Opinión
Columnas

Solo un chiflado o con un pensamiento positivo radical puede ver a México en buenas condiciones, asegurar que las cosas marchan bien. Lamentablemente la realidad nos ofrece otros datos, dijera el actual presidente, actor principal en este caos, que le guste o no, acéptelo o no, se ha convertido en promotor voluntario (e involuntario) de este desorden y descomposición que padecemos en grado de metástasis; si es que antes no se hace algo para revertir las cosas.

    En tanto que decenas de millones de mexicanos voltean hacia Palacio Nacional en espera de que se haga algo para detener tanta violencia, tanta sangre derramada, sangre de mujeres, hombres, niños, de poner un alto a secuestros y desapariciones, al saqueo de trenes y paralización de vías ferroviarias, de someter a narcotraficantes y bandas de delincuentes; el inquilino López Obrador se limita a madrugar y a jugar al presidente, a hacer caras y gestos ante los muchos paleros que le ayudan a lucirse, a resolver con saliva gravísimos problemas que reclaman no de palabras, sino de soluciones a fondo dentro del marco de la ley, que dicho sea de paso, el uso de la fuerza pública y la acción de la justicia quedan dentro de este marco. Doloroso que se derrame sangre al implementar el estado de derecho, pero es parte de los deberes presidenciales y es preferible que se derrame la de los violadores de la ley, que la de ciudadanos inocentes (observantes de esa ley).

     El problema, y grave en gran manera, es que la mayor parte de los sectores de la sociedad, que entre todos formamos el CONTRATO SOCIAL, están contaminados, incluso desviados de su rol y deberes ¿Cómo podemos aceptar o entender a hombres que traen los pantalones de adorno, que se desobligan de su mujer e hijos, peor todavía, que engendran hijos y los dejan al abandono? ¿Si no les importan los más cercanos a ellos, les importará la suerte del otro ciudadano?

     Queda claro que el cáncer del egoísmo está haciendo un grave daño a la sociedad, mayor que el del posible contagio del coronavirus, que puede ser detectado mediante pruebas o análisis, mientras que el egoísmo basta con negarlo para que el mal continúe.

     ¿Qué país es este en el que gran sector de los maestros se comporta como maistros?, como verdaderos cavernícolas, vándalos expertos en robos de autobuses, camiones de reparto (con todo y mercancías), robo de cuotas en autopistas, gorilas depredadores capaces de destruir oficinas públicas con mobiliario y archivos, agregando en lo que corre del presente gobierno una nueva modalidad a sus muchos delitos (impunes todos): el bloqueo de trenes, provocando con ello pérdidas por cientos de millones a empresas, fábricas y comercios. En una palabra: dañando gravemente a los que trabajan y pagan impuestos en este país ¿Cómo entender que estos vándalos que se dicen educadores reciban puntualmente sus quincenas en el cajero automático, y los que producen con su trabajo honesto, además de no recibir la respuesta a sus reclamos de justicia, un estado feroz e implacable les embargue hasta las cuentas de cheques al atraso del mínimo pago de impuestos?

     ¿Qué país es este en el que los mejor preparados carecen de empleo o fueron despedidos al llegar el nuevo gobierno, en tanto que improvisados y pésimamente preparados ocupan altos de gran responsabilidad nacional?¿Cómo entender que un agrónomo dirija Pemex, un mecánico cuyo único mérito es ser amigo de AMLO se le designe para el programa “Sembrando Vida” (sin tener experiencia alguna en los asuntos forestales, como especies, clima, suelos, etcétera), un doctor en Ciencias Políticas al frente de la CFE, cuando el perfil reclama un ingeniero experto en esa materia. En fin, el actual gobierno ha hecho casi todo al revés.

     ¿Qué país es este en el que se persigue a los fumadores de tabaco como si fuesen criminales y a los que fuman droga (eso es la mariguana, DROGA) se desviven en legislar para que la fumen e incluso la cultiven sin ningún problema. ¿Acaso el humo del tabaco es perjudicial para la salud y el otro conlleva beneficios a los pulmones de los mexicanos?

