Opinión

A nombre y memoria del 2 de octubre de 1968, la falsa izquierda mexicana (que lo es casi toda), en especial la de la ciudad de México (para no decirles “chilangos”), han hecho y declarado tantas cosas a través de los años que resultaría imposible recopilarlas. Dejando fuera de este comentario a las nuevas generaciones, que en su inmensa mayoría no saben en realidad lo que sucedió y porqué sucedió, limitamos el comentario hacia los que han mantenido encendidas las velas de este sacrificio, que no necesariamente para bien del país.

    Y es que, como sabemos los más viejos, los que somos de esa generación del ’68 (año que en lo personal ingresé a la facultad de derecho de la U. de G.), muchos han vivido a costa de la sangre de los muertos en Tlatelolco, haciendo del 2 de octubre un negocio personal al que no le han invertido nada y les ha redituado mucho. Desde becas jugosas becas literarias y puestos en la cátedra universitaria, hasta la formación de una élite que controla el mundo del libro (y toda la parafernalia que gira en este universo) impidiendo que cualquier intruso que no sea del clan del ’68 —o con su ‘bendición’ (así como las concede AMLO)— se le publique cosa alguna.

     Asunto que he vivido en carne propia. Durante 27 años, como muchos lectores lo saben, participé en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) con un stand propio, pagado de mi bolsillo, la cuestión es que en el año 2014 me entrevistó una televisora local y me preguntaron acerca de lo sucedido ese año (1968) en Guadalajara y qué papel jugó la universidad. Como mi compromiso es con la verdad, no con los políticos ni con grupo alguno, al responder, de inmediato me quitaron el sonido del micrófono haciendo creer a los televidentes de una ‘falla’ técnica. Y como sufriera represalias entre los medios a causa de expresar mi punto de vista, decidí dejar ese foro, que, dicho sea de paso, le deseo muchos años de vida, pues a pesar de sus organizadores, es un patrimonio cultural enorme que se debe cuidar.

     Volviendo al ’68 y a los usufructuarios de lo que ellos llaman «movimiento estudiantil», que en estricto sentido de la palabra no lo fue, pues empezó como un simple pleito entre preparatorianos (ya señalado en el artículo anterior), para luego convertirse en un grupo que retara al último gobierno de la Revolución al que intentaba reemplazar por uno de corte cubano o soviético. Era la moda. Grupo al que se le olvida que en sus manifestaciones pasaban por abajo del balcón presidencial en Palacio Nacional y le gritaban a Díaz Ordaz«¡No queremos Olimpiada, queremos revolución!».

      El final todos lo sabemos. El 2 de octubre hay un tiroteo y 33 personas mueren (los medios más radicales de la época hablan de decenas), son las cifras reales, no las inventadas por los apologistas y vividores (las razones y hechos los narro en mi libro MÉXICO: ¿ESTADO FALLIDO O PAIS TRAICIONADO? Volumen Dos, págs. 231 a 245).

      Diez días después se iniciaron las Olimpiadas en nuestro país y lo sucedido en Tlatelolco pasó al olvido, aunque no por mucho tiempo, ya que si bien los atletas de todo el mundo trajeron esperanza y alegría, los futuros usufructuarios del ‘movimiento’ se encargarían de envenenar la mente de las nuevas generaciones en las escuelas y universidades del Distrito Federal, así como crear literatura suficiente para crear monstruos gubernamentales y victimizarse ellos, presentarse como próceres limpios y sin mancha (hasta la fecha). Posición de víctimas que les abrió la puerta al poder décadas después.

     La prensa que ahora se desgarra las vestiduras y demoniza al Presidente Gustavo Díaz Ordaz, entonces no se atrevía a criticarlo, sumisos cobraban la publicidad oficial de la cual vivían cómodamente (¿ha cambiado la trama?).

     Por eso, ahora que el gobierno de la ciudad de México en un acto de populismo de la más baja estofa, decide el 1º de octubre (2018) eliminar las placas en las que aparece el nombre del entonces Presidente Díaz Ordaz, mostró un condenable maniqueísmo político. Condenable de manera absoluta.

