Opinión

La manera tan rudimentaria, vulgar y manipuladora, que no pocos medios (y partidos por supuesto), manejan las campañas políticas; ofrece a los futuros votantes a las personas que no son, a personajes de fantasía. De manera que López Obrador no es, ni se será jamás, ese conciliador que venden a diario, y el supuesto conocimiento que ofrece para resolver los problemas nacionales no existe, ni existirá, pues como reza el viejo proverbio español: “lo que Dios no da, Salamanca no lo presta”.

     El lunes pasado (16/abril/2018) fui invitado a un desayuno para ver y escuchar al candidato del PRI, el Sr. José Antonio Meade Kuribreña. Confieso, me ganó la curiosidad y acepté. La manera como lo han presentado hasta ahora Televisa y otros medios (me supongo que con toda la mala leche posible, pues en televisión no existe la improvisación); es que se trataba de un joven bonachón y bien intencionado. De hecho, de esta imagen se aprovechó el eterno candidato tabasqueño para decirle “pirruris” y sabe cuántos calificativos más.

     La sorpresa, además de agradable, me resultó esperanzadora para nuestro país. El joven candidato del PRI muestra a la vista una inteligencia superior, conocimiento de la realidad nacional, sensibilidad, y algo más de lo que carecen otros ¡es decente y simpático!

     Los lectores y conocidos saben bien que no hago genuflexiones ante nadie, es ajeno a mi manera de ser y pensar, pero como dice la Escritura “al que honra, honra”, y el candidato J. Antonio Meade logró ganar mi simpatía (caso diametralmente opuesto que se ganan la inmensa mayoría de los políticos conmigo, no importa el partido al que pertenezcan, pues como decía mi abuelo materno, “para que muerdan lo mismo da perro que perra”).

    El desayuno fue organizado por empresarios, y cosa curiosa (y sospechosa) los medios al día siguiente NINGUNO COMENTÓ EL EVENTO, y eso que estuvo lleno a tope y la gente feliz ¿Hay campaña en contra de Meade, están maiceados por otros candidatos, o qué pasa aquí? Sí, porque también en los medios hay corrupción, y mucha, y a estas alturas resulta sospechoso que casi todos los medios apoyen al mesías tropical o al chamaco de la alianza híbrida (conozco las ideologías y por más que le devaneo no puedo entender cómo se unieron la derecha y un partido que se dice de “izquierda” ―aunque acá entre nos, comparto a mis amigos lectores: ¡En México no hay izquierda!―).

    Retomando la crónica, en el desayuno el joven candidato Meade se comportó con soltura, con clase, con aplomo, con conocimiento de los temas y con la sensibilidad de quien aspira para la mayor responsabilidad que existe en ese país. Que me duele decirlo porque corro el riesgo de que se me califique de parcial, pero la mayoría de los otros candidatos fuera de su enorme ego, carecen de la inteligencia y capacidad para tomar las riendas de este país: ya sea por soberbia, por falta de conocimiento de los problemas nacionales, por su intemperancia, propensión a la violencia, ambición desmedida (en cualquiera de sus formas). Las buenas intenciones no son suficientes.

    Al responder el candidato Meade acerca de sus planes en materia de seguridad, propuso: 1) Prevención, 2) Evitar que a los delincuentes les lleguen armas y dinero, 3) Reconstrucción del tejido social/ Familia y valores, 4) Fortalecer las policías, 5) Modificar y unificar los Códigos Penales Estatales en uno Nacional.

     Y es que, como dijera alguna vez una escritora con la que concluiremos este artículo luego de otras reflexiones: “La obligación mayor del vivir juntos lleva a la preservación de la paz. No hay vida sin paz, por lo que no hay ni justicia ni libertad sin ella” (Manual del ciudadano contemporáneo).

     De manera que el hombre sabe lo que anda haciendo y al gran reto que aspira. Cosa que no todos sus contrincantes pueden comprender; aun cuando quisieran. Queda de manifiesto que en este año 2018, el hambre de poder, las ambiciones de todo tipo, la llamada “guerra sucia”, el bajo nivel moral e intelectual de la mayoría de los aspirantes a la presidencia de la República, así como a muchos otros cargos (gubernaturas, presidencias municipales, senadores, diputados, etcétera) son el común denominador. Una galería de mediocres y ambiciosos para deprimir al más optimista.

     Así que los mexicanos, y me refiero a las mayorías (viscerales), tendrán que hacer un esfuerzo y dejar de elegir por “el que me cae bien, por el que les tira duro, por el simpático, por la bonita, por el amigo, porque le dijeron en el face o en youtube”. La situación del país no es grave pero se puede tornar, más que nada por uno o dos de los candidatos, que de ganar llevarían al país por caminos inviables que nos sumirían en situaciones quizá irreversibles (dadas las condiciones que guarda la humanidad).