     ¿Qué país es este en que la salud del pueblo ha dejado de ser importante para su gobierno?, un gobierno maniqueo, poblado de ignorantes e incapaces, que en lugar de detectar la corrupción y poner orden, prefirió cancelar todos los contratos y pedidos con los laboratorios farmacéuticos dejando sin medicamentos a los enfermos del país. Las muertes ya son muchas y las quejas incontables, aun cuando todas las mañanas se pretenda con saliva resolver el gravísimo problema

     ¿Qué país es este en que se roban niños, niñas, en que bestias disfrazadas de individuos son capaces de abusar sexualmente de estas inocentes criaturas? Peor todavía, asesinarlas o corromperlas llegando al extremo de hacerles objeto de la esclavitud sexual (en complicidad con redes traficantes; redes que el gobierno nunca ve ni nunca combate).

     ¿Qué país es este en el que personas, que se dicen mujeres, actúan como energúmenas destruyendo edificios públicos (que nos costaron a todos: ningún edificio, ni mobiliario, ni patrullas las compró funcionario alguno con dinero de su bolsa, es dinero de los contribuyentes). Todo ciudadano de bien estamos indignados y apoyamos a las mujeres; exigimos al estado que actúe de inmediato para protegerlas (y a los niños), pero no se puede exigir el imperio de la ley violando la ley, pues como advierten las Sagradas Escrituras “en lo que a otros juzgas a ti mismo te condenas”.

     ¿Qué país es este que un comando de bestias sin entrañas es capaz de asesinar a un grupo de madres con sus hijos? ¿Qué país es este en que el gobierno restó importancia al hecho y a varios meses de distancia no ha aclarado la razón de semejante masacre de inocentes ni rendido cuentas de su actuación?

     ¿Qué país es este en que los jueces dejan libres a los pocos delincuentes que la policía logra detener, propiciando una IMPUNIDAD DEL 99 POR CIENTO? ¿Qué país es este en que las mujeres se ven obligadas a encerrarse en sus casas por un día para que el gobierno atienda la ola de violencia criminal desatada en contra de ellas? ¿Acaso los gobernantes son de probeta? ¿No pueden entender sus reclamos, carecen de toda sensibilidad, no podrán implementar medidas urgentes de protección y cambios inmediatos en sus denuncias y atención a víctimas (para evitar que otro estúpido en el M.P. las humille y las vuelva a victimizar) ¿No podrán crear un cuerpo policiaco especializado para la prevención de este delito?.

     ¿Qué país es este en el que parece que todos están contra todos, en el que su presidente se dedica todos los días a dividir al pueblo (en lugar de unir y resolver los problemas nacionales), en el que a los delincuentes se les ofrecen abrazos y los ciudadanos pacíficos reciben balazos, baste decir que 100 son asesinados todos los días. Sería muy sano y benéfico reconocer que se le ha dado la espalda a Dios y que gobierno y pueblo, en ese orden, reconozcamos cada quien nuestra parte en el Contrato Social, sería el inicio de un retorno al orden ¿No lo cree usted?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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La postura que guarda el presidente López Obrador contra todo aquel ciudadano que no esté de acuerdo con sus políticas públicas no solo es absurda e insostenible, resulta además ofensiva y anti republicana, ajena a un mandatario decente y democrático. Atreverse a declarar cosas como la siguiente le desnuda de cuerpo entero, exhibe su miseria moral e intelectual:

 

“Callaron como momias cuando saqueaban y pisoteaban los derechos humanos y ahora gritan como pregoneros que es inconstitucional hacer justicia y desterrar la corrupción. No cabe duda de que la única doctrina de los conservadores es la hipocresía. Son como sepulcros blanqueados” (publicado en su cuenta de twitter el 20/abril/2019).

 

     De entrada obliga la aclaración de varias cosas y puntos. En primer orden y debido a que AMLO no para de decir que es de “izquierda” habrá de refutarse su afirmación. Será anarquista, fascista, aprendiz de dictador o lo que él mismo habrá de descubrir y aceptar, pero de ninguna manera izquierdista. Queda claro que su pobre formación intelectual no le permite entender el término, mucho menos las implicaciones históricas e ideológicas que esto implica.

     En segundo término existe la necesidad de explicarle al ególatra mandatario lo que es y significa el término conservador, lo cual no implica de manera alguna hipocresía, pues en todas las corrientes ideológicas y posturas políticas hay hipócritas, ya que es un asunto de actitud y doblez moral interior.

    Actitud difícil de descubrir debido al muro que la persona antepone para que se desconozca su verdadero pensamiento. A eso se refirió el poeta inglés John Milton con absoluta precisión cuando escribió: “…porque ni el hombre ni el ángel pueden distinguir la hipocresía, único mal que en el Cielo y en la Tierra pasa invisible para todos menos para Dios“ (El Paraíso Perdido, Limusa, 1987,pág. 65).

