Opinión

Es increíble la candidez, por no decir estupidez, con la que ha actuado la comunidad europea ante la invasión musulmana. La araña ha quedado atrapada en su propia red, pues inventando el asunto ese de los “derechos humanos” y al pretender hacerlos válidos para los invasores de sus países miembros, Europa ha firmado su sentencia de muerte. Solo es cuestión de tiempo.

   Dos factores han ocasionado esta desgracia para este continente considerado el baluarte de la civilización occidental: el haber dado la espalda a Dios y entregarse al ateísmo, como también olvidar su historia. Errores gravísimos.

En una especie de amnesia colectiva pasaron por alto los siglos de violencia sufridos a causa de los seguidores de Mahoma, cuyo dios, con minúscula (Alá es un dios inventando por ese profeta; en cambio Yahwéh, el Dios de judíos y cristianos es un Dios que se revela de dos maneras perfectas y grandiosas. A través de la revelación universal por medio de su propia creación que da cuenta de su grandeza e inteligencia suprema, como también a través de la revelación especial por medio de las Sagradas Escrituras) incita en El Corán a sus seguidores a la guerra contra los infieles, que no somos otros que judíos y cristianos.

Nada de esto ignoran los cultos europeos. El problema es que al apostatar de la fe en Dios, crearon su propia filosofía. Existencialismo y demás expresiones les hicieron afirmar una nueva fe, ésta en el hombre. Fracasaron. Lo peor es que siguen y seguirán fracasando. La fe que un día tuvieron los europeos y que compartieron a los pueblos de los otros continentes, advierte al respecto: “maldito el hombre que confía en el hombre… y su corazón se aparta de Dios… Bendito el hombre que confía en Dios y cuya confianza es el Señor” (Jer 17:5,7).

     Al hacer del hombre el centro de la vida (y expulsar a Dios de la Tierra; una especie de venganza adámica, aunque torpe e ingenua al máximo), han creído a pie juntillas que el hombre es bueno como aseguraba Voltaire, abriendo en las últimas décadas las puertas del viejo continente a los musulmanes de Africa, Asia y Medio Oriente de manera indiscriminada.

Ha sido tal su ceguera que ni siquiera han podido ver que se trata de una verdadera invasión, planeada obviamente por los líderes del mundo islámico radical, cuyo plan camina  a las mil maravillas ante la ingenuidad casi idiota de los líderes políticos europeos (y ONG’S que les acompañan en este suicidio continental).

Nadie recuerda ya que luego del 2 de enero de 1492 en que los musulmanes son expulsados de Granada, por fin España pudo unificarse y convertirse en una poderosa nación. Sin embargo, en una obsesión que más parece hipnosis colectiva, los europeos no toman en cuenta la violencia de los seguidores de Mahoma ni su intolerante cosmovisión, en la que todos los que no son musulmanes son considerados infieles a los que hay que exterminar (decenas o cientos de textos de El Corán así lo enseñan e incitan).

En un libro verdaderamente visionario, casi profético, la escritora y periodista italiana Oriana Fallaci advertía al mundo entero, pero en especial a los europeos:

 

―“La Europa que llamo Eurabia, el Occidente que devorado por el cáncer moral le hace el juego al Islam. Resignado, sojuzgado, medroso. Referirse al Apocalipsis parece un juego intelectual ¿verdad?… Pero es la trágica realidad en la que vivimos dos mil años después de Juan el evangelista… Piense en lo que el presidente de la República Francesa, es decir, Chirac. Le dijo a Philippe de Lilliers: ‘Mi querido amigo, las raíces de Europa son tan musulmanas como cristianas’. Es inútil preguntarse si había bebido. No había bebido, acababa de convencer a sus aliados de quitar de la Constitución Europea las raíces judeo-cristianas”.

―“Nosotros nos avergonzamos de nuestros delitos. Los hijos de Alá, no. Nosotros juzgamos nuestros delitos, los condenamos. Los hijos de Alá, no.

―”Los que secuestraron a los niños de Beslan eran musulmanes. Los que secuestraron y mataron a los doce nepalíes son musulmanes. Los que hicieron saltar por los aires los complejos residenciales de Riad y de Khoba son musulmanes. Los que capturan rehenes y los degüellan son musulmanes. Bin Laden es musulmán. Sus lugartenientes, sus consejeros, sus peones son musulmanes…” .

―“¿Es moderado o no un musulmán que no tiene vínculos con el terrorismo pero tiene dos o tres mujeres y las esclaviza, las humilla de todas las formas posibles, las repudia?”. (Oriana Fallaci se entrevista a sí misma. El Apocalipsis, págs.. 38, 192, 200 y 209).

 

En lo personal tengo muchos años advirtiendo a través de mis artículos y libros acerca del peligro del Islam para el mundo occidental, sobre todo y de manera muy especial en mi libro “CREPUSCULO FINAL, EL ATARDECER DE LA HUMANIDAD” (2010). No ha habido respuesta.

Si en cualquier frontera con Estados Unidos una horda de mexicanos entrara de manera violenta como lo hacen los musulmanes en Europa, téngalo por seguro que los guardias de migración dispararían de inmediato contra los nuestros. Sin motivo lo hacen, ¿qué sucedería si la turba rompiera las rígidas normas yanquis?

¿Quién ha estado financiando los barcos, lanchas, etcétera, poniendo el dinero para que cientos de miles de musulmanes se trasladen a Italia, Grecia, España, Turquía, los países balcánicos, etcétera? Es obvio que miles de millones de dólares se han gastado en esta invasión cuyo fin es el dominio islámico en la capital del mundo judeocristiano, objetivo a conseguir por medio de una yihad ya declarada y ya iniciada, sin que el enemigo (Europa) siquiera desee enterarse.

Cierto, entre los musulmanes hay decenas de miles de gente inocente que solo anda en busca de un sitio mejor ¿Pero, qué son para los fundamentalistas islámicos las vidas humanas? ¡Nada, absolutamente nada!. No es entonces ninguna migración masiva, es una invasión del islam. Punto.

     DE ULTIMA HORA: ya escrito el presente artículo, la humanidad entera nos hemos horrorizado con los ataques cometidos por terroristas islámicos en Paris con un saldo preliminar de cuando menos 150 inocentes asesinados.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

