JORNADAS Y SALARIOS ¡MEROS PRETEXTOS…!
Es increíble observar el grado de pasividad e indiferencia del sector patronal en México, y esto, en todos los niveles, desde el dueño del modesto negocio con dos o tres empleados, hasta los grandes señores del capital. Tal parece que estuvieran hipnotizados por la banda de la 4-T, o que los hijos de los empresarios y comerciantes de ayer, y que ahora dirigen o están al frente de sus negocios, están más preocupados en divertirse, comprarse autos nuevos y pasear, que en vigilar la suerte y destino del negocio (cualquiera que este sea).
Vino la reforma laboral en el gobierno de Peña Nieto, y en lugar de aprovecharla y frenar algo, aunque fuera un poco, el sucio negocio de las demandas laborales “toreras” (es decir, las que viven de las corridas provocadas o inventadas) ni siquiera la comentaron, mucho menos presionaron para que se terminara de implementar.
En su pecado llevaron la penitencia, permitiendo que la referida reforma se terminara de implementar en el actual sexenio, pero ya con sus asegunes y muy disminuida de su sentido original.
¿Acaso no sabían que López Obrador utilizaría a los sindicatos y trabajadores para pretender afianzarse en el poder? De no saberlo viven alejados de la realidad y el destino les está alcanzado. Su desinterés por lo que pasa en la política no solamente les está cobrando altas facturas. Lo cierto es que los peores cobros están pendientes.
En días recientes el gobierno ha estado duro y dale con rebajar la jornada laboral de 48 a 40 horas. La propuesta en sí no es mala, el problema es que se quiere implementar en el país equivocado. Un país en el que el viejo sindicalismo es un lastre; un impedimento permanente para que el trabajador se comprometa con su empleo y juntos lograr una mejor productividad, clave para mejorar cualquier economía.
Un ejemplo. La paraestatal PEMEX, no solo es la empresa petrolera más endeudada del mundo, sino también la más improductiva, con un sindicato mafioso y extorsionador que obtiene todo cuanto quiere de los gobiernos en turno (de todos). ¿Qué hacían los colectores de Guadalajara saturados de gasolinas el 22 de abril de 1992, quién la derramó en ellos? ¿La detención de la Quina y Barragán Camacho tuvo algo que ver?
Ni qué decir de su pasivo laboral, baste señalar que tan solo de pensiones le cuesta a los mexicanos nada menos que $ 2.81 billones de pesos (El Economista, 8/Oct/2021) Y en la CFE las cosas marchan por el mismo rumbo. Cueva de ladrones y vividores ¿Cómo justificar el acto de mega corrupción realizado por el actual presidente al activar a los trabajadores sindicales del SME cuando la empresa desapareció desde el año de 2009 y además regalarles millones de pesos? ¿No hay nadie que pida cuentas y ponga límites a los derroches e ilegalidades de López Obrador? ¿O los millones que le daba el SME durante su plantón en Paseo de la Reforma debe devolverlos, pues como repite en Palacio Nacional “amor con amor se paga”?
La iniciativa privada en general, mejor dicho, el sector patronal en todo México. chicos y grandes, están en la mira de este grupo de anarquistas en el poder, que al amparo de la democracia se hicieron del poder público y no quieren soltarlo. Para sus propósitos, está obviamente «La lucha de clases», es decir, enfrentar a pobres contra lo que ellos creen ricos. ¡Calentarle la cabeza a la clase trabajadora para enemistarle con sus patrones, diciéndole que le explotan, que se hicieron ricos con su trabajado, que no se deje, y un largo etcétera!
Y mientras millones de patrones son víctimas del impuesto de las bandas criminales sin que el gobierno haga absolutamente nada (cobro de piso), flagelo al que todos los días son sometidos otros muchos; los que todavía tienen la bendición de no ser extorsionados viven en otro mundo. En una realidad alterna ajena del todo a lo que sucede en México y que amenaza día con día a los que trabajan y producen riqueza.
Paradójicamente quien dirige la batuta de esta guerra de clases es el propio gobierno cuyo cierre de pinzas está pendiente esperando el momento preciso. Otra de sus banderas o ariete para derrumbar la puerta de la legalidad y la armonía en la economía nacional, es el tema de los sueldos.
Al respecto, será suficiente decir que el principal freno para pagar buenos sueldos en los negocios es justamente los juicios laborales. Nadie en su sano juicio y con finanzas débiles se animaría a pagar buenos sueldos, a sabiendas que dos o tres meses después de su ingreso, un empleado mañoso lo podría demandar y acabar con su negocio (situación que guardan cientos de miles de micro y pequeños negocios).
El juicio laboral tuvo su momento (derivado de los abusos del porfiriato) pero en la actualidad es el principal lastre para el pago de mejores sueldos, los cuales deben subirse en base a los ingresos y posibilidades de cada negocio o empresa, pero sin que exista la amenaza de un juicio. En el momento que desaparezcan esos juicios los salarios por simple respuesta de mercado subirán, mejorando la condición de los trabajadores. Es un hecho que quien pague mejor no tendrá problemas para conseguir personal.
Claro, se deberá crear otra ley laboral adecuada a los tiempos actuales y con vista al futuro, pero no solo pensando en el trabajador, sino también en la creación y mantenimiento de la planta productiva, y por supuesto, desapareciendo los juicios mañosos que solo sirven para mermar el capital de las micro, pequeñas y medianas empresas. El gobierno no produce riqueza, solo la administra y distribuye (en el caso de la actual casi toda la despilfarra en obras inútiles y sin rendir cuentas a nadie).
De manera que la reducción de las jornadas laborales y el pago de mejores sueldos, son en este momento simple ariete para derribar la puerta del orden y la legalidad e iniciar la guerra de clases sociales. Dueños de cualquier negocio, del tamaño que sea, Cámaras Patronales y demás, deben unirse y elevar la mira antes de que los sorprendan estos depredadores. Estas hordas de destructores comandados por un hombre que jamás debió llegar a la presidencia de la República. Trabajadores de México ¡Uníos, sí!, pero para cuidar sus trabajos y el sostén seguro de sus familias, no permitan que ni el gobierno ni los sindicatos se aprovechen de su fuerza y número para acabar con la riqueza nacional.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos Permite!
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