    En realidad lo que el presidente ha hecho casi todos los días a los que no pensamos como él (éste periodista y escritor se suma a la lista) es ofendernos,sin asistirle la razón, y mucho menos su deber y posición que le obliga al respeto para todos sus gobernados. Resulta absurdo y reprochable que para los delincuentes ofrezca respeto y para los ciudadanos observantes de la ley, pero que no piensan como él, les haga todos los días objeto de sus ofensas y desprecio.

    Intentando poner las cosas en claro, permitamos que la Real Academia de la Lengua Española intervenga con su definición: conservador: en política, especialmente favorable a mantener el orden social y los valores tradicionales frente a las innovaciones y los cambios radicales”.

     Si aplicamos tal definición a nuestro país, pedir que se mantenga la democracia y se aplique el estado de derecho, no se entiende porque molesta tanto esto al actual mandatario y lo califica de conservador, ¿será acaso que trae en mente cambios radicales ajenos a la democracia y vida republicana que venimos pidiendo y exigiendo la inmensa mayoría de los mexicanos desde hace muchos años? De ser este el caso entonces sí se aplica lo de conservadores, pues queremos que nuestra democracia mejore y la impunidad que tanto daño nos ha estado haciendo durante todo el siglo XXI pero que se ha acrecentado en la segunda década se acabe, que retorne el estado de derecho. Si lo que López Obrador pretende son cambios radicales populistas al estilo Chávez y Maduro ciertamente somos conservadores, pero como lo define la Real Academia de la Lengua Española; no como él lo utiliza para ofendernos desde su púlpito divisionista y maniqueo en Palacio Nacional.

    Agreguemos estas declaraciones y frases para que si el presidente las lee, nos haga saber su opinión personal (semanalmente le es enviada esta columna, tanto a él como en su momento se hizo con los presidentes en turno):

 

“Acostumbrado a imponer su caprichosa voluntad a seres envilecidos que se filian en los partidos por especulación, cree encontrar en nosotros, con el amago del destierro perpetuo, una sumisión que nos degrade. Preciso es, pues, hacer entender (al presidente) que para nosotros no hay fuerza, no hay pena bastante que nos obligue a reconocer como legal y justa su arbitraria e inmoral administración”.

 

“Aunque yo no ejercía ya mando ninguno… fui sin embargo perseguido, no solo por los revoltosos que se apoderaron de la administración pública… Ambiciosos vulgares que se hacían lugar entre los vencedores… No tenían principios fijos ni la conciencia de su propia dignidad y por eso procuraban siempre arrimarse al vencedor aunque para ello tuvieran que hacer el papel de verdugos”.

 

—“El primer gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley; la felicidad común debe ser su norte, e iguales los hombres ante su presencia, como lo son ante la ley; sólo debe distinguir al mérito y a la virtud para recompensarlos; al vicio y al crimen para procurar su castigo”.

 

    ¿Qué conservador fue autor de semejantes cosas, qué hipócrita o sepulcro blanqueado se atrevió a escribir y pedir castigo para los criminales? ¿Acaso para él no hay derechos humanos para los delincuentes, para los que secuestran autobuses y choferes, para los que toman casetas de autopistas y roban las cuotas, para los que saquean los ductos de gasolina de Pemex, los que secuestran, los que asesinan un centenar de personas a diario, los que bloquean las vías de ferrocarril impidiendo el paso de trenes y paralizando fábricas y manufacturas con daños multimillonarios, los que asesinan niños y mujeres, los que envenenan con drogas a jóvenes y niños cegando su futuro, los que extorsionan a diario a medianos, pequeños y micro comerciantes?

    ¿Ya sabe quién escribió todo esto señor presidente? Fue el Presidente Benito Juárez, un hombre que de acuerdo a como usted entiende la palabra conservador era un CONSERVADOR DE PURA CEPA. Será bueno en todo caso, y como acostumbra decir usted ¡con el debido respeto! que reconsidere su actitud belicosa y ofensiva y entendido el significado de las palabras y de la enorme responsabilidad que ha aceptado, cambie de actitud y en lugar de escuchar a sus cortesanos, lea la Constitución y se allegue personas probas y preparadas que le ayuden a tomar el rumbo republicano y a imponer un auténtico estado de derecho (y se acabe tanta impunidad).