     Si seguimos por esa ruta y se eliminan placas, en poco tiempo no quedará en el santoral oficial títere con cabeza. Y es que, en cuanto humanos, la galería de nuestros gobernantes a través de dos siglos de historia suma aciertos y errores, que para ser sinceros, en lo que va del siglo XXI, los segundos superan con mucho a los primeros.

    ¿Por qué el señor Ramón Amieva, que cobra como presidente municipal de la capital del país (absurdamente elevada a categoría de ‘Estado’) no le dice a sus gobernados que gracias a Díaz Ordaz tienen el tan gustado tren subterráneo (Metro); que organizó las Olimpiadas que hicieron que México fuese conocido en todo el planeta; que antes de entregar al poder a su demente sucesor organizó el Mundial de Futbol de 1970; que su gobierno dejó al país prácticamente sin deuda externa ni interna; que no vendía petróleo al extranjero; que fue el presidente que más le invirtió a la educación de todos los mexicanos? Sobran obras que hizo este presidente tan criticado, de las cuales nunca se habla, pues los falsos santones de la falsa izquierda mexicana han hecho de este mandatario,al que no se le defiende en este espacio ni se le acusa, solo se pide un justo juicio para su persona y gobierno.

     De no frenarse esta situación maniquea, la anti utopía de George Orwell (1984) se hará realidad en México y el politburó de los viudos y usufructuarios del ’68 creará su propia historia nacional a gusto y placer de los fósiles y dueños de la hermana república de la UNAM; ahora convertida en gobierno a partir del 1º de diciembre; aunque en la fragmentada capital ya son alcaldes y en otros Estados y municipios han tomado las riendas del poder.

     Es de considerar absurdo que marchen por algo que pasó hace 50 años, que ese gobierno y sus personajes ya murieron; en tanto que decenas de miles de mexicanos son asesinados en el país y que cientos de miles o millones de mexicanos son asaltados, robados, secuestrados, extorsionados y los dueños de las marchas no muevan un solo pie para manifestarse en contra de todos los gobiernos (federal, estatales y municipales) que lo han permitido, contra los poderes judiciales, procuradurías, policías y medios acomodaticios que no han hecho valer la ley, como tampoco señalar con firmeza. Claro, es más fácil, cómodo, y lucidor criticar al gobernante fallecido.

     En 1969 apareció un magnífico dossier que analizaba todos los movimientos guerrilleros en el continente escrito por un investigador francés, quien al referirse a la condición de nuestro país dijo: “…En la ciudad de México, otros estudiantes rebeldes acusaban ante mí a su régimen, que se sigue llamando revolucionario, de no ser sino un inmenso hueso con que engordan los políticos profesionales… Pero, por otra parte, olvidaban que el México de Zapata y de Pancho Villa tenía al fin estabilidad y paz. Comparado con los demás países de América Latina, no dejaba de ser de lo mejor” (Jean Larteguy, Los Guerrilleros, Diana, México 1969, pág. 17).

     Así que, desde esta trinchera de libros y letras, se lanza esta andanada de pensamientos contra los enemigos y pretensos manipuladores de la verdad (enquistados ahora en la cúspide política y a punto de asaltar la silla); entendidos que tal es el poder de ésta, de la verdad, que algún día, tarde o temprano, su luz llegará y las tinieblas de la mentira se desvanecerán ante el peso de los hechos reales. La verdad es la verdad.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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El sábado 29 de septiembre de 2018, se cumplen 48 años de la aparición pública del FRENTE ESTUDIANTIL REVOLUCIONARIO (FER). El único movimiento que ha pretendido democratizar la Universidad de Guadalajara, cuyo monopolio ha estado desde el siglo pasado en manos del grupo mafioso y criminal de la FEDERACIÓN DE ESTUDIANTES DE GUADALAJARA (FEG), y que lamentablemente continúa hasta nuestros días, aunque claro, con otro disfraz y otras siglas (FEU).

