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No ha habido ni habrá nadie como él, con su origen, vida, mensaje, obra, resurrección y reinado eterno. De hecho, la historia de la humanidad se divide justamente en antes y después de su nacimiento, el cual ocurrió en Belén de Judá como estaba escrito. Con él y en él se cumplieron todas las profecías mesiánicas respecto a su primera venida y con él y en él se cumplirán las restantes a su retorno glorioso. Así está escrito y así será.

     Por lo general en periodismo no se utilizan las posturas firmes como la afirmación anterior, sin embargo, tema y fecha lo permiten. Mientras que la vida de grandes hombres y malos hombres quedó anotada en los libros de historia, la vida de Yeshua Ben David, es decir, Jesús el hijo de David (Jesús es descendiente directo del rey David, lo que le concede el derecho al trono de Israel) quedó registrada de manera detallada en la Biblia. Libro que anunció anticipadamente su nacimiento y obra en decenas de citas y en diversas épocas, pero que también registra su retorno glorioso con lujo de detalle y cumplimientos proféticos, así como su reinado eterno y universal.

     La persona y mensaje de Jesús son únicos e irrepetibles, ha habido no pocos farsantes que han querido suplantarlo y engañar a muchos, pero no han podido, han sido exhibidos. La Escritura advertía desde siglos atrás que al llegar el Mesías, luego de nacer en Belén, en el seno de una virgen judía (por obra del E.S.), de tener que huir sus padres a Egipto (porque el malvado Herodes manda a matar a todos los niños de Belén), de radicar a su regreso en Galilea, pero sobre todo y una vez llegado el tiempo, anunciar a Israel su presencia y obra por realizar, tal y como estaba escrito y como sucedió.

     Cuando Juan el bautista, gran profeta, amado y respetado por todo el pueblo (como lo narra Flavio Josefo) vio venir hacia él a Jesús en el Jordán, declaró para los presentes y de manera universal: «¡He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo!»

      Es obvio que un trozo de pan sin levadura no quita el pecado, es tan solo un simbolismo, un recuerdo de la obra expiatoria de quién sí quitó el pecado, no del mundo, sino de la cuenta de cada persona que creyó y ha ido creyendo en él a través de los siglos, reconciliando al hombre caído con Dios el Padre, el creador de todo cuanto vemos y existe (si entre los lectores que favorecen esta columna alguno no es creyente, gracias por hacerlo, continúe leyendo, conocerá la esencia de la fe judeocristiana; no todo en la vida es política y problemas sociales).

     Yeshua-Jesús, recorrió durante poco más de tres años todo Israel, ciudades y pueblos escucharon su mensaje y fueron testigos de su poder, miraron o se vieron favorecidos por sus muchos milagros: ya que dio vista a los ciegos de los ojos y espirituales, sanó leprosos, paralíticos, hidrópicos y cuanta enfermedad llevaron ante él, a todos les sanó, como también liberó endemoniados, incluso, a los que a sabiendas que una vez sanados no responderían a Dios el Padre, ni a él, aun así les hizo el milagro, mostrando por un lado su amor y generosidad ante el dolor, y por otro, permitiendo que aflorara la ingratitud humana y su falta de fe. Y es que, los milagros no salvan, son tan solo muestra del amor y la misericordia divina.

      Las multitudes le decían rabino (maestro) y en toda la historia no ha existido un rabino tan santo, sabio, y perfecto como él, que aunque menospreciado por los líderes religiosos de su generación (a causa de su origen y condición social, por no provenir de alguna de las prestigiadas yeshivot de la época, pero sobre todo, por celos ministeriales), nadie en el pueblo judío ha enseñado y practicado la fe con tal pureza y exactitud como él lo hizo. En el mismísimo Templo de Yerushalayim (Jerusalén) fue capaz de echar fuera a los que vendían animales para los sacrificios y voltear las mesas de los cambistas (casas de cambio portátiles), reclamando la santidad y razón del lugar: “Escrito está, mi casa, casa de oración será llamada, más vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones”.

