Opinión

Por ésta y miles de razones más es que decenas de millones de mexicanos nos oponíamos a que López Obrador llegara a la presidencia. En esta columna, desde su aparición en 1986, jamás he escrito un solo comentario a favor del tabasqueño. Y no es un asunto de partidos o ideologías, que no las tiene ni las entiende, el problema es él y solamente él.

     Su personalidad ególatra hasta lo irracional, su cosmovisión anarquista (lo que le convierte en enemigo del capital, del trabajo, del orden/gobierno y de la fe); ni qué decir de su inclinación enfermiza a la violencia y simpatía por los violentos, por los que violan y están contra la ley, le hacían un ente no idóneo. Por eso millones nos oponíamos, pues no es un político, es simplemente un hombre enfermo y ambicioso de poder. Mentiroso, astuto y hábil para engañar al ciudadano inocente y poco enterado de la vida nacional.

     Para desgracia de México llegó a la presidencia, y no vamos a repetir las razones, pues desde este espacio se han señalado infinidad de veces. Lo peor del caso es que es destructor nato de instituciones y violador compulsivo de la ley, posición y conducta que le ubican al margen de la misma, por tanto, incompatible con la enorme responsabilidad que detenta.

     Al poco tiempo que llegó a la presidencia, desde aquí se dijo que ya daba muestra de insania mental, la cual se ha ido acrecentando en la medida que el hombre de las mentiras tomaba y se perdía con las mieles del poder; insania desbordada en su reciente viaje a Centroamérica y Cuba donde se mostró sin freno alguno.

     Sus desfiguros y alardes de líder político regional que no lo es ni jamás lo será— mostraron a un hombre limitado, que regodeándose y embriagado por un poder que jamás consideró realmente, habló únicamente para auto endiosarse y pretender ahora un lugar regional. Desfiguro que al llegar a Cuba le hizo perder toda sensatez y cordura, mostrándose ante el dictador antillano sumiso, torpe, pero, sobre todo, expresando sus propios deseos mórbidos y enfermizos como si fueran los de todos los mexicanos. Cuán equivocado está.

     En su diarrea verbal y creyendo en sus desvaríos que el mundo está a sus pies, se atrevió incluso a retar al gobierno de los Estados Unidos (con todo lo que esto significa y las consecuencias que puede ocasionar a nuestro país) tomando como pretexto la reunión de la Cumbre de las Américas en la ciudad de Los Angeles el mes próximo, a la cual amenazó con no ir si no invitan a sus compinches de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

     De tal magnitud es su torpeza y carencia de sensibilidad, que no considero en absoluto (al no conectar su lengua con la cabeza), que en este momento de nuestra historia, le guste o no, lo acepte o no, gracias a nuestros vecinos del norte México tiene trabajo y comida (a través del TLCAN y las remesas). Es tal su desenfreno que ni siquiera considera que si Estados Unidos nos cancelara esas dos grandes fuentes de ingresos, nos iríamos a la ruina económica ¿Cree que sus amigos de Cuba, Venezuela y Nicaragua nos van a dar trabajo y comida para 130 millones de mexicanos? ¡Están matando de hambre y enfermedades a sus propios pueblos, y López Obrador asociándose con lacras pseudo políticas! (no se les puede llamar de otro modo a estos tiranos).

     Quienes me conocen en el oficio o han leído alguno de mis libros, saben que siempre he sido un crítico del Imperio norteamericano y sus excesos contra México, sin embargo, esto no me impide ver que de hace unos años a la fecha gracias a los norteamericanos (y canadienses), pero más a los primeros, en nuestro país hay trabajo y comida. Morder la mano que te da de comer es propio de fieras y malagradecidos.

     De manera que los excesos y ofensas de López Obrador, además de ser impropias de un presidente mexicano, le exhiben como siempre ha sido. Nunca ha cambiado, cumpliéndose de paso la sentencia divina: “¿cómo podréis hacer el bien, estando acostumbrados a hacer el mal?” (Jer 13:23).

