Opinión

Con la salud del pueblo no se juega y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador lo hizo y tenemos las consecuencias a la vista de todos. Aunque nadie esperaba la epidemia de coronavirus que azota al mundo (hasta que a finales de 2019 aparecieron las primeras notas provenientes de China), lo cierto es que el actual régimen se inició desmantelando el sector salud.

Con el pretexto de la corrupción —argumentando contratos dañinos al erario— y para reordenar las compras de medicamentos e insumos, pusieron en tan delicado asunto a personas improvisadas que no tenían la menor idea de lo que hacían, ni de la importancia que sus pésimas decisiones ocasionarían, dañando de manera grave la provisión de suministros y con ello dejando al sistema hospitalario como una especie de gran ejército sin armas ni balas.

Como chivos en cristalería destruyeron las redes de compra y distribución de medicamentos e insumos que el gobierno había implementado a través de décadas. Nadie duda que hubiera corrupción. El problema es que en lugar de poner un alto a compras amañadas y consignar a los culpables, tiraron, como reza el viejo refrán, al niño con todo y agua sucia de la tina. Todo pasó: dejaron sin medicinas a hospitales y clínicas de todo el país y los supuestos corruptos tan libres como el viento.

Quiere decir que realmente las intenciones del entonces gobierno entrante eran otras. Quizá desde el principio la idea era negociar con los chinos o algún otro país antaño comunista (ahora simples dictaduras con gustos burgueses, pero que mantienen a sus pueblos tiranizados con mano férrea) y acabar con la industria farmacéutica nacional. La balandronada de que “tendríamos un sistema de salud como el de Dinamarca” puede entenderse como fanfarronería, un pretexto para sus absurdos y pueriles cambios en un sistema de salud que, si no era bueno, podía mejorarse con atención y sapiencia. No la hubo: solo destrucción e incapacidad.

    Y es que, la improvisación y la incapacidad ha sido el sello del gobierno lopezobradorista; legiones de otrora marchistas, de eternos manifestantes y paristas, de pronto, y sin cubrir el perfil requerido, fueron colocados en cargos públicos por el único mérito de haber sido parte de la campaña y triunfo electoral del tabasqueño. Los resultados y consecuencias los estamos padeciendo todos los mexicanos. Bueno, no todos, tanto AMLO como la mayor parte de sus incondicionales no parecen darse cuenta de lo que sucede, viven en una realidad alterna inventada por el inquilino de Palacio NacionalLos lacayos miran las hermosas vestiduras del monarca cuando la realidad es que se encuentra totalmente desnudo (como en “El traje nuevo del emperador” de Hans Christian Andersen).

El presidente mexicano camina desnudo, y su corte de aduladores le celebra y festeja sus falsos logros y nulas acciones como si realmente existieran. Atrapados por una pandemia ya sin control que mantiene aterrorizados a los mexicanos pensantes y conscientes de lo que sucede (ya que hay otros millones de irresponsables que se quedaron en el consejo que AMLO les dio en los primeros meses, es decir, que no era grave la cosa, que se abrazaran que no pasaba nada, que salieran, que los cubrebocas no servían”, mientras que su escudero en salud, el hablantín Dr. López Gatell afirmaba que el coronavirus era cosa no grave, que era peor la influenza, y tantas y tantas mentiras con las que inocularon a ese sector de la población contra la verdad) AMLO, como en la historia mencionada, en la que el rey descubre la realidad y el engaño con el niño que grita que el monarca va desnudo; el presidente parece entender apenas la gravedad y magnitud de la desgracia de salud que nos azota.

Al día de hoy los muertos por el coronavirus ya suman 117,249 (18/Dic/2020) y los contagios 1’301,546 (sin contar a los que no están en la estadística oficial y que se considera es superior). Lo peor de todo es que el presidente en lugar de hacer un alto, de hacer caso al consejo de los expertos en estos delicados temas (como es el caso de los ex secretarios de Salud) y recibir orientación y asesoría por el bien de los mexicanos y de México; se sube de nuevo a su trineo de fantasías (que él considera falsamente ideología) y contrata de nuevo y a espaldas de los mexicanos a 500 doctores cubanos para que ataquen la pandemia (Mural, 18/Dic/2020).

