Opinión

Gastan anualmente miles de millones en imagen, en publicidad, en asesores, en certificaciones nacionales y extranjeras para validar su presencia en el poder. Todo ha resultado tan inútil como oneroso. Bastaría un simple espejo y una mente autocrítica para darse cuenta de la realidad. Una realidad que no quieren ver.

El divorcio entre pueblo y gobierno es ya casi total. Fuera de ciertos sectores que se benefician con programas asistenciales y de mafiosos como los maistros de la CNTE y grupos similares (que viven de fastidiar a todos los ciudadanos, pero que cobran puntualmente sus quincenas de la nómina oficial); los mexicanos carecen ya de vínculo alguno con sus gobiernos (federal, estatal y municipal).

Engreídos hasta lo irracional, la nueva clase política y sin distingo de partido, se creen paridos en el Olimpo totonaca; su arrogancia y menosprecio hacia los gobernados es absoluta. Solo ante las cámaras aparentan condescender, bajan entre los mortales, aunque nomás sea durante el paneo de los camarógrafos pues de inmediato se suben a sus camionetotas blindadas, con vidrios polarizados (de esos que la ley prohíbe, pero para eso son autoridad), seguidos de una nube de escoltas muy bien pagadas del cajón de los dineros públicos y huyen del peladaje.

¿Cómo confiar en semejantes gobiernos, si sus palabras se limitan a promesas de campaña, a obras o acciones virtuales? Y es que declaran ante los medios a sabiendas que los ingenuos se tragan sus falacias, pero la realidad indica al ciudadano agraviado y enterado de lo que sucede, que se trata de otra burla más, de un acto de cinismo que agranda la división entre gobernantes y gobernados. Veamos algunos casos.

    Los diputados federales se auto asignan un bono navideño por $718,000 mil pesos cada uno (y son 500), mientras que alrededor del 75 por ciento de los mexicanos lucha a diario para poder salir adelante y gran parte de estos para apenas sobrevivir; y los que dicen “representarle” se despachan con la cuchara grande, lastimando por enésima vez al ciudadano (harto de un sistema tributario muy alto, enredoso, de un IMSS que les agobia con sus cobros y amaga de inmediato, de inspectores federales, estatales y municipales que le tratan como delincuente y a los delincuentes no los tocan ni con el pétalo de una rosa).

Su cinismo, el de los diputados federales, llega a tal grado que cuando son descubiertos por la prensa (El Universal, 1/Dic/2016) se reducen su “bono” a $500,000 mil pesos, en tanto que al trabajador se le anuncia que para el próximo año ya se le va a pagar un mínimo de $80.00 pesos diarios. Es decir, $2,400 pesos al mes, cantidad que para que un trabajador con este sueldo gane lo que el bono navideño de los diputados, le llevaría 17 años y 3 meses de su vida. De ese tamaño es la ambición de la clase política.

Y quienes se supone representan la justicia en México no están mejor que los diputados; nos referimos a los Ministros de la Corte. Desde el terreno de la justicia social resultan impresentables. ¿Cómo confiar en un ministro de la SCJN que cobra (nadie decentemente y en un cargo público puede ganar semejante cantidad, que dicho sea de paso, es un vil atraco al erario) $520,000 pesos al mes, más una serie de prestaciones que téngalo por seguro que cuando menos son otros $300 mil más al mes (vacaciones, aguinaldos, seguros, ayudas, etcétera, etcétera). No puede impartir justicia alguien que vive de la injusticia social.

En igual situación de monarcas ―¿qué no están prohibidos los títulos nobiliarios y sus rentas vitalicias en el país?― están losConsejeros de la Judicatura Federallos califas del INE, los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, así como una cauda interminable de individuos (van incluidas las mujeres por supuesto) que han encontrado en el gobierno la manera más fácil de enriquecerse, sin problemas, y pasando por encima del trabajo y dignidad de más del ochenta por ciento de los mexicanos en edad productiva. Es inadmisible que en un gobierno democrático, en nuestro caso, emanado de la primera Revolución social en el siglo XX, existan semejantes atracos al erario disfrazados de sueldos. 

Lo cierto es que en este país nadie en el gobierno debería de ganar (excepto el Presidente de la República) más de $50,000 pesos al mes, y es que al abrir el PAN cuando fue gobierno la caja de los dineros públicos aumentándose los sueldos, la ambición de todos (PAN, PRI, PRD, PT, MORENA, y chiquillada) se desató, se perdieron, olvidando en su desenfreno lo que significa ser servidor público.

