Opinión

Por sus frutos los conoceréis, advirtió el Mesías (el verdadero), que en el caso particular de López Obrador, sus frutos le describen con tonalidades por demás fuertes y con sabor amargo y dañino. Su primera gran decisión además de estar fuera de la ley (consulta para detener o continuar la obra del NAIM), marcó para siempre su malhadado gobierno ya que además de cancelar una obra que resultaba indispensable para el desarrollo y bienestar nacional, implicó pagar a los constructores afectados una verdadera fortuna ($5 mil millones de dólares, El Financiero 11/Nov/2019), fortuna que durante la epidemia de coronavirus (que nos tiene bajo su látigo y sumidos en la pobreza) nos hubiera sido de gran utilidad. Las pruebas para poder confinar a enfermos y portadores se podrían haber comprado en beneficio y para la salud del pueblo. Tal y como se hizo en los países que ya vencieron esta terrible plaga.

    Pero no, en este país de un solo hombre, caudillismo que la oposición siempre crítico de manera ácida, pero que ahora que es gobierno se aglutinó en torno de López Obrador aceptándole y apoyándole con todo fervor.Incluso aunque actúe continuamente fuera de la ley, el sentido común, y contra el bienestar del pueblo mexicano. Su líder y sus sueños de grandeza son el todo y justifican todo.

    Cuando este periodista era niño era presidente Miguel Alemán, de  manera que la vida me ha permitido vivir, disfrutar, y padecer distintos modos de gobernar. Sin temor al error dos presidentes mostraron un hambre de poder fuera de lo común. Es el caso de Luis Echeverría Alvarez y Carlos Salinas de Gortari, el primero dañó terriblemente al país, el segundo no tanto, aunque sus enemigos lo hicieron añicos y hasta AMLO lo convirtió en su villano favorito.

     En un análisis de todos los presidentes en los últimos setenta años, ninguno como Andrés Manuel López Obrador ha mostrado en tan poco tiempo (año y medio) semejante hambre de poder, como también ha mostrado su incapacidad y nula formación para el cargo a través de una serie de pésimas decisiones de gobierno que además de evidenciar su fracaso, le exhiben como un hombre con un hambre irracional y enfermiza de poder. Con un perfil de dictador que no se le puede negar. Un fascista en el sentido estricto de la palabra (muy parecido a Mussolini).

    Veamos al efecto el criterio del politólogo y escritor italiano Umberto Eco: “El fascismo fue, sin lugar a dudas, una dictadura… el fascismo italiano no tenía una filosofía propia… Mussolini no tenía ninguna filosofía: tenía solo retórica. Empezó como ateo militante, para luego firmar el concordato con la Iglesia y simpatizar con los obispos… en sus discursos, Mussolini citaba siempre el nombre de Dios y no tenía reparación en hacerse llamar «el hombre de la Providencia»… El fascismo no poseía ninguna quintaesencia, ni tan siquiera una sola esencia. El fascismo era un totalitarismo fuzzy (sig: borroso, confuso). No era una ideología monolítica, sino, más bien, un collage de diferentes ideas políticas y filosóficas, una colmena de contradicciones. ¿Se puede concebir acaso un movimiento totalitario que consiga aunar monarquía y revolución, ejército real y milicia personal… una educación estatal que exaltaba la violencia, el control absoluto y el mercado libre?(Contra el fascismo, Ed. Lumen, págs.. 22-25).

   De por sí el tabasqueño siempre ha sido un hombre ególatra, el ganar las elecciones rebasó su capacidad de control, abriendo de par en par su ambición esa meta que acarició siempre, pero que para desgracia de todos, nunca tendrá la capacidad ni la humildad ni la sabiduría para hacerlo. Su enorme ego le ha avasallado hasta perder toda sensatez.