     Y así como el cristianismoque no es otra cosa que el judaísmo; aunque entendido y practicado desde diversas perspectivas y culturas gentiles tuvo que ser reformado a finales del siglo XVI por haberse desviado del camino establecido por Dios y su Espíritu (en la Biblia), Yeshua, si cabe la palabra, más que reformador, es el Pastor que trae de vuelta su gran rebaño extraviado del rumbo a causa de malos pastores, de negociantes de las cosas santas o incrédulos que habían desviado al pueblo de Israel, para retornarle al camino revelado por Dios a través de Patriarcas, Moisés y los Profetas, mostrándoles que en su persona y ante sus propios ojos, se estaban cumpliendo las milenarias profecías.

Con amor y paciencia explicó a todos lo que en realidad era la fe, con su propia vida les mostró la libertad gloriosa de los hijos de Dios, como también les mostró una y otra vez ser el Hijo de Dios. Ningún profeta hizo los milagros que él hizo, al contrario, hablaron anticipadamente de lo que haría e hizo Yeshua.

Habiendo destruido Adán la relación entre Dios y el hombre por causa de su pecado y desobediencia (él y su mujer quisieron ser ‘como Dios’), su rebelión trajo como consecuencia la muerte, permitiendo que el pecado entrara en la creación. Para bendición de la Humanidad, el Señor en su amor y misericordia no destruye a los primeros padres, al contrario, les cubre de su desnudez física y espiritual; prometiéndole a la mujer que de su simiente vendría el que un día pisaría la cabeza de la serpiente. Se refería al Mesías, es decir, a Yeshua, quien aplastó la cabeza del engañador y asesino de hombres, del enemigo de las almas.

     En su vida terrenal, Yeshua rechazó el reino y el poder que los hombres le querían conceder. Un reino y un poder que ejercerá a su retorno glorioso no por un tiempo, sino eternamente. Antes, sin embargo, y luego de predicar el mensaje del judaísmo tal y como Dios el Padre lo había revelado, de vivirlo con su ejemplo,les hace saber a sus apóstoles y discípulos que iba a ofrecerse como cordero pascual para reconciliar a los pecadores (que lo somos todos) con Su Padre, y con su sacrificio redentor perdonar todas nuestras iniquidades como estaba escrito.

     Su declaración además de asombrarles y desconcertarles, pues en el fondo querían el reino ya, les hace saber que iba a resucitar y que como Hijo de Dios tenía poder sobre la vida y la muerte, y que estaba poniendo voluntariamente su vida para salvarnos: —“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, si no que de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Juan 10:17-18).

    Semejante misterio no podían entenderlo en ese momento, lo entendieron a los pocos días. Misterio que millones a través de los siglos no han podido entender. Unos creen absurdamente en un Jesús que les han presentado de manera deformada, débil, causante de lástimas, incapaz de hacer nada, sin saber ni entender lo que hizo por todos. Otros le han pretendido usar (como el actual presidente) para justificar una ideología política, sacándole de contexto y presentándole de manera falsa. Unos más le han quitado la sustancia espiritual a su vida y mensaje queriéndole presentar como un hombre bueno y justo pero incapaz de lograr nada.

    Todos ellos se han equivocado, Yeshua (Jesús), es el Mesías de Israel, el Salvador de la humanidad. Sin su obra redentora ningún ser humano hubiese tenido acceso al reino de Dios ni se hubiera salvado. Todos los reyes, dictadores, presidentes y líderes de la humanidad han pasado a ser parte apenas de una pequeña parte de la historia y todos están muertos. Bien muertos. Sin embargo el Cristo (Ungido/Mesías) al resucitar y demostrar ser quien siempre ha sido, fue capaz de poner una raya en el tiempo eterno, en un antes y un después de Él. Aunque en un día cada vez más cercano volverá para reinar como Rey de reyes y Señor de señores.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Ha sido ya suficiente. No se necesita esperar más tiempo para saber con quién está comprometido y a quien defiende el presidente. Los que le conocemos de siempre nunca confiamos en él, y no es un asunto de izquierda o derecha, es su persona, su perfil, su conducta, sus acciones e inacciones. Por eso millones de mexicanos, sobre todo los enterados y los más preparados le negaron siempre el voto y simpatías.

