Opinión

La incapacidad, incongruencia, ignorancia y mala fe del actual gobierno no parecen tener límites. El decir y el hacer son antagónicos en este equipo de improvisados, que gustan de darse baños de pureza, pureza por demás ajena a sus acciones y dichos. El propio presidente López Obrador es prueba patética del divorcio entre lo que se dice y lo que se hace. En el llamado Proyecto de Nación para su gobierno, propuso “impulsar una política nacional de medicamentos y de otros insumos médicos que garantice la sustentabilidad, mediante el fomento de la producción nacional, pública y privada”. Nada más falso. El presidente está aniquilando una Industria que además de ser prioritaria para la salud de los mexicanos, genera más de 250 mil empleos directos y 500 mil indirectos.

En su demagógica y falsa campaña contra la corrupción. Una pausa: corrupción también es dejar libre al hijo del ‘chapo’ cuando ya estaba detenido. Corrupción es dejar que cuanto vándalo desee secuestre camiones y choferes, roben el peaje de las casetas, descarrilen trenes para saquear la carga, obstruyan las vías con supuestas demandas sociales (ocasionando pérdidas multimillonarias a la economía nacional), robo de combustibles, gas, etcétera. Corrupción es atender privilegiadamente a los padres de los 43 vándalos de Ayotzinapa y no hacer justicia ni atender en absoluto a los parientes de los 56,147 mil asesinados durante su mal gobierno. Corrupción es dejar que las bandas delincuenciales asesinen 3000 ciudadanos cada mes, que tengan aterrorizada a la población, le cobren impuestos (cobro de piso) y el gobierno no mueva un solo dedo. La impunidad total es corrupción total.

Decíamos pues que en su falsa campaña contra la corrupción enderezó sus baterías contra la industria farmacéutica, y en particular contra los proveedores del sector público de la salud, lo cual de ser cierto hubiese sido bueno y acertado. El problema es que además de no comprobarse (ni meter a la cárcel a nadie), dejó semejante encargo a personas que no tenían la menor idea de lo que estaban haciendo, que como chivos en cristalería arremetieron contra todo(s) destruyendo una red de proveedores y distribución que llevó más de medio siglo en conformarse; dejando hospitales y clínicas sin los medicamentos necesarios y por consecuencia con muertes y deficiente atención para los pacientes.

Si había hechos de corrupción, que sin duda los había, pues somos un pueblo con un elevado porcentaje de doble moral, debieron de atacar éstos y NO A TODA LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA. El corazón envenenado del presidente, al que debieron de meterle en la cabeza algunos cortesanos que todo estaba podrido y corrompido, le llevaron a arremeter contra gigantes que eran simples molinos de viento que traían bienestar. Se confundió el todo con la mancha producida por algunos. Se olvidó que en el comercio existen las leyes de oferta y demanda, del regateo de precios. Por eso son negociaciones. ¿Qué sabía de medicinas e insumos hospitalarios la exoficial mayor de la Secretaría de Hacienda, Raquel Buenrostro, para designarle tan sui generis tarea? ¡Nada! Bien dice el refrán popular, “zapatero a tus zapatos”.

Según esta funcionaria —con su mente hacendaria pero ignorante del todo en cuestiones de medicamentos e insumos de salud— se lograrían ahorros hasta del 30 por ciento. Sin embargo su actitud negativa y farisaica solo les permitió adjudicar el 38% de las más de tres mil claves licitadas, cosa que nunca había sucedido, dejando por consecuencia sin las medicinas requeridas a hospitales y clínicas de todo el país.

Atrofiada la mente del presidente por un maniqueísmo que le hacía ver todo negro en ese sector, ni siquiera consideró que muchas empresas (que generan miles de empleos y que no están dentro de las 3 grandes que él menciona) se dedican a producir medicamentos genéricos a bajo costo para la atención y salud del pueblo. No hubo distinciones. Una actitud malsana, insensata y sin visión alguna le ha llevado a pretender aniquilar la Industria Farmacéutica Nacional con todo el daño que esto representa y está ocasionando, al grado de salir a comprar al exterior para favorecer y dar trabajo a otros países. Si esto no es un desatino y traición a la Patria no sé cómo llamarlo.