    Levantarse antes que el gallo, como si la presidencia requiriera de hombres insomnes y no inteligentes y preparados, se mudó a Palacio Nacional para ser visto todas las madrugadas. Adicto perdido al incienso, gusto que sus cortesanos percibieron desde antes, le proporcionan todo lo que a este discípulo de Narciso le hace feliz, empezando con seguidores fanáticos disfrazados de periodistas. Nada de hombres y mujeres que le incomoden, de periodistas comprometidos con la verdad y capaces de cuestionar a tan sapiente gobernante (auto comparado con Juárez y Madero), éstos, o son atacados, o no se les permite entrar al foro donde se respira un hambre enfermiza e irracional de poder.

    En ese juego absurdo en el que se abona a la vanidad de un hombre ya perdido por su ego, en ese escenario en que los cortesanos se dividen en dos, en los que tratan de mantener de buen humor a su jefe, por tanto le dan la suave a todo y le apoyan en todo, y los que a sabiendas de sus continuos y graves yerros, guardan silencio de manera cobarde en perjuicio de México. La situación me hace recordar la frase de Antonio en la obra clásica Julio César, de Shakespeare: “¡Oh, raciocinio! ¡Has ido a  buscar asilo en los irracionales, pues los hombres han perdido la razón!”.

    Un hombre contradictorio y sin más rumbo que sus propios deseos, que primero dice que se abracen y besen, que no pasa nada y luego admite que hay una terrible epidemia, encargando su manejo a un profesionista de la salud, que si bien cuenta con las credenciales académicas suficientes, en la realidad ha resultado tan mentiroso como su jefe, jugando con fechas y cifras como si la salud de los mexicanos fuera cosa de nada, sumándose las muertes y los contagios por miles. Ni qué decir de la economía que dicho sea de paso, es la peor de los últimos cien años.

   Pero nada de esto aflige a este hombre enfebrecido por el poder. Todas las mañanas aparece sonriente y feliz ante las cámaras, qué importa que mueran cientos y cientos, por las balas o por el coronavirus, que las empresas micro, pequeñas, medianas y no pocas grandes estén en grandes apuros para evitar la quiebra, que millones de mexicanos hayan perdido el trabajo o no tengan para comer. Que los criminales extorsionen, aflijan y asesinen a los ciudadanos trabajadores o esclavicen sexualmente y asesinen a miles de mujeres. Que legiones de bien organizados jóvenes destruyan mobiliario urbano, autos y patrullas, roben y vandalicen negocios y edificios públicos de enorme valor histórico con absoluta impunidad. El siempre sonriente y feliz encaminará todos sus esfuerzos para sus proyectos personales (Santa Lucía, Tren Maya, Dos Bocas), sonrisa que no perderá si tiene que soltar al hijo del Chapo o charlar amigablemente con su abuela (la abuela del chapito).

   Cerramos el artículo de esta semana con la advertencia divina: “antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”(Prov 16:18), y aunque los tiempos y decisiones del Creador no funcionan de acuerdo a los deseos de los hombres, lo cierto es que siempre llegan en el momento preciso.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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El ataque furioso contra el Palacio de gobierno de Jalisco no tiene antecedentes en nuestro Estado. La horda de vándalos (anarquistas) que atacaron nuestro histórico y bello edificio que no le costó a Enrique Alfaro, sino que fue construido con los impuestos pagados por nuestros bisabuelos, abuelos, padres y las generaciones que estamos vivas, es decir con el trabajo de los jaliscienses, por tanto patrimonio nuestro— me hicieron recordar el 10 de junio de 1971, cuando el grupo de los “halcones” asesinó a algunas personas y desbarató una marcha, haciendo incontables destrozos en la ciudad de México.

La capacidad y organización mostrada por los vándalos que destruyeron puertas, ventanas y mobiliario del hermoso Palacio de Gobierno de Jalisco, que agredieron a policías, con la perversión incluso de prenderle fuego a un motociclista de la corporación les exhibieron como muestra patética de la canalla. Como un grupo perfectamente organizado para destruir, integrado por jóvenes con un perfil anarquista (la palabra lo dice todo) que dio rienda suelta a su maldad a la vista de propios y extraños, mostrándose como auténticas hienas. Ver en los videos al cobarde que por la espalda le rocía líquido inflamable al policía (mientras éste hablaba con otra persona) y un par de segundos después prenderle fuego con un encendedor, no tiene perdón. Un acto satánico, impropio de personas con conciencia y sentido de humanidad.

