Opinión
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El presente siglo muestra a diario su agotamiento social, la inclinación humana a la auto destrucción, la ausencia de ideologías y la abundancia de imitadores y farsantes. La CNTE entra en esta clasificación, forma fila entre aquellos que calificara el filósofo José Ingenieros de mediocres: “Su vida es perpetua complicidad con la ajena. Son hueste mercenaria…Atraviesan el mundo cuidando su sombra e ignorando su personalidad… No existen solos. Su amorfa estructura los obliga a borrarse, en una raza, en un pueblo, en un partido, en una secta, en una bandería; siempre a embadurnarse de otros. Apuntalan todas las doctrinas y prejuicios… Son refractarios a todo gesto digno; le son hostiles… Viven de los demás” (El hombre mediocre, cap. IV).

    Además de no ser un verdadero sindicato, sino una organización mafiosa y delincuencial, los maistros que la integran son lo peor que se ha visto en México en el campo educativo; una horda de ignorantes y violentos que además de denigrar tan honrosa profesión, muestran a diario que su verdadera vocación es la anarquía, el desmadre, el daño al país, al orden y la estabilidad.

     Son como las sectas religiosas, que incapaces de entender las verdades y doctrinas teológicas, atacan las instituciones sin miramiento alguno. Así los maistros de la CNTE, la ideología marxista no la han entendido jamás, sus hechos y barbaridades que cometen dan testimonio de sus limitaciones, dicho sea de paso, incitadas por una ambición desmedida y un resentimiento social generado por añejas envidias no superadas.

     Ninguna persona de bien cometería las reprobables acciones de estos vándalos que al escudo de un membrete y una profesión que no conocen y usurpan; ocasionando terribles daños al país y a las nuevas generaciones que caen en sus garras. Se necesita odiar mucho a la niñez y al país para atreverse a hacer todo lo que ellos hacen. Un país se construye trabajando, no destruyendo.

     Lamentablemente los gobiernos, desde que estos falsos guerrilleros aparecieron, sin excepción se han hecho ciegos y sordos, permitiendo cadenas de delitos que en cualquier país donde impere la ley, tiempo ha que los hubiesen sometido y encarcelado. De nadie es un secreto que participaron a favor de la campaña de AMLO, de ahí que su aparición con sus métodos terroristas y delictivos haga que muchos mexicanos se pregunten, si le están cobrando su apoyo de campaña (para extorsionarle mediante sumas multimillonarias), le están tomando la medida o rompieron su alianza.

     Queda claro que los métodos de la Coordinadora que no es ni nacional ni tampoco está integrada por educadores son métodos fusilados de las tácticas guerrilleras de los años ’60 y ’70. Claro, sin una ideología de trasfondo, sino motivados por un mero asunto mercantilista embadurnado de tintes anarquistas. Como es su esencia.

      Para entender mejor lo que sucede, en los años ’60 se publicó un libro considerado esencial para quienes deseaban ser guerrilleros. Entre las tácticas y consejos aparece el siguiente: “El guerrillero es un insurgente político…  su actividad militar es vital, pero subordinada a su misión política. Su levantamiento tiene un solo propósito: derrocar al gobierno y destruir el sistema político o social existente, o quizá, el sistema económico” (Robert Taber: ‘La guerra de la pulga’, Edit. Era, México 1967, pág. 150).

    El guerrillero modelo, al menos con el que se identificaba la juventud en generaciones pasadas, escribió al respecto: “Uno de los puntos más débiles del enemigo es el transporte por carretera y ferrocarril. Es prácticamente imposible vigilar metro a metro un transporte, un camino, un ferrocarril. En cualquier lugar se puede poner una carga considerable de explosivo que inutilice la vía, o también explote en el momento de pasar un vehículo provocando, además de la inutilización de las mismas, una considerable pérdida en vidas y material al enemigo” (Ernesto Che Guevara: Obra revolucionaria, Edit. Era, México 1969, pág. 37).

