Opinión

No somos buenos para todo, negarlo es autoengaño, camino rápido al error y problemas. En el caso de los alemanes la diplomacia no es su fuerte, y en el caso particular de Angela Merkel, su Canciller, el asunto raya en lo patético. Mira que tener de invitado al Presidente de México y salir con su domingo siete ofreciendo lo que no debía: “Un ejemplo de la cooperación concreta es el apoyo que podría prestar Alemania. A través de la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional en el esclarecimiento de caso de los 43 estudiantes de Iguala… En materia de la investigación criminal, en la que también ayuda Alemania, identificamos proyectos de cooperación, el combate al crimen organizado y la lucha por los derechos humanos.” ¡Uffff, ver para creer!

    Es como si Peña Nieto al tener en mente los horrores de los Campos de Exterminio creados por Alemania, los seis millones de judíos asesinados en esos sitios y considerando el resurgimiento de los grupos neo nazis, le ofreciera a Merkel su ayuda contra el añejo racismo (y antisemitismo) alemán. Es obvio que la dirigente alemana se sentiría ofendida; pues no menos ofendidos nos sentimos los mexicanos con su torpe ofrecimiento. En primer lugar porque nadie se lo estaba pidiendo (la visita fue de carácter económico); y segundo, porque dejó ver sus prejuicios y desinformación, acusando al gobierno mexicano de un asunto que es ajeno y que finalmente le ha convertido de víctima en acusado (merced a la falacias de los golpistas itinerantes tan bien recibidos en Alemania y algunos otros países). Su tacto diplomático fue de rinoceronte.

Pero qué se le va a hacer, la diplomacia no se les da a los teutones, sus genes vikingos les empujan al atropello, a lastimar u ofender de la manera más absurda. Su violencia verbal no se mide en base y respeto al otro, sino a su cosmovisión colonialista. En lo personal, como mexicano, me sentí profundamente ofendido con el trato concedido a nuestro Presidente por la señora Merkel, pues parecía estarse dirigiendo a algún empleado de su “imperio” y no a un mandatario extranjero con el que deben guardarse el respeto y las formas del protocolo.

Ya lo decía Walter Benjamin, considerado por muchos el intelectual alemán (de origen judío) más importante del siglo XX: “De cara al idealismo alemán, la técnica intentó mover los hilos del heroísmo con lanzallamas y trincheras. Pero se equivocó. Confundió a los heroicos con los hipocráticos, los manejadores de la muerte. Así es que predicó, profundamente atravesada por su propia depravación, el semblante apocalíptico de la naturaleza y la hizo callar a pesar de ser la fuerza que pudo haberle dado la palabra… Palabras como ‘Héroe’ y ‘Destino? Se yerguen como Gog y Magog en sus cabezas” (Conceptos de Filosofía de la Historia, pág. 210)

De nada han servido a los alemanes las lecciones de la historia, al menos a la mayoría de sus gobernantes. En el siglo XIX los europeos en general recibieron una dura lección de uno de nuestros mejores Presidentes, me refiero a Don Benito Juárez, quien una vez recuperado el poder y las riendas de la República, ordena fusilar al invasor Maximiliano en el cerro de las campanas (archiduque de la casa de Habsburgo, hermano del Emperador austriaco y yerno del rey de Bélgica).

Los europeos no podían dar crédito que un Presidente de América (no sajona, sino de herencia española e indígena) se atreviera a pasar por las armas al príncipe invasor. Claro, estaban acostumbrados a saquear Africa y Asia y consideraban en su soberbia que el mundo les pertenecía. De nada sirvieron los ruegos e intercesión de la reina Victoria de Inglaterra, del escritor Víctor Hugo, de Giuseppe Garibaldi, incluso del propio emperador austriaco Francisco José y tantos otros. De todas formas Maximiliano fue fusilado el 19 de junio de 1867 respondiendo y advirtiendo Juárez a los europeos de manera sabia y firme «No mato al hombre, mato a la idea».

Lamentablemente así son los pueblos sin Dios, orgullosos y autosuficientes en sus dichos y hechos, no miden sus palabras. El alemán apostató en siglo XIX siendo capaz incluso de crear la perversa teología liberal que infectó seminarios y universidades con teólogos incrédulos que llegada la era nazi en el siglo pasado, son capaces de entregar al Führer la iglesia alemana (luteranos, católicos y otras minorías protestantes) sin oposición y con entusiasmo, proclamándole como “enviado” divino. A excepción del remanente fiel a Dios representado en la llamada «Iglesia Confesante» perseguida por Hitleren la que sobresalen las figuras del pastor Martin Niemöller (capitán y héroe de la Ira Guerra) y el teólogo Dietrich Bonhoeffer, ambos enviados por Hitler a los campos de exterminio (dos meses antes de concluir la 2ª Guerra, Bonhoeffer es ahorcado por órdenes de Hitler).

