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Bueno, golpista y soberbio siempre van de la mano, aunque nunca está por demás repetirlo, no se diga en un momento político tan delicado como el que se vivió el pasado miércoles en el Capitolio de Washington, en el que la estabilidad del país más poderoso de la Tierra estuvo en peligro, por tanto, de gran parte de los países.

Día negativamente histórico, en el que un verdadero patán llamado Donald Trump, un sujeto inculto, soberbio y enemigo de la democracia (más que de sus rivales políticos los demócratas); azuzó a sus fanáticos seguidores a desconocer las elecciones en las que resultó perdedor y asaltar literalmente el Congreso de su país para impedir el nombramiento oficial del nuevo presidente, el demócrata Joe Biden.

Las escenas vistas a nivel mundial son únicas, prueba irrefutable de un hombre que nunca debió haber llegado a la presidencia de Estados Unidos. En esta columna se advirtió desde hace cuatro años, justo cuando tomó las riendas de la presidencia de su país que habían cometido un grave error. Se transcriben algunos fragmentos de ese artículo:

 

“La historia universal nos puede conceder todos los ejemplos que sean necesarios. Nerón, Calígula, Napoleón (que de ninguna manera es héroe o cosa parecida, fue el Führer del siglo XIX), Hitler, Stalin y tantos otros con menor poder, pero de idéntico perfil, casi todos unidos por la soberbia, por un narcisismo desbordado y un hambre de poder sin medida…  Como de todos es sabido, nuestros vecinos del norte le apostaron a un paladín como el que describe el profeta Daniel, con cabeza de oro fino y pies de barro cocido.

    Y no se llama Nabucodonosor, como el de aquella época, quien se llenó de soberbia y Dios le bajó los humos echándole entre las bestias del campo (Dan 4:33). Se llama Donald J. Trump, que a semejanza del rey babilonio está engreído hasta el cielo… El mundo entero se encuentra en peligro bajo este individuo racista, ególatra y demente. El Congreso y los hombres de poder en Estados Unidos deben intervenir cuanto antes para que este chiflado no meta a la humanidad en graves problemas…”  (Análisis y Propuesta, 28/Enero/2017).

 

Dos semanas después se dio cuenta también desde este espacio de que el tal Donald Trump estaba chiflado y metiendo a su país (y a otros, en particular a México) en graves problemas:

 

“La ignorancia extrema de Trump… además de poner en alerta extrema a los líderes políticos y sociedad pensante de esa nación; ha despertado del soponcio y la indiferencia a muchos que no consideraron jamás el peligro que representaba este hombre de llegar al poder…  un individuo trastornado, enfermo de la mente y del corazón. Lamentablemente, así como muchos mexicanos votaron por el chiflado de Fox, también muchos estadounidenses votaron por el chiflado pintado de pelo naranja.

     El Congreso de Estados Unidos tiene que hacer algo y pronto para detener las locuras de este hombre, pues su país y el mundo entero corren peligro. No se necesita de ser psiquiatra para detectar la insania mental de Donald Trump…”   (Análisis y Propuesta, 11/Feb/2017).

 

Lamentablemente sus muchas locuras eran de esperarse. No estaba capacitado ni moral, ni intelectual, ni emocional, ni políticamente para tan alta responsabilidad. Lo único que tenía ese hombre perverso y frívolo (dedicado a los juegos de azar y al concurso de ‘Miss Universo’) era dinero. Nada más. En cuanto a los requerimientos para el cargo era un indigente, peor todavía ¡un indigente chiflado y soberbio!

