EN LUGAR DE… ¡PERSIGUIENDO UNA VIUDA!
No hay una sola cosa que haga bien y con la intención correcta. Todo es en base a sus caprichos del momento y a su perversa y torcida visión de las cosas. La Presidencia de la República nunca la ha ejercido, le quedó demasiado grande la responsabilidad, se ha limitado a su disfrute y usufructo. Muy probablemente pasará a la historia como el peor presidente de México.
Su mente desordenada se ha convertido en agenda nacional, de manera que la multitud de necesidades de los mexicanos no han sido suplidas ni protegidas (con todo el daño que esto ha ocasionado). Andrés Manuel López Obrador desde el primer día, fecha en que en un templete en el zócalo se arrodilló ante brujos para que le realizaran ritos paganos, lo que se consideró presagio y señal de lo que sería su sexenio (en un país de origen y creencias judeocristianas) mostró el rumbo que tomaría.
De hecho, es el único día que se ha arrodillado ante alguien en un evento público. En lo sucesivo nada lo ha doblegado y ante nada se ha conmovido, pues nada le importa, sólo él y los que le rodean, así como las siguientes elecciones. Su corazón duro como la piedra, insensible ante el dolor de los mexicanos, no le permitió llorar con los estragos de una pandemia que cobró más de 800,000 muertes, como tampoco ante los llantos de los padres de niños con cáncer para quienes no hubo medicinas ni tratamientos, con los familiares de los 110,00 desaparecidos y los 186,000 asesinados durante su desgobierno y un largo etcétera. ¡Nada le importa y nada le conmueve!
En lugar de someter las múltiples bandas criminales que mantienen aterrorizado al país de norte a sur y del Pacífico al Golfo, el veleidoso e iracundo inquilino de Palacio Nacional les ofreció «abrazos», mientras que los balazos han perforado los cuerpos de más de 200 mil personas durante su terrorífico desgobierno (186,000 contabilizadas, más cuando menos otras 40,000 asesinadas, pero no contabilizadas por estar en fosas clandestinas, desmembradas, o deshechos sus cuerpos por ácido).
En lugar de someter a los criminales al imperio de la ley, les ha permitido cobrar su impuesto a todos los comerciantes y trabajadores de todos los tamaños («cobro de piso») con total impunidad, dejando a los mexicanos en absoluta indefensión y permitiendo que se conviertan en simples esclavos de la fauna criminal.
En lugar de investigar a sus hijos y a la banda de bribones y parientes que se han mega enriquecido con los dineros públicos al amparo del poder presidencial (que no ejerce; que sólo lo utiliza para provecho personal y de su grupo) anda escarbando en los archivos judiciales intentando formar una averiguación (se trata del sistema de justicia anterior) con un expediente que a todas luces además de carecer de sustento legal, en realidad se trata de una simple venganza contra una viuda cuya voz y trabajo le estorban. Eso por un lado. Por otro, la investidura que tanto presume y defiende, no es la agente del ministerio público, ni de policía judicial. Es de Presidente.
En lugar de acudir a los centros médicos y hospitales públicos para conocer de primera mano su realidad, necesidades y enormes carencias, pierde el tiempo presidencial (el más valioso de todos) en shows mediáticos mañaneros que no le sirven absolutamente para nada al país y los mexicanos. Solamente a su ego enfermizo y como instrumento de propaganda al estilo nazi, y, dicho sea de paso, con una vulgaridad y nivel de dar vergüenza.
En lugar de vigilar y conceder seguridad en las carreteras, en el campo, en los comercios, mercados, a las familias, a las mujeres en la calle, etcétera, como se vio en estos días, el tabasqueño pierde irresponsable y criminalmente su tiempo en venganzas personales.
Ninguna de estas responsabilidades presidenciales ha cumplido. No le importa en absoluto. ¿Cómo entenderá sus enormes deberes un hombre enfermo de la mente, impuesto solamente a destruir y dar gusto a su enorme ego? El nunca ha servido a los mexicanos. Se ha servido de los mexicanos. Es todo.
La cuestión es que al no cumplir con sus responsabilidades las voces desde los otros poderes, los medios y la sociedad se han levantado con crítica y airados reclamos. Pero como escribiera Don Alfonso Reyes “¡no se es dictador en vano!”, y López Obrador no admite ninguna crítica, su mente y corazón malignos la rechazan, en su egolatría y carácter sin disciplina alguna asume que todo lo que hace está bien, que son “ataques contra su persona”.
La semana anterior en uno de sus furiosos ataques contra los críticos la enderezó injusta y perversamente contra una viuda ¡Ver para creer! No resuelve ninguno de los incontables y gravísimos problemas del país, pero durante varios días seguidos ha atacado con todo el poder del estado a la investigadora y escritora María Amparo Casar, quien además de presidir la organización «Mexicanos contra corrupción», es escritora y académica, cuyo largo trabajo profesional a través de décadas favoreció al establecimiento y fortalecimiento de nuestra joven democracia. Tarea que ha incomodado en gran manera al autócrata que cobra como presidente de México, quien en un acto mayor de vileza y ruindad la acusó sin fundamento desde la llamada “mañanera” de cometer un delito. En síntesis: ¡En lugar de cumplir con sus muchas responsabilidades y tareas presidenciales, el viejo porro que lleva dentro salió a perseguir a una viuda!
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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