Tiempo de lectura: 5 min

Content-Type: text/html; charset=”utf-8″
Content-Transfer-Encoding: base64

PGh0bWw+DQo8aGVhZD4NCjxzdHlsZT48IS0tDQouaG1tZXNzYWdlIFANCnsNCm1hcmdpbjowcHg7
DQpwYWRkaW5nOjBweA0KfQ0KYm9keS5obW1lc3NhZ2UNCnsNCmZvbnQtc2l6ZTogMTJwdDsNCmZv
bnQtZmFtaWx5OkNhbGlicmkNCn0NCi0tPjwvc3R5bGU+PC9oZWFkPg0KPGJvZHkgY2xhc3M9J2ht
bWVzc2FnZSc+PGRpdiBkaXI9J2x0cic+PHAgY2xhc3M9Ik1zb05vU3BhY2luZyIgYWxpZ249ImNl
bnRlciIgc3R5bGU9InRleHQtYWxpZ246Y2VudGVyIj48c3BhbiBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9ImZv
bnQtc2l6ZToyNC4wcHQ7Zm9udC1mYW1pbHk6JnF1b3Q7VGltZXMgTmV3IFJvbWFuJnF1b3Q7LCZx
dW90O3NlcmlmJnF1b3Q7O21zby1hbnNpLWxhbmd1YWdlOgpFUyI+TUlHUkFDScOTTiBOTywgwqFJ
TlZBU0nDk04hPG86cD48L286cD48L3NwYW4+PC9wPgoKPHAgY2xhc3M9Ik1zb05vU3BhY2luZyI+
PHNwYW4gbGFuZz0iRVMiIHN0eWxlPSJmb250LXNpemU6MTIuMHB0O21zby1hbnNpLWxhbmd1YWdl
OgpFUyI+Jm5ic3A7PC9zcGFuPjwvcD4KCjxwIGNsYXNzPSJNc29Ob1NwYWNpbmciIHN0eWxlPSJ0
ZXh0LWFsaWduOmp1c3RpZnkiPjxiPjxzcGFuIGxhbmc9IkVTIiBzdHlsZT0iZm9udC1zaXplOjEy
LjBwdDtmb250LWZhbWlseTomcXVvdDtBcmlhbCZxdW90OywmcXVvdDtzYW5zLXNlcmlmJnF1b3Q7
Owptc28tYW5zaS1sYW5ndWFnZTpFUyI+Jm5ic3A7Jm5ic3A7Jm5ic3A7Jm5ic3A7IDwvc3Bhbj48
L2I+PHNwYW4gbGFuZz0iRVMiIHN0eWxlPSJmb250LXNpemU6MTIuMHB0O2ZvbnQtZmFtaWx5OiZx
dW90O0FyaWFsJnF1b3Q7LCZxdW90O3NhbnMtc2VyaWYmcXVvdDs7bXNvLWFuc2ktbGFuZ3VhZ2U6
CkVTIj5FcyBpbmNyZcOtYmxlIGxhIGNhbmRpZGV6LCBwb3Igbm8gZGVjaXIgZXN0dXBpZGV6LCBj
b24gbGEgcXVlIGhhIGFjdHVhZG8gbGEKY29tdW5pZGFkIGV1cm9wZWEgYW50ZSBsYSBpbnZhc2nD
s24gbXVzdWxtYW5hLiBMYSBhcmHDsWEgaGEgcXVlZGFkbyBhdHJhcGFkYSBlbgpzdSBwcm9waWEg
cmVkLCBwdWVzIGludmVudGFuZG8gZWwgYXN1bnRvIGVzZSBkZSBsb3Mg4oCcZGVyZWNob3MgaHVt
YW5vc+KAnSB5IGFsCnByZXRlbmRlciBoYWNlcmxvcyB2w6FsaWRvcyBwYXJhIGxvcyBpbnZhc29y
ZXMgZGUgc3VzIHBhw61zZXMgbWllbWJyb3MsIEV1cm9wYSBoYQpmaXJtYWRvIHN1IHNlbnRlbmNp
YSBkZSBtdWVydGUuIFNvbG8gZXMgY3Vlc3Rpw7NuIGRlIHRpZW1wby48bzpwPjwvbzpwPjwvc3Bh
bj48L3A+Cgo8cCBjbGFzcz0iTXNvTm9TcGFjaW5nIiBzdHlsZT0idGV4dC1hbGlnbjpqdXN0aWZ5
Ij48c3BhbiBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9ImZvbnQtc2l6ZToxMi4wcHQ7Zm9udC1mYW1pbHk6JnF1
b3Q7QXJpYWwmcXVvdDssJnF1b3Q7c2Fucy1zZXJpZiZxdW90Ozttc28tYW5zaS1sYW5ndWFnZToK
RVMiPiZuYnNwOyZuYnNwOyZuYnNwOyA8Yj5Eb3MgZmFjdG9yZXMgaGFuIG9jYXNpb25hZG8gZXN0
YSBkZXNncmFjaWEgcGFyYSBlc3RlIGNvbnRpbmVudGUKY29uc2lkZXJhZG8gZWwgYmFsdWFydGUg
ZGUgbGEgY2l2aWxpemFjacOzbiBvY2NpZGVudGFsOiBlbCBoYWJlciBkYWRvIGxhIGVzcGFsZGEK
YSBEaW9zIHkgZW50cmVnYXJzZSBhbCBhdGXDrXNtbywgY29tbyB0YW1iacOpbiBvbHZpZGFyIHN1
IGhpc3RvcmlhLiBFcnJvcmVzCmdyYXbDrXNpbW9zLjxvOnA+PC9vOnA+PC9iPjwvc3Bhbj48L3A+
Cgo8cCBjbGFzcz0iTXNvTm9TcGFjaW5nIiBzdHlsZT0idGV4dC1hbGlnbjpqdXN0aWZ5Ij48c3Bh
biBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9ImZvbnQtc2l6ZToxMi4wcHQ7Zm9udC1mYW1pbHk6JnF1b3Q7QXJp
YWwmcXVvdDssJnF1b3Q7c2Fucy1zZXJpZiZxdW90Ozttc28tYW5zaS1sYW5ndWFnZToKRVMiPiZu
YnNwOyZuYnNwOyZuYnNwOyZuYnNwOyA8Yj5FbiB1bmEgZXNwZWNpZSBkZSBhbW5lc2lhIGNvbGVj
dGl2YSBwYXNhcm9uIHBvciBhbHRvIGxvcyBzaWdsb3MgZGUKdmlvbGVuY2lhIHN1ZnJpZG9zIGEg
Y2F1c2EgZGUgbG9zIHNlZ3VpZG9yZXMgZGUgTWFob21hLCBjdXlvIGRpb3MsIGNvbiBtaW7DunNj
dWxhPC9iPgooQWzDoSBlcyB1biBkaW9zIGludmVudGFuZG8gcG9yIGVzZSBwcm9mZXRhOyBlbiBj
YW1iaW8gWWFod8OpaCwgZWwgRGlvcyBkZSBqdWTDrW9zCnkgY3Jpc3RpYW5vcyBlcyB1biBEaW9z
IHF1ZSBzZSByZXZlbGEgZGUgZG9zIG1hbmVyYXMgcGVyZmVjdGFzIHkgZ3JhbmRpb3Nhcy4gQQp0
cmF2w6lzIGRlIGxhIHJldmVsYWNpw7NuIHVuaXZlcnNhbCBwb3IgbWVkaW8gZGUgc3UgcHJvcGlh
IGNyZWFjacOzbiBxdWUgZGEgY3VlbnRhCmRlIHN1IGdyYW5kZXphIGUgaW50ZWxpZ2VuY2lhIHN1