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Los mexicanos nos encontramos en una situación verdaderamente difícil, adversa, con un gobierno integrado por fanáticos, de escasas luces y poca capacidad, con un líder ególatra hasta lo irracional, grosero y agresivo contra todo lo que le resulte contrario, incapaz de analizar y aceptar sus errores. Y por si no fuera suficiente, una fauna criminal mantiene bajo terror a la inmensa mayoría de los mexicanos.

      Criminales, derramadores de ríos de sangre para los que el gobierno actual les ha ofrecido abrazos, no balazos. Y se los ha cumplido. Al chapito lo abrazó y lo soltó, como les ha cumplido también a las decenas de miles de asesinos cuyos crímenes cometidos permanecen impunes (en un 99 por ciento), igual les ha cumplido a secuestradores, contrabandistas de armas, narcotraficantes de todos los niveles, asaltantes, extorsionadores, ladrones de casas, asaltantes de negocios, personas, camiones de carga y todos los etcéteras que usted quiera. Para toda la fauna criminal los abrazos, ¡claro, son personas y hay que respetarlas, dice el presidente López Obrador!, mientras que los balazos los reciben los ciudadanos honrados, pacíficos y trabajadores, los que pagan impuestos y sostienen al gobierno. Un promedio de cien mexicanos por día reciben los balazos y mueren, de lo cuáles noventa y nueve no recibirán justicia alguna por el estado y sus muertes quedarán impunes.

     Ante esta reprobable e insostenible situación muchos mexicanos nos preguntamos y nuestras preguntas reclaman respuesta:

 

¿Para qué queremos un Ejército Mexicano que no detiene ni combate a los asesinos y delincuentes, que es burla y objeto de escarnio y agresiones por poblaciones enteras corrompidas, dedicadas al narcotráfico, secuestro, robo de gasolinas (el huachicol es tequila o mezcal adulterado de la peor clase), robo de trenes, etcétera.

     Un Ejército al que su supuesto comandante permite que cualquier turba le humille a sus soldados y oficiales, los golpee, ofenda, y por si fuera poco, le ha desviado de sus deberes para convertirlos (y humillarlos) en albañiles. No que tal oficio sea humillante, de ninguna manera, sino que políticamente se les ha encomendado a tareas que no les competen y para las que hay miles de constructoras en el país que pueden hacerlo y que están sin trabajo actualmente, de manera que ponerlos a trabajar en eso conlleva una humillación política ¿Para qué queremos y para qué nos sirve a los mexicanos un Ejército humillado, incapaz de protegernos de los criminales y desviado de sus tareas trabajando en otras que no le corresponden?

 

¿Para qué queremos una Guardia Nacional que nos cuesta a los mexicanos una cantidad estratosférica, si el país se encuentra cada vez peor, si la fauna criminal campea y señorea en el país de frontera a frontera y de costa a costa y tal cuerpo es en la práctica un simple ornamento público limitado a pasear por las calles en camiones para aparentar que vigilan. La impresión que causan a muchos ciudadanos es que solo están sirviendo como ejército personal del presidente, y que como se aprecia, se intenta a través de este debilitar y suplir en un futuro al Ejército Mexicano. Quizá no sea así pero esa es la imagen que están ofreciendo.

 

¿Para qué queremos cuerpos de policías estatales y municipales si en la mayor de las veces no detienen más que a borrachitos, que solo sirven para amontonarse con patrullas y poner listones luego de algún crimen (claro, ya que se fueron los asesinos), aparentando que ‘trabajan y sirven’ cuando lo cierto es que su trabajo no justifica las enormes cantidades que se cubren de nóminas y su servicio a la comunidad es muchas veces cuestionable si se toma en cuenta los resultados. Policías que le aconsejan a las víctimas de muchos delitos que mejor no denuncien, que solo van a perder el tiempo, que no les gusta rendir el informe cuando por buena suerte logran detener a alguien, ya que al no saber elaborar el papeleo (o hacerlo intencionalmente mal), los delincuentes son liberados de inmediato por jueces corruptos (corrupto no solo es aquel que recibe dinero ilícitamente, lo es también aquel que no cumple los deberes propios del cargo, que no es otro que hacerle justicia al ciudadano agraviado) ¿Para qué queremos policías inútiles y de adorno, que incluso en no pocos casos están coludidos con los incontables grupos criminales que a causa de la impunidad se han multiplicado como hongos, para qué?

