Opinión

Una cosa es que López Obrador admire al Presidente Benito Juárez, admiración que se comparte, y otra muy distinta es que se pretenda comparar con él. Se dice que las comparaciones son odiosas, sin embargo en este caso no es así, ya que es el propio presidente quien ha tomado como modelo a Juárez. El problema es que el tabasqueño no se parece en nada al oaxaqueño, vaya, ni en el físico. La grandeza de Juárez radica no sólo en su valor para vencer y remontar una serie de obstáculos que por razones culturales y prejuicios sociales le impedían el acceso al bienestar y derechos comunes, sino a su deseo de hacerse ciudadano mexicano en el amplio sentido de la palabra (y dejar para siempre las cadenas de “usos y costumbres” que solo sirven para permanecer en el atraso y convertirse en eternos corderos de falsos líderes que procuran su “cuidado”).

     Además, y con sincero respeto al presidente actual, al Presidente Juárez le gustaba el trabajo y se esforzó siempre en hacerlo bien y con eficacia. Que se sepa, no hay conocimiento de empleo alguno que haya realizado AMLO y se desconoce de dónde sacaba recursos luego de dejar la presidencia municipal del D.F. (pomposamente llamado “jefe de gobierno”).

     La visión de Juárez era la del estadista, la del mexicano comprometido, el que mirando a la distancia y en espera de un mejor país para las nuevas generaciones, es capaz de enfrentar al invasor europeo encabezado por Maximiliano, hermano de Francisco José, el poderoso emperador de Austria.

     Ahora bien, Don Benito en todo momento estuvo apoyado por el gobierno de Estados Unidos, de hecho, en su exilio en Nueva Orleans tiene contacto con el cristianismo protestante y su fe se amplía al tener una mayor base bíblica y teológica, considerando desde este momento iniciar a su retorno una REFORMA espiritual y educativa en México, alfabetizando por medio de la Biblia y dejando de paso los valores eternos a un pueblo que había sido instruido en el sincretismo.

     En cambio López Obrador, apenas se hizo del poder, mostró que sus amigos evangélicos fueron simplemente usados para ganar su voto. Y es que, además de perder el registro el Partido Encuentro Social, permitió que un grupo de brujos le hicieran una limpia en el Zócalo capitalino el día de la toma de poder; exhibiendo de manera absoluta su repudio al cristianismo protestante (con el que Juárez se sentía unido e identificado). De hecho Juárez jamás hubiese permitido cualquier acto o expresión esotérica o de brujería ¡Jamás!

     Pero sobre todo, y considerando de manera muy especial, la guerra de AMLO contra los ladrones de gasolinas con las instrumentadas por Juárez contra los bandoleros del siglo XIX, habrá de señalarse que las estrategias tomadas son abismalmente distintas, ya que mientras López Obrador no ha detenido a ladrón alguno ni utilizado en momento alguno la fuerza del estado (les ha nombrado “traviesos” a los asesinos y delincuentes), el Presidente Juárez en cambio combatió con toda la fuerza del estado mexicano a las bandas criminales que azolaban buena parte del país.

     Bandas que proliferaron merced a que mientras las fuerzas mexicanas combatían a las fuerzas invasoras francesas, los delincuentes hacían de las suyas contra el pueblo, sumiendo a los mexicanos en una doble pesadilla. Así que apenas comienza a vencer a los imperialistas, el Presidente utiliza toda la fuerza del estado para combatir y aniquilar con todo el peso de la ley a las bandas de facinerosos que azolaban el país.