     Pero eso era ayer, cuando los guerrilleros sabían que se enfrentaban a gobiernos de verdad en los que la ley se hacía cumplir, y ellos, basados en su ideología, creían que era el camino para un cambio de régimen y sistema estando dispuestos a pagar el precio, incluso con su propia vida.

     Hoy no es así, para nada ¿Qué caso tiene arriesgarla, si con poner unas sillas, unas mesas y unos manteados junto a las vías del tren para que no pase, son capaces de detener o paralizar en buena medida la producción y economía nacional? Si con eso es suficiente para tener de rodillas a gobiernos de utilería que han caído en el delito de perjurio (¡TODOS!) ya que habiendo protestado cumplir y hacer cumplir la ley, en la práctica no se atrevan tocar ni con el pétalo de una rosa a estas bandas de falsos maestros y falsos guerrilleros.

     Y es que, aunque suelten sus cantaletas contra el imperialismo y el capitalismo, no son más que bandas delincuenciales que le hallaron el modo a los gobiernos del siglo XXI para extorsionarlos una y otra vez. No les gusta el trabajo, menos el esfuerzo, de preparación mejor ni hablemos. Son vándalos que se escudan en un sindicalismo marrullero y delincuencial para extorsionar, para llevarse los dineros del pueblo de manera fácil y sin consecuencia alguna (porque el dinero no es del gobierno).

     De hecho, las bandas de narcotraficantes y de ladrones de combustible tienen más riesgos que los maistros de la CNTE, quienes saben, la experiencia así les ha demostrado, que no hay gobierno alguno que se atreva a tocarlos. La fuerza del estado está reservada para el ciudadano que tuvo la desgracia de chocar, de meterle un balazo al delincuente que le robó o dañó a su familia, para el que no pudo pagar el bimestre del IMSS o la multa que el inspector abusivo y prepotente le levantó injustamente

     Apenas el jueves 31 de enero los lideres de esta banda decidieron, luego de una suma exorbitante de extorsión, liberar las vías del tren en Michoacán, sin embargo, solo un tramo, lo cual es un vil engaño, pues el gravísimo problema nacional sirvió apenas para recorrer el pie del cuello. Tan solo de daños ocasionados por la CNTE a las empresas afectadas se contabilizaron varias decenas de miles de millones de pesos (en Jalisco al jueves 31 de enero se habían perdido $3,400 millones, Mural 1/Feb/2019), dinero que el gobierno no va a cubrir y los maistros extorsionadores menos.

      Entre las gravedades de toda esta desgracia; en primer orden asoma la nula aplicación de la ley; en segundo, la indolencia gubernamental (en todos los órdenes y niveles) para buscar soluciones inmediatas a tan graves problemas; y en tercero, aunque la lista es larga, la actitud oficial que a diario regala dinero o promete regalar a quienes no trabajan, mientras que a quienes lo hacen y producen empleos, ni los cuida, ni los ayuda, ni los protege ¿De dónde cree el gobierno que sale el dinero para mantener el estado mexicano? De la pseudo guerrilla de la CNTE, por supuesto que no.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Una cosa es que López Obrador admire al Presidente Benito Juárez, admiración que se comparte, y otra muy distinta es que se pretenda comparar con él. Se dice que las comparaciones son odiosas, sin embargo en este caso no es así, ya que es el propio presidente quien ha tomado como modelo a Juárez. El problema es que el tabasqueño no se parece en nada al oaxaqueño, vaya, ni en el físico. La grandeza de Juárez radica no sólo en su valor para vencer y remontar una serie de obstáculos que por razones culturales y prejuicios sociales le impedían el acceso al bienestar y derechos comunes, sino a su deseo de hacerse ciudadano mexicano en el amplio sentido de la palabra (y dejar para siempre las cadenas de “usos y costumbres” que solo sirven para permanecer en el atraso y convertirse en eternos corderos de falsos líderes que procuran su “cuidado”).