cHJlbWEsIGNvbW8gdGFtYmnDqW4gYSB0cmF2w6lzIGRlIGxhIHJldmVsYWNpw7NuCmVzcGVjaWFs
IHBvciBtZWRpbyBkZSBsYXMgU2FncmFkYXMgRXNjcml0dXJhcykgPGI+aW5jaXRhIGVuIEVsIENv
csOhbiBhIHN1cyBzZWd1aWRvcmVzIGEgbGEgZ3VlcnJhIGNvbnRyYSBsb3MgaW5maWVsZXMsCnF1
ZSBubyBzb21vcyBvdHJvcyBxdWUganVkw61vcyB5IGNyaXN0aWFub3MuPG86cD48L286cD48L2I+
PC9zcGFuPjwvcD4KCjxwIGNsYXNzPSJNc29Ob1NwYWNpbmciIHN0eWxlPSJ0ZXh0LWFsaWduOmp1
c3RpZnkiPjxzcGFuIGxhbmc9IkVTIiBzdHlsZT0iZm9udC1zaXplOjEyLjBwdDtmb250LWZhbWls
eTomcXVvdDtBcmlhbCZxdW90OywmcXVvdDtzYW5zLXNlcmlmJnF1b3Q7O21zby1hbnNpLWxhbmd1
YWdlOgpFUyI+Jm5ic3A7Jm5ic3A7Jm5ic3A7Jm5ic3A7IE5hZGEgZGUgZXN0byBpZ25vcmFuIGxv
cyBjdWx0b3MKZXVyb3Blb3MuIEVsIHByb2JsZW1hIGVzIHF1ZSBhbCBhcG9zdGF0YXIgZGUgbGEg
ZmUgZW4gRGlvcywgY3JlYXJvbiBzdSBwcm9waWEKZmlsb3NvZsOtYS4gRXhpc3RlbmNpYWxpc21v
IHkgZGVtw6FzIGV4cHJlc2lvbmVzIGxlcyBoaWNpZXJvbiBhZmlybWFyIHVuYSBudWV2YQpmZSwg
w6lzdGEgZW4gZWwgaG9tYnJlLiBGcmFjYXNhcm9uLiBMbyBwZW9yIGVzIHF1ZSBzaWd1ZW4geSBz
ZWd1aXLDoW4gZnJhY2FzYW5kby4KTGEgZmUgcXVlIHVuIGTDrWEgdHV2aWVyb24gbG9zIGV1cm9w
ZW9zIHkgcXVlIGNvbXBhcnRpZXJvbiBhIGxvcyBwdWVibG9zIGRlIGxvcwpvdHJvcyBjb250aW5l
bnRlcywgYWR2aWVydGUgYWwgcmVzcGVjdG86IDxpPuKAnG1hbGRpdG8KZWwgaG9tYnJlIHF1ZSBj
b25mw61hIGVuIGVsIGhvbWJyZS4uLiB5IHN1IGNvcmF6w7NuIHNlIGFwYXJ0YSBkZSBEaW9z4oCm
IEJlbmRpdG8gZWwKaG9tYnJlIHF1ZSBjb25mw61hIGVuIERpb3MgeSBjdXlhIGNvbmZpYW56YSBl
cyBlbCBTZcOxb3LigJ08L2k+IChKZXIgMTc6NSw3KS48bzpwPjwvbzpwPjwvc3Bhbj48L3A+Cgo8
cCBjbGFzcz0iTXNvTm9TcGFjaW5nIiBzdHlsZT0idGV4dC1hbGlnbjpqdXN0aWZ5Ij48Yj48c3Bh
biBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9ImZvbnQtc2l6ZToxMi4wcHQ7Zm9udC1mYW1pbHk6JnF1b3Q7QXJp
YWwmcXVvdDssJnF1b3Q7c2Fucy1zZXJpZiZxdW90OzsKbXNvLWFuc2ktbGFuZ3VhZ2U6RVMiPiZu
YnNwOyZuYnNwOyZuYnNwOyZuYnNwOyBBbCBoYWNlciBkZWwKaG9tYnJlIGVsIGNlbnRybyBkZSBs
YSB2aWRhICh5IGV4cHVsc2FyIGEgRGlvcyBkZSBsYSBUaWVycmE7IHVuYSBlc3BlY2llIGRlCnZl
bmdhbnphIGFkw6FtaWNhLCBhdW5xdWUgdG9ycGUgZSBpbmdlbnVhIGFsIG3DoXhpbW8pLDwvc3Bh
bj48L2I+PHNwYW4gbGFuZz0iRVMiIHN0eWxlPSJmb250LXNpemU6MTIuMHB0O2ZvbnQtZmFtaWx5
OiZxdW90O0FyaWFsJnF1b3Q7LCZxdW90O3NhbnMtc2VyaWYmcXVvdDs7bXNvLWFuc2ktbGFuZ3Vh
Z2U6CkVTIj4gaGFuIGNyZcOtZG8gYSBwaWUganVudGlsbGFzIHF1ZSBlbCBob21icmUgZXMgYnVl
bm8gY29tbyBhc2VndXJhYmEgVm9sdGFpcmUsCmFicmllbmRvIGVuIGxhcyDDumx0aW1hcyBkw6lj
YWRhcyBsYXMgcHVlcnRhcyBkZWwgdmllam8gY29udGluZW50ZSBhIGxvcwptdXN1bG1hbmVzIGRl
IEFmcmljYSwgQXNpYSB5IE1lZGlvIE9yaWVudGUgZGUgbWFuZXJhIGluZGlzY3JpbWluYWRhLjxv
OnA+PC9vOnA+PC9zcGFuPjwvcD4KCjxwIGNsYXNzPSJNc29Ob1NwYWNpbmciIHN0eWxlPSJ0ZXh0
LWFsaWduOmp1c3RpZnkiPjxzcGFuIGxhbmc9IkVTIiBzdHlsZT0iZm9udC1zaXplOjEyLjBwdDtm
b250LWZhbWlseTomcXVvdDtBcmlhbCZxdW90OywmcXVvdDtzYW5zLXNlcmlmJnF1b3Q7O21zby1h
bnNpLWxhbmd1YWdlOgpFUyI+Jm5ic3A7Jm5ic3A7Jm5ic3A7Jm5ic3A7IEhhIHNpZG8gdGFsIHN1
IGNlZ3VlcmEgcXVlIG5pCnNpcXVpZXJhIGhhbiBwb2RpZG8gdmVyIHF1ZSBzZSB0cmF0YSBkZSB1
bmEgdmVyZGFkZXJhIGludmFzacOzbiwgcGxhbmVhZGEKb2J2aWFtZW50ZSBwb3IgbG9zIGzDrWRl
cmVzIGRlbCBtdW5kbyBpc2zDoW1pY28gcmFkaWNhbCwgY3V5byBwbGFuIGNhbWluYSZuYnNwOyBh
IGxhcyBtaWwgbWFyYXZpbGxhcyBhbnRlIGxhIGluZ2VudWlkYWQgY2FzaQppZGlvdGEgZGUgbG9z
IGzDrWRlcmVzIHBvbMOtdGljb3MgZXVyb3Blb3MgKHkgT05H4oCZUyBxdWUgbGVzIGFjb21wYcOx
YW4gZW4gZXN0ZQpzdWljaWRpbyBjb250aW5lbnRhbCkuPG86cD48L286cD48L3NwYW4+PC9wPgoK
PHAgY2xhc3M9Ik1zb05vU3BhY2luZyIgc3R5bGU9InRleHQtYWxpZ246anVzdGlmeSI+PHNwYW4g
bGFuZz0iRVMiIHN0eWxlPSJmb250LXNpemU6MTIuMHB0O2ZvbnQtZmFtaWx5OiZxdW90O0FyaWFs
JnF1b3Q7LCZxdW90O3NhbnMtc2VyaWYmcXVvdDs7bXNvLWFuc2ktbGFuZ3VhZ2U6CkVTIj4mbmJz
cDsmbmJzcDsmbmJzcDsmbmJzcDsgTmFkaWUgcmVjdWVyZGEgeWEgcXVlIGx1ZWdvIGRlbAoyIGRl