    El presidente ha perdido toda cordura y sensatez, si es que la tuvo algún día, capaz en días recientes de “mandar un abrazo solidario a los hermanos de Estados Unidos” por el millón de personas muertas a causa la pandemia de coronavirus, cuando en México los muertos por la misma superan las 600 mil, que si se toma en cuenta la población de los dos países, si tuviésemos los mismos habitantes, las muertes en México hubieran sido del orden del 1’800,000. Queda claro que ni aun las cuentas de primero de primaria se le dan, mucho menos el respeto, la discreción y la sabiduría. Para él, el prójimo no existe. Solo él, enseguida él y al último él.

    Y mientras anda en sus desfiguros y eternas campañas políticas, las bandas de criminales aterrorizan cada vez más regiones del país sin que su gobierno se los impida en absoluto. De manera que con más de 120 mil asesinados en lo que va de este remedo de gobierno, y López Obrador se atreve (en su posición de presidente) a justificar la inacción del Ejército y defendiendo incluso a las bandas de criminales, diciendo «que también son humanos y hay que cuidarlos» ¿Y los mexicanos que son, carne de cañón y víctimas obligadas de estas bestias sedientas de sangre, placeres y dinero?

    ¡Qué horror, en verdad qué horror! Cuánta desfachatez del presidente, su mente enferma y confusa nunca ha entendido lo que significa el orden y el estado de derecho. No es capaz siquiera de entender que quien viola la ley queda expuesto al castigo, de lo contrario se promueve la impunidad. Cosa que él ha hecho desde el primer día en el poder ejecutivo.

     Queda claro que no sabe cómo gobernar, que está rodeado de una cuadrilla de incompetentes y violentos como él, que no tiene ni la menor idea de lo que es el contrato social y sus deberes ineludibles dentro del mismo. Ante este panorama terrible y desolador, urge que los mexicanos nos unamos y exijamos ya que López Obrador se vaya. No mediante sus juegos electoreros mañosos, sino a través de las salidas que marca la ley. No podemos continuar sumiéndonos en el caos y hacer como que no pasa nada. Nuestros hijos y nietos nos demandarían nuestra cobardía e indiferencia.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Quizá no exista en nuestra historia, un presidente más malo y cruel que Andrés Manuel López Obrador. Un hombre carente de sensibilidad alguna hacia su prójimo, que en su caso particular deberían ser TODOS sus gobernados, pero no es así. Al contrario. Para él nadie es su prójimo, sólo sus seguidores fanáticos e incondicionales pueden ser objeto, no de su aprecio, apenas de mención en sus enfadosos y vulgares discursos matutinos.

El mismo se encargó de aclarar que nunca fue cristiano evangélico, que sólo usó a esta corriente cristiana para sacarles sus votos. El día de su toma de protesta, al arrodillarse ante los brujos en un templete en el zócalo capitalino, demostró que su fe era tan profunda como un dedal de costurera.

Lo de él son únicamente las elecciones y tener el poder. Nada más. Gobernar no sabe ni tampoco le interesa, de lo contrario, y aunque carezca de las capacidades para tan importante y trascendente responsabilidad, se hubiera allegado personas inteligentes que cubrieran el perfil. Pero no, se rodeó de vándalos, de marchistas y manifestantes profesionales, de gritones de consignas con coritos bien entrenados, pero ajenos absolutamente a los deberes gubernamentales.

De manera pues que la incapacidad y la insensibilidad no solo se notan a más de tres años de esta pesadilla llamada 4-T, incluso ya son un escándalo y nota a nivel mundial. Esta semana se conoció que México es considerado ya el 4º lugar entre los países criminales más peligrosos (solo enseguida del Congo, Colombia y Myanmar).

Semejante nombramiento no es ocioso ni promovido por sus enemigos —como suele responder el incapaz presidente mexicano—; ha sido ganado a pulso, merced a sus acciones, incapacidades y omisiones. Uno de tantos flancos, que en cuestiones de seguridad, no ha cubierto ninguno, ha sido la protección a las mujeres mexicanas, que dicho sea de paso, de todas las edades y clases sociales han estado siendo ultrajadas, robadas, asaltadas, violentadas, prostituidas o asesinadas, sin que el gobierno de López Obrador haga absolutamente nada por revertir tan terrible situación.

