Opinión

Siempre las cosas pueden ponerse peor. El cuadro que presenta nuestro país además de terrible, anuncia peores tiempos de no ponerse un alto a tantísimos derroches, que sumados a la archi corroborada incapacidad gubernamental en casi todos los niveles y de todos los partidos políticos, lo cierto es que futuro de México es para deprimir al más optimista.

Nuestra clase política, entiéndase presidencia, gobernadores, secretarios federales y estatales, senadores, diputados, ministros de la SCJN, partidos, derechos humanos, INE, y demás funcionarios de la elite gobernante ―salvo honrosas excepciones que confirman la regla―, viven en una especie de Nirvana creado artificialmente por ellos, claro, con la ayuda de los medios (y mediante sumas multimillonarias) en el cual las cosas se miran de un modo totalmente distinto a como lo vemos los mexicanos, los que no cobramos ni nunca hemos cobrado en la nómina oficial.

¡Pero, vamos!, cómo no ver las cosas “bien” cuando se tiene un sueldo de 200 o 300 mil pesos mensuales, cuando las prestaciones suman anualmente cifras de cinco o seis ceros a la derecha. Cuando se tienen autos de sobra, de los mejores, con guardaespaldas que les abran el paso, incluso helicópteros para que no les estorbe el tráfico al que el peladaje está sujeto (sin contar las marchas y manifestaciones de los atilanos salvajes, perversos y parásitos de la CNTE). Cuando los cortesanos les entregan informes y encuestas de que todo lo que hacen está bien y el rumbo del país, del estado o del municipio avanzan como nunca antes.

Sus horrendos y ofensivos derroches ya no los ven. Mega sueldos, mega prestaciones, mega sueldos para sus amigos y cuates (que son colocados de asesores, secretarios, ayudantes, etcétera, aunque no muevan un dedo), viáticos, gastos superfluos, vehículos que debieran de comprarse con su sueldo y no del erario, mandar hacer uniformes de la secretaría, del congreso, del estado, del municipio, o de lo que sea, pero siempre para ayudar al amigo (o al cómplice), la creación cotidiana de costosísimos escenarios para que se luzcan, como los miles de millones que anualmente se gastan en televisión, radio y prensa, los toman ya con tanta naturalidad que ni siquiera los ven. No perciben que al ciudadano que le cuesta tanto esfuerzo y trabajo subsistir le irrita con impotencia tanto derroche, sobre todo cuando se consideran los pobres, sino es que nulos resultados. No se diga para los que vivimos en otras épocas y tenemos la capacidad de comparar y reprobarlos.

Los partidos políticos no son ajenos a este aquelarre de miserias morales y ofensivos derroches. Las ideologías ya no existen, han dejado paso a un pragmatismo simplón y rampante en el que palabras como izquierda y derecha apenas sirven para distinguir sus extremidades, no para describir posiciones políticas como en la Asamblea Nacional francesa a finales del siglo XVIII. Convertidos en simple agencia de colocación, verdaderos pájaros de cuenta arriban y en no pocos casos ocupan puestos de importancia en detrimento de la vida republicana, no se diga de los dineros del pueblo, que a final de cuentas es lo único que parece interesarles.

Y voltear a otras instituciones no ayuda, tenemos el caso del INE, tan oneroso como inútil. ¿Para la clase de gobiernos que hemos padecido en los últimos 25 años necesitamos del INE? Si esa es la clase de “democracia” que nos ofrecen, era radicalmente mejor y más efectiva la que tuvimos durante los años 40, 50 y 60 del siglo pasado; época en la que los índices de crecimiento económico sostenido son los mejores en la historia de nuestro país. Tiempo en el que las elecciones eran baratas y los resultados mejores ¿Le importará mucho al pueblo que los votos sean vigilados y controlados a tan altísimo costo para la clase de gobernantes que tenemos?

Producto de esta nueva democracia (las nuevas generaciones deben saber que antes no vivíamos en ninguna dictadura y nuestras condiciones eran mucho, pero mucho mejor ―y no existían esas diferencias sociales tan marcadas como las del presente―) es la obesa, improductiva y derrochadora burocracia mexicana. Para dondequiera que voltee el ciudadano el trabajo de uno en el gobierno es, no realizado, sino cobrado en 5 y hasta 10 plazas, lo que hace que la carga impositiva para el que paga impuestos resulte asfixiante.