     Hagamos un poco de historia. A diferencia de los hechos ocurridos en la ciudad de México en 1968, en los que un simple pleito entre muchachos de las Vocacionales No. 5 y 2 y la Preparatoria particular Isaac Ochoterena, que fueron puestos en paz por la policía y granaderos, aquello se convirtió en el pretexto ideal para una juventud intoxicada con la ideología marxista (que no entendía del todo, pero que en las aulas se predicaba a diario, era la moda) retara al último gobierno emanado de la Revolución Mexicana(ya hablaremos al respecto en comentario posterior).

     En decir, lo de la capital fue un simple pleito juvenil que se fue convirtiendo en el pretexto ideal para retar al gobierno. En cambio, lo sucedido en Guadalajara en 1970, sí se trató de un auténtico MOVIMIENTO ESTUDIANTIcuyo propósito fundamental era democratizar la universidad pública local, y eliminar el terror y control impuesto por los golpeadores y matones de la FEG.Ningún estudiante de la Universidad de Guadalajara podía sentirse libre en las distintas facultades y preparatorias (hasta en las secundarias), el terror con el que este grupo mafioso tenía sometido al estudiantado no tiene parangón en la vida nacional.

     Recuerdo en la facultad de derecho a principios de los años ’70, por señalar un caso, un maestro de derecho procesal al hacer el examen final (todos los exámenes en la facultad eran orales) nos hacía sufrir a todos, y pocos, muy pocos, eran los que lográbamos pasar al primer intento y eso con muy baja calificación. Cualquiera diría que eso es normal, que el maestro era estricto. La cuestión, y grave, es que el referido maestro se hacía rodear de 10 o 12 de los gorilas de la FEG, la mayoría empistolados dentro del aula a quienes obsequiaba calificaciones de 100 mientras a los estudiantes, a los verdaderos estudiantes que lográbamos pasar, un 60, 65 o 70 eran considerados verdaderos triunfos.

     La putrefacción académica a causa de estos vándalos que todo controlaban (y tal parece que continúan haciéndolo) movió a muchos jóvenes estudiantes, la mayoría del populoso Barrio de San Andrés, que pobres, pero inteligentes, con valor y deseos de mejorar su vida y sociedad, se organizaran y crearon el Frente Estudiantil Revolucionario. Un movimiento reprimido con extrema dureza hasta lanzar a no pocos de sus miembros a la guerrilla y la clandestinidad (valga decir, que si el gobierno del Estado de Jalisco se hubiera tomado la molestia de indagar un poco sobre este grupo, en lugar de reprimirlos con los gangsters de la FEG que eran un lastre pesado para la educación en el Estado y les hubiera ayudado, esta casa de estudios se hubiera oxigenado; tan exitosa en la farándula, pero tan pobre en resultados académicos).

     En el año 2000, en mi libro MEDIO SIGLO, VIVENCIAS Y TESTIMONIOS el cual presenté en la FIL (primer texto que narra este movimiento y antes que ningún otro), narro los hechos ocurridos el día de la aparición pública del FER y cómo fueron agredidos a balazos por los porros de la FEG.