La vida del presidente tabasqueño, nos recuerda al título de una novela del escritor michoacano José Rubén Romero: “La vida…”. ¿Y cómo no será así?, si todas las mañanas se dedica solo a hablar, a gobernar de saliva y pontificar de temas que no entiende ni conoce del todo, y ya que termina su tediosa e insulsa perorata, toma el avión para turistear y dedicarse a lo único que sabe hacer: ¡ANDAR EN CAMPAÑA!

Mientras tanto, en lo que va de su mal gobierno, 12,586 mujeres de todas las edades (hasta marzo de 2012) han sido asesinadas. En el 99% de los casos sus asesinatos permanecen impunes o con una justicia maquillada o jurídicamente insostenible. Y eso, sin contar a las mujeres desaparecidas, pues muchas de ellas ya han sido asesinadas y sus cuerpos, al desconocer su situación presente, no son contabilizadas.

Como tampoco son contabilizadas aquellas que por la fuerza son secuestradas por las bandas de tratantes para obligarlas a prostituirse, reestableciendo la esclavitud que creíamos abolida desde el inicio de nuestra Independencia (1810).

No pueden andar en la calle solas, en las combis, camiones, taxis, uber y demás transportes públicos, peligran ante las jaurías de criminales, que a sabiendas que no hay gobiernos (NI MUNICIPALES, NI ESTATALES, NI FEDERALES), quedan expuestas a sus bestiales instintos. Ya saben que si las matan el gobierno no hará nada. Si acaso hablar un poco, pero nada más.

Las carpetas de averiguación ya no caben en los archivos, como tampoco cabe ya en la indignación de las familias mexicanas tanta indiferencia del gobierno. Ciertamente tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador al decir “que no somos iguales” a los gobiernos anteriores, le acompaña la razón.

No son iguales, SON PEORES, INCAPACES, INDOLENTES y MALVADOS, y no es asunto ni de ideologías ni partidos. Es asunto ya de mera humanidad, palabra que el tabasqueño pronuncia como loro pero que no entiende en su significado. Quien esto escribe realizó su servicio social penal en el viejo Penal de Oblatos en el año 1984, y no recuerdo un solo caso de que hayan matado a una mujer. El gobierno de entonces, con todos sus defectos y limitaciones, mantenía el orden y el estado de derecho.

Pero como se aprecia, entre un gobierno inútil e irresponsable y gavillas de hombres malvados y sin freno alguno a su salvajismo, el poema de Sor Juana acusa de alguna manera el desprecio de unos y otros hacia las mujeres y con esto concluimos por esta ocasión, en espera de que haya algún cambio en el gobierno para retornar a la legalidad y por ende, a cuidar a las mujeres:

“…Opinión, ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

 

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y otra por fácil culpáis.

 

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

 

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

 

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo”

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¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Aunque algunos millones de mexicanos creyeron en las palabras y promesas del entonces candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, sus acciones, inacciones e incapacidad, han mostrado que nunca cambió, que siempre ha sido un anarquista en el estricto sentido de la palabra, por tanto, enemigo del orden, el trabajo y el capital, baldón para el ya de por si sufrido pueblo mexicano, que entre delincuentes, gobernantes ladrones e inútiles, y una inesperada epidemia, no encuentra la puerta de salida.

     El peor acto de corrupción de Andrés Manuel López Obrador ha sido contender por un cargo para el que no tiene ninguna capacidad ni conocimientos. Su único bagaje en la vida ha sido contender electoralmente; atrevimiento que de antemano le ha colocado al frente de la fila de los corruptos.

