Opinión

Hace más de un año que escribí el presente artículo (semana del 27 de octubre al 02 de noviembre de 2018), las acciones del presidente López Obrador ya en el poder, responden al cuestionamiento que sobre su persona se hacía desde este espacio. Juzgue el lector si el análisis era correcto o errado:

¿NACE UN DICTADOR?

          Si López Obrador no entiende que la opción viable para el nuevo aeropuerto para la capital del país está en Texcoco, la que recomiendan los que en verdad saben y pueden opinar, malo. Pero si esto no le importa y lo único que quiere es darse gusto a sí mismo y a la mafia de anarquistas que le siguen, peor. Estaríamos ante el parto de un futuro dictador.

     Y es que como dijera Don Alfonso Reyes: “No se es dictador en vano. La dictadura como el tósigo, es recurso desesperado que, de perpetuarse, lo mismo envenena al que la ejerce que a los que la padecen”.

     El perfil del presidente electo, tantas veces analizado en este espacio y por tantos otros compañeros de oficio, no ofrecería nada nuevo. Tan solo ratificaría lo que ya se conocía de él, lo que se ha dicho hasta el cansancio.

     Durante la larga campaña electoral algunos, en su deseo de que ya haya cambiado, hicieron su mejor esfuerzo para analizar a un candidato que mejoró su visión de las cosas, que se supo rodear de mejores gentes que le aconsejaran, lo cual lamentablemente no era cierto, se trató de un autoengaño. Si dejó de bloquear e incendiar pozos petroleros es porque ya envejeció y carece de fuerzas, pero su terquedad e inclinación hacia la anarquía y los anarquistas, así como su repudio al orden, a las riquezas obtenidas mediante el esfuerzo, inteligencia y trabajo continúan. Su eterno revanchismo social sigue siendo el mismo.

     Para él los riquillos y a los que les gusta vivir de otra manera, de buena manera, son “fifís” según su criterio y no tienen derecho a gastar en las cosas que les gustan. Su afecto y apoyo son para los macheteros de Atenco, los maistros de la CNTE, los ayotzinapos, las comandantas Nestoras, Napos, y demás violadores de la ley y el estado de derecho. Entre esta gente que solo produce problemas y caos es donde se siente bien, como pez en el agua.

    Grupos e individuos a los que el escritor y académico francés Jean d’Ormesson aglutinara bajo un atinado término «La ineptocracia», término que también definió con la misma precisión: “La ineptocracia, es el sistema de gobierno en el que los menos preparados para gobernar son elegidos por los menos preparados para producir, y los menos preparados para procurarse su sustento son regalados con bienes y servicios pagados con los impuestos confiscatorios sobre el trabajo y riqueza de unos productores en número descendente, y todo ello promovido por una izquierda populista y demagoga que predica teorías, que sabe que han fracasado allí donde se han aplicado, a unas personas que saben que son idiotas”.

     Gran parte de los votantes hizo lo mismo que los venezolanos en su momento con Hugo Chávez, quien entendiendo el hartazgo de las masas ante la corrupción e indiferencia de la clase gobernante les prometió combatir y mejorar el estado de cosas, le creyeron y le dieron el voto. La mayoría tiempo después se lamentaría con dolor y horror.

     Luego de las elecciones de julio, en lugar de trabajar en silencio, de diseñar con sus futuros colaboradores planes trascendentes, viables y acordes a la realidad y necesidades nacionales, lo primero que hizo López Obrador fue demostrar su carácter malformado, su falta de respeto por el otro y por las instituciones. Y aunque se quiso disfrazar de “evangélico” ―los neo protestantes conocen muy bien los principios bíblicos (aunque sea algunos, muy pocos): “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mat 7:12)― su impaciencia y carácter arrebatado le exhibieron tal cual es, le llevaron a destiempo a presentar su gabinete, a ocupar las planas y notas principales en los medios, a presentarse como el presidente que todavía no es, faltándole al respeto en primer lugar a los mexicanos, en segundo al presidente Enrique Peña Nieto, y en tercero, a la democracia (en seria amenaza).

