Opinión
Columnas

Al presidente López Obrador le sobran ocurrencias. En cambio las propuestas serias, sensatas y de acuerdo a las necesidades del país no se le escuchan. Su actitud ególatra, desconfiada y belicosa le impide ver y analizar la realidad nacional y con ello llegar a una solución efectiva de los problemas; una realidad que nos agobia y oprime a la inmensa mayoría de los mexicanos. Estar impuesto a dar la contra a todo orden establecido actitud propia de los anarquistas, que él lo es no le ha permitido entender y aceptar lo que sucede y mientras esto ocurra continuará dando palos de ciego y hundiendo al país.

En días recientes, en un acto mayor de cinismo fue capaz de lanzar un nuevo decálogo (uno más, desde su campaña repite esta propuesta). En el cuarto punto se comprometió a “garantizar el estado de derecho”. Le tomamos la palabra.

Al efecto, y tomando en consideración que él se dijo cristiano (cosa que se duda totalmente pues sus hechos le contradicen), habrá de recordarle lo que advierten las Sagradas Escrituras: “que tu sí sea sí y tu no sea no”. Y su propuesta, pero sobre todo la Constitución, le exigen congruencia.

     Y es que, el presidente tabasqueño todo arregla con saliva, la cuestión es que los problemas no se resuelven tan solo por declararlo en sus tediosas conferencias matutinas. Uno de los gravísimos problemas que están hundiendo a México y que AMLO no ha movido un solo dedo para resolver es la violencia; fenómeno que lejos de disminuir (como lo prometió de candidato) en su gobierno ha crecido hasta hacerse insoportable y amenazar con sumir al país en el caos total. Su incapacidad para resolver así como su pasividad lo ha permitido y propiciado.

Desde su castillo de pureza en la seguridad de Palacio Nacional, todas las mañanas (y ahora también en las tardes) López Obrador se ha limitado a decirles a las hordas de criminales que azotan el país de frontera a frontera y de costa a costa que se porten bien, pero no le hacen caso. En su absurdo y desobediencia total a la Constitución (que prometió cumplir y hacer cumplir) amenaza a la fauna delincuencial a acusarles con sus mamás y sus abuelas. Mayor disparate y rechazo a hacer cumplir la ley no tiene antecedente en la historia nacional.

Desentendido y culpable de no cumplir con sus deberes presidenciales, se limita a hablar, hablar y hablar, un hablar cansino, limitado y sin efectividad, mientras que en las calles de ciudades y pueblos bandas de delincuentes de todo tipo y tamaño, además de proliferar a consecuencia de la impunidad acrecentada por a 4-T, asesinan a un centenar de personas cada día, secuestran, roban, extorsionan, roban casas, negocios, empresas, peatones, taxistas, camiones de carga, autobuses, toman casetas de autopistas y roban el peaje, organizan saqueos, asaltan trenes, bloquean vías de trenes, etcétera, etcétera.

Con o sin pandemia los asesinos y delincuentes andan libres exhibiendo su impunidad y sus botines, mientras que sus cientos de miles de víctimas lloran a sus muertos, se angustian y afligen a diario por sus desaparecidos, trabajando como animales de carga para pagar la extorsión (angustia a la que se agrega el pago de impuestos, multas, recargos, IMSS, y demás): son desatendidos y menospreciados en las Procuradurías (o Fiscalías, es lo mismo, un eufemismo no resuelve el problema); ni qué decir de jueces federales y locales que solo atienden los derechos y peticiones de los delincuentes y desoyen y niegan la justicia al 99 por ciento de la víctimas. Sí, presidente, 99 por ciento de los delitos que se cometen en México quedan impunes.

