Opinión
Columnas

Las afirmaciones del presidente López Obrador ante una reportera que le confrontó el pasado lunes (24/Junio) en Quintana Roo, además de descubrirle ante todos los mexicanos, obliga un análisis serio de su cuestionable moralidad. El se dice cristiano, sin embargo, sus hechos dicen lo contrario. Basta recordar que el 1º de diciembre en el Zócalo se arrodilló ante brujos para que le hicieran ritos paganos y ‘limpias’ cuando todo verdadero creyente sabe que tal cosa es abominable ante los ojos de Dios (Deut 18:10-12).

     Sorprendido por la valiente reportera, que dicho sea de paso le mostró la realidad violenta en esa zona del país, esa realidad que todos los días rechaza porque él tiene otros datos, AMLO se atrevió públicamente a resumir su moralidad, claro, desde su personal punto de vista: “Yo no digo mentiras y siempre hablo con la verdad… tengo tres principios: no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”.

     Ocioso resulta decir que desde el campo bíblico ninguno de sus principios se ajusta a sus hechos. Sus acciones muestran otra cosa. Durante toda su larga y costosa campaña mintió repetida y cotidianamente al ofrecer cosas que sabía que no podía cumplir, y quien no miente, dice la verdad en campaña y en todo tiempo ¿De dónde sacó el dinero durante 18 años de campaña viajando todos los días a lo largo y ancho del país? Eso costó muchos millones de pesos, cientos de ellos, y que se sepa, nunca ha trabajado en nada.

    Para obtener el triunfo electoral mintió a unos y otros para ganar simpatías y voluntades, capaz de juntar incluso agua y aceite. Alfonso Romo es una muestra de lo que se afirma. Utilizó a este empresario para ganar parte de ese sector y darles aparente tranquilidad, sin embargo, una vez en el poder además de avergonzarlo repetidamente y en público, ha mostrado —como siempre— su desprecio por el empresariado, por los ‘fifís’ que producen empleos y riqueza nacional. Robando de alguna manera con sus acciones que este sector deje de invertir y con elloque nuevos empleos sean creados. En su mente limitada y maniquea todo es blanco (como él se cree) o todo es negro, como sus ‘adversarios’ conservadores. En su mente confusa no existen los tonos grises ni los colores intermedios.

     Mintió al cancelar el NAIM puesto que 700 mil personas que salieron a votar en la farsa que implementó para justificar su oposición a una obra tan importante y necesaria, ese grupo no representó nada que no fueran sus deseos personales. México tiene más de 120 millones de ciudadanos y esos 700 mil no representaron nada, mintió pues al decir que ‘el pueblo bueno había decidido’. Un puñado de incondicionales no puede decidir por todos los mexicanos.

     Mintió al decir que la mejor opción para el nuevo aeropuerto son las instalaciones militares de Santa Lucía, ya que además de no ser cierto, de no contar con estudios ni el aval de la aviación internacional, destruiría un conglomerado militar estratégico y demasiado valioso en todos los órdenes. Queda claro que su repudio al orden, al crecimiento económico del país y a los proyectos que su limitada inteligencia no comprende (igual se señaló desde este espacio con Vicente Fox) le impiden aceptar otras cosmovisiones, reconocer que hay personas más inteligentes y preparadas que él. No se diga en otras áreas de las que la mayoría desconocemos.

     Pero, qué se puede esperar de AMLO si esta semana exhibió su reducida concepción de las cosas al declarar que “No crean que tiene mucha ciencia el gobernar…” (26/Jun/2019). Se necesita demasiada candidez, cinismo o desconocimiento casi absoluto del tema para atreverse a decir cosa semejante. Sobran dedos de la mano de una sola persona para contar individuos que tengan la capacidad, temple, visión, conocimientos e inteligencia para gobernar un país tan complejo como México. Al asegurar lo anterior el actual presidente derribó sus tres principios, cayeron como fichas de dominó alineadas.

     Mintió deliberada y dolosamente el presidente al nombrar y apoyar para cargos de representación social a individuos con cuentas pendientes con la justicia, como es el caso de Napoleón Gómez Urrutia, la comandanta Nestora (acusada de secuestros) y muchos otros que exhiben la falsa ética del titular del poder ejecutivo.

     Mintió el presidente al afirmar que en su gobierno ya no había asesores (25/Jun/2019), cuando tan solo en Pemex tiene más de 155 con muy altos sueldos, y muchos de ellos no tienen la menor idea de cómo se extrae el petróleo, como se refina, comercializa, etcétera. Bastará decir que muchos de estos aviadores, perdón, asesores, trabajaban en el gobierno de la ciudad de México.

