Opinión
Columnas

En la medida que pasa el tiempo la clase política mexicana es de más bajo nivel, abundan los ignorantes ambiciosos y escasean los preparados y con visión de estado. Y estamos hablando de la clase política, no de partidos, que para decirlo en forma directa, de todos no se hace uno. Engreídos y ambiciosos son incapaces de ver las necesidades del pueblo, no de ese ‘pueblo bueno’ que sigue ciegamente a López Obrador; ‘pueblo bueno’ cuya voluntad ha sido comprada mediante dádivas producto del trabajo de sus ‘enemigos’ que pagan impuestos. No, hablamos del integrado por todos los mexicanos. Repito, integrado por TODOS LOS MEXICANOS. ¡TODOS!

A tal grado ha llegado la indolencia y maldad de López Obrador que ha sido capaz de decir, y esto de manera pública, que la “epidemia le cayó como anillo al dedo”. Se requiere de no tener conciencia ni misericordia alguna con su prójimo para decir semejante cosa. En un momento de sumo dolor y angustia para la inmensa mayoría de los mexicanos y atreverse a dejar su corazón al descubierto le refleja tal como es.

Y es que, al anteponer su absurda retórica ideológica, que en realidad no lo es, sino simple estrategia para empobrecer a los mexicanos y obtener así el control; el que cobra como titular del poder ejecutivo, muestra sin matices su estúpido plan. Un plan que prefiere acabar con el esfuerzo de los mexicanos inteligentes y creativos capaces de producir riqueza para que vivamos mejor, y una vez acabados estos enemigos neoliberales (antes eran considerados mexicanos luchones y comprometidos con los ideales de la Revolución Mexicana), nivelar a todos los ciudadanos en la pobreza. Total ¿para qué quieren dos pares de zapatos si con uno tienen?

Conste. No se está justificando corrupción de nivel o tipo alguno. Ningún mexicano de bien, con o sin identificación partidista, apoyaría jamás la corrupción. De hecho la mayoría de los ciudadanos estamos hartos de este cáncer social, que dicho sea de paso, es producto de la doble (o triple) moral de muchas familias que cuando es en el otro la condenan, pero si es en el de casa “le ha ido bien”. No es entonces un asunto de partidos. Es un asunto de malformación familiar tolerado y fomentado por el estado a través de la impunidad. Una impunidad que en la 4-T se ha permitido que la fauna criminal rebase a todos los gobiernos anteriores, dejando a la población sin justicia y a merced de asesinos y malvados de todo tamaño y ralea.

Y en ese cuadro de horror, aterrorizados además por una epidemia desconocida que tiene al país sin habla y sin saber qué hacer para remediar tanto mal y tantas muertes. Un gobierno de utilería enfermo de palabras vanas e incapacidad le ha dejado a su suerte y sin la atención médica requerida.

Día tras día nos enteramos de que NO HAY MEDICINAS, APARATOS, EQUIPOS, VAYA, NI SIQUIERA los insumos indispensables para que médicos, enfermeras, camilleros, laboratoristas y demás personal de los hospitales hagan su trabajo con seguridad. Son héroes ciertamente, pero no temerarios ni suicidas.

Desde antes de que llegara este azote mortal, el sistema de salud ya estaba colapsado ¿cómo se encuentra ahora? Las manifestaciones de padres de niños con cáncer y de otras enfermedades— reclamando medicinas y atención eran cosa de todos los días. El grave problema es que no les han resuelto sus necesidades. El ‘anillo al dedo’ es que el coronavirus logró que el resto de las enfermedades (con sus urgencias no atendidas por el gobierno) quedaran en el olvido. Un olvido que cala en el espíritu y salud de los enfermos y sus parientes.

Sus dolores, angustias, desatenciones, su falta de dinero, su vagar frustrado por los hospitales, sus muertos y demás penas que les afligen a estas multitudes dolientes, y amedrentan al resto de los ciudadanos (ante la posibilidad de caer en semejante drama), son nada para el gobierno y el presidente.

