De acuerdo a la abundante literatura popular rusa, la cual casi siempre es un reflejo de lo que son los pueblos, ésta nos muestra que cierto sector de su población es belicosa, que gusta de la violencia hasta llegar a lo irracional, haciendo de los espíritus rectos y pacíficos un verdadero infierno. Igual sucede con otros pueblos de la Tierra.
En su novela “Crimen y Castigo”, el prolífico escritor Fedor Dostoievski, desnuda a través de su personaje central, Rodión Romanovich Raskolnikov, las ideas reinantes de la época; una época que preparara la caída del zarismo y el ascenso de la revolución bolchevique: “Los hombres están divididos en ‘ordinarios’ y ‘extraordinarios’. Los primeros deben vivir en obediencia, y no tienen derecho a trasgredir las leyes, mientras que los segundos tienen derecho a cometer todos los crímenes y violar cualquier ley, precisamente porque son extraordinarios” (cap.V, Tercera Parte). Sin duda que Putin se considera de los extraordinarios.
En un relato autobiográfico en la prisión siberiana, Dostoievski narra con crudeza la personalidad de los criminales (entre los que estuvo una década por sus ideas políticas): “Entre mis camaradas de cadena conocí homicidas tan alegres y libres de cuidado que se podía apostar con seguridad de ganar, que jamás su conciencia les había reprochado lo más insignificante” (La Casa de los Muertos, cap. 1).
Ni qué decir entonces de la horda de criminales nazis (alemanes) comandadas por ese monstruo llamado Adolfo Hitler, cuyo gemelo en Rusia se llamaba José Stalin. Raza multicultural de asesinos que en México es representada por los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, La Familia Michoacana, Los Viagras y demás grupos de demonios con apariencia de humanos. Seres que nacieron como cualquiera de nosotros, pero que en sus genes traen la maldad de Caín, aunque refinada a causa de su libertinaje, carencia de escrúpulos y ausencia de todo sentido de humanidad, de afecto al otro, al prójimo. Raza que en el siglo posmoderno queda representada por el genocida ruso Vladimir Putin Pútina.
Parte de esta estirpe criminal son también los que hicieron la masacre de Bucha, que no es la única, pero es la más conocida y documentada hasta ahora. Herencia de maldad que bien podemos remontar también a la terrible Matanza de BABI YAR cometida por los nazis en Ucrania en septiembre de 1941, donde en dos días fueron asesinados 33,771 judíos ucranianos, aunque judíos de otros países y ciudadanos de Ucrania y de Rusia fueron también asesinados hasta llegar a los 150 mil muertos (lanzados a una fosa común cavada ex profeso).
Las masacres cometidas por las huestes de Putin en Ucrania, exhiben a esta legión de demonios asesinos, que como señalara un grupo de ucranianos residentes en la ciudad de México, se están encargando de hacer las obras del ángel caído: “El invasor llegó a robar, matar, y destruir”. Paráfrasis del texto bíblico (Juan 10:10) que señala las obras del diablo.
La invasión maquinada, fría, y perversamente calculada por Vladimir Putin, no es de manera alguna una mala decisión política del dictador. No, es la decadencia absoluta de un hombre cuyo corazón perverso fue cayendo peldaño a peldaño en la escala de la maldad hasta convertirse en el monstruo que todos vemos ahora.
Es el resultado de una vida de maldad refinada que guardaba aparentemente, solo aparentemente, las formalidades de la sociedad humana, pero que al embriagarse con las mieles del poder perdió totalmente razón y límites permitiendo que saliera la bestia que siempre estuvo dentro de él.
La fotos y videos que hemos visto de la masacre cometida por los rusos en Bucha, carece de justificante o atenuante alguno. Matar a sangre fría a civiles que no les representaban amenaza alguna, solo por el deseo de hacerlo, exhibe el carácter del líder y de sus huestes genocidas.
Lamentablemente y a tan solo 77 años de la segunda guerra mundial, la humanidad no solo se ha debilitado en su visión y disciplina, incluso ha olvidado las lecciones de la historia, intentando resolver los graves problemas de maldad de siempre con retórica posmoderna y frases dulzonas que solo causan risa y menosprecio en los asesinos.
La ONU es tan solo un club de políticos acomodaticios que lo grave lo soslayan y rehúyen, mientras que a las cosas menores las magnifican para aparentar estar haciendo algo útil. De la OTAN se pudiera decir algo semejante. Y aunque han agotado los canales diplomáticos, lamentablemente el dictador ruso ha perdido ya sentido de la realidad y cual demonio entronizado pretende humillar al mundo entero bajo sus pies. Quiera Dios conceder a los gobiernos la sabiduría y el valor para enfrentar a este demente asesino, mientras que judíos y cristianos conscientes de lo que sucede le pidamos por la paz y protección de los ucranianos. Un pueblo inocente que jamás se imaginó que serían invadidos por este criminal desquiciado.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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