     La prensa en bloque condenó al naciente movimiento y sin indagar, se sumaron a la consigna del gobierno estatal estigmatizando al Frente Estudiantil Revolucionario, del que muchos de sus integrantes se identificaban con el PRI (de entonces, claro, el de ahora es mero negocio o franquicia política), que, al verse atacados por el gobierno y la prensa, primero, fueron presa de la confusión, y, posteriormente a causa de las represalias y persecución sufrida a manos del gobierno y los criminales de la FEG; los sobrevivientes, los que permanecieron firmes, deciden con valentía enfrentar a sus circunstancias y sumarse a la Liga Comunista 23 de Septiembre (hombres de verdad, no como los vándalos ayotzinapos, que si el Ejército o las Policías les hicieran el 5% de lo que padecieron los del FER, poco se les haría el Planeta para manifestarse y protestar, pues lloran como plañideras después de delinquir, dañar instituciones, cuarteles, negocios, autopistas, etcétera, y no hay día que no hagan su arguende por la banda de delincuentes que en cinco camiones robados y a 150 kilómetros de su escuela y a la una de la madrugada se enfrentaron a otros delincuentes como ellos y los mataron).El FER fue otra cosa. Ni desearon jamás ser guerrilleros, ni tampoco enfrentarse al estado pues, solo querían democratizar su Universidad. Fue el gobierno estatal que sin averiguar nada soltó a los mafiosos de la FEG para que les reprimieran y lo único que lograron fue asesinar a varios, truncar la carrera de muchos, y lanzar en pocos años a la clandestinidad a los sobrevivientes, a los que el gobierno del demente Echeverría persiguió con saña y crueldad.

     Ante la falta de espacio dejo algunos textos acerca de este grupo (FER) contenidos en el segundo volumen de mi libro que narra los principales hechos de nuestra historia nacional, en espera que aporten claridad, quiten el estigma de un movimiento cuyo único objetivo era democratizar la U. de G., pero que lo único que logró es ser reprimido irracionalmente. Historia que no debe quedar en el olvido. Aquí los textos:

“…Todo empieza ese día con una serie de mítines que proponían la democratización y renovación de los liderazgos estudiantiles en la universidad pública local, al cobijo como ya se dijo de una nueva organización… nombrada Frente Estudiantil Revolucionario. Luego de un mitin en la preparatoria Vocacional, le sucede otro más en la cercana Facultad de Ciencias Químicas, para concluir en la Escuela Politécnica. Mientras se desarrollaba pacíficamente la reunión, la naciente organización es agredida por los pistoleros de laFederación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), que sin medir consecuencias llegan disparando contra la multitud. Según el reporte oficial los muertos fueron tres, entre ellos su propio líder.

   Se le olvidó a Zuno Arce que todavía era Presidente Gustavo Díaz Ordaz y no su cuñado… Y como su pariente político arribaría al poder hasta dos meses después, los muchachos del Frente Estudiantil Revolucionario se ven forzados a irse a la clandestinidad. La mayoría, si no es que todos, jamás consideraron esa opción. Muchos perdieron la oportunidad de concluir su carrera universitaria, otros muchos fueron expulsados en automático de la universidad, aún cuando no hubieran hecho absolutamente nada. Lo peor es que otros más perdieron la vida… su cuñado, una vez en la presidencia, les persiguió con saña y crueldad, obligando a algunos incluso a sumarse a la proscrita Liga Comunista 23 de Septiembre. De nueva cuenta traición y buenas intenciones se decepcionaban mutuamente. La historia tan conocida por dos largos siglos se repetía por enésima vez en este rincón de México” (México: ¿Estado Fallido o País Traicionado?, Volumen Dos. Impre-Jal, págs. 252-254).

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Lo visto, leído y escuchado en estos días en Jalisco, nos muestra síntomas de una sociedad colapsada, perdida en la ambición (corrupción, pues), los placeres, la incapacidad, la ociosidad, ni qué decir de la irresponsabilidad y el déficit de inteligencia. La cuestión es que ya no solo se trata del gobierno del Estado de Jalisco cuya incapacidad además de resultar una continuidad del gobierno mega corrupto encabezado por Emilio González Márquez (al que nadie se ha atrevido a tocar, es decir, impunidad total); sino que a esa incapacidad y pérdida de rumbo se han sumado la mayoría de los medios de comunicación, impresos y electrónicos.

     Han hecho una verdadera tormenta con el asunto de los tráileres cargados de cadáveres, un culebrón como dicen los sudamericanos, cuanto el fondo del problema es otro de mayor gravedad y sin visos de solución. Se han dedicado a señalar los efectos sin tocar en absoluto la causa, mucho menos la incapacidad de quienes se encuentran al frente del gobierno.