El pretexto utilizado para sus muchos delitos (eso son: DELITOS) no representa en sentido alguno al difunto muerto por algunos policías pueblerinos igual de salvajes que ellos, además de provocar muchas preguntas. ¿Por qué no fueron a manifestarse a la comisaría de los policías en Ixtlahuacán de los Membrillos? ¿Allá no irían las cámaras de televisa y de otros medios que les hacen el caldo gordo o temían que los policías del pueblo, tan salvajes como ellos, les respondieran con la misma moneda? ¿Mejor atacar un edificio valiosísimo en historia y afecto para todos los jaliscienses y de paso atacar al único gobernador que se atreve a señalar a López Obrador sus yerros y malas decisiones?

¿Quién envió a estos halcones posmodernos? En un acto de hombría que le es lícito y de admirar, el gobernador Enrique Alfaro acusó a la gente del presidente López Obrador del ataque. Y es que, aunque no se quiera voltear a ver a AMLO los hechos tienen todo el sello de la casa.

Nací en esta ciudad, siempre he vivido en ella, conozco a los tapatíos y a los jaliscienses. Nuestros edificios públicos emblemáticos como es el caso de Palacio de Gobierno, la Catedral, el Teatro Degollado, y muchos, muchos otros edificios que consideramos muy nuestros, no serían tocados ni dañados por jalisciense alguno pues son símbolos amados y respetados.

    La actitud violenta, destructora, e incendiaria de la turba de jóvenes que atacaron y asaltaron el Palacio de Gobierno de Jalisco no es propia del ADN de nuestra gente. Tampoco podían escudarse en la muerte de Giovanni pues sus métodos además de no ser los adecuados, de seguro no son los que tenía Giovanni y la justicia debía de peticionarse en la Fiscalía, no en Palacio. Gritarle a los policías estatales que vigilaban Palacio ‘asesinos’ cuando el crimen lo cometieron municipales de Ixtlahuacán (hace un mes) además de injusto, muestra sin retoques que sus fines eran otros. Fines que quedaron a la vista de todos y cuyos daños no se limitaron a puertas que ya no se podrán reparar (son oficios desaparecidos), así como lindos y artísticos vitrales que reponer y costoso mobiliario y equipo que nos costó a todos los jaliscienses. No al gobierno ni mucho menos a los vándalos que probablemente vinieron de otra ciudad o que fueron entrenados por personas de otros lados. Sujetos execrables que han de tener becas de la 4-T pues como todos sabemos se trata de un desgobierno que castiga al que trabaja y produce, y premia y protege al parásito violento.

El presidente pide pruebas ante la acusación del gobernador jalisciense. Se le tienen noticias al respecto: ¡nadie gira oficios para hacer desmanes y destrucción! ¿Ni modo que no lo sepa? Por su historial anarquista, de tomar pozos petroleros, de realizar plantones, marchas, manifestaciones sin fin, de bloquear y estacionarse en carpas por meses en Paseo de la Reforma en la ciudad de México y demás, López Obrador conoce a la perfección cómo funcionan esos grupos, como arman sus tenebras. Y para ser sinceros, ese tipo de grupos nunca se habían visto en Jalisco, al menos no con esa organización, disciplina y capacidad destructora. En la televisión hemos visto grupos así en la ciudad de México, aquí es novedad y provoca suspicacias a muchos. Quizá es el caso del gobernador Alfaro y por eso vea la mano de la 4-T en esta afrenta para los jaliscienses y el daño a su apreciado patrimonio (el de los jaliscienses).