Sin Dios y sin autocrítica, los alemanes se dedicaron después de la guerra  a crear riqueza y levantar su lastimado orgullo. Abandonaron a Dios y dejaron de asistir a las iglesias; hoy cientos de ellas están convertidas en mezquitas. Sin restituir jamás el daño causado a sus víctimas de la segunda guerra, abrieron las puertas de su país de par en par a sus aliados (los árabes). Extraña respuesta de un pueblo: ¡casi aniquilan a un pueblo, el judío, y abren sus brazos de manera fraternal a los hijos de Alá!

En fin, espacio nos hace falta para analizar con mayor amplitud la historia reciente de este pueblo, el alemán, que como se aprecia por la actitud de Merkel hacia nuestro Presidente, carece absolutamente de tacto y respeto, cayendo el aforismo de Gracián a manera de sentencia sobre su cabeza: “Por grande que sea el puesto, ha de mostrar que es mayor la persona” (Oráculo manual y arte de prudencia, pág.150).

Pero sobre todo y por tratarse de una cuestión diplomática, y por ende sujeta a protocolo, cabe la máxima Juarista en plenitud: “Entre los individuos como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Una paz que debe llevarse a todos los estadios de las relaciones humanas, paz que conlleva respeto por el otro y por los otros. Lo opuesto a la actitud prepotente y sin tacto guardada por Angela Merkel.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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¡Cuánta farsa y cuánto farsante! Una raya más al tigre, lo peor del caso es que los dizque representantes del pueblo, pomposamente llamados “diputados” (cargo del que están lejos, pero muy lejos de ejercer) creen que los jaliscienses nos tragamos sus cuentos. Que el ciudadano carece de inteligencia para enterarse de todas sus trampas y corruptelas, que dicho sea de paso, a partir de 1994 han sido demasiadas y con demasiados ceros a la derecha, creciendo trienio tras trienio hasta convertir un recinto honorable en la posmoderna cueva de Alí Babá.

El cansancio social ha llegado al límite y los señores que se han apoderado del edificio de Hidalgo y Pino Suárez creen que nos tragamos sus cotidianas mentiras, su costosa pantomima (banalizada de continuo con la ayuda de la televisión). Cuesta trabajo decirlo, pero muchos de los integrantes del congreso local no pasarían un examen de neuronas elementales, son deficitarios, ni qué decir del examen de confianza pues es probable que no lo aprobarían. La inclinación de no pocos de ellos a apropiarse de los dineros públicos o a dilapidarlos de manera irresponsable es proverbial, única, en un país verdaderamente democrático, años ha que muchos diputados de los actuales y de los pasados estarían tras las rejas.

Creado este noble recinto para acoger en su seno a lo más selecto y sapiente de la sociedad con la intención que le represente (y defienda) ante y de los otros dos poderes, en la práctica y durante todos estos años de “cambio” la verdad es que ha sido exactamente lo contrario.

A ese tipo de personas se refería el filósofo José Ingenieros en su magistral obra: “Políticos sin vergüenza hubo en todos los tiempos y bajo todos los regímenes: pero encuentran mejor clima en las burguesías sin ideales… Cuando el ignorante se cree igualado al estudioso, el bribón al apóstol, el boquirroto al elocuente… Eso es la mediocracia: los que nada saben creen decir lo que piensan, aunque cada uno sólo acierta a repetir dogmas o auspiciar voracidades. Esa chatura moral es más grave que la aclimatación de la tiranía; nadie puede volar donde todos se arrastran. Conviénese en llamar urbanidad a la hipocresía, distinción al amaneramiento, cultura a la timidez, tolerancia a la complicidad; la mentira proporciona estas denominaciones equívocas” (El Hombre mediocre, EMU, págs. 154-155).

Algunos piensan que su deber es crear leyes (aunque no se necesiten), otros se autonombran defensores de oficio de mariguanos, de homosexuales, etcétera, aunque no faltan sorpresas, como la legisladora que anda queriéndole conseguir préstamos a fondo perdido a los expresidiarios (mientras que no hay créditos para el que vive y se esfuerza durante toda su vida). La lista de ideas grandotas es inmensa, pues inmensa es la incapacidad de la mayoría.

