Opinión

No le cayó “como anillo al dedo” como se atrevió a declarar públicamente el presidente. Al contrario, la epidemia de coronavirus le ha exhibido tal cual siempre ha sido y como muchos periodistas lo advertimos por años: un hombre limitado, incapacitado para tan alta responsabilidad, mentiroso, belicoso, amante de la anarquía, repudiador del orden y la legalidad, a lo que habrá que agregar una enfermedad quizá incurable, cancerosa social y moralmente: ¡su egolatría sin límites!

     Así que la pandemia le ha dejado al descubierto ante los mexicanos enterados y ante aquellos cuya conciencia no ha sido comprada con dinero (producto del trabajo e impuestos de los conservadores que tanto odia y ofende a diario), no se diga ante los familiares de los más de 400 mil muertos directos por el coronavirus (covid 19) o los más de 300 mil muertos por falta de atención médica de otras enfermedades.

     La destrucción de las redes de adquisición de medicamentos e insumos para el sector salud, así como la desaparición del Seguro Popular, trajeron como todos sabemos, no solo el terrible desabasto de medicinas en todo el país, sino el desorden y desintegración del sector salud público, dejando semejantes desatinos sin atención médica (de casi todo tipo) a la mayoría de las personas. Desatención y muertes que han procurado ocultar los de la 4-T pero que el Inegi y quienes se ocupan de las estadísticas harán públicas en su debido momento. Y con ello, se tendrá que pedir cuentas a los responsables.

     Con un secretario de salud que solo existe en la nómina, y un sub secretario tan protagónico e indolente como AMLO, la epidemia cundió como reguero de pólvora ante la inútil estrategia oficial que, dicho sea de paso, aseguraba que no había peligro, que se abrazaran, que se reunieran, que salieran a comer juntos.

     Hace unos días, el propio gobierno reconoció que la cifra de muertos por el coronavirus era de 322,139 (Mural, 29/Mar/2021); cifra que además de crecer todos los días, habrá que agregársele cuando menos otros 50 o 60 mil decesos, los cuales al ser recordados cotidianamente por la prensa les irrita y enderezan sus ofensas contra los medios, cuando lo cierto es que su ira debiera ser contra ellos mismos. Contra su incapacidad, indolencia, frivolidad y ausencia total de empatía ante el dolor humano (empatía que en lenguaje cristiano se llama amor y misericordia).

    Rebasados el año pasado por las muertes, con panteones saturados y filas de carrozas en los crematorios, medio despertó el presidente y esa agrupación amorfa e inútil que por décadas se llamaba gabinete pero que en la actualidad es una cuadrilla de cortesanos al servicio del dictador. De pronto y al ver que los países del primer mundo estaban vacunando a sus ciudadanos quisieron hacer lo mismo. El asunto es que países como Israel compraron desde hace un año las vacunas (cuando apenas estaban en estudio e investigación) y como AMLO y los de la 4-T son tan listos, pues no compraron nada, ¿para qué? ya que haya buscarían las más baratas ¿o no? Además, ¿cuántos votos podrían ganar?, debieron pensar, (no cuantas vidas salvar) no valía la pena la inversión.

     Y como la epidemia es un tema de vida o muerte, los gobernantes previsores protegieron anticipadamente a los suyos. López Obrador no lo hizo, y como gusta de arreglar todo con saliva, pues en las mañaneras NO SOLO DOMÓ LA PANDEMIA SABE CUANTAS VECES, sino que declaró también que ENTRE DICIEMBRE Y FEBRERO nos iba a vacunar a todos los viejos. Cosa que no sucedió. Ni vacunas había, bueno, algunas que le regaló su amigo golpista Donald Trump.

     Lamento darle casi siempre la contra. Pero, habrá que decirle, que la realidad no cambia con mentiras, se modifica con verdad y acciones estudiadas y efectivas. Punto. Lo peor del caso es que su torpeza política se refleja en todos los ámbitos; su limitada visión y complejos (no ha salido del país a reunión internacional alguna), más que amigo, le hicieron cómplice de Trump, negando la felicitación al entonces candidato ganador Joe Biden. ¿Nadie le dijo que ganó legítimamente y que es nuestro principal socio comercial? Es decir: si Estados Unidos nos cierra la llave del dinero nuestra economía se hunde al instante, y no es un asunto de ideología, es de simple inteligencia elemental, de sentido común, se supervivencia.