Un presidente al que ven todas las mañanas riéndose ante este pueblo dolido, enfermo, sin trabajo, sin ingresos y con temor al contagio. Un pueblo que tiene terror de enfermarse de cualquier otra cosa, ya que si no atienden bien a los pacientes de coronavirus, ¿qué suerte les tocaría en un hospital público? (en caso de hallar una cama desocupada). Nadie en su sano juicio y con posibilidad de atenderse en otro lado acudiría a un hospital del gobierno, pero el 80 por ciento de los mexicanos no pueden acudir a otra atención que no sea la pública. De ahí la gravedad.

La indiferencia e incapacidad del gobierno en todos los niveles por la salud del pueblo es injustificable. Un pueblo dolido, solitario, e indefenso ante una epidemia que ha acabado con su salud, trabajos, ingresos, ahorros, que no tiene para comprar medicinas, ni sabe qué hacer ante un futuro económicamente incierto y desconocido. Que como ya se dijo ve todas las mañanas en la televisión a un presidente sonriente, palabrero, pero ajeno absolutamente a su dolor y muchas necesidades.

No es lo mismo la retórica del púlpito político, que un corazón misericordioso con su prójimo. En esta clase política posmoderna ya casi no se ven hombres (y mujeres) con este perfil. Lo declarado por el engreído e insensible Dr. López Gatell ante los senadores (acerca de la necesidad de hacer pruebas, una herramienta de salud indispensable utilizada por otros gobiernos que han hecho bien su trabajo) exhibe la indolencia y mezquindad gubernamental, un gobierno al que le pesa la salud del pueblo: “No nos interesa porque es inútil, costoso e inviable aplicar una entrevista o prueba a todas las personas de un país” (27/may/2020).

De allí que nada mejor que el diálogo entre los viejos de Luvina y el profesor del pueblo: “—¿Dices que el gobierno nos ayudará…? ¿Tú no conoces al gobierno? —Les dije que sí. —También nosotros lo conocemos. Da esa casualidad. De lo que no sabemos nada es de la madre del gobierno. —Yo les dije que era la Patria. —Ellos movieron la cabeza diciendo que no. Y se rieron. Fue la única vez que he visto reír a la gente de Luvina. Pelaron sus dientes molenques y me dijeron que no, que el gobierno no tenía madre” (Juan Rulfo; El llano en Llamas, Luvina).

 

HÉROES DISCRETOS

 

En este cuadro de desgracias y desgobierno, muchos sectores de la población han estado haciendo su trabajo a favor de todos de manera valiente y discreta. Es el caso de los comerciantes de los Mercados de Abastos en el país (incluyendo obviamente al de Guadalajara), que a pesar de los riesgos de salud y económicos, han traído los alimentos para que los mexicanos podamos comer. Alguien dirá que los venden. Por supuesto, de eso viven. También los médicos y empleados del sector salud cobran. Lo que se debe de apreciar y reconocer es que no obstante los riesgos que corren, nos permiten que llevemos a las mesas de nuestros hogares frutas, legumbres, verduras, semillas, carnes, pescados, etcétera. En este momento corren más peligros de salud en los mercados que en el campo. La aglomeración aumenta las posibilidades de contagio, peligro al que se enfrentan a diario. Lo que es peor, sin que el gobierno se interese en absoluto por su salud, vidas y destino.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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La sabiduría popular por algo existe, en una de sus muchas sentencias se dice: “¡Dime de qué presumes y te diré de qué careces!”. Sentencia que como dijera el propio López Obrador le cae “como anillo al dedo” a su persona y gobierno. Por cierto, un gobierno integrado por improvisados, resentidos sociales, agitadores, comunistas de café (que nunca leyeron a Marx ni a Lenin, como tampoco los periódicos pues no se han dado cuenta que el Muro de Berlín ya cayó), por una cauda de individuos provenientes de todos los partidos, es decir, por legiones de filibusteros y oportunistas con el disfraz que la ocasión merece (igual se lo hubieran puesto del PRI, PAN, PRD, o lo que sea, el hueso es el hueso).

Ni qué decir de los prófugos de la justicia a los cuáles se les hizo un espacio en los cargos públicos o en las curules. ¡Faltaba más, para eso son los amigos!, así que a Napoleón Gómez Urrutia y a la comandanta Nestora Salgado, se premió con una curul en el Senado, así como a Marcelo Ebrard con la titularidad de la Cancillería (teniendo pendientes las cuentas de la línea 12 del Metro), son muestras de esas mentiras. De la doble moral, de un gobierno que todos los días habla contra la corrupción y esta semana fue exhibido por el Inegi como más corrupto que el anterior. Son datos conforme a las víctimas, no a la publicidad oficial (La Jornada, 21/May/2020).

