Opinión

La condición política que guarda el país es por demás peligrosa. Lo peor del caso es que parte de los actores que están obligados a preservar la estabilidad son este momento parte del problema. Ceguera, torpeza, protagonismo, ignorancia y egoísmo definen el perfil de estos actores, que indignados o dolidos por reclamos que pueden ser legítimos, han equivocado el método y el rumbo, sumándose a manera de tontos útiles a fuerzas y proyectos que les son ajenos, coadyuvando con ello a los planes de los golpistas. A debilitar la República y el estado, entes con los que no se debe jugar (a no ser que se desee un cambio radical y violento)

La ausencia de reflexión, debido quizá a la economía, modernidad, hedonismo y tecnología que les domina, les ha impedido analizar con frialdad y objetividad la realidad nacional. Como resultado de este explosivo cóctel, sin pretenderlo han hecho suyo el guion escrito por el perdedor de la elección presidencial del año 2012 (y socios en la aventura), ante esto, la estabilidad nacional cotidianamente corroe sus pilares con acciones que le debilitan, venidas absurdamente de quienes debieran entender y preservar dicha estabilidad, plegándose involuntariamente al plan perverso del falso mesías cuya ambición por el poder carece de límites y antecedentes en el último siglo.

Plan que desde este espacio se ha señalado una y otra vez y en el que la figura del Presidente Peña Nieto se ha convertido en el blanco de todas las críticas del país, pasando por alto que ninguna nación puede ser gobernada por un solo hombre. Quizá los genes aztecas siguen dominando el inconsciente de no pocos; nostalgias del sometimiento al emperador y la espera de todo de un hombre; lo cual además de absurdo, refleja el atraso intelectual y la inmadurez de quienes piensan así.

Ciertamente el Presidente ha cometido muchos errores, pero también ha logrado muchos aciertos, que sin ponerlos en la balanza (no es el propósito del presente comentario), lo único que se ha visto y percibe con aumento es la crítica virulenta contra el titular del poder ejecutivo. Por cierto con el apoyo irresponsable ¿o comprometido? de no pocos medios escritos y electrónicos, a los que se han sumado las huestes pejistas en las redes sociales y el youtube. No hay espacio que no se utilice para golpear la figura presidencial.

Nadie, por muy capaz y sabio que sea puede sostenerse recibiendo todos los días y a todas horas solo críticas. Esta situación es por demás nociva para el país, como también para los que las vierten cuando carecen de sustento pues envilece a quien difama o afirma sin verdad.

Todo empezó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (2012) en la que algunos medios aseguraron que el presidente “nunca había leído siquiera tres libros”. Semejante aseveración además de falsa resultó tendenciosa y perversa. Responder cuales son los tres libros que más han dejado huella en la vida de una persona requiere de reflexión antes de contestar, pues no se trata de un examen de primaria, sino de reflejar la mentalidad y formación de una persona (cosa que los medios impidieron en la FIL, al retirarle de inmediato el micrófono y poniéndose desde entonces al servicio de los enemigos del actual régimen).

Y es que podemos estar en contra de acciones tomadas por un gobierno, de algunos de los integrantes del gabinete (por su incapacidad, soberbia, indolencia o lo que sea), pero de lo que no se puede estar es en contra del estado en sí. Ninguna sociedad por muy “democrática” que se crea podrá permanecer de pie sin guardar las reglas fundamentales del contrato social.

Nadie le reclama sus muchos deberes a los gobernadores, a los presidentes municipales, senadores, diputados, congresos locales, secretarías federales y estatales, suprema corte y poder judicial local, procuradores, policías estatales y municipales. Como en la obra de Lope de Vega, todos a una culpan al Presidente Peña Nieto, como si en México él fuera el único gobernante sobre el cual recayesen todas las responsabilidades nacionales, estatales y municipales. Semejante visión de las cosas además de absurda, refleja la insatisfacción social de muchos, pero no es culpando a alguien (que en muchos de los asuntos que se le culpa y achaca sea inocente) como se resolverán las cosas.