     Por todas estas cosas es que la nueva farsa del congreso de Jalisco, la de «crear normas para eliminar el fuero», es otra más de las muchas burlas sociales pues a final de cuentas son leyes que nadie cumple ni desea hacer cumplir ¿Dónde está Emilio? ¿Dónde están los diputados por el escándalo López Castro? ¿Dónde están los diputados que compraron a precio de oro el viejo e innecesario edificio de Banamex para el congreso? ¿Dónde están los trabajadores –y sus padrinos- con demandas laborales millonarias? ¿Dónde están los exdiputados que inventaron traer una cauda de rémoras costosas (asesores y ayudantes), todas con cargo al erario público? ¿Dónde está el Contralor que les ha permitido tanta corrupción? ¿Dónde está el que les permitió que de $13 mil pesos al mes (1994) ahora cualquier diputado anodino e incapaz se lleve con todos los extras más de $ 200 mil pesos al mes?

Su abultadísima nómina que incluye cuando menos 25 diputados de sobra, así como sus “asesores” (cuates y compinches) son un dispendio y lastre económico para el Estado de Jalisco. De ninguna manera se justifica un presupuesto anual de $ 792 millones (2016) para el Congreso, cuando lo cierto es que con menos de 100 podría funcionar y bien, con menos diputados con menor sueldo y mayor capacidad (que no requieran de asesores, para eso están las instituciones públicas que nos cuestan un dineral) pero con deseo de servir a la sociedad que les eligió y no solamente para rendir cuentas a la franquicia política que les acomodó en el cargo.

     Abreviemos. El problema de Jalisco no son la falta de nuevas leyes (como la de eliminar el fuero) sino la falta de cumplimiento de las ya existentes. Lo cierto es que podríamos vivir sin ningún problema cuando menos 15 o 20 años sin Congreso local (existe el Federal). El meollo de la prolongada crisis de gobernabilidad que padecemos es precisamente a causa de la impunidad.

Cuando menos las tres últimas legislaturas se desarrollaron en medio del escándalo y la corrupción. Repartos millonarios, bonos, autos, compra de edificios, pandillas enteras de amigos metidos a la nómina, creación de plazas innecesarias, etcétera. Sin olvidar esa ultra perversa moda de correr a los amigos para que demanden al congreso y luego pagarles indemnizaciones millonarias venidas de Laudos amañados ¡Si eso no es corrupción y fraude maquinado no sé cómo calificarlo!

Así que lo que Jalisco requiere es un Congreso de verdad que le cuide y defienda, no que le esquilme. Que vigile que las leyes existentes se cumplan para que se acabe de una buena vez con ese clima de violencia y corrupción que nos tiene hundidos como sociedad. No necesitamos de nuevas leyes, urge que se cumplan las que hay y para eso el primer paso es combatir con todo el peso de la ley la impunidad.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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Se afirma que origen es destino, en este caso resultó cierto. En los años ’60 Enrique Alfaro (padre) preside la FEG, la mafiosa organización estudiantil con el peor historial en todo México, encargada en 1968 de mantener lejos de Guadalajara a los estudiantes de la UNAM, pero sobre todo, de someter bajo la violencia y el terror al estudiantado de Jalisco. Cero apertura democrática en la Universidad pública local; para eso tenían las huestes de gatilleros y golpeadores.

La cuestión es que a la violencia despótica le siguió la ambición, y entre su antecesor (Enrique Zambrano) y Alfaro, finalmente se hicieron de la rectoría de la Universidad en los años ’70. El último rector de origen académico fue Rafael García de Quevedo, sucediéndole una lista de ¿cómo se les puede decir? ¿catedráticos?, ¿académicos?, ¿investigadores?, ¿educadores?, lo cierto es que no son ninguna de estas cosas y por respeto al lector dejamos este asunto a su criterio, tomando en cuenta que todos tienen su origen en la nefasta FEG o en su hijastra la FEU, cuyos edificios en Pedro Moreno y Tolsá y después en Carlos Pereira fueron testigos de incontables hechos delictivos (todos impunes).

El régimen les dio cabida, simpatía y luego poder, eran fieles y se plegaban al gobierno. Pero no midieron su ambición y origen vulgar, pues como dice el refrán “la cabra tira al monte”, así que cuando se sintieron fuertes en la U de G se hicieron de la rectoría sin soltarla hasta el momento (Enrique Zambrano 1975, Enrique Alfaro 1983 y así sucesivamente).