     De hecho, casi todos los días miente en sus aburridas conferencias mañaneras, en la que su ego es el centro de todo lo que ocurre. Si alguien se atreve a confrontarlo con sus mentiras o desinformación, López Obrador sale indefectiblemente con que él tiene otros datos. Jamás reconoce sus yerros o su mala información. Queda claro que en el tiempo que asistía a la iglesia nunca se dio tiempo (como le sucedió en la UNAM) para estudiar la Biblia, pues en este libro eterno se advierte: “El que encubre su pecado no prosperará; Mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Prov 28:13).

    Mintió al pueblo y lo traicionó, al apoyar a los vándalos de la CNTE, mafia delincuencial que además de impreparada e incapacitada para instruir a los niños en el camino de una educación adecuada, su único móvil son los dineros públicos y el poder, para lo cual la toma y robo del peaje de casetas, robo de camiones y mercancías, bloqueo de vías de ferrocarril (para obstruir el paso de mercancías y entorpecer la economía nacional), destrucción y quema de edificios públicos y mobiliario y demás actos delictivos, son apoyados y premiados por el presidente, tan es así, que esta semana fueron reinstalados los ignorantes que no aprobaron o se negaron a ser examinados. Para ellos todo el apoyo, para los niños condena a la ignorancia, la negación a una educación de calidad que les permita abrirse paso en la vida. Pero, ¿se podía esperar otra cosa de quienes han hecho del desmadre, las manifestaciones y el chantaje político su modo de vida?

     Pero, sobre todo, mintió delante de Dios y de los hombres al contender por un cargo de tantísima responsabilidad para el que ni estaba preparado ni tiene la capacidad. Dicen las Sagradas Escrituras al respecto “que nadie tenga un concepto más alto de sí mismo del que debe de tener, sino que piense de sí con cordura” (Rom 12:3). Lo dicho: sí miente y ha mentido el presidente.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

Tiempo de lectura: 5 min

En los últimos años se ha hecho popular cierta frase: “¡venimos al mundo para ser felices!”, ¿En verdad para eso venimos? Y aunque legiones de hedonistas con ayuda de algunos comunicadores y las redes sociales, aseguran y machacan cotidianamente este deseo, lo cierto es que carecen de sostén alguno, ya que el tema, además de profundo y trascendente, amerita una reflexión seria y adecuada. No es sobrado decir que con la vida no se juega, es necesario tener respuesta a las grandes preguntas que todo ser humano se debe hacer: 1) ¿Saber quién eres y qué estás haciendo en el mundo?, 2) ¿Saber hacia dónde te diriges?, 3) ¿Si hay Dios y eternidad, cómo te vas a enfrentar ese día?

     Cuando se observa a jóvenes que por ‘diversión’ se avientan desde una montaña con alas de tela, o en bicicleta por diminutos senderos en medio de profundos precipicios rocosos, que se lanzan amarrados de una liga desde un puente, o cruzan caminando entre dos rascacielos o dos montañas en una delgada cuerda, queda claro que no tienen la menor idea de su sentido existencial. Sus diversiones con marcados tintes suicidas dejan en evidencia su desapego a la vida, su vacío interior, aunque la envoltura de su ‘diversión’ diga que son felices.

     De entrada habrá que establecerse qué es felicidad. Porque los promotores de esta idea en realidad tratan de decir que: “¡venimos para divertirnos y pasarla lo mejor posible!”. Su deseo no está mal, el problema es que es una utopía, un deseo alejado totalmente de la realidad y del significado de lo que es felicidad. Confunden el instante con el día completo.

      La vida de principio a fin lleva consigo otros temas en el bagaje: dependencia de los padres, educación y formación, corrección y disciplina (aspectos que en conjunto hacen del individuo un ser sociable, adaptado a su entorno y sometido al imperio de la ley por cuanto ha pasado el proceso), así como capacitación laboral o estudios superiores, para finalmente trabajar para ganarse el sustento de una forma honesta. Sin olvidar que entre todas las etapas ya referidas la enfermedad, el dolor, y la adversidad, pueden presentarse y cambiar en un instante las condiciones de vida de la persona.