Se requiere y con urgencia, que cada grupo social haga un alto. Que cámaras empresariales, comerciantes, hoteleros, restauranteros, universidades, profesionistas, amas de casa y cuanto inconforme haya en el país, analice con objetividad la situación que guarda el país y buscar la manera, siempre con la ley como punto de partida, para exigir a quien corresponda, solución a los múltiples problemas que nos aquejan, de tal manera que ya no se le siga el juego a los golpistas que no han cejado en su intento de derribar a Peña Nieto. Las consecuencias serían desastrosas.

¿Quién ha exigido que se pare con la ley a los golpistas? Lo cierto que desde los medios hemos sido algunos pocos. La mayoría se ha dedicado a proteger a los ayotzinapos, a los maistros de la CNTE y socios, que ante la impunidad lograda han desatado su guerra de guerrillas huehuenche (pues hasta para eso son chafas) con todo descaro y apoyo mediático.

En su momento pocas voces dijimos que Gabino Cué no era el candidato idóneo para gobernar Oaxaca, toda vez que su principal apoyo eran los belicosos maistros de la CNTE. El tiempo nos dio la razón. El problema es que este gobernador cínico e inútil les ha dejado hacer a los vándalos todo cuanto han querido. Los oaxaqueños han sido durante su gobierno rehenes de estos zánganos que nada producen excepto pobreza y violencia. Cué cobra como gobernador, pero no cumple con sus responsabilidades, pero tampoco nadie le exije.

Pero no es el único, por todos los rumbos de la geografía nacional y en los diversos niveles de gobierno, encontramos de estos especímenes tan onerosos como inútiles, que aprovechando el plan de desestabilizar al actual gobierno nadan de muertito (en tanto que ellos llenan sus alforjas con los dineros públicos).

Mientras tanto el Presidente en medio de escándalos reales y artificiales (para destruirlo) no ha sabido cómo defenderse ni cómo defender al país, situación que debe resolverse entre todos los que tienen acceso al poder público y pueden coadyuvar a poner orden. Ya se dijo, no es tarea de un solo hombre. Es tiempo que gobernadores, presidentes municipales, procuradores, jefes de policía y demás, en lugar de buscar como enriquecerse hagan cumplir la ley como protestaron. Y los demás a apoyarlos, no acusarles de represores. La represión es otra cosa.

El daño ocasionado por esa psicología color de rosa que a la disciplina y el orden clasifica como represiva (iniciada en los hogares y hoy reflejada en la vida pública) debe concluir. Quien tenga temor de hacer valer la ley, que en ocasiones conlleva derramar sangre (basta conocer la historia y la conducta humana), deberá en lo sucesivo de abstenerse a participar para un cargo de elección popular pues es parte de sus deberes. La estabilidad de la Nación es una enorme responsabilidad y no podemos permitir que se siga jugando con fuego ¿o usted que opina estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

 

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Siempre las cosas pueden ponerse peor. El cuadro que presenta nuestro país además de terrible, anuncia peores tiempos de no ponerse un alto a tantísimos derroches, que sumados a la archi corroborada incapacidad gubernamental en casi todos los niveles y de todos los partidos políticos, lo cierto es que futuro de México es para deprimir al más optimista.

Nuestra clase política, entiéndase presidencia, gobernadores, secretarios federales y estatales, senadores, diputados, ministros de la SCJN, partidos, derechos humanos, INE, y demás funcionarios de la elite gobernante ―salvo honrosas excepciones que confirman la regla―, viven en una especie de Nirvana creado artificialmente por ellos, claro, con la ayuda de los medios (y mediante sumas multimillonarias) en el cual las cosas se miran de un modo totalmente distinto a como lo vemos los mexicanos, los que no cobramos ni nunca hemos cobrado en la nómina oficial.

¡Pero, vamos!, cómo no ver las cosas “bien” cuando se tiene un sueldo de 200 o 300 mil pesos mensuales, cuando las prestaciones suman anualmente cifras de cinco o seis ceros a la derecha. Cuando se tienen autos de sobra, de los mejores, con guardaespaldas que les abran el paso, incluso helicópteros para que no les estorbe el tráfico al que el peladaje está sujeto (sin contar las marchas y manifestaciones de los atilanos salvajes, perversos y parásitos de la CNTE). Cuando los cortesanos les entregan informes y encuestas de que todo lo que hacen está bien y el rumbo del país, del estado o del municipio avanzan como nunca antes.