Su personalidad ególatra me recuerda a John Wilkes Booth, el asesino del Presidente Abraham Lincoln, un gran hombre que estorbaba tanto a su propio partido (Republicano) como al contrario (Demócrata), a quien no le importaba el dinero ni el poder, sino el bienestar de su pueblo. Un pueblo contaminado de origen por el racismo, de ahí que su deseo de liberar a los esclavos, liberación que le hizo impopular y que provocara su muerte a manos del ególatra Booth, un actorzuelo chiflado y con aires de grandeza, quien creyó que asesinando al presidente hacía un favor a su país (así como Trump y los asesinos de la democracia que asaltaron el Capitolio). Veamos lo que nos narra la historia:

 

“Pero cuando los periódicos de Virginia le mostraron que el Sur -su Sur- se había vuelto contra él, condenándolo y repudiándolo, lo consumió un frenesí de desilusión y desesperación. El, que había soñado con verse honrado como un segundo Bruto y glorificado como Guillermo Tell, se veía acusado ahora de cobarde, de estúpido, de mercenario, de asesino…  Pero ¿se culpó a sí mismo? No. Lejos de ello, culpó a todos los demás… a todos, salvo a sí mismo y a Dios. El había sido simplemente un instrumento en las manos del Todopoderoso” (Lincoln, el desconocido. D. Carnegie, págs. 306-307).

 

Poco más de un siglo después, otro presidente republicano de nombre Richard Nixon, hábil político, pero demasiado tramposo (“Tricky Dicky” le apodaron en los medios), se vio envuelto en un escándalo de espionaje contra sus enemigos al que nombraron «watergate». Ante la falta de espacio nos limitamos a señalar las reflexiones de su asesor e incondicional Charles Colson. Un abogado que al haber participado en esos ilícitos y quebrantar sus propias convicciones, declara tiempo después en impactante auto biografía sus yerros (luego de rendir su vida a Jesucristo):

 

“¿Cuáles eran los crímenes en mi corazón? En un estado de agonía exploré cada una de las acciones que había tomado en la Casa Blanca. Algunos de los actos políticos habían sido duros y despiadados, sin duda ‘trucos sucios’, porque hicieron daño a la gente e incluso peor a los ojos de Dios, porque había habido arrogancia, orgullo y el yo. Mi absoluta lealtad al jefe supremo había falseado y entorpecido mi sentido del bien y del mal…” (Nací de Nuevo, Ed. Caribe, pág. 241).

 

Finalmente, y tratando de concluir, permitamos que sea un profeta norteamericano, apóstol de la raza negra (y mártir), quien hable a su gente y a sus conciudadanos a través de un vigoroso mensaje predicado en su iglesia de Montgomery, Alabama:

 

“Permitidme que dirija unas palabras a aquellos de entre vosotros que son víctimas del odioso sistema segregacional. Tenéis que continuar trabajando apasionada y vigorosamente por vuestros derechos divinos y constitucionales. Sería cobarde e inmoral que aceptaseis pacientemente la injusticia… No dejéis nunca que nadie os empuje hasta llegar a obligaros a odiar. Evitad siempre la violencia. Si en vuestra lucha sembráis la semilla de la violencia, las generaciones venideras cosecharán el caos de la desintegración social…” (M. Luther King, La Fuerza de Amar, E. Aymá, pág. 148).

 

Trump, el soberbio, el mentiroso e ignorante y ahora golpista, sembró la semilla de la división y la violencia, su cosecha de caos y desintegración social están a la vista de todos.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

Email: mahergo1950@gmail.com

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La metamorfosis de Andrés Manuel López Obrador era de esperarse. Su personalidad es previsible. En tres décadas de vida pública no ha cambiado, al menos no para bien, su radicalismo solo se ha agravado, tanto por su enfermiza egolatría como por su terrible hambre de poder. Apetito propio de tiranos y dictadores. Hagamos memoria: el entonces bisoño presidente municipal de la capital del país, cargo que por ley estaba impedido a contender, mucho menos a ocupar, ya que además de radicar en Tabasco, acababa de contender por la gubernatura de ese Estado; son hechos que corroboran su conducta ilegal y tramposa; un hombre obsesionado por el poder (al precio que sea).

Su incapacidad para gobernar la ciudad de México la quiso cubrir construyendo algunas obras de relumbrón, como los segundos pisos en algunas vialidades y remozando Paseo de la Reforma, olvidándose prácticamente del resto de los muchos problemas que aquejaban a los defeños (los periódicos de la época dan cuenta de esto). El mal árbol no puede dar buenos frutos, advierte la sentencia Divina.