Qué lamentable que el actual gobierno federal no se uniera en indignación al de Jalisco. Tanto que menciona el presidente tabasqueño a Juárez y en sus hechos no se asemeja en nada a él. Vaya al respecto una anécdota histórica. Estando a punto de iniciar una reunión en el Palacio de Gobierno de Jalisco, el 14 de marzo de 1858, el Presidente Benito Juárez es detenido por una turba de insurrectos que pretenden asesinarle. En un acto de supremo valor el inolvidable Guillermo Prieto se interpone ante los soldados rebeldes y les sentencia entre otras cosas “¡que los valientes no asesinan!”Ciertamente, los valientes no asesinan; pero tampoco destruyen el patrimonio nacional y local, patrimonio adquirido con el esfuerzo centenario de generaciones de jaliscienses y orgullo de sus ciudadanos; como tampoco queman patrullas que nos costaron a todos, y mucho menos los valientes son capaces de rociar combustible por la espalda a un policía y prenderle fuego, pues tales acciones son propias de cobardes y malvados. Mejor que ni se ande comparando López Obrador con el Presidente Juárez, su carácter, hechos, ética, acciones y fe, le quedan demasiado grandes. Además de que Juárez se rodeó de gente inteligente y capaz, atacando con todo el peso de la ley a los plateados (las bandas delincuenciales de aquella época) hasta someterles.

Finalmente, hemos soportado durante año y medio a un gobierno ineficiente e incapaz, así como una terrible epidemia que nos ha dejado enfermedad, muertes, desempleo, pobreza, y cierre de fuentes de trabajo, como para todavía tener que soportar a émulos de los jinetes del apocalipsis que encapuchados hipócritamente piden justicia destruyendo el patrimonio de todos. Los jaliscienses, todos y sin distinción de credos y preferencias políticas debemos unirnos. Nuestro Estado lo requiere. No podemos admitir que el pacto federalista se convierta por la soberbia y voluntad de una sola persona en un gobierno más que centralista, en simple dictadura populista. Nadie votó por eso, somos una democracia y queremos continuar así. El ataque a Palacio de Gobierno fue contra Jalisco.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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En la medida que pasa el tiempo la clase política mexicana es de más bajo nivel, abundan los ignorantes ambiciosos y escasean los preparados y con visión de estado. Y estamos hablando de la clase política, no de partidos, que para decirlo en forma directa, de todos no se hace uno. Engreídos y ambiciosos son incapaces de ver las necesidades del pueblo, no de ese ‘pueblo bueno’ que sigue ciegamente a López Obrador; ‘pueblo bueno’ cuya voluntad ha sido comprada mediante dádivas producto del trabajo de sus ‘enemigos’ que pagan impuestos. No, hablamos del integrado por todos los mexicanos. Repito, integrado por TODOS LOS MEXICANOS. ¡TODOS!

A tal grado ha llegado la indolencia y maldad de López Obrador que ha sido capaz de decir, y esto de manera pública, que la “epidemia le cayó como anillo al dedo”. Se requiere de no tener conciencia ni misericordia alguna con su prójimo para decir semejante cosa. En un momento de sumo dolor y angustia para la inmensa mayoría de los mexicanos y atreverse a dejar su corazón al descubierto le refleja tal como es.

Y es que, al anteponer su absurda retórica ideológica, que en realidad no lo es, sino simple estrategia para empobrecer a los mexicanos y obtener así el control; el que cobra como titular del poder ejecutivo, muestra sin matices su estúpido plan. Un plan que prefiere acabar con el esfuerzo de los mexicanos inteligentes y creativos capaces de producir riqueza para que vivamos mejor, y una vez acabados estos enemigos neoliberales (antes eran considerados mexicanos luchones y comprometidos con los ideales de la Revolución Mexicana), nivelar a todos los ciudadanos en la pobreza. Total ¿para qué quieren dos pares de zapatos si con uno tienen?

Conste. No se está justificando corrupción de nivel o tipo alguno. Ningún mexicano de bien, con o sin identificación partidista, apoyaría jamás la corrupción. De hecho la mayoría de los ciudadanos estamos hartos de este cáncer social, que dicho sea de paso, es producto de la doble (o triple) moral de muchas familias que cuando es en el otro la condenan, pero si es en el de casa “le ha ido bien”. No es entonces un asunto de partidos. Es un asunto de malformación familiar tolerado y fomentado por el estado a través de la impunidad. Una impunidad que en la 4-T se ha permitido que la fauna criminal rebase a todos los gobiernos anteriores, dejando a la población sin justicia y a merced de asesinos y malvados de todo tamaño y ralea.