La cuestión es que este gobierno no solo es de doble moral, también ejerce como en la novela de Orwell 1984, el DOBLE PENSAMIENTO a través de una especie de ‘Ministerio de la Verdad’ como lo calificara el británico en su obra. Un ministerio en el que se pretende controlar y modificar la historia como en la dictadura de la novela orweliana cuya filosofía era: “Quien controla el pasado, controla el futuro, quien controla el presente controla el pasado.” Método que la 4-T intenta utilizar por medio del INAH y otras instituciones, aunque con nula creatividad y sobrada tontera.

Malos, que malos, pésimos para realizar proyecto alguno bueno y duradero en beneficio de los mexicanos (ya que solo para lo torcido y tenebroso tienen habilidad), ahora pretenden modificar la historia. Es así que hace unos meses el asesinato de Don Eugenio Garza Sada (1973) se pretendió modificar en los hechos nacionales y presentar a los asesinos como héroes. Y esto no es asunto de ideologías. Es asunto delictivo, de mentes enfermas, de corazones torcidos por el mal. Pero, ¿se podía esperar algo distinto de la mayoría de integrantes de esta troupe de improvisados, agitadores y mafufos?

Suficiente será decir que en días recientes el presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, Jenaro Villamil, declaró sin rodeos y cinismo su adicción durante una entrevista con Fernando del Collado: P.- ¿Mariguana? R.- Es algo delicioso. P.- ¿Coca? R.- Nunca la he probado… (Milenio, 17/May/2020).

Pues sucede que esta semana que concluye los chiflados y/o manipuladores de la 4-T salieron con la mafufada de que “el presidente Carranza” no se suicidó, que lo asesinaron (Mural 21/May/2020) ¿Qué no sabían algo que todos los mexicanos sabemos, que está en los libros de texto, en las Enciclopedias, archivos, etcétera? ¿O lanzan los buscapiés a ver qué sucede para luego mover la historia nacional a su gusto y antojo? Y si esto no es una maldad, una mentira, una manipulación, una muestra de incapacidad y de perversión absoluta, no sé cómo calificarlo.

Y para que no le batallen en buscar en los libros, ya que como se aprecia la lectura no es lo suyo, les comparto un breve texto de uno de mis libros: “Entendido pues de la grave situación, Carranza abandona la capital el 7 de mayo de 1920… Como presagio de lo que vendría después, sus enemigos le lanzan por el rumbo de la Villa de Guadalupe una locomotora ‘loca’ que le causa graves daños a sus hombres y fuerzas. Por si no fuera suficiente adversidad, sus tropas fieles son atacadas en Apizaco (8 de mayo), en Rinconada (día 11) y en la estación Algibes (los días 13 y 14) donde son derrotados, lo que obliga al presidente a abandonar el tren el día 15 y montado a caballo se adentra en la sierra de Puebla. Durante varios días logra recorrer diversos puntos y la madrugada del día 21, estando el presidente dormido es un mísero jacal, es traicionado por el general Rodolfo Herrero que supuestamente le cuidaba el sueño” (México: ¿Estado Fallido o País Traicionado?, tomo uno, pág. 263)