    Por si no le fuera suficiente su berrinche e impostura diplomática, en el intento de auto golpe de estado promovido por Trump, López Obrador guardó silencio cuanto las voces democráticas de todo el mundo condenaron los hechos. Desde las elecciones en noviembre de 2020 hasta la toma de protesta de Biden en enero de 2021 nunca tuvo una deferencia para él, una voz de amistad. Nada, silencio total y manifiesta negación a reconocer su triunfo electoral.

    Se dice que las comparaciones son odiosas, pero Biden en tal solo 79 días en la presidencia de su país ya lleva vacunados a 170 millones de personas, mientras que López Obrador en México apenas lleva poco más de 9 millones. Compromiso social, visión, sensibilidad, capacidad e inteligencia marcan la diferencia. La gran diferencia.

    En otro aspecto, el trato concedido a los viejos en la campaña de vacunación en México, en la mayoría de los casos ha sido reprobable y repugnante. Una improvisación digna de la 4-T ¿Dónde quedó el personal experimentado de la Secretaria de Salud que en una campaña de dos o tres semanas podía vacunar más de 10 millones de personas?

     Ver por todo el país a viejos durmiendo en la banqueta de los lugares donde les vacunarían, expuestos a contagios y a asaltos, sin baños, alimentos, agua potable, impedidos para llevar sus tratamientos médicos y ser tratados indignamente por los chamacos que dizque ‘servidores’; mozalbetes que siguiendo la línea del presidente han tratado de hacer sentir a los ciudadanos que les están regalando la vacuna, cuando lo cierto es que NO ES REGALO Y SON PAGADAS CON LOS IMPUESTOS DE TODOS. Si algo le debemos al presidente respecto a las vacunas es que han llegado pocas, a destiempo, y su aplicación ha sido la desorganización casi total (por mucho que algunos medios extrañamente les aplaudan).

     No haber comprado a tiempo las vacunas ha sido causa de miles de muertes, aunque habrá de decirse que día a día los recursos públicos comienzan a escasear (a causa de regalar sin estudio previo alguno ese dinero a viejos y jóvenes zánganos) y les pesó el codo invertir (no es gasto) en vacunas. Ahora bien, si tuvieran un poco más de visión, sensibilidad y afecto por los gobernados, ya hubieran permitido desde el principio la ayuda de hospitales y médicos privados para la compra y aplicación de vacunas lo que aumentaría el número de vacunados y de paso un ahorro para las finanzas públicas. Pero no, se trata de controlar políticamente la aplicación con mira a las elecciones de junio.

     De hecho, es tanto el odio de López Obrador contra el sector privadoolvida que gracias a ellos, él, los burócratas, y la totalidad del sector público cobran sus jugosos salarios y se puede hacer y mantener la obra públicaque esta semana negó las vacunas a médicos y personal hospitalario del sector privado. Su desprecio público hacia ellos no tiene antecedente, quedando en evidencia su radicalismo supuestamente ‘ideológico’, cuando la realidad es que se trata de mero resentimiento social.

    Así que no nos venga el presidente queriéndonos engañar con el asunto de las vacunas, pues como ya se dijo, lo único que ha quedado en claro con la compra y aplicación de éstas, es su incapacidad, indolencia y manipulación política.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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No ha habido ni habrá nadie como él, con su origen, vida, mensaje, obra, resurrección y reinado eterno. De hecho, la historia de la humanidad se divide justamente en antes y después de su nacimiento, el cual ocurrió en Belén de Judá como estaba escrito. Con él y en él se cumplieron todas las profecías mesiánicas respecto a su primera venida y con él y en él se cumplirán las restantes a su retorno glorioso. Así está escrito y así será.