    Fuera de sus camaradas de aventura, incondicionales y fanáticos, engañó a más de 15 millones de votantes con el cuento de que iba a terminar con la corrupción. Una propuesta de origen inalcanzable en una persona carente de testimonio de integridad. Y ni qué decir de sus colaboradores, la mayoría de ellos impresentables, marchistas y vándalos profesionales. Cierto, supo capitalizar el descontento social causado por bribones de todos los partidos, resultando peor el remedio que la enfermedad.

    Su simpatía y condescendencia con los narcotraficantes y delincuentes debió de alertar a la mayoría de los mexicanos. Lamentablemente no sucedió así. La mayoría de los adultos, ni qué decir de los jóvenes, ya no leen diarios ni revistas políticas, situación que les priva de enterarse a tiempo de los sucesos de interés nacional, o si lo hacen, lo hacen a través de sus telefonitos (fuente constante de mentiras y verdades a medias, ajenas por lo general a la realidad y carentes de la necesaria objetividad)

    Así que desde el principio, AMLO mostró su incapacidad para reorganizar y mejorar el sector salud. Sin medir las consecuencias, ni enterarse a fondo de la realidad existente, desapareció el Seguro Popular y la compra de medicamentos, ocasionando con su disparate la muerte de cientos de miles de personas, el empeoramiento y atraso en millones de tratamientos, así como la escasez permanente de medicinas y tratamientos (hasta ahora sin resolver).

    Su incapacidad y negligencia para enfrentar la pandemia de coronavirus, la cual causó más de 600 mil muertes (que según la revista inglesa Lancet, las muertes llegaron a las 798 mil), no solamente es prueba de su irresponsabilidad y carencia absoluta de humanidad; sino causa también de ser enjuiciado con los responsables de la salud (López Gatell y Carlos Alcocer Varela) por el delito de Lesa Humanidad, pues muchas de esas muertes se pudieron evitar si la estrategia hubiera sido conforme a la ciencia y no a la política del tabasqueño.

     Su irresponsabilidad para tirar el dinero a manos llenas y descuidar casi de manera absoluta a quienes generan justamente esa riqueza que él ha estado dilapidando le exhibe todos los días. Al no saber cómo se gana el dinero mediante el trabajo honrado, pues siempre ha transitado por el anarquismo (violencia y chantaje): tira los dineros que debían utilizarse en salud, carreteras, educación, calles, alumbrado público, seguridad (capacitación, armamento, modernización, técnicas, cuerpos de inteligencia, reclusorios, etc) y combate radical contra la delincuencia, dejando a los mexicanos sin gobierno, sin servicios y sin obra pública.

    Su irresponsabilidad para poner orden en el país no tiene antecedentes. Sumido en la violencia y con casi 130 mil asesinatos en lo que corre de su fracasado gobierno, no ha querido, ni sabido como restablecer el estado de derecho, permitiendo que día a día el caos aumente y los mexicanos vivan en total angustia, merced a las bandas de merodeadores que a manera de fieras atacan sin piedad a los desprotegidos ciudadanos. Desprotegidos porque el hombre que vive en Palacio Nacional, que cobra y se dice presidente, se ha olvidado totalmente de ellos, convirtiendo su toma de protesta del 1 de diciembre de 2018 en su futuro expediente (ante el total desobligo de sus responsabilidades).

     Madruga, ciertamente, pero solo para satisfacer su enfermizo ego, para decir mentiras, para atacar a periodistas y ciudadanos que se atrevan a cuestionarlo, viajando en los aviones en clase turista, pues eso es justamente lo que hace ¡turistear! Desentendiéndose de manera total de sus deberes como presidente, solo poniendo interés en las siguientes elecciones y en su popularidad, aunque no tonto, buscó de inmediato la ayuda de las fuerzas armadas, pues quizá y tomando en cuenta su estrepitoso fracaso, ya hubiera renunciado o lo hubieran removido a causa de su incompetencia e irresponsabilidad.