No puede ser confiable quien nunca ha trabajado en nada, que no sabe cómo se gana el dinero, cómo se ejerce una profesión, se crea un pequeño o mediano negocio, que sabe lo difícil que resulta en ocasiones juntar el dinero para las rayas de los trabajadores, para pagar los impuestos, el Seguro Social, el Infonavit, los gastos fijos como luz, agua, renta, etcétera. No los entiende, carece absolutamente de empatía, pues siempre ha vivido de la nómina gubernamental y de los ‘apoyos’ de sus violentos amigos, así como de las participaciones a los partidos políticos.

Siempre se le vio en amistad y compromiso con los anarquistas, con los revoltosos, con los que no producen nada excepto problemas, con los eternos marchistas y manifestantes, con los que grafitean, pintarrajean y destruyen patrimonio de particulares y público, reclamando cosas y derechos sin jamás cumplir con sus deberes cívicos y sociales.

Nunca se le vio, en compañía de sus violentas amistades, construyendo una escuela, un puente, un hospital, consiguiendo medicinas para los enfermos o cosas semejantes. Al contrario, siempre destruyendo, siempre criticando, sembrando desunión y violencia. El desmadre es lo suyo.

Origen es destino, advierte el viejo refrán, y al declarar López Obrador que su héroe es Ricardo Flores Magón, se entiende que la trilogía maldita del citado anarquista lo es también para él: «capital, autoridad, y clero». Respecto de la autoridad advirtió desde hace muchos años: “¡Al diablo con las instituciones!”, respecto del clero, mejor dicho, de la fe judeocristiana, la verdad es que nunca ha sido creyente, usó y engaño a evangélicos y católicos ingenuos para ganar sus votos pero su vida y acciones le presentan como enemigo de Dios y de su Palabra revelada, y en cuanto al capital, de nadie es un secreto su odio a los riquillos, a los conservadores, a los capitalistas, a los que por medio de su trabajo y esfuerzo logran las cosas.

Su amistad es con los violentos, con los narcos; su familiaridad y trato amable con la mamá del “chapo” (archi criminal que merece todos los respetos al inquilino de Palacio Nacional), la liberación de su nieto Ovidio detenido en Culiacán por el Ejército, así como el cierre de Reclusorios Federales y la absoluta impunidad que les ha concedido durante su mal gobierno así lo demuestran. Como ya se ha dicho en esta columna, es a los únicos que les ha cumplido. Para ellos «abrazos, no balazos»; los balazos son para los ciudadanos pacíficos, para los extorsionados, los asaltados, los robados, los secuestrados; cien asesinados todos los días son prueba inobjetable, y que, aunque salen de las armas de los narcos y violentos, el gobierno de AMLO no hace nada para detener la masacre.

Este tipo de amistad no es algo nuevo entre políticos. Basta recordar que desde los años ’60 en el siglo pasado, las guerrillas en Colombia y Venezuela pactaron con los narcos para protegerse mutuamente del gobierno, hasta que en los años noventa los guerrilleros se convirtieron en narcotraficantes de tiempo completo. El caso de Venezuela con Chávez y ahora Maduro, permiten ver la metamorfosis de un país que de ser potencia petrolera, cayó en la pobreza a causa de las actividades de narcotráfico de sus gobernantes, delito que conlleva maldición de una y mil formas (aunque se aparente y diga lo contrario).

Amistad perversa que en México queda en evidencia desde el momento que López Obrador no ha tocado a las bandas de narcotraficantes, permanecen intactas y en crecimiento, bandas cuya maldad e ingresos ilícitos han crecido y multiplicado como los brazos de los personajes de la mitología griega, haciendo la vida de los ciudadanos pacíficos y trabajadores una verdadera pesadilla de horror (el verdadero pueblo bueno, el que sostiene de pie este país y da de comer a todos) sin que el gobierno de AMLO haga absolutamente nada para poner orden y hacer valer la ley. Nada, IMPUNIDAD ABSOLUTA.

La guardia Nacional es un caro adorno, un lastre económico multimillonario utilizado solo para proteger al gobierno, para lucir en las calles y hacer creer a los ingenuos que sirven para algo. No es así, es un país bañado en sangre con autoridades bien pagadas, pero bien acuarteladas, SIN INVESTIGAR A NADIE, SIN DETENER A NADIE, Y MENOS CONSIGNAR Y SENTENCIAR A NADIE. Tal parece que los jueces quedaron para las venganzas políticas y los escándalos para desprestigio de los contrarios. Nada más.