     Además, y con sincero respeto al presidente actual, al Presidente Juárez le gustaba el trabajo y se esforzó siempre en hacerlo bien y con eficacia. Que se sepa, no hay conocimiento de empleo alguno que haya realizado AMLO y se desconoce de dónde sacaba recursos luego de dejar la presidencia municipal del D.F. (pomposamente llamado “jefe de gobierno”).

     La visión de Juárez era la del estadista, la del mexicano comprometido, el que mirando a la distancia y en espera de un mejor país para las nuevas generaciones, es capaz de enfrentar al invasor europeo encabezado por Maximiliano, hermano de Francisco José, el poderoso emperador de Austria.

     Ahora bien, Don Benito en todo momento estuvo apoyado por el gobierno de Estados Unidos, de hecho, en su exilio en Nueva Orleans tiene contacto con el cristianismo protestante y su fe se amplía al tener una mayor base bíblica y teológica, considerando desde este momento iniciar a su retorno una REFORMA espiritual y educativa en México, alfabetizando por medio de la Biblia y dejando de paso los valores eternos a un pueblo que había sido instruido en el sincretismo.

     En cambio López Obrador, apenas se hizo del poder, mostró que sus amigos evangélicos fueron simplemente usados para ganar su voto. Y es que, además de perder el registro el Partido Encuentro Social, permitió que un grupo de brujos le hicieran una limpia en el Zócalo capitalino el día de la toma de poder; exhibiendo de manera absoluta su repudio al cristianismo protestante (con el que Juárez se sentía unido e identificado). De hecho Juárez jamás hubiese permitido cualquier acto o expresión esotérica o de brujería ¡Jamás!

     Pero sobre todo, y considerando de manera muy especial, la guerra de AMLO contra los ladrones de gasolinas con las instrumentadas por Juárez contra los bandoleros del siglo XIX, habrá de señalarse que las estrategias tomadas son abismalmente distintas, ya que mientras López Obrador no ha detenido a ladrón alguno ni utilizado en momento alguno la fuerza del estado (les ha nombrado “traviesos” a los asesinos y delincuentes), el Presidente Juárez en cambio combatió con toda la fuerza del estado mexicano a las bandas criminales que azolaban buena parte del país.

     Bandas que proliferaron merced a que mientras las fuerzas mexicanas combatían a las fuerzas invasoras francesas, los delincuentes hacían de las suyas contra el pueblo, sumiendo a los mexicanos en una doble pesadilla. Así que apenas comienza a vencer a los imperialistas, el Presidente utiliza toda la fuerza del estado para combatir y aniquilar con todo el peso de la ley a las bandas de facinerosos que azolaban el país.

     La literatura de la época dejó grandes obras que nos recuerdan el valor y firmeza del oaxaqueño para combatir a los malhechores, incluso de admitir la ayuda de algunos civiles valientes hartos de tantos abusos y crímenes. En su magnífica obra EL ZARCO, Ignacio M. Altamirano deja plasmada en la trama de su novela histórica la guerra contra una de tantas bandas, la de “los plateados”, en la que encontramos el siguiente texto:

―“La desorganización en que se hallaba el país… era causa de que se viese tanto escándalo… un bandolero contaba con mil resortes, que ponía en juego tan luego como corría peligro (hoy se llaman ‘derechos humanos’). Y es que, como eran poderosos, y tenían en su mano la vida y los intereses de todos los que poseían algo, se les temía, se les captaba y se conseguía, a cualquier precio su benevolencia o su amistad… ―Martín Sánchez, personaje histórico que combatió contra esas bandas, estando frente al Presidente Juárez le rinde un informe de lo que sucedía― al concluir Sánchez, Juárez exclamó: “¡Eso es un escándalo, y es preciso acabar con él! ¿Qué desea usted para ayudar al gobierno?… ―Lo primero que yo necesito, señor, es que me dé el gobierno facultades para colgar a todos los bandidos que yo coja, y prometo a usted, bajo mi palabra de honor, que no mataré sino a los que lo merecen… Mi conciencia, señor, es un juez muy justo. No se parece a esos jueces que libran a los malos por dinero o por miedo. Yo ni quiero dinero ni tengo miedo. Lo segundo que yo necesito, señor, es que usted no de oídos a ciertas personas que andan por aquí abogando por los plateados y presentándolos como sujetos de mérito (―algo así como los que abogan por los maistros de la CNTE y los ayotzinapos―)… ¿Qué más desea usted? ―Armas, nada más, armas, porque no tengo sino unas cuántas” (cap. XXIV).