Pero qué mejor que la voz de los propios actores y afectados sea la que hable a su gobierno para ser escuchados y atendidos:

 

“Hay muchas empresas farmacéuticas en México, tenemos una gran planta industrial que exporta y el impacto sería diferente para cada compañía. Por ejemplo, hay compañías que surten especialmente al sector privado, otras que tienen una mezcla entre el sector privado y el de gobierno, y algunas que se dedican exclusivamente al gobierno, estas son las que tendrían mucha mayor afectación”, dijo en entrevista Rafael Gual, director de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica Afiliación (Canifarma).

De acuerdo con Patrick Devlyn, presidente de la Comisión de Salud del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), cerca de la mitad de los laboratorios establecidos en México le surten al gobierno, lo que pone en riesgo a 100,000 empleos de los 250,000 que se tienen contabilizados directamente en el sector.

 “Abordar la industria en su totalidad, como el enemigo a vencer, implica desacreditar a la gran mayoría de empresas transparentes que han confiado, invertido, y generado empleo en México. La ruta de la colaboración, comunicación, y planeación ofrece muchos mejores resultados, y es por esto que como sector privado estamos compartiendo propuestas que construyan a favor de un México más transparente y con mejores niveles de bienestar y salud para nuestra población”, dijo Devlyn (Revista Forbes México, 17/Jul/2020).

 

    Si en verdad el presidente quiere a México, y aunque un congreso sumiso y genuflexo al jefe le haya legislado a su gusto y modo, por ningún motivo debe salir a comprar medicamentos fuera del país, ya que además de ser un desatino que tarde o temprano le cobrará un alta factura social, económica, moral e histórica, destruiría en gran medida una industria nacional que produce demasiados empleos y bienestar para muchas familias (además de proporcionar salud a la población con lo que producen), acrecentando con ello la pobreza galopante que a manera de caballo del Apocalipsis tiene atemorizado ya al país.

Presidente, rectifique, no salga a comprar medicinas al extranjero, cuide la industria nacional, basta que envíe a comprar a personas que conozcan del ramo y tengan habilidad para negociar. Es por el bien de México y de usted mismo (si en verdad quiere pasar bien a la historia).

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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Aunque son tan diferentes en apariencia —me refiero a Fox y López Obrador— en sus hechos son tan parecidos, falaces e incongruentes, falsos cristianos. Y es que, a final de cuentas, acciones y resultados describen a las personas tal y como realmente son.

En el caso del presidente tabasqueño hizo gran algarabía con la CARTILLA MORAL escrita en 1944 por ese gran hombre de letras llamado Alfonso Reyes, presentándola como modelo para nuestra sociedad y fuente de la cual el propio presidente bebe para nutrir su conducta. Nada más falso.

    Queda en claro que Andrés Manuel López Obrador no ha leído jamás ese valioso texto, que, dicho sea de paso, le condena por incongruente y mentiroso. Así que abrimos espacio a las lecciones de la referida Cartilla Moral para que sean estas las que directamente le confronten y exhiban:

 

—“LECCIÓN I: El hombre debe educarse para el bien… La moral de los pueblos civilizados está toda contenida en el Cristianismo… El bien no solo se funda en una recompensa que el religioso espera recibir en el cielo. Se funda también en razones que pertenecen a este mundo… El bien no debe confundirse con nuestro interés particular… No debe confundírselo con nuestro provecho, nuestro gusto o deseo. El bien es un ideal de justicia y de virtud que puede imponernos el sacrificio de nuestros anhelos, y aun de nuestra felicidad o de nuestra vida.”