En verdad, se necesita odiar y detestar mucho a los mexicanos y tener un hambre irracional de poder para traer a estos hombres que ni necesitamos ni son bienvenidos. Hay miles de médicos mexicanos sin una plaza y que es el momento de abrirles la puerta —y conceder un respiro a los fatigados médicos que han estado al frente— y en lugar de contratarlos, dilapida los pocos dineros que nos quedan regalándoselos a los de fuera. En verdad, cuánta incongruencia y perversión.

Le pesó comprar las medicinas para los niños con cáncer y para muchas otras enfermedades ¿y no le pesa traer estos extranjeros que van a costar cientos de millones de pesos? Queda claro que otras son las razones, sobre todo políticas, para traer a estos cubanos. Nada tienen qué enseñar a nuestros médicos. Lo que necesitan nuestros sufridos y ya fatigados médicos son medicinas, equipo e instrumentos necesarios y urgentes para hacer su labor sin tantas carencias (como ha sucedido hasta ahora). ¿Por qué no abrir nuevas plazas o contratos por un año a médicos mexicanos?

En un mundo polarizado en el que algunos líderes políticos usan falsamente la bandera del “comunismo” para justificar sus dictaduras, aunque este ya no exista, como es el caso de Cuba, Venezuela y Nicaragua, a la manera del cadáver del Cid campeador matizan o barnizan algunas de sus acciones con lenguaje ideológico para dar aparente legitimación. Lo dicho con la salud no se juega, y AMLO solo ha mostrado improvisación, incapacidad y fantasías.

 

ASESINATO DE ARISTÓTELES SANDOVAL

 

El asesinato del ex gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval en Puerto Vallarta, corrobora por enésima vez la incapacidad del actual gobierno. La expresión airada de Jesús Zambrano (PRD), un auténtico hombre de izquierda (y ex guerrillero), describe en pocas palabras la situación y desnudez del régimen: “El lamentable asesinato de Aristóteles Sandoval reafirma el fracaso de la estúpida estrategia de “abrazos, no balazos” contra la inseguridad. Levantar memoriales como en Bavispe, Sonora, es mera demagogia presidencial”. (Twitter, 18/Dic/2020)

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Una cosa es que al presidente López Obrador y a su delfín López Gatell les importen un comino las vidas de los mexicanos muertos por el coronavirus, y otra muy distinta es que no tengan responsabilidad legal en semejante tragedia, son dos cosas muy distintas. Nadie les acusa de la epidemia, la acusación en todo caso sería en la manera como decidieron enfrentarla y han continuado haciéndolo.

Las políticas públicas que tomaron y la forma tan irresponsable como lo hicieron, son causa y efecto de cuando menos la mitad de esas 113,019 muertes ocurridas hasta el día de escribir este artículo (11/Dic/2020). Mientras que los contagios han llegado ya a 1’229,000 lo que muestra que a causa de su estrategia fallida la plaga se encuentra sin control. Las sesiones de adoctrinamiento mañaneras —malamente llamadas ‘conferencias de prensa’— por más que ha mentido el presidente y ha domado varias veces el virus asesino, lo cierto es que los bichos ni conocen a AMLO, ni saben de política, ni se someten a los caprichos de gobernante alguno. Lo único que los aniquila es el estudio y resultados de la ciencia, pero como al tabasqueño la ciencia no le importa; no solo no se ha apoyado en ella, sino que le ha recortado y en algunas áreas quitado el presupuesto ¿En un momento de vida o muerte no deberían haber actuado exactamente al revés?

Desde este espacio se dijo una y otra vez la necesidad de tomar en serio la epidemia y no escatimar recursos. No se hizo:

 

—  En primerísimo orden se encuentra la salud de los mexicanos… Salud que el titular del Ejecutivo remedia fantasiosamente con declaraciones, cuando la realidad es que el sector salud oficial actualmente es un desastre (con sus honrosas excepciones); hospitales y clínicas sin medicamentos o en ocasiones caducados o adulterados (como sucedió en el hospital de Pemex en Tabasco), con carencia de instrumental médico, de insumos de todo tipo, incluyendo los de limpieza y las reparaciones de baños.