Un caso por demás ilustrativo es la nefasta CNTE; símbolo patético del más putrefacto y corrompido sindicalismo a la mexicana. Profesores que no lo son, pero que cobran como tales, miles de ellos en la nómina oficial pero que carecen de una escuela donde impartir clases; que dicho sea de paso y de hacerlo, se reducirían a como producir bombas molotov, cómo robar el peaje de casetas en carreteras, incendiar edificios públicos y vehículos, aunque en segundo grado las materias pueden ser “cómo derrocar un gobierno legítimo para colocar uno al estilo chavista”, “cómo robarse autos nuevos en la agencia o de la madrina sin que nadie te persiga”, incluso cursos más elevados de “cómo convertirse en un ente de poder y doblegar al gobierno” (siendo simples delincuentes con una bandera falsa) y cursos por el estilo.

Lamentablemente los derroches abarcan toda la administración pública y en todos los niveles.Incluso donde no hay derroches como es en el caso de la cultura, los dineros no siempre se aplican como debieran y dónde debieran.

Otro caso patético es la Policía Federal y sus ramales (como la llamada Gendarmería) en los que se ha invertido cantidades multimillonarias con casi nulos resultados. Han creado un verdadero ejército que solo luce en los desfiles, cuyos uniformes, armamento y equipamiento han costado al país una verdadera fortuna pero que en resultados no pintan siquiera. Frente a los vándalos de la CNTE y sus socios anarquistas, la policía federal ha sido un absoluto cero a la izquierda. Si se pensaba que con solo crearlos, vestirlos y presentarlos atemorizarían a los anarquistas alérgicos al trabajo (pero adictos al presupuesto y al poder) han fracasado de punta a punta.

Congresos locales, como es el caso de Jalisco, han caído hasta lo más profundo del fango. De 1995 a la fecha, todas las legislaciones ―sin excepción― se han caracterizado por subirse los sueldos y prestaciones, crecer en más del mil por ciento la nómina y los recursos sin ofrecer al pueblo de Jalisco nada que no sean escándalos y corrupción. La llamada Auditoría Superior de Jalisco, es otro caso vergonzoso, ejemplo vivo del derroche y la incapacidad. En medio de una orgía de saqueos y derroches municipales y estatales, lejos de llamar a cuentas a los presuntos delincuentes del erario, la ASEJ se construyó un edificio que muchos países del primer mundo envidiarían  ¿No hay nadie en el gobierno que vea lo que sucede y comience a poner orden antes de que esto se desmorone?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Paradójicamente entre más hablan de democracia, más alejado se encuentra el gobierno de sus gobernados. El síndrome de la monarquía ha crecido entre la alta y baja burocracia, no se diga en las élites del poder público, de tal forma que el ciudadano se ha convertido en simple súbdito destinado a trabajar como burro para satisfacer las ambiciones (de todo tipo) de los de arriba, de los poderosos que dicen ser servidores públicos, pero que en realidad solo se sirven del público.

 

Ajenos a toda ideología, la mayor parte de los posmodernos funcionarios y burócratas (sin distinción del partido político al que se pertenezca) ven su presencia en el escalafón del poder público como una manera única para enriquecerse, para dar rienda suelta a sus instintos y sueños de grandeza, lo cual además de reflejarse en los altísimos índices de corrupción que padecemos en las últimas décadas (sobre todo en los tres últimos lustros); se agrava en la relación pueblo˗gobierno, creciendo la distancia hasta perder todo contacto.

 

Engañados o auto engañados por sus equipos de colaboradores y asesores que les crean costosísimos (e innecesarios) escenarios diarios para hacerles creer que tienen “contacto con el pueblo”, lo cierto es que cada vez están más alejados de él.

 

     Trepados a diario en aviones o helicópteros, el único contacto que tienen con el ciudadano (no con la ciudadanía, concepto jurídico que ni siquiera comprenden y lo repiten continuamente como loros en sus discursos) es prefabricado, falso, con entrada controlada y para que se les queme incienso. Asuntos de imagen. Punto.