En días recientes el gobierno de Estados Unidos señaló que un tercio de nuestro país está en poder absoluto de los delincuentes, aseveración que negó el presidente, como niega todo, pues todo lo pretende resolver con saliva, con mentiras, con engaños para tontos y fanáticos, con cifras y datos que no existen, pero que son su rutina como sucede con los comediantes. El problema es que estos últimos se dedican al entretenimiento, mientras que al presidente lo eligieron para gobernar el país; responsabilidad que no ha querido asumir perdiendo el tiempo con minucias y fantasías utópicas propias de su visión reducida y ambición enfermiza de poder.

Con 80 mil asesinados en lo que va de su gobierno, con secuestros, extorsiones, cobro de piso, desaparecidos, panteones clandestinos por todo el país, asaltos, robos, promoción del consumo de drogas desde el propio estado (a través de la ‘legalización’), incluso afuera del mismo Senado y demás, López Obrador ha mostrado con sus palabras, hechos e inacciones, que solo es presidente para grupos de anarquistas y bandas de delincuentes. Tal parece que a los demás mexicanos nos odia, quedándole la investidura demasiado grande pues un presidente debe gobernar PARA TODOS y siempre con el amparo y guía de la Ley.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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No podía ser de otra manera, su manera de hablar y de ser lo advirtieron siempre. Pensar que porque sus allegados aseguraban que ya había cambiado y él procuraba hablar con más mesura y creerlo, en realidad era un acto de ingenuidad, un auto engaño. El lobo se puso las ropas de la abuelita de Caperucita Roja pero continuó siendo el lobo.

 

El 27 de octubre del año 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador todavía no asumía el poder, se advirtió en esta columna periodística: “…Si López Obrador no entiende que la opción viable para el nuevo aeropuerto de Texcoco, la que recomiendan los que en verdad saben y pueden opinar, malo. Pero si esto no le importa y lo único que quiere es darse gusto a sí mismo y a la mafia de anarquistas que le sigue, peor. Estaríamos ante el parto de un futuro dictador”.

 

Lamentablemente para los mexicanos y el destino del país el parto ya se dio, el dictador ya se quitó la máscara. Para los ciudadanos interesados y enterados de la situación el destape del dictador era esperado, cuestión de tiempo, ya ocurrió. Las señales fueron múltiples, de hecho cotidianas a través de sus aburridas y tormentosas sesiones de adoctrinamiento en las que el tabasqueño, dominado de manera absoluta por su eterna ambición de poder le perdió para siempre, corroborándolo con sus decisiones. Difícilmente habrá retorno. Mussolini, Santa Anna y muchos otros de su clase lo afirman.

 

Y es que como decía Don Alfonso Reyes, a propósito del dictador Porfirio Díaz: “…No se es dictador en vano. La dictadura como el tósigo, es recurso desesperado que, de perpetuarse, lo mismo envenena al que la ejerce que a los que la padecen”. Cierto, el veneno inyectado por las palabras y hechos de este dictador costeño, ya corre a lo largo y ancho de este país, enemistando a unos contra otros, provocando enconos amenazantes y una pobreza no vista desde la época de la Revolución de 1910.

 

Con una consulta patito realizada en Chiapas (entre personas que no saben dónde está Texcoco y jamás se han subido a un avión) canceló el NAIM; de igual forma canceló una Cervecera en Mexicali que ya había invertido 1,500 millones de dólares; destruyó las redes de adquisición y distribución de medicinas; como también instituciones públicas y fideicomisos, aglutinando cuanto dinero había para comprar la voluntad de jóvenes y viejos (para perpetuarse en el poder).

 

Por otra parte, y sin olvidar que para ganar las elecciones pactó con cuanto grupo violento y anarquista se le sumara, lo cierto es que también de manera no muy velada se acercó a las bandas delincuenciales a las que prometió públicamente “abrazos no balazos”, y dicho sea de paso, quizá es a los únicos que les ha cumplido.