     En los Estados la situación no es mejor. En el asunto de los terrenos del aeropuerto de Guadalajara francamente apesta, y mucho.Su hedor, originado en tierras que les fueron regaladas a los ejidatarios y por las que ahora piden cientos de millones luego de muchos años, muestra una cara más de la corrupción gubernamental, en la que unos dicen exigir un derecho y otros aparentan concedérselo al amparo de la ley. Sin embargo cuando se revisan con lupa los actores de semejante despojo de los dineros públicos, lo cierto es que hiede y jueces y litigantes implicados están ligados a la universidad pública local. Pero nadie investiga. Todos como en el juego de “Juan Pirulero” cada quien atiende a su juego.

Las transas de los Laudos son otra cara novedosa del desvío de los dineros del pueblo. Por siempre al término de cualquier gobierno municipal, estatal o federal, los funcionarios y empleados que llegaron con el gobernante se iban, era la regla del juego político. Pero llegó el corrupto y mojigato PAN y comenzaron a demandar al gobierno al final o principio de la nueva administración. Pronto le hallaron el modo, así que entre exfuncionarios, abogados y Tribunales se comenzaron a dictar Laudos millonarios (nunca antes vistos en la historia de México) y con ello una nueva forma de saquear al país.

     Y mejor ya le paro porque me estoy enojando ante tanta corrupción y cuando esto sucede escribo cosas muy fuertes, así que mejor me detengoen espera que entre nuestros gobernantes existan todavía algunos sobrevivientes (de cuando había servidores públicos y no cleptómanos disfrazados de gobernantes) que mediten y hagan algo por México antes de que la ambición de los bucaneros hunda nuestro bello y amado país, o nos lleve a una oprobiosa dictadura.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!.

 

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Ha iniciado la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, se les desea el mayor de los éxitos. Por 27 años participé con un stand, los primeros como coordinador de Autores Independientes, luego, y por más de 15 con uno propio. Negar que la pasé bien y que guardo muchos y bellos recuerdos sería mezquino de mi parte, lo cierto es que además de que los lectores me trataron bien y se me abrieron las puertas en muchos países para mí obra, disfruté enormemente todos esos años.

Mi gratitud para Lety Cortés, Carolina Tapia, Josué Nando, cara oficial de la FIL hacia los expositores y escritores. De hecho las únicas que conocí en todos esos años de participaciones, pues los jefes, los patrones de estas excelentes personas, jamás bajan del Olimpo en que viven y se han inventado; desconocen los pasillos de la feria, como lo que sucede en ella. Se encandilan unos a otros con su brillo artificial. Lo suyo es la grilla al amparo de las letras.

Aun así, escritores (los ajenos al Parnaso), expositores y visitantes, gozan estos días en que las letras y la inteligencia tienen fiesta en nuestra ciudad. Privilegio que se disfruta a la manera del colibrí, que obtiene el dulce néctar de un libro, de otro, de tantos y tantos que en nueve días convierten Guadalajara en un Paraíso literario no valorado ni cuidado como se debiera. La cultura de masas requiere de equilibrios y muchos cuidados.

Se debe reconocer el genio para dar vida a esta feria, merecido se tiene. Lamentablemente al mezclar la política con un campo que requiere de otras atenciones y cuidados, se ha preferido la cantidad que la calidad. La autoimpuesta meta de meter más personas en muros que ya no pueden crecer, solo produce incomodidad, molestias y hordas de chamacos que no tienen idea del lugar al que los llevan.

El camino fácil ha sido tomado hace años. La amistad entablada (por no decir complicidad) con los defeños usufructuarios de las letras en México, quienes a manera de patente son amos y señores de salones, conferencias y demás foros durante esos nueve días; ha eliminado del todo a los escritores del resto de los Estados y los locales. Feria en la que solo los apellidos Monsiváis (+), Poniatowska, Fuentes, y demás personajes ilustres del altiplano son bien recibidos. Claro, ambos se necesitan, por tanto se protegen y elogian mutuamente, novenario profano en el que una prensa les quema incienso con o sin méritos.

En lo personal durante estos 27 años tuve con mis compañeros de la prensa encuentros y desencuentros, más de los segundos que de los primeros. Considero este ejercicio de una enorme responsabilidad cuyo compromiso principal es con la verdad y el pueblo. Mi primer consejo, recibido del decano de la prensa de Baja California hace más de tres décadas, Don Oscar Genel, fue: “mantente lo más lejos que puedas del gobierno y lo más cerca que puedas del pueblo”. Lo consideré adecuado y lo he seguido al pie de la letra.

