JALISCO ¡BAJO LA TIRANÍA FISCAL!
Las palabras no siempre definen las cosas o las personas, sobre todo en estos tiempos de medios y publicidad tan sofisticados y artificiosos, capaces de presentar lo malo como bueno y viceversa. Son las acciones las que finalmente muestran la esencia y realidad.Viene al caso porque al enorme sector de medio, pequeños y micro empresarios de Jalisco, la Reforma Fiscal ha resultado un yugo feroz que además de complicada, les ha sometido a una esclavitud que les ha empobrecido y sumido en una prolongada crisis que en la Presidencia de la República se ignora (considerar que se sabe y no ha hecho nada sería terrible, una verdadera desgracia).
Las cifras ofrecidas por el INEGI y otros entes gubernamentales acerca de la situación económica, no tienen nada que ver con la realidad de los negocios jaliscienses, cuyos reclamos airados día con día suben de tono sin que nadie en la Secretaría de Hacienda quiera escucharlos, y sin que Enrique Peña Nieto ofrezca señales de estar enterado.
Los escenarios sociales no necesariamente reflejan la realidad y si en las visitas presidenciales se ven autos bonitos y edificaciones modernas, no significa en absoluto que las cosas marchen bien económicamente. Quizá para algunos sí: a los políticos en el poder, a la enorme burocracia dorada, los narcos y sus muchos socios, así como a los empresarios favoritos del gobierno en turno. A los demás las cosas son desfavorables. El fenómeno de la descapitalización y el endeudamiento del empresariado jalisciense de media tabla hacia abajo es un flagelo, que además de empobrecer a los que se atreven a crear o sostener negocio y ofrecer empleos de manera formal, amenaza con una severa destrucción de la planta productiva local.
Es obvio, al menos en lo que a Jalisco respecta, que el Presidente ignora lo que sucede en este sector, pues las reuniones a las que asiste son decoradas por su propio equipo y acomodadas con ciudadanos que no reflejan la realidad del Estado. Testigos mudos o favorecidos recientes cuyo papel no permite que la vida local (o nacional) sea mostrada, tan solo maquillada para no incomodar a la importante visita.
La mayoría de los empresarios no son individuos de letras ni de tenebras políticas. Son hombres dedicados a producir y ganar, eso es lo suyo. Ignoran por ejemplo que el anterior presidente (Calderón) les podía devolver el IVA casi de inmediato porque era dinero que venía de préstamos, así que cuando comparan su terrible condición de cómo estaban hace tres años, por supuesto que dicen que estaban mejor (aunque el País se endeudara como nunca antes en la historia).
Es tiempo entonces que el Presidente peña Nieto se siente con su gabinete a meditar sobre este asunto, que deje de viajar algunos días y busquen la manera de resolver este problema que tiene a más de la mitad del empresariado de Jalisco en la angustia constante y al borde de la quiebra. Si su secretario Videgaray no da el ancho o no quiere entender la grave situación porque no sabe cómo se gana el dinero fuera del gobierno, que ponga a otro más sabio y con mayor sensibilidad social. Siempre habrá otro mejor.
Todo gobierno debe entender que también los empresarios que no se codean con ellos, que están trabajando para sacar sus negocios adelante, que aportan 5, 10, 20, 40 o 100 empleos, son también ciudadanos a los que se debe atender y proteger ¿Total apapacho y dinero a manos llenas, de hecho miles de millones para los maistros zánganos y vándalos de Oaxaca, Guerrero y Michoacán, y a los que mantienen de pie este país ni siquiera devolverles el IVA para que puedan seguir trabajando?
Tal pareciera que en México nomás los vándalos al estilo maistros de la CNTE, o los grandes capitales valen y merecen ser escuchados. Los demás como expresó en alguna ocasión Carlos Salinas, “ni los veo ni los oigo”, que si agregamos la ambición desbordada de hordas de funcionarios cuyos actos de corrupción que en los últimos sexenios permanecen impunes, el panorama muestra desolación y desesperanza (por citar un caso local: el exgobernador Emilio González Márquez gastó $74 mil millones de pesos de manera discrecional y goza de total impunidad, a nadie le ha rendido cuentas).
El resentimiento de muchos puede pasar al odio contra un estado indolente que no les escucha ni atiente y eso afecta la vida y futuro de la República. Gabriel Zaid condena esta situación con un certera frase: “Que difícil y hasta imposible puede ser levantar el nivel de la conversación en una comunidad embrutecida por los agobios de la supervivencia o la obsesión de la abundancia” (El Secreto de la Fama, pág. 24). Una clase gobernante buscando como enriquecerse más y vivir faraónicamente, mientras que millones de jaliscienses se desesperan a causa de su pésima condición económica.
Las estadísticas ni los discursos se comen. La realidad supera y derriba todo ese tipo de falacias. El Presidente Peña Nieto es un hombre bien intencionado y con deseos de hacer un buen papel, por tanto, es traición (o pésima ayuda) que se le oculte lo que está pasando en Jalisco, y que tal vez suceda en otros Estados también. Hacienda debe responder de inmediato a los gritos de reclamo de cientos de miles de jaliscienses que piden la devolución del IVA para no seguir descapitalizándose o de plano desaparecer. Se gobierna para todos y siempre será más mérito invertir y crear fuentes de trabajo, que salir a la calle a destruir, dejar a los niños sin clases, pedir miles de millones por no hacer nada, y de paso cobrar puntualmente sus quincenas en el cajero automático sin trabajar. No es posible que para los que trabajan y mantienen este país, desprecio y medidas draconianas; y para los segundos mesas de negociación y presupuesto a la medida de su boca.
En espera de que la recuperación del Presidente sea pronta (la operación de vesícula requiere de muchos cuidados y reposo, las secuelas son dolorosas aunque sea laparoscópica), se espera también que sea informado de la situación económica adversa que padecen la mayoría de las empresas de Jalisco y con su autoridad y sensibilidad se tomen las medidas necesarias para resolver este gravísimo problema. Se le desea pronta recuperación.
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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