Opinión

La llevada y traída revocación de mandato promovida por Andrés Manuel López Obrador se ha convertido no solo en un distractor público (para evitar que los mexicanos vean y se indignen ante el desastre causado por su mal gobierno), sino en obsesión malsana y perversa del hombre que cobra como presidente, pero que, como Vicente Fox, nunca debió llegar a tan alta responsabilidad. Los daños que ha causado son mayúsculos y se llevará décadas en remediarlos ¿Para qué sirve entonces a México semejante derroche y desatino?

    Gastar 3,830 millones de pesos en un país con tantas carencias y necesidades urgentes es un crimen, una bofetada en el rostro de un pueblo sufriente y en crisis, una expresión de frivolidad y derroche tan solo para dar gusto al dictador en gestación.

    El solo pensar en los miles de niños que han muerto de cáncer por falta de medicinas, así como otros tantos enfermos de otros males que han muerto por la misma causa, hacen que el estómago se revuelva ante tanta insensibilidad. Ante tanta frivolidad frente al dolor humano.

Duele decirlo, pero la hipocresía del mandatario está envuelta en el oropel de la vanidad, aunque con anuncios bien estudiados de falsa inocencia y falsa democracia que solo engañan a los incautos. No así a los ciudadanos perfectamente enterados de lo que ocurre, a los que les interesa realmente la marcha y destino del país y no solamente el dinero con el que compra las conciencias de muchos.

Ninguna persona de bien se hubiera atrevido a semejante desatino (la referida consulta), pero como escribiera don Alfonso Reyes acerca de Porfirio Díaz, “no se es dictador en vano”. El poder los corrompe hasta ese grado, perdiendo toda sensatez, toda cordura y toda proporción de las cosas.

Si realmente no quisiera ser presidente es muy fácil: ¡QUE SOLICITE SU REEMPLAZO A CAUSA DE SU INCAPACIDAD! (toda vez que los puestos de elección popular son irrenunciables, pero ante la incapacidad confesada, no hay argumento legal alguno que le impida la salida).

El fondo de todo su circo, que lo es, son dos cosas, las dos simples y fácil de señalar. La primera, su enorme y enfermizo ego que pide ser aplaudido y aclamado en todo momento, y la consulta, según él, serviría para que sus fanáticos seguidores le refrenden su amor. Mientras que la segunda, la más peligrosa para los mexicanos, es que lleva los mismos pasos que Chávez en Venezuela, quien a mitad de su gobierno realizó la misma maniobra de la revocación de mandato preparando su eternización en el poder, que, aunque no lo logró porque la muerte se lo impidió, sí dejó a uno de sus paniaguados.

Todo como él lo sabe hacer, con engaños y mentiras, fingiendo ser quien no es y prometiendo lo que nunca cumplirá, pues el contralor de la verdad y la capacidad le han reprobado desde siempre. El agitador profesional no sabe construir, solo destruir, como tampoco el hablador sabe hacer mejor las cosas que su criticado. El hombre de bien es prudente, el hablador solo es eso ¡hablador!

Si de veras quiere dejar la presidencia de México, lo cual cuando menos dos terceras partes de los mexicanos se lo aplaudiríamos (aunque no se haga en urnas), puede hacerlo como lo hizo Amadeo de Saboya en España en el siglo XIX, reproduciendo a continuación parte de su Discurso de despedida:

 

“Al Congreso:

 

Grande fue la honra que merecí a la Nación española eligiéndome para ocupar el trono…

     Creí que la corta experiencia de mi vida en el arte de mandar sería suplida por la lealtad de mi carácter, y que hallaría poderosa ayuda para conjurar los peligros y vencer las dificultades que no se ocultan a mi vista en la simpatía de todos los españoles amantes de su patria…

     Conozco que me engañó mi buen deseo. Dos largos años hace que ciño la corona de España, y la España vive en constante lucha, viendo cada día más lejana la era de paz y ventura que tan ardientemente anhelo…  todos los que con la espada, con la pluma, con la palabra, agravan… los males de la Nación, son españoles, todos invocan el dulce nombre de la patria, todos pelean y se agitan por su bien…  entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de la opinión pública, es imposible atinar cuál es… el remedio a tantos males.

     Lo he buscado ávidamente dentro de la ley, y no lo he hallado. Fuera de la ley, no ha de buscarlo quien prometido observarla.