     Si en verdad fuese neo protestante (es decir, protestante sancochado) conocería cuando menos que la Escritura advierte: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo cielo tiene su hora” (Ecle 3:1). Pero no, su limitado vocabulario, su lenta asociación de ideas le han marcado como un hombre de muy escasas lecturas y pobre visión de estado. Claro, las huestes vociferantes y amenazadoras de las que se hace acompañar y que le ayudaron a llegar al poder, atacan con fiereza a quien critique (con verdad) a su líder. Igual sucedió en Italia y la Alemania de los años ’30 en el siglo pasado.

     Pero está a tiempo de enmendar sus graves yerros. De echar a la basura su absurda consulta y futuros plebiscitos, encuestas y referendos tan queridos por los autócratas y dictadores para perpetuarse en el poder. Instrumentos mañosos en los que enredan a los ingenuos para aparentar ser demócratas.

     La opinión internacional tiene los ojos puestos en AMLO y en su absurda, por no decir estúpida consulta sobre el aeropuerto capitalino, de lo que él haga y decida respecto a esta obra, pues al resolver dará color y en qué tono pintará su gobierno. Rojo no, ya no existe (solo en la mente de los rabanitos criollos y en los ignorantes ayotzinapos que viven en un mundo de anarquía y doctrinas políticas no comprendidas, peor todavía, desechadas en todo el orbe por caducas e impracticables), sino de tonos grises con amarillo, cargados de mediocridad y llanto a causa del dolor de las multitudes.

     Y no se necesita ser adivino ni eminente politólogo para vislumbrar el futuro de México, basta con una mirada rápida a los escaños en las cámaras y reconocer nombres y caras, que sin mencionarse, son sinónimo de violencia, torpeza, corrupción, mañas, incapacidad, agresividad, carencia neuronal, y tantas deficiencias más. Si realmente López Obrador tiene voluntad de cambiar y dirigir el timón de la República hasta llevarlo dentro de seis años a buen puerto y entregar buenas cuentas al pueblo de México, urge que realice no varios, sino muchos cambios en su cosmovisión y allegarse a personas que realmente estén capacitadas para mejorar la condición del país y ayudarle al ahora presidente electo a tomar mejores decisiones, y no simples puntadas de campaña, como esa, de una ‘consulta para el aeropuerto’.

     López Obrador y su gente, al menos los más cercanos a él, a los que escucha, tendrán que aprender que democracia e independencia van juntas, son indisolubles, disminuir o acabar con la primera extingue la segunda. Nuestro premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, escribió al efecto: “La derrota de la democracia significa la perpetuación de la injusticia y la miseria física y moral, cualquiera que sea el ganador… Democracia e independencia son realidades complementarias e inseparables: perder a la primera es perder a la segunda y viceversa” (Sueño en libertad, pág. 392). ¿Será mucho pedir que se dejen de consultas absurdas, que esperen a que les llegue su turno para gobernar, y que cuando el plazo se cumpla, inviten a su equipo a otras mentes más lúcidas que les ayuden a pensar y planear un mejor país? De no ser así, quizá estamos viendo el inicio de una dictadura.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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En la década de los sesenta apareció una película llamada “El mundo está loco, loco, loco”, con el paso de los años se puede afirmar que el título del filme apenas mostraba los síntomas, pues lo cierto es que en el siglo posmoderno la enfermedad se ha desencadenado, exhibiendo ante cuerdos y orates una aldea global en que la que demasiadas cosas parecen salidas de control.

Situación que se agrava con gobiernos tan inútiles como ornamentales, campeones para hablar y declarar, pero reprobados absolutamente en su actuar. Gobiernos para los que su función se limita al cobro de impuestos, multas y demás formas de vaciar el bolsillo de los ciudadanos, pero omisos totalmente en aplicar la ley y hacer valer el estado de derecho; razón por la cual, en el caso de México, el país se encuentra ahogándose en un  mar de sangre.

En este marco de violencia e IMPUNIDAD el asesinato y violencia contra las mujeres se ha convertido en una plaga satánica desconocida por los mexicanos. Los que somos viejos nunca habíamos visto semejante maldad, y no estamos hablando de los abusos y problemas conyugales, por cierto que no, se pueden revisar los archivos judiciales y tenga el lector por seguro que en los años 50, 60 y 70 del siglo pasado el número de homicidios contra mujeres no llegaba ni al diez por ciento de los que se cometen ahora. No importa que se les clasifique como feminicidio o como homicidio, el punto focal es que se asesinó a una persona y en el 97 o 98 por ciento de los casos quedan impunes.