IGVuZXJvIGRlIDE0OTIgZW4gcXVlIGxvcyBtdXN1bG1hbmVzIHNvbiBleHB1bHNhZG9zIGRlIEdy
YW5hZGEsIHBvciBmaW4KRXNwYcOxYSBwdWRvIHVuaWZpY2Fyc2UgeSBjb252ZXJ0aXJzZSBlbiB1
bmEgcG9kZXJvc2EgbmFjacOzbi4gU2luIGVtYmFyZ28sIGVuCnVuYSBvYnNlc2nDs24gcXVlIG3D
oXMgcGFyZWNlIGhpcG5vc2lzIGNvbGVjdGl2YSwgbG9zIGV1cm9wZW9zIG5vIHRvbWFuIGVuIGN1
ZW50YQpsYSB2aW9sZW5jaWEgZGUgbG9zIHNlZ3VpZG9yZXMgZGUgTWFob21hIG5pIHN1IGludG9s
ZXJhbnRlIGNvc21vdmlzacOzbiwgZW4gbGEKcXVlIHRvZG9zIGxvcyBxdWUgbm8gc29uIG11c3Vs
bWFuZXMgc29uIGNvbnNpZGVyYWRvcyBpbmZpZWxlcyBhIGxvcyBxdWUgaGF5IHF1ZQpleHRlcm1p
bmFyIChkZWNlbmFzIG8gY2llbnRvcyBkZSB0ZXh0b3MgZGUgRWwgQ29yw6FuIGFzw60gbG8gZW5z
ZcOxYW4gZSBpbmNpdGFuKS48bzpwPjwvbzpwPjwvc3Bhbj48L3A+Cgo8cCBjbGFzcz0iTXNvTm9T
cGFjaW5nIiBzdHlsZT0idGV4dC1hbGlnbjpqdXN0aWZ5Ij48c3BhbiBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9
ImZvbnQtc2l6ZToxMi4wcHQ7Zm9udC1mYW1pbHk6JnF1b3Q7QXJpYWwmcXVvdDssJnF1b3Q7c2Fu
cy1zZXJpZiZxdW90Ozttc28tYW5zaS1sYW5ndWFnZToKRVMiPiZuYnNwOyZuYnNwOyZuYnNwOyZu
YnNwOyBFbiB1biBsaWJybyB2ZXJkYWRlcmFtZW50ZQp2aXNpb25hcmlvLCBjYXNpIHByb2bDqXRp
Y28sIGxhIGVzY3JpdG9yYSB5IHBlcmlvZGlzdGEgaXRhbGlhbmEgT3JpYW5hIEZhbGxhY2kKYWR2
ZXJ0w61hIGFsIG11bmRvIGVudGVybywgcGVybyBlbiBlc3BlY2lhbCBhIGxvcyBldXJvcGVvczo8
bzpwPjwvbzpwPjwvc3Bhbj48L3A+Cgo8cCBjbGFzcz0iTXNvTm9TcGFjaW5nIiBzdHlsZT0idGV4
dC1hbGlnbjpqdXN0aWZ5Ij48c3BhbiBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9ImZvbnQtc2l6ZToxMi4wcHQ7
Zm9udC1mYW1pbHk6JnF1b3Q7QXJpYWwmcXVvdDssJnF1b3Q7c2Fucy1zZXJpZiZxdW90Ozttc28t
YW5zaS1sYW5ndWFnZToKRVMiPiZuYnNwOzwvc3Bhbj48L3A+Cgo8cCBjbGFzcz0iTXNvTm9TcGFj
aW5nIiBzdHlsZT0idGV4dC1hbGlnbjpqdXN0aWZ5Ij48aT48c3BhbiBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9
ImZvbnQtc2l6ZToxMi4wcHQ7Zm9udC1mYW1pbHk6JnF1b3Q7QXJpYWwmcXVvdDssJnF1b3Q7c2Fu
cy1zZXJpZiZxdW90OzsKbXNvLWFuc2ktbGFuZ3VhZ2U6RVMiPuKAleKAnExhIEV1cm9wYSBxdWUg
bGxhbW8gRXVyYWJpYSwgZWwgT2NjaWRlbnRlIHF1ZSBkZXZvcmFkbwpwb3IgZWwgY8OhbmNlciBt
b3JhbCBsZSBoYWNlIGVsIGp1ZWdvIGFsIElzbGFtLiBSZXNpZ25hZG8sIHNvanV6Z2FkbywgbWVk
cm9zby4KUmVmZXJpcnNlIGFsIEFwb2NhbGlwc2lzIHBhcmVjZSB1biBqdWVnbyBpbnRlbGVjdHVh
bCDCv3ZlcmRhZD8uLi4gUGVybyBlcyBsYQp0csOhZ2ljYSByZWFsaWRhZCBlbiBsYSBxdWUgdml2
aW1vcyBkb3MgbWlsIGHDsW9zIGRlc3B1w6lzIGRlIEp1YW4gZWwgZXZhbmdlbGlzdGHigKYKUGll
bnNlIGVuIGxvIHF1ZSBlbCBwcmVzaWRlbnRlIGRlIGxhIFJlcMO6YmxpY2EgRnJhbmNlc2EsIGVz
IGRlY2lyLCBDaGlyYWMuIExlCmRpam8gYSBQaGlsaXBwZSBkZSBMaWxsaWVyczog4oCYTWkgcXVl
cmlkbyBhbWlnbywgbGFzIHJhw61jZXMgZGUgRXVyb3BhIHNvbiB0YW4KbXVzdWxtYW5hcyBjb21v
IGNyaXN0aWFuYXPigJkuIEVzIGluw7p0aWwgcHJlZ3VudGFyc2Ugc2kgaGFiw61hIGJlYmlkby4g
Tm8gaGFiw61hCmJlYmlkbywgYWNhYmFiYSBkZSBjb252ZW5jZXIgYSBzdXMgYWxpYWRvcyBkZSBx
dWl0YXIgZGUgbGEgQ29uc3RpdHVjacOzbiBFdXJvcGVhCmxhcyByYcOtY2VzIGp1ZGVvLWNyaXN0
aWFuYXPigJ0uPG86cD48L286cD48L3NwYW4+PC9pPjwvcD4KCjxwIGNsYXNzPSJNc29Ob1NwYWNp
bmciIHN0eWxlPSJ0ZXh0LWFsaWduOmp1c3RpZnkiPjxpPjxzcGFuIGxhbmc9IkVTIiBzdHlsZT0i
Zm9udC1zaXplOjEyLjBwdDtmb250LWZhbWlseTomcXVvdDtBcmlhbCZxdW90OywmcXVvdDtzYW5z
LXNlcmlmJnF1b3Q7Owptc28tYW5zaS1sYW5ndWFnZTpFUyI+4oCV4oCcTm9zb3Ryb3Mgbm9zIGF2
ZXJnb256YW1vcyBkZSBudWVzdHJvcyBkZWxpdG9zLiBMb3MKaGlqb3MgZGUgQWzDoSwgbm8uIE5v
c290cm9zIGp1emdhbW9zIG51ZXN0cm9zIGRlbGl0b3MsIGxvcyBjb25kZW5hbW9zLiBMb3MgaGlq
b3MKZGUgQWzDoSwgbm8uPG86cD48L286cD48L3NwYW4+PC9pPjwvcD4KCjxwIGNsYXNzPSJNc29O
b1NwYWNpbmciIHN0eWxlPSJ0ZXh0LWFsaWduOmp1c3RpZnkiPjxzcGFuIGxhbmc9IkVTIiBzdHls
ZT0iZm9udC1zaXplOjEyLjBwdDtmb250LWZhbWlseTomcXVvdDtBcmlhbCZxdW90OywmcXVvdDtz
YW5zLXNlcmlmJnF1b3Q7O21zby1hbnNpLWxhbmd1YWdlOgpFUyI+4oCV4oCdPGk+TG9zIHF1ZSBz