Y si desean más bibliografía les comparto otro texto (muy valioso) escrito años después del magnicidio, nada menos que por el general Francisco L. Urquizo, quien era parte de la escolta presidencial y es encarcelado por los traidores (a otros los fusilaron): “En ese momento desperté, y cuál no sería mi sorpresa al oír perfectamente fuego de fusilería, silbar de balas, gritos y blasfemias… Empuñe una de mis pistolas, ya en perfecto dominio de mí, y busqué con la vista los lugares en que se combatía, para tomar una resolución. La casa del presidente estaba cercada completamente y el tiroteo era espantoso… Confusamente, envuelto en las sombras de la noche, un hombre pasó cerca de mí gritando insultos al presidente… No se oía un solo grito a nuestro favor, ni un solo ¡Viva Carranza!… ¿Habrían huido los nuestros? ¿Habrían perecido?, ¿se habrían rebelado los mismos acompañantes de don Venustiano?…  –Están fusilando –murmuró Luis… A la media hora justa, otro cañonazo más cercano se escuchó claramente… recordé la ordenanza… ha muerto el Presidente… había muerto el señor Carranza. Todo había terminado; aquel hombre sin igual, aquel hombre cumbre se había derrumbado al terremoto de la traición… El cadáver del Presidente yacía en el centro de la estancia cubierto con la bandera nacional… Parecía que el Señor Carranza  dormía tranquilamente; ni una contracción de dolor, ni un gesto de espanto, ni la tristeza se reflejaba en su rostro, a pesar de haber sido traicionado y abandonado de todos los que fueron sus subordinados  amigos” (Francisco L. Urquizo: Asesinato de Carranza, Populibros La Prensa, 1969).

Y para que no les queden dudas a estos alérgicos al estudio que al Presidente Carranza lo traicionaron y asesinaron (a la mejor estudiaron historia con los maistros de la CNTE), se les comparte un breve texto de nuestra máxima obra de historia: “La madrugada del día 21 la tropa del general Rodolfo Herrero, que en apariencia custodiaba al presidente, se lanzó disparando sus armas sobre el jacal donde dormía Carranza, a quien dieron muerte” (Enciclopedia de México, Tomo 2, pág. 391).

Así que no nos vengan con sus bobalicadas. Pensar que los mexicanos desconocemos nuestra historia (como parece ser el caso de muchos de los nuevos gobernantes) además de ser una ofensa, es un atentado contra la verdad misma y contra la República. Una acción más que desnuda la falsía de quien pretende gobernar con manipulación, incapacidad y oscuros intereses, ajenos por cierto a las personas de bien.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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Antes que periodistas somos personas y como tales podemos expresarnos. Es legítimo y necesario. La epidemia que nos azota ha cambiado casi totalmente nuestras actividades, las de todos, rutinas, diversiones, economía, planes, visión a futuro, etcétera. Como escribí en artículo reciente, “un bicho invisible le bajó los humos a la humanidad entera, coronándose como rey a pesar de su tamaño y ser invisible al ojo humano”. ¡Qué paradoja!

Así que hoy me limito a compartir con los lectores, muchos de los cuáles a través de los años (esta columna tiene más de tres décadas) se han convertido en amigos no conocidos, en confidentes mutuos de lo que sucede en nuestro mundo y entorno, de manera que podemos charlar en confianza las cosas que nos pasan. En particular, comentar pensamientos y reflexiones tenidos durante estos días de encierro. Un encierro extraño en el que el gobierno nos quiere tener recluidos a los que respetamos la ley y a los delincuentes soltarlos.

Extraño en todos los sentidos pues nos han recluido a los sanos y a los enfermos no los buscan. El gobierno no ha querido gastar en pruebas para detectar a contagiados y portadores, cuando, por decir algo, ha gastado más de un millón de millones de pesos en Pemex, dinero tirado a la basura. Pero no ha querido gastar en pruebas.

La primera cosa en que he pensado es en la libertad ¿Qué ha quedado o en qué se ha convertido esta bendición? No poder ir a visitar a nadie ni ser visitado, no poder salir a un restaurante, ni siquiera a tomar una taza de café y tener tiempo para leer o charlar con alguna amistad, prohibido salir al parque a caminar (aunque nuestra salud lo requiera). Recluidos a manera de detención domiciliaria, aunque se entiende la razón, pero no los métodos utilizados para detener la epidemia.

El no poder convivir con los hijos y los nietos se ha convertido en una desgracia. Una de las mayores bendiciones que Dios nos ha concedido en la vida son ellos: hijos y nietos, que debido a esta plaga coronada no los podemos ver, mucho menos abrazar y besar. En mi caso personal este ayuno de afectos se remonta hasta el mes de diciembre pasado, en que me operaron de corazón abierto y para evitarme contagios de cualquier enfermedad, me prohibieron las visitas y cuando ya pude tenerlas, de lejos y con cubrebocas. De manera que el ayuno de afecto se ha prolongado, sumiendo esa parte de mi vida en un árido desierto cuyas únicas voces son las de la televisión, los diarios y la radio; todas hablando a todas horas y desde todos los ángulos posibles del coronavirus. Así que me levanto, desayuno, como, ceno y me acuesto y todas las voces que escucho son las mismas, hartazón para mi espíritu.