Sin embargo hay muchos periodistas, sobre todo entre las nuevas generaciones, que llevan este consejo justo al revés. Por años tuve buenos comentarios en la prensa local y nacional, pero cuando saqué mi libro sobre el gobierno de Vicente Fox: “El hombre que nunca debió ser presidente”, fuera de El Universal, la mayoría de la prensa me negó espacios y entrevistas. De hecho el año pasado (2015) ningún medio de los grandes (locales y nacionales) me concedió espacio, uno incluso que me entrevistó no la publicó. Se trataba de mi más reciente obra “YESHUA, EL MESIAS” ¿Acaso nomas los libros de homosexuales, de pervertidos y de escándalos merecen la atención y comentarios? Una sociedad sin valores refleja su carencia de éstos con índices de criminalidad y violencia. La vida espiritual de los pueblos se refleja en su modo de vida, quiérase o no. ¿Acaso muchos de los grandes clásicos no tocaron con gran profundidad y beneficio universal los temas divinos?

Una televisora local que año con año me entrevistaba, durante la FIL 2014 me preguntó acerca de los sucesos de 1968 y cómo se habían visto en Guadalajara (había publicado mi libro de historia “MEXICO: ¿ESTADO FALLIDO O PAÍS TRAICIONADO?” Volumen dos). Al escuchar mi respuesta, el conductor se puso pálido y me quitaron el sonido argumentando fallas. Ocioso resulta decir que el año pasado ya no me invitaron, como tampoco ningún medio. De hecho y muy a la manera de los ex fegistas, feuistas y demás personajes que manejan como patrimonio propio la universidad pública local, me mandaron a mi stand a una jovencita de Durango para que me entrevistara. Ella me había dicho que era para un periódico de su Estado, pero “curiosamente” apareció en La Gaceta de la U. de G. donde pretendieron dañarme, como si al espíritu libre las mentiras le dañaran. Las falacias dañan a quien las vierte.

Incluso y para mi sorpresa se me invitó por la Hora Nacional para representar a Jalisco como decano de los escritores locales (año 2015). La entrevista se grabaría en mi Stand E-12, huelga decir que me dejaron plantado, nunca llegaron ni nunca se me concedió una explicación. Creo que un gobierno federal y sus instituciones deben mantener siempre la seriedad que la vida republicana les exige. Podría mencionar muchas otras experiencias, algunas muy positivas, como una entrevista que me hizo para la televisión nacional Javier Solórzano hace algunos años. En fin, como para mi universidad no existo y como cliente de la FIL tampoco (y el stand de nueve metros cuadrados me costaba alrededor de $2,500 dólares cada año), cierro esta etapa.

Así que a la manera del Licenciado Vidriera, personaje de Don Miguel de Cervantes (tan radicalmente opuesto a otro conocido “licenciado”), y haciendo mías sus palabras, las de Vidriera, claro, me despido de la FIL: “Lo que solíades preguntarme en las plazas (FIL), preguntádmelo ahora en mi casa…  y dijo al salir de la corte: ―¡Oh, Corte, que alargas las esperanzas de los atrevidos pretendientes y acortas las de los virtuosos encogidos; sustentas, abundantemente a los truhanes desvergonzados y matas de hambre a los discretos vergonzosos”.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 Correos recibidos: Armando Ramos, Myriam Levy, Patricia Hernández, José Gordon, Laura Tapia, Graciela Evia, Víctor Gálvez, Juan José y Patricia Hernández, Patricia Díaz, Leticia Tostado, César Cóhen, y Jackie Cóhen, a todos muchas gracias. A Pilar Sainz que no le gustó mi artículo sobre Trump, el tiempo nos dirá a quien asiste la razón. Saludos cordiales a todos.

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Vivimos días extraños, los que fuimos formados en otras épocas nos sentimos traicionados y desilusionados en muchos órdenes, que por la fecha nos limitaremos a comentar un solo tema, que los hay y muchos: ¡La Revolución Mexicana!

Como habrá notado el lector el movimiento popular que cambió a México y le permitió un lugar en el concierto mundial, lo puse con mayúsculas, así fuimos enseñados en escuelas públicas y privadas (cuando menos en la mayoría). La gesta que permitió derribar la férrea dictadura del Porfiriato no es cosa menor ni fácil de entender. De hecho los mexicanos somos difíciles de entender. Nuestro mestizaje de español e indígena y la guerra eterna entre las propias tribus locales, ha hecho por demás difícil nuestra unión. La Revolución y la fuerza emanada de ella (hecha gobierno) logró hacer lo que nadie había podido, ni españoles, ni liberales, ni conservadores, ni porfiristas. Un México fuerte y unido.