     Estas son, señores Diputados, las razones que me mueven a devolver a la Nación, y en su nombre a vosotros, la Corona que me ofreció el voto nacional, haciendo renuncia de ella por mí, por mis hijos y sucesores…  no me desprendo del amor a esta España tan noble como desgraciada, y de que no me llevo otro pesar que el de no haberme sido posible procurarle todo el bien que mi leal corazón para ella apetecía”.

                               Palacio de Madrid, 11 de febrero de 1873

 

A diferencia de los españoles con Amadeo de Saboya, en nuestro caso, tres largos años llevamos padeciendo la presidencia de un hombre sin capacidad, sin visión de estado, enemigo de la vida republicana y el estado de derecho, que por si faltara algo, es amigo manifiesto de los delincuentes y sus familias a los que ofrece abrazos e impunidad total, como también es enemigo de las empresas, de la educación, de la cultura y de todo deseo de mejorar (condenándoles con el calificativo de aspiracionistas). Ante lo ya expuesto, no queda otra cosa que decir, que si de verdad Andrés Manuel López Obrador quiere dejar la presidencia, que lo haga ya y sin mayores aspavientos, pues su referida revocación de mandato no es otra cosa que necedad, soberbia y derroche (así como inicio de una dictadura poco oculta a los ojos de los enterados).

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Reza la vieja conseja popular que “mal empieza la semana el que ahorcan en lunes”. Estamos iniciando un nuevo año, sin embargo, la manera en que como sociedad lo estamos haciendo no es para nada prometedora, al contrario, permite ver el grado de corrupción y decadencia al que hemos llegado. Dejando un tanto de lado a los políticos, que no lo político, cerramos el año viejo (2021) con una noticia que, sin merecer siquiera aparecer en la última parte de la nota roja, fue la más importante para los medios grandes de comunicación.

El jueves 30 de diciembre y como si no hubiera en el país grandes y gravísimos problemas sin atender y mucho menos a resolver; televisoras y grandes diarios se ocuparon de dar a conocer como nota principal la llamada de atención que le hicieran en un parque de diversiones de la ciudad de México (Six Flags) a un par de homosexuales, que sin pudor alguno se besaban delante de las familias presentes.

Quienes somos viejos en el periodismo no podemos dar crédito a semejante desproporción y desatino de los medios. Mientras que en lo que va del mal gobierno de López Obrador han sido asesinadas 107,000 personas (el 99 por ciento de los homicidios impunes) y más de 50,000 han sido desaparecidas; televisoras y periódicos desgarrándose las vestiduras porque a un par de pervertidos sexuales (porque eso son) les llamaron la atención por escandalizar con sus acciones en un lugar público repleto de familias.

Se recuerda que hasta hace poco esas conductas eran delito y falta administrativa contemplada tanto en el Código Penal como en el Reglamento de Policía y Buen Gobierno. Si algo que por milenios fue considerado una conducta reprobable y en menos de dos décadas se ha pasado del disimulo a la promoción, es obvio que como dijera Hamlet, “algo huele a podrido en Dinamarca”, aunque lo podrido huela en México a nivel nacional.

Las Sagradas Escrituras advierten: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo, que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz!” (Isaías 5:20) Y es que, amedrentar con el poder de los medios (y del gobierno) a toda una sociedad para justificar las perversiones de algunos, además de grave e ilegítimo, muestra también la corrupción de dichos medios ¿O acaso todo es permitido ya en la sociedad? De ser así, podrían los ciudadanos decidir NO PAGAR IMPUESTOS o ARMARSE PARA SU DEFENSA, DEJAR DE RESPETAR LOS UNIFORMES DE CUERPOS POLICIACOS O  MILITARES, por mencionar algunos ejemplos, si tales cosas consideran que afectan sus derechos humanos.

Decir la pareja de involucrados en el escándalo que fueron discriminados, además de no ser cierto (tan es cierto que estaban adentro del referido Parque); la realidad es que simplemente les llamaron la atención por su conducta pervertida (no estaban dentro de un motel de paso). Por otro lado, nuestro país se nutre y sostiene sus raíces en la civilización judeocristiana, así ha sido desde nuestro origen. Querer algunos, con poder, cambiar nuestra cosmovisión por la fuerza alegando cuestionables ‘derechos’ obliga, eso sí, a una consulta nacional que establezca que modelo de país se desea. Pero imposiciones de ninguna manera.