     Y si a este caos y mundo de deficiencias le agregamos la poca o nula capacidad de respuesta oficial para remediar (a tiempo y de manera adecuada) semejante amenaza, el cuadro pasa del desaliento al horror…” (Análisis y Propuesta 22/Mar/2020)

 

Y por si no les fuera suficiente su torpeza e indolencia, cancelaron el Seguro Popular dejando a la mitad de los mexicanos sin manera de atender sus enfermedades y con un sistema de salud colapsado. En caso de aumentar los contagios por la pandemia ¿cómo y dónde atenderán a los enfermos? Se necesita en verdad ser un egoísta recalcitrante y un cínico a prueba de todo para no querer ver lo que sucede y tomar las medidas y acciones que reclama la situación. No son pocas las voces que acusan al gobierno de estar manipulando las cifras de contagios y enfermos, situación que conduce a los jaliscienses a pensar ¿Intervino el gobierno federal para que le cancelaran al gobierno de Jalisco el pedido de 20,000 pruebas rápidas para coronavirus? (Análisis y Propuesta 27/Mar/2020)

 

Es absurdo y enormemente dañino que continuemos con las mismas medidas. LOS QUE SE DEBEN AISLAR SON LOS ENFERMOS Y LOS PORTADORES, de implementarse a manera de ya campañas en todos los medios obligando a los enfermos y portadores a buscar la ayuda médica y a quedarse en sus casas (u hospitalizarse)Asunto que requiere ser acompañado de pruebas contra el coronavirus al alcance del pueblo, sobre todo en ciudades o zonas donde se han detectado la mayor parte de los contagiados. La reclusión se ha convertido en palos de ciego que nos están causando terribles daños y que traerán una enorme pobreza, hambre e inseguridad…”  (Análisis y Propuesta 25/Abril/2020)

 

Guardar el dinero para regalarlo a ninis parásitos, ancianos (con y sin necesidad) y otros grupos, para utilizarlo en las elecciones del año próximo —bajo el pretexto de una falsa ‘austeridad’—; privó al sector salud del equipo y medicamentos necesarios para enfrentar esta plaga no vista quizá desde la época renacentista, cuyos daños en vidas, patrimonios y futuro nacional no acaban de cuantificarse. Su pronóstico, grave en gran manera, todavía nos depara sorpresas. Sorpresas en ningún momento contempladas por el presidente ni por ese hombre que, aunque tiene un título de médico y un posgrado en epidemiología en el extranjero, su mente y corazón no tienen nada que ver con la profesión. Su ambición política y su zalamería para con su jefe le perdieron.

A tal grado llegó su actitud lacayuna que a nivel nacional se atrevió a decir “que la fuerza del presidente es moral, no de contagio”, ratificando y avalando vez tras vez y en oposición a la ciencia los dichos y hechos de su jefe (que dijo que cierto amuleto le defendía del coronavirus), confundiendo y trastornando la visión del pueblo acerca de los cuidados y conductas que debieron tomarse a tiempo para evitar las cadenas de contagios.

Pero nunca estuvo solo, fue acaso el eco del inquilino de Palacio Nacional, quien en su irresponsabilidad decía al pueblo, que más que bueno resultó ingenuo en gran porcentaje: “no pasa nada, abrácense”“salgan a comer a la calle, a la fonda”en tanto que su fiel escudero López Gatell aseguraba que el coronavirus no era de peligro, que era más peligrosa la influenza. Sus palabras hoy los juzgan.

      La risa sardónica de López Obrador es indigna de un auténtico mandatario, muestra patética de su personalidad frívola y ególatra, adicta hasta lo irracional al uso y disfrute del poder, pero ajena absolutamente a las responsabilidades que éste conlleva. Su adicción al micrófono y las cámaras, de ser el centro de la atención, son síntomas y expresión de su verdadera enfermedad del corazón.

Al confrontar su postura con la de otros gobernantes, valga el caso de Angela Merkel de Alemania, López Obrador queda exhibido y su responsabilidad penal al descubierto (no se diga la de López Gatell). Con una población a la mitad de la que México tiene, en Alemania las muertes por coronavirus son hasta esta semana 21,086. Pero habrá de reconocerse que su gobierno ha hecho todo lo que está de su parte para evitar mayores muertes y contagios. No así en México.

