Opinión

Las palabras tienen valor y significados. El Mesías, el bueno, el de verdad (no el ‘tropical’ que calificara Krauze) sentenció:“porque por tus palabras será justificado y por tus palabras serás condenado” (Mat 12:37); texto bíblico que parece desconocer el actual presidente, que, aunque se dice cristiano, es obvio que no lo es. Su manera de entender la vida, la ligereza de sus palabras y dichos cotidianos lo exhiben ajeno. Lo ratifican de ofensivo y falto de respeto a sus gobernados.

     El pasado jueves 23, López Obrador en su papel de presidente de la República fue capaz de ofender, y esto de manera grave, a la prensa, que, aunque quiso matizar luego su dicho, el daño estaba hecho.

    Desde esta columna siempre lo he criticado, y lejos de retractarme, sus hechos y dichos se han encargado de confirmar lo que creo de su persona y acciones públicas (su vida privada me merece respeto y jamás me meteré en esa área). En reciente libro de mi autoría expreso mi opinión con la libertad que la ley divina y la humana me conceden:

— “El asunto se convierte en un tema altamente preocupante pues queda en manos de un gobierno liderado por un hombre intelectual y anímicamente malformado, abiertamente populista y repudiador sin base alguna del orden, la legalidad, el trabajo y el esfuerzo creador. De un individuo que no ganó las elecciones por ser el mejor ni contar con el perfil necesario, sino por el cansancio de un pueblo vejado, agraviado y engañado hasta el cansancio en las últimas décadas. Sobre todo en la última del siglo veinte y las que corren del veintiuno”.

     A López Obrador le gusta compararse con el presidente Juárez, sin embargo, son personalidades abismalmente distintas. Juárez medía y meditaba sus palabras, él no, la mesura es ajena a su persona, de pronto sale el anarquista que siempre ha sido y la ofensa reciente contra los periodistas le exhibió de cuerpo entero.

      También es muy dado a colocarse en la fila de los liberales del siglo XIX, sin embargo, es muy poco lo que le une a ellos. Al calificar de “PERIODISTAS HAMPONES a todos —si bien luego quiso componer su grave ofensa, y al día siguiente al mejor estilo del nazi Goebbels sacar una lista de medios y periodistas a los que en el gobierno anterior se les pagaron facturas—, lo cierto es que su ataque fue contra la prensa en general. Su mesianismo ha llegado a tal punto que rechaza toda crítica o señalamiento, posición que está allanando el camino a la dictadura, lo cual no podemos permitir, hemos elegido la vida republicana y por ese camino continuaremos transitando.

     Francisco Zarco, el gran periodista y legislador, liberal puro (él sí), escribió la siguiente advertencia que el gobierno actual debe atender:

“Bajo el dominio de gobiernos irresponsables toda censura es un crimen y toda diferencia de opinión pasa por atentado. En semejante situación, sólo posible bajo el absolutismo y bajo la dictadura, cesa el poder de la opinión, domina la fuerza, y el gobernante carece de todo medio de ilustrarse y de conocer y enmendar sus propios desaciertos. Tal estado de cosas es la negación de todos los principios republicanos”.   

                                          El Siglo Diez y Nueve, 10 de diciembre de 1867.

     A su personalidad anarquista y sectaria, lo que le incapacita para gobernar a todos los mexicanos, se agrega la ausencia de colaboradores (íntegros y valientes) que le hagan saber la realidad, aunque no le guste. ¿Cómo podrá gobernar al país desconociendo lo que realmente sucede y rechazando toda crítica o señalamiento? Lo que hace contra la prensa lo hace contra todo el gremio. Si hay periodistas corruptos es muy simple, que los meta a la cárcel. Punto.

     En lo personal no me puedo quedar callado, hacerlo, me recuerdo de dos grandes hombres, el periodista francés Emile Zola y el pastor y poeta alemán Martin Niemöller, capaces de decir la verdad en una sociedad hostil gobernada por injustos y un dictador.