 

Criticando ferozmente la violencia padecida por los mexicanos durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, prometió acabar de inmediato con la inseguridad. Nada más falso. De hecho, cuando el Ejército detuvo al hijo del archi criminal Joaquín Guzmán Loera (a) ‘el chapo’, el presidente ordenó su inmediata libertad. Así lo confesó públicamente a los pocos días.

 

Al poco tiempo le vimos charlando en una gira por Sinaloa con la mamá de este mismo criminal con una camaradería inusual, prometiéndole atender su asunto. Incluso ha abierto las puertas de Palacio Nacional una y otra vez a los padres de los pseudo estudiantes vándalos y delincuentes de Ayotzinapa (asesinados precisamente por andar delinquiendo). En cambio para los empresarios y patrones que producen empleos, para los padres de los niños con cáncer, para los gobernadores de los Estados que no son de su dizque ‘partido’ (que en realidad es un grupo de choque político) y cuanto ciudadano de bien que tenga una petición justa, no tiene tiempo. Jamás los recibe. Así son los dictadores.

 

Sus mentes están enfermas a causa del poder. Carecen de la visión de estado y la del estadista les resulta del todo ajena. Orden y estado de derecho les resultan molestos y odiosos pues reprueban de antemano sus decisiones caprichosas y anárquicas. Ciencia, educación, académicos y prensa crítica les estorban también, por eso les molestan escritores, intelectuales, periodistas y todo pensador de la disciplina que sea. Les irritan e incomodan en demasía sus opiniones pues les exhiben ante el verdadero pueblo. Desnudan su impudicia e ignorancia, su falsa ‘honestidad’ que a diario pregonan.

 

El terrible manejo de la pandemia les ha exhibido de cuerpo entero. Mas de 300 mil muertos, aunque solo han reconocido poco más de 233 mil, son producto de sus decisiones equivocadas, de su actitud indolente y absurda tomada al principio. En un país donde se respete la ley, tanto el presidente, como el secretario y el subsecretario de salud, ya estuvieran sometidos a juicio. No solamente por las muertes. Los enfermos y los daños a las economías familiares como a la economía nacional han sido terribles y de muy difícil recuperación (aunque los medios cooptados o temerosos del dictador digan lo contrario).

 

Perder más de $300 mil millones de pesos por cancelar un aeropuerto de primer mundo (en el sitio adecuado y necesario), para construir otro a un enorme costo y en un sitio que no reúne las características para ser el principal del país, es apenas una de tantas acciones absurdas decididas desde el absolutismo y la ignorancia. Lista a la que se suma ese barril sin fondo llamado Pemex, en el que López Obrador puso al frente a un agrónomo que no tiene la menor idea de lo que esta paraestatal hace y requiere, lo que es peor, en un tiempo en el que la visión mundial energética está cambiando y con una enorme, costosísima y mafiosa planta laboral que entre sindicalizados y de confianza, seca cuanto dinero le entra y como matriz estéril pide más y más.

 

En la misma situación se encuentra la CFE, que aunque tiene como director a un hombre inteligente y con preparación de excelencia, lamentablemente Manuel Bartlett en el ocaso de su vida prefirió pasar al basurero de la historia que culminar con sapiencia y a favor de su país. Le ganó la ambición y el protagonismo. Qué pena, pero sobre todo para México, el país no merece tanto daño de tanta gente unida para destruirlo (aunque aseguren otra cosa, lo están destruyendo a puñetazos día con día).

 

Como es del dominio público, esta semana el presidente López Obrador se quitó la máscara de demócrata con la que obtuvo el poder en las urnas, para dejar salir al dictador que siempre ha traído dentro. De entrada, su protesta de cumplir y hacer cumplir la Constitución realizada el 1º de diciembre de 2018 la hizo añicos, la pisoteó. En un arranque de ira, de los muchos que tiene casi a diario, y a causa de que un juez federal concediera una suspensión provisional contra su ilegítima e inconstitucional contra-reforma energética; a la manera de cualquier dictador declaró, ya perdido todo control, que iba entonces a reformar la Constitución, la que había prometido cumplir y hacer cumplir. Es demasiado, no podemos (ni debemos) continuar así. Si el Congreso y el Senado no pueden ponerle un alto a tanta locura e ilegalidad, es tiempo que los gobernadores, los sectores cupulares, la clase académica, los intelectuales, líderes religiosos, sociales y demás representantes, hagan frente común y exijan el retorno al orden y el estado de derecho, y de no querer hacerlo, se le den las gracias al presidente y se busque otro, pues nomas ganó las elecciones, no compró un país. A los dictadores, no los queremos ni en los libros de historia.