     ¿Qué sucedió, porqué algunos o muchos hombres se han convertido en bestias salvajes, en seres sin entrañas, carentes de afecto y respeto por aquellas que nos trajeron en su vientre, que nos dieron su vida para criarnos y formarnos? (amor ni mencionarlo, no lo conocen, lo confunden con las relaciones sexuales). Queda claro que las causas son múltiples pero entre las primeras se puede encontrar en la familia, en la falta de disciplina y corrección a los hombres de las últimas generaciones; individuos a los que un amor mal entendido les pretendió dar todo lo que pedían, para los que no hubo regaños formales, ni castigos, mucho menos exigencias y tareas propias de cada miembro de la familia. Su carácter mimado y egoísta en lugar de formarse se mal formó. Pero no es la única causa, por cierto que no.

    La escuela también bajó la guardia de manera que orden y disciplina al ser menospreciadas quedaron fuera, dejando a niños y jóvenes con un carácter en bruto, sin frenos, en otras palabras, INCAPACITADOS PARA LA FRUSTRACIÓN, lo cual en la mayoría de los casos se traduce en acciones violentas. Y si a este cuadro le agregamos el ambiente social (barrio, colonia, pandillas, etcétera), así como una fauna delincuencial sangrienta, enriquecida y ensoberbecida a causa de la impunidad ofrecida por gobiernos corruptos o incapaces (o ambas cosas); el cóctel nos ofrece datos del origen del asesinato de mujeres. Cáncer y vergüenza social que además de indignarnos no deja de horrorizarnos, pues no se puede entender la existencia de individuos (no hombres, la hombría es algo muy respetado) capaces de semejante ruindad, de abuso de fuerza y condición, de ser poseedores de tan deleznable conducta.

Ahora bien, el asesinato y violencia contra las mujeres no puede separarse de la violencia en general, sobre todo si se toma en cuenta la IMPUNIDAD que campea en México en lo que corre del presente siglo, en el que gobiernos inútiles, con Procuradurías (o Fiscalías, es lo mismo) y jueces igual de inútiles, han promovido y abonado, no solo los asesinatos de mujeres, sino de cualquier persona A CAUSA DE LA IMPUNIDAD. Saber que en lo que va del año 2019 se han asesinado en México más de 30,000 personas solo remarca la incapacidad y desvergüenza de los gobernantes en turno (y de los anteriores recientes).

Pero como decíamos al inicio del presente artículo, tal parece que el mundo ha enloquecido. Observar en la televisión manifestaciones de mujeres que reclamando la violencia contra sus semejantes, se convierten para asombro de todos en verdaderas energúmenas, lanza el péndulo hasta el otro lado. Si nos horrorizamos y condenamos toda violencia contra las mujeres, igual de condenable es la actitud violenta de estas féminas ¿Qué hombre cuerdo formaría una familia con semejantes engendros?

Es evidente que la sociedad mexicana tiene que hacer un alto y con sincera auto crítica y sin autocomplacencia; diagnosticar y buscar el remedio para esa locura colectiva que de no atenderse tarde o temprano nos conducirá al colapso.

Debe además atender y considerar la utilización mañosa de DISTRACTORES por parte de los gobiernos (en los tres niveles) para desviar la mirada y atención de la opinión pública de los gravísimos problemas que nos aquejan, y lanzarla con todo su peso en asuntos de menor relevancia,  los cuales magnifican y distorsionan (con el apoyo de las redes sociales) evitando la presión social sobre ellos a causa de su inutilidad, incapacidad y cinismo; sin importarles que esto conlleve el linchamiento moral y destrucción de algunas personas que en algún momento se dejaron dominar por la ira y perdieron la ecuanimidad (¿sobrarán en la sociedad aquellos que son ecuánimes las 24 horas y puedan lanzar la primera piedra para lapidar a la mujer adúltera del Evangelio de Juan?).

Un caso acontecido esta semana ilustra la perversidad del gobierno y la participación de algunos medios, caso que llevó al linchamiento moral de una persona que habiendo tenido un accidente provocado por una mujer, el hombre se dejó llevar por la ira y pateó el auto de la conductora (la mujer lo grabó, pero no grabó la primera parte de lo sucedido, lo que ella le dijo, se enfocó en la ira del hombre). El sujeto jamás se imaginó que su berrinche, condenable ciertamente, sería conocido a nivel nacional, que sería linchado moralmente por millones de personas, no en proporción a lo que hizo (para eso hay instancias legales y leyes que norman las acciones y conductas delictivas) sino como una especie de engendro del mal que no debería de existir. Incluso el negocio de su empleador ha sido causa de boicot, amenazado en las redes sociales de ser vandalizado.