     Por lo general en periodismo no se utilizan las posturas firmes como la afirmación anterior, sin embargo, tema y fecha lo permiten. Mientras que la vida de grandes hombres y malos hombres quedó anotada en los libros de historia, la vida de Yeshua Ben David, es decir, Jesús el hijo de David (Jesús es descendiente directo del rey David, lo que le concede el derecho al trono de Israel) quedó registrada de manera detallada en la Biblia. Libro que anunció anticipadamente su nacimiento y obra en decenas de citas y en diversas épocas, pero que también registra su retorno glorioso con lujo de detalle y cumplimientos proféticos, así como su reinado eterno y universal.

     La persona y mensaje de Jesús son únicos e irrepetibles, ha habido no pocos farsantes que han querido suplantarlo y engañar a muchos, pero no han podido, han sido exhibidos. La Escritura advertía desde siglos atrás que al llegar el Mesías, luego de nacer en Belén, en el seno de una virgen judía (por obra del E.S.), de tener que huir sus padres a Egipto (porque el malvado Herodes manda a matar a todos los niños de Belén), de radicar a su regreso en Galilea, pero sobre todo y una vez llegado el tiempo, anunciar a Israel su presencia y obra por realizar, tal y como estaba escrito y como sucedió.

     Cuando Juan el bautista, gran profeta, amado y respetado por todo el pueblo (como lo narra Flavio Josefo) vio venir hacia él a Jesús en el Jordán, declaró para los presentes y de manera universal: «¡He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo!»

      Es obvio que un trozo de pan sin levadura no quita el pecado, es tan solo un simbolismo, un recuerdo de la obra expiatoria de quién sí quitó el pecado, no del mundo, sino de la cuenta de cada persona que creyó y ha ido creyendo en él a través de los siglos, reconciliando al hombre caído con Dios el Padre, el creador de todo cuanto vemos y existe (si entre los lectores que favorecen esta columna alguno no es creyente, gracias por hacerlo, continúe leyendo, conocerá la esencia de la fe judeocristiana; no todo en la vida es política y problemas sociales).

     Yeshua-Jesús, recorrió durante poco más de tres años todo Israel, ciudades y pueblos escucharon su mensaje y fueron testigos de su poder, miraron o se vieron favorecidos por sus muchos milagros: ya que dio vista a los ciegos de los ojos y espirituales, sanó leprosos, paralíticos, hidrópicos y cuanta enfermedad llevaron ante él, a todos les sanó, como también liberó endemoniados, incluso, a los que a sabiendas que una vez sanados no responderían a Dios el Padre, ni a él, aun así les hizo el milagro, mostrando por un lado su amor y generosidad ante el dolor, y por otro, permitiendo que aflorara la ingratitud humana y su falta de fe. Y es que, los milagros no salvan, son tan solo muestra del amor y la misericordia divina.

      Las multitudes le decían rabino (maestro) y en toda la historia no ha existido un rabino tan santo, sabio, y perfecto como él, que aunque menospreciado por los líderes religiosos de su generación (a causa de su origen y condición social, por no provenir de alguna de las prestigiadas yeshivot de la época, pero sobre todo, por celos ministeriales), nadie en el pueblo judío ha enseñado y practicado la fe con tal pureza y exactitud como él lo hizo. En el mismísimo Templo de Yerushalayim (Jerusalén) fue capaz de echar fuera a los que vendían animales para los sacrificios y voltear las mesas de los cambistas (casas de cambio portátiles), reclamando la santidad y razón del lugar: “Escrito está, mi casa, casa de oración será llamada, más vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones”.

     Y así como el cristianismoque no es otra cosa que el judaísmo; aunque entendido y practicado desde diversas perspectivas y culturas gentiles tuvo que ser reformado a finales del siglo XVI por haberse desviado del camino establecido por Dios y su Espíritu (en la Biblia), Yeshua, si cabe la palabra, más que reformador, es el Pastor que trae de vuelta su gran rebaño extraviado del rumbo a causa de malos pastores, de negociantes de las cosas santas o incrédulos que habían desviado al pueblo de Israel, para retornarle al camino revelado por Dios a través de Patriarcas, Moisés y los Profetas, mostrándoles que en su persona y ante sus propios ojos, se estaban cumpliendo las milenarias profecías.