     Continuémos. De contar con una sólida formación, el individuo pasará a la siguiente fase que es la formación de una familia; decisión que trae aparejada un gran número de obligaciones y responsabilidades que harán que su vida personal pase a un segundo plano, mientras que su esfuerzo (movido por el amor) se concentrará en favorecer a su familia. ¿Un esposo que trabaja para sacar adelante a su mujer y a su(s) hijo(s), cuyo esfuerzo, dinero, tiempo y dedicación son para los suyos es infeliz?

      Porque es un hecho que a mayoría de las personas (pensando en la mayoría de los mexicanos) no pueden viajar como lo hacen los artistas, celebridades, e individuos de clases pudientes. Los que venden esa idea de “se vive para ser feliz” (felicidad que asocian a viajes, placeres, dinero, fiestas, etcétera) además de ilusos, se exhiben indolentes ante una mayoría que vive de otras maneras.

      Para estos ‘felices’ sin descanso, decenas de millones de mexicanos son infelices a lo largo y ancho del país. No pueden viajar a Europa ni a otros destinos en el extranjero, no viven para planear su próximo ‘tour’, ni para transitar de reunión en reunión con los amigos, mucho menos estrenar autos exclusivos ni comprar las marcas de moda. Así como entienden ellos la vida no, definitivamente no son felices. Unos se levantan de madrugada para subirse al transporte público padeciendo a diario incomodidades e incluso asaltos, en su trabajo tienen que construir, conducir, pintar, cargar, archivar, lavar, cocinar, atender, barrer, etcétera, etcétera.

     Ni qué decir entonces de los millones de enfermos, que ya sea en hospitales, clínicas, asilos o en sus propias casas por no contar con los recursos para una mejor atención, ni son felices ni nunca lo han sido. ¿Esto es así? Por supuesto que no, un gran porcentaje de estas personas tienen una cosmovisión que aunque sencilla, está anclada en milenarias raíces heredadas de generación en generación y nutridas por la fe judeocristiana (aunque a los ateos posmodernos no les agrade la realidad).

     Sin embargo, estos millones de personas saben ser felices aun en la pobreza o en sus limitaciones por cuanto su alegría interior no es cuantificable en pesos ni medible por los estándares de consumo.

     Cuán feliz (sinónimo de satisfecha) se siente la madre que dedica y ha dedicado años y más años al cuidado de los suyos, que se ha negado a los placeres que ahora se venden como felicidad, sabiendo que en su renuncia a muchas de esas cosas sus hijos han sido protegidos en su salud, formados en sus principios y cubiertos con una educación media o superior que les permitirá abrirse camino en la vida. Quizá no conozca el gimnasio y su cuerpo no se parezca en nada al de su juventud, pero esa felicidad del deber cumplido, que no es otra que el amor volcado al prójimo, nadie se la puede quitar, aun cuando ya comience a esconder su sonrisa entre arrugas prematuras.

    ¿Qué felicidad puede tener el trailero o el conductor de autobús foráneo cuando recorre el país trasladando mercancías o personas? Ni son sus mercancías ni tampoco andan paseando a su familia, pero pregúnteles acerca de su trabajo y le dirán que a pesar de todos los problemas son felices. Y lo son porque esa es su vocación (servir), y al cumplir con el rol que le vida les ha asignado en la comedia humana, la felicidad se convierte en el fruto del deber cumplido.

     Querer, pues, “vivir para ser feliz”, además de absurdo es imposible, al menos si se confunde el hedonismo con la felicidad, que en la mayoría de los casos (la felicidad) se da en las acciones cotidianas, en el cumplir con los deberes de manera entregada, en tener una vida interior satisfecha pues como decía San Agustín “hay un vacío en el corazón del hombre que solo puede ser llenado por Dios”. Quizá sea este el punto focal, dado que a la inmensa mayoría en las nuevas generaciones no se les ha aportado el conocimiento de Dios y de la fe, asunto al que si le agregamos los escándalos de los líderes religiosos (que no son siervos de Dios sino negociantes que sirven de tropiezo, que ni entran ni dejan entrar).