Es obvio que el gobierno de López Obrador y el de Enrique Alfaro debieron de sentirse felices, aliviados de que las redes y algunos medios se presten a ese trabajo tan sucio y deleznable, ya que en lugar de que los mexicanos le exijan al primero que detenga la ola de crímenes que mantiene aterrorizado al país (más de 30,000 en este año 2019), para que detenga, enjuicie y sentencie a las hordas de asesinos, y al segundo que haga lo mismo en Jalisco ya que en lo que va del año se han cometido 2445 asesinatos (creciendo el 32% el de mujeres); alentaron y desataron una terrible y desproporcionada campaña nacional contra un hombre cuyo delito fue perder el control en un accidente de tránsito y lanzar café y patadas contra el vehículo de una imprudente mujer. Un hombre al que sin duda ya marcaron de por vida, a su familia, que perdió su empleo y ha quedado estigmatizado socialmente, pero que sirvió a manera de chivo expiatorio para que los mexicanos dejaran de exigir, al menos por unos días, que sus gobiernos cumplieran con su deber. Deseando llegar al fondo de todo esto, lo cierto es que al cerrar a Dios las puertas de los hogares, escuelas, universidades, cultura y centros de trabajo, el hombre caído ha vuelto a sus genes de Caín ¿O usted qué opina estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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Apenas van a cumplir un año en el poder, y un enorme sector de los mexicanos (millones) ya están cansados del actual gobierno federal. Su incapacidad en casi todos los órdenes para resolver los problemas nacionales, su carencia de cuidado y respeto por la inmensa mayoría de los ciudadanos a los que han dividido y ofendido, un día sí y otro también, su insensibilidad, derroches y mentiras les han puesto en enemistad con el pueblo, con el mexicano (no con los incondicionales seguidores de AMLO, y con aquellos cuya voluntad han comprado con el dinero que se les regala de los que pagan impuestos).

     Una incapacidad negada por la soberbia y la insensibilidad, que si bien se intenta ocultar con la retórica de una falsa ideología, lo cierto es que deja al descubierto su impreparación, su valemadrismo ante los grandes males que azotan al país. Su desprecio por todos aquellos que no comparten su cosmovisión violenta y totalitaria, para los que desean un México mejor lo cual solo se logra mediante el trabajo de todos, de pueblo y gobierno. No de un gobierno que se trepe y viva del pueblo.

     Un gobierno corroído en sus entrañas por el odio y el revanchismo social, lo que le ha llevado a promover sin tapujos la división entre los mexicanos. Un gobierno que lejos de buscar la unidad –como es su deber- todos los días, desde la madrugada, se dedica a dividirnos, a emponzoñar los corazones de sus seguidores y de los insatisfechos. Un gobierno cuyo presidente se ríe todas las mañanas, no importa que los narcotraficantes hayan humillado al Ejército en Culiacán (y en tantas partes del país, impidiéndoles poner orden y hacer valer la ley), que los delincuentes que azotan al país de norte a sur y de costa a costa hayan asesinado en Chihuahua a una familia de mujeres y niños; no, en lugar de cumplir con su deber, sin sensibilidad ni madurez alguna, califica a cualquiera que no se someta a sus caprichos de “fifí, conservador, enemigo, opositor”, y una retahíla de ofensas en las que la prensa ha sido incluida y vilipendiada (por quien debiera ser su primer defensor).

    La insensibilidad del actual gobierno se ha visto reflejada en la desaparición de guarderías, en la falta de medicamentos, en la desaparición del Seguro Popular y dejar a diabéticos y niños con cáncer (entre otros pacientes) sin la debida atención. En permanecer inmóvil y no aplicar la ley ante una delincuencia desbordada que tiene el suelo patrio regado en sangre en apenas 10 meses (con 30,000 asesinatos); una delincuencia que también secuestra, roba, asalta, extorsiona, cobra impuestos a todos por vivir (‘cobro de piso’) y demás delitos con los que mantiene aterrorizada a la gente que trabaja y mantiene de pie a este país (y mantiene al gobierno también).