ZWN1ZXN0cmFyb24gYSBsb3MgbmnDsW9zIGRlCkJlc2xhbiBlcmFuIG11c3VsbWFuZXMuIExvcyBx
dWUgc2VjdWVzdHJhcm9uIHkgbWF0YXJvbiBhIGxvcyBkb2NlIG5lcGFsw61lcyBzb24KbXVzdWxt
YW5lcy4gTG9zIHF1ZSBoaWNpZXJvbiBzYWx0YXIgcG9yIGxvcyBhaXJlcyBsb3MgY29tcGxlam9z
IHJlc2lkZW5jaWFsZXMKZGUgUmlhZCB5IGRlIEtob2JhIHNvbiBtdXN1bG1hbmVzLiBMb3MgcXVl
IGNhcHR1cmFuIHJlaGVuZXMgeSBsb3MgZGVnw7xlbGxhbiBzb24KbXVzdWxtYW5lcy4gQmluIExh
ZGVuIGVzIG11c3VsbcOhbi4gU3VzIGx1Z2FydGVuaWVudGVzLCBzdXMgY29uc2VqZXJvcywgc3Vz
CnBlb25lcyBzb24gbXVzdWxtYW5lc+KApuKAnSAuPG86cD48L286cD48L2k+PC9zcGFuPjwvcD4K
CjxwIGNsYXNzPSJNc29Ob1NwYWNpbmciIHN0eWxlPSJ0ZXh0LWFsaWduOmp1c3RpZnkiPjxpPjxz
cGFuIGxhbmc9IkVTIiBzdHlsZT0iZm9udC1zaXplOjEyLjBwdDtmb250LWZhbWlseTomcXVvdDtB
cmlhbCZxdW90OywmcXVvdDtzYW5zLXNlcmlmJnF1b3Q7Owptc28tYW5zaS1sYW5ndWFnZTpFUyI+
4oCV4oCcwr9FcyBtb2RlcmFkbyBvIG5vIHVuIG11c3VsbcOhbiBxdWUgbm8gdGllbmUgdsOtbmN1
bG9zIGNvbgplbCB0ZXJyb3Jpc21vIHBlcm8gdGllbmUgZG9zIG8gdHJlcyBtdWplcmVzIHkgbGFz
IGVzY2xhdml6YSwgbGFzIGh1bWlsbGEgZGUKdG9kYXMgbGFzIGZvcm1hcyBwb3NpYmxlcywgbGFz
IHJlcHVkaWE/4oCdLjwvc3Bhbj48L2k+PHNwYW4gbGFuZz0iRVMiIHN0eWxlPSJmb250LXNpemU6
MTIuMHB0O2ZvbnQtZmFtaWx5OiZxdW90O0FyaWFsJnF1b3Q7LCZxdW90O3NhbnMtc2VyaWYmcXVv
dDs7bXNvLWFuc2ktbGFuZ3VhZ2U6CkVTIj4gKE9yaWFuYSBGYWxsYWNpIHNlIGVudHJldmlzdGEg
YSBzw60gbWlzbWEuIEVsIEFwb2NhbGlwc2lzLCBww6Fncy4uIDM4LCAxOTIsCjIwMCB5IDIwOSku
PG86cD48L286cD48L3NwYW4+PC9wPgoKPHAgY2xhc3M9Ik1zb05vU3BhY2luZyIgc3R5bGU9InRl
eHQtYWxpZ246anVzdGlmeSI+PHNwYW4gbGFuZz0iRVMiIHN0eWxlPSJmb250LXNpemU6MTIuMHB0
O2ZvbnQtZmFtaWx5OiZxdW90O0FyaWFsJnF1b3Q7LCZxdW90O3NhbnMtc2VyaWYmcXVvdDs7bXNv
LWFuc2ktbGFuZ3VhZ2U6CkVTIj4mbmJzcDs8L3NwYW4+PC9wPgoKPHAgY2xhc3M9Ik1zb05vU3Bh
Y2luZyIgc3R5bGU9InRleHQtYWxpZ246anVzdGlmeSI+PHNwYW4gbGFuZz0iRVMiIHN0eWxlPSJm
b250LXNpemU6MTIuMHB0O2ZvbnQtZmFtaWx5OiZxdW90O0FyaWFsJnF1b3Q7LCZxdW90O3NhbnMt
c2VyaWYmcXVvdDs7bXNvLWFuc2ktbGFuZ3VhZ2U6CkVTIj4mbmJzcDsmbmJzcDsmbmJzcDsmbmJz
cDsgRW4gbG8gcGVyc29uYWwgdGVuZ28gbXVjaG9zIGHDsW9zCmFkdmlydGllbmRvIGEgdHJhdsOp
cyBkZSBtaXMgYXJ0w61jdWxvcyB5IGxpYnJvcyBhY2VyY2EgZGVsIHBlbGlncm8gZGVsIElzbGFt
CnBhcmEgZWwgbXVuZG8gb2NjaWRlbnRhbCwgc29icmUgdG9kbyB5IGRlIG1hbmVyYSBtdXkgZXNw
ZWNpYWwgZW4gbWkgbGlicm8K4oCcQ1JFUFVTQ1VMTyBGSU5BTCwgRUwgQVRBUkRFQ0VSIERFIExB
IEhVTUFOSURBROKAnSAoMjAxMCkuIE5vIGhhIGhhYmlkbwpyZXNwdWVzdGEuPG86cD48L286cD48
L3NwYW4+PC9wPgoKPHAgY2xhc3M9Ik1zb05vU3BhY2luZyIgc3R5bGU9InRleHQtYWxpZ246anVz
dGlmeSI+PHNwYW4gbGFuZz0iRVMiIHN0eWxlPSJmb250LXNpemU6MTIuMHB0O2ZvbnQtZmFtaWx5
OiZxdW90O0FyaWFsJnF1b3Q7LCZxdW90O3NhbnMtc2VyaWYmcXVvdDs7bXNvLWFuc2ktbGFuZ3Vh
Z2U6CkVTIj4mbmJzcDsmbmJzcDsmbmJzcDsmbmJzcDsgU2kgZW4gY3VhbHF1aWVyIGZyb250ZXJh
IGNvbgpFc3RhZG9zIFVuaWRvcyB1bmEgaG9yZGEgZGUgbWV4aWNhbm9zIGVudHJhcmEgZGUgbWFu
ZXJhIHZpb2xlbnRhIGNvbW8gbG8gaGFjZW4KbG9zIG11c3VsbWFuZXMgZW4gRXVyb3BhLCB0w6lu
Z2FsbyBwb3Igc2VndXJvIHF1ZSBsb3MgZ3VhcmRpYXMgZGUgbWlncmFjacOzbgpkaXNwYXJhcsOt
YW4gZGUgaW5tZWRpYXRvIGNvbnRyYSBsb3MgbnVlc3Ryb3MuIFNpbiBtb3Rpdm8gbG8gaGFjZW4s
IMK/cXXDqQpzdWNlZGVyw61hIHNpIGxhIHR1cmJhIHJvbXBpZXJhIGxhcyByw61naWRhcyBub3Jt
YXMgeWFucXVpcz88bzpwPjwvbzpwPjwvc3Bhbj48L3A+Cgo8cCBjbGFzcz0iTXNvTm9TcGFjaW5n
IiBzdHlsZT0idGV4dC1hbGlnbjpqdXN0aWZ5Ij48c3BhbiBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9ImZvbnQt
c2l6ZToxMi4wcHQ7Zm9udC1mYW1pbHk6JnF1b3Q7QXJpYWwmcXVvdDssJnF1b3Q7c2Fucy1zZXJp
ZiZxdW90Ozttc28tYW5zaS1sYW5ndWFnZToKRVMiPiZuYnNwOyZuYnNwOyZuYnNwOyZuYnNwOyDC
v1F1acOpbiBoYSBlc3RhZG8gZmluYW5jaWFuZG8gbG9zCmJhcmNvcywgbGFuY2hhcywgZXRjw6l0
ZXJhLCBwb25pZW5kbyBlbCBkaW5lcm8gcGFyYSBxdWUgY2llbnRvcyBkZSBtaWxlcyBkZQptdXN1