Se dedicó a atender dos frentes: pelear con sus contrarios políticos (haciéndose a la ‘víctima’) y preparar su candidatura a la presidencia de la República. Con este fin se alió con legiones de anarquistas, con grupos y sindicatos belicosos, y una cauda de políticos de medio pelo (casi todos venidos del PRI, como él mismo) a los que el sistema no permitía subir en la pirámide de poder a causa de su personalidad inmadura y problemática.

Entre estos, y para no mencionar a sus cercanos e incondicionales Gustavo Ponce, René Bejarano, Dolores Padierna, Carlos Imaz, se encontraba su “carnal” Marcelo (una especie de ‘mil usos’ al servicio de AMLO; uno de sus muchos cortesanos que aunque era prófugo de la justicia en el sexenio pasado, el agua bendita del mesías tropical le purificó. Así son los dictadores, dementes por encima de los demás, iluminados cuya soberbia les hace creer que todo lo que dicen y hacen, aunque hacen demasiado poco, es lo correcto y camino a seguir.

Pero, qué importa, él se trajo a su carnal Marcelo”, que, dicho sea de paso y como buen ‘izquierdista’ de la 4-T vivía en duro exilio en Miami, lo necesitaba, había que reposar de tanto trabajo a favor de los defeños. Lo que sí es que AMLO nunca se imaginó la pandemia que azotaría el mundo entero, de haber sabido, quizá hubiera esperado su candidatura hasta el 2024.

Para desgracia de los mexicanos la figura del “carnal Marcelo” ya no refleja la inocencia ni evoca al patiño y amigo de Tin Tán. De ninguna manera. Hoy la 4-T muestra la metamorfosis de un dictador en ciernes que a la manera del «Big Brother» de George Orwell comienza a tomar todos los hilos del poder, haciendo de la maldad y la mentira sus herramientas más comunes.

En su famosa anti utopía Orwell plantea una feroz dictadura en la que cualquier pensamiento o posición contraria al líder era combatida precisamente por la «Policía del Pensamiento», y todo, absolutamente todo, era controlado por el partido del Gran Hermano o Big Brother cuyo lema político reflejaba su perversión y férreo control de las masas: “LA GUERRA ES LA PAZ, LA LIBERTAD ES ESCLAVITUD y LA IGNORANCIA ES PODER” ¡Tal parece que AMLO y su 4-T se inspiraron en este modelo dictatorial.

En ese gobierno ultra opresor la historia era continuamente revisada y modificada, eliminando de los libros y memoria social todo hecho que cuestionara el modelo actual o pudiera exaltar otros mejores, reescribiendo los textos y modificando a su gusto y conveniencia los sucesos del ayer. Algo así como lo sucedido con el 2 de octubre de 1968 en México, en que, si bien se lamenta la muerte de aquellos jóvenes en Tlatelolco, no se puede olvidar que el gobierno de entonces representaba lo más preparado de la Revolución Mexicana, y en las manifestaciones de los estudiantes (intoxicados de ideología marxista y el régimen cubano) le gritaban al presidente debajo de su balcón en Palacio Nacional “¡No queremos Olimpiada, queremos revolución!”.

Diez días después de los sucesos de Tlatelolco, México sería sede de los Primeros Juegos Olímpicos de la era moderna en el continente americano. Se habían invertido miles de millones en instalaciones, preparación de atletas, logística, publicidad a nivel mundial (por primera vez nuestro país participaba a nivel estelar en el concierto de las naciones de manera ordenada y pacífica, propia de los pueblos civilizados), etcétera. ¿Renunciaría el gobierno a todo esto sólo para dar gusto a los estudiantes que le retaban y cancelar las Olimpiadas? ¿Tiraría el gobierno de Díaz Ordaz todo este esfuerzo y recursos a favor de México, para pasar al basurero de la historia?