     En artículo publicado el 13 de enero de 1898 en el famoso diario parisino L’ Aurore, Emile Zola usa su pluma para señalar las injusticias del régimen (que condenaba al inocente capitán Dreyfus): “…Mi deber es hablar, no quiero ser cómplice… Y a usted, señor presidente, le gritaré esa verdad, con toda la fuerza que me da mi rechazo de hombre decente”.

     En tanto que el pastor Niemöller, héroe de la Primera Guerra Mundial y capitán de submarino, a quien Hitler consideraba su ‘prisionero personal’, escribió su conocido poema, advirtiendo a todos aquellos que amenazados por la tiranía o la dictadura, prefieren guardar silencio (para no comprometerse):

          “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,

           guardé silencio, porque yo no era comunista.

           Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,

           guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.

           Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,

           no protesté, porque yo no era sindicalista.

           Cuando vinieron a llevarse a los judíos,

           no protesté, porque yo no era judío.

            Cuando vinieron a buscarme a mí,

            no había nadie más que pudiera protestar.

      Quedarse callado ante semejante ofensa del presidente contra los periodistas además de impropio e indigno, alentaría un régimen que ha iniciado con todos los síntomas de una dictadura. El presidente tendrá que entender y aceptar muchas cosas, y pronto, pues en las elecciones no compró un país con todo y habitantes, fue electo por apenas el 25 por ciento de la población y tiene que gobernar para el 100 por ciento.Reconocer públicamente que ofendió a los periodistas (al calificar a todos como “los hampones de la prensa”), además de sano sería una señal de rectificación, que lo ideal sería el inicio de varias y urgentes, como la de continuar la construcción del NAIM y dejar esa necedad de construirlo en la Base Aérea Militar de Santa Lucía.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Contender por un cargo público sin tener el perfil es un acto supremo de corrupción, corrupción que desde este punto se encuentra muy generalizada. El actual gobierno del Estado de Jalisco, así como la mayoría de los presidentes municipales son parte de esta estadística (al igual que los dos sexenios anteriores). Los cientos de asesinatos, violencia sin límite, extorsiones, fraudes y demás expresiones criminales prácticamente todos permanecen impunes. Gobiernos de utilería, ornamentales y onerosos, apenas atinan a declarar pretextos y excusas, con tan poca sabiduría y tacto que esta semana el gobernador culpó a las familias de lo que sucede en el Estado (una sociedad que aparte de dolida y agraviada, ahora es ofendida).

      Los jueces penales no tienen toda la culpa de la impunidad que goza la fauna criminal en nuestro Estado. El pasado miércoles apareció en la prensa un punto de vista, que ni Alfaro Ramírez, ni el ginecólogo que tiene al frente de la inseguridad (Macedonio Tamez), ni Enrique Ibarra, ni ninguno de su gabinete puede refutar. De acuerdo a una nota recién publicada, entre el 1 de enero y el 31 de marzo de 2019, se iniciaron 44,086 carpetas de investigación, de las cuales solo en 1,784 hubo detenidos, “es decir, en penas el 4 por ciento de los casos bajo investigación se capturó a un sospechoso” (Mural, 16/Mayo/2019), situación que muestra sin retoques que el problema principal SE ENCUENTRA EN LA FISCALÍA DEL ESTADO, reino de la ineficacia y la impunidad.

     Y para que no traten de evadir su responsabilidad, les recordamos los asesinatos contabilizados por algunos medios en días recientes:

Mural, lunes 08/Abr/2019 ————————–        6 asesinatos

Mural, sábado 13/Abr/2019 ————————       8 asesinatos

Mural, domingo 14/Abr/2019 ———————-     11 asesinatos

Mural, martes 16/Abr/2019 ————————-    11 asesinatos

Mural, sábado 20/Abr/2019 ————————      9 asesinatos

Mural, viernes 26/Abr/2019 ————————-   12 asesinatos

Mural, lunes 29/Abril/2019 ————————–   11 asesinatos

Mural, martes 30/Abr/2019 ————————-     9 asesinatos

Mural, viernes 3/May/2019 ————————–    6 asesinatos

El Informador, 18/May/2019 ————————   25 asesinatos

     En tan solo diez días hubo 108 asesinatos, sin contar la mayoría de los cuerpos de personas asesinadas y enterradas de manera clandestina en fosas, excepto los 25 encontrados en Tlajomulco el sábado 17 de mayo por el Ejército (crímenes que se contabilizan hasta el día de su hallazgo).