     Si la saturación del SEMEFO se remonta al año 2014 ¿Acaso en cuatro años el gobernador o sus subalternos no consideraron nunca buscar la manera de resolver el problema? Porque la primera función de cualquier gobierno es esa ¡resolver problemas!

     Y cuando se observa que las neuronas no les dieron más que para rentar tráileres para guardar los cadáveres (menos mal que eran refrigerados), es de preguntarse si el gobierno ha estado en las manos adecuadas. En lo personal considero que Jalisco tiene varias décadas sin gobernador. En las formas y en la nómina sí, en los hechos no. El retroceso en la calidad de vida y el abandono del estado de derecho saltan a la vista.

    ¿Nadie en el gobierno de Jalisco consideró que inmediatamente en manos del SEMEFO se les hiciera a los cuerpos un examen de ADN para su posterior entrega a los deudos —fijar un plazo más o menos prudente, digamos 40 días después del fallecimiento—y pasado ese plazo se les diera sepultura?

     El gobierno tiene terrenos suficientes para habilitar un cementerio de manera inmediata y acorde a la necesidad, al que posteriormente podrían acudir los parientes. Las gavetas podrían ser sencillas y en superficie (en muro) y en números de cinco (por decir algo) para hacer más rápida la entrega cuando se diera el reclamo de los cuerpos. Si se gastan casi tres millones en un festejo del 16 de septiembre al que casi nadie asiste y al que a la mayoría de los ciudadanos no les interesa acudir (el amor por México es otra cosa y representa mayor madurez que ponerse bigotes postizos y un sombrero tricolor y comer en la calle tostadas o pozole): un cementerio sencillo para estos fines no costaría gran cosa (lo costoso en la obra pública es el infle de facturas).

      Queda totalmente claro que el verdadero problema, que son los asesinatos de cientos y miles de personas en Jalisco, ni siquiera se mencionó, ni por las autoridades, ni por la prensa. A todos les interesaba únicamente la caravana con los cuerpos ¿Quién reclamó por qué no evitaron que los asesinaran, quién señaló o preguntó si ya detuvieron y consignaron a los criminales? ¿Quién cuestionó al inútil poder judicial, a los jueces que sueltan de inmediato a los pocos asesinos que detienen?

      Hace algunos años (1992), durante los debates entre los candidatos Bush (padre) y Bill Clinton, el primero se perdió en cosas secundarias y el segundo le reconvino con rudeza, pero con verdad, acerca del verdadero problema: «¡Es la economía, estúpido!»Eliminando el calificativo, vale decir al gobierno de Jalisco: «¡Es la impunidad!» Si no hubiera impunidad no hubiera tráileres cargados de cadáveres. Punto.

DELITOS PATRIMONIALES: TAPADERA DE DELINCUENTES

     Tal parece que el actual gobierno, como digno sucesor del de Emilio, ya hace agua por todos lados. Se asemeja a un buque cuyo capitán se pasea ufano por cubierta mientras el agua se cuela ya por todo el barco. Sobre todo en la Procuraduría (Fiscalía) en la que nada funciona y a cuyo último titular acaban de cesar por el asunto de los tráileres con difuntos asesinados.

     La cuestión es que en el área de DELITOS PATRIMONIALES las cosas andan igual o peor. Las quejas de los agraviados y sus asesores durante años no han sido escuchadas. Los delincuentes de cuello blanco, de cuello NARANJA, AZUL, ROJO, o del que sea, gozan de TOTAL IMPUNIDAD haciendo de la impartición de justicia una opera bufa en la que los peticionarios de esa justicia han sido ofendidos por años por quienes en el papel y en los nombramientos oficiales debieran de ser sus defensores. Nada de esto existe. Solo impotencia e indignación reprimidas ante un gobierno que no oye, que no escucha los gemidos de los ciudadanos agraviados y ofendidos, que no aplica la ley, que en múltiples casos miran con indignación como ciertos abogados (defensores de esos delincuentes y muy ‘amigos’ de los funcionarios) se pasean por los pasillos del área de Delitos Patrimoniales como amos y señores, a quienes todo se les concede, mientras que a los agraviados todo se les cuestiona, se obstruye y se niega.

