MUERTE Y VIOLENCIA, Y EL GOBIERNO EN “ELECCIONES”
Quizá no exista en toda nuestra historia nacional un gobierno tan inútil e indolente como el actual. Con 220,000 asesinados (se incluyen los desaparecidos ya localizados muertos, despedazados, o en fosas clandestinas, pero que no entran en las estadísticas oficiales); con las bandas criminales enseñoreándose de más de la mitad del país haciendo gala de su poder e impunidad; con millones de mexicanos sometidos al impuesto de los criminales (eufemísticamente llamado “cobro de piso”); sus familias mermadas por la desaparición de alguno(s) de sus miembros; las mujeres sin protección alguna de tal forma que pueden ser ultrajadas, asesinadas, o sometidas a esclavitud a través de la prostitución, y tanto el gobierno del tirano López Obrador, como la mayoría de los gobiernos estatales, no hacen nada, absolutamente nada.
Los mexicanos vivimos en un surrealismo maligno propiciado desde el poder público y negado por un sector de la población que no quiere aceptar esta pesadilla iniciada por este remedo de gobierno, aunque lamentablemente despiertos. Sangre, ríos de sangre corren a diario acompañados de lágrimas de víctimas y familiares de estas, y el gobierno que prometió acabar en seis meses con la violencia y los violentos, se ha limitado a jugar a las elecciones, a seleccionar candidotes y, por supuesto, a vaciar las arcas de la Nación y de los Estados, sin ofrecer a los mexicanos otra cosa que no sea lo ofrecido por Churchill a los ingleses “¡sangre, sudor y lágrimas!”
Sir Winston agregó otra palabra a su frase (trabajo) pero como el tabasqueño jamás le ha entrado a esta noble y productiva actividad, así le dejamos. Claro, los mexicanos que trabajan, ellos sí han llevado al pie de la letra el consejo del caballero y estadista británico (aunque su trabajo muchas veces sea arrebatado por los delincuentes, ya sea mediante la extorsión, despojo de su negocio, casa, bienes, de sus vehículos personales o de trabajo), agregando a su esfuerzo sangre y lágrimas, muchas lágrimas. Condición dolorosa y terrible que no inmuta en absoluto a estos sátrapas posmodernos
Y mientras los mexicanos padecen tanta desgracia, las “corcholatas” de López Obrador (tan vulgar y ofensivo que ni a los suyos les concede respeto alguno) se han gastado decenas de miles de millones de pesos en pre campañas fuera de la ley y condenadas por la ley, y nadie dice nada. Carretadas de dineros públicos se tiran a diario en publicidad, pancartas, pintado de bardas, espectaculares, autos, pero sobre todo en gente a su servicio. Quien se rasgaba las vestiduras y aseguraba que de llegar a la presidencia acabaría con la corrupción, no sólo no hace nada al respecto, de hecho es su principal promotor.
No hay dinero para comprar medicinas para la mayoría de los padecimientos, miles de niños con cáncer y personas con diversas enfermedades han muerto por falta de medicinas para sus tratamientos.Los hospitales y clínicas que prometió este cínico embustero al nivel de Dinamarca, hoy parecen changarros en decadencia. Con frecuencia vemos en los noticieros televisivos salas de hospitales e incluso los quirófanos inundados por el agua que a manera de cascada les azota mostrando la absoluta falta de mantenimiento y abandono del gobierno (con todo el daño ocasionado en la salud de los pacientes y condiciones adversas para el personal hospitalario). Pero sobre todo de humanidad, de misericordia para el prójimo. Para este sector no ha habido dinero (excepto para sus amigos cubanos que no sabemos qué fregados están haciendo México, aunque lo imaginamos).
Tampoco ha habido dinero para el campo. Los productores han sido abandonados por esta banda de vividores que se limita a hablar, hablar y hablar, dejándoles a merced de las bandas de asesinos que son ahora los que le ponen precio a sus productos: limón, aguacate, huevo, pollo y un largo etcétera.
Las policías municipales y estatales en la mayor de las veces también han sido abandonadas al retirar o reducir el gobierno federal los apoyos económicos a Estados y Municipios, lo que además de debilitarlas –—lo cual las hace vulnerables en todos los sentidos abriendo la puerta a ser corrompidas y sometidas por los criminales—. Claro, todo indica que es parte del guion principal de esta farsa disfrazada de gobierno «abrazos no balazos».
Las matanzas y balaceras suceden cotidianamente por todo el país dejando en su estela un centenar diario de muertes y dolor, de hogares enlutados, familias desmembradas, sin el pilar de la casa (asesinado por no querer pagar la extorsión o por secuestro), extinguida la fuente de ingresos familiar, fraudeados y afectados por cuanto delito tipifican los códigos penales sin que el gobierno federal ni los estatales hagan algo por defender a los ciudadanos. Para López Obrador y los suyos solo importan las siguientes elecciones. Solo merece atención esto y el disfrute del poder al mejor estilo de los dictadores bananeros.
Sonrientes a manera de hienas, los candidotes exhiben su miseria humana, su ausencia total de sensibilidad y empatía para con los mexicanos. Una sola crítica contra el desgobierno del tirano de Macuspana no se les escucha. Se regodean con las porras y aplausos de sus lacayos —pagados con dineros del pueblo y desviados del erario y que deberían de estar usándose en beneficio del pueblo— creyendo sus propias mentiras, como si en verdad los mexicanos les estimáramos. Resultan repugnantes.
Como ya se dijo, México bañado en sangre y dominado por las cada vez mayores bandas de criminales, y quienes deberían de defendernos y hacer valer la ley, jugando irresponsable y condenablemente a las elecciones. Como escribí la semana pasada, tenemos escasez de ciudadanos. Es tiempo de alzar la voz, de exigir al gobierno que cumpla con su deber o que renuncien. Y a los partidos políticos que dejen de vernos a los ciudadanos como ganado marcado. Son tan solo el vehículo normativo que la democracia nos señala para escoger a los mejores. No un negocio de vivales para forjar comaladas trianuales o sexenales de millonarios corruptos, detestables e inútiles.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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