      En mi libro “ANALISIS Y PROPUESTA, 20 AÑOS DE PERIODISMO LIBRE” aparecido en el año 2009, como respuesta de mi parte a la censura sufrida en el periódico que publicara mi columna por dos décadas; señalo entre otras cosas —y como sucediera por siglos— la necesidad de dar espacio en el periodismo también a la teología:

 

“Quizá falta también entender por muchos que secularismo no significa ateísmo, son cosas distintas. Por tanto, se debe aceptar que el periodismo cuando se ejerce con profesionalismo, integridad y objetividad, no solamente puede ser portador y sostén de principios que han nutrido por siglos a toda sociedad judeocristiana, sino que incluso debe ser defensor de los mismos. ¿Considera el lector que la política debe estar desprovista de los valores y principios bíblicos en sus acciones de gobierno? ¿Una sociedad sin Dios tiene futuro? La historia nos puede aportar todos los ejemplos necesarios para corroborar que tal cosa no es posible. Cuando la culta Europa creyó liberarse del “lastre” de la fe cristiana y ufanándose de su bondad creyó subir a la cima, lo cierto es que  desató las dos guerras más crueles y sanguinarias de toda la historia” (pág. 290).

 

Pretender desconocer y descalificar la ley moral y social que nos ha regido por siempre para imponernos las conductas depravadas de estos individuos, además de inadmisible, es vil esclavitud, un atentado contra la libertad. Intentar acallarnos por la fuerza para imponer sus perversiones es la expresión más vulgar y agresiva en la historia de México. Conducta que nada tiene que ver con la izquierda o derecha política, sino con la degradación humana en su peor expresión.

¿Dónde están las voces de los líderes religiosos, dónde? ¿Están ya amedrentados o la falta de autoridad moral de algunos ha silenciado a todos? Habrán de entender que el clero no es la Iglesia, que ésta se conforma de todos los creyentes, judíos, católicos, protestantes y neo cristianos, y que tanto ellos como los fieles tienen el derecho y el deber de alzar la voz ante esta horrenda agresión en contra de sus principios.

     La historia nos enseña que sociedades decadentes como el Imperio Romano cayeron justamente a causa de sus perversiones sexuales, mismas que atrofian la mente e impiden distinguir entre el bien y el mal, entre lo permitido y lo no permitido, contaminando a sus miembros hasta corromperlo todo.

¿Quién duda que todo este asunto no haya estado ya planeado? Si sabían que Six Flags tiene su política en base a las familias, bien pudieron ir a hacer su escándalo a sabiendas que se les llamaría la atención, y logrado esto, hacer su escándalo (con la inexplicable ayuda gratuita e irresponsable de los medios grandes de comunicación) pues al siguiente día, cerraron el año reuniéndose sus pares a besuquearse en la entrada de dicho Parque.

     Queda también claro que los derechos humanos, comerciales y legales de dicho Parque (y de las familias presentes) fueron vulnerados por la autoridad y los medios. Las razones expuestas por el gerente de dicho centro recreativo fueron más que claras y bien argumentadas, aun así, gobierno capitalino y medios les lincharon. Concluimos por hoy con una advertencia divina y dejando en claro que quienes pensamos distinto, también tenemos derechos que tienen que ser respetados y protegidos (incluso mejores y más dignos que los sujetos que armaron el escándalo): “La apariencia de sus rostros testifica contra ellos; porque como Sodoma publican su pecado, no lo disimulan. ¡Ay del alma de ellos! Porque amontonaron mal para sí” (Isaías 3:9).

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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El presente artículo aparecerá publicado el 25 de diciembre (2021), fecha fijada como el nacimiento de Jesús (Yeshua en hebreo), aunque no nació en ese día, lo cierto es se desconoce la fecha exacta. Sin embargo, el mundo judeocristiano ha hecho de ésta un símbolo religioso, época de reuniones, regalos y fiestas. Lo peor del caso es que para la mayoría de los que dicen celebrar la “navidad” Jesucristo les es un perfecto desconocido.