Sus horrendos y ofensivos derroches ya no los ven. Mega sueldos, mega prestaciones, mega sueldos para sus amigos y cuates (que son colocados de asesores, secretarios, ayudantes, etcétera, aunque no muevan un dedo), viáticos, gastos superfluos, vehículos que debieran de comprarse con su sueldo y no del erario, mandar hacer uniformes de la secretaría, del congreso, del estado, del municipio, o de lo que sea, pero siempre para ayudar al amigo (o al cómplice), la creación cotidiana de costosísimos escenarios para que se luzcan, como los miles de millones que anualmente se gastan en televisión, radio y prensa, los toman ya con tanta naturalidad que ni siquiera los ven. No perciben que al ciudadano que le cuesta tanto esfuerzo y trabajo subsistir le irrita con impotencia tanto derroche, sobre todo cuando se consideran los pobres, sino es que nulos resultados. No se diga para los que vivimos en otras épocas y tenemos la capacidad de comparar y reprobarlos.

Los partidos políticos no son ajenos a este aquelarre de miserias morales y ofensivos derroches. Las ideologías ya no existen, han dejado paso a un pragmatismo simplón y rampante en el que palabras como izquierda y derecha apenas sirven para distinguir sus extremidades, no para describir posiciones políticas como en la Asamblea Nacional francesa a finales del siglo XVIII. Convertidos en simple agencia de colocación, verdaderos pájaros de cuenta arriban y en no pocos casos ocupan puestos de importancia en detrimento de la vida republicana, no se diga de los dineros del pueblo, que a final de cuentas es lo único que parece interesarles.

Y voltear a otras instituciones no ayuda, tenemos el caso del INE, tan oneroso como inútil. ¿Para la clase de gobiernos que hemos padecido en los últimos 25 años necesitamos del INE? Si esa es la clase de “democracia” que nos ofrecen, era radicalmente mejor y más efectiva la que tuvimos durante los años 40, 50 y 60 del siglo pasado; época en la que los índices de crecimiento económico sostenido son los mejores en la historia de nuestro país. Tiempo en el que las elecciones eran baratas y los resultados mejores ¿Le importará mucho al pueblo que los votos sean vigilados y controlados a tan altísimo costo para la clase de gobernantes que tenemos?

Producto de esta nueva democracia (las nuevas generaciones deben saber que antes no vivíamos en ninguna dictadura y nuestras condiciones eran mucho, pero mucho mejor ―y no existían esas diferencias sociales tan marcadas como las del presente―) es la obesa, improductiva y derrochadora burocracia mexicana. Para dondequiera que voltee el ciudadano el trabajo de uno en el gobierno es, no realizado, sino cobrado en 5 y hasta 10 plazas, lo que hace que la carga impositiva para el que paga impuestos resulte asfixiante.

Un caso por demás ilustrativo es la nefasta CNTE; símbolo patético del más putrefacto y corrompido sindicalismo a la mexicana. Profesores que no lo son, pero que cobran como tales, miles de ellos en la nómina oficial pero que carecen de una escuela donde impartir clases; que dicho sea de paso y de hacerlo, se reducirían a como producir bombas molotov, cómo robar el peaje de casetas en carreteras, incendiar edificios públicos y vehículos, aunque en segundo grado las materias pueden ser “cómo derrocar un gobierno legítimo para colocar uno al estilo chavista”, “cómo robarse autos nuevos en la agencia o de la madrina sin que nadie te persiga”, incluso cursos más elevados de “cómo convertirse en un ente de poder y doblegar al gobierno” (siendo simples delincuentes con una bandera falsa) y cursos por el estilo.

Lamentablemente los derroches abarcan toda la administración pública y en todos los niveles.Incluso donde no hay derroches como es en el caso de la cultura, los dineros no siempre se aplican como debieran y dónde debieran.