     Un gobierno que a grupos de delincuentes como es el caso de los maistros de la CNTE y los normalistas rurales, les permite secuestrar, robar, destruir, paralizar la productividad industrial y comercial (deteniendo trenes) sin que haga absolutamente nada. Para el gobierno de la 4T la ley y el estado de derecho no son nada. Un instrumento de riquillos, de burgueses explotadores, pues no debemos olvidar que MORENA (el partido de AMLO) toma su nombre del periódico Regeneración de Flores Magón. Un anarquista para el que la democracia se integraba por una trinidad satánica: GOBIERNO, CAPITAL, Y CLERO, trinidad que había que aniquilar.

     Un gobierno derrochador, que con falsa austeridad promovió la reducción de salarios y recortes en seguridad, salud, universidades públicas, etcétera. Que  incluso de manera hipócrita puso en venta el avión presidencial (que por cierto se debe una buena parte) viajando el presidente en vuelos comerciales -con todo lo que esto significa en problemas de logística, protección a su persona, incomodidades a los viajeros, retardos, etcétera- y ofrece, sin que nadie se lo pida, ASILO a EVO MORALES, que dicho sea de paso, él RENUNCIÒ a la presidencia, no hubo ningún golpe de estado. Y como AMLO se dice ‘creyente’ se le recuerda que la mentira es pecado.

     Así que no se puede admitir que hable de austeridad y envíe un costoso avión de la Fuerza Aérea Mexicana para traer al renunciante mandatario boliviano. Un viaje que costó una verdadera fortuna en dinero y desgaste diplomático al tener que tocar la puerta de varios países para que dejaran pasar el avión y a su pasajero. Una incongruencia (e hipocresía) al traer al huido dictador de Bolivia en un viaje azaroso y hasta premiar con ascenso a general al piloto. En otras palabras: ¿Para traer al dictador todo el empeño y para atrapar al hijo del “chapo” en Culiacán ningún esfuerzo y humillación mundial para las fuerzas armadas? ¿Hay compromisos que impiden retornar al imperio de la ley o se trató de un rostro más de la incapacidad del gobierno lopezobradorista?

    Un gobierno que sin máscara alguna anuncia su vocación de dictadura, implementando día con día los pasos para lograrlo: desde la polarización y división de la sociedad, hasta el afianzamiento de su proyecto: proyecto en el que la democracia no cabe por lo que los otros poderes ya han sido tomados, primero el legislativo y ahora el judicial, haciéndose en el inter de organismos autónomos como la CNDH y trabajando de manera rápida para hacerse también del INE, TRIFE, FGR, etcétera, en pocas palabras. Llegaron al poder por la democracia y sin disimulo y con descaro están destruyéndola para instalar una dictadura al peor estilo sudamericano. Pasando por alto tres cosas. Una, que los mexicanos votaron por un presidente que resolviera sus muchos problemas, no por un dictador que les oprimiera más. Dos, que además de ilegal, perverso y deleznable, están obrando fuera de la ley y sin cumplir con sus principales deberes. Y tres, que tomaron el Nombre de Dios en vano para engañar a católicos y evangélicos aparentando ser creyentes, ignorando que nadie, ABSOLUTAMENTE NADIE ha quedado impune ante la presencia del Señor.

    Un congreso que debiera velar por los intereses de los mexicanos, es ahora un simple grupo de empleados de AMLO dispuestos a someterse a sus caprichos y acelerar el paso de la democracia a la dictadura; injustos y desvergonzados, al grado de aportar casi el 70 por ciento del presupuesto destinado a los estados, para los 6 que controla Morena (que no gobierna), mientras que a los otros, que son la mayoría (12 gobernados por el PRI y 10 por el PAN) les dejan las sobras, es decir el 14 y 10 por ciento respectivamente. Claro, la intención es que no puedan hacer nada y en las próximas elecciones quedarse con todo lo que ahora no controlan y así hacerse de todo el país.

     Los mexicanos deben abrir los ojos, estamos a tiempo para impedir semejante villanía y maldad, no se puede admitir que los Maduro y los Evo Morales se hagan del poder mediante la democracia (que tanto aborrecen) para luego destruirla y establecer una autocracia.

