Quienes me conocen de muchos años saben que casi siempre he estado en contra de las políticas del Imperio norteamericano (cuando aprovechan su poder y situación, cosa que ha sido frecuente en el pasado). Sin embargo, no se deben confundir las cosas, pues una es estar en contra de cualquier abuso y ventaja que les concede el poder, y otra muy distinta no distinguir las relaciones vecinales, tanto de pueblos como comerciales y diplomáticas. Nuestra cercanía nos obliga doblemente a ser tolerantes y respetuosos.
Tolerancia y respeto al que ahora debe agregarse gratitud, pues de no ser por las inversiones de nuestros vecinos en el país, así como por las remesas de nuestros paisanos que trabajan en Estados Unidos, nuestra situación económica fuera totalmente otra. La pobreza estuviera haciendo estragos entre nosotros.
Sin embargo, el corazón torcido y la mente malformada del presidente López Obrador le han llevado a tomar una postura por demás vergonzosa para los mexicanos de bien. Sus desplantes y ofensas contra el Presidente Joe Biden y el actual gobierno de Estados Unidos han sido por demás condenables, impropios de un mandatario digno, mucho menos de una persona de bien. Pero como se dice, origen es destino ¿Podía esperarse algo mejor de un anarquista, de alguien que jamás ha trabajado en algo, que solo ha vivido creando problemas y desmadres?
En estos días de fiesta nacional no ha estado ni a la altura del cargo ni de las circunstancias. Al contrario. Su egolatría le ha arrastrado hasta la propia ignominia transformándose en un ser grotesco que no representa a los mexicanos, si acaso a su grupúsculo y al pequeño grupo de dictadores/gorilas con los que se identifica. Que, dicho sea de paso, no son de izquierda, son simples y vulgares dictadores. No más, no menos.
Olvidando de manera absoluta sus deberes y responsabilidades, el hombre que cobra como presidente, se desentendió del todo de lo que pasa y sufre el país para concentrarse en una mascarada patriotera. Y es que, ¿Cómo justificar un desfile con miles de militares de todo tipo, luciendo aviones, helicópteros, tanques y el armamento más moderno, si buena parte del país está en guerra o dominado por las bandas de narcotraficantes y demás asesinos que tienen aterrorizada a la población, sin que su gobierno haga nada?
Gran parte del Estado de Michoacán se encuentra en guerra (literalmente) y el presidente no ve ni escucha, se olvida de sus deberes, como se dijo, prefiere sacar a las muchas Y COSTOSAS TROPAS para que le entretengan con sus amigos en vistoso desfile ¿En su limitada visión cree que va a intimidar al gobierno vecino del norte? Afganistán no es lo mismo que México.
Tener a su lado como invitado de honor en Palacio Nacional al tirano cubano (Díaz Canel), y a Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en la gradería y a pleno sol, son afrentas que como vecinos, socios comerciales, y como pueblos amigos, no se pueden hacer, como tampoco se podrán olvidar. Las afrentas políticas como decía el gobernador jalisciense Flavio Romero de Velasco, “no caducan, se guardan para cobrar en el momento oportuno”.
López Obrador ha ofendido y menospreciado al presidente Joe Biden de manera descarada, vulgar y grosera y con demasiada frecuencia, ha confundido la prudencia y sabiduría del experimentado político con el temor. ¡Qué equivocado está! Piensa en su ingenuidad y novatez política que todos piensan y actúan como él. Peor aún: que los domina y humilla. El tiempo le dará muchas sorpresas.
Las Sagradas Escrituras advierten que “toda altivez será humillada”, y sin duda que el super ego del tabasqueño en su momento será acomodado a su verdadero sitio. Su carrera de agitador profesional por extraño que ha resultado, le llevó a la presidencia, sitio que jamás debió de ocupar pues su concepción de la vida, del poder y de gobernar, son totalmente erróneos. Tiene cosmovisión de miembro de pandilla, no de estadista. Los hechos cotidianos le presentan como tal.
Su ignorancia histórica y política solo es aplaudida por sus lacayos y funcionarios chambones. Sus muchos y frecuentes disparates históricos le muestran como lo que es y siempre ha sido, aunque por ahora el fuero también le ha protegido su falsa coraza intelectual. No distingue siquiera la izquierda de la derecha. Un caso concreto, siendo el Presidente Biden y los actuales demócratas representantes de la izquierda de su país (en muchos aspectos con acierto), López Obrador, que a diario asegura ser de izquierda y arremete rabioso contra los conservadores, es amigo íntimo y lacayuno de Donal Trump, un representante puro de la ultraderecha ignorante y fanática.
Las palabras y hechos del presidente en el marco de las fiestas patrias, muestran a un hombre de conducta réproba, carente de ética y principios, a un novato de la política capaz de cometer los peores errores e insultos contra sus pares y socios comerciales. Lo dicho y hecho contra el gobierno de los Estados Unidos tan solo para quedar bien con el dictador cubano, le mostró ante México y el mundo como un hombre irrespetuoso, ignorante del protocolo diplomático, un hombre malagradecido, un hombre que estando al frente de un país en crisis económica y de salud, recibió TOTAL APOYO PARA QUE SE FIRMARA EL TLCAN, recibiendo además millones de vacunas de covid-19 completamente gratis, siendo capaz de morder esa mano amiga, lo cual ni los animalitos hacen.
Pues, aunque el Imperio norteamericano no ha sido precisamente modelo de generosidad en el pasado, en los últimos años ha cambiado su política y trato hacia México haciéndonos socios comerciales, trayendo con ello trabajo, bienestar y dinero para el pueblo mexicano; beneficios y tratos que el solitario de Palacio ya no ve ni reconoce, por eso fue capaz de morder la mano amiga.
¡Hasta la próxima semana si Dios nos permite!
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