Otro caso patético es la Policía Federal y sus ramales (como la llamada Gendarmería) en los que se ha invertido cantidades multimillonarias con casi nulos resultados. Han creado un verdadero ejército que solo luce en los desfiles, cuyos uniformes, armamento y equipamiento han costado al país una verdadera fortuna pero que en resultados no pintan siquiera. Frente a los vándalos de la CNTE y sus socios anarquistas, la policía federal ha sido un absoluto cero a la izquierda. Si se pensaba que con solo crearlos, vestirlos y presentarlos atemorizarían a los anarquistas alérgicos al trabajo (pero adictos al presupuesto y al poder) han fracasado de punta a punta.

Congresos locales, como es el caso de Jalisco, han caído hasta lo más profundo del fango. De 1995 a la fecha, todas las legislaciones ―sin excepción― se han caracterizado por subirse los sueldos y prestaciones, crecer en más del mil por ciento la nómina y los recursos sin ofrecer al pueblo de Jalisco nada que no sean escándalos y corrupción. La llamada Auditoría Superior de Jalisco, es otro caso vergonzoso, ejemplo vivo del derroche y la incapacidad. En medio de una orgía de saqueos y derroches municipales y estatales, lejos de llamar a cuentas a los presuntos delincuentes del erario, la ASEJ se construyó un edificio que muchos países del primer mundo envidiarían  ¿No hay nadie en el gobierno que vea lo que sucede y comience a poner orden antes de que esto se desmorone?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

 

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Paradójicamente entre más hablan de democracia, más alejado se encuentra el gobierno de sus gobernados. El síndrome de la monarquía ha crecido entre la alta y baja burocracia, no se diga en las élites del poder público, de tal forma que el ciudadano se ha convertido en simple súbdito destinado a trabajar como burro para satisfacer las ambiciones (de todo tipo) de los de arriba, de los poderosos que dicen ser servidores públicos, pero que en realidad solo se sirven del público.

 

Ajenos a toda ideología, la mayor parte de los posmodernos funcionarios y burócratas (sin distinción del partido político al que se pertenezca) ven su presencia en el escalafón del poder público como una manera única para enriquecerse, para dar rienda suelta a sus instintos y sueños de grandeza, lo cual además de reflejarse en los altísimos índices de corrupción que padecemos en las últimas décadas (sobre todo en los tres últimos lustros); se agrava en la relación pueblo˗gobierno, creciendo la distancia hasta perder todo contacto.

 

Engañados o auto engañados por sus equipos de colaboradores y asesores que les crean costosísimos (e innecesarios) escenarios diarios para hacerles creer que tienen “contacto con el pueblo”, lo cierto es que cada vez están más alejados de él.

 

     Trepados a diario en aviones o helicópteros, el único contacto que tienen con el ciudadano (no con la ciudadanía, concepto jurídico que ni siquiera comprenden y lo repiten continuamente como loros en sus discursos) es prefabricado, falso, con entrada controlada y para que se les queme incienso. Asuntos de imagen. Punto.

 

Don Adolfo Ruiz Cortines, así como sus sucesores López Mateos y Díaz Ordaz, excelentes Presidentes los tres, viajaban más en camión que en avión, lo cual les permitía ver con sus propios ojos las obras que inauguraban, las condiciones de los caminos, y el roce con el auténtico pueblo.

 

Un caso concreto. Si el Presidente Enrique Peña Nieto hiciera el viaje ―sin la comitiva real que le abre camino por la fuerza― de Guadalajara a Puerto Vallarta, mejor todavía, de Vallarta a Guadalajara, se daría cuenta del olvido del gobierno al pueblo que paga impuestos y sostiene la enorme y costosísima nómina oficial. Conducir apenas 320 kilómetros en 6 y hasta 9 horas, es verdaderamente un martirio.Un viacrucis para el viajero que busca vacaciones para salir del estrés cotidiano que resulta vivir en este país, o para el que transporta mercancías, pero lo que recibe es más estrés, peligros e incomodidades sin fin.

 

Resulta verdaderamente ridículo que un trayecto tan corto como es de Puerto Vallarta a Compostela de apenas 130 kilómetros, en temporada vacacional se realice en 3 o 4 horas en medio de un tráfico tedioso, de curvas sin fin y con peligros de todo tipo pues no faltan los viajeros desesperados y los que no saben manejar en carretera, que luego de ir en lenta peregrinación atrás de trailer y camiones de carga, rebasan sin precaución alguna exponiéndose y exponiendo a los demás a accidentes casi siempre fatales. ¡Y como no ser así, si la carretera la construyó el Presidente Díaz Ordaz (que fue quien impulsó Puerto Vallarta) y los dos angostos carriles son los mismos desde hace medio siglo!