     Jesucristo dijo que “la felicidad del hombre no está en la cantidad de bienes que posee”. De mucha ayuda será para quienes desean esa falsa felicidad, que hagan un alto en su propósito de vida y revisen en una introspección (sin faltar obviamente la ayuda espiritual) su realidad y aquello con lo que han sido provistos, pues quizá, y como en el viejo cuento ruso de “El pájaro azul”, la felicidad que han estado inútilmente buscando fuera se encuentra en casa, en la familia y en su Creador, que dicho sea de paso, es el único que concede verdadero sentido existencial.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

Tiempo de lectura: 6 min

Durante dieciocho años la persiguió, su obsesión enfermiza por hacerse de la presidencia de la República carece de antecedentes, al menos del siglo pasado a la fecha. Limitado de capacidades para tan alta responsabilidad, aunque sobrado de ego, Andrés Manuel López Obrador supo cómo llegar a varios millones de mexicanos que jamás hubieran votado por él, pero que la violencia, la criminalidad desbordada y la indiferencia de los gobiernos en sus tres niveles, lograron hacerlos caer en su oferta política.

     El 2 de julio de 2018 ganó las elecciones, y el 1 de diciembre de ese mismo año tomó posesión de tan alto encargo, responsabilidad para la que desde el primer día demostró no contar con la estatura política requerida. Su limitada formación, su corta visión de estado y su confusa y cuestionable moralidad le exhibieron de inmediato.

    Su primer resbalón lo cometió desde el inicio al cancelar de manera absurda y suicida (política y económicamente hablando) el NAIM, argumentando para su decisión que había corrupción. Pasando por alto que ya se habían invertido en el mega proyecto cientos de miles de millones de dineros públicos, y si había detectado corrupción, bastaba con detener y procesar a los corruptos que delinquieron. Pero no cancelar una obra que además de necesaria, detonador de procesos económicos, de pasó ancló su figura en el mar de la desconfianza, ahuyentando las inversiones foráneas y locales.

     En su limitada visión de estado, puso a sus incondicionales a que ‘votaran’ para cancelar el NAIM y con 700 mil de sus adeptos, se decidió por más de 125 millones de mexicanos ¿Así o más absurdo y fuera de toda equidad y legalidad?

     El haberse rodeado de resentidos sociales (y no pocos fugitivos de la justicia) así como de mediocres, círculo en el que las inteligencias con dignidad no aparecen por ningún lado, la cadena de errores se ha sucedido uno tras otro, sin que el presidente ciego las vea y sus colaboradores tampoco (o carezcan del valor para decírselo).

     Las huelgas contra las maquiladoras en Tamaulipas, la intención (frustrada) de eliminar las comisión de los Bancos (en lugar de limitar sus abusos), su guerra contra los roba combustibles y sus extraños métodos de solución, su deseo de construir una refinería con colaboradores que no tienen la menor idea de cómo construir un edificio (no se diga un asunto tan complejo como una refinería), el permitir que los maistros vándalos y delincuentes de la CNTE paralizaran gran parte de la economía mexicana al tomar las vías del ferrocarril provenientes del puerto de Lázaro Cárdenas (sin tocarlos ni molestarles en absoluto), así como el mamotreto ese llamado ‘Reforma Educativa’ en el que el empleado dice al patrón lo que se tiene qué hacer, así como la toma de casetas y destrucción de Edificios públicos, papeles y mobiliario, han sido guste o no, se acepte o no, el sello de esta administración que prometió mucho y solo ha sido fracaso tras fracaso.

     Errores que desde permitir la construcción del NAIM, pueden ser enmendados con eficacia y prontitud. Pero se requiere de humildad y compromiso por México, pues como dicen las Sagradas Escrituras, “el que reconoce su pecado prosperará”. Lamentablemente después de seis meses en el cargo (y cinco que le permitieron tomar toda clase de decisiones durante el gobierno de Peña Nieto) AMLO no ha mostrado signos de cambio, de enderezar el rumbo y corregir los yerros.

     Situación que lejos de enmendar ha empeorado y esto de manera gravísima. Así que sumando este semestre de errores, habrá de decirse con toda claridad, que, definitivamente el día que AMLO dejó ir la presidencia de sus manos, fue el domingo 26 de mayo, día en que una treintena de camionetas repletas de hombres armados y con siglas en los vehículos del CJNG interrumpieron en la madrugada en la ciudad de Zamora, Michoacán, sembrando terror entre la población, asesinando a 3 policías e hiriendo a 10 más, sin que el gobierno de López Obrador haya intervenido en absoluto. Asunto que se agravó con la detención de militares en otro pueblo de Michoacán.

     Habiendo prometido en su campaña poner orden y condenar al gobierno de su antecesor (cuyo principal error fue carecer de valor para enfrentar a los delincuentes con todo el poder del estado mexicano), una vez en el poder ha resultado peor. Los índices de criminalidad han aumentado y el presidente se limita a hablar y prometer cosas en las mañanas. No quiere darse cuenta que ya no está en campaña, que ya es el presidente.