 

¿Para qué queremos un poder judicial federal y los estatales si su compromiso es con los criminales o con ideas legaloides ajenas a la justicia, ajenas al dolor y daño cometido en agravio de los ciudadanos afectados y sus patrimonios. Jueces y personal de juzgados que ganan un dineral y cuya función en la práctica es jugar al juzgador, pero sin impartir verdaderamente justicia a un pueblo, el mexicano, largamente agraviado, adolorido, ensangrentado, saqueado, engañado, humillado y sin obtener justicia alguna; mucho menos recibir reparación del daño  ¿No sabrán distinguir acaso los señores jueces si hay un delito o no, o lo importante únicamente es que hayan detenido a los asesinos y delincuentes en el momento del ilícito? ¿No podrán entender, o es muy difícil hacerlo, que no hay asesino ni delincuente alguno que avise a la policía la hora y lugar de su futuro ilícito? ¿Será muy difícil examinar la averiguación (eufemísticamente ahora llamada carpeta de investigación) y con criterio jurídico propio de un juzgador y pensando en la víctima(s) resolver en favor de estas, antes que en el delincuente?

De continuar así las cosas ¿Para qué queremos jueces que solo velen por sus sueldazos y prestaciones y no para impartir justicia y proteger a las víctimas?

 

—Finalmente: ¿Para qué queremos una República si en el presente padecemos un presidente que actúa como monarca y los virreyes se someten humillados ante sus exigencias? Un absolutista que rechaza toda crítica, que quiere tener a todo el pueblo, es decir, A TODOS LOS MEXICANOS aplaudiéndole y quemándole incienso a su enorme ego, considerando enemigos (lo cual es impropio e inaceptable en un presidente), conservadores, fifís, y cuanta ofensa se le ocurra en el momento a todos los que no pensamos como él, pero que somos mexicanos y amamos a nuestro país con el mismo derecho que él, que en lugar de unirnos, trabajar y protegernos a todos se dedica todas las mañanas a entablar una guerra verbal; en lugar de combatir con todas las fuerzas del estado a los delincuentes y trabajar por la estabilidad del país, por crear confianza para las inversiones, por un clima de legalidad, entendimiento y respeto entre gobierno y sociedad, de respeto y orden entre los poderes, por hacer que las instituciones públicas, como es el Ejército Mexicano cumplan sus deberes con el apoyo total del estado, se dedica a desunirnos. ¿Para qué queremos y para qué nos sirve una República de mero membrete?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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Nos encontramos sumidos en el pantano de la manipulación, de los escándalos cotidianos (como es el caso del avión presidencial: que ni Obama lo tenía, lo cual no es cierto, que lo iba a vender, aunque se debía, que nadie lo quiso comprar, que se gastó una millonada nomas por estar estacionado en California, que lo iba a rifar, que siempre no, que una coperacha para comprar medicinas supuestamente con el pretexto de la no rifa del avión, etcétera, etcétera), de las mentiras, de la simulación, pero sobre todo de la incapacidad y la inacción gubernamental.

     El país se hunde día tras día en el deterioro económico, en un mar de violencia cada vez más sangriento, en un caos social en el que la falta de orden y legalidad han permitido que todo salga de control, en una intolerancia colectiva cuyo lenguaje parece salido de las experiencia de Babel pues nadie parece entenderse, donde la ley es letra muerta y cada quien hace lo que se le viene en gana, de manera que destruir vidas y patrimonios ajenos (públicos y privados) son cosa de todos los días sin que el gobierno mueva un dedo. Si acaso atender los asuntos de mayor relevancia en los medios.

    Para desgracia nuestra quien debiera ser el responsable de poner orden y ejemplo en el País, de hacer valer el estado de derecho y hacer todo lo posible para crear y alentar las inversiones privadas y unir a los mexicanos; en el año y meses que tiene como presidente se ha dedicado a destruir, dividir y empobrecer el país, aunque él considere y diga lo contrario.

     Poseedor de una personalidad ególatra hasta la irracional, todos los días se levanta para dañar al país, para dividir a los sectores sociales, para atacar a la prensa que no le quema incienso y a los mexicanos que no piensan como él. Incapaz de cuestionarse, ajeno absolutamente a la autocrítica, declara con dogmatismo sus puntos de vista acerca de los problemas nacionales, que por cierto, aborda apenas unos pocos; la inmensa mayoría de ellos los ignora (en todos los sentidos).