 

     ¿No les da vergüenza a los gobiernos federal y estatal (de Jalisco y Nayarit) ofrecer como única opción esa vieja, incómoda, e insegura carretera? ¿Cómo se atreven a promover nacional e internacionalmente Vallarta y Nuevo Vallarta con esa porquería de carretera? Si hicieran el viaje como simples ciudadanos en auto, no en avión y con su séquito de cortesanos que les impiden a diario conocer la realidad de las cosas (por tanto del país), hace años que hubiéramos estrenado autopista.

 

En la semana que recién termina retorné de Puerto Vallarta, un viaje de 6 horas a Guadalajara me dejó más agotado que un viaje de 11 a la frontera (pero que son puras autopistas). Por si faltara algo a tanta molestia, un ultra “celoso” policía federal me infraccionó en uno de los muchos entronques. No consideré que hubiera cometido falta alguna, pero al ver la prepotencia, soberbia desmedida y carencia absoluta de tacto con el ciudadano, le apresuré que me hiciera el folio. Dejándole como respuesta que ese celo desbordado con el ciudadano común y pacífico, lo utilizaran con los maistros de la CNTEque roban peaje en casetas federales, extorsionan viajeros, roban madrinas con automóviles nuevos, camiones con mercancía, incendian gasolineras, queman edificios públicos y vehículos, cometiendo a diario toda clase de actos guerrilleros sin que los “celosos” policías federales muevan un dedo.  Policías tan inútiles como costosos.

 

Por favor señor Presidente, señores gobernadores y presidentes municipales, ¡Bájense del helicóptero y transiten por las mismas carreteras que el pueblo utiliza, es la única manera de que se den cuenta lo que padece y piensa el pueblo de ustedes, para bien o para mal! Ahora sí que depende de sus obras, de su respuesta y sensibilidad a las verdaderas necesidades sociales la que marcará los resultados.

 

Al verdadero pueblo no le importa un comino la CNTE ni sus socios ayotzinapos y demás guerrilleros y anarquistas, esos le interesan a ustedes para que la prensa los elogie y no los califique de “represores” (pasando por alto que el que delinque se tiene que atener a las consecuencias jurídicas de sus actos). Al pueblo lo que le interesa es que no haya vándalos en las casetas de peaje que le impidan su paso, que le exijan a manera de extorsión dinero, que impongan el orden, es decir, el imperio de la ley. Aunque también espera que atiendan sus necesidades cotidianas, que no son ver en la tele que pasó hoy con los “maistros”, que se bajen del avión y del helicóptero para ver el estado de las carreteras y de manera urgente pongan remedio. Empezando con la tan esperada autopista Guadalajara Puerto Vallarta ¿o usted qué considera, estimado lector?

 

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

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Los defensores radicales de la razón tienen también su lado peligroso. No por belicosos, al contrario, por su absurda ingenuidad, por no entender ni aceptar el peligro. A partir del ataque y destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, de derribar parte del otrora indestructible Pentágono y del avión que estrellaran en Pennsylvania con todos sus ocupantes, las hordas de asesinos engendrados por el Islam radical han continuado con su escala de horror a la que se suma la reciente matanza de Niza, en la que 84 inocentes perdieron la vida y más de 200 quedaran heridos por un demonio que en el nombre de “Alá”, el dios de los musulmanes, ─que no es el mismo Dios de judíos y cristianos (el dios del islam es inventado por Mahoma, mientras que el Dios del judeocristianismo se revela al hombre caído para restaurarle)─ les asesinara con maldad y crueldad manifiesta. Ni qué decir de su repugnante cobardía; cobardía presente en todos los yihadistas, pues no es lo mismo enfrentarse a soldados o policías armados, que atacar a civiles inocentes y desarmados, ajenos a su mundo y pensamientos de odio y maldad,

 