La canciller Merkel en un acto de ética y absoluta sinceridad (muy propios de su persona), advirtió esta semana al pueblo alemán sobre la necesidad de una mayor conciencia y participación de todos para evitar más muertes y contagios: “…Lo siento, realmente lo siento desde el fondo de mi corazón, pero si el precio que pagamos es de 590 muertes al día, eso es inaceptable para mí”, concluyendo su fuerte y sincera exhortación: “…si tenemos demasiados contactos antes de Navidad, y luego es nuestra última Navidad con nuestros abuelos, entonces habremos sido negligentes”.

Aquí todo se ha trivializado, politizado, juegos con semáforos de colores, uso de estadísticas de la pandemia para atacar a los contrarios, todo se ha hecho con desdén y sin medir las consecuencias. Desmantelaron el sistema público de salud (el 90% de los mexicanos no tiene acceso a la medicina privada), desaparecieron el Seguro Popular y crearon un sistema que solo existe en el papel y en la mente del presidente, dejaron sin medicinas, equipos e insumos a hospitales y clínicas públicas, y a los médicos, enfermeras, químicos y demás, que enfrentaran esta terrible guerra sin armas. La ayuda oficial solo era de saliva en las mañaneras.

México ha sido el país más golpeado en los profesionales de la salud. Día con día las muertes de médicos, enfermeras, laboratoristas, y demás personal, se suman a causa del coronavirus. La revista inglesa especializada The Lancet así lo ha publicado y muchas otras lo corroboran.

Ante esta tragedia, ante este panorama de muerte, desolación y dolor, con un gobierno que solo piensa en las elecciones del año próximo y en las del 2024, los líderes de opinión, universitarios, empresariales, religiosos, intelectuales, y el pueblo todo deben preguntarse: ¿Y QUIÉN ES RESPONSABLE O VA A RESPONDER POR LAS 113,019 MUERTES DE CORONAVIRUS? Porque queda claro y con suficientes evidencias y hechos que la pandemia no se atendió con el cuidado y apoyo de la ciencia (se pudieron evitar decenas de miles de muertes); que se trivializó y polítizó al punto de atreverse a decir el presidente “¡QUE LA EPIDEMIA LES CAYÓ COMO ANILLO AL DEDO!”. Dedo que debe ser visto por la FGR y confrontar a los dos López con sus responsabilidades legales.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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Como se dijo la semana anterior, el cinismo del presidente López Obrador carece de límites y antecedentes, mueve incluso a cuestionarse sobre su salud mental. Su discurso pronunciado el día primero con motivo de haber concluido su segundo año en la presidencia es para dejar asombrado a cualquiera. La lista de mentiras y fantasías de supuestos logros de su mal gobierno es para dejar con la boca abierta al más flemático.

Y al ser la lista de falacias enorme y de gravedad, se señalan a manera de reflexión algunas, toda vez que sus declaraciones triunfalistas no concuerdan con la terrible realidad: la pandemia (que hasta el momento de escribir este artículo los muertos ya sumaban 108,173 y los infectados 1’144,643, claro, los que contabiliza el gobierno pues se considera que la cifra es cuando menos al doble); los niños y adultos enfermos de cáncer muertos o agravados por falta de medicamentos y atención médica; la economía en franca debacle; y por supuesto; la delincuencia de todo tipo y tamaño que además de estar desbordada y engreída, mantiene aterrorizada a la inmensa mayoría de los mexicanos, debido a la IMPUNIDAD ABSOLUTA de que goza esta fauna. Una fauna asesina, cruel, perversa y carente de todo sentimiento humano. Desgracias que no concuerdan con las descaradas mentiras dichas por el inquilino de Palacio Nacional.