Los maniqueos, sobre todo los de la extrema derecha y los anarquistas de la falsa izquierda que contra todo se oponen, de inmediato se rebelan contra la anterior afirmación y en nombre de su “pureza” se rasgan las vestiduras acusando a los revolucionarios de corruptos. Acusación que siempre hacen sin excepción alguna. Para ellos todos son corruptos, excepto, claro está, ellos y sus cuates.

Si acaso se la perdonan al Tata Cárdenas a quien subieron al altar patrio por haber hecho el milagro de la expropiación petrolera. Lamentablemente quienes conocen la historia saben que no hubo tal milagro, que el presidente de Jiquilpan era corto de luces y carecía de visión de estadista. Lo suyo era darle personalmente dinero a los indígenas, comer con ellos, posar para la foto y cosas muy propias de los demagogos de izquierda (por eso son demagogos). Hizo cosas muy plausibles, como abrirles las puertas a los republicanos españoles, pero nos desviamos del tema. La expropiación nació en la Casa Blanca y quien implementó todo el asunto y logística fue el viejo embajador Josephus Daniels, pues la 2ª Guerra Mundial se veía venir y los yanquis no querían a ningún país europeo en América, menos en el país vecino sacando petróleo.

La ceguera y el fanatismo les impide ver que gracias a los gobiernos emanados de la Revolución de 1910 ―una vez pacificado el país y neutralizados los generales ambiciosos a los que Ibarguengoitia describe de manera sarcástica y deliciosa en su famoso libro “Los relámpagos de agosto”― México inicia el camino del progreso.

En 50 años, de tener apenas un 20 por ciento que sabía leer y un 80 de analfabetas (1920), para 1970 la cifra se invirtió y más del 80 por ciento de los mexicanos ya sabíamos leer. Eso costó, mucho y en muchos sentidos.

La economía en todos los órdenes mejoró y el mexicano no solo tuvo acceso ya a la educación, casas, tierras, comercio y otras actividades en la sociedad, lo cierto es que pasó a ser parte de las naciones conocidas de la Tierra. En 1968 fuimos anfitriones de las Olimpiadas y en 1970 del Mundial de Futbol. La figura del mexicano dormido a los pies del cacto pasó al olvido, si bien manos extrañas de ambas ideologías que dominaban al mundo de la época nos dividieron y tomaron como laboratorio para sus perversos experimentos. La fecha fue el 2 de octubre, parteaguas de la división interna que muchos que se dicen patriotas ni entendieron y continúan sin entender a causa de su egoísmo recalcitrante y su  soberbia “intelectual”.

En qué mente cuerda va tener cabida que los estudiantes defeños iban a ser tolerados para siempre con su arrogante actitud. Sobre todo cuando Díaz Ordaz era el último Presidente de la Revolución. Pasaban por abajo del balcón presidencial de Palacio Nacional y le gritaban «no queremos Olimpiadas, queremos Revolución». Disfrutaban de educación superior en las ultra modernas instalaciones de la UNAM y retaban a quienes se las habían construido y concedido educación en todos los niveles que sus padres y abuelos no tuvieron.

Ignoraban que en la etapa de poner en práctica los postulados de la Revolución, los gobiernos emanados de ella construyeron prácticamente toda la infraestructura que sostiene a México: carreteras, universidades, hospitales, IMSS. ISSSTE, aeropuertos, calles, avenidas, Metro (México, Guadalajara y Monterrey), puertos, telégrafos, teléfonos, obras hidráulicas, etcétera. Que las instituciones públicas fueron creadas o reformadas conforme a esta visión en la que los equilibrios sociales se cuidaban con celo y las fortunas mal habidas se perseguían (no todas, pero sí la mayoría).

A partir de Luis Echeverría a la fecha las cosas cambiaron. Ese extraño presidente que hacía señales con la izquierda pero que permitió que la derecha avanzara y la clase gobernante se perdiera en su ambición, acabó con la Revolución.