Algo que también me ha sorprendido, y sin duda a la mayoría de mi generación y las anteriores, es el ataque brutal del virus contra los viejosTal pareciera que estorbáramos, que las pensiones son una carga y los bichos microscópicos se estuvieran encargando de hacer el trabajo sucio. No creo en conspiraciones ni cosa por el estilo. Pero no dudo nada de los políticos (de todo el mundo), que sin duda no se tentarían el corazón para iniciar una guerra bacteriológica ante la imposibilidad de hacerlo de manera convencional. Ver en la televisión las muertes en asilos y hospitales de Italia, España, Francia, Inglaterra y Estados Unidos me dejó profundamente pensativo. Y es que, no creo que los virus tengan ojos para buscar viejos, lo que sí creo es en la manipulación humana en los laboratorios. Abruma pensar que los gobiernos estén gastando verdaderas fortunas en respiradores (cuyos precios suben con el mayor descaro de acuerdo a las leyes de oferta y demanda) cuando los que son conectados a esos aparatos mueren en un 80 por ciento. Pienso más ¿Por qué nadie habla de buscar una cura ya, pues sólo de habla de vacunas a futuro?

     Los pensamientos no paran, hornos crematorios (ahora llamados de incineración para no evocar a los nazis) atestados de cuerpos, cuando se pueden sepultar de manera inmediata y sin contaminar la atmósfera. Incluso pienso en esas personas que reclaman airadas y en medio de llantos desgarradores, los cuerpos de sus difuntos fallecidos en hospitales de gobierno y luego, en sus casas, algunas, claro, no todas, velando al cuerpo con banda a todo volumen y embriagándose todo mundo sin guardar sana distancia ni observar ninguna medida de protección. El llanto del día anterior ahora en risa matizada durante el velorio, provoca pensar qué sociedad es esta.

¿La vida en qué se está convirtiendo, cómo la vemos hacia atrás y cómo la estamos planeando hacia adelante? La respuesta es parcial y respecto al futuro no es fácil. Como creyente he observado atentamente las expresiones sociales respecto a Dios, del lugar que le conceden las mayorías y francamente ni le mencionan. Siendo el único que tiene las respuestas esenciales, seguras y eternas ante la vida presente y futura, Dios ha sido sacado de los planes de la humanidad. Y no me refiero a la ciencia, cuyo trabajo también ahora resulta cuestionable.

Y cómo no cuestionar la ciencia actual (después de haber tenido gigantes de la talla de Antonio Van Leeuwenhoek, Lazzaro Spallanzani, Luis Pasteur, Roberto Koch, etcétera), que antes de buscar la cura para el coronavirus están afanados por la vacuna. Lo urgente es la cura. Luego la vacuna ¿o hay otros intereses que los simples mortales desconocemos?, pienso.

Comprar cosas, ¿para qué, me pregunto? Y eso si se tiene la posibilidad de hacerlo, aunque sea con la tarjeta de crédito, ya que más de la mitad de nuestro prójimo en este país no puede hacerlo. En este momento, y no es asunto depresivo, ¿para qué se desea una camisa o un pantalón nuevo? Realmente para nada. Las necesidades ahora resultan otras y comprar además de innecesario ha pasado a otro plano, ni siquiera segundo. Y ante esta reflexión y entendido que edades y generaciones ven este mismo tema con diferente óptica ¿qué tanto afectará en el futuro reciente al comercio? Me queda claro que las prioridades se han modificado.