Una historia que los de la 4-T se la han vendido torcida y cambiada a las nuevas generaciones. ¡Como el Big Brother! Las semejanzas son demasiadas, terribles se dirá a causa de la similitud. Pero será mejor transcribir algunos textos que lo digan por sí mismos:

 

—“Cuando mucho dentro de veinte años, pensó, quedaría sin respuesta la inmensa y sencilla pregunta: ¿la vida antes de la Revolución era mejor que ahora? De hecho, ni siquiera ahora era posible contestar porque los escasos sobrevivientes de aquel viejo mundo no eran capaces de comparar una época con la otra… los sucesos relevantes quedaban fuera del alcance de su visión… Y cuando la memoria fracasaba y los registros escritos eran falsificados, cuando eso ocurría, tenía que aceptarse la afirmación del Partido de que había mejorado las condiciones de vida, pues ya no existía ni volvería a existir un criterio contra el cual compararla…”. ¡Ya no es como antes!, dice el líder de la 4-T, ¡ahora ya no hay corrupción!, afirma con cinismo, aunque el olor nauseabundo de sus actos les delaten frente a todos.

 

—“Hoy mismo nada sabemos de la Revolución ni de los años anteriores a ella. Todos los registros han sido destruidos o falsificados, han vuelto a escribir los libros… las calles y las estaciones tienen nombres nuevos, han alterado las fechas. Y ese proceso continúa día a día…  La historia se ha detenido. Solo existe un presente sin fin, donde el Partido siempre tiene la razón…” Tal y como han empezado a hacer en la ciudad de México, han quitado todas las placas del Metro con el nombre del Presidente Gustavo Díaz Ordaz (quien construyó las primeras líneas) así como las estatuas. Es decir, ya iniciaron la reinscripción de la historia.

El poder consiste en causar dolor y humillación. El poder consiste en hacer pedazos las mentes humanas para volver a darles formas nuevas conforme a nuestros propósitos…  Las civilizaciones antiguas afirmaban que se basaban en el amor o en la justicia. La nuestra se basa en el odio… Ya estamos acabando con los modos de pensar anteriores… Hemos roto los vínculos entre padres e hijos, entre uno y otro hombre y entre un hombre y una mujer. Ya nadie confía en su esposa, en su hijo o en un amigo…”. Nos han dividido a los mexicanos, incluso entre las familias, han hecho del odio y el encono su oferta política por excelencia (G. Orwell: 1984, E. Lectorum, págs. 98,154, 259).

 

En el gobierno del Big Brother cuatro ministerios se encargaban de tener al pueblo bajo control: El Ministerio del amor (abrazos no balazos), El Ministerio de la Verdad (yo nunca digo mentiras, asegura el líder de la 4-T), El Ministerio de la Paz (con los narcos), y El Ministerio de la Abundancia (promesa que lleva dos años, y que lejos de ser una realidad se reduce a mentiras repetidas al estilo Goebbels). Estamos entrando en un nuevo año (2021) y se desea que sea mejor ¿cree usted que con el Big Brother del carnal de Marcelo nos puede ir mejor, o tomamos lo escrito por Orwell como una sana advertencia?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

Email: mahergo1950@gmail.com

 

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Dejemos por esta semana a los políticos, no tienen compostura, al menos los actuales (Andrés Manuel I y su corte). Hoy más que nunca, sobre todo esta semana, es obligado levantar la mirada hacia lo trascendente y eterno. El pueblo que desconoce su propia fe celebra “la llegada del Niño Dios”, festejo que para unos se reduce a nostálgicas posadas y una cena especial el 24, mientras que para los niños —sobre todo para los que los gobiernos no han enviado a la pobreza— es tiempo de poner el zapato en espera de juguetes y regalos. Aunque para muchos de esos niños al abandonar sus padres la fe de los abuelos, el Niño Dios ha sido suplantado por Santa Clos.

En pueblos y regiones que conservan centenarias tradiciones es tiempo de posadas, de pastorelas sincréticas, de ponche de frutas, luces y faroles, de regocijo y espera de mejores tiempos, que sí vienen, pero no como los espera la inmensa mayoría.