 

     Por su parte, Irineo Paz, el abuelo de nuestro genio de las letras (Octavio Paz), deja en su novela considerada un clásico, Manuel Lozada “El Tigre de Alica”, testimonio del terror que producen las bandas criminales cuando gozan de impunidad o se alían con gobernantes, en este caso, la del terrible Manuel Lozada ―que mantenía bajo terror Jalisco, Nayarit y Sinaloa―; asesino despiadado cuyo declive comienza con la derrota que le propina el decidido y valiente Ramón Corona:

―”La guarnición de Guadalajara apenas se componía de unos 1500 hombres mal municionados, al mando de Coronay con ellos salió al encuentro de Lozada… Todas las familias estaban temblando, principalmente cuando se presentó en los suburbios de la ciudad una gran fuerza de caballería de don Plácido Vega a la cabeza (socio del bandido), quien hizo la intimidación al gobierno para que se rindiera. Este se preparaba a defenderse, cuando se tuvo la noticia de que el grueso de las fuerzas de Lozada había sido batido y dispersado a dos leguas de Guadalajara en un punto llamado ‘La Mojonera’, el 28 de enero de 1873” (capítulo XVII).

     Podríamos continuar con el testimonio de Don Manuel Payno, pero el periodismo no nos concede la libertad de espacio que tiene la literatura. Así que basta señalar que hasta donde se ha visto, López Obrador no se parece absolutamente en nada al Presidente Juárez, quien, téngalo por seguro, que antes de cerrar ductos de gasolina, primero haya perseguido, detenido y consignado a los bandoleros y asesinos, que eso son ¡bandoleros y asesinos!, no traviesos.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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La inteligencia y la sabiduría de las personas casi siempre se reflejan en sus acciones. La improvisación por lo general es producto de la pereza y la irresponsabilidad, del yo lo creo, del va porque va. La plausible guerra contra los ladrones de gasolinas (y diesel) ha arrojado y está arrojando, enormes pérdidas no previstas y mucho menos cuantificadas. Quizá nunca se hará un estudio serio al respecto, de hacerse téngalo por seguro que horrorizaría al más ecuánime.

     Para empezar, habrá que decirse que hicieron las cosas al revés, pues la emprendieron contra las víctimas y a los victimarios no los han tocado. En lugar de advertir a los delincuentes que el gobierno federal les daba un ultimátum para que detuviesen sus ilícitos (o se atuvieran a las consecuencias); para eso existe la ley, la fuerza pública, el poder judicial y las prisiones. No, en un acto verdaderamente absurdo, por decirlo de manera suave, cerraron los ductos que trasladan las gasolinas y paralizaron gran parte del país. Ni más, ni menos.

     Por esta ocasión no hablaremos más acerca de dicha estrategia, de hecho, gran parte de los periodistas y comentaristas lo están haciendo, así que nos avocaremos a señalar algunos de los muchos daños que el gobierno ha causado con esta medida.

     De entrada, se habrá de señalar que el ahorro que el estado pudiera haber logrado, no se compara en absoluto con el daño que ha causado a la economía de decenas de millones de mexicanos afectados por la falta de gasolinas, daños enormes no previstos por el equipo de AMLO, un equipo en el que sobresalen los alborotadores profesionales y escasean las inteligencias capaces y planificadoras. Un ingeniero agrónomo en Pemex es una muestra de lo que se afirma. Zapatero a tus zapatos, advierte el viejo refrán.