Con amor y paciencia explicó a todos lo que en realidad era la fe, con su propia vida les mostró la libertad gloriosa de los hijos de Dios, como también les mostró una y otra vez ser el Hijo de Dios. Ningún profeta hizo los milagros que él hizo, al contrario, hablaron anticipadamente de lo que haría e hizo Yeshua.

Habiendo destruido Adán la relación entre Dios y el hombre por causa de su pecado y desobediencia (él y su mujer quisieron ser ‘como Dios’), su rebelión trajo como consecuencia la muerte, permitiendo que el pecado entrara en la creación. Para bendición de la Humanidad, el Señor en su amor y misericordia no destruye a los primeros padres, al contrario, les cubre de su desnudez física y espiritual; prometiéndole a la mujer que de su simiente vendría el que un día pisaría la cabeza de la serpiente. Se refería al Mesías, es decir, a Yeshua, quien aplastó la cabeza del engañador y asesino de hombres, del enemigo de las almas.

     En su vida terrenal, Yeshua rechazó el reino y el poder que los hombres le querían conceder. Un reino y un poder que ejercerá a su retorno glorioso no por un tiempo, sino eternamente. Antes, sin embargo, y luego de predicar el mensaje del judaísmo tal y como Dios el Padre lo había revelado, de vivirlo con su ejemplo,les hace saber a sus apóstoles y discípulos que iba a ofrecerse como cordero pascual para reconciliar a los pecadores (que lo somos todos) con Su Padre, y con su sacrificio redentor perdonar todas nuestras iniquidades como estaba escrito.

     Su declaración además de asombrarles y desconcertarles, pues en el fondo querían el reino ya, les hace saber que iba a resucitar y que como Hijo de Dios tenía poder sobre la vida y la muerte, y que estaba poniendo voluntariamente su vida para salvarnos: —“Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, si no que de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Juan 10:17-18).

    Semejante misterio no podían entenderlo en ese momento, lo entendieron a los pocos días. Misterio que millones a través de los siglos no han podido entender. Unos creen absurdamente en un Jesús que les han presentado de manera deformada, débil, causante de lástimas, incapaz de hacer nada, sin saber ni entender lo que hizo por todos. Otros le han pretendido usar (como el actual presidente) para justificar una ideología política, sacándole de contexto y presentándole de manera falsa. Unos más le han quitado la sustancia espiritual a su vida y mensaje queriéndole presentar como un hombre bueno y justo pero incapaz de lograr nada.

    Todos ellos se han equivocado, Yeshua (Jesús), es el Mesías de Israel, el Salvador de la humanidad. Sin su obra redentora ningún ser humano hubiese tenido acceso al reino de Dios ni se hubiera salvado. Todos los reyes, dictadores, presidentes y líderes de la humanidad han pasado a ser parte apenas de una pequeña parte de la historia y todos están muertos. Bien muertos. Sin embargo el Cristo (Ungido/Mesías) al resucitar y demostrar ser quien siempre ha sido, fue capaz de poner una raya en el tiempo eterno, en un antes y un después de Él. Aunque en un día cada vez más cercano volverá para reinar como Rey de reyes y Señor de señores.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Ha sido ya suficiente. No se necesita esperar más tiempo para saber con quién está comprometido y a quien defiende el presidente. Los que le conocemos de siempre nunca confiamos en él, y no es un asunto de izquierda o derecha, es su persona, su perfil, su conducta, sus acciones e inacciones. Por eso millones de mexicanos, sobre todo los enterados y los más preparados le negaron siempre el voto y simpatías.

No puede ser confiable quien nunca ha trabajado en nada, que no sabe cómo se gana el dinero, cómo se ejerce una profesión, se crea un pequeño o mediano negocio, que sabe lo difícil que resulta en ocasiones juntar el dinero para las rayas de los trabajadores, para pagar los impuestos, el Seguro Social, el Infonavit, los gastos fijos como luz, agua, renta, etcétera. No los entiende, carece absolutamente de empatía, pues siempre ha vivido de la nómina gubernamental y de los ‘apoyos’ de sus violentos amigos, así como de las participaciones a los partidos políticos.