Dolorosamente se ha de decir que la mayoría de los cristianos en México (de casi todas las corrientes y expresiones) no conocen el significado de la fiesta ni el trascendente y revelador mensaje que nos ofrece a todos los seres humanos. De hecho, Yeshua (Jesús), no nació el 25 de diciembre, ese día diversos pueblos de la antigüedad festejaban a sus deidades paganas y el clero cristiano varios siglos después lo fijó como tal con la intención de opacar a los falsos dioses (lo cierto es que se desconoce la fecha exacta del nacimiento, aunque por los detalles de los Evangelios lo más probable es que sucedió entre septiembre y octubre).

Lo más importante y trascendente, sin embargo, no es la fecha, sino quién nació. Ciertamente nació un niño muy especial, el más especial de todos cuánto han nacido, de manera que el anuncio del ángel a los atemorizados pastores de Belén (al tener semejante encuentro) nos permite enterarnos de quién es realmente este niño:

 

“No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías (Ungido/Cristo) el Señor. Esto os será por señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Luc 2:10-12).

 

Antes de continuar tenemos que considerar que, al nacer Yeshua en Belén, se estaba cumpliendo parte de la profecía (acerca del Mesías), pues este villorrio era la ciudad del rey David, de cuyo linaje y tribu era el niño como lo narran tanto Mateo como Lucas; que los pastores —oficio original del rey David— son llamados a ser testigos del mayor acontecimiento de todos los tiempos: ¡EL NACIMIENTO DEL MESÍAS”

Personaje y centro del mensaje bíblico, tanto para judíos como para cristianos, para la humanidad toda. Sin el Mesías, ni judaísmo ni cristianismo tienen relevancia alguna. Para bendición de todos las Escrituras nos revelan con lujo de detalle cómo habría de venir ese Mesías, para qué, los oficios que ejercería («profeta, sacerdote y rey») y cómo se desarrollarían(án) en el tiempo establecido por Dios. No antes, no después.

En su carácter de Mesías Yeshua cumplió cabalmente con el «oficio de profeta», pues todo lo que dijo e hizo —que estaba anunciado de él por Moisés, los Salmos y los profetas del Tanaj (A.T.)— se cumplió cabal y puntualmente. Ante la falta de espacio para tan grande tema, basta decir que su vaticinio de la destrucción del Templo de Jerusalén, de que no quedaría piedra sobre piedra (Mat 24:1-2) se cumplió exactamente 37 años después.

Así que nos centramos en el «oficio de sacerdote», oficio en el judaísmo, que es la religión de Yeshua (el cristianismo no es otra cosa que el judaísmo entendido y vivido desde diversas culturas gentiles) era exclusivo de los cohaniím de la Tribu de Leví; hombres escogidos por Dios para ser intercesores entre Él y el pueblo, quienes se acercaban mediante sacrificios de animales para ofrecerlos como víctimas sustitutorias (en lugar del pecador) ante un Dios que es santo y justo y que como Él mismo señala: “que de ningún modo tendrá por inocente al malvado” (Exodo 34:6).

Siendo pues TODOS LOS HOMBRES pecadores caídos como consecuencia del pecado de los primeros padres, quienes rompieron de manera brutal con los planes y el pacto Divino para con ellos, aun así y no obstante su terrible desobediencia, el Señor les anuncia un futuro Plan de rescate (salvación) para todos los seres humanos. No que todos se vayan a salvar, sino que el amor de Dios ha sido ofrecido a todos (el amor a Dios y la fe no se pueden forzar, son actos de la voluntad propia).