 

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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El gobierno de López Obrador ha resultado un fracaso total, un atraso en diversas áreas que será muy difícil recuperar, lo peor de todo es su deseo enfermizo de retener el poder. La malsana obsesión y deformada visión del tabasqueño se reduce a elecciones y votos. Aun la terrible epidemia del coronavirus la ha manejado bajo esta óptica. Su desafortunada declaración de que la pandemia le “había caído como anillo al dedo” ha sido tan cierta como su deleznable actitud. Deleznable por cuanto el valor de la vida para AMLO es nada: la epidemia y la impunidad total que gozan las bandas delincuenciales (y la fauna criminal en general) son muestra de su indiferencia. El vive para las elecciones y su fantasía dominante es gozar el poder, el poder absoluto.

Con esa desviada cosmovisión, ajena al humanismo (no se diga al cristianismo que dice profesar), el presidente ha utilizado la aplicación de vacunas contra el coronavirus (covid 19) de una manera política que además de absurda, desnuda un vulgar y condenable control electoral en un momento en el que se requiere la intervención de la ciencia y sus mejores hombres (y mujeres) para implementar un programa rápido y eficaz que detenga el avance de esta plaga mortal, como lo han hecho otros países cuyos líderes dejaron de lado sus pretensiones personales para abocarse en el cuidado y salud de sus gobernados.

En México las cosas no han sido así, todo se ha querido resolver con palabras desde las aburridas mañaneras, cuyo contenido ideológico es tan profundo como un dedal de costurera. Ni qué decir de la planeación y ataque contra el covid 19, pues todo se ha querido resolver al ‘ay se va’, con declaraciones, con medidas pésimas o contrarias a lo requerido, sumiendo al país en un enorme pantano de muertes, secuelas, desempleo, aniquilación de cientos de miles de fuentes de trabajo (micro, pequeños y medianos negocios de todo tipo), en una crisis de pobreza que ha ido en aumento y cuyo final no se alcanza a ver.

Siendo el cubrebocas, la sana distancia, y el lavado de manos, las medidas más necesarias para evitar los contagios, el presidente en su irresponsabilidad e insensibilidad no solo se ha negado a usarlo, arrastrando con su postura a su gabinete —y poniendo un pésimo ejemplo social, propiciando miles de contagios— sino que en todo momento ha expresado su postura contraria. Ni qué decir de su escudero López Gatell, hundiendo entre ambos el destino y la salud de México.

Mientras que los presidentes de los países sensatos contrataron y pagaron por anticipado millones de vacunas (covid 19) para sus ciudadanos, aun cuando éstas se encontraban en etapas de estudio e investigación, López Obrador no compró nada y se dedicó a lo que le sale mejor: ¡hablar, hablar, y hablar!

     Cuando las vacunas estuvieron listas y AMLO despertó de su vida fantasiosa, quiso comprarlas, pero ya no había disponibles en el mercado. Su entonces amigo Donald Trump con el poder que tenía le obsequió algunas para salir al paso ante el pueblo, sin embargo el daño a causa de su imprevisión ya estaba hecho, situación que le obligó a andar mendigando por el mundo las vacunas. Bastará decir que estamos a mediados de marzo de 2021 y apenas un poco más del 2 por ciento de los mexicanos está vacunado, mientras que en Israel el 55 lo está y el 44 ya recibió la segunda dosis. No basta parecer presidente: ¡hay que serlo!

Ha sido tal su desbarajuste que a última hora se soltó comprando vacunas de chile, mole y picadillo. Mientras que en los países serios y visionarios se centraron en la aplicación de una sola vacuna (la que ellos consideraron la mejor), López Obrador se dedicó a comprar lotes de todo tipo de vacunas (hasta chinas y rusas) lo que no permitirá a final de cuentas tener un diagnóstico preciso de cuán eficaz fue la utilizada.