En lugar de eficientar los cuerpos policiacos que se tenían, la auto nombrada 4-T los desapareció para dar paso a la llamada Guardia Nacional, una institución pública tan inútil como onerosa. Basta recordar que en el año 2019 se destinaron $70,000’000,000 millones de pesos para su sostén (La Jornada, 3/Jun/2019) y se tiene programado para el presente nada menos que $ 59,150’000,000 millones, y hasta ahora no hay resultados. El costoso cuerpo se limita a pasear por las calles y carreteras luciendo costosos vehículos y costosos uniformes, que por lo visto no impresionan ni a los raterillos de poca monta porque la situación de inseguridad en el país empeora día con día y nadie, y absolutamente nadie hace algo por poder orden. Será suficiente con preguntar a los habitantes de Guanajuato, Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua y la zona metropolitana de Guadalajara, si sirve para cosa alguna que la G.N. ande paseándose, mientras las bandas de criminales asesinan a diario a docenas  de personas con absoluta IMPUNIDAD, repito absoluta IMPUNIDAD.

Razón por lo que la propuesta de AMLO de comprometerse en su nuevo decálogo a “garantizar el estado de derecho” hace que le tomemos la palabra. No necesita de su decálogo, se aclara, la Constitución y demás cuerpos de leyes que existen en el país obligan al presidente, a su gabinete, y a todos los gobiernos estatales y municipales a cumplir con la ley. No es ninguna gracia ni favor que nos hacen: son deberes ineludibles en todo gobernante y si no se atreven a cumplir y hacer cumplir la ley, por la razón que sea, TAMBIÉN ES CORRUPCIÓN y causa de juicio político.

Así que se les toma la palabra, el pueblo está cansado de soluciones de saliva, de declaraciones positivas, aunque si realmente quieren garantizar el estado de derecho, no requieren otra cosa que hacer de la Constitución, de los Códigos Penales y el Nacional de Procedimientos Penales su cimiento y punto de apoyo. Si los criminales mueren, siempre será lamentable la muerte de un ser humano, pero de que mueran los ciudadanos inocentes como hasta ahora, de que los secuestren, desaparezcan, extorsionen, asalten, roben, etcétera, a que mueran los delincuentes, ellos escogieron esa vida. Los sentimentalismos no caben en el presidente, gobernadores, presidentes municipales, agentes del ministerio público y jueces. En un auténtico estado de derecho quien viola la ley debe atenerse a las consecuencias de su acto. Punto.

No es de creer que su rechazo hasta ahora para hacer cumplir la ley se base en consideraciones morales o religiosas, ya que la Biblia incluso les permite hacer valer la ley. En todo caso su omisión para cumplir con el estado de derecho tiene que ver más con la cobardía o complicidades, porque…  que digamos decentes, decentes, y honrados, honrados, no son por cierto virtudes de la clase política mexicana.  Así que presidente ¡HAGA CUMPLIR LA LEY! Urge que detenga, consigne y procese a las decenas de miles de asesinos y delincuentes que tienen azolado y aterrorizado al país. Hacerlo no solamente traería bienestar y desarrollo para el país, sino incluso aprobación a su destruida imagen.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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La actitud extraviada e irreflexiva del actual gobierno federal debe de alertar a todos los mexicanos. Sus decisiones equivocadas, absurdas, contrarias a las necesidades nacionales y regionales son manifiestas. Empecinarse en un proyecto que de acuerdo a las condiciones actuales del país y del mundo es ya a todas luces inviable, muestra su incapacidad, carencia de inteligencia y sentido común. Urgidos por otras necesidades comunes (de salud, laborales, económicas, financieras, educativas, comerciales, de SEGURIDAD, etcétera.) el presidente y su gabinete se empecinan en dar la contra a la realidad. Siempre ser oposición tal parece que se les metió hasta las células, pues ahora se oponen a una realidad que les obliga a un cambio radical de proyecto.

Lamentablemente ni el presidente ni nadie en su equipo quieren ver lo que sucede (¿no hay una sola persona con suficiente inteligencia e integridad que se atreva a hablarle con la verdad, incluso confrontarlo de ser necesario?). Su rechazo a enfrentar la realidad provocada por una pandemia que nadie esperaba les exhibe a manera de enanos en una silla que requiere de grandeza de miras, sabiduría, e inteligencia.