 

   Para mal de México y de los mexicanos, el presidente confunde su interés particular, su provecho y planes políticos, con el bien del país. No le han importado los ya casi 60 mil mexicanos asesinados por los delincuentes, a quienes su deseo es abrazarlos y no perseguirlos jamás ni hacer valer la ley, que en su mal gobierno es letra muerta. Como tampoco le ha importado la salud del pueblo al que siempre soñó gobernar; sueño que para los mexicanos se ha convertido en horrenda pesadilla, ya que más de 45 mil han muerto a causa del coronavirus implementando una estrategia pésima, tacaña e indolente, que ha provocado la desatención casi total a los enfermos de todo tipo de enfermedades, así como la falta de medicinas, cirugías, aparatos y terapias. Ha mandado a los médicos a una terrible guerra sin fusil ni balas.

 

—“LECCIÓN III: Civilización y cultura, conocimientos teóricos y aplicaciones prácticas nacen del desarrollo de la ciencia; pero las inspira la voluntad moral… Cuando pierden de vista la moral, civilización y cultura degeneran y se destruyen a sí mismas…”

 

En cuanto a la ciencia, para AMLO ésta carece de valor alguno por lo que le redujo el presupuesto hasta casi desaparecer las instituciones de ese ramo ¿Podrá México salir adelante de los azotes de las epidemias (coronavirus, dengue, zica, etc.) con un presidente que repudia la ciencia, al que la inversión en ella carece de sentido, incluso les considera ‘corruptos’, criterio que tiene también contra la cultura, que guste o no, se gesta en gran medida desde las universidades a las que detesta (reduciéndoles también el presupuesto); instituciones muchas de ellas también generadoras de ciencia y promotoras silenciosas de la civilización. La visión del tabasqueño en este sentido es la de los grupos rebeldes, la de los eternos manifestantes, los que hacen desmadre y destruyen lo construido con el trabajo y patrimonio de otros o de todos (a través de los impuestos). Que promueve el aborto, los matrimonios y relaciones contra natura. A estas cosas es a las que se refería Don Alfonso en su Cartilla: “Cuando pierden de vista la moral, civilización y cultura degeneran y se destruyen a sí mismas…”, cuestiones que el de Macuspana desestima del todo.

 

—“LECCIÓN V: …Todos los hombres son igualmente dignos, en cuanto a su condición de hombres, así como todos deben ser iguales ante la ley…  El Cristianismo insistió en añadir a ese sentimiento de la vergüenza… el sentimiento mucho más íntimo de la culpa, el coraje de reconocer y rectificar los propios errores morales…”

 

Para el inquilino del suntuoso y enorme Palacio Nacional (Los Pinos debió hacérsele poca cosa), los hombres no son todos iguales ni dignos. Casi a diario en la mañana, en sus tediosas y manipuladoras filípicas, ofende a decenas de millones de mexicanos con una larga lista de calificativos impropios de un hombre de estado que se supone debe gobernar para todos y tratarlos por igual (fifís, enemigos, adversarios, conservadores, etcétera). Para él son más valiosos los asesinos, los delincuentes, los marchantes, los tomadores de casetas, los violentos manifestantes anarquistas, los secuestradores de autobuses y demás, que los que trabajan y sostienen de pie a este país. La Cartilla habla del camino de la vergüenza y de la culpa para la rectificación. Hasta ahora el arrogante presidente continúa ofendiendo y dando valor social a quienes solo dañan.

 

—“LECCIÓN VI: …La familia es un hecho natural… como grupo perdurable, es característico de la especie humana… (en) la familia comienzan a aparecer las obligaciones recíprocas entre las personas, las relaciones sociales; los derechos por un lado y, por el otro, los deberes correspondientes. Pues, en la vida civilizada, por cada derecho o cosa que podemos exigir existe un deber o cosa que debemos dar…”

 