Y en ese cuadro de horror, aterrorizados además por una epidemia desconocida que tiene al país sin habla y sin saber qué hacer para remediar tanto mal y tantas muertes. Un gobierno de utilería enfermo de palabras vanas e incapacidad le ha dejado a su suerte y sin la atención médica requerida.

Día tras día nos enteramos de que NO HAY MEDICINAS, APARATOS, EQUIPOS, VAYA, NI SIQUIERA los insumos indispensables para que médicos, enfermeras, camilleros, laboratoristas y demás personal de los hospitales hagan su trabajo con seguridad. Son héroes ciertamente, pero no temerarios ni suicidas.

Desde antes de que llegara este azote mortal, el sistema de salud ya estaba colapsado ¿cómo se encuentra ahora? Las manifestaciones de padres de niños con cáncer y de otras enfermedades— reclamando medicinas y atención eran cosa de todos los días. El grave problema es que no les han resuelto sus necesidades. El ‘anillo al dedo’ es que el coronavirus logró que el resto de las enfermedades (con sus urgencias no atendidas por el gobierno) quedaran en el olvido. Un olvido que cala en el espíritu y salud de los enfermos y sus parientes.

Sus dolores, angustias, desatenciones, su falta de dinero, su vagar frustrado por los hospitales, sus muertos y demás penas que les afligen a estas multitudes dolientes, y amedrentan al resto de los ciudadanos (ante la posibilidad de caer en semejante drama), son nada para el gobierno y el presidente.

Un presidente al que ven todas las mañanas riéndose ante este pueblo dolido, enfermo, sin trabajo, sin ingresos y con temor al contagio. Un pueblo que tiene terror de enfermarse de cualquier otra cosa, ya que si no atienden bien a los pacientes de coronavirus, ¿qué suerte les tocaría en un hospital público? (en caso de hallar una cama desocupada). Nadie en su sano juicio y con posibilidad de atenderse en otro lado acudiría a un hospital del gobierno, pero el 80 por ciento de los mexicanos no pueden acudir a otra atención que no sea la pública. De ahí la gravedad.

La indiferencia e incapacidad del gobierno en todos los niveles por la salud del pueblo es injustificable. Un pueblo dolido, solitario, e indefenso ante una epidemia que ha acabado con su salud, trabajos, ingresos, ahorros, que no tiene para comprar medicinas, ni sabe qué hacer ante un futuro económicamente incierto y desconocido. Que como ya se dijo ve todas las mañanas en la televisión a un presidente sonriente, palabrero, pero ajeno absolutamente a su dolor y muchas necesidades.

No es lo mismo la retórica del púlpito político, que un corazón misericordioso con su prójimo. En esta clase política posmoderna ya casi no se ven hombres (y mujeres) con este perfil. Lo declarado por el engreído e insensible Dr. López Gatell ante los senadores (acerca de la necesidad de hacer pruebas, una herramienta de salud indispensable utilizada por otros gobiernos que han hecho bien su trabajo) exhibe la indolencia y mezquindad gubernamental, un gobierno al que le pesa la salud del pueblo: “No nos interesa porque es inútil, costoso e inviable aplicar una entrevista o prueba a todas las personas de un país” (27/may/2020).

De allí que nada mejor que el diálogo entre los viejos de Luvina y el profesor del pueblo: “—¿Dices que el gobierno nos ayudará…? ¿Tú no conoces al gobierno? —Les dije que sí. —También nosotros lo conocemos. Da esa casualidad. De lo que no sabemos nada es de la madre del gobierno. —Yo les dije que era la Patria. —Ellos movieron la cabeza diciendo que no. Y se rieron. Fue la única vez que he visto reír a la gente de Luvina. Pelaron sus dientes molenques y me dijeron que no, que el gobierno no tenía madre” (Juan Rulfo; El llano en Llamas, Luvina).