Pero, qué se podía esperar de un grupo de eternos manifestantes que jamás han sabido construir, solo destruir; que solo saben criticar, pero no edificar; que mandaron siempre las instituciones al diablo y ahora que las tienen bajo su responsabilidad les queman las manos.

    Observar a un presidente hasta el extremo ególatra (y no es un asunto de partidos políticos, ni de ideologías, es de personalidad y conducta) que sigue empecinado en fundamentar su gobierno en los ingresos del petróleo; desatendiendo la quiebra de la empresa (provocada no solo por la corrupción de los altos funcionarios de gobiernos anteriores, sino por el sindicato y por toda, absolutamente toda la crecida plantilla laboral, que en unidad con los electricistas, han vivido como reyes exprimiendo con elevadísimos sueldos e incontables prestaciones fuera de la realidad nacional, una empresa que jamás ha sido de los mexicanos, sino de ellos; ni qué decir de su improductividad, produciendo siempre un barril de petróleo muy, pero muy encima de los costos internacionales) que no quiere aceptar tampoco la caída nunca antes vista de los precios del petróleo, sino inyectarle a este barril sin fondo recursos que urgen en otras áreas, y por si no le fuera suficiente, continuar la supuesta refinería de 2 Bocas (que nunca lograría terminarla en este sexenio) muestra sin duda síntomas de enfermedad o agotamiento mental.

     Y aunque quiera mejorar su imagen, no hay peor enemigo de AMLO que él mismo. Atreverse a decir públicamente que “la epidemia le cayó como anillo al dedo a la 4-T” lo exhibió como un hombre malo e irreflexivo. Un presidente al que no le importan nada sus gobernados, que son seres humanos (amenazados por una terrible peste) al que sólo le importa su proyecto político y su paso a la historia. Una historia que sin duda le juzgará con una severidad que ni siquiera imagina.

Su posición frente a las bandas criminales que azotan al país, sugiere amistad y compromiso con algunos de ellos, pues no se entiende de otra manera su tibieza o nula aplicación de la ley. Abonando a ese pensamiento la liberación del “chapito” y su reciente visita a Badiraguato en la que mostró notoria amistad con la madre del archi criminal. De ahí que su regaño a los asesinos del lunes pasado debió de provocarles un ataque de risa: “…No vengan ahora a decir ‘estamos entregando despensas’. No, mejor bájenle, bájenle y piensen en sus familias… Ustedes mismos, los que se dedican a esas actividades… hay que tenerle amor a la vida, es lo más sublime, es una bendición” (Mural, 21/Abr/2020).

Para desgracia del presidente, pero sobre todo de los mexicanos, AMLO no está a la altura del cargo obtenido en las urnas. Su desprecio por los empresarios micro, pequeño y medianos, mismos que generan el 80% de los empleos, además de injustificable es incomprensible. Es obvio que lo que se dijo por muchos años en esta columna (y por otros periodistas) era apegado a la realidad, ya que al no haber trabajado jamás, al no saber cómo se gana el pan de cada día fuera de la nómina gubernamental, nunca ha entendido cómo se produce la riqueza y qué papel social juega.

Y si a los valientes que se atreven a poner un negocito creando 5, 10, 15 o 20 empleos les detesta, su menosprecio por los grandes empleadores (20%) es proverbial, no hay día en que no les haga objeto de sus ofensas y ataques (pirrurris, fifís, conservadores, enemigos, etc.). Sin duda que los psicólogos podrán ofrecernos una descripción precisa de su belicosa conducta, pero sobre todo desde el campo espiritual (de la fe judeocristiana) el presidente queda exhibido y sin defensa alguna.