Siempre se le vio en amistad y compromiso con los anarquistas, con los revoltosos, con los que no producen nada excepto problemas, con los eternos marchistas y manifestantes, con los que grafitean, pintarrajean y destruyen patrimonio de particulares y público, reclamando cosas y derechos sin jamás cumplir con sus deberes cívicos y sociales.

Nunca se le vio, en compañía de sus violentas amistades, construyendo una escuela, un puente, un hospital, consiguiendo medicinas para los enfermos o cosas semejantes. Al contrario, siempre destruyendo, siempre criticando, sembrando desunión y violencia. El desmadre es lo suyo.

Origen es destino, advierte el viejo refrán, y al declarar López Obrador que su héroe es Ricardo Flores Magón, se entiende que la trilogía maldita del citado anarquista lo es también para él: «capital, autoridad, y clero». Respecto de la autoridad advirtió desde hace muchos años: “¡Al diablo con las instituciones!”, respecto del clero, mejor dicho, de la fe judeocristiana, la verdad es que nunca ha sido creyente, usó y engaño a evangélicos y católicos ingenuos para ganar sus votos pero su vida y acciones le presentan como enemigo de Dios y de su Palabra revelada, y en cuanto al capital, de nadie es un secreto su odio a los riquillos, a los conservadores, a los capitalistas, a los que por medio de su trabajo y esfuerzo logran las cosas.

Su amistad es con los violentos, con los narcos; su familiaridad y trato amable con la mamá del “chapo” (archi criminal que merece todos los respetos al inquilino de Palacio Nacional), la liberación de su nieto Ovidio detenido en Culiacán por el Ejército, así como el cierre de Reclusorios Federales y la absoluta impunidad que les ha concedido durante su mal gobierno así lo demuestran. Como ya se ha dicho en esta columna, es a los únicos que les ha cumplido. Para ellos «abrazos, no balazos»; los balazos son para los ciudadanos pacíficos, para los extorsionados, los asaltados, los robados, los secuestrados; cien asesinados todos los días son prueba inobjetable, y que, aunque salen de las armas de los narcos y violentos, el gobierno de AMLO no hace nada para detener la masacre.

Este tipo de amistad no es algo nuevo entre políticos. Basta recordar que desde los años ’60 en el siglo pasado, las guerrillas en Colombia y Venezuela pactaron con los narcos para protegerse mutuamente del gobierno, hasta que en los años noventa los guerrilleros se convirtieron en narcotraficantes de tiempo completo. El caso de Venezuela con Chávez y ahora Maduro, permiten ver la metamorfosis de un país que de ser potencia petrolera, cayó en la pobreza a causa de las actividades de narcotráfico de sus gobernantes, delito que conlleva maldición de una y mil formas (aunque se aparente y diga lo contrario).

Amistad perversa que en México queda en evidencia desde el momento que López Obrador no ha tocado a las bandas de narcotraficantes, permanecen intactas y en crecimiento, bandas cuya maldad e ingresos ilícitos han crecido y multiplicado como los brazos de los personajes de la mitología griega, haciendo la vida de los ciudadanos pacíficos y trabajadores una verdadera pesadilla de horror (el verdadero pueblo bueno, el que sostiene de pie este país y da de comer a todos) sin que el gobierno de AMLO haga absolutamente nada para poner orden y hacer valer la ley. Nada, IMPUNIDAD ABSOLUTA.

La guardia Nacional es un caro adorno, un lastre económico multimillonario utilizado solo para proteger al gobierno, para lucir en las calles y hacer creer a los ingenuos que sirven para algo. No es así, es un país bañado en sangre con autoridades bien pagadas, pero bien acuarteladas, SIN INVESTIGAR A NADIE, SIN DETENER A NADIE, Y MENOS CONSIGNAR Y SENTENCIAR A NADIE. Tal parece que los jueces quedaron para las venganzas políticas y los escándalos para desprestigio de los contrarios. Nada más.

En días recientes el gobierno de Estados Unidos señaló que un tercio de nuestro país está en poder absoluto de los delincuentes, aseveración que negó el presidente, como niega todo, pues todo lo pretende resolver con saliva, con mentiras, con engaños para tontos y fanáticos, con cifras y datos que no existen, pero que son su rutina como sucede con los comediantes. El problema es que estos últimos se dedican al entretenimiento, mientras que al presidente lo eligieron para gobernar el país; responsabilidad que no ha querido asumir perdiendo el tiempo con minucias y fantasías utópicas propias de su visión reducida y ambición enfermiza de poder.