De no ser porque en estos días de encierro he tenido largas lecturas de la Biblia que han dado fuerza y alimento a mi espíritu, asociadas a otras lecturas por demás enriquecedoras, ciertamente que esta reclusión domiciliaria sería insoportable. Al momento de escribir estas reflexiones tengo ya 61 días encerrado; agradezco a Dios por la vida y compañía de mi esposa, mujer con la que he caminado ya medio siglo. Ella también ha sido parte de las pocas bendiciones durante este encierro, de compartir juntos ideas, puntos de vista, reflexiones, pues a final de cuentas el matrimonio es el acoplamiento total de dos personas provenientes de dos educaciones y visiones distintas hasta formar un solo ente y destino, y estos días de encierro han sido como crisol. Para los que se casaron por amor y han querido mantener ese camino el matrimonio es la unidad plena. Para los que lo hicieron por otros motivos o en el camino renunciaron al amor, los pleitos y el divorcio. Y es que, el amor tiene un precio muy alto, pero paga los mejores dividendos, dividendos que jamás pierden su valor. Al contrario, ya que ni siquiera la muerte es capaz de extinguirlos pues el amor de Dios no se limita al aquí y al ahora. Así que como has leído, estimado amigo, las reflexiones han sido muchas, sin embargo te he querido compartir unas pocas. ¿Y a ti, cómo te ha ido con el encierro, qué cosas has pensado?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

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Dice el viejo refrán que todas las cosas se parecen a su dueño. Y que no nos vengan con el viejo cuento de que Pemex es de los mexicanos. No es cierto, nunca ha sido, su propietario siempre ha sido el gobierno en turno, así como el sindicato y los trabajadores de la paraestatal, ellos son los únicos dueños, los únicos que han disfrutado de los ingresos. De México solo han sido las pérdidas, el enorme pago de intereses, las estratosféricas deudas; mismas que se vienen arrastrando desde el gobierno populista y derrochador de Luis Echeverría, de su amigo José López Portillo, y de una larga lista de sucesores en la silla presidencial (hoy convertida en una monarquía de ínfimo cuño).

     Ha quedado claro que el actual presidente de México carece de la formación, capacidad y sapiencia para conducir el país, para velar y trabajar por su presente y futuro, para proteger y trabajar por todos, POR TODOS los mexicanos (y no solamente por su grupo de incondicionales).

     Y como ya se ha dicho en este espacio, no es lo mismo criticar a diario, andar en marchas y manifestaciones gritando consignas y ofensas contra el gobierno en turno, a resolver los múltiples problemas nacionales, regionales y locales (pensando en el bienestar y futuro de TODOS). El asunto de fondo es que el presidente, a diario ofende a muchos ciudadanos y los problemas (los pocos que aborda en su tediosa conferencia mañanera) los resuelve solo de saliva. Es decir, quedan vivos y creciendo. Por señalar alguno: desapareció el Seguro Popular, desmanteló la red de medicinas y suministros para el sector salud, creó el Insabi, todo al mismo tiempo y sin resolver absolutamente nada. Manifestaciones de padres de niños con cáncer y de otras enfermedades, así como desabasto de medicinas, equipo e insumos, cobros de lo que por siempre fue gratuito (o de cobro simbólico) fueron los resultados y el clima en el que se recibió la epidemia del coronavirus.

     ¿A eso se referiría López Obrador que le cayó la pandemia “como anillo al dedo, es decir, que el pavor y el terrorismo informativo le sirvieron de maravilla para sepultar sus enormes yerros y deficiencias en ese sector?(dejando a los enfermos del país en el olvido y sin atención; ya que a los de coronavirus y por los resultados que se observan y el elevado porcentaje de muertes, la atención es de muy mala calidad). Aclaremos: médicos y enfermeras están siendo verdaderos héroes, verdaderos profesionales. El problema es que todo indica que están haciendo su valiosa labor sin los elementos necesarios (medicamentos, insumos, aparatos, etc.). Ese es el problema, no nuevo, sino la continuación de lo que estaba sucediendo antes de la epidemia, aunque oculto por la crisis.

     En su mente confusa y escasa de visión de estado, el presidente vive obsesionado con un proyecto limitado y claramente obsoleto. Parte de este proyecto es PEMEX, la famosa paraestatal que tanto nos ha costado a los mexicanos y casi nada nos ha aportado: excepto deudas y pérdidas multimillonarias, improductividad a causa de su abultadísima nómina en empleados y sueldos y prestaciones fuera de nuestra realidad.

