CON ESA JUSTICIA: ¿CÓMO?
Dice el viejo refrán que “se enojan las comadres y salen las verdades”. El pleito entre el agresivo presidente municipal de Guadalajara y su otrora amigo y compañero de partido, el gobernador de Jalisco, ha destapado una cloaca que de cualquier manera ya tenía muchos años lanzando sus fétidos olores.
Resulta curioso que el presidente de Guadalajara, siendo entonces diputado (del PRD), haya aprobado la magistratura de Luis Carlos Vega Pámanes: primero, porque si su gente le ha estado sacando los trapos sucios a dicho personaje, no es creíble que no supiera la clase de persona que estaba aprobando para un cargo que no solo requiere de conocimientos jurídicos y vasta experiencia. Y segundo, que participara en el encumbramiento de un individuo sin carrera en el poder judicial, cuando por siempre ha sido requisito sine qua non, que quien llegue a la presidencia del Supremo Tribunal de Justicia haya subido antes peldaño a peldaño la escalera de ese poder.
Vega Pámanes no lo hizo, subió de un tranco lo que siempre ha llevado 25 o 30 años de carrera y experiencia, de entender y aplicar justicia, sin la cual toda sociedad entra en inquietud, luego en zozobra y finalmente en el caos (proceso por el cual la justicia en Jalisco ha transitado hasta llegar al último punto).
Retrocedamos un poco: ¿Cómo esperar justicia en el gobierno de Alberto Cárdenas Jiménez, si en el caso de sus procuradores eran doctrinistas fanáticos (o tontos útiles), que para detener un delincuente requerían hacerlo en “flagrancia”? Olvidan que la mayoría de los delincuentes son astutos (que no es lo mismo que inteligentes), cuidándose muy bien de la autoridad, o comprando algunos elementos para no ser detenidos jamás durante sus fechorías, iniciándose así la vereda a la impunidad, que dicho sea de paso ya es autopista de ocho carriles.
Al desconocer la nueva cepa de políticos (sin distinción de partido político) las funciones elementales del estado y los equilibrios necesarios para mantener firme el contrato social, la impartición de justicia quedó al garete. Las cárceles comenzaron a llenarse de delincuentes menores, como de los fáciles de detener. Las denuncias en cambio crecieron el archivo de la Procuraduría del Estado al no atender los justos reclamos de la sociedad, que agraviada de una y mil formas (robos, asaltos, secuestros, extorsiones, violaciones y abuso sexual, lesiones, homicidios, fraudes de todo tipo, etcétera) se hartaba (y harta) de una burocracia indolente divorciada del pueblo e ignorante de sus deberes, que no son otros, que impartir justicia pronta y gratuita, como establece nuestra Carta Magna.
En lugar de buscar la manera de agilizar los juicios civiles, familiares, mercantiles y penales, crearon el Consejo de la Judicatura del Estado, que no es otra cosa que una burocracia dorada e innecesaria que le cuesta una fortuna al pueblo y sin resultados. Revisar lo revisado, pagar el pueblo por algo que ya se pagó. Cargos para los amigos, pues.
Perdidos en sus ambiciones, los funcionarios que encabezan el Poder Judicial desde a finales del siglo pasado, la mayoría (hay por supuesto honrosas y reconocidas excepciones) viven en grilla permanente, mientras que como denunciara de manera casi profética Luis Donaldo Colosio: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada; de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla”.
¿Cómo esperar justicia de un poder que ni siquiera ha abierto su boca para señalar los desfalcos y escandalosos derroches de Emilio González Márquez? Nunca entregó cuentas de los $ 74,000’000,000 millones de pesos que gastó de manera discrecional, ni nunca ha dicho nada de los más de $7,000’000,000 millones que se le fincaron de responsabilidades. Mientras que a los gobernadores de Veracruz, Sonora, Chihuahua y Campeche que recién acabaron su gestión se les tiene con la guillotina al cuello, al exgobernador de Jalisco ni siquiera se le menciona. ¿Cuál justicia?
¿Cómo esperar justicia de un poder que sacó sus juzgados a una costosísima “ciudad judicial” que además de construirse en medio del escándalo (otro delito impune), se alejó en distancia y rumbo del pueblo? Su ubicación es para los que tienen obligadamente auto, que pueden pagar estacionamiento y cubrir sus gastos de traslado, cosa que muchísimos ciudadanos no podrían hacer.
Se tenían los terrenos en la zona del Parque Morelos (pagados a precio de oro por el entonces presidente municipal Alfonso Petersen) y no los usaron. De hecho los están comenzando a utilizar para cosas de computación (que podrían ubicarse en el periférico, donde está la ciudad judicial). El mundo al revés.
En medio de este caos en el que la impartición de justicia en muchas de sus áreas es deficitaria o casi inexistente (con una Junta de Conciliación saturada de juicios con salarios de trabajadores inflados y despidos falsos, simples extorsiones al amparo de la Ley; con una justicia Penal donde apenas entre el uno y el dos por ciento de los que cometieron delitos son procesados; con una justicia familiar en la que los hijos se han convertido en mero chantaje y sufren terriblemente a causa de uno o ambos padres, etcétera y abogados sin escrúpulos alientan ese clima de injusticia), los pleitos entre los gobernantes permiten que los jaliscienses nos enteremos de la clase de rufianes que han llegado a sitios que les son vedados.
No es posible que los diputados en su momento hayan nombrado “magistrado” a un don nadie en la carrera judicial, de hecho a un arribista con graves antecedentes penales. Un individuo extremadamente ambicioso que al poco tiempo y luego de ser nombrado presidente del Supremo Tribunal de Justicia, no dejó de pedir recursos en cuanto medio o foro tenía a su alcance. No se necesita más dinero para el poder judicial. Se necesitan juzgadores con el perfil necesario, capaces, decentes, con un sentido de justicia bien afinado, de lo contrario se corre el riesgo de que se sigan colando delincuentes.
Es inadmisible que un individuo con estos antecedentes y perfil (como es el caso de Vega Pámanes) haya llegado a tan alto sitio. Cabe preguntarse ¿y el resto de los magistrados porqué permitieron que un extraño, peor todavía, con antecedentes criminales, ocupara semejante cargo de máximo honor y responsabilidad? Su laaaargo silencio nos hace pensar a muchos, CON ESA JUSTICIA ¿CÓMO? Como terminar con tanta impunidad, con tanta corrupción, con tanto menosprecio al pueblo al que protestaron servir e impartirle justicia.
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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