López Obrador ha llegado demasiado lejos. Su manía destructora no tiene límites, en su delirio cree que es dueño del país, por lo que dispone de los recursos y bienes nacionales a su antojo, como si fueran de su patrimonio personal, aunque en su desvarío viola cuanta ley y norma se le atraviese en su camino. Para un individuo como él sus deseos y caprichos suplen a la ley.
¡Así que no me vengan con que la ley es la ley!, amenazó desde el principio de su dictadura, guardando silencio quienes debieron de atajar de inmediato su violento exabrupto, toda vez que sus palabras eran una amenaza directa contra el estado de derecho. En cierto sector de la prensa y entre pensadores y escritores señalamos de inmediato su amenaza contra el orden constitucional (gravísimo al venir del presidente).
La cuestión es que el titular del poder ejecutivo (cuesta trabajo decirle presidente a quien no se ha comportado como tal y mucho menos ha respondido a sus deberes) ha gastado los dineros de la nación por demás en forma caprichosa. No siempre ha sido el Congreso quien ha etiquetado las partidas presupuestales, en este sexenio, los caprichos del autócrata han estado por encima de la ley sin consecuencia legal alguna. Su palabra es la ley, mejor dicho, está por encima de ley.
Las necesidades de los mexicanos, así como las normas que nos rigen, unas y otras han estado sometidas a los caprichos del tabasqueño. Habiendo sufrido una pandemia que nos dejara más de 800 mil muertos, que golpeara también al sector salud a causa de la desatención del gobierno federal (México fue de los países con mayor número de doctores y personal de salud muertos) y López Obrador los ha tratado como si no existieran.
El director del Seguro Social se ha comportado como un simple empleado de AMLO, ajeno absolutamente a la razón de ser de esta necesaria e importante institución para la salud de sus derechohabientes. Para el jefe como para el empleado, su cosmovisión se reduce a MORENA, a su dizque movimiento, que, dicho sea de paso, se comporta más como simple banda o grupo.
Pasó la emergencia y la condición del IMSS no mejoró, al contrario. El que cobra como presidente en lugar de contratar más médicos mexicanos, que los hay, lo que hizo fue traer médicos de Cuba, que de entrada quiere que se acepten como artículo de fe ¿Quién nos asegura que realmente sean médicos? ¿Quién nos puede asegurar que no se trata de agentes castristas que vienen a ayudar al tabasqueño en su proyecto totalitario?
Para agregar todavía mayor daño a los mexicanos, así como al gremio médico y las finanzas públicas, López Obrador ha despreciado a los médicos nacionales y de nueva cuenta nos enteramos que ha contratado otros 2,700 MÉDICOS CUBANOS, que ya estaban 950, sumando con estos un total de 3,650 de supuestos ‘médicos’ (Mural, 17/Jul/2024). ¿Los médicos mexicanos desempleados y los cubanos sumados a la nómina (y en dólares)?
En todo ha resultado incongruente y falsario López Obrador. Siempre dándose golpes de pecho nacionalista y entregando el país a los cubanos, o cuando menos mostrando más simpatía y afecto por ellos que por los mexicanos ¡Sí, por los cubanos! No se puede olvidar que en diciembre pasado regaló tractores, insumos y viveros para el gobierno de ese país con un costo de millones de dólares (Diario de Cuba, 13/Dic/2023); mientras que al campo en México le ha abandonado o dejado en manos de los criminales que aterrorizan y esclavizan a nuestros campesinos.
Y por si no fuera suficiente semejante traición a la Patria, el tabasqueño ha enviado al gobierno de Cuba 7 millones 435,000 barriles de petróleo entre el año 2023 y el primer bimestre de 2024 (El Financiero, 26/Feb/204). ¿Y el Congreso?, ¿Y la Fiscalía General de la República?, ¿Y las Instituciones de poder públicas y privadas?
Pero el amor y generosidad del tabasqueño para los cubanos no quedó ahí. De hecho, desde la pandemia, preocupado por la salud de sus amigos, envió barcos con mucha ayuda (aunque aquí en México las muertes superaran las 800,000 mil por falta o insuficiente atención médica). El primer embarque “José María Morelos II” salió el 26 de julio con 100,000 barriles de diésel, para abastecer de energía a los hospitales en la isla. Aunque en el segundo barco insumos médicos y alimentos llegaron en abundancia: jeringas, tanques de oxígeno tipo T y cubrebocas, leche en polvo, frijol, harina de trigo, latas de atún y aceite comestible. (Expansión Política, 27/Jul/2021) ¡Candil de la calle y oscuridad de casa!, señalaban las abuelas a este tipo de conductas incongruentes.
Sin duda que hay muchas dádivas en dinero y especie que AMLO ha entregado a Cuba, pero que debido a la prensa las ha mantenido ocultas. Sin embargo, de las que se conoce, de las que son del dominio público, lo cierto es que el presidente debe ser enjuiciado por semejantes atribuciones. No es el dueño de los dineros públicos, como tampoco de los recursos nacionales (barcos, petróleo, tractores, medicamentos, comida, etcétera).
Tampoco es el dueño del Instituto Mexicano del Seguro Social, solamente es el presidente del país, de manera que, si dicha institución requiere de la contratación de médicos, las plazas deberán ser ocupadas por profesionistas de la salud mexicanos (del nivel que sea, los hay). Pero de ninguna manera por extranjeros. Además de ser ilegal, resulta una verdadera incongruencia ¿El adalid de los pobres, resulta que es de los pobres de Cuba?
Porque con tal número de dizque ‘médicos’ antillanos en la institución, será mejor que cambie el nombre por INSTITUTO CUBANO DEL SEGURO SOCIAL, aunque para ser más congruentes López Obrador debería dejar ya el poder ejecutivo e irse a isla, para que allá, donde lo quieren y los quiere, le nombren PRESIDENTE DE CUBA, y así todos contentos ¿No cree usted estimado lector?
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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