Su mente dominada por el deseo de poder, las elecciones y los votos, le llevó a realizar una alianza con Argentina para elaborar y envasar vacunas, asunto a todas luces carente de sentido y pragmatismo científico, ya que distancia, tiempo y urgencia reclamaban un solo sitio y una estrategia sin triangulaciones ¿o las alianzas políticas son superiores a la salud del pueblo?

La televisión ha mostrado a todos los mexicanos la ineptitud, negligencia y mentiras del actual gobierno. En los alrededores de la ciudad de México se observó la improvisación y desorden provocado por estos aprendices, que confunden grilla y manifestaciones con el difícil y complicado oficio de conducir un país. Viejos y ancianos durmiendo desde un día antes de la vacunación en la banqueta y sin protección de ninguna índole, exhibió tanto su incapacidad e improvisación organizativa, como su indolencia.

Pasaron los días y semanas y las cosas no mejoraban, al contrario. La estrategia implementada en Guadalajara (8-11 marzo) exhibió a la llamada 4-T como una brigada sectaria de improvisados, de chamacos engreídos cuya altanería e insolencia les mostró ante los tapatíos como una especie de ayotzinapos con chaleco oficial. Los gritos y trato despótico para los viejos y ancianos que acudieron en el municipio de San Pedro a vacunarse (en el Iteso) es condenable desde todos los aspectos.

Miles de viejos, muchos de ellos solos, que apenas podían caminar o lo hacían con ayuda de un bastón o aparato, y luego de un año encerrados en sus casas, que en las últimas semanas ni siquiera les dejaban entrar al supermercado (con el argumento dizque de ‘cuidarlos’); resultó en el día que este remedo de gobierno les dijo que estaba resuelto el peligro y que ya se les iba a vacunar: la amarga realidad es que se toparon con un horrendo caos. Con filas serpenteantes integradas por otros viejos y ancianos bajo los rayos del sol, sin comer, sin beber, sin poder ir al baño para no perder el lugar, con gritos y malos tratos de los irrespetuosos chamacos —absurdamente llamados ‘servidores de la nación’—, sin que nadie les atendiera ni entendiera. Cuatro días de filas interminables, en las que NUNCA HUBO SANA DISTANCIA, en las que el año de encierro para no exponerse al contagio dejó de valer, pues el gobierno de AMLO no supo cómo protegerlos o no quiso pedir la ayuda a los que saben organizar estas cosas tan delicadas. De hecho, gran parte de los que fueron buscando ser vacunados solo perdieron muchas horas y se expusieron a contagios sin ser vacunados.

Mientras que Estados Unidos se vacuna diariamente a 1 millón 800 mil personas, en México, para vacunar unos cuantos miles de ciudadanos (con la logística y trato adecuado para los viejos) es un problema que no saben cómo resolver. Los rancheros de nuestro Estado decían de personas así: “¡éste no saca un perro de una milpa!” Igual el actual gobierno.

Desorganización, caos, filas de cientos de metros, que después de serpentear la zona de ingreso al Iteso, doblaba por el Periférico hasta perderse ¿Exponer a los viejos y ancianos al contagio es digno y muestra respeto? Queda claro que el dinero que se les da es para comprar sus conciencias, su futuro voto, pues en estos días de vacunación (en la que solo unos cuantos alcanzaron); el trato grosero, despótico e indolente concedido por los chamacos de la 4-T a los viejos, mostró la realidad. Un trato tan indigno que estando los que pudieron ser vacunados ya listos para la aplicación, aparecieron de la nada unos mamarrachos dando órdenes y poniendo a los viejos a hacer ridículos ejercicios (claro, a los que cayeron en el engaño y la falta de respeto) cuando lo único que querían era que los vacunaran. Y ese es el punto. AMLO y sus brigadas castristas-chavistas pretenden hacer creer a los viejos (y a los ingenuos) que les están regalando las vacunascuando lo cierto es que además de no regalarles nada, que son pagadas con los dineros de los impuestos, lo realmente cierto es que ha hecho pésimo su trabajo presidencial ante la pandemia. La muerte de más de 300 mil mexicanos lo comprueba y 2 millones que han sido infectados también. Todo se reduce pues a INEPTITUD Y CONTROL ELECTORAL.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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