     Hace casi 110 años tuvimos una Revolución social, la primera del siglo XX en el mundo y la más exitosa en América Latina. No debemos caer en las falsas promesas de este grupo de anarquistas y resentidos sociales que integran en su mayoría Morena, pues carecen de testimonio ya que las cartas de capacidad, integridad, formación, laboriosidad, respeto por el pueblo y las instituciones y el estado de derecho no aparecen en su bagaje. Su inclinación por la pereza, el desmadre, el repudio al orden y la aplicación de la ley les imposibilitan para estar en el poder. No solamente la corrupción es condenable, también lo es la incapacidad, el divisionismo, la insensibilidad, el derroche y la mentira, blasones de ignominia que adornan a este grupo amorfo que se hizo del poder en México, que no ven por su bien y futuro, sino por el de ellos mismos. Punto.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

 

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Aunque el país se encuentra sumido en un torbellino de problemas ocasionados o crecidos a causa de la incapacidad, ignorancia y soberbia del gobierno federal (acompañado por una cauda de gobernadores y presidentes municipales con idéntico perfil), no debemos perder la sensibilidad para tocar temas que nos atañen a todos, en este caso particular a los jaliscienses.

     La muerte de Don Guillermo Cosío Vidaurri, acentúa la pérdida de una generación de hombres que forjaron e hicieron grande este país y este estado (Jalisco) en el concierto internacional. De políticos, que si bien no son candidatos al santoral oficial, sí lograron mediante su duro trabajo a favor de los mexicanos un lugar de honor y respeto. Que si maniqueos y fanáticos se los niegan, sus méritos y enorme esfuerzo por los gobernados pueden callar con la bitácora de sus logros las voces mezquinas que solo ven en el PRI maldad y corrupción.

     Vale adelantar al respecto que la mayoría de los que ahora gobiernan el país, ya sea desde la presidencia de la República, secretarías, direcciones, senado, cámara de diputados o alguna gubernatura o presidencia municipal, casi todos militaron en el PRI: Andrés Manuel López Obrador al frente ahora del Ejecutivo, Alfonso Durazo en la secretaría de seguridad, Manuel Bartlett en CFE, Ricardo Monreal, Ifigenia Martínez, Cristóbal Arias, Armando Guadiana Tijerina, Napoleón Gómez Urrutia y otros, en el senado, Enrique Alfaro Ramírez en la gubernatura de Jalisco, por señalar algunos pocos. ¿Al cambiar de chaqueta esta corte de purísimos y honradísimos señores el PRI se corrompió? ¿O todos se fueron cuando no les cumplieron su berrinche ególatra?

     Las nuevas generaciones, al menos la gran mayoría, desconoce y no valora lo que los políticos producidos por la Revolución Mexicana hicieron por este país. Envenenados por la terrible mercadotecnia política –iniciada con la campaña de Vicente Fox- que convirtió ante sus ojos a los gobiernos del PRI en una especie de monstruos, de corruptos insaciables y perversos; visión reforzada en el siglo XXI por las bandas de ladrones que con la franquicia de ese partido arribaron al poder (sin tener comparación ni parecido alguno con los priistas emanados de la revolución social); no saben, ni mucho menos valoran que casi toda la infraestructura con la que cuenta el país fue creada, construida o modernizada por estos grandes hombres (a punto de extinción).

     Universidades, preparatorias, secundarias, primarias, decenas de miles de ellas, aeropuertos, autopistas, carreteras, terracerías, caminos vecinales, IMSSS, ISSSTE, INFONAVIT, miles de Hospitales de distintos niveles, clínicas, centros culturales, centros comunitarios, transporte colectivo Metro (México, Guadalajara y Monterrey) y muchísimo patrimonio que tenemos es muestra de su trabajo.

    Valga decir que  en Jalisco nos devolvían un promedio de 40 centavos en obra pública por cada peso de impuestos pagado por el ciudadano (hasta el gobierno de Don Guillermo Cosío, en que bajó un poco este porcentaje). En los gobiernos de la posmodernidad (Morena, PAN, PRI y MC) nos devuelven entre 2 o 3 centavos. Todo se va en altísimos sueldos y abultadas prestaciones, así como en una burocracia crecida en cuatro o cinco tantos más de lo que se requiere, pero que es utilizada como maquinaria electoral al servicio de estos pseudo políticos que se han adueñado del poder mediante la mentira, el engaño y la descalificación del contrario.