     La literatura de la época dejó grandes obras que nos recuerdan el valor y firmeza del oaxaqueño para combatir a los malhechores, incluso de admitir la ayuda de algunos civiles valientes hartos de tantos abusos y crímenes. En su magnífica obra EL ZARCO, Ignacio M. Altamirano deja plasmada en la trama de su novela histórica la guerra contra una de tantas bandas, la de “los plateados”, en la que encontramos el siguiente texto:

―“La desorganización en que se hallaba el país… era causa de que se viese tanto escándalo… un bandolero contaba con mil resortes, que ponía en juego tan luego como corría peligro (hoy se llaman ‘derechos humanos’). Y es que, como eran poderosos, y tenían en su mano la vida y los intereses de todos los que poseían algo, se les temía, se les captaba y se conseguía, a cualquier precio su benevolencia o su amistad… ―Martín Sánchez, personaje histórico que combatió contra esas bandas, estando frente al Presidente Juárez le rinde un informe de lo que sucedía― al concluir Sánchez, Juárez exclamó: “¡Eso es un escándalo, y es preciso acabar con él! ¿Qué desea usted para ayudar al gobierno?… ―Lo primero que yo necesito, señor, es que me dé el gobierno facultades para colgar a todos los bandidos que yo coja, y prometo a usted, bajo mi palabra de honor, que no mataré sino a los que lo merecen… Mi conciencia, señor, es un juez muy justo. No se parece a esos jueces que libran a los malos por dinero o por miedo. Yo ni quiero dinero ni tengo miedo. Lo segundo que yo necesito, señor, es que usted no de oídos a ciertas personas que andan por aquí abogando por los plateados y presentándolos como sujetos de mérito (―algo así como los que abogan por los maistros de la CNTE y los ayotzinapos―)… ¿Qué más desea usted? ―Armas, nada más, armas, porque no tengo sino unas cuántas” (cap. XXIV).

 

     Por su parte, Irineo Paz, el abuelo de nuestro genio de las letras (Octavio Paz), deja en su novela considerada un clásico, Manuel Lozada “El Tigre de Alica”, testimonio del terror que producen las bandas criminales cuando gozan de impunidad o se alían con gobernantes, en este caso, la del terrible Manuel Lozada ―que mantenía bajo terror Jalisco, Nayarit y Sinaloa―; asesino despiadado cuyo declive comienza con la derrota que le propina el decidido y valiente Ramón Corona:

―”La guarnición de Guadalajara apenas se componía de unos 1500 hombres mal municionados, al mando de Coronay con ellos salió al encuentro de Lozada… Todas las familias estaban temblando, principalmente cuando se presentó en los suburbios de la ciudad una gran fuerza de caballería de don Plácido Vega a la cabeza (socio del bandido), quien hizo la intimidación al gobierno para que se rindiera. Este se preparaba a defenderse, cuando se tuvo la noticia de que el grueso de las fuerzas de Lozada había sido batido y dispersado a dos leguas de Guadalajara en un punto llamado ‘La Mojonera’, el 28 de enero de 1873” (capítulo XVII).

     Podríamos continuar con el testimonio de Don Manuel Payno, pero el periodismo no nos concede la libertad de espacio que tiene la literatura. Así que basta señalar que hasta donde se ha visto, López Obrador no se parece absolutamente en nada al Presidente Juárez, quien, téngalo por seguro, que antes de cerrar ductos de gasolina, primero haya perseguido, detenido y consignado a los bandoleros y asesinos, que eso son ¡bandoleros y asesinos!, no traviesos.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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La inteligencia y la sabiduría de las personas casi siempre se reflejan en sus acciones. La improvisación por lo general es producto de la pereza y la irresponsabilidad, del yo lo creo, del va porque va. La plausible guerra contra los ladrones de gasolinas (y diesel) ha arrojado y está arrojando, enormes pérdidas no previstas y mucho menos cuantificadas. Quizá nunca se hará un estudio serio al respecto, de hacerse téngalo por seguro que horrorizaría al más ecuánime.

     Para empezar, habrá que decirse que hicieron las cosas al revés, pues la emprendieron contra las víctimas y a los victimarios no los han tocado. En lugar de advertir a los delincuentes que el gobierno federal les daba un ultimátum para que detuviesen sus ilícitos (o se atuvieran a las consecuencias); para eso existe la ley, la fuerza pública, el poder judicial y las prisiones. No, en un acto verdaderamente absurdo, por decirlo de manera suave, cerraron los ductos que trasladan las gasolinas y paralizaron gran parte del país. Ni más, ni menos.