Así que, escuchar al presidente López Obrador decir en su falaz y triunfalista discurso, que “ahora se respeta la constitución, hay legalidad y democracia, se garantizan la libertades y el derecho a disentir, hay transparencia plena y derecho a la información, no se censura a nadie, no se violan los derechos humanos, no se reprime al pueblo, no se organizan fraudes electorales desde el poder federal, el gobierno ya no representa a una minoría si no a todos los mexicanos, se gobierna con austeridad…—  para luego rematar su retórica falaz con una frase a toda luces inaceptable: “…se gobierna también con autoridad moral, no se tolera la corrupción ni se permite la impunidad”, no solo irrita, sino que indigna al ciudadano enterado del acontecer nacional.

De hecho, y al carecer de frenos y equilibrios, cual energúmeno subió de tono a su afirmación y a las 17:23 se atrevió a decir: “En mi gobierno, la autoridad no se asocia con la delincuencia, no hay impunidad para nadie, y aunque todavía falta mucho para pacificar al país, sostenemos con hechos que se revirtió la tendencia a la alza en la mayoría de los delitos que se cometían”.  

Resulta imposible en verdad aceptar semejantes afirmaciones siendo como es la cara contraria de la realidad. Una realidad sangrienta que enluta y aflige a decenas de millones de mexicanos sin que el tabasqueño no haga otra cosa que conceder total impunidad a los criminales y lucirse en las mañanas ante los paleros que le siguen declarando mentiras para engañar a los ilusos y mal informados.

Con más de 65 mil asesinados en estos dos años, el 99 por ciento de estos impunes; con miles de desaparecidos; con 1887 secuestros en 2019; decenas o cientos de miles de negocios y personas sometidos a extorsión (que no es otra cosa que un impuesto del hampa tolerado por el gobierno, lo que hace que la carga tributaria haga imposible la vida de los ciudadanos); con las vías de trenes bloqueadas por vándalos terroristas que se hacen llamar ‘maestros’ (aunque sean simples maistros, vándalos enemigos del orden y progreso del país); asaltos a Bancos, cuentahabientes, negocios y transeúntes; robos a casetas de autopista, camiones de carga, negocios, casas habitación, cibernéticos, etcétera; así como 750,000 desplazados anualmente a causa de la violencia y el crimen organizado (según datos del INEGI); su aseveración de que “se revirtió la tendencia a la alza en la mayoría de los delitos que se cometían”, le exhibe como simple mentiroso. Que su moralidad no tiene nada que ver con la Cartilla que promueve (escrita por Don Alfonso Reyes), al contrario, le acusa. 

Digámoslo clara y abiertamente, la IMPUNIDAD CONCECIDA POR EL GOBIERNO DE LÓPEZ OBRADOR A LA DELINCUENCIA es la causa de tantas muertes y violencia en el país. El lo sabe perfectamente y si deja que así corran las cosas es una de dos: o el valor que tanto presume no lo tiene (para aplicar la ley e imponer el estado de derecho), o tiene lazos con la delincuencia (como lo hizo Maduro en Venezuela y las FARC en Colombia en décadas pasadas) y lo que se pretende es empobrecer el país destruyendo los medios de producción, es decir, el sustento y vida digna de los mexicanos con el propósito de establecer una vulgar dictadura populista de la más baja estofa.

Queda claro que no le interesan los pobres ni mejorar la vida de los que menos tienen. La reciente desgracia ocurrida en Tabasco y Chiapas le tumbó la máscara. El actor principal de esta comedia bufa demostró ser un simple Narciso encarnado en Tabasco, un ególatra enfermo de poder que a la manera de los adictos requiere todas las mañanas y a todas horas de ser visto, reconocido y aplaudido. Los demás, es decir, 130 millones de mexicanos no le importan, si acaso unos cuantos para incluirles en sus tediosos y falaces discursos (sus acólitos y fanáticos seguidores). ¡No más!, dos años de impunidad para la fauna criminal, destrucción, y palabras vacías, son el sello de este depredador político.

Para desgracia de México la Prensa, y la sociedad no se diga, han sido benévolos con él —sin mirar hacia el futuro cercano—, permitiendo que como mandatario no solo sea una nulidad y un desastre, sino que utilice los dineros públicos para comprar voluntades y silenciar conciencias, en lugar de atender las urgentes necesidades sociales (como salud, educación, ciencia, carreteras, etcétera). El silencio cuando se debe hablar es dañino y trae siempre consecuencias.

