Opinión

Llegó de nuevo la FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE GUADALAJARA, edición 2024, fiesta que aporta a México y el mundo, en su debida proporción, una serie de beneficios que van desde el intelectual hasta el económico, del formativo al social, todo, partiendo de ese maravilloso invento humano llamado libro. Fuente o abrevadero de tantas cosas positivas, y obligado decirlo, también negativas.

¿Acaso con un cuchillo las amas de casa no se ven favorecidas en sus labores de cocina, el taquero en su popular oficio, o el cirujano para extirpar tumores? Aunque también esa misma herramienta puede ser utilizada para asaltar, herir, o matar. El uso que se da a las cosas determina en todo caso los beneficios.

Dejando de lado las malas lecturas, que las hay, y en muchos aspectos y temas, nos avocaremos a los beneficios en general que nos aportan los libros y la lectura. Sí, porque nomás de adorno en bibliotecas no aportan nada que no sea belleza decorativa. Su valor e incontables beneficios se encuentran y reciben a través de la lectura.

En lo personal me inicié allá por el año de 1954 con los cuentos del Pato Donald, La pequeña Lulú, Toby y sus amigos, Superratón, Los supersabios, El Pájaro Loco y muchos otros. Para algunos adultos su lectura les resultaba inadecuada para los niños. En lo personal no compartía su punto de vista, ya que además de divertidos, de no contener malas enseñanzas, estimulaban la imaginación y fomentaban el gusto por la lectura.

Nuevos costaban un peso, pero como para los niños era mucho dinero, había locales donde los alquilaban. Si los leías allí eran .10 ctvs., pero si los llevabas a casa por un día eran .20 ctvs. Yo alquilaba dos para llevar a casa, pero como éramos muchos hermanos (13 para ser exactos), varios los leían y el alquiler se reducía.

En quinto año de primaria (1960) nos hicieron leer el libro “Corazón, diario de un niño”, de Edmundo de Amicis, y al siguiente, todas las tardes, de 4 a 6 p.m., eran dedicadas a la lectura de libros de aventuras. Fui alumno del Colegio Luis Silva, el más antiguo de Guadalajara (donde también estudiaron Juan Rulfo y Jorge Matute Remus, por mencionar algunos alumnos notables de distintas épocas). La escuela se encargaba de prestarnos los libros a todos los niños de ese grado. Las obras de Julio Verne, Emilio Salgari, Mark Twain, Jonathan Swift y demás autores enriquecieron nuestra mente en formación, abriéndonos a los niños de entonces la mente a horizontes maravillosos, a estímulos e imaginación que en la vejez no terminan, ni dejan de gozar con las letras impresas.

Sí, porque, ¿no me digan que la lectura de un libro en internet sabe igual? Perdonándoseme la expresión, y como dijo una de mis nietas ¡guácala! En lo personal prefiero el impreso, con el puedo viajar a dónde sea, puedo sentarme en la banca de un parque, de un café, de una plaza, en mi recámara o estudio, en un camión, avión, en fin, su facilidad de portación y acceso a sus beneficios son enormes (y en el presente poco apreciados por muchos; sobre todo por no tener el gusto por la lectura y sí la adicción a la tecnología; conscientes o no de ello).

Este sábado 30 de noviembre se inicia pues esta maravillosa fiesta de las letras, la FIL Guadalajara. Primera a nivel mundial en español, y segunda en todos los idiomas (en seguida de la de Frankfort). Es una alegría y un honor que nuestra ciudad sea la sede y génesis de semejante aporte a la cultura nacional e internacional.

En un momento como el que se vive, en el que los autócratas y los regímenes totalitarios crecen y amenazan con apoderarse de los países (incluyendo al nuestro), esta Feria aporta grandes dosis de oxígeno a la inteligencia de los asistentes y lectores, como también de esperanza, al alertar a las mentes adormecidas por el adoctrinamiento cotidiano y machacón del gobierno, cuya apuesta por la ignorancia, las mentiras y la manipulación de masas son exhibidos en foros como este. De una y decenas de formas y voces distintas, sin duda que serán exhibidos.