Considerando todas estas cosas, cuando Juan el Bautista (primo de Yeshua) le ve venir en la ribera del río Jordán donde él anunciaba las Buenas Nuevas al pueblo de Israel, advierte a la multitud presente: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

Obviamente que Juan no se estaba refiriendo a un trozo de matzá (pan sin levadura), él anunciaba al Mesías Sacerdote, quien se ofrecería a sí mismo en el Monte Calvario como cordero durante aquella Fiesta de Pesaj (Pascua) para perdón de los pecados de toda la humanidad de todos los tiempos. El justo por los injustos, el Santo por los pecadores, el reconciliador con Dios de la Humanidad caída, o como escribe el rabino Shaul (San Pablo) “el segundo Adán”, y es que, el primer Adán fracasó; el segundo no, obedeció a Dios en todo hasta la muerte.

Verdades eternas y profundas que solo el creyente judío o cristiano que conoce a Dios y su Palabra puede entender y aceptar. La Biblia nos enseña de manera clara que Yeshua cumplió como Mesías Sacerdote en un solo acto y para siempre:

 

“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo” (Heb 7:26-27).

 

Resta pues el «oficio de Mesías Rey» como Israel lo espera desde hace cuatro mil años. Desde hace dos milenios ha reinado ya en los corazones de judíos y cristianos que han creído en Él y le han aceptado como su Redentor (Salvador), pero su reinado eterno y universal está pendiente, pausa divina para dar tiempo al arrepentimiento de los pecadores que crean en el Mesías de Israel. La cortina del teatro humano está cercana a caer; historia que culminará con el reinado de Yeshua en Jerusalén como está escrito ¿alguien duda que Dios lo pueda hacer?, aunque antes, viene primero el rapto o arrebatamiento de todos los creyentes, para así poner orden en un mundo de impíos y descreídos (como sucedió con las generaciones de Noé y Lot). Eso es lo que enseñan las Sagradas Escrituras ¡Feliz Navidad!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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Con la salud del pueblo no se juega y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador lo hizo y tenemos las consecuencias a la vista de todos. Aunque nadie esperaba la epidemia de coronavirus que azota al mundo (hasta que a finales de 2019 aparecieron las primeras notas provenientes de China), lo cierto es que el actual régimen se inició desmantelando el sector salud.

Con el pretexto de la corrupción —argumentando contratos dañinos al erario— y para reordenar las compras de medicamentos e insumos, pusieron en tan delicado asunto a personas improvisadas que no tenían la menor idea de lo que hacían, ni de la importancia que sus pésimas decisiones ocasionarían, dañando de manera grave la provisión de suministros y con ello dejando al sistema hospitalario como una especie de gran ejército sin armas ni balas.

Como chivos en cristalería destruyeron las redes de compra y distribución de medicamentos e insumos que el gobierno había implementado a través de décadas. Nadie duda que hubiera corrupción. El problema es que en lugar de poner un alto a compras amañadas y consignar a los culpables, tiraron, como reza el viejo refrán, al niño con todo y agua sucia de la tina. Todo pasó: dejaron sin medicinas a hospitales y clínicas de todo el país y los supuestos corruptos tan libres como el viento.

Quiere decir que realmente las intenciones del entonces gobierno entrante eran otras. Quizá desde el principio la idea era negociar con los chinos o algún otro país antaño comunista (ahora simples dictaduras con gustos burgueses, pero que mantienen a sus pueblos tiranizados con mano férrea) y acabar con la industria farmacéutica nacional. La balandronada de que “tendríamos un sistema de salud como el de Dinamarca” puede entenderse como fanfarronería, un pretexto para sus absurdos y pueriles cambios en un sistema de salud que, si no era bueno, podía mejorarse con atención y sapiencia. No la hubo: solo destrucción e incapacidad.

    Y es que, la improvisación y la incapacidad ha sido el sello del gobierno lopezobradorista; legiones de otrora marchistas, de eternos manifestantes y paristas, de pronto, y sin cubrir el perfil requerido, fueron colocados en cargos públicos por el único mérito de haber sido parte de la campaña y triunfo electoral del tabasqueño. Los resultados y consecuencias los estamos padeciendo todos los mexicanos. Bueno, no todos, tanto AMLO como la mayor parte de sus incondicionales no parecen darse cuenta de lo que sucede, viven en una realidad alterna inventada por el inquilino de Palacio NacionalLos lacayos miran las hermosas vestiduras del monarca cuando la realidad es que se encuentra totalmente desnudo (como en “El traje nuevo del emperador” de Hans Christian Andersen).