Queda claro que para el presidente, su gabinete, y fanáticos seguidores la presente lección les debe resultar odiosa, repulsiva. Para ellos la vida solo es derechos y más derechos, ya que NUNCA ATIENDEN A SUS OBLIGACIONES Y DEBERES CON LA LEY Y CON LA SOCIEDAD, que dicho sea de paso se integra de pobres, clases medias y ricos, y todos, sin excepción, estamos sujetos a nuestro contrato social integrado por la Constitución y demás cuerpos de leyes. Quien sabe de qué familias provienen pues solo exigen sin dar, y la CARTILLA MORAL propuesta por AMLO dice textualmente “en la vida civilizada, por cada derecho o cosa que podemos exigir existe un deber o cosa que debemos dar…”.  Fuera de dar angustias no dan nada. Detuvieron la construcción de un aeropuerto de primer mundo, tirando a la basura más de 100 mil millones; desbarataron el sistema hospitalario y rompieron con los laboratorios proveedores de medicinas (si había corrupción su deber era detener a los corruptos, y negociar los mejores precios en las adquisiciones); llegó la pandemia del coronavirus y en lugar de atender con diligencia, de aportar los recursos necesarios para cuidar la salud de los mexicanos ¡COMO ERA Y ES SU DEBER!, en su derecho obsesivo dedicaron los recursos a proyectos que en este momento son totalmente innecesarios (desatendiendo a la población que muere y sufre a lo largo y ancho del país a causa de una mala y deficiente atención médica por falta de recursos en los hospitales).

Y ante la falta de espacio concluimos con otro texto de la Cartilla, pensamiento que no requiere de explicación alguna, aunque en próxima ocasión continuaremos con las lecciones faltantes, quedando totalmente claro que el presidente ha quedado como mentiroso e incongruente:

 

—“LECCIÓN VII: …Mi respeto a la sociedad, y el de cada uno de sus miembros para los demás, es lo que hace posible la convivencia de los seres humanos. El problema de la política es lograr que esta convivencia sea lo más justa y feliz…”

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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Solo la ignorancia o el fanatismo pueden dar crédito a las palabras de López Obrador. Considerar que es ‘cristiano’ porque engatusó (o hizo ‘amigos’) a un grupo de pastores evangélicos bajo el membrete de un partido político (PES), solo exhibe ingenuidad a toda prueba. El cristianismo de AMLO es tan sólido como un castillo de naipes. Combatir al coronavirus con estampitas religiosas, o arrodillarse ante brujos para que le hagan limpias, son su carta de presentación. Muestra sin tapujos la solidez de su fe. Una fe que quizá se apoye en otros credos o cosas, pero no en absoluto en el Dios que se revela en la Biblia, en el que creemos judíos y cristianos.

El Mesías, el bueno (el nacido en Belén, no en Macuspana) lo declaró tajante «Por sus frutos los conoceréis» (Mat 7:20). Y los frutos de este hombre que nunca debió llegar a la presidencia no son los que México y los mexicanos necesitábamos. Sumidos en un mar de sangre, afligidos por epidemias (coronavirus, dengue, etc), aterrorizados por toda clase de delincuentes ensoberbecidos y armados hasta los dientes (que AMLO quiere que se les trate con abrazos, mientras ellos asesinan a un centenar de mexicanos diariamente);  a esta desgracia nacional le ha agregado el apoyo a absurdos como los matrimonios contra natura, la manutención de los ninis a cargo de los mexicanos que sí trabajan, y ahora la SCJN desea sumar la legalización del aborto.

Conste, ningún mexicano de bien —que somos decenas de millones— aceptamos la corrupción. Todos estamos en contra de ella. Pero también estamos en desacuerdo con gran parte de las acciones de López Obrador que con sus tediosos e insustanciales sermones mañaneros nomas dice, pero no hace, y cuando hace, no hace lo que debiera hacer.

¿Cómo admitir que en su gobierno la Suprema Corte de Justicia de la Nación esté preparando un proyecto para despenalizar el aborto bajo el argumento de que se violan los derechos humanos de las mujeres? Argumento simple y llanamente falaz y tramposo.

Y es que, al menos en Jalisco, desde hace un siglo está despenalizado el aborto por dos causales entendidas y justificadas: por causa de violación y por peligro de muerte para la madre. Causales que no necesitan explicación alguna, son entendibles por cualquier mente sana. Así que no hay pretexto válido para el aborto. Hay métodos para no concebir ¿O los jóvenes posmodernistas no saben que existen?