 

HÉROES DISCRETOS

 

En este cuadro de desgracias y desgobierno, muchos sectores de la población han estado haciendo su trabajo a favor de todos de manera valiente y discreta. Es el caso de los comerciantes de los Mercados de Abastos en el país (incluyendo obviamente al de Guadalajara), que a pesar de los riesgos de salud y económicos, han traído los alimentos para que los mexicanos podamos comer. Alguien dirá que los venden. Por supuesto, de eso viven. También los médicos y empleados del sector salud cobran. Lo que se debe de apreciar y reconocer es que no obstante los riesgos que corren, nos permiten que llevemos a las mesas de nuestros hogares frutas, legumbres, verduras, semillas, carnes, pescados, etcétera. En este momento corren más peligros de salud en los mercados que en el campo. La aglomeración aumenta las posibilidades de contagio, peligro al que se enfrentan a diario. Lo que es peor, sin que el gobierno se interese en absoluto por su salud, vidas y destino.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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La sabiduría popular por algo existe, en una de sus muchas sentencias se dice: “¡Dime de qué presumes y te diré de qué careces!”. Sentencia que como dijera el propio López Obrador le cae “como anillo al dedo” a su persona y gobierno. Por cierto, un gobierno integrado por improvisados, resentidos sociales, agitadores, comunistas de café (que nunca leyeron a Marx ni a Lenin, como tampoco los periódicos pues no se han dado cuenta que el Muro de Berlín ya cayó), por una cauda de individuos provenientes de todos los partidos, es decir, por legiones de filibusteros y oportunistas con el disfraz que la ocasión merece (igual se lo hubieran puesto del PRI, PAN, PRD, o lo que sea, el hueso es el hueso).

Ni qué decir de los prófugos de la justicia a los cuáles se les hizo un espacio en los cargos públicos o en las curules. ¡Faltaba más, para eso son los amigos!, así que a Napoleón Gómez Urrutia y a la comandanta Nestora Salgado, se premió con una curul en el Senado, así como a Marcelo Ebrard con la titularidad de la Cancillería (teniendo pendientes las cuentas de la línea 12 del Metro), son muestras de esas mentiras. De la doble moral, de un gobierno que todos los días habla contra la corrupción y esta semana fue exhibido por el Inegi como más corrupto que el anterior. Son datos conforme a las víctimas, no a la publicidad oficial (La Jornada, 21/May/2020).

La cuestión es que este gobierno no solo es de doble moral, también ejerce como en la novela de Orwell 1984, el DOBLE PENSAMIENTO a través de una especie de ‘Ministerio de la Verdad’ como lo calificara el británico en su obra. Un ministerio en el que se pretende controlar y modificar la historia como en la dictadura de la novela orweliana cuya filosofía era: “Quien controla el pasado, controla el futuro, quien controla el presente controla el pasado.” Método que la 4-T intenta utilizar por medio del INAH y otras instituciones, aunque con nula creatividad y sobrada tontera.

Malos, que malos, pésimos para realizar proyecto alguno bueno y duradero en beneficio de los mexicanos (ya que solo para lo torcido y tenebroso tienen habilidad), ahora pretenden modificar la historia. Es así que hace unos meses el asesinato de Don Eugenio Garza Sada (1973) se pretendió modificar en los hechos nacionales y presentar a los asesinos como héroes. Y esto no es asunto de ideologías. Es asunto delictivo, de mentes enfermas, de corazones torcidos por el mal. Pero, ¿se podía esperar algo distinto de la mayoría de integrantes de esta troupe de improvisados, agitadores y mafufos?

Suficiente será decir que en días recientes el presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, Jenaro Villamil, declaró sin rodeos y cinismo su adicción durante una entrevista con Fernando del Collado: P.- ¿Mariguana? R.- Es algo delicioso. P.- ¿Coca? R.- Nunca la he probado… (Milenio, 17/May/2020).