En lo personal me sumo a esta tarea en el despertar de neuronas y traer luz a los callejones de las tinieblas cuatroteístas, que han engañado y mantienen en el engaño, a millones de compatriotas, para que a través de los libros el engaño se revierta y la libertad, la justicia, y la democracia retornen a México, pues con ello, el clima de violencia que nos horroriza y oprime se irá controlando hasta volver al estado de derecho que tanto anhelamos.

Así que pongo mi granito de arena en esta inigualable fiesta invitando a los lectores a la presentación de mi nuevo libro, titulado «DE LA ALEMANIA NAZI AL MÉXICO DE LOPEZ OBRADOR». Fecha y datos se muestran en la invitación que anexo (me dará gusto tenerles presente).

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

Tiempo de lectura: 4 min

Mientras el trabajo de destrucción del México libre, republicano y tripartita avanza sin descanso, decenas de millones de mexicanos permanecen en un sueño soporífero de indiferencia que no les ha permitido ver en absoluto lo que sucede. Mientras que aquellos que están conscientes de la realidad política nacional no pueden dar crédito a semejante conducta (en muchos sentidos suicida).

    Un sexenio con un psicópata al frente que se dedicó a destruir la República y sus Instituciones —lo único a que le ha puesto empeño en toda su miserable vida—, aliándose con las bandas criminales, derrochando el presupuesto y dejando de invertir en las necesidades y prioridades nacionales (salud, seguridad, educación, infraestructura y un largo etcétera); dejando morir a más de 800,000 personas durante la pandemia por una deficiente o nula atención médica; permitiendo que asesinaran a 250,00 mexicanos (cuando menos el 98% de esas muertes impunes); dejando la seguridad en manos del Ejército que en lugar de cuidar al pueblo, se limitó a pasear en caravana por calles y carreteras, así como a construir obras caprichosas para tener contento al Nerón de Macuspana.

Un sexenio en el cual se vio destruido lo construido por varias generaciones de mexicanos en un siglo de trabajo, esfuerzo, ahorros, inversión y visión conjunta. Contra todas estas bendiciones sociales se abalanzó a destruir este resentido social, este enfermo de la mente y del corazón, destruyendo la República, el Poder Judicial, la Democracia, los Organos autónomos y todo aquello que le pudiera impedir ejercer el poder al tabasqueño y su pandilla; como le calificara esta semana en valiente discurso Guadalupe Acosta Naranjo al recibir el Premio Nacional de Comunicación José Pagés Llergo.

Mensaje valiente que, sin estar escrito en papel alguno, brotó genuino y vigoroso del corazón de un mexicano, que, como muchos, sufre cotidianamente al ver lo que está ocurriendo en nuestro país, del cual se reproduce una parte:

 

“Lo único que no podemos perder es la esperanza. Lo que esta sucediendo es una tragedia, estamos perdiendo a pasos agigantados trozos de República y de democracia… 

 

Y al referirse a los gobiernos de MORENA lo dice con firmeza y claridad:

 

“Es una pandilla de personajes que se sienten poderosos y que hacen cosas inimaginables hasta hace poco… ¡inimaginables! Tener de presidente del Senado a quien tenemos… Tener una consejera jurídica que se borra ella misma de una iniciativa de ley…  Tener una Vicepresidenta que es presidenta de México.

     Tanta lucha, tantos años para que las mujeres tengan el lugar que se merecen después de tantos años, para que la primera que llegue esté sujeta a las decisiones de un hombre… ¡eso es lo que estamos viviendo!

     Alguien tiene que cortar el teléfono rojo de ese rancho. Alguien tiene qué exigirle… urge que tome protesta… urge que tome protesta. ¡Porque de lo contrario lo que estamos viendo no es un retroceso de algunos años… regresamos al ‘28 del siglo pasado y un neocallismo con una sociedad como la nuestra, no, no lo merecemos nadie!

     Y Mirar con temor, por miedo a represalias, porque son rencorosos, porque son cobardes, porque son abusivos, porque son Puk y Suk gobernando las Cámaras (dos cavernícolas, personajes de un cuento de los años ’60, refiriéndose obviamente a Monreal y Noroña) ¿Por eso vamos a dejar de luchar? ¿Por esa razón nos vamos a quedar con los brazos cruzados…? ¡Aquí estamos, no tenemos fuero y estamos dando la batalla porque México se lo merece…!