Esto son a final de cuentas la mayor parte de las ‘ayudas’ a los ninis parásitos y demás programas repartidores de dineros públicos (compra de voluntades y silencio de conciencias) ¿Qué caso tienen entonces las pensiones del IMSS, las AFORES y demás? Queda en evidencia que millones de mexicanos no están utilizando las neuronas para lo que Dios nos las concedió, ya que no consideran en absoluto que dichas ‘ayudas’ vienen de los impuestos de los negocios, es decir, de los que trabajan (patrones y empleados). Ni siquiera piensan que ese dinero y de seguir las cosas como las lleva este presidente parlanchín y falaz, pronto no les llegará, se acabará. La idea estúpida de la maquinita para hacer billetes con Echeverría quedó desmentida. Las devaluaciones mostraron que dinero sin producción y riqueza que lo avalen son meros bilimbiques.

Así que habrá que cuidar también que López Obrador (y el Congreso) se mantengan lejos del Banco de México, que su independencia y autonomía sean cuidados así por el bien de todos. Que, Prensa y sociedad toda, exigamos al presidente que pare este mar de sangre o que renuncie. Que haga valer la ley a manera de ya, que se deje de andar en campaña (que parece que es lo único que sabe hacer) y someta a la enorme fauna criminal al imperio de la ley, ya que hasta hoy y teniendo en cuenta que hay un 99% de impunidad para los delincuentes, a Andrés Manuel López Obrador se le puede considerar el rey de la impunidad.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

mahergo50@hotmail.com

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El cinismo del presidente López Obrador carece de límites y antecedentes, al menos en el pasado reciente. Tendríamos que remontarnos al siglo XIX con otro López (de Santa Anna) para tener un comparativo adecuado. Y es que, su manera de enfrentar los problemas de su gobierno, exhibe ausencia de integridad y valor, muestra abiertamente una conducta mezquina, perversa, incapaz de enfrentar las necesidades de los mexicanos, sean del orden que sean, buscando siempre a quien culpar en lugar de resolver. Esa ha sido la constante.

Su más reciente y reprobable declaración en este sentido —aunque casi todos los días lo hace— sucedió en esta semana, en la que al ser cuestionado en una de sus reuniones de campaña matutinas (malamente llamadas conferencia de prensa, porque no lo son) acerca de la grave y terrible violencia que padecen las mujeres en nuestro país, AMLO declaró “que la violencia que padecen las mujeres en México es el ‘fruto podrido’ que dejaron 36 años de política neoliberal”.

    Se requiere de ser un cínico a toda prueba para declarar semejante cosa. Y en verdad que se respeta la investidura presidencial y se desea respetar a la persona que ocupa el cargo, pero hay situaciones que vuelven imposible tal respeto ¿cómo respetar a alguien que no acepta sus yerros y los remite siempre a otros? ¿cómo respetar a una persona que al aceptar la presidencia protestó cumplir y hacer cumplir la ley, lo cual no ha ocurrido en absoluto? ¿cómo respetar a quien ha fomentado la impunidad hasta convertir el país en el paraíso de los delincuentes?

Si su declaración, vertida en el ‘Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer’, la hubiese hecho el día siguiente a su toma de protesta, aunque no era cierta ni reflejaba la realidad, se le hubiera pasado por alto. Pero han pasado ya dos largos años, tiempo en el que NO HA HECHO ABSOLUTAMENTE NADA para remediar esa desgracia que enluta a miles de familias y mantiene atemorizadas a millones de mujeres, tiempo en el que además de desmantelar o debilitar las Instituciones públicas, lo único que ha hecho es concentrar el dinero y el poder en sus manos; transformando (allí si cabe su palabreja) la democracia mexicana en una autocracia en vías de dictadura.

Así que culpar a los gobiernos anteriores de lo que ocurre con las mujeres en el país, lo único que hace es mostrar ante los mexicanos SU INCAPACIDAD para resolver este gravísimo problema, su frivolidad, incompetencia, su falta de ética, de valor, y hombría en el sentido exacto de la palabra. Culpar a otros de las responsabilidades propias le convierte y lleva al campo del cinismo y se expone de paso a la falta de respeto y credibilidad. Los delitos cometidos desde el 1º de diciembre de 2018 y hasta el último día de su gobierno, acéptelo o no, le corresponde prevenir, perseguir y resolver a ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR y solamente a él. ¡A nadie más!