En lo sucesivo el desprecio, quizá por ignorancia o animadversión enseñada en casa, gran parte de los mexicanos en automático repudiaron la Revolución, cuando lo cierto es que gracias a los frutos de ésta se vivió la mejor etapa de toda nuestra historia. De 1930 a 1970 México subió en todos los órdenes su calidad de vida. Las personas vivían con modestia y la cultura del ahorro era generalizada. Lamentablemente las cosas cambiarían y una nueva cosmovisión hedonista y derrochadora atrapó a las nuevas generaciones.

     Lo peor del caso es que el hedonismo entre la clase política se radicalizó con virulencia, echando al cuarto de los trebejos la Revolución Mexicana para dar paso a la ambición desmedida. En lo que corre del siglo XXI entre Foximiliano y su troupe de forajidos (del erario), abrieron las puertas de la ambición de par en par y sin que autoridad alguna les estorbara. Y como la impunidad es el mejor aliciente para delinquir, la mayoría de los gobernadores estatales se perdieron en su ambición, seguidos claro está, por presidentes municipales, regidores, Congresos y cuanto cargo público tiene acceso a los dineros públicos.

     En Jalisco Emilio González Márquez gastó $74,000’000,000 (setenta y cuatro mi mil) millones de pesos de manera discrecional ―y lo pongo con números también para que nos demos una idea del exorbitante monto, único en la historia del país―; ejemplo que siguieron y han seguido muchos de sus colegas. El caso de Duarte es apenas un ejemplo de los que muchos otros han y están haciendo con el trabajo y esfuerzo de los mexicanos. Como que se les olvida, igual sucede con todos los pedinches de los dineros públicos, que los fondos nacionales se originan en los impuestos que el pueblo paga, como también del Petróleo (cuando dejaba, desde Fox sólo ha dejado deudas) y lo que gastan los turistas extranjeros. No existe un cajón que lanza mágicamente los billetes. Un país es como una casa y de acuerdo a sus ingresos se debe gastar.

Hasta el Presidente Gustavo Díaz Ordaz, México prácticamente no tenía deuda pública, era insignificante ($4,263 millones de dólares). Hoy por eso vivimos de manera tan miserable, con tantas carencias y sin esperanza futura, pues los préstamos a los que han obligado al País y los Estados nos tienen de rodillas ante los acreedores y sin que nadie diga nada, pues todos los partidos políticos, TODOS, están perdidos en su soberbia y ambición, traicionando TODOS la Revolución Mexicana. Así que mejor ni la mencionen, no hay nada ya qué festejar.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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Ya lo señalan las Sagradas Escrituras: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado; pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Con el triunfo de Donald Trump el pasado martes 8 de noviembre, el gobierno de Estados Unidos recogerá lo hecho a los mexicanos en las elecciones del 2 de julio del año 2000. Es decir, endilgarnos por la fuerza al peor candidato y peor presidente en un siglo ¡Vicente Fox!

Cuando el gigantón ignorante saltó a la palestra política como candidato a la presidencia de México en lo personal me horroricé. De hecho el título de mi primer columna dedicada a este ranchero hablador se tituló: «Fox: el gran embustero» (Análisis y Propuesta, El Informador, sábado 29/abril/2000).

Durante su larga, sucia, perversa, costosísima e ilegal campaña (fue el primero en iniciar tres años antes la campaña, con muchísimo dinero de oscura procedencia ―Fox estaba quebrado en lo personal y había hecho quebrar la empresa familiar―); el grandulón y paisano de “las poquianchis”, rompió todas las reglas legales y de decoro, para instaurar la llamada “guerra sucia” y con ello dividirnos.

En mi libro «Medio Siglo», publicado a mediados del año 2000 advertía mis lectores: “Es de considerar que una persona realmente pensante, que use la materia gris para el análisis y la serena reflexión, acepte a tipos como el defeño Vicente Fox ―avecindado guanajuatense―, aspirar a un cargo tan importante y de tan enorme responsabilidad como la presidencia de la República. Aspiración absurda sostenida tan solo por sus bravatas ―al estilo de junior en cantina de pueblo―, o por sus ataques a personas e instituciones sin más apoyo que su grande boca…”, para cerrar mi vaticinio político decía: “En lo personal no creo que Vicente Fox llegue a la presidencia, pues gran parte de la sociedad está plenamente consciente de la incapacidad y falacias de este hombre. No obstante, de lograr los gringos imponer a su personero; lo seguro es que más que un presidente, un gerente de trasnacional quedaría al frente del ejecutivo, por lo que México quedaría de facto convertido en una estrella más de la bandera yanqui” (págs. 213-215).