Pues sucede que esta semana que concluye los chiflados y/o manipuladores de la 4-T salieron con la mafufada de que “el presidente Carranza” no se suicidó, que lo asesinaron (Mural 21/May/2020) ¿Qué no sabían algo que todos los mexicanos sabemos, que está en los libros de texto, en las Enciclopedias, archivos, etcétera? ¿O lanzan los buscapiés a ver qué sucede para luego mover la historia nacional a su gusto y antojo? Y si esto no es una maldad, una mentira, una manipulación, una muestra de incapacidad y de perversión absoluta, no sé cómo calificarlo.

Y para que no le batallen en buscar en los libros, ya que como se aprecia la lectura no es lo suyo, les comparto un breve texto de uno de mis libros: “Entendido pues de la grave situación, Carranza abandona la capital el 7 de mayo de 1920… Como presagio de lo que vendría después, sus enemigos le lanzan por el rumbo de la Villa de Guadalupe una locomotora ‘loca’ que le causa graves daños a sus hombres y fuerzas. Por si no fuera suficiente adversidad, sus tropas fieles son atacadas en Apizaco (8 de mayo), en Rinconada (día 11) y en la estación Algibes (los días 13 y 14) donde son derrotados, lo que obliga al presidente a abandonar el tren el día 15 y montado a caballo se adentra en la sierra de Puebla. Durante varios días logra recorrer diversos puntos y la madrugada del día 21, estando el presidente dormido es un mísero jacal, es traicionado por el general Rodolfo Herrero que supuestamente le cuidaba el sueño” (México: ¿Estado Fallido o País Traicionado?, tomo uno, pág. 263)

Y si desean más bibliografía les comparto otro texto (muy valioso) escrito años después del magnicidio, nada menos que por el general Francisco L. Urquizo, quien era parte de la escolta presidencial y es encarcelado por los traidores (a otros los fusilaron): “En ese momento desperté, y cuál no sería mi sorpresa al oír perfectamente fuego de fusilería, silbar de balas, gritos y blasfemias… Empuñe una de mis pistolas, ya en perfecto dominio de mí, y busqué con la vista los lugares en que se combatía, para tomar una resolución. La casa del presidente estaba cercada completamente y el tiroteo era espantoso… Confusamente, envuelto en las sombras de la noche, un hombre pasó cerca de mí gritando insultos al presidente… No se oía un solo grito a nuestro favor, ni un solo ¡Viva Carranza!… ¿Habrían huido los nuestros? ¿Habrían perecido?, ¿se habrían rebelado los mismos acompañantes de don Venustiano?…  –Están fusilando –murmuró Luis… A la media hora justa, otro cañonazo más cercano se escuchó claramente… recordé la ordenanza… ha muerto el Presidente… había muerto el señor Carranza. Todo había terminado; aquel hombre sin igual, aquel hombre cumbre se había derrumbado al terremoto de la traición… El cadáver del Presidente yacía en el centro de la estancia cubierto con la bandera nacional… Parecía que el Señor Carranza  dormía tranquilamente; ni una contracción de dolor, ni un gesto de espanto, ni la tristeza se reflejaba en su rostro, a pesar de haber sido traicionado y abandonado de todos los que fueron sus subordinados  amigos” (Francisco L. Urquizo: Asesinato de Carranza, Populibros La Prensa, 1969).

Y para que no les queden dudas a estos alérgicos al estudio que al Presidente Carranza lo traicionaron y asesinaron (a la mejor estudiaron historia con los maistros de la CNTE), se les comparte un breve texto de nuestra máxima obra de historia: “La madrugada del día 21 la tropa del general Rodolfo Herrero, que en apariencia custodiaba al presidente, se lanzó disparando sus armas sobre el jacal donde dormía Carranza, a quien dieron muerte” (Enciclopedia de México, Tomo 2, pág. 391).

Así que no nos vengan con sus bobalicadas. Pensar que los mexicanos desconocemos nuestra historia (como parece ser el caso de muchos de los nuevos gobernantes) además de ser una ofensa, es un atentado contra la verdad misma y contra la República. Una acción más que desnuda la falsía de quien pretende gobernar con manipulación, incapacidad y oscuros intereses, ajenos por cierto a las personas de bien.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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