Al efecto, habremos de señalar que las Sagradas Escrituras vaticinaron con siglos de antelación que el Mesías nacería en Belén de Judá, cosa que sucedió puntualmente y de la manera anunciada en el resto de las profecías. Entrando en los hechos históricos, Josef y Myriam (José y María) dejan la Galilea para cumplir con el edicto ordenado por el César Augusto de que cada judío se empadronara en la ciudad de su origen, la cuestión es que estando María a punto de dar a luz, no encuentran en Belén una posada que les abra las puertas, por lo que forzados por la situación encuentran una cueva de las utilizadas por los pastores de la zona en la que finalmente nace el Salvador de la humanidad.

De acuerdo a la fe judía, y sostenido totalmente en el Tanaj (A.T.), el Mesías que vendría a reinar tendría que ser de la tribu de Judá y descendiente directo del rey David. El Nuevo Testamento se inicia precisamente con la genealogía de Jesús entroncándole directamente con el gran monarca y demostrando ser por herencia el esperado monarca, cosa que desde hace diecinueve siglos es imposible de probar por judío alguno, toda vez que con la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d.C., todas las genealogías fueron también destruidas.

De la niñez y juventud poco se dice en la Biblia acerca de Yeshua, aunque sí nos describe que desde a los 12 años, y como buen niño judío, en una especie de Bar Mitzvá discute en el Templo con los doctores de la Ley (Torá) asuntos relativos a su fe y la interpretación correcta, amonestando a su propia madre (María) y haciéndole ver que “en los negocios de su Padre (Dios) le era necesario estar”.

En cuanto a su juventud y por lo que se deduce de los Evangelios, permanece con su familia en Galilea ejerciendo el oficio de carpintero, siendo conocidos también sus hermanos y hermanas (en el griego los parentescos están perfectamente definidos). Llegado el momento profético, inicia su obra con un ayuno de 40 días en el desierto que concluye con las tentaciones de las que es objeto por el enemigo de las almas (aprovechando la gran debilidad), a quien derrota y confronta con las propias Escrituras.

Luego aparece públicamente en el río Jordán para ser bautizado por Juan, quien al verlo dice a la multitud de judíos congregados y a la humanidad entera: “He aquí el Cordero de Dios de quita el pecado del mundo”. Verdad eterna que hay que discernir en su sentido pleno y perfecto, pues la redención de la humanidad caída es más que un trozo de pan ácimo; es el mayor y más perfecto acto de amor de todos los tiempos; en el que el único justo murió en sustitución de los injustos, que lo somos todos, para pagar nuestra salvación con su sangre misma reconciliándonos con Dios el Padre, cuya justicia se encontraba airada y abriéndonos así la puerta de la salvación (entrada al reino de los cielos).

Retrocediendo un poco el relato, a partir de su presentación y bautizo en el Jordán, Yeshua recorre todo Israel de norte a sur y de oriente a poniente predicando el mensaje de salvación a su propio pueblo, no una nueva religión como algunos descuidadamente afirman, sino la misma fe judía, pero entendida y explicada perfectamente por quien la había revelado.

Ante la falta de espacio para exponer un tema tan profundo y glorioso, de hecho el más importante y trascendente de todos, resta decir que así como el Mesías nació en un pesebre pestilente, siendo el rey heredero de David anunciado en las Escrituras y sufriendo una muerte ignominiosa sin haber cometido delito ni falta alguna, queda por establecer la otra parte de la profecía, sobre todo en su sentido espiritual.

En primer orden se debe considerar que la humanidad toda somos una raza caída desde los primeros padres (Adán y Eva), quienes al desobedecer a Dios echaron a perder los planes iniciales y rompen con Él la comunión perfecta que tenían. Ante semejante desgracia, el Creador implementa un plan de rescate para toda la humanidad, lo cual no significa que todos serán rescatados, sino que su misericordia es capaz de alcanzar a todos y con esa disposición implementó su plan; un plan que llevó miles de años y en el que escoge primero a un hombre de fe llamado Abraham, que continúa con su hijo Isaac y su nieto Jacob, para luego formar un pueblo (que sería el judío) en el cual vendría el Mesías o Salvador de todos los hombres.

La cuestión es que siendo el heredero, como ya se dijo, al trono de David, nació en un pestilente pesebre. En el terreno espiritual continúa sucediendo igual, nace en los corazones pestilentes de cada ser humano que le da cabida, que le cree a su mensaje y Palabra (Biblia), que se arrepiente. El Salvador llega a ese corazón a limpiar toda la maldad acumulada por los años y la vida de pecado, y si se responde a su amor y hay decisión firme de seguirle para siempre, Jesucristo se queda a reinar en el trono del corazón de la persona, que dicho sea de paso, renuncia al ego que le oprimía para dejar al Mesías de Israel que reine para siempre en él.