     En las elecciones de julio se requiere de votar con madurez y reflexión y mirar por el bien de todo el país, no por la bolsa o comodidad propia. Como también se requiere de dejar de lado los fanatismos de grupo (las masas ya ni siquiera presentan ideologías estructuradas, si acaso agrupamientos de status o revanchismos sociales, toda vez que derecha e izquierda ya no se distinguen ni para dar vuelta, ni las direccionales usan caray).

     La extrañada y brillante escritora sirio-mexicana, Ikram Antaki escribió en uno de sus últimos libros un texto que describe la inmadurez política de nuestro pueblo, un pueblo al que ubicaba en la eterna niñez, una niñez plagada lamentablemente de lacras generacionales que le han impedido madurar:

“Los celos, la envidia son aquí piezas de un edificio sin aberturas; nadie debe levantar la cabeza por encima de la pequeñez generacional. En un pueblo verde, nadie puede tener un color diferente. Sus grandes hombres han tenido que dejar de ser grandes; o ninguneados y destruidos, odiados y rechazados…  La inteligencia extrema como el valor extremo, el exceso de dones, la evidente grandeza, el señorío, que hubieran enaltecido a cualquier nación, han sido aquí sistemáticamente destruidos” (El pueblo que no quería crecer, pág. 90)

 

     ¿Cómo que un hombre que no es de la banda aspira a ser presidente?, además, es inteligente, honrado y tiene la capacidad para gobernarnos. Es tiempo ya de que los mexicanos dejen de votar como infantes berrinchudos y hagan uso de la razón al emitir el sufragio ¿O usted qué considera lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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El Estado de Jalisco pasa por una de las etapas más oscuras de toda su historia. Ni siquiera en el siglo XIX en el que proliferaron las bandas de delincuentes merced a la traición de los conservadores (que repudiaron la República para traer un emperador europeo) llegaron al extremo en que nos encontramos.

 

Si revisamos la novela histórica de Don Manuel Payno (Los Bandidos de Río Frío) en cuyas páginas se recrea y describe también la situación imperante en nuestro Estado, podremos darnos cuenta que a pesar de los enormes recursos del gobierno actual estamos en absoluta desgracia y peor que entonces ¿De qué sirve tener enormes edificios para la Fiscalía, policías de elite, un sinfín de jueces y juzgados, si la impunidad campea en Jalisco como señora absoluta?

 

Es obvio que el actual gobernador no entendió lo sucedido en las urnas cuando se le concedió el voto hace casi ya seis años. Hastiados los jaliscienses de tanta violencia e incompetencia acumulados en los gobiernos panistas, pero acrecentado el cuadro con gravedad por Emilio González Márquez; el gobernador Aristóteles pensó quizá que se votaba por su persona, cuando lo cierto es que los ciudadanos votaron por el partido que podía ofrecerles estabilidad, vuelta al orden y al estado de derecho. Nada de esto sucedió, al contrario.

 

Las multitudes que acuden diariamente a la Procuraduría (o Fiscalía, es lo mismo, los cambios de nombre no resuelven los problemas) son una enorme bola de nieve cuesta abajo, que de no comenzar a detener, resolver y consignar a quienes delinquen, tarde o temprano esa masa de indignación pasará por encima de quienes hasta ahora han jugado a la procuración de justicia, pero que en la práctica tienen años negándosela a los jaliscienses.

 

Las filas que a diario se hacen para denunciar delitos (con la perdida de tiempo para el ciudadano y la inutilidad del hecho que solo sirve para engordar el archivo) debieron ser desde años vistas desde Palacio, sin embargo, ha reinado la indiferencia, la incapacidad y la insensibilidad (política y social).

 

Y quien escribe esto puede hablar con autoridad y conocimiento de causa, conozco de manera personal y directa un caso que afectó a un familiar muy cercano. La denuncia se presentó ya hace 1 año y 10 meses, se comprobó y archi comprobó el delito (administración fraudulenta y delincuencia organizada en cierta modalidad). Existe el peritaje contable rendido por el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses y el de un Despacho contable externo, ambos coincidentes, como existen también pruebas y muchos otros indicios de la comisión de los delitos, además de ser confrontadas las mentiras sin fin declaradas por los acusados (y exhibidas por el contralor de la verdad). A pesar de todo esto, la Agencia del M.P. para Delitos Patrimoniales No Violentos no actúa. Como los coyotes da vueltas en el potrero de la indefinición que permite y abona la impunidad.

 

En este clima de injusticia solo los delincuentes y los despachos de abogados que se han enriquecido con la ilegalidad están felices, mientras que una sociedad agraviada espera las urnas, o un momento en el que pueda cobrárselos, lo cual además de condenable, agravaría nuestra condición social.