    Cuando se siente confrontado con la realidad, con los hechos concretos y fundamentados, en su absurda postura indefectiblemente asegura ‘tener otros datos’, lo cual recuerda la anécdota del senador demócrata por Nueva York, Daniel Patrick Moynihan, quien al acorralar a un colega ante el muro de los hechos, el hombre —a la manera de López Obrador— se defendió diciendo:

 

“Bien, puede que no estés de acuerdo conmigo, pero tengo derecho a tener mi propia opinión”. Sin embargo nunca esperó la lapidaria y confrontadora respuesta de Moynihan: “Tienes derecho a tener tu opinión, pero no tienes derecho a tener tus propios hechos”

 

     Lamentable, en verdad lamentable, que el presidente tenga a diario sus propios hechos. Su opinión siempre será respetable, lo cual no significa que le asista la verdad. La verdad es la verdad y esta tiene que prevalecer. Para eso debe de contar con asesores capaces y sabios que le ayuden en sus tareas, no de oportunistas o cortesanos ignorantes que solo le den la suave y alejen a su jefe de la realidad y de la presidencia, convirtiéndole de facto en un dictador en ciernes.

     Los muros de Palacio Nacional se han convertido en un castillo medieval al que nadie se puede acercar. El foso infestado de cocodrilos, ya sea de guardias que impiden la entrada a los que no saben quemar incienso, o de las legiones de guardias cibernéticos dispuestos a ofender y destruir la reputación de cualquiera que se atreva a cuestionar a su líder (que no se comporta como presidente institucional ni constitucional) le han aislado, transformándole en un autócrata que no quiere ver los problemas nacionales. Un líder aislado que solo tiene ojos para los grupos indígenas y aquellos a los que puede regalar dinero público (para comprar su conciencia y simpatía) pero que al no ver los enormes y terribles problemas nacionales tampoco hace nada para resolverlos.

     En toda democracia existe un CONTRATO SOCIAL enmarcado dentro de la Constitución y demás cuerpos de leyes. En el caso de nuestro país y si se toma en cuenta a la ensoberbecida criminalidad que mantiene aterrados a los mexicanos (con la anuencia e impasibilidad del gobierno lopezobradorista que ofrece a los delincuentes abrazos no balazos), la advertencia de Rousseau es obvio que no se conoce, muchos menos se considera: —“Todo malhechor, al atacar el derecho social, se vuelve por sus delitos, rebelde y traidor a la patria; deja de ser miembro de ella al violar sus leyes; e incluso le hace la guerra”. Rousseau va más allá, incluso, describe y señala la impunidad como fracaso del gobierno: “En un Estado bien gobernado hay pocos castigos… porque hay pocos criminales: el gran número de crímenes asegura impunidad cuando el Estado decae” (El Contrato Social, Capítulo V).

     El vergonzoso y denigrante espectáculo de la semana pasada en Palacio Nacional es una muestra patética del gobierno de López Obrador, de su personalidad recalcitrantemente ególatra, de su expresión pública y malsana de un poder mal entendido. Invitar a los grandes empresarios del país a cenar tamales de no sé qué cosa (en Jalisco no existe esa comida) y atole, y sacarles bajo presión 1,500 millones de pesos para ‘comprar medicinas’ no es otra cosa que una extorsión desde el poder. Una exhibición grotesca e innecesaria de quién tiene el poder político en México.

     No se puede ni debe pasar por alto que solo de enero a agosto del año pasado (2019) hubo un subejercicio presupuestal de $ 232 mil 100 millones de pesos. Es decir, dinero presupuestado para medicinas lo hay, lo que no hay es capacidad del gobierno para implementar los programas públicos. En otras palabras: hasta para gastar hay que tener la inteligencia y la capacidad necesarias, pues una cosa es criticar y marchar en las calles vociferando contra el estado, y otra muy distinta ser el estado y resolver los complicadísimos problemas de toda una Nación.

     El presidente y su gente (que no parece gabinete) si realmente aman un poco a México, y no solo el poder que les tiene ensoberbecidos, deberán hacer un alto, entender que ganaron unas elecciones, que no compraron un país con todo y habitantes. En un necesario acto de sinceridad y valor escuchar otras voces y ser capaces de auto evaluarse, de aceptar y entender que deben de gobernar para todos los mexicanos y no solo para sus incondicionales, de aceptar y entender que un presidente no puede ni debe tener adversarios, que su función es gobernar para todos y resolver los problemas de todos, hayan o no votado por él, le acepten o le rechacen.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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