     Enterarnos de que en el primer trimestre de este año 2020, PEMEX perdió $562 mil 250 millones de pesos, era para dejar ese proyecto por la paz y buscar la manera de evitar más daños al país. Cualquier gobierno con un poco de decencia y sensatez o hubiera dimitido (que sería lo más adecuado) o declarado de inmediato la quiebra de la empresa.

     Seguir tirando los dineros de los mexicanos en ese barril sin fondo es criminal. Delito comparable a los de lesa humanidad, como es el caso de la esclavitud (ejercicio de derechos de propiedad sobre una persona) ¿acaso tomar sin su deseo y permiso el fruto del trabajo de los mexicanos para sostener ese elefante blanco no es semejante a la esclavitud? ¿Un capricho de un hombre no es acaso una expresión tiránica? Mantener la bandera de PEMEX bajo el falso argumento de un nacionalismo (que en realidad es solo el deseo de un grupo de resentidos sociales sin ideología ni proyecto verdadero) solo denota un capricho de tinte tiránico. Deseo de un hombre que no ha querido entender ni aceptar, que NO COMPRÓ EL PAÍS, que fue nomas elegido como presidente de una República democrática para que le resolviera sus muchos problemas. Incluido PEMEX, nada más.

    Pero si en lugar de buscar solución a los múltiples y graves problemas nacionales, López Obrador se encierra en su castillo de pureza (Palacio Nacional) rodeado de cortesanos mediocres y sin capacidad real para afrontar con conocimiento, sapiencia y planes bien diseñados, y utiliza su valioso tiempo para atacar a sus supuestos enemigos (un presidente no tiene enemigos, sino ciudadanos a los cuales debe servir); lo cual hace con una permanente sonrisa sardónica, propia de un césar romano echando al coliseo a los cristianos para que los devoren las fieras, ciertamente los días de la República o del gobierno están contados. Urge un cambio de timón y actitud republicana.

     Sobre todo si se considera que el país está bajo una terrible plaga de tintes apocalípticos y la planta productiva nacional está cerrada y gran parte de los negocios en peligro de quiebra. Que los empresarios de todo tipo y tamaño han recibido solo ofensas y menosprecios desde Palacio (por un gobierno que desconoce cómo se crea y mantiene un pequeño negocio y todo el esfuerzo y problemática que esto implica) a quienes en reciente conferencia les dijo “QUE SI QUIEBRAN” se las arreglaran como pudieran. Palabras no escuchadas en ningún otro país del mundo civilizado.

    Qué diría el presidente y la Secretaría de Hacienda si todos los causantes les dijeran lo mismo y no les pagaran los impuestos. –¿No tienes para pagar la nómina de la burocracia y de los funcionarios? –que por cierto cobran como de la realeza y como si supieran hacer lo que los cargos les reclaman- ¡pues arréglatelas como puedas!

   Volviendo a PEMEX, el año pasado (2019) las pérdidas de la empresa sumaron un total de $346 mil millones de pesos, y como ya se dijo en el primer trimestre del 2020 la cifra se disparó hasta los $562 mil 250 millones de pesos. Falta aún que sepamos las pérdidas de la empresa en el mes de abril, mes en que el petróleo no valió nada, ni un dólar siquiera, de hecho PEMEX tuvo que pagar más de un dólar por barril para que se lo llevaran. Toda vez que no se cuenta con bodegas de almacenamiento y el consumo mundial se paró a causa de la pandemia.

    Así que respecto a PEMEX López Obrador tiene que tomar una decisión sensata y pensando en el destino de México, en sus condiciones actuales y futuras, no más en su ego, su grupo, y su futuro político. A la inmensa mayoría de los mexicanos no les importa MORENA, ni el PRI, ni el PAN, ni PRD, ni MC, ni ninguna otra franquicia, que dicho sea de paso en los últimos años han dado muestra de ser simples grupos de vividores del presupuesto para los que los mexicanos no son más que un simple voto para hacerse del poder. Punto. A los mexicanos lo único que nos importa ya es nuestro futuro y el de nuestros hijos, y nadie desea que ese futuro se mantenga unido a esa empresa cancerosa y gangrenada llamada PEMEX ¿No habrá en todo el gabinete un solo abogado (que sepa, claro, no que nomás tenga título de esa profesión) que le explique al presidente la Ley de Quiebras?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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