NO COMPARAR AYOTZINAPA CON TEUCHITLÁN
Han llegado demasiado lejos. A su incapacidad absoluta para gobernar le han agregado su amistad con las bandas criminales; una insensibilidad propia de psicópatas (como el que padecimos en el sexenio pasado y que ahora mueve los hilos desde Palenque); indiferentes ante el dolor ajeno, incapaces de entender y solidarizarse con los cientos de miles de mexicanos que lloran por sus muertos y desaparecidos. Como pandilla, porque eso son, son indiferentes al dolor —ni qué decir de las cada vez mayores necesidades no satisfechas de los mexicanos— a la muerte de los seres queridos asesinados; miles de ellos cuyos cuerpos no saben donde están siquiera
La nota nacional e internacional difundiendo la existencia del campo de entrenamiento y exterminio en Teuchitlán (Jalisco), corroborada por diversos testimonios y notas periodísticas de investigación, irritó la delicada dermis de esta troupe de improvisados, que, abrazados desde hace seis años con las bandas criminales ya no saben cómo zafarse ahora de sus socios en andadas. Don Catrín de la Fachenda sufrió las consecuencias, Gil Blas y el Tartufo también tuvieron que pagar por sus malas compañías y decisiones.
Pero, volvamos un poco la vista atrás, no a la manera de la mujer de Lot, sino a una revisión de nuestro andar como nación, de haber elegido mal a los líderes políticos, de revisar y atender de una buena vez nuestra incapacidad como mexicanos de detenernos para analizar nuestros yerros y sordera en el pasado y enderezar el rumbo con firmeza, conocimiento de la realidad, y tomar las decisiones adecuadas (con apego a nuestras leyes y el sentido común).
No debemos (aunque sí podemos) continuar en esa actitud pasiva e indiferente de muchos que nos ha llevado al infierno en el que nos encontramos. Veamos. El 26 de mayo de 2018 se escribió en esta columna la siguiente advertencia:
—La participación escandalosa de AMLO y Morena en el aglutinamiento de toda clase de anarquistas, terroristas, secuestradores, prófugos de la justicia y cuanto fugitivo quiera ser redimido por este falso mesías (de palabra falsa y máscara ad hoc para engañar a tontos y crédulos) es del dominio público. La ‘comandante’ Nestora Salgado, Napoleón Gómez Urrutia, Bejaranos, LA CNTE y muchos, pero muchos más, son parte de una lista a la que día con día se suman individuos cuya ética (o delitos pendientes con la justicia) exhiben su calidad moral y social.
Todo lo que sucede no son hechos aislados, es parte de una estrategia guerrillera de los años ’60, aunque implementada sin ideología alguna y por meros delincuentes que pretenden cínicamente apropiarse del país y sus instituciones…”.
El 23 de junio de ese mismo año (2018), días antes de las elecciones, se advirtió de nuevo en esta columna sobre el peligro que representaba esta banda delincuencial (disfrazada de partido político):
—“Origen muchas veces es destino, que el caso del falso partido llamado MORENA, y digo falso porque tiene dueño, lo que no tiene es ideología y menos de izquierda, ya que se trata de una agrupación integrada básicamente por anarquistas (empezando con AMLO) a la que se han agregado delincuentes de todo tamaño… Su unión con los violentos maistros delincuentes de la CNTE, con los ayotzinapos, con el prófugo Napoleón Gómez Urrutia, con la “comandante” Nestora Salgado, con tantos y tantos individuos y grupos caracterizados por la violencia y la improductividad… son prueba fehaciente de quién es López Obrador y qué es MORENA. El destino de México está de por medio y el voto es el que define ese destino. Enhorabuena que los ciudadanos decidan su voto con el cerebro y no con el estómago.”
Cuando menos en tres de mis últimos libros me referí a López Obrador como un embustero, un mitómano, que como todo psicópata carece de sentido del bien y el mal, buscando únicamente su propia satisfacción, que en el caso de MÉXICO resultó una verdadera tragedia, destruyendo el estado de derecho, asociándose con las bandas de narcotraficantes y concediendo impunidad a toda la fauna criminal (que en el presente tiene subyugado y bañado en sangre al país) y en perjuicio de los mexicanos y el estado de derecho.
Lamentablemente no hubo respuesta, ni del estado en sus tres instancias, ni de los lectores, como tampoco del grueso de la sociedad, permitiendo que la banda delincuencial que simula gobernar destruyera las instituciones públicas, degradara la educación y la salud (no se diga la seguridad), y emprendiera un ataque e invasión brutal contra el PODER JUDICIAL (al LEGISLATIVO lo consiguió con mañas en las elecciones del 2024, contando con la complicidad y anuencia del INE).
Recordado un poco nuestro pasado reciente, y teniendo en mente que durante el desgobierno del ayatola de Macuspana asesinaron (no “sicariaron”, no, ASESINARON) a UN CUARTO DE MILLÓN DE PERSONAS: 200 mil contabilizadas y otras 50 mil asesinadas, pero contabilizadas como “desaparecidas” (en lugares como Teuchitlán, pero a lo largo y ancho del país). El impuesto de las bandas criminales contra la inmensa mayoría de los negocios (en el campo, huertas, mercados, pueblos y ciudades) malamente llamado “cobro de piso”; convirtió la vida de millones de mexicanos en un verdadero infierno. La libertad quedó solamente en la letra de la ley. En la práctica una neo esclavitud aprisionó las vidas de millones, convirtiendo a México en una sociedad oprimida, violentada y derramadora de sangre.
Cientos de miles de cuerpos de mexicanos asesinados por todo el territorio nacional claman por justicia, como también sus familiares. De manera que no le queda a la presidenta Claudia Sheinbaum hacerse a la indignada. Los indignados son los dolientes y el resto de la sociedad que le exige que cumpla con sus deberes o renuncie el cargo por incompetencia manifiesta.
No le queda tampoco ni a ella, ni a la banda de ese mamotreto que pretende hacer pasar como “partido” (MORENA) rasgarse las vestiduras por comparar el tema de TEUCHITLÁN con AYOTZINAPA. Ciertamente, no es lo mismo: ¡es peor! Los ayotzinapos eran delincuentes que andaban delinquiendo (en camiones robados) y se toparon con otros peores que ellos que los mataron.
En cambio: las personas (hombres y mujeres) asesinadas o forzadas a delinquir en TEUCHITLÁN, eran ciudadanos inocentes, que, atendiendo la mayoría a una solicitud de trabajo, con engaños fueron llevados a ese campo de adiestramiento y EXTERMINIO (como hay muchos otros en el país). Los que rechazaban participar de inmediato eran ASESINADOS, el resto, contra su voluntad, eran obligados a delinquir y asesinar a través de un método de deshumanización total.
Es momento de que todos levantemos la voz y exijamos al gobierno de Claudia Sheinbaum que rompa todo lazo de su antecesor con las bandas de criminales y haga valer el estado de derecho. Y de no ser así, intelectuales, universidades públicas y privadas, cámaras patronales, profesores, padres de familia, prensa, pero sobre todo los políticos (de todos los partidos) que no estén amafiados con el estado, EXIJAN DE INMEDIATO LA DESTITUCIÓN DE LA TITULAR DEL PODER EJECUTIVO.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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