Finalmente y para concluir este comentario, la Biblia y el propio Yeshua anuncian su retorno glorioso, un retorno que la humanidad posmodernista no espera ni considera siquiera, incluso las novias (corrientes judías y cristianas) se encuentran ya dormidas a causa del cansancio de los siglos, por lo que les tomará por sorpresa. En este tan esperado y deseado retorno, Yeshua ha Mashiach (Jesús el Cristo) retornará con poder y gran gloria descendiendo directamente en Jerusalén para reinar de manera universal como está escrito. Si bien habrá que decir, que a su retorno morirá una tercera parte de la humanidad pues no es fácil que tanto gobierno y sociedades de impíos y malvados quieran reconocer su incredulidad y gran yerro.

Pero como Yeshua es Dios y heredero del trono, y como su Padre no requiere de permiso alguno de los humanos, ni de la ONU, ni de nadie, lo cierto es que su Hijo amado se sentará a reinar en Jerusalén como está escrito. ¿Ya vio que lo que dijimos al principio es cierto y que para la mayoría de los que dicen celebrar la “navidad” Jesucristo les es un perfecto desconocido? ¡Feliz Navidad!

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Las condiciones de violencia y criminalidad que soportamos los mexicanos han rebasado con mucho cualquier límite legal y humano, aunque en el actual sexenio se han incrementado al punto de convertir la vida de millones de mexicanos en determinadas zonas en un verdadero infierno. Y mientras este cuadro dantesco deforma el rostro nacional, el gobierno de López Obrador se mantiene encerrado en su enorme y lujoso palacio, sordo a los clamores de dolor y auxilio que claman millones de mexicanos (a los cuales protestó proteger cumpliendo y haciendo cumplir la ley) y ciego a la terrible realidad, sin querer ver ni escuchar de ese mar de sangre en el que nos estamos hundiendo.

Día con día la maldad y soberbia de los grupos criminales crecen imponiendo su terror a cada vez más amplias regiones del país, ¿y qué hace el presidente? Nada, absolutamente nada. Se limita a organizar vistosos desfiles con el ejército, la marina, la fuerza aérea y la guardia nacional o a crear escenarios bélicos en el zócalo capitalino para adornarse y deleitar a sus fanáticos seguidores, que no ciudadanos, palabra que conlleva otras implicaciones de madurez cívica y política de la que carecen.

Lamentablemente y para desgracia de México y de los mexicanos, el tabasqueño nomás muestra interés por éstos, por sus incondicionales, al resto, a la inmensa mayoría les hace objeto de su menosprecio, desinterés y burlas. Posición jamás vista en el pasado, pues, aunque en el fondo no les interesaran tampoco todos los gobernados, lo cierto es que guardaban las formas y el orden constitucional haciendo sentir su mandato a favor de todos. Eso se acabó, al menos en este sexenio.

En zonas completas, en diversos Estados, las bandas delincuenciales además de masacrar a parte de la población, al resto la mantienen aterrorizada o le han hecho huir (dejando todo) sin que el gobierno de López Obrador mueva un solo dedo. Si acaso y para acallar la crítica a su indolencia manda soldados o guardia nacional para que se limiten a pasear. Pero jamás para intervenir a proteger a los mexicanos. La protección es para los criminales. Para ellos abrazos y para la población los balazos (provenientes de los criminales).

    La ingobernabilidad crece a pasos agigantados en amplias zonas de México y con ello un sinfín de problemas y consecuencias, sin embargo al presidente parece no importarle en absoluto. Mientras él se encuentre bien en su hermoso y señorial Palacio y la chusma no le moleste en sus viajes en los que gusta lucirse y ser elogiado por la masa de incondicionales, a sus ojos todo está bien. No necesita más, su ego está satisfecho y con esto es suficiente.

Claro, desde su óptica todo está bien, su visión anarquista le hace sentir que las cosas marchan bien, toda vez que violencia, destrucción, iras desatadas, sangre y caos son parte de su formación, de retar al estado, de desear los bienes y poder del otro. Nada pues que le pueda incomodar.