     En cualquier otra época, cuando había vergüenza y dignidad en el quehacer público, el gobernador y sus principales colaboradores hubiesen renunciado. Su incapacidad es manifiesta. Protestaron en vano cumplir y hacer cumplir la ley. Los muertos ya no caben otra vez en el SEMEFO y los legistas de Ciencias Forenses no se dan abasto con las autopsias.

     Lamentablemente todo lo hacen al revés, creen en su autoengaño que el pueblo está tonto, que desconoce lo que sucede. Para aparentar que están haciendo algo, en lugar de avocarse a detener a los criminales y delincuentes, de entregarlos al Ministerio Público y éste consignarlos de inmediato al Juez de control. No, se apoltronan por horas el sitio de los hechos, ponen listones, llenan de patrullas con luces azules (que deberían andar persiguiendo delincuentes y no estar perdiendo el tiempo tan inútilmente), colocan vasitos de plástico y juegan al detective. Todo para una carpeta de investigación que va directa al archivo. Si esto no es corrupción e ineptitud desconozco como llamarlo.

     Y no solo son los asesinatos. Cualquier denuncia en la Fiscalía tiene como destino final el archivo. Es tal la incapacidad y la corrupción que reina en la Procuraduría (es lo mismo que Fiscalía) que el ciudadano agraviado, incluso si tiene la posibilidad de pagar un asesor jurídico, tarde o temprano se dará por vencido ante la indiferencia de una burocracia que desconoce que SU DEBER ES PROCURAR JUSTICIA pero que lo ha tomado, en el caso de la mayoría, como una mera chamba y en el caso de algunos M.P. como negocio particular. Y es que, no se explica cómo es que las denuncias nunca avanzan, pueden pasar uno, dos y hasta tres años, y el representante social en lugar de representar a la víctima(s), con sus acciones no disimula su protección para el denunciado(s). La razón no requiere de explicaciones.

     En este reino de la impunidad, asunto al que se unen los jueces federales que niegan los amparos con el argumento que “no se agotaron los recursos” (cuando lo cierto es que ni siquiera leen las demandas de lo contrario concederían los amparos para obligar al M.P. a enviar a los jueces tanta Carpeta de Investigación rezagada, sin justicia, agraviando todavía más a un pueblo harto de tanta vejación y menosprecio). El ejemplo de “Jaimito el cartero” —para evitar la fatiga del trabajo— reina entre no pocos funcionarios federales cuyo deber, así como en la Fiscalía, ES PROCURAR QUE SE IMPARTA JUSTICIA, no imponer criterios personales (o de pretexto para no trabajar) que no fueron contemplados por el Legislador.

 

NUEVA CONSTITUCIÓN

     El jueves 16 de los corrientes asistí al antiguo recinto del Congreso de Jalisco a un Foro acerca de la nueva constitución que desea Enrique Alfaro. El gobernador, que se supone es el interesado no asistió, envió al secretario de gobierno Enrique Ibarra, quien antes de entrar en el tema, le ganó el subconsciente pues intentó en su breve mensaje disculparse del clima de violencia imperante en el Estado.

     Lo cierto es que no esperaban, de hecho, no había nadie que representara al gobierno estatal (Enrique Ibarra abandonó el recinto de inmediato), lo que se escuchó. Iniciaron como panelistas dos valientes mujeres que, entre otras cosas, dijeron abierta y directamente “que no se requería de una nueva constitución, a menos que haya habido fraude en las elecciones y quisieran legitimarse”. María Marván Laborde fue todavía más allá, refiriéndoles un refrán que los estadunidenses utilizan “si no está roto, no lo compongas”. En resumen: necesitamos un gobierno que cumpla y haga cumplir las leyes existentes, no que quiera continuar con el engaño de jugar al gobierno como lo han hecho hasta ahora, éste y los dos anteriores.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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La violencia que se padece en México es apenas uno de los síntomas de la enfermedad social que nos aqueja, enfermedad que clasificada desde otros campos pudiera considerarse de muerte. Todos vivimos horrorizados a causa del clima social de violencia imperante, pero casi nadie se pregunta porque las bandas de asesinos se pelean la llamada plaza. Y es que, si no hubiera personas que les compraran sus malditas drogas ¿qué se pelearían? Es obvio que los compradores y consumidores de drogas llevan parte de culpa en esta pesadilla colectiva, en la que dicho sea de paso, no ofrece ningún futuro para las nuevas generaciones. Vivir en muchos de estos casos se ha convertido en un infierno, rectifico, respirar, vivir es otra cosa.