En términos llanos los sumisos se alebrestaron y patearon el pesebre. Historia repetida en Enrique Alfaro (junior) quien sumiso sube los primeros peldaños del poder en el PRI hasta llegar a diputado local. En el Congreso de Jalisco hace extrañas migas con el nefasto Emilio González Márquez (quien hasta ahora no ha entregado cuentas de los $74,000’000’000 millones de pesos gastados de manera discrecional); y finalmente, a la manera ya conocida de los carteles estudiantiles (FEG y FEU), traiciona al PRI y se une a MC propiedad del señor Dante Delgado, quien tiene sus días contados como dueño de la franquicia política, es obvio que su negocio está próximo a cambiar de propietarios.

La manera déspota de tratar a las personas es peculiar en Enrique Alfaro, su modo de ser, incluso de hablar. El problema se complica cuando la banda que le acompaña en su círculo cercano (cofradía, cartel, camarilla o como se llame) todos son sus incondicionales desde sus años de estudiante. Han ganado años, pero no experiencia en el servicio público, mucho menos algo de educación o don de gentes. Siguen comportándose como vulgares golpeadores estudiantiles.

Las recientes grabaciones de Hugo Luna (‘jefe de gabinete’) y de Rosalío Arredondo (Regidor de Mercados) hechas públicas en los medios, muestran sin retoque que en el Ayuntamiento nunca ha habido un Dr. Jekyll, solo ha existido el horrendo Mr. Hyde. Recordemos algunas de sus expresiones:

 

“…Traigo en chinga a los constructores. Ya vinieron a chillar. Ya les dije: ¿quieren nueve años de obra pública? Pues chínguenle ya y déjense de mamadas”, dice con su inconfundible voz el jefe de gabinete. Hugo Luna le dice a Luciano González: “jurídicamente no me las ganan. Si es a putazos me la saco, pero no se trata de eso. Enrique (Alfaro) trae la capacidad de dar un manotazo en el TAE, a quien sea, y tiembla, ya andan los magistrados pidiendo esquina”…  Lincho al pinche magistrado. Acaba de salir el coordinador de los diputados de MC (Ismael del Toro)… tengo 14 diputados aquí y 25 en el Congreso federal. Le rompo su madre al magistrado que haga eso. Por cualquiera que mame traigo una lista de amigos que le traen ganas también” (El Respetable, 18/Feb/2016).

‒Rosalío Arredondo: “…Yo llegaría simplemente: ¡a ver putos!, ¿no tienen mesas, no tienen sillas? No te dan tus papeles, a la verga vámonos cabrón. A otro puto mercado güey. O sea, yo no veo cuál es el problema ‘güey’. Porque ustedes tienen la decisión cabrón. O sea no a ‘güevo’ tiene que ser en un mercado que están apáticos, que les vale verga y que quieren hacerlo como quieren, (…) pero toma dato del puto local que no está yendo. O sea, yo preferiría mejor andar en campaña güey que andar haciendo estas mamadas güey, (…) pero necesito que tengan los datos precisos y concisos. Si no viene fulana, sabes qué pedo, se llevó, se levantó el censo, cuánta gente vino” (El Occidental).

 

La cuestión es que estos monstruos sociales se han dejado llevar por la ambición desmedida sin que nadie les estorbe (igual pasó en la Universidad, los gobiernos no hallaban qué hacer con su Frankenstein). Como disco de repetición hablan de presupuesto, de sumas millonarias, de crear leyes “con dientes” para hacerse de más dinero.

Han llegado demasiado lejos. Su despotismo y soberbia les han perdido a tal punto que desobligados de sus deberes primarios se han abocado exclusivamente a los dineros. Los asesinatos diarios y el clima de violencia que impera en Guadalajara, Tlajomulco, San Pedro y Zapopan, no parecen importar en absoluto a Enrique Alfaro y sus amigos. Su única visión es el dinero, el poder y por supuesto la gubernatura de Jalisco.

¿Cómo explicarse que mientras los asesinatos, el robo de autos con violencia, robo a casas, a restaurantes llenos de comensales, etcétera, aumentan sin freno, el Ayuntamiento de Guadalajara nomas piensa cómo sacarle el dinero a los ciudadanos pacíficos y observantes de la ley? (lo que nos recuerda a los gorilas de la FEG extorsionando estudiantes y negocios dentro y fuera de la U de G).