 

Don Adolfo Ruiz Cortines, así como sus sucesores López Mateos y Díaz Ordaz, excelentes Presidentes los tres, viajaban más en camión que en avión, lo cual les permitía ver con sus propios ojos las obras que inauguraban, las condiciones de los caminos, y el roce con el auténtico pueblo.

 

Un caso concreto. Si el Presidente Enrique Peña Nieto hiciera el viaje ―sin la comitiva real que le abre camino por la fuerza― de Guadalajara a Puerto Vallarta, mejor todavía, de Vallarta a Guadalajara, se daría cuenta del olvido del gobierno al pueblo que paga impuestos y sostiene la enorme y costosísima nómina oficial. Conducir apenas 320 kilómetros en 6 y hasta 9 horas, es verdaderamente un martirio.Un viacrucis para el viajero que busca vacaciones para salir del estrés cotidiano que resulta vivir en este país, o para el que transporta mercancías, pero lo que recibe es más estrés, peligros e incomodidades sin fin.

 

Resulta verdaderamente ridículo que un trayecto tan corto como es de Puerto Vallarta a Compostela de apenas 130 kilómetros, en temporada vacacional se realice en 3 o 4 horas en medio de un tráfico tedioso, de curvas sin fin y con peligros de todo tipo pues no faltan los viajeros desesperados y los que no saben manejar en carretera, que luego de ir en lenta peregrinación atrás de trailer y camiones de carga, rebasan sin precaución alguna exponiéndose y exponiendo a los demás a accidentes casi siempre fatales. ¡Y como no ser así, si la carretera la construyó el Presidente Díaz Ordaz (que fue quien impulsó Puerto Vallarta) y los dos angostos carriles son los mismos desde hace medio siglo!

 

     ¿No les da vergüenza a los gobiernos federal y estatal (de Jalisco y Nayarit) ofrecer como única opción esa vieja, incómoda, e insegura carretera? ¿Cómo se atreven a promover nacional e internacionalmente Vallarta y Nuevo Vallarta con esa porquería de carretera? Si hicieran el viaje como simples ciudadanos en auto, no en avión y con su séquito de cortesanos que les impiden a diario conocer la realidad de las cosas (por tanto del país), hace años que hubiéramos estrenado autopista.

 

En la semana que recién termina retorné de Puerto Vallarta, un viaje de 6 horas a Guadalajara me dejó más agotado que un viaje de 11 a la frontera (pero que son puras autopistas). Por si faltara algo a tanta molestia, un ultra “celoso” policía federal me infraccionó en uno de los muchos entronques. No consideré que hubiera cometido falta alguna, pero al ver la prepotencia, soberbia desmedida y carencia absoluta de tacto con el ciudadano, le apresuré que me hiciera el folio. Dejándole como respuesta que ese celo desbordado con el ciudadano común y pacífico, lo utilizaran con los maistros de la CNTEque roban peaje en casetas federales, extorsionan viajeros, roban madrinas con automóviles nuevos, camiones con mercancía, incendian gasolineras, queman edificios públicos y vehículos, cometiendo a diario toda clase de actos guerrilleros sin que los “celosos” policías federales muevan un dedo.  Policías tan inútiles como costosos.

 

Por favor señor Presidente, señores gobernadores y presidentes municipales, ¡Bájense del helicóptero y transiten por las mismas carreteras que el pueblo utiliza, es la única manera de que se den cuenta lo que padece y piensa el pueblo de ustedes, para bien o para mal! Ahora sí que depende de sus obras, de su respuesta y sensibilidad a las verdaderas necesidades sociales la que marcará los resultados.

 

Al verdadero pueblo no le importa un comino la CNTE ni sus socios ayotzinapos y demás guerrilleros y anarquistas, esos le interesan a ustedes para que la prensa los elogie y no los califique de “represores” (pasando por alto que el que delinque se tiene que atener a las consecuencias jurídicas de sus actos). Al pueblo lo que le interesa es que no haya vándalos en las casetas de peaje que le impidan su paso, que le exijan a manera de extorsión dinero, que impongan el orden, es decir, el imperio de la ley. Aunque también espera que atiendan sus necesidades cotidianas, que no son ver en la tele que pasó hoy con los “maistros”, que se bajen del avión y del helicóptero para ver el estado de las carreteras y de manera urgente pongan remedio. Empezando con la tan esperada autopista Guadalajara Puerto Vallarta ¿o usted qué considera, estimado lector?