     Confiar en el actual presidente, con su absurda e ilegítima posición de no hacer valer la ley (argumentando falsamente una oposición a la “represión”) es hacerse ilusiones tontas. Sobre todo, cuando formó su gabinete y gran del Congreso con personas sin la capacidad, visión, e inteligencia requeridas, en una palabra, sin el perfil para los cargos y tiempos que se viven.

    Tiempos en los que a muchos ya no se puede considerar que viven. Millones de jóvenes en una u otra forma son apenas sombras. Fantasmas fugaces en el tiempo eterno que les ha tocado en suerte nacer y vivir en México pero que no creen en nada, ni tienen proyecto de nada, ni tampoco desean tenerlo. Quieren vivir el ahora, y este, de manera rápida y violenta.

      Un hedonismo pragmático, en incontables casos violento y promiscuo, caracteriza a gran parte de la masa. Una masa cuyas lecturas se limitan al teléfono portátil y a las redes sociales; lecturas casi siempre sin confirmación y promotoras de conductas producto de la irreflexión y la división, del acusar sin sostén y afirmar sin probar. De esta manera el vacío crece en la misma medida que la insatisfacción interna.

      Unos, arrancados a la fuerza y sin que el gobierno haga algo para devolverlos a casa, otros, de manera voluntaria, carentes de cimientos y un proyecto de vida, se suman a las huestes de las bandas criminales creyendo falsamente que en el dinero rápido y los placeres encontrarán lo que su espíritu vacío gime por encontrar. El espejismo se les convierte de inmediato en bestia sangrienta, una bestia que como la hidra de Lerna produce nuevas cabezas cuyo rostro en ocasiones es el de ellos mismos.

     Alejados de su entorno familiar y habiendo abandonado sus pocos valores mamados en casa, aprenden pronto conductas criminales y en no pocos casos, prácticas satánicas, como es el caso del chamaco que mató esta semana a dos líderes del comercio en el centro de Cuernavaca. La televisión transmitió parte de alguna ‘canción’ hablada (rap o reguetón, no los distingo) por el asesino de estas dos personas y la letra es verdaderamente satánica, escalofriante. Por $5,000 pesos los asesinó. A dos mil quinientos la vida de cada persona, de padres de familia, de ciudadanos, de hombres con responsabilidades en la sociedad, pero que una sombra por unos pesos les quitó una vida que él no tiene. Que le arrebataron o él mismo renunció para convertirse en sombra. Una sombra malvada y perniciosa.

     En medio de todo este espectáculo al estilo de la Divina Comedia del poeta florentino Dante Alighieri, los círculos infernales se reparten en el territorio nacional, Desde Tamaulipas hasta Cancún, desde Tijuana hasta Chiapas, encontrando en medio a Jalisco, Puebla, Guerrero, Nuevo León, Michoacán, y tantos otros puntos de nuestro ensangrentado país.

     Y así como el poeta encuentra en los círculos infernales a prominentes personajes, en esta pesadilla que estamos viviendo despiertos los mexicanos, funcionarios y vendedores de armas de Estados Unidos son parte del cuadro de horror. Ellos han permitido y vendido las armas que han transformado una sociedad en un enorme yermo poblado de fantasmas. Sin duda que compartirán espacio en los círculos descritos por Dante con aquellos poderosos mexicanos que a la sombra de la impunidad han hecho de su país un mundo de sombras y horrores.