Una de las últimas atrocidades de Alfaro y sus huestes está sucediendo en la colonia Chapalita. Poblada por personas viejas (el eufemismo “tercera edad” no significa nada), por tanto con pocos o nulos ingresos. Se esperaron a que pagaran el predial de 2016, para luego soltar los mastines con folio en mano a infraccionar a los ciudadanos en su propio domicilio (en domingo). Las multas son por $ 3,276.00 pesos, es decir, mayor en casi todos los casos que el impuesto predial mismo, lo cual además de inconstitucional permite ver la locura de estos jóvenes mega ambiciosos metidos según ellos a gobernantes.

La Ley municipal obliga a que los negocios tengan cajones de estacionamiento suficiente para sus clientes antes de concederles la licencia. Con Alfaro no es así, negocios son negocios, primero es la lana de la licencia y que los vecinos se las averigüen como puedan, total, para eso son gobierno ¿o no? Negocios como la Aseguradora «Quálitas» tienen las calles de La Purísima, Placeres, Loreto y algunas otras, saturadas con veinte y hasta treinta autos de sus empleados y clientes, dejando a los vecinos sin sus espacios o en las rampas de sus propias cocheras (para ser infraccionados de manera estúpida e injusta).

¡Ah no, dice farisaicamente el gobierno municipal de Guadalajara! ¡Cómo que obstruir banquetas, múltenlos, con mucho, para que se les quite semejante violación de la ley! En primer lugar no son banquetas, son las rampas de sus propias casas, en segundo lugar, antes deben poner en orden a los negocios que les quitan sus espacios, en tercero, la Constitución considera salarios mínimos y condiciones económicas del infractor (arts. 21 y 22) por lo que dichas multas están fuera de la ley, etcétera, etcétera.

    Es aberrante semejante conducta municipal contra ciudadanos pacíficos y observantes de la ley, mientras que con delincuentes de todo tipo, con cuello blanco o de fajo piteado sean tan laxos, tan omisos. Rápidos para conceder licencias a edificios enormes que están asfixiando la ciudad de Guadalajara, pero… ¿se podía esperar otra cosa de un gobierno déspota, ambiciosa y vulgar? Tan vulgar que esta semana iniciaron su programa «La Ruta de las Cantinas» para llevar (Enrique Alfaro) de la mano al briago local como al visitante cantina tras cantina ¡Ver para creer!

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

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El reciente ataque terrorista en Bruselas (31 muertos y 270 heridos) corrobora por enésima vez la estupidez de occidente frente a la violencia e irracionalidad del mundo musulmán, cuya religión no admite al otro, al creyente de otro credo o de ninguno. Para el islamista todos son infieles a los que hay que hacer la yihad pues no dan señales de creer en su (falso) profeta Mahoma.

Este espacio iba a dedicarse exclusivamente a este tema, pero luego de leer el artículo de Luis González de Alba titulado “¿Islamofobia? ¡No: islamo-odio!” (La calle, Milenio Jalisco, 24/Marzo/2016) poco hay que decir al respecto. Excepto sumarse a la argumentación sólida, valiente y directa de este experimentado escritor y periodista.

¿Qué se puede decir después de leer lo siguiente?: “No me vengan con el cuento, válido hace 800 años, de la tolerancia musulmana hacia judíos y cristianos en Granada. O la grandeza de Damasco y Bagdad: de eso no queda nada, ni grandeza, ni ciencia ni tolerancia. Las pintas en Berkeley eran la semana pasada islam is love. Ve a decirle a tu madre y a tu hermana descuartizadas por bombas en Bruselas, degolladas por infringir alguna ley del Profeta asaltante de camellos, apedreadas por haber sido sorprendidas besando a su novio; a tu hermano azotado por no dejarse la barba… Son los tontos útiles, como definían los comunistas cuando iban por la toma del poder y aceptaban ayuda de quienes luego fusilarían”.

Así que el ataque terrorista del martes en Bruselas es una muestra más de la locura que se ha apoderado de la mayor parte de la humanidad, en unos de un modo y en otros de otro. Lo peor es que algunos atarantados traten de defender al islam en los medios. Todavía estaban tibios los cuerpos de los asesinados por los musulmanes en Bruselas y un cura católico defendía al islam en conocida radio de la ciudad de Guadalajara, diciendo que era una religión de paz y que no se podía juzgar a todos por igual.