 

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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Los defensores radicales de la razón tienen también su lado peligroso. No por belicosos, al contrario, por su absurda ingenuidad, por no entender ni aceptar el peligro. A partir del ataque y destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, de derribar parte del otrora indestructible Pentágono y del avión que estrellaran en Pennsylvania con todos sus ocupantes, las hordas de asesinos engendrados por el Islam radical han continuado con su escala de horror a la que se suma la reciente matanza de Niza, en la que 84 inocentes perdieron la vida y más de 200 quedaran heridos por un demonio que en el nombre de “Alá”, el dios de los musulmanes, ─que no es el mismo Dios de judíos y cristianos (el dios del islam es inventado por Mahoma, mientras que el Dios del judeocristianismo se revela al hombre caído para restaurarle)─ les asesinara con maldad y crueldad manifiesta. Ni qué decir de su repugnante cobardía; cobardía presente en todos los yihadistas, pues no es lo mismo enfrentarse a soldados o policías armados, que atacar a civiles inocentes y desarmados, ajenos a su mundo y pensamientos de odio y maldad,

 

A la larga lista, en la que por cierto la aldea global no anota los ataques yihadistas contra el pueblo judío en Israel, podemos recordar los ataques en el Metro de Madrid, en el de Moscú y el de Londres, así como los crímenes que cometieron contra el personal y directivos del diario francés Charlie Hebdo y un supermercado Kosher de Paris, por señalar algunas de las fechorías de estos asesinos endemoniados. Sí, endemoniados, no es posible que un ser humano, ¡humano!, sea capaz de asesinar a personas inocentes, a miles de ellas, que ni siquiera perciben o esperan peligro alguno. Que no se defienden porque no están conscientes del peligro. Agredidos por perturbados que se atreven a matar y matarse en espera de mujeres en otra vida futura, porque en la presente su religión de odio y prejuicios les enseña que judíos y cristianos son sus enemigos, contra los que se autoriza en el Corán el uso de la violencia e incita a matarles.

 

Así que este es justamente el problema de Occidente. Su ingenuidad a toda prueba. Un teólogo inglés, John Wesley, fundador de la iglesia metodista escribió en el siglo 18, que “La pasión y el prejuicio gobiernan al mundo, pero bajo el nombre de la razón”. ¿Querer demostrar que el hombre es “bueno” porque todo lo razona, no se ha convertido acaso en una pasión absurda, malsana, y casi suicida?

 

Habiendo la culta Europa apostatado de Dios, entronizó la razón y el hombre suplantó a Dios, usurpando la criatura el lugar del Creador. Lo peor del caso es que desde el siglo antepasado ha continuado en su necedad, empecinándose y afirmando a todas horas que el hombre es “bueno”, por lo que le creó de manera absurda una protección a manera de muro llamada «derechos humanos», No importa que dos grandes guerras mundiales les hayan derrumbado al ídolo y mostrado al hijo del rebelde Adán tal cual es. Un hombre caído cuya razón apartada de la gracia Divina ha resultado violento, torpe, incapaz siquiera de distinguir el peligro real, como sucede en este momento.

 

En lo personal la actitud de los líderes del mundo me recuerda al gran intelectual alemán Walter Benjamín, que capaz de analizar las profundidades del pensamiento filosófico, de desmenuzar los sistemas políticos y comprender los porqués de la historia, no pudo en la vida real distinguir que el guardia español que le retuvo esa noche en la frontera, solamente quería (corrupto como los “covachuelos” de Madrid que señalaba nuestro querido Fray Servando Teresa de Mier) sacarle algo de dinero para que continuara su huida hacia América (a causa de su origen los nazis le querían asesinar como a todos sus compañeros intelectuales judíos que iban en ese grupo).