     El suyo es pues un gobierno totalitario, que como tal y ante la carencia de resultados para el pueblo, se apoya absolutamente en el populacho, cumpliéndose en su caso la advertencia de Hannah Arendt: “..El populacho es principalmente un grupo en el que se hallan representados los residuos de todas las clases… el populacho siempre gritará en favor del «hombre fuerte», del «gran líder». Porque el populacho odia a la sociedad de la que está excluido”. Y por si quedaran dudas al respecto, Arendt agrega una instantánea de nuestro régimen, aunque lo haya escrito en 1950: “Por eso los plebiscitos con los que tan excelentes resultados han obtenido los modernos dirigentes del populacho, son un viejo concepto de los políticos que se basan en el populacho” (Los Orígenes del Totalitarismo, cap.4). ¿Plebiscitos, consultas públicas, le resulta familiar el lenguaje?

     No genera empleos, solo violencia, división y carestía, la economía cada vez está peor, la inflación sin control, se pelea contra el Presidente Joe Biden y su gobierno (cuyas inversiones en México son las que han mantenido gran parte de los empleos e ingresos) y paradójicamente es humillado de manera pública por Donald Trump que lo acusa de ser el más “agachón” que ha conocido y AMLO todavía dice que es “su amigo”. Los jóvenes y las mujeres son desaparecidos todos los días, a muchas de ellas las asesinan y nunca son detenidos los criminales, los negocios son extorsionados y los empleados son asaltados. La fauna criminal es dueña del país y al presidente no le importa en absoluto, capaz incluso de crear en las Islas Marías un “centro cultural”, que, sabiendo que nadie va ir a un lugar tan lejos y conocedores de su amistad con los delincuentes, orilla a pensar que será base de operación para las bandas. Ciertamente es un gobierno fracasado, irresponsable y falaz, pero necesitamos, a manera de ya, que México retorne a la legalidad y el orden.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@hotmail.com

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Se necesitaría la sabiduría de Salomón para resolver este cuestionable nombramiento. Si fuese por el gobierno de la ciudad de Guadalajara tal nombramiento, además de injusto, resulta absurdo. Y cómo no será así, con una troupe de políticos engreídos y enemigos declarados de los libros, que lejos de promover la lectura, en su inmensa mayoría son semi analfabetas (un título universitario no concede cultura ni gusto por las letras); semejante honor es un desatino.

Es de entender que el comité internacional que concedió a Guadalajara el título de Capital Mundial del Libro año 2022 lo hizo pensando en la Feria Internacional del Libro que se realiza en nuestra ciudad, sin considerar en absoluto que se trata de dos cosas totalmente distintas. Los gobiernos de Guadalajara, cuando menos desde los años ’90 del siglo pasado, han sido, sin excepción, enemigos declarados de los libros (o ajenos), por lo que el nombramiento además de injusto les queda por demás grande.

Y de manera muy puntual con el actual, es por demás injusto concederle semejante honor. ‘El platero’, del nobel de literatura Juan Ramón Jiménez, se hizo famoso por su autor, más no por sí mismo (era un simple borrico).

Si Guadalajara ha cobrado fama internacional en el mundo de la lectura ha sido precisamente por la Feria del Libro que se celebra desde hace 35 años en la Expo local y organizada por la Universidad de Guadalajara. Ahora bien, la organización ha sido de la casa de estudios, nadie debe regatear ese mérito, pero el éxito ha venido por cuatro vías cuando menos: 1) la participación de las casas editoras de México y diversos países del mundo, 2) la participación activa y presencial de los escritores; actores fundamentales en esta fiesta de las letras, pues sin ellos no hay ni libros ni fiesta, 3) la asistencia de los lectores de Guadalajara, de Jalisco, de todo México y de otras partes del mundo (sobre todo de habla hispana), y, 4) la promoción de todos los medios escritos, televisivos y en las redes, como también de otras universidades y escuelas que apuestan a los beneficios de la lectura.

    De manera que conceder el título a una ciudad cuyo gobierno no ha participado en casi nada, no parece justo ni sabio. Y este periodista puede hablar al respecto con conocimiento de causa: soy escritor, con 31 libros propios y 10 obras más en co-edición, además de haber participado en la Enciclopedia Temática de Jalisco y exponer (con un stand propio) por 27 años en la FIL Guadalajara.