     Los daños a la productividad laboral no ha sido calculados y es muy probable que se oculten o maquillen las cifras. Y no se habla solamente de ausentismo laboral o de retardos, al tema habrá de añadirse la cadena productiva, el traslado de insumos, así como el reparto de mercancías y producto terminado ¿Alguien compraría un auto nuevo o usado sin haber gasolina para moverlo? Situación que me recuerda en la novela de Mariano Azuela, el pasaje donde los revolucionarios se roban una máquina de escribir de una casa rica, pero al no saber qué era, ni tenía utilidad alguna para ellos, la fueron vendiendo de uno a otro en menor precio hasta que alguno la compró para darse el gusto de estrellarla en las piedras.

     Los daños a la salud ni siquiera han sido mencionados y el estrés y ansiedad que ha producido la falta de gasolina son mayúsculos. Cambiar horas de sueño para conseguir combustible (haciendo filas nocturnas por varias horas e incluso toda la noche) también han afectado; sin mencionar los golpes y pleitos que esta mala planificación ha ocasionado. Por citar un caso, el viernes 11 y el viernes 18 de enero, la fila de autos en Guadalajara para ingresar a la gasolinera de López Mateos y Florencia se extendió por kilómetros en la lateral y luego se introducía por el túnel, pasaba por debajo de la Minerva y llegaba casi hasta la Av. De las Rosas. Una locura aquello. ¿Y Tránsito? ¡Muy bien, gracias!

     Las largas e incluso kilométricas filas para entrar a las gasolineras, además de daños multimillonarios —al tapar las entradas y salidas— también han afectado gravemente a empresas, negocios y domicilios particulares, acabando con las ventas, los repartos y tranquilidad de las familias. Nadie puede entrar ni salir de negocios y chocheras, el espacio entre un vehículo y otro es reducido para que no se metan los ‘listos’ que abundan en este país, de tal forma que muchos comercios (al menos en Guadalajara) han optado por cerrar en lo que pasa este absurdo kafkiano. Esta locura de un gabinete que juega a gobernar.

     ¿Quién viaja en los Estados afectados si ni siquiera tiene la certeza de llegar a su destino, mucho menos de retornar? Los efectos y daños causados al ramo turístico son ya de miles de millones de pesos, pues no se trata de un pueblo mágico, sino de prácticamente todo el centro y otras regiones del país. Restauranteros, taxistas, hoteles, fondas, tiendas, etcétera, son en conjunto damnificados por esta medida en la que sobró la improvisación y se ausentó la planificación.

       Los Mercados de Abastos, mercados municipales y tianguis han sido también afectados en gran manera por la falta de combustibles, no solo por la falta de clientes, sino incluso por la merma de productores (que carecen de gasolina para llevar sus frutas y verduras). Me comentaba el otro día un locatario del Abastos de Guadalajara que las calles estaban tan vacías que podía jugarse un partido de futbol (en horas que normalmente no se puede circular casi a pide, no se diga en un vehículo). Sin embargo el gobierno federal ha guardado total y absoluto silencio, lo que hace suponer que los daños causados por su terrible decisión no serán reparados.

     Lo peor del caso es que lejos de enmendar se hunden más en sus improvisaciones. El anuncio de la compra de una enorme flota de pipas para el reparto de gasolinas deja en evidencia cuando menos dos cosas: una, que no se pretende continuar con el uso de los ductos, y dos, que no se ha comprendido la gravedad del problema. ¿No hay nadie en el gabinete que le diga a López Obrador que somos una sociedad totalmente dependiente de los combustibles? ¿Qué está paralizando la economía y sus medidas no son adecuadas, que es tanto como querer llenar la alberca olímpica con cubetitas de playa con la que juegan los niños?