A la larga lista, en la que por cierto la aldea global no anota los ataques yihadistas contra el pueblo judío en Israel, podemos recordar los ataques en el Metro de Madrid, en el de Moscú y el de Londres, así como los crímenes que cometieron contra el personal y directivos del diario francés Charlie Hebdo y un supermercado Kosher de Paris, por señalar algunas de las fechorías de estos asesinos endemoniados. Sí, endemoniados, no es posible que un ser humano, ¡humano!, sea capaz de asesinar a personas inocentes, a miles de ellas, que ni siquiera perciben o esperan peligro alguno. Que no se defienden porque no están conscientes del peligro. Agredidos por perturbados que se atreven a matar y matarse en espera de mujeres en otra vida futura, porque en la presente su religión de odio y prejuicios les enseña que judíos y cristianos son sus enemigos, contra los que se autoriza en el Corán el uso de la violencia e incita a matarles.

 

Así que este es justamente el problema de Occidente. Su ingenuidad a toda prueba. Un teólogo inglés, John Wesley, fundador de la iglesia metodista escribió en el siglo 18, que “La pasión y el prejuicio gobiernan al mundo, pero bajo el nombre de la razón”. ¿Querer demostrar que el hombre es “bueno” porque todo lo razona, no se ha convertido acaso en una pasión absurda, malsana, y casi suicida?

 

Habiendo la culta Europa apostatado de Dios, entronizó la razón y el hombre suplantó a Dios, usurpando la criatura el lugar del Creador. Lo peor del caso es que desde el siglo antepasado ha continuado en su necedad, empecinándose y afirmando a todas horas que el hombre es “bueno”, por lo que le creó de manera absurda una protección a manera de muro llamada «derechos humanos», No importa que dos grandes guerras mundiales les hayan derrumbado al ídolo y mostrado al hijo del rebelde Adán tal cual es. Un hombre caído cuya razón apartada de la gracia Divina ha resultado violento, torpe, incapaz siquiera de distinguir el peligro real, como sucede en este momento.

 

En lo personal la actitud de los líderes del mundo me recuerda al gran intelectual alemán Walter Benjamín, que capaz de analizar las profundidades del pensamiento filosófico, de desmenuzar los sistemas políticos y comprender los porqués de la historia, no pudo en la vida real distinguir que el guardia español que le retuvo esa noche en la frontera, solamente quería (corrupto como los “covachuelos” de Madrid que señalaba nuestro querido Fray Servando Teresa de Mier) sacarle algo de dinero para que continuara su huida hacia América (a causa de su origen los nazis le querían asesinar como a todos sus compañeros intelectuales judíos que iban en ese grupo).

 

     Al no discernir la corrupción del guardia que solo quería sacarle unos pocos billetes, Benjamin prefirió suicidarse. Algo así les está sucediendo a los defensores radicales de la razón. No quieren ver, mucho menos aceptar, que llenaron Europa de criminales musulmanes. Pensar que por vivir en el continente de la razón por alguna especie de osmosis se les pegaría a sus fanáticos y cerrados huéspedes su manera de entender la vida, raya en la ingenuidad absoluta, por no decir estupidez.

 

A diferencia del judío y del cristiano, que cuando lee la Biblia buscando a Dios hay una transformación positiva del creyente, en el Islam sucede exactamente al revés. Puede ser un musulmán pacífico y tolerante mientras no lea el Corán, pero una vez que lo lee y se entera de sus enseñanzas, del odio y belicosidad de Mahoma contra judíos y cristianos (contra los que se incita y autoriza el uso de violencia, incluso la muerte) aparece la furia y el odio que el llamado «terrorismo» ha impreso como marca en el siglo de la posmodernidad, dejando en Occidente una estela de muerte y destrucción.

 

De continuar el mundo con esa actitud estúpida de ingenuidad, los crímenes del Islam belicoso (llámese ISIS, Boko Haram o como sea) no solo continuarán, sino que irán en aumento. El hecho que una persona, un pueblo o una nación no sea belicosa, no significa que no se tenga que defender o tomar medidas contra un peligro inminente. Europa y América del Norte abrieron sus puertas de par en par al mundo musulmán y ahora tienen el enemigo dentro de casa. Un enemigo que no quieren ver, pues la razón que les enorgullece se ha convertido en simple sinrazón.

 

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

 

 

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