    Así que no se trata de fanatismos. Se trata de vida, de ética, de sentido existencial y preservación de la propia humanidad. Y puedo tocar el tema con autoridad moral y temática. En 1991 escribí y publiqué un libro titulado “ABORTO ¿HOMICIDIO O DERECHO?”, el cual fue primer lugar de ventas en conocida cadena de librerías en el occidente y el norte del país, lo que me llevó a publicar una segunda edición.

Debe anotarse que hace tres décadas la sociedad pensaba con más ética y respeto por la vida. El libro, merced a la información, análisis y reflexiones contenidas tuvo una gran aceptación entre estudiantes de secundaria, preparatoria y universidad, no solo en México sino también en el extranjero. Ejemplares del texto se encuentran en las bibliotecas de la Universidad de California (Los Angeles, San Diego), Connecticut, San José State, Penn State, Georgetown, Tec. De Monterrey, U. de Guadalajara, en Bibliotecas Públicas de ciudades como: Los Angeles, Chicago, Distrito de Columbia, Phoenix, East Palo Alto, Redwood City, Broward County, Sunnyvale, Cumberland County, Watsonville, Newark, por señalar algunas, así como del Congreso de los Estados Unidos.

Lo peor del caso es que en una FIL Guadalajara, a principios de los años ’90, la SCJN me compró en mi stand 40 ejemplares, así que no pueden decir los ministros que carecen de literatura relativa al tema. Lo que carecen es de temor de Dios y de respeto por la vida de su prójimo. No puede impartir justicia quien carece de valores tan elementales como el respeto a la vida humana. Confundir los métodos anticonceptivos o los derechos humanos con el aborto, descalifica del todo a un juzgador, por muy alto que se encuentre su puesto.

Con el deseo de aportar al lector posmoderno más información, reproduzco algunos fragmentos de mi libro (ya referido):

 

“Las sociedades modernas -incluyendo a la mexicana- no pueden permitirse la negligencia humana e histórica de cerrar sus oídos a los gritos silenciosos de aquellos hombres y mujeres que desde el vientre de su propia madre piden protección y claman por justicia.

   Muchos europeos en sus complejos y fobias étnicas, fueron en esencia cómplices silenciosos de los criminales nazis, pero una vez terminada la guerra y conocidos todos sus horrores, no hallaban la forma de acallar su conciencia. No podemos pues, permitirnos la indolente postura de quedarnos callados ante el holocausto que parece no tener fronteras ni exclusión de razas.

   El presente trabajo, no pretende ser una justificación a posiciones clericales de ninguna especie o dogma; la vida humana va más allá de las religiones y la moral. Cuando el hombre pierde el respeto por la vida, ha perdido el respeto por sí mismo y por cuanto le rodea.

El aborto no es asunto polémico de católicos, evangélicos o budistas… El aborto es de hecho el crimen más condenable por cuanto la víctima ni ha dañado a sus agresores, ni está en posibilidad de defenderse; siendo en esencia el aborto la escalera sin retorno a la destrucción del hombre por el hombre…”

 

“El aborto no es cuestión de religión como ya lo establecimos, aunque reconocemos la condena divina al respecto; no obstante, el aborto implica el exterminio del hombre por el hombre mismo, pero no en la expresión primitiva de la guerra, sino en una manifestación degradante, enfermiza, cruel. No creemos que exista homicidio más condenable, que el cometido contra el bebé abortado. En la comisión de este delito, se presentan además de todas las agravantes: la indefensión total del niño, la privación anticipada a disfrutar la vida en toda la extensión de la palabra, pero sobre todo, la penosa participación de quien(es) debiera(n) ser su(s) ser(es) más amado(s)…”

 

En su maniqueísmo silvestre, para López Obrador y su gente el pasado es malo y todos los de antes corruptos (quizá él y su equipo se mantuvieron en algún lugar a prueba de maldades), aunque en su desprecio pasen por alto que en el pasado está también las raíces y riqueza de México. El teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, encarcelado y posteriormente asesinado por Hitler, escribió en alguna de sus obras: “Echar raíces profundas en el suelo del pasado hace la vida más difícil, pero también más rica y fuerte” (Resistencia y gracia cara, pág. 81). Para AMLO no es así, todo lo pasado es malo y corrupto.

