Opinión

El periodismo y la literatura de una nación obligan la inclusión de su historia. No se puede, mejor dicho, no se debe disimular o desestimar todo lo que sucede en un país pues a final de cuentas la suma de los hechos es la que produce la historia. Es el recuento de lo bueno, lo malo y lo intrascendente lo que permite evaluar para mejorar o evitar cometer los mismos yerros, de lo contrario se corre el riesgo de caer en graves problemas o situaciones que cambien negativamente el rumbo del país.

       En los últimos años en México se ha procurado reiteradamente desvanecer la historia. Que las nuevas generaciones conozcan lo mínimo y las anteriores dejen de pensar en ella, como si se tratase de programar a la masa ciudadana hacia nuevos derroteros donde el nacionalismo y el patriotismo (en el sentido original de la palabra) no tengan cabida. Formar nuevas generaciones globalizadas y sin ningún arraigo, capaces de ser controladas con facilidad a través de los medios y una deficiente educación.

Es de alguna manera la antiutopía de George Orwell (1984) instalándose en el inconsciente colectivo con el propósito de que la historia se pueda controlar y manipular al gusto de la clase gobernante. Por cierto, una clase sometida servilmente a los dictados del Imperio.

Nuestro país parece estar en esta fase, sobre todo luego de padecer dos sexenios en que las riendas políticas de la nación estuvieron bajo las manos torpes de la ultraderecha (representadas por los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón).

Tomando en consideración todos estos factores, durante los inútiles y onerosos festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, el autor de esta columna decidió hacer un repaso de la Historia de México y aportar de manera individual, un documento a manera de legado que recordara de dónde venimos y qué ha sucedido en los últimos 200 años.

En un primer volumen publicado en el año 2011 presenté en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara un libro titulado “México: ¿Estado fallido o País traicionado?”, en el que narro los hechos nacionales a partir de la guerra de Independencia, las luchas por el poder durante el siglo XIX, la invasión y guerra contra los yanquis (en la que fuimos despojados por la fuerza de más de la mitad de nuestro territorio), la invasión e intervención francesa, el Porfiriato, los inicios de la Revolución social de 1910, hasta llegar al gobierno del general Alvaro Obregón.

En días recientes ha salido a la venta el segundo volumen de este título “México; ¿Estado fallido o País traicionado?. En este libro se narra desde el controvertido gobierno del estadista Plutarco Elías Calles, hasta llegar al de Felipe Calderón. Uno a uno los gobiernos del siglo veinte y lo que corre del veintiuno son llamados a escena, como también se narra sin censura de ninguna especie hechos tan controvertidos como “La Cristiada”, “La expropiación Petrolera”, “La Fiebre Aftosa”, “El Movimiento Ferrocarrilero”, “El 2 de Octubre de 1968”, “El Movimiento Estudiantil del Guadalajara en los años ‘70”, “El estallido del 22 de abril” hasta llegar por supuesto a la guerra inútil y sangrienta de Felipe Calderón.

El libro ya se encuentra a la venta en la cadena de Librerías Gonvill a nivel nacional y la presentación se llevará a cabo el jueves 9 de mayo (2013) en el patio del edificio colonial del Colegio Luis Silva de la ciudad de Guadalajara (Morelos 644), a las 19:00 horas. Está usted cordialmente invitado.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

e-mail: mahergo50@hotmail.com

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Cuando el célebre rector de la Universidad de Salamanca, Fray Luís de León, retorna a la cátedra luego de pasar cinco años en la cárcel (por haber traducido del hebreo al español a su prima Teresa de Jesús -ambos de origen judío- el Cantar de los Cantares), se cuenta que sus primeras palabras fueron “¡como decíamos ayer!”.

Chapala

El 21 de julio de 2007 esta columna fue censurada en conocido diario de Guadalajara luego de 20 años de publicación. Retomando pues la comunicación interrumpida, las palabras del ilustre rector salmantino, “decíamos ayer”, me recuerdan la vigencia de un comentario de su servidor publicado en junio de 1988. Entonces le decía al gobierno de Jalisco la necesidad de proteger el lago de Chapala como asunto prioritario. Entre otras cosas decía que “¡Si Chapala se muere, Guadalajara también!”.

Han pasado veinticinco años y los distintos gobiernos de Jalisco ni siquiera por enterados se han dado de la importancia del lago, y eso que uno de los gobernadores era ribereño (Jamay). Si en la primera década del presente siglo el lago se volvió a llenar, simplemente ocurrió porque los de Guanajuato se estaban inundando y sus presas estaban a reventar, situación que les obligó a dejar correr el agua hasta Jalisco.

El nocivo e inútil gobierno de Emilio González Márquez además de mostrar absoluto desinterés por el lago, en un acto de entreguismo e irresponsabilidad, construye la llamada presa de “El Zapotillo” para enviar las aguas del río Verde en los Altos de Jalisco a la ciudad de León (Guanajuato) ¡Claro, no les dijo a los jaliscienses que las armadoras de autos decidieron instalarse en el Bajío para mandar la producción en ruta más corta a la frontera, lo cual no tiene nada de malo! Lo malo radica en que para producir ese mundo de unidades requieren de mucha agua, agua que pertenece a los jaliscienses y que debe llegar a Chapala. Es decir, Emilio hasta en eso traicionó o falló a los jaliscienses.

El lago de Chapala representa para Jalisco la vida para todos los pueblos de la ribera como también para Guadalajara y su zona metropolitana (agua potable). Repito lo dicho hace cinco lustros “¡Si Chapala se muere, Guadalajara también!

      Además, del lago dependen de 120 mil a 150 mil empleos directos. La actividad económica es muy variada: restaurantera, hotelera, turística, inmobiliaria, artesanal, en buena medida propiciada por la enorme colonia extranjera que radica entre Chapala y Jocotepec, en la que sobresalen estadounidenses y canadienses, si bien radican franceses, italianos, etcétera. Miles de casas de descanso para fines de semana, construidas o adquiridas por jaliscienses, producen una enorme derrama económica que parece no interesar un comino a los gobernantes (desinterés que afecta el patrimonio de miles de personas, nacionales y extranjeras).

Gobiernos van y gobiernos vienen y los funcionarios de la secretaría de Turismo (federal y estatal) parece que ni siquiera conocen Chapala y su enorme riqueza turística. La fauna criminal ha crecido sin que a nadie le importe. De no ser por una partida del Ejército Mexicano que con acierto acaba de instalar una base cerca de Piedra Barrenada, Chapala continuaría a merced de los delincuentes. Las noches en la ribera del lago dan la impresión de ciudades abandonadas.

Urge pues que el gobierno de Jalisco intervenga e instrumente acciones varias a favor de la preservación del lago. En primer orden exigir a la CNA, al gobierno de Guanajuato y a la Cuenca del Lerma la entrega del agua que pertenece a Jalisco. En segundo que conceda seguridad a los moradores de la zona y a sus inversiones. Y por último, que vayan a conocer Chapala y toda su zona turística, que valoren e implementen medidas que aporten un crecimiento sostenido y de mejor calidad para una zona que además de ser la base para la existencia de Jalisco, aporta sin duda una enorme riqueza para el Estado ¡Ah, se me olvidaba!, que quiten tanta boya y topes inútiles que solo dañan los vehículos y producen molestia y contaminación.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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