bG1hbmVzIHNlIHRyYXNsYWRlbiBhIEl0YWxpYSwgR3JlY2lhLCBFc3Bhw7FhLCBUdXJxdcOtYSwg
bG9zIHBhw61zZXMKYmFsY8Ohbmljb3MsIGV0Y8OpdGVyYT8gRXMgb2J2aW8gcXVlIG1pbGVzIGRl
IG1pbGxvbmVzIGRlIGTDs2xhcmVzIHNlIGhhbiBnYXN0YWRvCmVuIGVzdGEgaW52YXNpw7NuIGN1
eW8gZmluIGVzIGVsIGRvbWluaW8gaXNsw6FtaWNvIGVuIGxhIGNhcGl0YWwgZGVsIG11bmRvCmp1
ZGVvY3Jpc3RpYW5vLCBvYmpldGl2byBhIGNvbnNlZ3VpciBwb3IgbWVkaW8gZGUgdW5hIHlpaGFk
IHlhIGRlY2xhcmFkYSB5IHlhCmluaWNpYWRhLCBzaW4gcXVlIGVsIGVuZW1pZ28gKEV1cm9wYSkg
c2lxdWllcmEgZGVzZWUgZW50ZXJhcnNlLjxvOnA+PC9vOnA+PC9zcGFuPjwvcD4KCjxwIGNsYXNz
PSJNc29Ob1NwYWNpbmciIHN0eWxlPSJ0ZXh0LWFsaWduOmp1c3RpZnkiPjxzcGFuIGxhbmc9IkVT
IiBzdHlsZT0iZm9udC1zaXplOjEyLjBwdDtmb250LWZhbWlseTomcXVvdDtBcmlhbCZxdW90Oywm
cXVvdDtzYW5zLXNlcmlmJnF1b3Q7O21zby1hbnNpLWxhbmd1YWdlOgpFUyI+Jm5ic3A7Jm5ic3A7
Jm5ic3A7Jm5ic3A7IENpZXJ0bywgZW50cmUgbG9zIG11c3VsbWFuZXMgaGF5CmRlY2VuYXMgZGUg
bWlsZXMgZGUgZ2VudGUgaW5vY2VudGUgcXVlIHNvbG8gYW5kYSBlbiBidXNjYSBkZSB1biBzaXRp
byBtZWpvcgrCv1Blcm8sIHF1w6kgc29uIHBhcmEgbG9zIGZ1bmRhbWVudGFsaXN0YXMgaXNsw6Ft
aWNvcyBsYXMgdmlkYXMgaHVtYW5hcz8gwqFOYWRhLAphYnNvbHV0YW1lbnRlIG5hZGEhLjxhIG5h
bWU9Il9Hb0JhY2siPjwvYT4gTm8gZXMgZW50b25jZXMgbmluZ3VuYSBtaWdyYWNpw7NuCm1hc2l2
YSwgZXMgdW5hIGludmFzacOzbiBkZWwgaXNsYW0uIFB1bnRvLjxvOnA+PC9vOnA+PC9zcGFuPjwv
cD4KCjxwIGNsYXNzPSJNc29Ob1NwYWNpbmciIHN0eWxlPSJ0ZXh0LWFsaWduOmp1c3RpZnkiPjxi
PjxzcGFuIGxhbmc9IkVTIiBzdHlsZT0iZm9udC1zaXplOjEyLjBwdDtmb250LWZhbWlseTomcXVv
dDtBcmlhbCZxdW90OywmcXVvdDtzYW5zLXNlcmlmJnF1b3Q7Owptc28tYW5zaS1sYW5ndWFnZTpF
UyI+Jm5ic3A7Jm5ic3A7Jm5ic3A7Jm5ic3A7IERFIFVMVElNQQpIT1JBOjwvc3Bhbj48L2I+PHNw
YW4gbGFuZz0iRVMiIHN0eWxlPSJmb250LXNpemU6MTIuMHB0O2ZvbnQtZmFtaWx5OiZxdW90O0Fy
aWFsJnF1b3Q7LCZxdW90O3NhbnMtc2VyaWYmcXVvdDs7Cm1zby1hbnNpLWxhbmd1YWdlOkVTIj4g
eWEgZXNjcml0byBlbCBwcmVzZW50ZSBhcnTDrWN1bG8sIGxhIGh1bWFuaWRhZCBlbnRlcmEgbm9z
CmhlbW9zIGhvcnJvcml6YWRvIGNvbiBsb3MgYXRhcXVlcyBjb21ldGlkb3MgcG9yIHRlcnJvcmlz
dGFzIGlzbMOhbWljb3MgZW4gUGFyw61zCmNvbiB1biBzYWxkbyBwcmVsaW1pbmFyIGRlIGN1YW5k
byBtZW5vcyAxNTAgaW5vY2VudGVzIGFzZXNpbmFkb3MuPG86cD48L286cD48L3NwYW4+PC9wPgoK
PHAgY2xhc3M9Ik1zb05vU3BhY2luZyIgYWxpZ249ImNlbnRlciIgc3R5bGU9InRleHQtYWxpZ246
Y2VudGVyIj48c3BhbiBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9ImZvbnQtc2l6ZToxMi4wcHQ7Zm9udC1mYW1p
bHk6JnF1b3Q7QXJpYWwmcXVvdDssJnF1b3Q7c2Fucy1zZXJpZiZxdW90Ozttc28tYW5zaS1sYW5n
dWFnZToKRVMiPsKhSGFzdGEgZWwgcHLDs3hpbW8gc8OhYmFkbywgc2kgRGlvcyBub3MgcGVybWl0
ZSE8bzpwPjwvbzpwPjwvc3Bhbj48L3A+Cgo8cCBjbGFzcz0iTXNvTm9TcGFjaW5nIiBzdHlsZT0i
dGV4dC1hbGlnbjpqdXN0aWZ5Ij48c3BhbiBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9ImZvbnQtc2l6ZToxMi4w
cHQ7Zm9udC1mYW1pbHk6JnF1b3Q7QXJpYWwmcXVvdDssJnF1b3Q7c2Fucy1zZXJpZiZxdW90Oztt
c28tYW5zaS1sYW5ndWFnZToKRVMiPiZuYnNwOzwvc3Bhbj48L3A+Cgo8cCBjbGFzcz0iTXNvTm9T
cGFjaW5nIiBzdHlsZT0idGV4dC1hbGlnbjpqdXN0aWZ5Ij48c3BhbiBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9
ImZvbnQtc2l6ZToxMi4wcHQ7Zm9udC1mYW1pbHk6JnF1b3Q7QXJpYWwmcXVvdDssJnF1b3Q7c2Fu
cy1zZXJpZiZxdW90Ozttc28tYW5zaS1sYW5ndWFnZToKRVMiPkVtYWlsOiA8Yj48Zm9udCBjb2xv
cj0iI2FjMTkzZCI+bWFoZXJnbzUwQGhvdG1haWwuY29tPC9mb250PjwvYj48bzpwPjwvbzpwPjwv
c3Bhbj48L3A+Cgo8cCBjbGFzcz0iTXNvTm9TcGFjaW5nIiBzdHlsZT0idGV4dC1hbGlnbjpqdXN0
aWZ5Ij48c3BhbiBsYW5nPSJFUyIgc3R5bGU9ImZvbnQtc2l6ZToxMi4wcHQ7Zm9udC1mYW1pbHk6
JnF1b3Q7QXJpYWwmcXVvdDssJnF1b3Q7c2Fucy1zZXJpZiZxdW90Ozttc28tYW5zaS1sYW5ndWFn
ZToKRVMiPiZuYnNwOyAmbmJzcDsmbmJzcDs8bzpwPjwvbzpwPjwvc3Bhbj48L3A+IAkJIAkgICAJ
CSAgPC9kaXY+PC9ib2R5Pg0KPC9odG1sPg==

