Los medios de comunicación grandes del país se empeñan en presentar a México como el más violento del planeta, sin embargo, sus imágenes y notas se tiñen de amarillo, y nunca, o casi nunca, exigen al gobierno el cumplimiento de la ley. Parte del oficio periodístico es recordar al estado en todas sus instancias y poderes su deber de cumplir y hacer cumplir la ley, por eso se les hizo la protesta y aceptaron el mandato.
Limitarse a pasar imágenes o publicar notas de los asesinatos y demás expresiones violentas e ilícitos cometidos por las hordas de criminales solo propicia la impunidad (como ha sucedido desde hace años). Y la impunidad es un cáncer que enferma todo el cuerpo social puesto que transmite el mal a las células buenas cuando se carece de los anticuerpos del imperio de la ley; freno obligado y necesario que impide que las células sanas se contagien del mal y las malas se mantengan a raya.
Y como decíamos al inicio, nuestro país ni es el más violento del planeta ni tenemos vecinos santos al norte o al sur que puedan espantarse. También tienen lo suyo, son también sociedades dominadas por la violencia, aunque los del norte gusten ver pajas en el ojo del vecino.
Algunos casos. Esta semana una alguacil del Departamento del Sheriff de Laredo, Tejas, en su día libre y luego de una fiesta en la madrugada, al salir de la misma atracó a un hombre al cual le robó una pistola y $30 dólares ¿En qué condiciones andaría la mujer policía que tuvo qué intervenir el SWAT, ya que la belicosa fémina se atrincheró por tres horas? (El Mañana, 9/Agosto/2018).
En Chicago en el primer fin de semana de agosto, en tan solo sábado y domingo asesinaron a 12 personas, violencia que además de recordar los años ’20, hizo que el alcalde saliera a hablar y justificarse ante los medios.
En el país de más arriba, en una pequeña ciudad del este de Canadá llamada Fredericton, el día 10 del presente mes de agosto, durante un tiroteo murieron 4 personas, dos de ellas policías. Y hablamos de una comunidad pequeña.
Si lanzamos la mirada hacia el sur será suficiente con señalar que el derramamiento de sangre en Brasil rebasó todos los límites y estadísticas conocidos, al cometerse tan solo en el año pasado (2017), la horrenda cifra de 63,880 asesinatos (El Mañana, 10/Agosto/2018).
Así que el problema no solo es de México, es un problema mundial, y grave, una muestra inobjetable de que la humanidad anda muy mal y no lo quiere reconocer ni poner realmente remedio, que la violencia se ha ido apoderando de las mentes y los corazones. Lo peor del caso es que los que incubaron el huevo de la serpiente ni siquiera se dan por aludidos del daño que han hecho y que lejos de aminorar crece ¿Cuándo fue la última vez que usted vio o leyó que el gremio de Hollywood pidiera perdón por las décadas de producir películas cada vez más violentas y totalmente deshumanizadas?
Filmes en los que la vida del ser humano no vale absolutamente nada y cualquier pelafustán puede matar en cosa de dos minutos 100 o 200 personas sin inmutarse siquiera. Situación de contrasta con sociedades que miman y cuidan a las mascotas hasta lo irracional pero que la suerte de su prójimo no parece interesarles en lo más mínimo.
Lo peor es que los gobiernos del posmodernismo se limitan a hablar, pero sin cumplir con sus deberes de imponer un auténtico estado de derecho sin el cual la impunidad se hace señora de la situación. Gobiernos que hartan a la sociedad con campañas mega derrochadoras y falaces cuya única propuesta es ofertar a galerías de ambiciosos y parlanchines tan inútiles como corruptos (en la mayoría de los casos). Ni qué decir de las Procuradurías (o Fiscalías, es lo mismo); pobladas de burócratas incapaces que solo abultan los archivos y no consignan a delincuente alguno o lo hacen defectuosamente, dando pie a que un Poder Judicial corrupto e incompetente, que teniendo ante sí a verdaderos pájaros de cuenta, a criminales y asesinos con negros historiales y evidencias suficientes que confirman su(s) delito(s): los suelten por cualquier estupidez burocrática (que todo litigante sabe que es la manera como se practica la corrupción en la era de los “derechos humanos”).
Ahora bien, si se quiere llegar al origen de este cuadro de horror que afecta a la aldea global y no solo a México, se tiene que aceptar que ha sido la falta de Dios en la sociedad humana la causa de tanta maldad y violencia. Y es que, al sacar a Dios de los hogares, las escuelas y la vida social, el vacío ha sido ocupado por otro ente violento y malvado como advierte la Escritura: “Y el mundo entero está bajo el maligno” (1ª Juan 5:19) ¿O usted qué opina, estimado lector?
¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!
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