 

     Al no discernir la corrupción del guardia que solo quería sacarle unos pocos billetes, Benjamin prefirió suicidarse. Algo así les está sucediendo a los defensores radicales de la razón. No quieren ver, mucho menos aceptar, que llenaron Europa de criminales musulmanes. Pensar que por vivir en el continente de la razón por alguna especie de osmosis se les pegaría a sus fanáticos y cerrados huéspedes su manera de entender la vida, raya en la ingenuidad absoluta, por no decir estupidez.

 

A diferencia del judío y del cristiano, que cuando lee la Biblia buscando a Dios hay una transformación positiva del creyente, en el Islam sucede exactamente al revés. Puede ser un musulmán pacífico y tolerante mientras no lea el Corán, pero una vez que lo lee y se entera de sus enseñanzas, del odio y belicosidad de Mahoma contra judíos y cristianos (contra los que se incita y autoriza el uso de violencia, incluso la muerte) aparece la furia y el odio que el llamado «terrorismo» ha impreso como marca en el siglo de la posmodernidad, dejando en Occidente una estela de muerte y destrucción.

 

De continuar el mundo con esa actitud estúpida de ingenuidad, los crímenes del Islam belicoso (llámese ISIS, Boko Haram o como sea) no solo continuarán, sino que irán en aumento. El hecho que una persona, un pueblo o una nación no sea belicosa, no significa que no se tenga que defender o tomar medidas contra un peligro inminente. Europa y América del Norte abrieron sus puertas de par en par al mundo musulmán y ahora tienen el enemigo dentro de casa. Un enemigo que no quieren ver, pues la razón que les enorgullece se ha convertido en simple sinrazón.

 

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

 

 

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Las comparaciones por lo general no gustan, chocan, sin embargo hay personajes y situación cuyas semejanzas resultan asombrosas. Un caso. En la ciudad de México y entre las hordas de maistros de la CNTE, el eterno candidato de los anarquistas (no de las “izquierdas”) como todos sabemos, es Andrés Manuel López Obrador.

Un individuo de pocas luces, pésimo estudiante (fósil, pues) alérgico al trabajo y poseído por cierto espíritu que le hace creer que es el salvador de la Patria, aunque en su caso se trata de una patria imaginaria; no el México de todos nosotros, puesto que la mayoría no tenemos ningún punto de coincidencia con este iluminado, que entre sus abundantes defectos está soberbia, la ira, la prepotencia y el maniqueísmo. La verdad absoluta le pertenece a él, solo a él y a nadie más. Cualquiera que no comulgue con su primitiva manera de pensar es su enemigo, de la mafia, de los malos, de los que le organizan “compló”.

Sucede que en Guadalajara tiene un discípulo, que consciente o no, sigue fielmente sus pasos. Adivinó, lector, se trata de Enrique Alfaro Jr.. Heredero y usufructuario de las bondades de los gobiernos del PRI y miembro por años de ese partido (como el Peje en su tiempo), Alfaro traicionó al PRI para obtener la presidencia municipal de Tlajomulco, aunque con la franquicia del PRD, o de alguno de esos negociantes del poder que abundan en México.

Es obvio que no podía ser presidente de ese municipio, toda su vida ha residido en Guadalajara. No importa, al fin y al cabo para nuestra clase política la ley es solo para los pobretones, para los jodidos, para los sin fuero, para los que no están afiliados a ninguna franquicia política. Igual lo hizo el Peje en el Distrito Federal, él es tabasqueño y residente tabasqueño, pero que más da, con la ayuda de su pandilla, banda, camaradas o como se llamen, se lanzó la presidencia municipal de la capital, regencia, jefe de gobierno, o como se llame la silla (que dicho sea de paso concede un enorme poder y recursos multimillonarios a su alcance).

En el caso de Enrique Alfaro Jr., luego que utilizó los mejores publicistas de imagen y su equipo de colaboradores en Tlajomulco (la mayoría amigos incondicionales desde la prepa, es decir, líderes estudiantiles; experiencia heredada y muy bien), se fue de diputado local haciendo grandes migas con Emilio González Márquez (que hasta este momento no ha entregado cuentas de los $ 74 mil millones de pesos que se gastó de manera irregular). Emilio supuestamente era del PAN, aunque antes era el jefe de los sinarquistas. Pero como entre los chaqueteros se entienden ―nombre con el que Guillermo Prieto calificaba a los que cambiaban de bando político en el siglo XIX―; el que antes era del PRI y luego del PRD, se lanzó con la ayuda de su amigo Emilio por la gubernatura de Jalisco, misma que perdió.