    A grandes males grandes remedios, y la solución de fondo es poner un alto a los delincuentes. Intentar que los criminales se arrepientan porque el presidente se los dice y les ofrece trabajo (a personas que no les gusta trabajar), es considerar que tomo en serio el calificativo de “mesías tropical” que le endilgara Krauze en Letras Libres (2006). Los delincuentes no conocen otro idioma que los pare más que la fuerza del estado y la aplicación sin demora de la ley. La ley es dura, pero es la ley. De ninguna manera se debe permitir que agredan al ejército o a las policías por tratar de evitar el robo de gasolinas y hacer valer la ley.

    DE ULTIMA HORA: se conoció la noticia del robo de gasolina en Hidalgo en la que una multitud de ladrones se llevaban del colector perforado cuanto podían (en bidones, baldes y demás), que poseídos por su latrocinio, se olvidaron que aquello que se robaban es altamente inflamable. Murieron 21 y 71 están heridos.

                        ¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Aunque no se quisiera decir, es necesario hacerlo. La soberbia, deshonestidad, insensibilidad e incapacidad de los políticos ha llegado al límite de la paciencia social. Las nuevas generaciones no saben ni lo vivieron, pero durante los años ’50, ’60 y la primera parte del sexenio de Luis Echeverría, el gobierno se dedicaba a sus tareas y el pueblo se ocupaba de lo suyo. No se vivía para el gobierno ni tampoco era el centro de la charla colectiva.

     Ni quién pensara en el gobierno; el ciudadano y las familias estaban atareados en sus propias cosas y tareas, de manera que los políticos y sus decisiones prácticamente se encontraban fuera de su mundo. Un mundo en el que coincidían solo en las elecciones o al momento de realizar algún trámite oficial.

     Lamentablemente vino la «docena trágica» y entre Echeverría y López Portillo nos sumieron en una crisis económica sin precedente en el siglo XX que obligó a los mexicanos a voltear a ver a su gobierno, a tratar de entender qué es lo que sucedía pues antes no era así (lo que habla, y bien, de los gobiernos anteriores, cuya capacidad y conocimiento de lo que hacían era tal que el pueblo se desentendía de ellos para dedicarse de lleno a sus propias tareas).

     Don Miguel de la Madrid durante todo su sexenio puso su mejor esfuerzo para restaurar una economía nacional hecha pedazos a causa de la incapacidad, derroches y corrupción de sus dos antecesores.

    De Salinas a Zedillo todos o la mayoría saben de sus hechos y los vaivenes, aunque habrá de notarse que, a partir de sus sexenios, y como consecuencia de la docena trágica, el gobierno comenzó a ocupar un lugar importante en la vida de los ciudadanos. Los problemas lo exigían.

     No es sin embargo hasta la campaña de Vicente Fox, y por supuesto en su derrochador e inútil sexenio (narrado con cifras y daños en mi libro “El hombre que nunca debió ser presidente”), que el pueblo mexicano además de ser dividido a través de campañas planeadas justamente para eso, quedó de rehén de los gobernantes en turno, convirtiéndose en centro de la vida y pláticas de la sociedad toda.

     Acostumbrados a los gobiernos disciplinados y austeros emanados de la revolución, gradualmente fuimos cayendo en una especie de tobogán que nos ha conducido hasta un putrefacto pantano de corrupción que nos hace recordar la obra maestra del poeta florentino, en el que toda clase de demonios, bueno, filibusteros e improvisados de la política, entraron a saquear sin freno y con cinismo absoluto, no las arcas públicas (decirlo así desvía la atención y minimiza sus latrocinios) sino el trabajo, ahorro y esfuerzo de todos los mexicanos. Claro, de los que trabajan, los “ninis” son harina de otro costal.