     En los hechos del domingo 26 de mayo López Obrador fue retado por los delincuentes y no movió ni un dedo. Teniendo un Ejército valiente y capacitado para enfrentar y acabar a la fauna de criminales que aterrorizaron a la población de Zamora, no intervino, de hecho, guardó absoluto silencio. El, tan platicador todas las mañanas, que habla y acomoda todo, claro, en su mente y con palabras, aunque las cosas no se acomoden a su fantasía, no dijo nada.

     Ese día, Andrés Manuel López Obrador perdió la presidencia de la República, la dejó ir por su indecisión, por su falta de compromiso con los mexicanos, por su juramento (protesta) en falso de cumplir y hacer cumplir la ley. En todo caso, de no corregir de inmediato su inacción y enmendar sus múltiples yerros, le queda el camino de Amadeo de Saboya, quien al sopesar el tamaño de su responsabilidad y saberse incapaz, renunció con estas palabras:

“Grande fue la honra que merecí a la nación española eligiéndome para ocupar su trono; honra tanto más por mi apreciada, cuanto que se me ofreció rodeada de las dificultades y peligros que lleva consigo la empresa de gobernar un país tan hondamente perturbado….   Alentado, sin embargo, por la resolución propia de mi raza, que antes busca que esquiva el peligro, decidido a inspirarme únicamente en el bien del país, y a colocarme por cima de todos los partidos, resuelto a cumplir religiosamente el juramento por mí prometido a las Cortes Constituyentes, y pronto a hacer todo linaje de sacrificios por dar a este valeroso pueblo la paz que necesita, la libertad que merece y la grandeza a que su gloriosa historia y la virtud y constancia de sus hijos le dan derecho, creí que la corta experiencia de mi vida en el arte de mandar seria suplida por la lealtad de mi carácter, y que hallaría poderosa ayuda para conjurar los peligros y vencer las dificultades que no se ocultaban a mi vista…   Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos años largos ha que ciño la corona de España, y la España vive en constante lucha, viendo cada más lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo… Estas son, señores diputados, las razones que me mueven á devolver á la nación; y en su nombre á vosotros, la corona que me ofrecía el voto nacional, haciendo de ella renuncia por mí, por mis hijos y sucesores.

Estad seguros de que al despedirme de la corona no me desprendo del amor a esta España tan noble como desgraciada, y de que no llevo otro pesar que el de no haberme sido posible procurarla todo el bien qué mi leal corazón para ella apetecía…Amadeo. Palacio de Madrid, 11 de febrero de 1873”.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

Tiempo de lectura: 6 min

El llamado Sistema Acusatorio Adversarial fracasó. El problema no es en sí el sistema, el problema radica, en que además de ser impuesto por el vecino país del norte es inaplicable para nuestro país, absolutamente inaplicable. A tres años de su implementación, si bien se aprobó desde hace ocho, lo único que ha mostrado en la práctica es ser PROMOTOR DE IMPUNIDAD, las cifras así lo demuestran.

     Cualquier persona puede meterse al internet y encontrarse con decenas de notas periodísticas al respecto en las que todas, sin excepción, exhiben la ineficacia de este sistema que niega la justicia a víctimas y ofendidos. De recién iniciado, El Economista advirtió, que “con el Nuevo Sistema de Justicia Penal sólo en uno de 100 casos se ordenará la prisión para el presunto delincuente” (20/Jun/2016). Su vaticinio no falló.

     Otra nota dice: “Los delincuentes reincidentes que con mayor facilidad quedan en libertad tras cometer un ilícito son los que roban autopartes y llantas y aquellos que hurtan vehículos sin violencia,los cuales no ameritan prisión preventiva conforme al Nuevo Sistema Penal Acusatorio, alertó José Gil García, subsecretario de Información e Inteligencia Policial de la Secretaría de Seguridad Pública” (Excelsior 1/Jun/2019).

    En días recientes se publicó en un diario local que el nuevo sistema penal tiene una efectividad de apenas un 3 por ciento, situación que ratifica su ineficacia y si se toma el clima de sangre y violencia que tiene aterrorizada a la sociedad, urge que los gobiernos federal y estatales hagan algo para remediarlo.