     Por esta ocasión no hablaremos más acerca de dicha estrategia, de hecho, gran parte de los periodistas y comentaristas lo están haciendo, así que nos avocaremos a señalar algunos de los muchos daños que el gobierno ha causado con esta medida.

     De entrada, se habrá de señalar que el ahorro que el estado pudiera haber logrado, no se compara en absoluto con el daño que ha causado a la economía de decenas de millones de mexicanos afectados por la falta de gasolinas, daños enormes no previstos por el equipo de AMLO, un equipo en el que sobresalen los alborotadores profesionales y escasean las inteligencias capaces y planificadoras. Un ingeniero agrónomo en Pemex es una muestra de lo que se afirma. Zapatero a tus zapatos, advierte el viejo refrán.

     Los daños a la productividad laboral no ha sido calculados y es muy probable que se oculten o maquillen las cifras. Y no se habla solamente de ausentismo laboral o de retardos, al tema habrá de añadirse la cadena productiva, el traslado de insumos, así como el reparto de mercancías y producto terminado ¿Alguien compraría un auto nuevo o usado sin haber gasolina para moverlo? Situación que me recuerda en la novela de Mariano Azuela, el pasaje donde los revolucionarios se roban una máquina de escribir de una casa rica, pero al no saber qué era, ni tenía utilidad alguna para ellos, la fueron vendiendo de uno a otro en menor precio hasta que alguno la compró para darse el gusto de estrellarla en las piedras.

     Los daños a la salud ni siquiera han sido mencionados y el estrés y ansiedad que ha producido la falta de gasolina son mayúsculos. Cambiar horas de sueño para conseguir combustible (haciendo filas nocturnas por varias horas e incluso toda la noche) también han afectado; sin mencionar los golpes y pleitos que esta mala planificación ha ocasionado. Por citar un caso, el viernes 11 y el viernes 18 de enero, la fila de autos en Guadalajara para ingresar a la gasolinera de López Mateos y Florencia se extendió por kilómetros en la lateral y luego se introducía por el túnel, pasaba por debajo de la Minerva y llegaba casi hasta la Av. De las Rosas. Una locura aquello. ¿Y Tránsito? ¡Muy bien, gracias!

     Las largas e incluso kilométricas filas para entrar a las gasolineras, además de daños multimillonarios —al tapar las entradas y salidas— también han afectado gravemente a empresas, negocios y domicilios particulares, acabando con las ventas, los repartos y tranquilidad de las familias. Nadie puede entrar ni salir de negocios y chocheras, el espacio entre un vehículo y otro es reducido para que no se metan los ‘listos’ que abundan en este país, de tal forma que muchos comercios (al menos en Guadalajara) han optado por cerrar en lo que pasa este absurdo kafkiano. Esta locura de un gabinete que juega a gobernar.

     ¿Quién viaja en los Estados afectados si ni siquiera tiene la certeza de llegar a su destino, mucho menos de retornar? Los efectos y daños causados al ramo turístico son ya de miles de millones de pesos, pues no se trata de un pueblo mágico, sino de prácticamente todo el centro y otras regiones del país. Restauranteros, taxistas, hoteles, fondas, tiendas, etcétera, son en conjunto damnificados por esta medida en la que sobró la improvisación y se ausentó la planificación.

       Los Mercados de Abastos, mercados municipales y tianguis han sido también afectados en gran manera por la falta de combustibles, no solo por la falta de clientes, sino incluso por la merma de productores (que carecen de gasolina para llevar sus frutas y verduras). Me comentaba el otro día un locatario del Abastos de Guadalajara que las calles estaban tan vacías que podía jugarse un partido de futbol (en horas que normalmente no se puede circular casi a pide, no se diga en un vehículo). Sin embargo el gobierno federal ha guardado total y absoluto silencio, lo que hace suponer que los daños causados por su terrible decisión no serán reparados.