Pero como es hombre terco ―igual que el Peje― a los tres años se lanzó por la presidencia municipal de Guadalajara (en nuestro sistema político no existen ni los alcaldes ni las alcaldías) misma que ganó con la franquicia de Movimiento Ciudadano (propiedad del señor Dante Delgado Ranauro).

     A semejanza del Peje, para Enrique Alfaro Jr., todos son corruptos, excepto él, todos son malos junto a él, capaz de cruzar largos pantanos sin manchar su blanco plumaje. Es tal su fuerza que pudo levantar la falda de la estatua de la horrenda Minerva (la de la glorieta) y ver que traía varices y quien sabe cuántos achaques más. Los expertos no saben qué tiene la estatua y le están introduciendo aparatos para ver cómo está y poder repararla, pero Alfaro ya dijo que está mal y requiere de gastársele, con eso es suficiente. Así que sus allegados y medios que le siguen le han aplaudido (como todo lo que hace), pues cuando Alfaro dice una cosa así es, ¡infalible!

Cuando llegó al ayuntamiento de Guadalajara, criticó hasta el cansancio la construcción del Mercado Corona, pero ya que notó que a la gente le gustó, le gastó una millonada a la banqueta de enfrente y con eso se colgó una medalla que le correspondía a su antecesor.

Le gusta gastar, quizá preparando su campaña próxima a la gubernatura (dicen los que saben de esas cosas). Por ciertos rumbos de la ciudad ha gastado una enorme cantidad de millones de pesos en estacionamiento para bicis, los cuales en realidad a nadie le sirven (siempre están totalmente vacíos). ¿No hay necesidades en Guadalajara como para gastar en esas tonterías? ¿La salud de los tapatíos está por debajo de los compromisos con los amigos a los cuales hay que premiar con obras?

Apoyado con el discurso de ser justo y celoso por la ciudad, en el fondo lo único que ha hecho es allegarse recursos y votos futuros. Inició una campaña de “banquetas libres” en la colonia Chapalita y lo único que ha hecho es fastidiar a los vecinos, que hartos de tantos negocios a los que Alfaro y compañía no obligan a tener cajones de estacionamiento para sus clientes (como marca el Reglamento Municipal), tienen que estacionarse en las rampas y entradas de sus propias casas.

¡Ah, pero llega Alfaro el celoso guardián del orden, del político, claro está, y levanta folios a los vecinos con multas de $ 3,276.00 pesos (haciéndoles dobles víctimas). Sí, porque a negocios como Aseguradora Quálitas de López Mateos y La Purísima que deja en las casas de los vecinos de la zona entre 20 y 25 autos, más los de sus clientes, y la plaga de autos invasores llega cuando menos a 50 ¿Y contra quién se va el celoso presidente municipal? Pues contra los vecinos, total, ya están viejos y él es el candidato de los jóvenes (frívolos e insensibles, me imagino, pues si fueran más inteligentes y reflexivos ya hubieran conocido al Dr. Jekyll).

Y es que su astucia ―y la de sus incondicionales― no tiene límites. Esta semana se publicó en un diario local que un palero, perdón, un ciudadano al que las huestes de Alfaro le levantaron supuestamente un folio por estacionarse en banqueta, acudió a tomar “curso de conciencia vial” porque le reducirían la multa a $1,638.00 pesos. ¡Qué ofertón! ¿Es lo menos?, porque una falta semejante en Tránsito del Estado (Vialidad) no debe pasar de $ 300.00 pesos.

No es justo ni puede el ciudadano quedarse callado con tanta simulación, con farsas con las que se le quiere engañar como si careciera de la mínima inteligencia. Si con las posturas arrogantes y anarquistas del Atila de Macuspana la mayor parte de los mexicanos está harta; en Jalisco no podríamos continuar con otro prócer semejante, que aunque con matices propios, a final de cuentas tienen madera de potenciales dictadores, cuya palabra y visión es la única. En la que los demás deben plegarse, por la buena o por la mala. Ni la vida ni la política son ni deber ser así ¿O usted que opina, estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

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