¿Pero qué se podía esperar si para integrar su gabinete y equipo se rodeó de marchantes y manifestantes eternos, de individuos que solo saben pedir y destruir, más no crear y construir. El hermoso libro de los Proverbios dice al efecto: Como arquero que a todos hiere, es el que toma a sueldo insensatos y vagabundos”  (26:10).

Herido de muerte su proyecto (4-T), todos los días endereza su ira contra todo el que no le diga que sí, contra el que le contradiga. El pasado día 22 desde su púlpito en Palacio Nacional arremetió de nuevo contra la prensa (uno más), en el que poseído por su habitual furia se atrevió a decir: “En México no hay periodismo profesional independiente o ético…  antes El Universal se presumía de que tenían una línea gobiernista pero sus articulistas eran independientes, había pluralidad en los editoriales porque escribía un dirigente de oposición, algún escritor destacado, verdaderamente independiente… (hoy) en medios como El Universal, Excelsior, Televisa y TV Azteca ya hay puro conservador”.

Nomás falta que alguno de sus corifeos imitando a Andrei A. Shdanov, quien por orden de Stalin, proclama la subordinación de los escritores soviéticos al dictado del Partido (agosto de 1946) nos pretenda callar a todos.

En un momento que obligaba a cambiar de plan y estrategias para salvar al país de la ruina total (asunto en el que nada tienen que ver las ideologías), López Obrador empecinado en construir su refinería, su tren maya, y su aeropuerto en Santa Lucía. Su achicamiento ante la crisis es tal que ni siquiera ha mencionado que el Turismo, las Remesas y el Comercio Internacional son los que aportan los mayores ingresos al país y a los tres los tiene en el olvido.

El primero se encuentra herido de muerte y urge que además de ayudas inmediatas para ese golpeadísimo sector, se implemente a manera de ya un programa ambicioso y apegado a nuestra nueva realidad económica que le reactive (se avecina una época de mucha hambre y pobreza). Bajas tarifas, promociones semanales, comidas más baratas, vuelos baratos, etcétera. Mejora y conclusión de carreteras (como la autopista a Puerto Vallarta) son asuntos prioritarios para el gobierno.

De las remesas no hay mucho que esperar por cuanto gran parte de los que las envían se han quedado sin trabajo o sus ingresos se han reducido. Peor todavía, muchos mexicanos han muerto en Estados Unidos por coronavirus o están enfermos (olvidándose totalmente el gobierno mexicano de estos ciudadanos cuyos envíos hacen posible una mejoría de vida de cientos de miles de familias).

   En cuanto al comercio internacional las cadenas de producción se han interrumpido, incluso las que tenemos con ineludible compromiso (TLC), que si bien para AMLO no son prioritarias para nuestros socios sí. Doloroso y lamentable es que NADIE en el gobierno de López Obrador tenga la visión ni haya pensado en un PROYECTO DE REACTIVACIÓN ECONÓMICA INMEDIATO, en el que observadas las reglas para evitar contagios, se volviera a echar andar la economía.

Es absurdo y enormemente dañino que continuemos con las mismas medidas. LOS QUE SE DEBEN AISLAR SON LOS ENFERMOS Y LOS PORTADORES, de implementarse a manera de ya campañas en todos los medios obligando a los enfermos y portadores a buscar la ayuda médica y a quedarse en sus casas (u hospitalizarse). Asunto que requiere ser acompañado de pruebas contra el coronavirus al alcance del pueblo, sobre todo en ciudades o zonas donde se han detectado la mayor parte de los contagiados. La reclusión se ha convertido en palos de ciego que nos están causando terribles daños y que traerán una enorme pobreza, hambre e inseguridad.