Tiempo de lectura: 10 min

Andamos mal, muy mal, soberbia, vicios y locura se han apoderado de buena parte de la sociedad. Mira que los señores que en teoría deberían ser ejemplo inmaculado para toda la sociedad ―me refiero a los ministros, así con minúscula, de la SCJN― andan de promotores de la droga en lugar de buscar la aplicación de la justicia. Tan ausente en este sufrido México, paraíso de la impunidad, del escapismo a los deberes.

De entrada se supone que en el primer año de la facultad de derecho, estos abogados con sotanas fuera de época fueron enseñados en la división de poderes. Pero qué le vamos a hacer, el desorden, la irresponsabilidad y la confusión imperan en el gobierno mexicano, de otra forma es impensable entender que el poder judicial pretenda legislar. Tarea que de hecho y derecho les resulta ajena, pero que al tratarse del cuerpo colegiado más alto y representativo de la Nación las cosas cobran otra dimensión, que por decir lo menos causa horror en el ciudadano ordenado y pensante, que los hay, y más de los que nuestros gobernantes en los tres poderes se imaginan.

¿Cómo entender o aceptar el término “recreativo” para fumar mariguana? ¿Acaso andamos tan mal que los hombres que se suponen son la elite de la sociedad ni siquiera conocen el significado de las palabras? El olvidado Pequeño Larousse dice textualmente: “RECREATIVO,A adj. Que recrea, divierte”. Aunque en ese mar de eufemismos que ahora usan nuestros próceres, también utilizan la palabra LÚDICO, que el referido Diccionario define como “Relativo al juego”.

     Partiendo entonces del significado de la palabra “recreativo” o “lúdico”, como define la SCJN el uso de la mariguana, se supone que los cuatro quejosos que obtuvieron el amparo de la justicia federal usarán la mariguana para hacer pelotas, ya sea para jugar futbol, voleibol, o alguna otra actividad de recreo semejante.

Ahora bien, no hay que olvidar que quienes interpusieron el amparo declararon públicamente que no son adictos, por tanto no pueden alegar dependencia de esa droga. A no ser que sean meros personeros de Vicente Fox, que cuanta oportunidad tiene anuncia su deseo de dedicarse a cultivar esa maldita yerba que tanto daño hace a las personas, trayendo al final del camino dolor y destrucción a las familias afectadas, así como a terceros. Sorprende además ver apellidos guanajuatenses como Torres Landa entre los promotores de la yerba ¿simples personeros de Fox? Es pregunta.

     El Procurador del Estado de Jalisco, Eduardo Almaguer, ahora llamado Fiscal General (otro eufemismo), declaró el pasado día 5 (noviembre de 2015) que el 80 por ciento de los delitos que se cometen en nuestro Estado son generados por los adictos a las drogas. Realidad que no se quiere ver, pero que de seguir abriéndose la puerta a esta caja de Pandora, las sorpresas negativas para los mexicanos no serán pocas.

Tan dados en el presente a la encuestitis, incluso teniendo un organismo como el INEGI ¿no podía acaso la Suprema Corte de Justicia haber encargado antes una encuesta entre las madres de familia de los adictos a la mariguana, así como entre las familias afectadas para que externaran su opinión acerca de los daños que ocasiona esta droga?

Los que ahora estamos viejos también fuimos jóvenes, para los lectores que no me conocen, entré a la facultad de derecho en el año de 1968, de manera que soy parte de esa generación inquieta y rebelde en muchos sentidos, como también pensante. El uso de la mariguana se dio entre los hippies gringos y uno que otro muchacho desadaptado. La mayoría veíamos las drogas con repudio manifiesto, de hecho y como se narra en los libros de historia, la mariguana era adicción de lo más bajo de la soldadesca.