En todos esos años, nunca tuve un solo comprador, ni del Gobierno del Estado, ni del gobierno municipal de Guadalajara (para sus Bibliotecas públicas). En cambio, sí atendí a los compradores de Bibliotecas de ciudades como: Nueva York, Los Angeles, Chicago, Washington, San Diego y otras.

Entre otros ilustres e interesados visitantes por la obra de este autor tapatío, atendí a compradores de Bibliotecas como la del Congreso de Estados Unidos (los del congreso de México es obvio que no leen, sus palabras y acciones les exhiben), de la Universidad de Harvard, Yale, Stanford, UCLA, Nuevo México, Texas, si bien mis libros son parte también de los acervos de otras grandes Universidades, como Columbia de Nueva York, Chicago, Tulane, Duke, North Caroline, Pittsburgh, George Mason, Cornell, Pennsylvania, Toronto, Oxford, Instituto Iberoamericano de Berlín, Consejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, U. de Málaga, U. de Jerusalén, U. de Hamburgo y decenas más.

A fuer de ser sincero, debo decir que cuando se hizo público el nombramiento me dio gozo, ya que semejante honor, además de proyectar mundialmente a Guadalajara en el terreno cultural, concedería a los tapatíos una gratísima alegría en medio de tantos asesinatos, secuestros, extorsiones y demás violencias sin freno ni límites.

Ni qué decir de los escritores tapatíos. Consideré ingenuamente que los reflectores del mundo literario por fin se ponían sobre nuestra ciudad, que sería una fiesta hermosa y de grandes beneficios para nuestra sociedad (y de paso para los artesanos de las letras, es decir, los escritores).

Me equivoqué. No tomé en cuenta que los organizadores eran los del gobierno municipal, personas que como ya se dijo, son ajenas al mundo de las letras. Carecen del conocimiento y sensibilidad que solo los años, el oficio y el amor por los libros conceden. La grilla solo produce políticos de muy bajo nivel, origen y condición, lo que les impide entender semejante honor del nombramiento y todo lo que esto conlleva.

Con ingenuidad y queriendo poner mi granito de arena para que fuera una fiesta lucidora, me comuniqué a la oficina del Director de Cultura del Ayuntamiento de Guadalajara. Después de presentarme e identificarme con la secretaria de un señor de apellido Ascencio, que cobra como director, le pedí con el respeto y educación debidas que le dijera a su jefe que me diera por favor una cita. Me respondió que le llamara en unos días. Cuando le llamé para conocer la respuesta de su jefe, me dijo “que su jefe le había dicho que no me podía atender, que tenía mucho trabajo”.

Entendido que no son gentes del mundo de los libros (aunque estén en una dependencia dedicada a la cultura), insistí, le dije que hablara de nuevo con su jefe, que con 5 minutos de su tiempo sería suficiente. Repetido el proceso, en la siguiente llamada me dijo que “lamentablemente su jefe no podía atentenderme” (les había dado mi página en la red: www.mhernandez.com.mx )

Esta situación, además de mostrarme que el nombramiento de Capital Mundial del Libro había caído en manos inapropiadas y mentes ajenas al mundo de las letras y los libros, consideré además que el nombramiento resultaba injusto. No pudo recibir a un escritor local, considerado por la Hora Nacional como el Decano de los escritores de Jalisco, con una obra abundante y bien recibida en muchos países —que solo pretendía ayudar con alguna conferencia o presentación—, ¿entendería acaso al resto de los escritores y lo que la gente que lee quisiera ver en esta fiesta? Es muy improbable.

Pensando entonces en la sabiduría de Salomón, y en particular el caso de las dos mujeres que peleaban al niño. Sería bueno que la mitad del honor de esta gran fiesta se lo concedan a la Universidad de Guadalajara (FIL) y la otra a los tapatíos que les gustan los libros y se gozan con las letras. De lo contrario, el tufo de la usurpación olerá durante todo el tiempo de la fiesta.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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