El presidente mexicano camina desnudo, y su corte de aduladores le celebra y festeja sus falsos logros y nulas acciones como si realmente existieran. Atrapados por una pandemia ya sin control que mantiene aterrorizados a los mexicanos pensantes y conscientes de lo que sucede (ya que hay otros millones de irresponsables que se quedaron en el consejo que AMLO les dio en los primeros meses, es decir, que no era grave la cosa, que se abrazaran que no pasaba nada, que salieran, que los cubrebocas no servían”, mientras que su escudero en salud, el hablantín Dr. López Gatell afirmaba que el coronavirus era cosa no grave, que era peor la influenza, y tantas y tantas mentiras con las que inocularon a ese sector de la población contra la verdad) AMLO, como en la historia mencionada, en la que el rey descubre la realidad y el engaño con el niño que grita que el monarca va desnudo; el presidente parece entender apenas la gravedad y magnitud de la desgracia de salud que nos azota.

Al día de hoy los muertos por el coronavirus ya suman 117,249 (18/Dic/2020) y los contagios 1’301,546 (sin contar a los que no están en la estadística oficial y que se considera es superior). Lo peor de todo es que el presidente en lugar de hacer un alto, de hacer caso al consejo de los expertos en estos delicados temas (como es el caso de los ex secretarios de Salud) y recibir orientación y asesoría por el bien de los mexicanos y de México; se sube de nuevo a su trineo de fantasías (que él considera falsamente ideología) y contrata de nuevo y a espaldas de los mexicanos a 500 doctores cubanos para que ataquen la pandemia (Mural, 18/Dic/2020).

En verdad, se necesita odiar y detestar mucho a los mexicanos y tener un hambre irracional de poder para traer a estos hombres que ni necesitamos ni son bienvenidos. Hay miles de médicos mexicanos sin una plaza y que es el momento de abrirles la puerta —y conceder un respiro a los fatigados médicos que han estado al frente— y en lugar de contratarlos, dilapida los pocos dineros que nos quedan regalándoselos a los de fuera. En verdad, cuánta incongruencia y perversión.

Le pesó comprar las medicinas para los niños con cáncer y para muchas otras enfermedades ¿y no le pesa traer estos extranjeros que van a costar cientos de millones de pesos? Queda claro que otras son las razones, sobre todo políticas, para traer a estos cubanos. Nada tienen qué enseñar a nuestros médicos. Lo que necesitan nuestros sufridos y ya fatigados médicos son medicinas, equipo e instrumentos necesarios y urgentes para hacer su labor sin tantas carencias (como ha sucedido hasta ahora). ¿Por qué no abrir nuevas plazas o contratos por un año a médicos mexicanos?

En un mundo polarizado en el que algunos líderes políticos usan falsamente la bandera del “comunismo” para justificar sus dictaduras, aunque este ya no exista, como es el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua, a la manera del cadáver del Cid campeador matizan o barnizan algunas de sus acciones con lenguaje ideológico para dar aparente legitimación. Lo dicho con la salud no se juega, y AMLO solo ha mostrado improvisación, incapacidad y fantasías.

 

ASESINATO DE ARISTÓTELES SANDOVAL

 

El asesinato del ex gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval en Puerto Vallarta, corrobora por enésima vez la incapacidad del actual gobierno. La expresión airada de Jesús Zambrano (PRD), un auténtico hombre de izquierda (y ex guerrillero), describe en pocas palabras la situación y desnudez del régimen: “El lamentable asesinato de Aristóteles Sandoval reafirma el fracaso de la estúpida estrategia de “abrazos, no balazos” contra la inseguridad. Levantar memoriales como en Bavispe, Sonora, es mera demagogia presidencial”. (Twitter, 18/Dic/2020)

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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