Otro de sus grandes y graves errores, de su indigencia moral, es la politización de todo cuanto sucede, politización en la que él y su remedo de gobierno (4-T) son los únicos buenos, y los malos siempre son los contrarios, los conservadores, sus enemigos, los fifís, los neoliberales y cuanta ofensa se le ocurra en el momento.

Atreverse a declarar que “la violencia que padecen las mujeres en México es el ‘fruto podrido’ que dejaron 36 años de política neoliberal”, le exhibe de cuerpo entero en su incapacidad, en sus mentiras. Le desnuda ante los mexicanos como un hombre indolente y sin principios, que no ha afrontado este problema y de ninguna manera se puede aceptar su declaración. Ni siquiera a manera de excusa.

Habrá que recordarle que apenas resultó vencedor en las elecciones del año 2018, se dedicó a declarar de todo y aparentar que ya era presidente en funciones (faltando al respeto al gobierno en turno), anunciando que iba a hacer esto, lo otro, etcétera. La cuestión de fondo es que una cosa es decir y otra muy distinta hacer. Y López Obrador como presidente no ha hecho prácticamente nada a favor del país. Si acaso atacar las Instituciones, debilitarlas y disfrutar las riendas del país como si fuera un asunto patrimonial.

En cuanto al tema que nos ocupa, su deber desde el día 1º de diciembre de 2018 era haber implementado un programa, que pusiera un alto a los asesinatos de mujeres y las incontables agresiones, que además previniera esas conductas delictivas que tanto están dañando la vida de miles de familias en el país —y que mantienen en temor continuo a millones—; y que hiciera justicia a través de los sistemas judiciales en el país. Nada de esto sucedió.

Lo único que hizo fue poner a su colaborador Alfonso Durazo al frente de la Secretaría de Seguridad quien, como su jefe, además de no hacer nada para detener el problema, dejó ver que no tenía la menor idea de cómo hacerlo. Y para Ripley, el presidente, después de dos años de fracaso de su amigo, con más de 60 mil muertes y un país bañado en sangre y violencia, lo premia enviándole de candidato de Morena al Estado de Sonora. ¡Ver para creer!

López Obrador está obligado, las condiciones del país así lo ameritan, a tomar decisiones radicales a favor de México. De entrada, tendrá que deshacerse de tanto inútil y zalamero que le rodea e invitar a su gobierno a mexicanos capaces que le ayuden a resolver los problemas que nos están ahogando (mientras que se puede, pues si continúa en su tozudez no habrá quién acepte). Ser incondicionales y jamás contradecirlo no significa nada para el país, quizá retroceso y caos.

Esta situación nos recuerda a la Francia del rey Carlos X en 1829, quien, como escribiera un reconocido diplomático de aquella nación y en un momento que requería de los mejores para salir adelante: (el rey) “adoptó la insensata resolución… de llamar a su Consejo a los hombres más impopulares del país, que apenas tenían otro mérito que su ciega obediencia a la obstinación del infortunado rey, se hizo evidente a todos que caminábamos con paso firme hacia el abismo” (Memorias de Talleyrand, Ed. Desván de Hanta, pág. 393).

Las pocas acciones de gobierno que ha tomado el presidente son para asuntos de relumbrón e innecesarias, y las necesarias y urgentes, o da palos de ciego o permanece inmóvil. Tomando sus propias palabras, el “fruto podrido” de las mujeres asesinadas y violentadas, se le ha podrido en sus manos y hay sangre en ellas. La incapacidad y el no hacer nada causan complicidad. Es evidente que el cargo le resultó enormemente grande y ante ello sólo tiene dos opciones: o renuncia en un acto de honor y conciencia, o renueva a tiempo su gabinete con personas capaces y voz crítica, con valor para hacerle ver sus incontables yerros y las auténticas necesidades y prioridades nacionales, toda vez que su cinismo hasta hoy visto, ya resulta inadmisible.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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