     Esta medalla yo no la merezco porque estoy haciendo lo que debo de hacer. Ni un esfuerzo extra que lo que la Patria nos está exigiendo…”

 

Palabras de un mexicano valioso y comprometido son estas. Merecen ser registradas y recordadas. Un espejo en el que millones de mexicanos se deben ver, de observar que una terrible dictadura avanza, ya que no se trata del ‘viejo priísmo del siglo pasado como muchos aseguran. De ninguna manera. Es una vulgar y oprobiosa dictadura, un régimen totalitario que ha desmantelado ya la mayor parte de nuestras estructuras republicanas y democráticas, sustituyéndolas de manera rápida por escenografías de utilería que parezcan ser lo mismo, pero no lo son; engañando en el inter a la masa comodina con dinero que en lugar de ir a la compra de medicinas, hospitales, pago de policías, mantenimiento de carreteras y demás urgencias y necesidades sociales, va a parar (por un poco de tiempo) a los bolsillos de los millones de ilusos y engañados.

Este año López Obrador pidió prestados 2 billones de pesos. Sí, dos millones de millones de pesos, gran parte de esa fortuna fue a parar a los bolsillos de los engañados, ya fuera para ganar su voto, ya mediante pensiones y becas. Dinero que ya está costando diariamente una fortuna en pago de intereses para los prestamistas internacionales. Y como Claudia ya amenazó con dar más dinero a las graderías aplaudidoras, la DEUDA PÚBLICA CRECERÁ MÁS, ASI COMO LOS INTERESES, que, dicho sea de paso, tendremos que pagar entre todos los mexicanos y por varias generaciones. Lo dicho: “Y la dictadura avanza!”.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

NOTA: la semana anterior estuve de vacaciones, por eso no hubo artículo.

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Tiempo de lectura: 4 min

Este es el título de mi nuevo libro. Un ensayo en el que se ofrece al lector una comparación amplia y detallada de lo ocurrido en la Alemania de los años ’30 del siglo pasado, con lo sucedido en México a partir de la llegada de Andrés Manuel López Obrador en el año 2018. Para que pueda analizar y comparar con los suficientes elementos de juicio todas estas semejanzas, y por consecuencia, advertir o enterarse del grave peligro en el que nos encontramos.

     En la contraportada del texto se señala: “La grave situación que guarda México, que amenaza con el establecimiento de una dictadura al estilo Cuba, Venezuela y Nicaragua, es por demás semejante a la de la Alemania en los años ’30 del siglo pasado, sin que lamentablemente la mayoría de los mexicanos siquiera lo perciba…”

     Luego continúa: “Considerar ingenuamente que distancia, idioma, costumbres e idiosincrasia nos hacen ajenos a los padecimientos y hechos ocurridos en Alemania, es tanto como negar nuestra humanidad misma. Ciertamente somos otro pueblo, en otro continente, con otro idioma y costumbres, lo que de ninguna manera nos evita caer en las garras de políticos perversos, ambiciosos y sin escrúpulos.

La mayoría de los alemanes tuvo en poco a Hitler: igual sucedió en nuestro país con López Obrador, pues advertidos de que «era un peligro para México» creyeron que no era cierto y hoy la realidad que nos oprime, la violencia que nos horroriza y el futuro negro que nos amenaza, nos hacen saber que no se atendió la advertencia. Sin embargo, estamos a tiempo para detener la dictadura… ¡De nosotros los mexicanos depende!”

La noche oscura del totalitarismo avanza, una mezcla extraña de poder político amafiado con bandas de narcotraficantes gobiernan México; tal y como sucediera en la Alemania de aquella época; en la que no llegaron políticos profesionales a la conducción del país. No, lo hicieron bandas integradas por la escoria social, las que ciertamente se hicieron del poder mediante elecciones democráticas, merced a la desilusión de las masas por los políticos tradicionales, cuyo desinterés y frivolidades permitieron que las condiciones sociales decayeran día con día (acompañadas de una inflación desatada). Situación que aprovechó Hitler y la banda de delincuentes, violentos y drogadictos que le acompañaban para ganar las elecciones de 1933.