     Todavía está fresco el recuerdo de la calumnia periodística sacada por Emilio González Márquez inventándole actos de corrupción a su contrincante, el priista Arturo Zamora, lo que le ayudó a ‘ganar’ la elección por unos cuantos votos. Dos días despuès de la elección, saca un desmentido diciendo que “en realidad fueron bienes adquiridos legítima y legalmente”, pero el daño ya estaba hecho.

     No se trata pues de gobiernos de gente brillante, inteligente, con visión de estado y propuestas que se concretaban, como lo fueron los gobiernos de antes, de viejos ya fallecidos, de los que quedan muy pocos y fuera del servicio público. Intencionalmente utilicé la palabra servicio público, ya que a las nuevas generaciones de gobernantes (que no de políticos, pues no conocen este valioso oficio al cual confunden con grilla e intereses de mafiosos) solo les interesa el PODER PÙBLICO y LOS DINEROS PÙBLICOS.

     Ante este panorama, hombres como Don Guillermo Cosío Vidaurri se agigantan, dejan la vara demasiado alta para los enanos que ahora dicen gobernar, pero que tienen al país y el estado ahogándose en un mar de sangre inocente, aterrorizados por una fauna criminal que goza de total impunidad.

    Nacido y forjado en el populoso barrio de la capilla de Jesús, el ex gobernador mantuvo durante toda su vida esa sensibilidad ante las necesidades del ciudadano sencillo. El día de su funeral un grupito que habla a nombre de los damnificados del “22 de abril” se quejaba ante los medios de que nunca les haya pedido perdón ni siquiera disculpas. Es obvio que su dolor (cierto y legítimo) les impidió ver completa la realidad. No pudieron ver jamás que se trató de un problema federal, provocado por PEMEX en el que Salinas, sin explicar jamás los hechos, se limitó a soltar dinero, mucho dinero para los damnificados (rentas, pagos elevados de inmuebles, autos, etcétera). En las generaciones pasadas los viejos fuimos enseñados a pedir perdón o disculpas cuando hacíamos algo malo o indebido, jamás sin haber hecho nada o que no nos correspondía, pues la dignidad es parte de la honra. Si no pidió perdón es que consideró que quien debía hacerlo era Salinas, Pemex y los trabajadores de Pemex, no él, quienes provocaron los daños eran los obligados a hacerlo.

     Don Guillermo a través del esfuerzo, preparación, trabajo, inteligencia y don de gentes, logró ser diputado, presidente municipal de Guadalajara, secretario general de su partido a nivel nacional, director del Metro capitalino, hasta llegar a la gubernatura de Jalisco. Cargo que en los años que ejerció fue por demás fructífero: entre otros, la línea 2 del Metro tapatío, amplió de dos a cuatro carriles por sentido la carretera a Chapala (con camellón al centro) y de uno a dos por sentido despuès del aeropuerto (con camellón también) y muchas otras obras, incluidos Colectores, obras que ya no se construyen ¿será porque es dinero enterrado y no se ven?

     En el ámbito cultural creó y produjo la ENCICLOPEDIA TEMÀTICA DE JALISCO en 18 tomos, un trabajo titánico y valiosísimo que pocos estados de la República poseen. Abundando acerca de esta Enciclopedia, al entrar Alberto Cárdenas a la gubernatura, este hombre de pocas luces y carente de formación intelectual, envió a un sótano este trabajo que tenía otro destino, que de haber terminado Cosío Vidaurri su gestión, hubiera dado el servicio y altos fines para el que se creó. En la FIL de 1995 (ya durante el gobierno de ACJ), en el stand del gobierno de Jalisco: observé una colección de la Enciclopedia Temática de Jalisco tirada en el suelo (literalmente), mostrando con ello la formación y visión de estado de los nuevos gobernantes. El desprecio por el saber.

      Descanse en paz este jalisciense ilustre que además de trabajar por todos nosotros, supo guardar decoro y compostura ante la horda de improvisados y bucaneros que asaltarían el poder en Jalisco. Incluso ante la deshonra que algunos de sus parientes traerían a su figura y valiosísimo trabajo. La Biblia señala: “La memoria del justo será bendita” (Prov 10:7). Descanse en paz Don Guillermo Cosío Vidaurri.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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