Lamentablemente el Imperio impuso a su personero (para deshacerse de los gobierno nacionalistas que siempre le estorbaron) y hoy México es una nación plegada absolutamente a Estados Unidos. Un personero tan chiflado como inútil, tan ignorante de la enorme responsabilidad presidencial, que se fugó de su realidad a través de viajar y viajar y enriqueciéndose (y permitiendo que todos a su alrededor lo hicieran) como buen payo, de manera cínica y vulgar, pero con tanta protección e impunidad que es fecha que nadie le toca. La prensa le ha tapado todo, absolutamente todo.

En mi libro «El hombre que nunca debió ser presidente» y luego de describir el perfil de Vicente Fox, señalaba: “Amigo desleal y sin escrúpulos supo aparentar lo contrario, rodeándose de cómplices y filibusteros que saquearon la Patria con mayor libertad y daño que sus antecesores, ¿quién podía dudar de los honrados y decentes políticos del «cambio» si a todas horas mencionaban a Dios y gustaban de comulgar ante las cámaras y ser fotografiados en actos religiosos? Por supuesto que los entendidos de la política y la conducta humana en todo momento dudamos de este embustero profesional, que analizado minuciosamente desde campos diversos: espiritual, psicológico, político, o desde la simple experiencia que concede la vida a las personas reflexivas: Fox resultaba un farsante, un improvisado sin escrúpulos. Quienes descubrimos desde el principio la falsa personalidad que socialmente presentaba este peligroso mitómano, nos aterramos en verdad de lo que podría suceder en caso de llegar al poder” (pág. 12).

     Pues igual de aterrados deberían de estar los norteamericanos y de paso el mundo entero. ¿Acaso considera alguno que Donald Trump una vez que se instale en la Casa Blanca va cambiar? El vikingo ignorante, engreído, y ofensivo que vieron en la campaña, es el que va a tomar las riendas del Imperio.A los cristianos ignorantes e ingenuos que votaron por él (católicos y protestantes) les sucedió lo mismo que a los alemanes con Hitler cuando llegó al poder, se entregaron en manos de aquel farsante y violento para luego descubrir que era un perfecto impío y que solo les había utilizado, que les había engañado para hacerse del poder. Ingenuidad que costó a la humanidad cuando menos 60 millones de muertos durante la 2ª guerra mundial.

En mi reciente libro «Historia del Judaísmo Mesiánico» escribo al respecto: “Las palabras pronunciadas por Adolfo Hitler al asumir la Cancillería en enero de 1933, debieron de sonar gratas a los oídos de la masa social agobiada por la prolongada crisis, sin reparar que dichas palabras carecían de sinceridad y del necesario aval moral. Que venían de un hombre mentiroso, cínico, ateo y violento. Ingenuamente cayeron en la trampa, como igual sucederá con la prédica del antimesías o anticristo una vez que aparezca, evento quizá no muy lejano si se considera la situación mundial actual” (pág. 200).

En el referido discurso, Hitler le dijo a los alemanes―“Estamos decididos, como líderes de la nación, a cumplir como gobierno nacional la tarea que nos ha sido encomendada, jurando fidelidad solo a Dios, a nuestra conciencia y a nuestro pueblo…  ¡Ojalá que Dios todopoderoso tome nuestro trabajo en su gracia, convierta en realidad nuestra voluntad, bendiga nuestro conocimiento interno y nos dote con la confianza de nuestro pueblo”. Los alemanes le creyeron y se le entregaron. Gran parte de los norteamericanos, los suficientes para ganar las elecciones, también le creyeron a este farsante, hedonista, engreído, casinero, mujeriego, farandulero, violento, irrespetuoso, maleducado y demás.

Faltó el discernimiento, es obvio que la oración pidiendo sabiduría estuvo ausente. De ninguna manera se sugiere que Hillary Clinton sea buena, de hecho es otra impía, sin embargo es parte de un sistema. Trump se irá por la libre como Fox lo hiciera en México (con lamentables y terribles consecuencias que todavía estamos padeciendo).

     Ante la falta de espacio, resta decir que lo que el Imperio sembró en México con Vicente Fox (al imponerlo para acabar con los regímenes derivados de la Revolución de 1910) ahora lo recogerá en su propio país con Donald Trump. Los mexicanos que votaron por Fox pedían un cambio, igual sucedió en el país vecino con los que votaron por el de copete pelirrojo. Fox nos desunió a los mexicanos; Trump también ya lo hizo en su nación. En una palabra, tiempo de recoger lo sembrado.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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