Les dijeron a los empobrecidos alemanes lo que querían oír, les prometieron una nueva Alemania que les resolvería su lamentable condición, sabían que no podrían hacerlo, se les notaba su incapacidad, pero ante el hartazgo de los partidos y políticos tradicionales les concedieron su voto y apoyo.

Hitler y su banda supieron entender el hartazgo de la población, canalizando todo ese descontento social contra los líderes políticos, los empresarios (contra los judíos —como chivo expiatorio), las clases altas y medias y el gobierno en general, dividiendo a los alemanes, y con ello, cerrando el paso al orden legal y la paz social, abriendo de par en par las puertas a la dictadura. De hecho, su primera medida fue quemar el Congreso, y la segunda, destruir al Poder Judicial (echando por la fuerza a Ministros, Magistrados y Jueces) y colocar a su propia gente ¿Le parece familiar este cuadro de horror?

A partir de la llegada de este monstruo llamado Adolfo Hitler, no sólo Alemania pagaría un altísimo precio por haber elegido mal, por entregar el país a un embustero, a un resentido social que hizo de la violencia su modo cotidiano para cobrar sus imaginarias afrentas de una sociedad que no le debía nada, pero que en su malvada y perturbada mente le debía todo. Las semejanzas no sólo son demasiadas para ser desatendidas, por lo que resulta obligado enterarse de los riesgos a los que los mexicanos estamos expuestos (del 2018 a la fecha) y hacer como ciudadanos lo que nos corresponde hacer (dentro de los canales de la legalidad, es suficiente, pero indispensable hacerlo).

Así que invito a los lectores a la PRESENTACIÓN DEL LIBRO el martes 3 de diciembre de 2024 en la Casa-Museo ZUNO (de la U. de G.), en Av. Unión esquina con José Gpe. Zuno, a las 19:00 horas. A los interesados en adquirirlo, ya se encuentra a la venta en la cadena de Librerías GONVILL y en Amazon.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

 

Tiempo de lectura: 3 min

Durante estos días se observan en México diversas prácticas, ritos y festividades con relación a la muerte. En un país en que asesinaron a 250,000 personas en el sexenio recién terminado, y en el primer mes del actual, algunos Estados como Sinaloa, Guerrero, Chiapas, Michoacán, etc., están sumidos en una guerra que nadie interviene para detenerla, resulta absurdo y grotesco ver que algunos salen a las calles a divertirse con el tema de la muerte.

Miles de personas en la ciudad de México, Guadalajara y otras, se disfrazan y pintan de la ‘muerte’ o caminan como zombies sangrientos por las calles ¿La sangre de tantos miles de asesinados no les merece respeto? (impune su muerte cuando menos en el 98% de los casos) ¿No hay reflexión alguna que lleve a pensar en el paso de la vida y la muerte? ¿No creen acaso que su ‘festejo’ banaliza aun más la vida humana y abona a la labor de los criminales y la impunidad?

Así que, con el permiso de los lectores, hoy abordaré este tema desde las vivencias propias. Cuando era niño, preguntaba a mi hermano Javier (mayor que yo cinco años) acerca de cuándo nos morimos: a dónde vamos, qué nos sucede. Conste, tenía seis o siete años. Téngalo por seguro que jamás me hubiera disfrazado de ‘zombie´, de hecho, durante mi infancia (años ’50) lo único que se veía por estas fechas era la Feria del Cartón en el Parque Morelos. A las niñas les compraban muñecas de cartón y a los niños caballitos del mismo material, con un carrizo como montura y un par de rueditas atrás. Días de inocencia, de aceptación. Nada de exigir y disfrutar lo que se tenía.

Mis primeros encuentros con la muerte no les encontré nada de festivo y sí mucho de temor y reflexión. Cursaba el 5º año de primaria y mi amigo y compañero de banca (eran para dos niños), que se llamaba Mauro Mejía, no asistió a clases, la maestra nos dijo que había muerto del corazón. Y como antes los niños no éramos preguntones, ni tampoco se nos alentaba a ello, su muerte me llenó de preguntas. Yo lo veía sano ¿qué le paso que se murió?