     Lo peor del caso es que lejos de enmendar se hunden más en sus improvisaciones. El anuncio de la compra de una enorme flota de pipas para el reparto de gasolinas deja en evidencia cuando menos dos cosas: una, que no se pretende continuar con el uso de los ductos, y dos, que no se ha comprendido la gravedad del problema. ¿No hay nadie en el gabinete que le diga a López Obrador que somos una sociedad totalmente dependiente de los combustibles? ¿Qué está paralizando la economía y sus medidas no son adecuadas, que es tanto como querer llenar la alberca olímpica con cubetitas de playa con la que juegan los niños?

    A grandes males grandes remedios, y la solución de fondo es poner un alto a los delincuentes. Intentar que los criminales se arrepientan porque el presidente se los dice y les ofrece trabajo (a personas que no les gusta trabajar), es considerar que tomo en serio el calificativo de “mesías tropical” que le endilgara Krauze en Letras Libres (2006). Los delincuentes no conocen otro idioma que los pare más que la fuerza del estado y la aplicación sin demora de la ley. La ley es dura, pero es la ley. De ninguna manera se debe permitir que agredan al ejército o a las policías por tratar de evitar el robo de gasolinas y hacer valer la ley.

    DE ULTIMA HORA: se conoció la noticia del robo de gasolina en Hidalgo en la que una multitud de ladrones se llevaban del colector perforado cuanto podían (en bidones, baldes y demás), que poseídos por su latrocinio, se olvidaron que aquello que se robaban es altamente inflamable. Murieron 21 y 71 están heridos.

                        ¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Aunque no se quisiera decir, es necesario hacerlo. La soberbia, deshonestidad, insensibilidad e incapacidad de los políticos ha llegado al límite de la paciencia social. Las nuevas generaciones no saben ni lo vivieron, pero durante los años ’50, ’60 y la primera parte del sexenio de Luis Echeverría, el gobierno se dedicaba a sus tareas y el pueblo se ocupaba de lo suyo. No se vivía para el gobierno ni tampoco era el centro de la charla colectiva.

     Ni quién pensara en el gobierno; el ciudadano y las familias estaban atareados en sus propias cosas y tareas, de manera que los políticos y sus decisiones prácticamente se encontraban fuera de su mundo. Un mundo en el que coincidían solo en las elecciones o al momento de realizar algún trámite oficial.

     Lamentablemente vino la «docena trágica» y entre Echeverría y López Portillo nos sumieron en una crisis económica sin precedente en el siglo XX que obligó a los mexicanos a voltear a ver a su gobierno, a tratar de entender qué es lo que sucedía pues antes no era así (lo que habla, y bien, de los gobiernos anteriores, cuya capacidad y conocimiento de lo que hacían era tal que el pueblo se desentendía de ellos para dedicarse de lleno a sus propias tareas).

     Don Miguel de la Madrid durante todo su sexenio puso su mejor esfuerzo para restaurar una economía nacional hecha pedazos a causa de la incapacidad, derroches y corrupción de sus dos antecesores.

    De Salinas a Zedillo todos o la mayoría saben de sus hechos y los vaivenes, aunque habrá de notarse que, a partir de sus sexenios, y como consecuencia de la docena trágica, el gobierno comenzó a ocupar un lugar importante en la vida de los ciudadanos. Los problemas lo exigían.

     No es sin embargo hasta la campaña de Vicente Fox, y por supuesto en su derrochador e inútil sexenio (narrado con cifras y daños en mi libro “El hombre que nunca debió ser presidente”), que el pueblo mexicano además de ser dividido a través de campañas planeadas justamente para eso, quedó de rehén de los gobernantes en turno, convirtiéndose en centro de la vida y pláticas de la sociedad toda.