     ¿A él qué le importa la familia afligida por el hijo asesinado, secuestrado, tomado por la leva criminal, o la hija asesinada, violada o vendida como esclava a los traficantes de mujeres (para prostituirlas de manera obligada), el negocio extorsionado cuyas utilidades netas y aún mayores paran en manos de los criminales? ¿A él para qué lo incomodan con esas cosas que no le importan? El ganó las elecciones para ser rey y para eso paga las encuestas, para que falsamente le coloquen en la cima (aunque la realidad y el descontento social vayan en su contra y en aumento).

Como tampoco le importa el gravísimo problema de los desplazados. Decenas o cientos de miles de mexicanos han sido expulsados de sus casas, tierras y negocios por las bandas de asesinos, que armados hasta los dientes son dueños ya de ciudades, pueblos y rancherías sin que el gobierno les estorbe. La ley sólo se hace valer contra los enemigos políticos del tabasqueño, que rencoroso y desobligado de su deber de imponer la ley, permite que amplias zonas sean ya otro territorio, otro país. Tierras que ya no pertenecen a los Estados Unidos Mexicanos sino a grupos criminales que derrotaron a un gobierno traidor a su gente y a la Constitución. A Congresos integrados por grillos y vividores que han dado la espalda a los que en el papel son sus representados.

Han dejado atrás sus patrimonios de décadas o siglos, sus negocios, sus ilusiones, su presente y futuro, todo porque un hombre que se dice presidente, pero que se ha olvidado totalmente de sus deberes y responsabilidades, les ha entregado a las hordas de criminales (cada vez mayores y atrevidos a causa de la impunidad). ¿Permitiría acaso López Obrador que los criminales entraran a su rancho “La Chingada” y mandaran a la ídem a su familia y trabajadores quedándose con su patrimonio?

Parafraseando el Hamlet de Shakespeare, “muchas cosas huelen a podrido” no en Dinamarca, sino en el gobierno de la 4-T; como el extraño caso de los migrantes, capaces de pagar 200 y hasta 300 mil pesos a los traficantes para que los crucen en nuestro país ¿Personas sin empleo ni dinero, de dónde sacan semejante fortuna?, ¿quién se atreve a prestar esa suma a alguien en esta situación? Pero nadie investiga, no obstante de que las evidencias muestran que hay quién está promoviendo y financiando este tráfico de personas, y por otro lado grupos y autoridades que están ganando fortunas con ellos.

     De ahí que resulte absolutamente condenable la postura inútil e indolente de López Obrador y su gobierno. Postura a la que se ha agregado la gente de Morena y del resto de los partidos, jugando a la política como si nada pasara en el país y desentendiéndose del todo de la seguridad nacional. Como si todo estuviera bien y el estado de derecho reinara.

      México ha sido invadido por los narcotraficantes y demás bandas delincuenciales, que además de tener ya bajo su dominio extensas porciones del territorio nacional, de asesinar a 110 mil personas en lo que va del gobierno de AMLO, de desaparecer a decenas de miles y esclavizar a otras tantas, de cobrar impuesto de guerra (extorsión, derecho de piso), de robarse con todo descaro los bienes nacionales (petróleo, gasolinas, diesel y gas) el gobierno no se atreve a enfrentarlos. Se mantiene sin tocarlos, a distancia cómplice. Una guerra perdida: rendidos ante los enemigos.

En el año 2007 publiqué mi libro “El hombre que nunca debió ser presidente” (refiriéndome a Vicente Fox), mismo que concluyo con la siguiente frase (a la que le cambio el nombre de V.F.Q. por AMLO) y con esto cerramos por esta semana: “…factores y antecedente que no avalan su paso por el Poder Ejecutivo, lo cierto es que López Obrador jamás debió atreverse a contender por la candidatura a la Presidencia de México. Su ignorancia, incapacidad, carencia absoluta de ética, su adicción enfermiza a mentir a todos y por todo, su falsa moral cristiana, sus limitaciones políticas y culturales y mentales, y finalmente: por los terribles resultados de su gobierno y las gravísimas consecuencias que la mayoría de los mexicanos todavía ignora, excepto, por la clase políticamente pensante y enterada del país, resumimos, que Andrés Manuel López Obrador es ¡EL HOMBRE QUE NUNCA DEBIÓ SER PRESIDENTE!”.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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