     La cuestión de fondo es que los índices de criminalidad ya no conceden tiempo para el nuevo programa penal fallido, y aunque algunas voces y grupos tratan de interceder a su favor, lo cierto es que su ineficacia e inaplicación para nuestra sociedad mexicana es evidente (nuestra manera de ser y entender las cosas reclama otras formas, por cierto, de mayor firmeza y aplicación inmediata de la ley para el infractor).

     Los índices de IMPUNIDAD ya no permiten un día más y aunque grupos como México SOS tratan todavía de darle oxígeno, es evidente que se trata de un sistema de justicia no compatible con la forma de ser de la mayoría de los mexicanos (mentirosos y carentes de valor civil, incapaces de admitir sus actos y yerros), y ni qué decir de la corrupción que mantiene al país ahogado en un pantano nauseabundo; pantano ocasionado por gobierno y sociedad. Las excepciones son cada vez menos.

     La mayoría de los Agentes del Ministerio Público lejos de hacer las cosas como marca la nueva ley, son por cierto los principales promotores de la IMPUNIDAD, sobre todo en los llamados delitos patrimoniales, pues en la práctica se convierten en defensores de los delincuentes y adversarios de las víctimas.Y es que mientras el Código Nacional de procedimientos Penales establece bases mínimas (basta con que existan indicios de que se cometió un delito) para enviar al Juez de Control y que en el Juzgado se pruebe y decida si hay culpabilidaddel(los) acusado(s), los M.P. mañosamente tratan de desarrollar y agotar la averiguación —como si estuvieran todavía en el sistema anterior— entorpeciendo y obstaculizando la justicia de manera que al nuevo sistema no lo observan y al anterior lo utilizan en forma negativa.

    Ante esta condenable realidad, el estado de derecho y la impartición de justicia se han convertido en letra muerta. En una falacia o quimera con la que se engaña al pueblo por parte de los gobiernos. Gobiernos posmodernos integrados por huestes de cínicos e incapaces cuyo único móvil es el poder y el dinero, ajenos a todo compromiso y deber, que en este caso es el procurar e impartir justicia de manera inmediata a un pueblo vejado, robado, oprimido, extorsionado, dolido por la muerte, secuestro o extorsión de los suyos, son incapaces de darle ninguna respuesta ni apoyo.

      La situación es tan grave que requiere de inmediato que el gobierno se decida. O se obliga a las Procuradurías (Fiscalías) estatales y Federal que se pongan a trabajar y consignen de inmediato las carpetas a los jueces de control para que se decida la situación legal de los imputados, o de plano, SE RETORNE AL SISTEMA PENAL TRADICIONAL que es bueno y efectivo.

       El nuevo sistema fue una imposición del gobierno vecino del norte, quizá pensando en que con el TLC sus abogados litigaran también acá, lo que nunca consideraron fue la idiosincrasia nuestra, cargada de mentiras y recovecos morales e inmorales diametralmente opuestos a la mentalidad del anglosajón.

     El pretexto para el nuevo sistema penal acusatorio fue la corrupción, al respecto se habrá de decir que ningún sistema funcionará si no hay mano firme y pragmatismo para hacer valer la ley. No se necesitan nuevas oficinas ni dependencias costosas para ‘vigilar’, el sistema penal tradicional es bueno y eficiente para hacer que el delincuente pague lo que hizo e inhiba a otros para que no se atrevan, bastaría como era en los años ’70, cuando en la Procuraduría de Jalisco (en la Calzada Independencia), había una pequeña oficina a la que cualquier litigante o ciudadano que considerara que no se le estaba atendiendo bien o con dudas o deficiencias, se presentara a quejar para recibir casi siempre una respuesta eficaz.Y si la queja ya era contra el juez penal(entonces no existía el costosísimo Consejo de la Judicatura), el litigante podía acudir con el Magistrado de la Sala Penal que tuviera bajo su tutela o cuidado a dicho juez (en el STJ) para presentar su queja, mismas que de inmediato eran atendidas, pues tanto ministerios públicos como jueces procuraban cuidar su trabajo. Cosa que hoy no cuidan, sus derechos humanos, laborales y de grupo pesan más que la impartición de justicia.

     Basta pues de continuar alentando LA IMPUNIDAD, es urgente que los gobiernos estatales resuelvan al respecto (no se diga en Jalisco) y se decidan por uno u otro sistema penal, pero ya, entendidos que en tres años el referido sistema penal yanqui es un rotundo fracaso. No se les dio el voto por simpatía, se les concedió para que cumplieran e hicieran cumplir la ley ¿O usted qué considera estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

Tiempo de lectura: 5 min