     Acostumbrados a los gobiernos disciplinados y austeros emanados de la revolución, gradualmente fuimos cayendo en una especie de tobogán que nos ha conducido hasta un putrefacto pantano de corrupción que nos hace recordar la obra maestra del poeta florentino, en el que toda clase de demonios, bueno, filibusteros e improvisados de la política, entraron a saquear sin freno y con cinismo absoluto, no las arcas públicas (decirlo así desvía la atención y minimiza sus latrocinios) sino el trabajo, ahorro y esfuerzo de todos los mexicanos. Claro, de los que trabajan, los “ninis” son harina de otro costal.

     Del primero de diciembre pasado a la fecha, el temor al populismo nos amenaza desde la madrugada. Las expresiones del nuevo presidente alarman en verdad. No hay día que este hombre con horario de lechero no nos asuste con sus frases sin meditar, con acusaciones no siempre fundadas, con sus amenazas de candidato en campaña (sin que nadie le diga que ya es presidente).

     Ya lo decíamos la semana anterior, se requiere en el gabinete de AMLO colaboradores de mayor capacidad e inteligencia. Basta señalar dos decisiones de su gobierno para exhibir los enormes daños económicos que ha causado al país y a los ciudadanos: 1) la cancelación del NAIM, 2) Cerrar los ductos que abastecen de gasolina (no “huachicol”; bebida alcohólica de la peor calidad que daña gravemente la salud de los que la ingieren).

     De la primera ya hablamos la semana anterior, de la segunda, todavía no podemos digerir semejante yerro, cuando se nos deja a varios Estados de la República sin gasolina, y AMLO puede decir y declarar todos los días lo que guste, pero si no podemos llegar a una gasolinera a comprar combustible lo que diga es inútil ¿Por qué no vigilar los ductos y atacar con la fuerza del estado a los delincuentes, que dicho sea de paso, es el único idioma que conocen?

     Con la estrategia del gobierno federal quien está sufriendo los daños son los ciudadanos, que por lo que se aprecia a López Obrador y su gobierno les importa un comino. Los daños económicos y sociales que ha causado y está causando son gravísimos y afectan a la inmensa mayoría de las actividades, desde el taxista y el repartidor de mercancías, hasta los mercados municipales, tianguis, empresas de todos tamaños, etcétera, etcétera. Todos y toda la actividad productiva se desplaza a través de vehículos que consumen gasolina o diesel.

     La sonrisa irónica que todas las mañanas ofrece AMLO (que otros la vemos hasta en la noche pues no tenemos hábitos de lechero) hace preguntar de qué o quién se ríe ¿De qué canceló una obra que además de traer daños al país por más de $145,000 mil millones de dólares y de ahuyentar las inversiones, ahora tiene a millones de habitantes en varios Estados angustiados a causa de la falta de gasolina y dañando día con día su economía, de esto se ríe?

     En buena la hora que decidió combatir a las bandas de ladrones y criminales que se roban el combustible, pues a final de cuentas y como siempre sucede, el costo lo paga el ciudadano en la gasolinera. Lo que se reprueba es su método, que por lo que se aprecia no quiere tocar a los criminales ni con el pétalo de una rosa ¿No podía advertir en los medios dos o tres días antes de iniciar su campaña que al delincuente que se encontrara robando combustible se atuviera a las consecuencias? La ley es dura pero es la ley.

    Los que fuimos criados y formados en otras épocas (y AMLO es de otra época) sabíamos que aquellos padres que nomás amenazaban con castigar a sus hijos si hacían algo malo, pero siempre se las perdonaban, eran tenidos por “barcos”, por padres de adorno. En cambio, los que tuvimos padres que nos amaban y lo hicieron siempre, pero que nos tenían advertidos de las consecuencias de hacer algo indebido, sabíamos perfectamente que era en serio y la reprimenda llegaría de manera puntual. Una vez más lo decimos: ¡LA IMPUNIDAD ES EL MEJOR ALICIENTE PARA LA DELINCUENCIA!