   El gobierno está obligado a cambiar. No es traición de principios, son necesidades distintas en un país distinto al que recibieron. Ya hablaremos en su momento del alquiler de locales comerciales e industriales que se ha convertido en otro gravísimo problema, como lo serán también los juicios laborales, que de no remediar antes, lo cierto es que se convertirán en la Inquisición que acabe con gran parte de los empleos y la planta productiva nacional. Hoy nos alargamos en espacio, pero los problemas lo requieren.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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Aunque sus seguidores evangélicos del PES le compararon con Caleb —no sé si por ignorancia o ambición, quizá por ambas cosas— lo cierto es que el tabasqueño se parece más a Jeroboam que a Caleb. De hecho no se parece en nada al segundo. Para aquellos lectores que el nombre de Jeroboam no les resulta conocido, se trata de un personaje de la Biblia, no precisamente de los héroes de la fe, al contrario, de la galería de los perversos y desviados.

En el entendido de que Dios no oculta los pecados de nadie, DE NADIE (los perdona al que se arrepiente que es cosa muy distinta), las Sagradas Escrituras relatan los hechos humanos sin retoque alguno. Revelan el mensaje divino al hombre caído que busca su sentido existencial, sí, pero también son la historia nacional del pueblo de Israel (lo que permite a todos los pueblos de la Tierra tener un parámetro de medición respecto a sus propios gobiernos).

    Hace tres milenios se inicia la monarquía en Israel. Su segundo rey fue el sabio y amado David, que además de ser ancestro de Yeshua (Jesús, quien algún día quizá no muy lejano recibirá el trono universal), fue un estadista en el estricto sentido de la palabra. Un gobernante que supo unir a las 12 tribus y aglutinarlas en armonía, trayendo paz y prosperidad; que estableció las fronteras de su país trayéndole estabilidad y respeto entre las naciones vecinas.

Por cuatro décadas Israel gozó de su reinado. A su muerte le hereda en el poder su sabio hijo Salomón, quien se aleja de la austeridad de su padre para enriquecer no solo al estado (como se entiende ahora) sino que permitió que la riqueza se creara y distribuyera sobre todas las clases sociales. Su reinado duró otros 40 años, que sumados con el gobierno de su padre son ochenta años únicos y gloriosos en la historia de ese país.

A su muerte hereda el reino su hijo Roboam, un príncipe formado entre lujos y entre sus pares (en el siglo XX se le hubiese clasificado de “junior”). Al inicio de su gobierno, entre las primeras protestas que recibe del pueblo, es una queja acerca de los altos impuestos. A ningún pueblo le gusta pagar impuestos (y menos cuando no se usan correctamente).

El joven monarca pide consejo a los ancianos de Israel, quienes con sabiduría le recuerdan que era mandatario (siervo), no dueño de sus súbditos: “Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, y respondiéndoles con buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre” (1 Reyes 12:7)

Pero como el joven rey Roboam parecía de Macuspana, es decir, no le gustaban los consejos de nadie y menos los que le resultaban ajenos a su visión ególatra, acude a sus amigos, los otros príncipes, que jóvenes y frívolos como él le aconsejan, no solo que les niegue la reducción de los impuestos, sino que se los aumente (1 Reyes 12:10-11).

    Y como en política los vacíos de poder pronto son ocupados, un líder rebelde de la época, un hombre carismático y popular llamado Jeroboam (que significa contra Roboam) se levanta y arma una revuelta que termina en guerra civil. El país se divide en dos partes: el reino del sur gobernado por Roboam (con apenas dos tribus bajo su mando) y el reino del norte bajo el poder del rebelde Jeroboam (con las restantes diez tribus).

Dios en su gracia y omnisciencia le había anunciado previamente a Jerobam que le iba a poner al frente de Israel, aunque también le advirtió con precisión y claridad cómo debía gobernar al pueblo. Pero como todos sabemos que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, Jeroboam se rebela también contra Dios (ya sabía el camino, estaba acostumbrado), entregándose a todo tipo de violencias e injusticias.

