Quien crea realmente que la reforma al poder judicial que pretende López Obrador es para mejorar la justicia en este país, de plano no le conoce, como tampoco conoce la situación política de México. No se ha dado cuenta del gravísimo peligro en el que nos encontramos, con un falso político en la presidencia, con un psicópata dominado por una idea perversa en mente: ¡apoderarse por completo del país! (al estilo Castro, Chávez y Maduro).
Queda claro que su proyecto estaba en su perturbada cabeza desde que llegó a la presidencia, el punto es, que cuando le salió mal la “reelección” del ministro Zaldívar y la nueva Ministra, así, con mayúscula, Norma Lucía Piña Hernández le salió valiente y con espíritu republicano, el autócrata perdió compostura al grado de romper todo decoro y apariencia, enviando al congreso un paquete de reformas para adueñarse a la fuerza del poder, de manera total y sin contrapesos que le estorben. ¡Dictadura, pues!
¿Y por qué contra el Poder Judicial? Muy simple, el Legislativo ya lo tiene. Sólo le falta el otro, así como eliminar todos los órganos autónomos que le estorban y exigen la rendición de cuentas. Cosa que a los dictadores y a los locos no les gusta. Les enfurece.
NO QUIERE NINGÚN EQUILIBRIO, DETESTA LA DEMOCRACIA, SU MALDAD E INCLINACIÓN AUTORITARIA desean eliminar lo antes posible todo contrapeso. Todo poder, organismo autónomo, político, medio de comunicación o lo que sea, todo aquello que le impida ejercer el poder absoluto. La semana anterior ya se dijo en este espacio: «El estado, el pueblo y México, todo es él en su persona». El Luis XIV de Macuspana.
Permitir que el presidente y su secta o grupo (que no partido político) se apropien de los pocos equilibrios de poder que no ha podido controlar, es tanto como consolidar una dictadura; peligro que se contempló por un amplio sector social, pero que, comparado con la masa apolítica, desinformada y manipulable; los diques legales y democráticos para detener a este hombre mañoso, enemigo del orden y la ley se saliera con la suya no resultaron suficientes. Las elecciones del 2 de junio fueron una especie de costosísimo queso gruyere en el que las trampas del tabasqueño son los agujeros. Múltiples y a la vista de todos los ciudadanos, pero que, con la indiferencia de muchos, no de todos, fueron tenidos como ‘cosa normal’.
De manera pues que la cacareada reforma judicial, no es otra cosa que el deseo desvergonzado del mesías tropical para apropiarse de un poder que no ha podido controlar, que de haberse tenido otros resultados las pasadas elecciones, muy probablemente se le hubiese enjuiciado por diversas causas y acciones (a partir del 1º de octubre). Sus ilícitos son muchísimos. El primero de tantos y tan graves, fue LA CANCELACIÓN DEL NAIM, ya que además de causar enormes y graves daños a las finanzas públicas ($330,000’000,000.00 millones de pesos) lo hizo no siendo presidente en funciones, sino electo nomás (con la complicidad de Peña Nieto que se quedó callado ante semejante ilícito).
La cuestión de fondo, entonces, es que al que cobra como presidente no le importa un comino la impartición de justicia. El mismo lo dijo al inicio de su desgobierno «¡NO ME SALGAN CON ESA DE QUE LE LEY ES LA LEY!», aunque también hizo famosa otra de sus frases recurrentes «¡AL DIABLO CON LAS INSTITUCIONES!» De manera que sólo un iluso podría esperar que un individuo con semejante manera de actuar y pensar, con un larguísimo historial anarquista, por tanto, de actos vandálicos: fuera de repente un devoto defensor del “estado de derecho” ¡Imposible!
Las Sagradas Escrituras nunca fallan, a esto se refieren cuando sentencian: “¿Cómo podréis hacer el bien, estando acostumbrados a hacer el mal? (Jeremías13:23). Era imposible que este hombre acostumbrado al desmadre, a bloquear pozos, organizar manifestaciones, plantones, bloqueos, llenar plazas con acarreados para extorsionar a los gobernantes en turno, cerrar con casas de campaña Paseo de la Reforma en la capital, etcétera,; cambiara y se convirtiera en apóstol de la democracia ¡Literalmente imposible!
A López Obrador no le importa la justicia. Es algo que a este psicópata le tiene sin cuidado. De interesarle, ya hubiera buscado a los que han asesinado durante su mandato a 240,000 personas, a los causantes de que la pandemia haya cobrado más de 800,00o muertes (de las que se pudo evitar cuando menos la mitad), a las bandas de extorsionadores, ladrones de ranchos, huertas, negocios, etcétera.
No, al tabasqueño no le importa en absoluto hacer justicia a nadie. Sólo le interesa el poder para disfrute y beneficio de él, su familia y su grupo. Nada más. Engañar a la masa ignorante, y a la no tanto, pero que no le gusta pensar, con el cuento de elegir ministros, magistrados y jueces por votación, es lo más absurdo que se puede escuchar (y decir). Quiérase o no, guste o no, son cargos para los que se requiere experiencia y alta especialidad, no se diga en magistraturas y ministros.
¿Se dejaría operar de corazón abierto el presidente y su corte —¿o es gabinete?— por un médico sin experiencia alguna, pero que la masa ciudadana haya votado por él (por guapo, simpático, popular o lo que sea) para ser cirujano en un hospital? ¿Le suena estúpido el asunto? Pues no menor resulta el planteamiento de impartidores de justicia por votación. Así que no nos venga el tabasqueño con su falso interés por la justicia, pues se trata, simple y llanamente de la acelerada implantación de una dictadura populista. Punto.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!