     Aquellos que se han unido a los ejércitos del mal nos recuerdan al escritor italo-francés Guillaume Apollinaire, quien gustoso se alistó al ejército galo en la 1ª Guerra Mundial creyendo que hacía bien, pero que una vez consciente de su mala decisión, de que aquello que el había considerado un acto de heroísmo no era sino una horrenda pesadilla colectiva, escribió su conocido poema y con esto nos despedimos por esta semana:

 

                    Con qué alegría marchan los hombres a la guerra.

                    Con qué entusiasmo limpian y cargan sus fusiles

                    Con qué fervor cantan sus himnos de combate

                    Con qué ansiedad toman su puesto en la trinchera

                    Con qué insistencia silban las balas en el aire.

                    Con qué lentitud corre la sangre por su frente

                    Con qué estupor miran sus ojos al vacío

                    Con qué rigidez yacen sus cuerpos en el barro

                    Con qué premura son arrojados en la fosa

                    Con qué rapidez son olvidados para siempre.

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Desde la última década del siglo pasado y en lo que corre del presente nos fuimos quedando sin gobiernos. Ambición, incapacidad y corrupción los fueron diluyendo hasta quedar estos grupos que se hacen pasar por ‘gobiernos’ pero que en lo único son efectivos es en el cobro de impuestos y en fastidiar al ciudadano trabajador y pacífico. En lo demás son ornamentales y onerosos. Demasiado onerosos.

     En lo federal, estatal y municipal, la mayoría de los gobernados se encuentran a merced de la múltiple fauna delincuencial. Pocos son aquellos gobernantes que hacen el esfuerzo de cumplir con los votantes, aun cuando no les hayan favorecido con el sufragio. Para la inmensa mayoría de gobernantes lo suyo es declarar, de ofertar en campaña cosas que sabían no cumplirían una vez en el poder, formar grupos de amigos con aparente ideología (solo aparente) pero cuyo único interés es el poder y el dinero.

    El actual presidente, que en lo personal considero no tiene nada de presidente, aunque haya obtenido el triunfo electoral (Fox también lo consiguió ¿y?). El simple hecho de promover su campaña desacreditando todos los días al presidente Peña Nieto y utilizar a legiones de sus incondicionales para que hicieran lo mismo en las redes sociales y en los espacios de los periódicos que utilizan también el internet, descubre su corrupción moral.

    Corrupción que se agiganta al contender él, y la mayor parte de su equipo, a cargos públicos y de representación social sin tener la capacidad ni cubrir los requisitos mínimos. Los resultados saltan a la vista. Las intervenciones en el Senado y en la Cámara de Diputados a diario exhiben a ignorantes, chiflados y no pocos violentos (incluso delincuentes con cuentas pendientes con la ley) haciendo de tan importantes foros republicanos, espacios más parecidos a la Arena Coliseo o a alguna pulquería (de las muchas que hay en la capital). Eso es cinismo y corrupción ¿AMLO o alguno de sus cercanos incondicionales se subiría a un avión tripulado por una persona ‘honrada’, pero que no supiera pilotear?

    Tanto López Obrador, como Enrique Alfaro (y otros gobernadores), al igual que Ismael del Toro y tantos y tantos presidentes municipales, prometieron acabar con la delincuencia, con meter al orden a tanto asesino, secuestrador, ladrón y extorsionador, y una vez en el poder lejos de cumplir con sus promesas, lo cierto es que los asesinatos han crecido hasta en un 30% respecto del primer trimestre de 2018. Eso, les guste o no es corrupción. Es mentir deliberadamente.

     AMLO desde su campaña se acercó a los evangélicos los cuales cayeron en su engaño o participaron voluntariamente, haciéndose pasar el tabasqueño como uno de los suyos y utilizando algunos textos bíblicos para confundir a los neófitos. Cualquier cristiano de verdad sabe que López Obrador no es uno de los suyos. Arrodillarse el día de la toma de posesión ante brujos para que le hicieran una ‘limpia’ pública en el Zócalo de la capital, es propio de esotéricos y paganos, y cualquier cristiano (protestante o católico) que conozca la Biblia sabe que tal acción es considerada abominable por Dios.