No siéndole suficiente el ser un pésimo rey, Jeroboam abre las puertas de par en par al paganismo y costumbres impías trayendo con ello decadencia para el reino del norte. Baste señalar que de todos los reyes que le sucedieron en el trono, no hubo uno solo bueno, todos malos, violentos, corrompidos y perversos (mientras que en el reino del sur hubo de todo: reyes buenos, malos y regulares).

Y como el poder lo enloqueciera, Dios le envía un mensaje por medio del mismo profeta que le había anunciado su llegada al trono (Ahías), lo cual sucede durante una visita que le hace la esposa del desviado e infatuado rey:

 

—“Ve y di a Jeroboam: Así ha dicho Yahwéh Dios de Israel: Por cuanto yo te levanté de en medio de mi pueblo, y te hice príncipe sobre mi pueblo Israel, y rompí el reino de la casa de David y te lo entregué a ti; y tú no has sido como David mi siervo, que guardó mis mandamientos…  sino que hiciste lo malo sobre todos los que han sido antes de ti…  te hiciste dioses ajenos… para enojarme, y a mí me echaste tras tus espaldas; por tanto, he aquí que yo traigo mal sobre la casa de Jeroboam… y barreré la posteridad de la casa de Jeroboam…” (1 Reyes 14:6-10).

 

Lamentablemente entre los seres humanos una de las cosas más difíciles es aceptar que nos hemos equivocado, peor aún, cuando hemos pecado. En lugar de dar paso a la reflexión y al arrepentimiento, la soberbia incita a la necedad, a la obstinación, cosa que sucede a Jeroboam por lo que intenta dañar al mensajero.

Igual o muy semejante ha sucedido con López Obrador. Dios le permitió durante su larga campaña recoger las inquietudes y cansancio de un pueblo fatigado por tanto corrupto (de todos los partidos, incluyendo a Morena, que no es otra cosa que el PRD remasterizado), qué crédulo le concedió su voto en las urnas. Un voto que no se ha visto recompensado en un buen gobierno, pues se trata a la manera de Jeroboam, de un simple monarca que sólo escucha su propia voz, de satisfacer sus deseos personales de poder e instintos políticos. Queda claro que no agradeció ni entendió cuando menos a la mitad de esos votos recibidos, pagándoles con un gobierno peor de los que habían padecido y cumpliéndole solo a sus fieles incondicionales.

Es tal su parecido con Jeroboam que el día 1º de diciembre de 2018, ya como presidente sale de Palacio Nacional y antes de cualquier cosa, sube a un templete en la Plaza de la Constitución y se arrodilla ante brujos para que le hagan una limpia. Ni Jeroboam se atrevió a tanto, su desobediencia y degradación  se fueron dando en el uso del poder. AMLO lo hizo en unas horas. El problema es que Jerobam arrastró con él el destino de las 10 tribus que gobernaba; igual cosa nos está sucediendo con López Obrador, está arrastrando a toda la Nación y varias de las tribus que conforman la Federación ya están cansadas a causa de sus pésimas decisiones y malos tratos.

     Es tal la ceguera de este Jeroboam posmoderno que con la pandemia que nos mantiene encerrados, la economía colapsándose y la salud del pueblo en gran riesgo (sobre todo de médicos y los que trabajan en hospitales y clínicas), López Obrador se atreve a pedir confianza para alargar otros 45 días el encierro, cuando él mismo dinamitó la confianza de los mexicanos al cancelar en una acción despótica e ilegal la construcción del nuevo aeropuerto capitalino (NAIM) tirando a la basura una verdadera fortuna que hoy nos hace falta.