     Esta semana leí en el facebook de una persona una expresión derivada de la molestia e ira reprimida producidas por la falta de gasolina:“¿Y si dejamos de abastecer de impuestos al gobierno para que no se los roben? Y pum se acaba la corrupción”. Quizá nunca volvamos a tener gobiernos como los de antes cuya eficacia era tal que nadie hablaba de ellos o los hacíamos ajenos a nuestras vidas; pero sí es posible exigir a nuestros gobiernos que se bajen de su pedestal de estrellas de rock o de divos y se pongan a gobernar; ejercicio que además de ser un honor, conlleva dar lo mejor de la vida y de la inteligencia.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Parafraseando el Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, cuyo inicio decía “Un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”, su advertencia bien puede aplicarse a nuestro país, aunque con otro sentido: “Un fantasma recorre México, el fantasma de Hugo Chávez”. Del comunismo ni pensar, su impracticable sistema cayó con el Muro de Berlín (ni qué decir de su complicada doctrina, ajena a las huestes morenistas, cuyas mentes más preclaras apenas dan para albures y expresiones vulgares, como las del español que fue premiado con dirigir el FCE). El problema entonces es otro, muy otro.

     La cancelación definitiva del NAIM (3/Ene/2019), ofrece una instantánea de cuerpo entero de López Obrador. Digámoslo con claridad. No es un asunto de partidos políticos, es un tema de personalidad, de falta de capacidad para un cargo que requiere de una inteligencia, sabiduría y conocimientos muy por arriba del promedio nacional, como tampoco es de popularidad, de ser el caso AMLO la tiene. Así que la cancelación del Aeropuerto de Texcoco le retrata sin retoques, mostrando varias cosas del actual presidente: su testarudez, su incapacidad para aceptar los yerros, la carencia absoluta de autocrítica, insensibilidad para ver y reconocer el daño que causan sus decisiones (daños multimillonarios), desconocimiento pleno de la situación económica mundial y el papel de México para no decaer, sino mejorar, visión corta y sectaria al marginar a la mayoría de los mexicanos (sin darse por enterado siquiera), así como la falta de un equipo verdaderamente calificado en muchas de las área de gobierno.

     Para el nuevo presidente su visión personal de las cosas justifica sus decisiones, aun cuando carezca de razón y verdad, contando para ello con huestes de incondicionales dispuestos a apoyarle en todo, por descabellada que sea su acción. La periodista argentina Olga Wornat, mucho antes de que llegara al poder en Venezuela, entrevistó a Hugo Chávez y una vez que se hizo de él le describió con precisión:

“El fin justifica los medios”, es sin duda la máxima preferida del comandante Hugo Chávez, que no le hizo asco a nada ni a nadie con tal de llegar al poder y perpetuarse en él como un monarca. Cuando lo alcanzó, además de los desposeídos de siempre, le acompañó una nutrida corte de militares supuestamente progresistas, un rejunte de políticos desahuciados de los partidos tradicionales, compinches… y los infaltables y numerosos parientes propios y políticos” (Crónicas Malditas, pág. 161).

     Este venezolano, como todos los populistas, de inmediato se dio a la tarea de acallar los medios de comunicación. Wornat dejó testimonio al respecto: “Amenaza, doblega y extorsiona a periodistas, medios y opositores, con el argumento único que ‘mienten, atacan y difaman a la revolución bolivariana, porque están pagados por la CIA” (pág. 162).

     AMLO va por el mismo camino. Su rechazo a la crítica (que cuando es cierta, puede resultar medicina para enmendar yerros) fue exhibida a nivel nacional el jueves por la mañana al refutar a la cadena de diarios integrada por REFORMA, MURAL, EL NORTE etcétera; el aumento de un 65 por ciento en asesinatos (ejecuciones) durante el mes de diciembre de 2018 comparándolo con el mes anterior con Peña Nieto. Su falta de templanza, su carácter malformado, aunque no se deseé, recuerda al fantasma del venezolano Hugo Chávez.