     Así que mentir, descalificar a sus oponentes con falsedad y utilizar a otros con el mismo fin, y contender por un cargo para el que no cubre el perfil, le hace reo de culpa, pues como dice la Escritura “en lo que a otros juzgas a ti mismo te condenas”. Queda dentro de la advertencia del británico C.S. Lewis: “Tampoco veo muy probable que la historia nos muestre un solo ejemplo de un hombre que, habiendo salido fuera de la moralidad tradicional y habiendo alcanzado el poder, haya usado ese poder en forma benevolente” (La Abolición del hombre).

     Habiendo protestado cumplir y hacer cumplir la ley, López Obrador ha hecho exactamente lo contrario. Las bandas delincuenciales así como delincuentes solitarios y ocasionales han hecho lo que han querido sin que el presidente, ni los gobernadores (al menos el de Jalisco) y los presidentes municipales los toquen siquiera. La impunidad ha sido total y la ley letra muerta.

     Con el pretexto de la Guardia Nacional han continuado en campaña prometiendo resultados a futuro cuando ya han pasado cinco meses y México, Jalisco y la zona metropolitana de Guadalajara (y muchas otras del país), se encuentran bañadas en sangre y el gobierno atina apenas a declarar aparentemente indignado, pero sin hacer nada efectivo para poner orden. Posición imperdonable cuando tienen cada uno bajo su responsabilidad y orden, cuerpos militares, policías federales, estatales y municipales, así como un sistema judicial a lo largo y ancho del país.

     Al multimillonario robo de gasolinas en lugar de atacar con toda la fuerza del estado a las bandas de ladrones, con una lógica que ni Kafka hubiese imaginado, cerró los ductos y compró más de 500 pipas (sin licitación). En los pocos horarios que abrían los ductos, los ladrones de Tlahuelilpan Hidalgo, en un saqueo a manera de aquelarre, mueren 135 quemados. Qué pena, sí, pero ellos sabían lo que estaban haciendo y a lo que se exponían.

     Sin embargo la mente y respuestas anormales del presidente nos asombran un día sí y otro también. En días recientes dio ayuda económica para los parientes de los  muertos en la explosión. ¿Por qué no dar esa ayuda a familias mexicanas con necesidad que están en hospitales y son personas pobres y respetuosas de la ley?

     La terquedad del presidente para no hacer valer la ley es imperdonable. Escudarse en la falsedad de que “él no va a reprimir a nadie” es absurdo e injustificable. No lo cree nadie, excepto algún bobo o ciego voluntario. Si él siempre vivió al margen de la ley o provocando a la autoridad es otra cosa. Quien delinque debe atenerse a las consecuencias, es parte del contrato social, del estado de derecho y de la auténtica democracia.

     ¿Cuántos de los criminales de la matanza de Minatitlán han sido detenidos? El miércoles 1 de mayo en el noticiero que dirige Ciro Gómez Leyva, pasaron como en otro pueblo de Veracruz asesinaron a sangre fría a 3 turistas que pagaron a un chamaco que les sirvió de guía para llevarlos a unas cascadas (y la turba estúpida les acusó de secuestradores). Las familias de esos inocentes asesinados, deshechas ante esta tragedia, señalaban que no hay gobierno. Y es totalmente cierto, no hay gobierno, solo violencia. Muchos ciudadanos nos preguntamos ¿de qué se ríe el presidente todas las mañanas? ¿En honor a qué mantiene todos los días esa sonrisa sardónica mientras que miles y miles de familias mexicanas lloran a sus muertos, o ante la desaparición de los suyos, o se mantienen aterrorizados a causa de los secuestros y los extorsionadores, de qué se ríe?

     Ante la impunidad la delincuencia se ensoberbece y crece. El jueves en la madrugada una banda de delincuentes armados y encapuchados se metieron (por el rumbo de Agua Blanca) a robar casas y secuestrar a algunos de sus moradores, para finalmente soltarlos en la madrugada del viernes desnudos y golpeados. La Fiscalía no quiso aceptar denuncias a los familiares y en los medios no se supo nada ¿Manipulando las estadísticas creen que van a revertir tanta maldad permitida y alentada a causa de que no hay gobierno?

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

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