Con 80 mil asesinados en lo que va de su gobierno, con secuestros, extorsiones, cobro de piso, desaparecidos, panteones clandestinos por todo el país, asaltos, robos, promoción del consumo de drogas desde el propio estado (a través de la ‘legalización’), incluso afuera del mismo Senado y demás, López Obrador ha mostrado con sus palabras, hechos e inacciones, que solo es presidente para grupos de anarquistas y bandas de delincuentes. Tal parece que a los demás mexicanos nos odia, quedándole la investidura demasiado grande pues un presidente debe gobernar PARA TODOS y siempre con el amparo y guía de la Ley.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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No podía ser de otra manera, su manera de hablar y de ser lo advirtieron siempre. Pensar que porque sus allegados aseguraban que ya había cambiado y él procuraba hablar con más mesura y creerlo, en realidad era un acto de ingenuidad, un auto engaño. El lobo se puso las ropas de la abuelita de Caperucita Roja pero continuó siendo el lobo.

 

El 27 de octubre del año 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador todavía no asumía el poder, se advirtió en esta columna periodística: “…Si López Obrador no entiende que la opción viable para el nuevo aeropuerto de Texcoco, la que recomiendan los que en verdad saben y pueden opinar, malo. Pero si esto no le importa y lo único que quiere es darse gusto a sí mismo y a la mafia de anarquistas que le sigue, peor. Estaríamos ante el parto de un futuro dictador”.

 

Lamentablemente para los mexicanos y el destino del país el parto ya se dio, el dictador ya se quitó la máscara. Para los ciudadanos interesados y enterados de la situación el destape del dictador era esperado, cuestión de tiempo, ya ocurrió. Las señales fueron múltiples, de hecho cotidianas a través de sus aburridas y tormentosas sesiones de adoctrinamiento en las que el tabasqueño, dominado de manera absoluta por su eterna ambición de poder le perdió para siempre, corroborándolo con sus decisiones. Difícilmente habrá retorno. Mussolini, Santa Anna y muchos otros de su clase lo afirman.

 

Y es que como decía Don Alfonso Reyes, a propósito del dictador Porfirio Díaz: “…No se es dictador en vano. La dictadura como el tósigo, es recurso desesperado que, de perpetuarse, lo mismo envenena al que la ejerce que a los que la padecen”. Cierto, el veneno inyectado por las palabras y hechos de este dictador costeño, ya corre a lo largo y ancho de este país, enemistando a unos contra otros, provocando enconos amenazantes y una pobreza no vista desde la época de la Revolución de 1910.

 

Con una consulta patito realizada en Chiapas (entre personas que no saben dónde está Texcoco y jamás se han subido a un avión) canceló el NAIM; de igual forma canceló una Cervecera en Mexicali que ya había invertido 1,500 millones de dólares; destruyó las redes de adquisición y distribución de medicinas; como también instituciones públicas y fideicomisos, aglutinando cuanto dinero había para comprar la voluntad de jóvenes y viejos (para perpetuarse en el poder).

 

Por otra parte, y sin olvidar que para ganar las elecciones pactó con cuanto grupo violento y anarquista se le sumara, lo cierto es que también de manera no muy velada se acercó a las bandas delincuenciales a las que prometió públicamente “abrazos no balazos”, y dicho sea de paso, quizá es a los únicos que les ha cumplido.

 

Criticando ferozmente la violencia padecida por los mexicanos durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, prometió acabar de inmediato con la inseguridad. Nada más falso. De hecho, cuando el Ejército detuvo al hijo del archi criminal Joaquín Guzmán Loera (a) ‘el chapo’, el presidente ordenó su inmediata libertad. Así lo confesó públicamente a los pocos días.