Es cierto que no se puede juzgar a todas las personas por igual (sino por sus hechos personales), sin embargo resulta evidente que el cura en cuestión nunca ha leído el Corán, pues de haberlo hecho jamás se atrevería a defender lo indefendible. El musulmán puede ser pacífico y tolerante mientras no lea el Corán; lectura que detona el fanatismo criminal. Y es que para el islam, judíos y cristianos simplemente somos infieles. Paganos que debemos ser convertidos a la fuerza, de lo contrario se autoriza violencia y muerte contra nosotros.

Los tontos útiles, así como curas y apologistas ignorantes, deben estudiar y entender que el Dios de judíos y cristianos se revela a través de las Sagradas Escrituras con un mensaje de redención, un mensaje de esperanza por medio del amor. En cambio Alá es una divinidad inventada por Mahoma, quien inventa también su libro El Corán. En síntesis: Yahwéh el Dios del judeocristianismo no tiene nada que ver con Mahoma. El Dios de la Biblia entre sus muchos atributos está la justicia y la inmutabilidad, no es posible que en la Biblia nos dijera que nos ama y en el Corán que nos odia. Sería un ser esquizofrénico, lo cual resulta blasfemo.

Pero como se señala en el título de este artículo, el mundo ha enloquecido. Los uniformes religiosos valen más que la pureza y la consagración. Deportistas, actores y boxeadores ganan millones mientras que científicos e investigadores perciben sueldos ridículos. Se defiende al injusto y se oprime y margina al justo; se premia al vándalo y al revoltoso y se menosprecia al ciudadano trabajador y pacífico. ¿Cómo entender que un patán como Donald Trump aspire a la presidencia del país más poderoso del planeta y que encabece las preferencias de su partido? ¿Acaso no se dijo en el siglo pasado, después de conocer y padecer a Hitler, que no se permitiría jamás la llegada de otro loco violento como él?

En México, el sub secretario Campa Cifrián declaró el pasado jueves 24 el deseo del gobierno de indemnizar a los padres de los vándalos de Ayotzinapa (que andaban delinquiendo, en autobuses robados, con armas, etcétera). En verdad que han enloquecido, a ese paso el chapo y demás criminales exigirán reparación de daños; no importa que los cientos de miles de sus víctimas jamás sean consideradas, mucho menos reparados sus daños. Para eso son los derechos humanos y los medios de comunicación que se presten ¡Para pervertir la justicia y torcer la mente!

Los casos son incontables, injusticias y locura avanzan sin que nadie les estorbe. Se prohíbe con todo el peso de la ley que las personas fumen tabaco, y con mayor enjundia se pelea por la fumada de la mariguana. Se promueve el tequila como la bebida nacional y nadie habla sobre la desgracia del alcoholismo. Se alienta y da rienda suelta al sexo entre la juventud ‒sin distingos incluso de sexos iguales‒ y los muros de la familia son derribados con el marro del hedonismo desbordado, pues como decía Lipovestky: “la familia posmoralista es pues una familia que se construye y reconstruye libremente, durante el tiempo que se quiera y como se quiera” (El crepúsculo del deber, pág. 162)

Curas degenerados en lugar de ser echados del ministerio ―y ponerles piedras de molino a su alcance― y exhibirles a causa de su maldad e indignidad, que dicho sea de paso no solo daña a sus víctimas, sino que mancha las vestiduras de la novia (Iglesia), son defendidos e incluso protegidos. A unos cambiándoles de parroquia, mientras que en países ricos pagando sumas millonarias con dinero que debía ser empleado en obras de misericordia entre los necesitados.

     En toda esta locura colectiva la ignorancia juega un papel determinante. Líderes religiosos que no conocen a quien sirve, como tampoco el verdadero mensaje. Fanáticos religiosos que si conocieran el testimonio e historia de su profeta (en este caso Mahoma) al instante renunciarían a su credo violento y falso. Gobernantes y líderes políticos comprometidos únicamente con su deseo personal de poder y riquezas, ignorantes de la historia de sus propios pueblos como también de la ley y la justicia. Bribones cuyos sueldos mensuales un trabajador lo ganaría quizá en toda su vida laboral. Miles de millones de sin esperanza reproduciéndose como si las cosas pudieran continuar eternamente en el planeta, pero que su ignorancia les impide conocer la crisis y el abismo cercano. ¿Ve porque titulamos de mundo loco, injusto es ignorante el presente artículo?¿O usted que considera?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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