Su incapacidad para aceptar sus muchos y continuos yerros, de distinguir los problemas y buscar soluciones efectivas, de entender que es presidente de TODOS los mexicanos y no solo de sus incondicionales, de ser capaz todos los días de ofender y agredir a cualquiera que no piense como él o no le aplauda sus continuos yerros (incluso disparates) le hermanan con Jeroboam. Almas gemelas se puede decir. Esperemos que AMLO detenga a tiempo su absurda carrera, se allegue a personas sabias y capacitadas que le orienten y ayuden a gobernar. Que despida a la horda de improvisados que ni saben ni solucionan nada, pues no es lo mismo andar en manifestaciones gritando consignas contra el gobierno, que ser el gobierno y resolver los problemas.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

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Espero que no me pase como hace 20 años. Hace dos décadas advertía a los lectores de mi columna (en ese entonces se publicaba en el Diario El Informador) que el candidato a la presidencia de México Vicente Fox era un hombre ignorante, mentiroso, blofero, torpe, carente de luces, incapaz para ocupar semejante responsabilidad. Por meses lo advertí, teniendo como respuesta todo tipo de ofensas, incluso hasta amenazas de muerte (lo cual nunca antes me había sucedido).

Lamentablemente todas las cosas que dije antes, durante, y al final de su terrible desgobierno se cumplieron, razón por la cual les di forma de libro: “EL HOMBRE QUE NUNCA DEBIÓ SER PRESIDENTE” (presentado en la FIL 2007).

Así que como sucedió hace dos décadas y debido a la terrible pandemia de CORONAVIRUS que padecemos, no solo veo a México sufrir en demasía, lo cierto es que todo indica que nos encaminamos hacia un nuevo orden mundial en el que nada volverá a la ‘normalidad’. Ni siquiera los ataques a las Torres Gemelas (11/Sep) tuvieron las consecuencias que esta peste dejará.

Y no se trata únicamente de la salud de los pueblos de la Tierra, que merced a la epidemia quedaron al descubierto la mayoría de los gobiernos, exhibiendo su mezquindad, negligencia, incapacidad y menosprecio por sus gobernados. Sus prioridades les mostraron ante sus pueblos como lo que son: simples ambiciosos de poder y riquezas. Su cortedad de miras no les permitió advertir a tiempo la plaga que pronto azotaría a sus pueblos de manera que no proveyeron lo que se necesitaría, como tampoco implementaron las medidas necesarias para bajar la intensidad de los daños. A tal grado llegó su incapacidad que apostaron a que algunos países trabajaran en la vacuna (que tardará un año cuando menos para estar lista) olvidándose de trabajar a manera de ya en la cura para la enfermedad. Hoy más que nunca se extrañan los Van Leeuwenhoek, Pasteur, Koch, Ross, Grassi, Roux, Behring y demás hombres de ciencia, hombres que para los gobiernos posmodernos son una carga para el erario (aunque dilapidan fortunas en publicidad electoral, viajes, debates, ruedas de prensa, foros, etc, etc) reduciendo el presupuesto para cultura, ciencia y salud, que en el caso de México han ido más lejos todavía cancelando los pedidos de medicinas, equipo y suministros, incluso cobrando a los pacientes servicios que siempre fueron gratuitos (en los hospitales y clínicas del gobierno).

La salud pues está siendo llevada a terrenos peligrosos. China, luego de salir de la cuarentena, ha sometido a sus ciudadanos a un estricto control tecnológico, de tal manera que su gobierno sabe al instante dónde se encuentran y cuál es su condición de salud (el coronavirus dio el pretexto ideal para el control), ejemplo que sin duda otros gobiernos implementarán bajo el pretexto de la salud.

Es un hecho que la pandemia está abriendo una caja de pandora, abriendo las puertas para un nuevo orden mundial en el que la economía quedará en el centro de los debates y decisiones. A partir de ya el hombre dejará de ser el centro de los cuidados y protección para sus gobiernos, en adelante será a la inversa. Los hombres quedarán para servicio y protección de sus gobernantes, las medidas tomadas por los gobiernos a causa de la epidemia tarde o temprano traerán pobreza y escases mundial; pobreza que será menospreciada e ignorada por los poderosos, cuya soberbia irá en aumento hasta que aparezca un gran líder mundial que los aglutine. Será un sujeto astuto y sagaz, capaz incluso de mostrar acciones que le exhiban superior al común denominador, lo cual acrecentará su soberbia hasta considerarse deidad (‘divo’ como les dicen ahora).

