FUNCIONARIA PIADOSA Y PRENSA JACOBINA
Es probable que la presidenta municipal de Monterrey ¡en México no existe la figura del “alcalde”! nunca midió el alcance legal y mediático de sus dichos de la semana pasada (al entregar de manera simbólica la ciudad de Monterrey a Jesucristo). El asunto no es el partido político al que pertenece Margarita Alicia Arellanes (PAN), que dicho sea de paso, es contrario de siempre a la visión política del autor de esta columna. Se trata realmente de la virulencia con la que la mayoría de los medios en el país atacaron la fe, ya no de la presidenta regiomontana, sino de la fe judeocristiana en general. Situación que nos ofende y afecta a todos los mexicanos que somos creyentes en cualquier expresión judía o cristiana.
Es probable que la presidenta municipal de Monterrey ¡en México no existe la figura del “alcalde”! nunca midió el alcance legal y mediático de sus dichos de la semana pasada (al entregar de manera simbólica la ciudad de Monterrey a Jesucristo). El asunto no es el partido político al que pertenece Margarita Alicia Arellanes (PAN), que dicho sea de paso, es contrario de siempre a la visión política del autor de esta columna. Se trata realmente de la virulencia con la que la mayoría de los medios en el país atacaron la fe, ya no de la presidenta regiomontana, sino de la fe judeocristiana en general. Situación que nos ofende y afecta a todos los mexicanos que somos creyentes en cualquier expresión judía o cristiana.
Quedó en evidencia que la mayoría de los periodistas de televisión, periódicos, revistas y radio, brincaron en exceso ante la sola mención de Dios, tomando como pretexto la torpeza política de la funcionaria.
Hagamos al afecto un poco de historia: instructora indispensable de hombres sabios y correctora necesaria de borricos. La historia nos narra que el abuelo de la Independencia (Fray Servando Teresa de Mier) era Doctor en Teología, que el padre de la Patria (Don Miguel Hidalgo y Costilla) también. Por cierto, al referirse Hidalgo a la Biblia y la Teología, sostenía que: “Es la teología una ciencia que nos muestra lo que es Dios en sí, explicando su naturaleza y sus atributos, y lo que él es en cuanto a nosotros, explicando todo lo que hizo para nuestro respeto y para conducirnos a la bienaventuranza… Las Sagradas Escrituras son los libros por donde Dios se comunica con sus criaturas, límpida fuente donde se beben las verdades de nuestra religión” (Luis D. Salem, El Dios de nuestros libertadores, Ed. Caribe, pág. 57).
La guerra de Independencia y la de Reforma en el siglo XIX fueron nutridas por cristianos fervientes cuya visión liberal (derivada de su fe) les movió a luchar por un país mejor para sus hermanos. Juárez durante su destierro en Nueva Orleáns conoce a fondo el cristianismo desde la perspectiva del protestantismo lo cual le impacta al punto de promover en México la Reforma (en clara alusión a la Reforma Protestante europea de 1517).
Entre sus muchas expresiones al respecto, el Presidente Juárez, así, con mayúscula, decía que había que cambiar en México la visión cristiana (católica) por la protestante, que dicho sea de paso elimina de entrada el analfabetismo y provee otros beneficios: “Desearía que el protestantismo se mexicanizara conquistando a los indios; éstos necesitan una religión que los obligue a leer y no les obligue a gastar sus ahorros en cirios para los santos”(Andrés Henestrosa: Juárez en mi alma, M.A. Porrúa, pág. 151).
Podríamos llenar páginas enteras del pensamiento cristiano de hombres públicos, de ciudadanos que en su laicismo nunca dejaron de creer ni honrar a Dios con sus palabras y hechos. De manera que si la señora Arellanes, presidenta municipal de Monterrey en su evidente ignorancia de la ley cometió un desliz verbal, su declaración no modifica en modo alguno el ejercicio del poder público ¿O creen los periodistas jacobinos que farisaicamente se desgarraron las vestiduras que Jesucristo tomó las riendas de Monterrey?
¡No tengan miedo señores! El propio rabino de Nazaret, nacido en Belén y resucitado al tercer día en Jerusalén luego de ser crucificado, expresó que su “reino no es de este mundo”. Su reino es espiritual. El reina en los corazones de la gente sencilla, que le cree, que le ama, que se arrepiente y ha decidido vivir bajo otro modelo de vida conforme a las Escrituras (Biblia), que no daña a su prójimo y en cambio desea su bien. Así que no teman: Jesucristo nunca entra a un corazón donde no es invitado.
Por favor señores, oficio y circunstancias reclaman altura de miras. El presidente Peña Nieto recibió un país en quiebra, con más de 100 mil muertes violentas impunes y un sistema político anegado en la corrupción más hedionda de toda la historia y ustedes cual jauría persiguiendo a una ingenua mujer piadosa que seguramente fue elegida a causa del hartazgo de la situación imperante.
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
e-mail: mahergo50@hotmail.com