cadáver el cual no espera más que ser enterrado en la raíz de un árbol. No le estoy pidiendo nada al señor. Al contrario, ojalá y le vaya bien”, para luego agregar “¡que Dios le bendiga!”. Mejor no se puede.
La cuestión de fondo, es que justo al día siguiente del artículo de Héctor de Mauleón, de esa bomba periodística que ya hubiera puesto sobre la picota la elección a gobernador de Sinaloa, aparece la referida entrevista con el narcotraficante, distrayendo la mirada de todos hacia el famoso recluso. ¡Claro, es el sello de la casa!
Se inundó Tabasco y el presidente no fue con sus paisanos, y cuando fue lo hizo desde un helicóptero. Destruyó el sistema de compra de medicinas dejando a niños y personas sin medicamentos (así como a pacientes de otros males crónicos). Dejó en manos de las bandas de criminales más de la tercera parte del territorio nacional y con ello una estela de sangre, 90,000 asesinatos en lo que va de su mal gobierno, como también una sociedad mexicana sumida en el terror, el desaliento y el desamparo legal absoluto.
Llegó la pandemia del coronavirus y minimizó los riesgos, nombrando a un merolico (con altos estudios epidemiológicos) para atender el gravísimo problema, cobrando ya cerca de medio millón de muertos ¿Qué hizo en éstas y otras crisis en las que ha metido al país López Obrador? ¡Desviar la atención de todos hacia otro lado para que no vean lo que sucede ni le reclamen!
Así que cuando no vende el avión presidencial, lo rifa (aunque no haga ninguna de las dos cosas), igual se pelea con nuestros hermanos españoles y les reclama la Conquista, o si no echa la culpa de todo a los anteriores, a los conservadores, neoliberales, fifís, corruptos, hipócritas y cuanto calificativo se le ocurra en el momento a este genio del escapismo político y la responsabilidad. Un escapista al que el mismo Houdini hubiese envidiado, de ahí el título del presente artículo ¡El rey de los distractores!
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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