El gobierno actual, además de sus falsas promesas, se sume en un pozo de maldad cómplice al permitir tanto derramamiento de sangre (sin hacer valer el estado de derecho y poner un alto a los crímenes de las bandas delincuenciales), agravando su condenable posición con una estrategia errática en el sector salud, falaz, sin brújula y tacaña, provocando que más de 40 mil mexicanos hayan muerto, muchos de ellos a causa de su estrategia equivocada y pobre atención (dejando al sector médico una responsabilidad más allá de sus límites y posibilidades, sin medicinas y con insuficiente personal, instalaciones y equipo). Y si a este cuadro de horror se agrega que la SCJN trabaja en un proyecto para despenalizar el aborto —además de la defensa y promoción de ‘matrimonios’ contra natura—, no se puede pensar otra cosa que no sea que este país, además de estar conducido por las personas equivocadas, la ruta actual nos lleva al abismo, al caos, a lo imposible.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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Las acciones y omisiones del actual gobierno federal expresan abiertamente su repudio a la voluntad de los mexicanos, a la impartición de justicia y al orden legal. Tanto López Obrador como muchos otros en su gobierno se exhiben sin recato ni respeto alguno ante los ciudadanos, de manera que la Constitución y leyes que de ella emanan son violadas por ellos un día sí y otro también, violaciones que se acumulan a través de su oposición a hacer valer la ley, acrecentando con su omisión la delincuencia, el derramamiento de sangre, y la angustia del verdadero pueblo (que no es de manera alguna los incondicionales de AMLO, muchos de los cuales se han convertido de facto en cómplices de la ilegalidad oficial y en pretexto para no cumplir con sus deberes).

Las declaraciones de Olga Sánchez Cordero, secretaria de gobernación (cargo para el que parece no tener la menor idea de cómo desempeñarlo) vertidas esta semana, son doblemente terribles por su contenido. En primer orden su desatino en declarar como asunto o tema de estado la extradición del ex titular de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón, cuando este funcionario en su momento lo que hizo fue cumplir con su función de iniciar, indagar los hechos, y formar la averiguación previa —considerándose sus limitantes personales, de tiempo, de lugar y de sujetos involucrados—. Textualmente dijo: Este es un tema del Estado mexicano, no es un tema del Gobierno de la República, no es un tema del poder judicial, no es un tema de la Fiscalía, no es un tema del gobierno del estado de Guerrero, del municipio de Iguala, no. Este es un tema de Estado, en donde el estado mexicano tiene que dar una respuesta a los padres de estos 43 jóvenes desaparecidos”.

Lo anterior es verdaderamente grave por cuanto concede prioridad a una venganza de AMLO (y sus compromisos con los padres de los 43 chamacos asesinados por las bandas criminales de Guerrero, sin y con uniforme, así como con los maistros vándalos de las normales rurales) antes que procurar la verdadera impartición de justicia. En segundo lugar, se deduce que de nada le sirvió su paso por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (de donde recibe mensualmente una pensión de $ 229,000 pesos cada mes). Ya que plegarse a los deseos personales del jefe por encima de la ley y la justicia, le hace partícipe de la dictadura que comenzamos a padecer.

De hecho, lo que está haciendo el actual régimen (al que le gusta auto nombrarse 4-T) es impartir una extraña justicia, una justicia al revés, pues en este caso pretenden detener y extraditar de Canadá al policía que investigó y detuvo a la mayoría de los asesinos (para consignarlo por haber cumplido por su deber), y librar de la cárcel a los asesinos de los chamacos. Todo con la intención de modificar los hechos, de presentar como víctimas a jóvenes que andaban delinquiendo a bordo de varios y costosos autobuses robados. Guste o no, andaban de vándalos, andaban delinquiendo. Qué pena que los mataron, pero andaban fuera de la ley. Punto.