 

Al poco tiempo le vimos charlando en una gira por Sinaloa con la mamá de este mismo criminal con una camaradería inusual, prometiéndole atender su asunto. Incluso ha abierto las puertas de Palacio Nacional una y otra vez a los padres de los pseudo estudiantes vándalos y delincuentes de Ayotzinapa (asesinados precisamente por andar delinquiendo). En cambio para los empresarios y patrones que producen empleos, para los padres de los niños con cáncer, para los gobernadores de los Estados que no son de su dizque ‘partido’ (que en realidad es un grupo de choque político) y cuanto ciudadano de bien que tenga una petición justa, no tiene tiempo. Jamás los recibe. Así son los dictadores.

 

Sus mentes están enfermas a causa del poder. Carecen de la visión de estado y la del estadista les resulta del todo ajena. Orden y estado de derecho les resultan molestos y odiosos pues reprueban de antemano sus decisiones caprichosas y anárquicas. Ciencia, educación, académicos y prensa crítica les estorban también, por eso les molestan escritores, intelectuales, periodistas y todo pensador de la disciplina que sea. Les irritan e incomodan en demasía sus opiniones pues les exhiben ante el verdadero pueblo. Desnudan su impudicia e ignorancia, su falsa ‘honestidad’ que a diario pregonan.

 

El terrible manejo de la pandemia les ha exhibido de cuerpo entero. Mas de 300 mil muertos, aunque solo han reconocido poco más de 233 mil, son producto de sus decisiones equivocadas, de su actitud indolente y absurda tomada al principio. En un país donde se respete la ley, tanto el presidente, como el secretario y el subsecretario de salud, ya estuvieran sometidos a juicio. No solamente por las muertes. Los enfermos y los daños a las economías familiares como a la economía nacional han sido terribles y de muy difícil recuperación (aunque los medios cooptados o temerosos del dictador digan lo contrario).

 

Perder más de $300 mil millones de pesos por cancelar un aeropuerto de primer mundo (en el sitio adecuado y necesario), para construir otro a un enorme costo y en un sitio que no reúne las características para ser el principal del país, es apenas una de tantas acciones absurdas decididas desde el absolutismo y la ignorancia. Lista a la que se suma ese barril sin fondo llamado Pemex, en el que López Obrador puso al frente a un agrónomo que no tiene la menor idea de lo que esta paraestatal hace y requiere, lo que es peor, en un tiempo en el que la visión mundial energética está cambiando y con una enorme, costosísima y mafiosa planta laboral que entre sindicalizados y de confianza, seca cuanto dinero le entra y como matriz estéril pide más y más.

 

En la misma situación se encuentra la CFE, que aunque tiene como director a un hombre inteligente y con preparación de excelencia, lamentablemente Manuel Bartlett en el ocaso de su vida prefirió pasar al basurero de la historia que culminar con sapiencia y a favor de su país. Le ganó la ambición y el protagonismo. Qué pena, pero sobre todo para México, el país no merece tanto daño de tanta gente unida para destruirlo (aunque aseguren otra cosa, lo están destruyendo a puñetazos día con día).

 

Como es del dominio público, esta semana el presidente López Obrador se quitó la máscara de demócrata con la que obtuvo el poder en las urnas, para dejar salir al dictador que siempre ha traído dentro. De entrada, su protesta de cumplir y hacer cumplir la Constitución realizada el 1º de diciembre de 2018 la hizo añicos, la pisoteó. En un arranque de ira, de los muchos que tiene casi a diario, y a causa de que un juez federal concediera una suspensión provisional contra su ilegítima e inconstitucional contra-reforma energética; a la manera de cualquier dictador declaró, ya perdido todo control, que iba entonces a reformar la Constitución, la que había prometido cumplir y hacer cumplir. Es demasiado, no podemos (ni debemos) continuar así. Si el Congreso y el Senado no pueden ponerle un alto a tanta locura e ilegalidad, es tiempo que los gobernadores, los sectores cupulares, la clase académica, los intelectuales, líderes religiosos, sociales y demás representantes, hagan frente común y exijan el retorno al orden y el estado de derecho, y de no querer hacerlo, se le den las gracias al presidente y se busque otro, pues nomas ganó las elecciones, no compró un país. A los dictadores, no los queremos ni en los libros de historia.

 

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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