Si algunos viejos (como el que escribe esta columna) en el Distrito Federal hablan a nombre de los adictos a la mariguana, que lo hagan a nombre propio, pues no pueden, aun por muy “intelectuales” que se les considere, hablar a nombre de todos los mexicanos. El Distrito Federal solo es una parte de país y hay zonas donde pocas cosas nos unen con ellos, y no precisamente la maldita yerba que tanta sangre y desgracia ha traído a nuestro país.

Si se abre la puerta a esta droga con el absurdo e insostenible argumento que es mejor tolerarla que combatirla, será tiempo entonces que no solo la SCJN sino el Congreso Federal y los Locales se dediquen a legislar a vapor y deroguen de plano todos los Códigos Penales de México. Total, para qué combatir los delitos, si de todos modos van a seguir delinquiendo; mejor que al que quiera robar que se le llame cleptómano lúdico, que al asesino se le califique como tanatólogo recreativo, etcétera.

Cierro mi comentario de esta semana con un texto de las Sagradas Escrituras que advierte y confronta a este tipo de conductas permisivas y ambiguas, pues como lo he señalado en otras ocasiones, también los que creemos en Dios somos ciudadanos y tenemos los mismos derechos para expresar nuestras opiniones con absoluta libertad, y ser además tomadas en cuenta por el estado: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz…!” (Isaías 5:20).

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

Email: mahergo50@hotmail.com

Tiempo de lectura: 4 min

En nuestro país a partir del siglo veinte se volvió costumbre, por no decir pésimo hábito (y condenable abuso), vivir del apellido. Exigir a manera de herencia cargos públicos por el solo hecho de ser parientes de cuestionables próceres del santoral oficial; la más de las veces auto creados o promovidos a conveniencia del grupo en el poder. Parodia nociva que si no fuera por los daños que han causado al país, era para desternillarse de risa (como lo hiciera Ibargüengoitia con sinigual humor y sarcasmo en “Los relámpagos de agosto”).

Sucede pues que entre esta galería de usufructuarios con apellidos históricos, en los últimos lustros hemos padecido –y ya de largo rato e incontables yerros, abusos e incapacidad- a un sobrino nieto de Francisco I. Madero, aunque lleva el nombre de su hermano, Gustavo, Gustavo Madero.

Para no dar muchos rodeos al tema, permítame el lector citar un breve texto biográfico del expresidente Francisco I. Madero, tomado de mi libro México: ¿Estado Fallido o País Traicionado?:

―“Bajo de estatura y de débil condición física, estudia en su adolescencia un año con los jesuitas, pero por lo que escriben sus múltiples biógrafos, a Madero no le gustaba el estudio… En realidad lo suyo era el esoterismo, en particular la oscura pasión que siempre le dominó «el espiritismo». Desviación que una vez que se sitúa al frente del poder ejecutivo le dominaría por completo, al grado de no tomar decisión alguna si antes no ‘consultaba a los espíritus’. Su alejamiento del estado de derecho, la buena política y el sentido común, finalmente le condujeron a la tumba, ¿acaso podría llevar un país de vivos con enormes dificultades, apenas salido de una revolución, con el falso consejo de los ‘muertos’?… Su extravío espiritual le lleva al grado de asegurar tener charlas frecuentes con el general Mariano Escobedo, al igual que con el Presidente Benito Juárez, lo que nos permite a la distancia analizar las chifladuras de este hombre… El carácter de Madero (como el de varios próceres mexicanos con pies de barro en el siglo XXI), carecía de solidez y la visión del estadista le resultaba ajena del todo. Gustaba de jugar a la guerra sin ser guerrero, de ser presidente sin tener la capacidad para tan alto encargo, de ser político cuando apenas era un fanático de las cosas políticas, un idealista superficial y sin raíces incapaz de sacar adelante tan enorme lucha social” (volumen uno, págs. 208-214).

Como se aprecia, lo suyo no eran las luces; la inteligencia y la ecuanimidad fueron mezquinas con el prócer en cuestión, le negaron casi todo. El problema de fondo, asunto que parece genético, es que Madero se creía un Maquiavelo criollo, incapaz por tanto de aceptar sus muchas limitantes. El hombre tomaba poses de estadista, cuando su estatura física y política eran cortas en el estricto sentido de la palabra.

Lamentablemente esta semana el señor Gustavo Madero que en este momento cobra como diputado federal (PAN), se lanzó con escudo y lanza a defender las refresqueras para que no les cobren cierto impuesto (que ayude en algo a combatir la gordura que provoca tanta azúcar).

Para su infortunio se encontró con la firmeza de un senador que no solamente entiende la vida republicana, sino que ha demostrado ser un hombre con profunda visión de estado, comprometido con México por encima de los colores de su partido (PRD). Capaz incluso de votar siempre en conciencia en los acuerdos parlamentarios por el interés de los ciudadanos (actitud por demás escasa y valiosa), sin hacer caso a las represalias o reclamos de los propios y los ajenos. Me refiero al senador Miguel Barbosa. Un hombre hecho para el Parlamento.

Al echar abajo el Senado las pretensiones de Gustavo Madero y demás diputados de defender a las compañías refresqueras, el pariente del presidente esotérico ofende desde su cuenta de twitter a Barbosa y entre otras cosas le dice “mentiroso, pendejo, bato, autor de historias mafufas y bien jaladas, para terminar diciendo que lo que dice son puras Barbosadas” (El Universal, 29/Oct/2015).

La respuesta del senador Barbosa no se hizo esperar. Pero como lo haría cualquier hombre decente y maduro, dijo a los medios que “las palabras de Madero no le incomodan ni le calan, que son parte de la picaresca de la política, agregando para concluir que Gustavo Madero hace gala de un lenguaje zafio y grosero”.

¿Cuándo se va a terminar en México esta plaga de usufructuarios del apellido? Aunque en la Constitución en México no existen los títulos de nobleza y vivimos bajo el régimen republicano, en la vida cotidiana la realeza existe y goza de cabal salud. ¿Cómo podemos soportar a tanto personaje inútil e incapaz en cargos de suma importancia tan solo por el apellido?

Sirvan entonces de reflexión las corrienturas de Madero para que las cámaras tomen cartas en el asunto y se comience a cerrar el paso a tanto individuo que se cree con herencia a los cargos públicos tan solo por el apellido, que muchas de las veces es apenas recuerdo de un hombre abusivo, corrupto y sin escrúpulos. El aprovecharse del olvido social debe ser limitado por la ley y el recuento continuo de la historia, pues lo que tanto se critica de los derechos hereditarios de plazas entre los maistros de la CNTE, no puede ser virtud entre los gobernantes.

En buena la hora que el senador Miguel Barbosa Huerta no solo mantuvo la dignidad y postura de un verdadero parlamentario ante los denuestos de Madero. Su ejemplo y congruencia republicana ―al igual que el de algunos pocos de sus compañeros (de otros partidos)―, rescatan las instituciones públicas en una época donde la incapacidad, mediocridad y corrupción son el sello de la casa.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

Tiempo de lectura: 5 min