Los más atentos perciben y saben que las cadenas productivas, de distribución y venta no solo quedarán dañadas, ya están dañadas, hecho que se traducirá en un enorme desempleo, pobreza no vista en mucho tiempo y en violencia acrecentada. Lo cual ya es mucho decir si se toma en cuenta que en lo que corre del siglo XXI los delincuentes con y sin organizar han hecho cuanto han querido, recibiendo del gobierno impunidad total (en el caso de México).

    Así que el tema de seguridad será fundamental a partir de ya, más aun de lo que ha sido en los últimos años y la crisis que se avecina acrecentará la violencia y maldad de estos grupos (y de delincuentes solitarios) si los gobiernos no los someten al imperio de la ley.

   El mundo ya es otro, los tiempos ‘normales’ no retornarán, excepto por períodos cortos. Millones de personas estaban acostumbradas a vivir viajando. Entre los efectos de la pandemia de coronavirus es que no solo dejó varados a decena de miles alrededor del mundo que no podían retornar a sus países, también produjo casi de inmediato el cierre de hoteles e industria turística, afectando en gran manera la economía de los países y modificando hacia el futuro esa manera placentera de vivir la vida. En adelante las personas sabias y sensatas cuidarán mejor sus ingresos y no los arriesgarán por una satisfacción temporal que les deje sin dinero y con deudas.

Los alimentos son y serán otro de los temas prioritarios en la aldea global. Y mientras gobiernos obesos, ineficientes, incapaces e inútiles contra la cada vez mayor fauna delincuencial aprietan y asfixian a productores, distribuidores y comerciantes de alimentos, el sector se debilita(rá) ante la falta de apoyos y estímulos, acrecentando la pobreza y con ello aumentando el hambre de los pueblos y por ende la violencia. En el caso de México el actual gobierno ya ha negado los apoyos al campo, negación que se traduce en bajar la producción y encarecimiento de lo que comemos.

Finalmente y aunque hay muchos otros aspectos que esta pandemia modificará en el orden social, hay uno que cobrará especial relevancia: ¡La fe! Todos aquellos cuya fe era superficial, carente de los sólidos cimientos bíblicos y las doctrinas emanadas de la Escritura, se alejarán de Dios e incluso atacarán a los que antes consideraban sus hermanos. Los creyentes que tienen a Dios como centro de su vida, a Jesús su Hijo como su salvador y a su E.S. para darles fuerza y mantenerles firmes, incomodarán a muchos a causa de su cosmovisión y manera de vivir, siendo no pocos de ellos perseguidos y hostigados.

Abreviando, la pandemia que azota dejará al mundo un nuevo orden, no necesariamente mejor, al contrario, los más sabios entenderán que el ser humano al caer en el mismo pecado de Adán y Eva (independizarse de Dios) y haber pretendido iniciar la era grandiosa de la razón y el humanismo ateo, no solo quedó sin asideras espirituales y carente de sentido existencial, sino que legó a la mayoría en las nuevas generaciones un mundo nihilista y hedonista. Un mundo cuyo enorme ego fue derribado hasta el suelo por un bicho invisible que se coronó por encima de la soberbia humana (coronavirus), derribando al mismo tiempo su visión de las cosas y sus maneras de vivir, pero que dejará como secuela un nuevo orden mundial nada prometedor. Sin embargo para los espíritus inquietos y trascendentes el mensaje de la fe judeocristiana sigue siendo cierto, eterno, y absolutamente confiable. Un mensaje que podemos afirmar o conocer en estos días de encierro forzoso por medio de la Biblia ¿No lo crees así estimado lector? Dios bendiga a médicos, enfermeras y personal de hospitales y clínicas, todo nuestro reconocimiento y gratitud.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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