     El nuevo sistema penal lo único que ha logrado es que ni en la Fiscalía ni en los juzgados de control se haga justicia, para abreviar, impunidad total, que en el caso de los DELITOS PATRIMONIALES ésta área se convertido en simple tapadera de los delincuentes. La sociedad está cansada de ser desoída, despreciada y agraviada. Y aunque faltan dos meses para que acabe este gobierno, es su deber hacer justicia ¿lo hará? Cuán diferente es la justicia Divina, y de ésta, nadie podrá escaparse: “Que de ningún modo tendrá por inocente al malvado” (Exodo 34:7).

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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La mayoría de las cosas en la vida tienen su razón de ser. Al triunfo de la Revolución Mexicana y lograda por fin la pacificación nacional, el estado se dio a la tarea de crear o adecuar las instituciones públicas, obviamente bajo la visión de la Revolución, que con todo y sus incontables críticos, se puede decir que logró una transformación que derivara en un mejor nivel de vida. En el entendido que la cosmovisión en el nivel de vida de 1930 a 1970 no tiene nada que ver con las épocas posteriores (y el presente), en la que los parámetros de bienestar se miden más por exterioridades y tecnología que por la situación real de las personas.

     Hasta el régimen del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, la inmensa mayoría de la gente pobre en el país, tenía su casa y tierras, en las que era común la posesión de animales (puercos, chivos, vacas, caballos, burros, gallinas y demás). Vestían de manera rústica, calzón blanco dijeran muchos, o de manera sencilla y sin pretensiones (la ropa parchada o zurcida era lo común) pero ni deseaban cambiar, ni tampoco hubieran gastado su patrimonio en ropa de ‘catrines’ de ciudad. Preferían conservar su patrimonio y ahorros que gastarlo en lo que entonces se consideraban DERROCHES.

     Vino el cine, pero sobre todo la televisión, y a fuerza cotidiana de imágenes y de otros modelos de vida, millones de mexicanos abandonaron el campo y los pueblos para venir a las ciudades, deshaciendo o malbaratando su patrimonio en busca de una ilusión, que, así como para los mexicanos el “sueño americano” se convierte en una “pesadilla”, lo mismo les sucedió a tantos de los nuestros en su propio país.

     De vivir con libertad en el campo, y aunque su estilo de vida era austero en todos los órdenes, al venirse a las ciudades su patrimonio se convirtió en una simple casa en una zona proletaria, en la que las pandillas y drogas comenzaron a dañar a sus hijos. No era lo que se imaginaron, lo que les vendió la televisión.

     En medio de ese cambio social tan radical, el gobierno en sus tres niveles comenzó también a producir cambios, pero sobre todo a partir de 1995 con la llegada del PAN a Jalisco (y a nivel nacional en el año 2000). Una vez concluido el último gobierno revolucionario (30 noviembre de 1970), comenzaron a arribar al poder toda clase de ambiciosos para los que ya no hubo los hombres con ideología y principios de la Revolución que los frenaran y controlaran.

     De hecho, el gobierno del demagogo y populista Luis Echeverría, se nutrió de jóvenes ambiciosos a los que se les llamó «la generación gerber», entre los cuales venía el polémico y acomodaticio Porfirio Muñoz Ledo. A este falso izquierdista (LEA) le sucedió otro demagogo como él, claro, su amigo de juventud López Portillo, y a éste, los gobiernos tecnócratas y neo liberales que han sumido al país en la inestabilidad y la desigualdad.

     Decir que en México hay pobreza es una estupidez. Hay riqueza como nunca antes. El problema es que está muy mal repartida y los repartidores, es decir, el estado mexicano, se han dedicado a la repartición entre ellos y olvidado de sus deberes, sumiendo al país en un mar de sangre y violencia no vistos desde mediados del siglo diecinueve.