     Del primero de diciembre pasado a la fecha, el temor al populismo nos amenaza desde la madrugada. Las expresiones del nuevo presidente alarman en verdad. No hay día que este hombre con horario de lechero no nos asuste con sus frases sin meditar, con acusaciones no siempre fundadas, con sus amenazas de candidato en campaña (sin que nadie le diga que ya es presidente).

     Ya lo decíamos la semana anterior, se requiere en el gabinete de AMLO colaboradores de mayor capacidad e inteligencia. Basta señalar dos decisiones de su gobierno para exhibir los enormes daños económicos que ha causado al país y a los ciudadanos: 1) la cancelación del NAIM, 2) Cerrar los ductos que abastecen de gasolina (no “huachicol”; bebida alcohólica de la peor calidad que daña gravemente la salud de los que la ingieren).

     De la primera ya hablamos la semana anterior, de la segunda, todavía no podemos digerir semejante yerro, cuando se nos deja a varios Estados de la República sin gasolina, y AMLO puede decir y declarar todos los días lo que guste, pero si no podemos llegar a una gasolinera a comprar combustible lo que diga es inútil ¿Por qué no vigilar los ductos y atacar con la fuerza del estado a los delincuentes, que dicho sea de paso, es el único idioma que conocen?

     Con la estrategia del gobierno federal quien está sufriendo los daños son los ciudadanos, que por lo que se aprecia a López Obrador y su gobierno les importa un comino. Los daños económicos y sociales que ha causado y está causando son gravísimos y afectan a la inmensa mayoría de las actividades, desde el taxista y el repartidor de mercancías, hasta los mercados municipales, tianguis, empresas de todos tamaños, etcétera, etcétera. Todos y toda la actividad productiva se desplaza a través de vehículos que consumen gasolina o diesel.

     La sonrisa irónica que todas las mañanas ofrece AMLO (que otros la vemos hasta en la noche pues no tenemos hábitos de lechero) hace preguntar de qué o quién se ríe ¿De qué canceló una obra que además de traer daños al país por más de $145,000 mil millones de dólares y de ahuyentar las inversiones, ahora tiene a millones de habitantes en varios Estados angustiados a causa de la falta de gasolina y dañando día con día su economía, de esto se ríe?

     En buena la hora que decidió combatir a las bandas de ladrones y criminales que se roban el combustible, pues a final de cuentas y como siempre sucede, el costo lo paga el ciudadano en la gasolinera. Lo que se reprueba es su método, que por lo que se aprecia no quiere tocar a los criminales ni con el pétalo de una rosa ¿No podía advertir en los medios dos o tres días antes de iniciar su campaña que al delincuente que se encontrara robando combustible se atuviera a las consecuencias? La ley es dura pero es la ley.

    Los que fuimos criados y formados en otras épocas (y AMLO es de otra época) sabíamos que aquellos padres que nomás amenazaban con castigar a sus hijos si hacían algo malo, pero siempre se las perdonaban, eran tenidos por “barcos”, por padres de adorno. En cambio, los que tuvimos padres que nos amaban y lo hicieron siempre, pero que nos tenían advertidos de las consecuencias de hacer algo indebido, sabíamos perfectamente que era en serio y la reprimenda llegaría de manera puntual. Una vez más lo decimos: ¡LA IMPUNIDAD ES EL MEJOR ALICIENTE PARA LA DELINCUENCIA!

     Esta semana leí en el facebook de una persona una expresión derivada de la molestia e ira reprimida producidas por la falta de gasolina:“¿Y si dejamos de abastecer de impuestos al gobierno para que no se los roben? Y pum se acaba la corrupción”. Quizá nunca volvamos a tener gobiernos como los de antes cuya eficacia era tal que nadie hablaba de ellos o los hacíamos ajenos a nuestras vidas; pero sí es posible exigir a nuestros gobiernos que se bajen de su pedestal de estrellas de rock o de divos y se pongan a gobernar; ejercicio que además de ser un honor, conlleva dar lo mejor de la vida y de la inteligencia.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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