El problema, y grave en gran manera, es que el actual régimen hace caso omiso de la ley y ejecuta sus acciones a contentillo de sus seguidores, al igual que cumpliendo compromisos de campaña con aquellos que les apoyaron. No se debe olvidar que el presidente, y lo digo con dolor y responsabilidad civil (desde esta columna se ha dicho por años), nunca ha trabajado en nada y el oficio de ‘prócer’ no aparece en la Ley Federal del Trabajo. ¿Puede acaso demostrar cómo hizo para sostenerse él y su familia para andar en campaña durante doce largos años por todo el país, lo cual cuesta millonadas? ¿De qué vivió y cómo hizo para mantener las huestes de seguidores que le acompañaban?

En este contexto de contradicciones, incongruencias y falacias, la declaración de Olga Sánchez Cordero de considerar por el gobierno de López Obrador como ‘ASUNTO DE ESTADO’ la muerte de los 43 ayotzinapos (no la desaparición), —pues todos los mexicanos estamos enterados que los asesinaron— es una bofetada contra decenas de miles de mexicanos a quienes han asesinado a sus familiares, así como a los que se los han desaparecido. Además de ser un dislate jurídico inadmisible en una funcionaria con el historial de ella. No se puede admitir desde punto de vista alguno que valgan más 43 jóvenes que andaban de vándalos delinquiendo, a 53,628 mil ciudadanos que fueron asesinados en los primeros 18 meses del actual gobierno, sin que se haya detenido, consignado y juzgado a los asesinos. La impunidad es el sello de la casa. Ni qué decir de la ofensa también para los familiares de secuestrados, para los asaltados, extorsionados, víctimas de cobro de piso, robos de todo tipo, y un largo etcétera.

Y como ya se dijo en el párrafo anterior, durante el gobierno de AMLO han desaparecido 27,871 personas, y se han asesinado otras 53,628 (Sistema Nacional de Seguridad Pública, 1/Jul/2020). Para los familiares de todos ellos silencio e indiferencia total, nulo acceso a la justicia dejando impunes a los criminales. En cambio, para los familiares de los chamacos de Ayotzinapa (que andaban de vándalos delinquiendo), todo el apoyo. Apoyo a tal grado que apenas regresó de Estados Unidos, el presidente recibió en Palacio Nacional a los padres de los chamacos asesinados.

Cada vez es más claro que la silla presidencial le queda demasiado alta a López Obrador. Pretender incriminar falsamente al gobierno de Peña Nieto por el asesinato de los 43 —a sabiendas de lo que realmente sucedió— desnuda de cuerpo entero al presidente y a sus impartidores de ‘justicia’. Es del dominio público que corrupción y funcionarios corruptos en el sexenio anterior los hubo en abundancia, pero de eso, a quererles endilgar el asesinato de los chamacos carece de calificativo ¿No hay en la FGR ni el Poder Judicial Federal un solo juzgador con integridad y sentido de justicia que haga valer la ley y el estado de derecho, que castigue a los culpables, punto?

Declarar los crímenes de los ayotzinapos como ASUNTO DE ESTADO, como si se tratara de hombres de bien pretendiendo convertirles en héroes y mártires cuando no lo son ni lo serán jamás; y menospreciar y desatender absolutamente a las decenas de miles de ciudadanos agraviados por los asesinatos de sus parientes, al igual que por sus desaparecidos, convierte al actual régimen en un ente injusto y reprobable. Propio de dictadores de la peor ralea. De individuos insensibles al dolor y angustias de los ciudadanos a quienes se les ve como simples votantes para hacerse y mantenerse en el poder. Nada más. De hombres y mujeres con un deseo enfermizo y malsano de poder, capaces de cometer cualquier ilegalidad, pasando por alto que lo que están haciendo es contra México, contra la justicia, y contra el orden legal.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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