     Pero no solo es la incapacidad para recibir la crítica de los medios, el fantasma de Chávez se puede ver también en sus decisiones, como es el caso de dar dinero a los ninis ¿Está comprando a los ociosos para que le apoyen incondicionalmente? El viejo refrán de no hacer cosas buenas que parezcan malas parece ajustarse a casi todas las decisiones de López Obrador.

      Con la cancelación del NAIM cuyas pérdidas serán cuando menos de $145,000 millones de dólares, se ha perdido además la confianza de los inversionistas extranjeros y nacionales, pues no se trata solamente de una obra indispensable y emblemática, sino la desconfianza que conlleva y provoca su arbitraria y extraña decisión.

     Una decisión que agrega otros yerros ¿Cuál es el objeto de acabar con el mejor aeropuerto y con las mejores instalaciones militares del país (Santa Lucía), sobre todo cuando se conoce su enorme espacio, edificios, universidad, museo, fábricas de armamentos, laboratorios, etcétera? ¿No se estaría haciendo el trabajo sucio al narcotráfico al destruir semejantes instalaciones?

     Apenas lleva un mes y días en el poder y sus decisiones lejos de traer beneficios están provocando caos, desunión, atraso y enormes pérdidas. En el caso de Jalisco estando ya la Línea 3 del Metro local con un avance de más del 95 por ciento, apenas entró el tabasqueño y paró el dinero para terminar una obra que además de indispensable beneficiará a millones de ciudadanos, de ese pueblo al que todos los días dice deberse ¿o será que para López Obrador ‘pueblo’ solo son sus seguidores incondicionales?

     No es animadversión a su persona, son las decisiones y las limitaciones las que son criticadas. Redujo el presupuesto para las universidades públicas (aunque ante el airado reclamo tuvo que enmendar, allí sí) para crear según su cosmovisión un centenar de nuevas universidades ¿Para qué, porque no mejorar y aprovechar lo que se tiene? Además, es iluso que pretenda dar carrera a todos. No todas las personas son para el estudio, de ser así ¿quién trabajaría de obrero, de campesino, de plomero, cartero, albañil, etcétera?

     Su populismo día con día se radicaliza sin que nadie a su alrededor le ayude. No hay nadie que le diga que solo ganó las elecciones, que el INE no le entregó el país en propiedad (con todo y ciudadanos), que solamente fue electo por el poco menos del 30 por ciento de los ciudadanos, no para enseñorearse de todos, sino para buscar las mejores soluciones a los problemas nacionales e implementar programas para mejorar la vida de todos. ¡De todos, no solo de los de Morena!

     En el año 2005, Enrique Krauze escribió con tino y sapiencia si vale también la expresión, con vaticinioel decálogo de los líderes populistas. En el tercero dice: “El populismo fabrica la verdad. Los populistas llevan hasta sus últimas consecuencias el proverbio latino vox populi, vox Dei. Pero como Dios no se manifiesta todos los días y el pueblo no tiene una sola voz, el gobierno ‘popular’ interpreta la voz del pueblo, eleva esa versión al rango de verdad oficial, y sueña con decretar la verdad única. Como es natural, los populistas abominan la libertad de expresión” (Reforma, 23/Oct/2005). ¿Acaso la consulta acerca del NAIM no se ajusta al tercer mandamiento populista?

     Urge en verdad que el presidente López Obrador haga un alto y escuche a todos los mexicanos y no solo a los suyos. Respecto al dictador venezolano, Olga Wornat escribió en el año 2004: “Hugo Chávez Frías ya tiene su lugar en la historia. El tiempo se encargará de escribir su epitafio.Esperemos que el presidente López escuche y atienda a todos, que logre vencerse a sí mismo y conjure al espíritu de Chávez, ya que, de no ser así, un epitafio de ignominia le será asignado como al malvado dictador sudamericano.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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