Cuando cumplí 15 años (1965), murió mi abuelita paterna, fui con mi padre y familia a Tepa al velorio (de este querido pueblo son mis raíces por ambos lados). En ese tiempo los muertos se velaban en sus casas, las mujeres dentro de la casa levantando rezos alrededor de un féretro con cuatro velas enormes en sus costados, mientras que los hombres en el pasillo y la calle fumando y charlando en voz queda, casi en susurro. Aquello me imponía demasiado, misterio el cual se acrecentó al siguiente día al llevar a la querida (muy querida) abuela al camposanto. Una enorme procesión de personas caminando y rezando desde la casa hasta depositarla en su tumba.

Su funeral definitivamente me impuso. Me di cuenta que la muerte era cosa seria y nos llegaba a todos. A lo largo de la vida fui perdiendo amigos, parientes y conocidos en diversas fechas y por causas absolutamente distintas, aunque la mayor por diversas enfermedades.

A mi amigo de la época de secundaria, prepa y universidad, Enrique Bustos, lo asesinó un policía de San Pedro (yo tenía unos 18 o 19 años). Otros perecieron en accidentes, años después, algunos de mis conocidos o amigos murieron a causa del vino (las drogas eran ajenas para la inmensa mayoría). Otros más dejé de verlos y al paso del tiempo me enteré que también habían muerto.

     En 1978 murió mi padre, se llamaba Javier, el hombre a quien más he admirado y más amado, lo hice sufrir con mis errores y excesos de juventud y aun así, siempre me amó y trató de guiarme en la vida. Mirando hacía atrás, muchos y estimados amigos fueron quedando en ese tránsito efímero que es la vida, dejando huecos y reflexiones sin respuesta (todavía).

De mis compañeros de la Facultad de Derecho (U de G), nos graduamos en el año 1975 alrededor de 300 abogados. Actualmente han muerto cerca de 80 de ellos. A unos estimaba, otros eran sólo mis compañeros y conocidos (es imposible amistar con tantas personas).

Un día me enteré de la muerte de mi amigo y compañero de primaria y secundaria, Aurelio Godínez (era arquitecto), hace algunos años me habló otro de mis muchos amigos, se llamaba Pedro González, alteño también (era de Mexticacán) y al poco tiempo, uno de sus hermanos me dijo que había fallecido. Y así, el camino del ser humano va quedando lleno de lápidas y recuerdos de parientes, amigos y conocidos. Unos amados, otros nomás estimados y algunos pocos, nomás conocidos.

Caminar éste que nos obliga, al menos es mi caso, a pensar en las tres grandes preguntas de la vida: ¿Quién soy? ¿A dónde voy?, y, ¿Estoy preparado para ese día? Por poco más de tres décadas no tenía la respuesta, por lo que acudía a los placeres para fugarme, pues el no saber adónde iba al final, y qué me esperaba, me resultaba por demás angustiante.

Han pasado un poco más de cuatro décadas desde entonces y sigo temiendo a la muerte, se me hace cosa por demás seria. Sin embargo, hoy si tengo la respuesta a las tres grandes preguntas que mencioné anteriormente, lo que me permite ver la vida desde otra perspectiva abismalmente distinta. Solo diré que leí toda la Biblia y en ese bendito libro encontré la respuesta a esas y muchas otras respuestas fundamentales. Conozco su mensaje y soy conocido por el Autor del mensaje.

De manera que al tener conocimiento sólido y veraz de la vida y la muerte, de nuestro tránsito existencial, corroboro que la muerte es algo por demás grave que hay que tomar con la seriedad debida (la eternidad está de por medio). Los lectores podrán entender entonces porque no me gustan esas expresiones de frivolidad y banalidad acerca de la muerte.

Utilizar la muerte de Guadalupe Posada, ni siquiera refleja la razón de este gran dibujante y grabador de Aguascalientes, quien a través de sus “catrinas” denunciaba la pobreza y miseria de un pueblo pobre y oprimido. De hecho, él mismo fue enterrado entre los más pobres en la ciudad de México (Panteón de Dolores en 1913), y al cabo de unos pocos años, echados sus restos a la fosa común. No es el héroe que piensan muchos, ni tampoco era su intención que la gente se disfrazara de “catrina”, no se diga ahora, tiempo en el que casi todos los días asesinan a un centenar de mexicanos sin que el gobierno haga absolutamente nada por evitarlo. Lo dicho: ¡MORIR ES COSA SERIA!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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