     Pero como los gobernantes no podían saquear solos, entre la mal llamada “sociedad civil” (todas lo son) buscaron cómplices, así que comenzaron a aparecer las sociedades fantasmas, las constructoras que reciben contratos de cientos y miles de millones y tienen como domicilio social una cochera, los asesores de decenas y cientos de miles de pesos al mes (en todas las dependencias públicas, congresos, y en los tres niveles de gobierno).

    Como señalamos párrafos atrás, los mochos del partido Acción Nacional al arribar al poder a Jalisco, el entonces ‘novato’ Alberto Cárdenas (luego se convertiría en jugador de ligas mayores y adicto a la ubre presupuestal) hizo que todo mundo en su gobierno se subiera los sueldos, argumentando para su saqueo de los dineros públicos «¡que para no robar!» (como si la honradez estuviera sujeta a una tarifa y no a los principios de la persona).

    El problema es que la doble moral de los panistas les gustó a todos los partidos y se inició la rebatinga por los dineros para ver quien se llevaba más; premio que sin duda ganaron los ministros de la Suprema Corte de Injusticia de la Nación, pues cada uno de ellos cobra cerca de $600,000.00, sí, leyó usted bien, cerca de seiscientos mil pesos mensuales (ya con los extras). Si bien en las diversas Secretarias Federales, Gobernadores, Senadores y demás integrantes de esta nueva monarquía disfrazada de “democracia” se han esforzado para no dejarse ganar de los ministros (que siempre permanecieron calladitos, pero que desde el gobierno de Fox se soltaron) ¡Total, para ser ministro ya no se necesitaba hacer carrera judicial, simplemente con ser político y amigo de los grandes, el acceso a este poder y abundantes recursos se había abierto!

     Todas las Secretarías federales, estatales y municipales, así como los congresos y demás dependencias, se encuentran atiborradas de hombres y mujeres que cobran sin trabajar, algunos quizá asisten, pero, sobre todo, de determinado nivel hacia arriba:de individuos que ven en el gobierno la mina de oro que nunca pensaron encontrar, pero que gracias a la falsa democracia en la que tienen engañado al pueblo (todos los partidos, incluyendo a Morena) al que tratan como simples súbditos, sino es que peor.

      Y por si no les resultara suficiente su ineptitud y ambición desbordada, de algunos años a la fecha, los gobiernos salientes no se llevan a su gente y los nuevos traen tráileres completos con sus incondicionales, provocando un alud de Laudos laborales que año con año cuestan miles de millones a la administración pública. Dineros que, en lugar de invertirse en hospitales, escuelas, carreteras, seguridad, etcétera, van a parar a los bolsillos de esta casta de vividores, a los cuales luego de ‘indemnizar’ de nuevo los contratan (en lugar de meterlos a la cárcel).

     Perdidos todos en su ambición, olvidan que un gobierno es como una casa, NO SE PUEDE GASTAR MÁS DE LOS INGRESOS. Perdidos también en sus ambiciones, cientos de miles de funcionarios y burócratas de cierto nivel, hacen sus proyectos personales para acrecentar sus fortunas, olvidándose del todo de sus deberes ante y con el pueblo. Y de los bolsillos del pueblo sale todo, repito TODO, y la UBRE DEL PRESUPUESTO YA NO DA PARA MÁS.

 ¿Habrá alguien en el gobierno mexicano que hable a esta casta de ambiciosos y les despierte de su furor malsano? Los de la “Arena de San Lázaro” no creo, ya se vio que no se bajaron nada, puro bla, bla, bla. Urge que se vean en el espejo, todos, y vean que ya son una simple y vulgar monarquía, despidiéndonos con el reclamo de un revolucionario de verdad: “…Es hora ya que las naciones se gobiernen de un modo racional y no como animales, a placer de sus jinetes” (Thomas Paine, Los derechos del hombre, 1792).

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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