 

Por más de siete décadas el Ministerio Público conocía su función y como representante de la sociedad entregaba a quienes delinquían al juez para su debido proceso y sentencia. Con el nuevo sistema penal, el M.P. se ha perdido o en la corrupción (como es el caso de algunos que ponen trabas para provocar de las partes lo que todos saben), o en la indecisión de los honestos, que los hay, pero que poseídos por el temor a que la averiguación (hoy torpemente llamada “carpeta de investigación”) sea devuelta por el juez, que o corrupto o que por desconocer su función social —que no es otra que IMPARTIR JUSTICIA y procurar que se REPAREN LOS DAÑOS CAUSADOS a las víctimas—: entre todos han agravado este horrendo cuadro social en el que los únicos ganadores son los delincuentes y los despachos de abogados corruptos (obviamente que con la complicidad de aquellos funcionarios que les acomodan las cosas).

 

¿De qué sirve a la sociedad pagar cientos de policías investigadores si los políticos y sus familias los traen de guardaespaldas? Por cuestiones de mi trabajo como periodista y escritor, llevé amistad con los ex Gobernadores Don Alberto Orozco Romero y Flavio Romero de Velasco, y ninguno de los dos traía quien les cuidara. De hecho, no lo necesitaron nunca. Su trabajo como gobernadores les defendía pues fueron queridos y respetados por los jaliscienses.

 

¿En qué líos andan metidos nuestros gobernantes actuales o a qué le temen que los policías que deberían de andar investigando y deteniendo delincuentes para acabar con la impunidad, los traen ellos?

 

La gran fortaleza del PRI se encuentra en haber creado o fortalecido las instituciones públicas, en crear la infraestructura nacional y en dar estabilidad y seguridad al país. Lamentablemente han permitido que sus enemigos políticos impidan al pueblo ver todos estos logros y enderezar en su contra una larga campaña a causa de los corruptos, que los han tenido (aunque no menos que los demás partidos).

 

Así que urge que el gobierno del Estado haga ya algo en la Fiscalía y comiencen a mandar las Carpetas de Investigación a los jueces, y éstos (esperando que no se corrompan) hagan pagar a quienes delinquen. Basta de impunidad, basta de violencia, basta de inseguridad.

 

En buena la hora que la visita del candidato José Antonio Meade a Jalisco sirva de acicate para que las autoridades locales dejen su vida fantasiosa y apliquen el tiempo que les queda a restaurar el orden y el estado de derecho. Jalisco ha vivido demasiados años sin justicia, y el hartazgo a causa de tanta impunidad ya es peligroso. Los ciudadanos esperan su respuesta.

 

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

 

 

 

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Entre más se conoce de Enrique Alfaro Ramírez y Andrés Manuel López Obrador, más se entera uno de su enorme parecido, y no precisamente físico.     No, son sus temperamentos, sus acciones, sus dichos, los que les hermanan como dos gotas de agua. Su carácter mal formado, ególatra, berrinchudo y violento, dispuesto siempre a salirse con la suya (no importa cuántas personas queden tiradas a su paso o los daños que causen), para ellos el otro no existe, ya que dominados por Narciso su cosmovisión justifica todo cuánto hagan. Así ha sido siempre en su vida ¿para qué cambiar?

     El sociólogo francés Gilles Lipovetsky desnuda de manera precisa a este tipo de personas: “La nueva era individualista ha logrado la hazaña de atrofiar en las propias conciencias la autoridad del ideal altruista, ha desculpabilizado el egocentrismo y ha legitimado el derecho a vivir para uno mismo” (El crepúsculo del deber, pág. 131).

     Por cierto, en la FIL pasada invitaron a este prolífico escritor y lo trataron públicamente con descortesía y menosprecio, poniendo como moderadora a una chamaca cuyo mérito único es ser hechura del dueño de la U. de G., pero que en cuestión de letras se moriría de hambre. Téngalo por seguro.

     Continuemos. El dueño de Movimiento Ciudadano en Jalisco ―y quizá pronto a nivel nacional (a no ser que Dante Delgado despierte)― en uno de sus famosos arrebatos y aires de grandeza, declaró a conocido medio local que:

“Lo digo desde ahorita, nunca más un gobernador arrodillado ante el Presidente, nunca más Jalisco sometido por la Federación…”―rematando su bravata fantasiosa― “Sea quien sea el Presidente, cuando menos en los próximos seis años, no va a haber un Gobernador que le tenga miedo al Presidente de la República” (Mural, 2/Abril/2018).

    Queda de manifiesto que la visión política del señor Alfaro Ramírez se encuentra distorsionada, ajena a la realidad. Según se desprende de su fantasiosa concepción republicana los gobernadores viven temerosos y de rodillas ante el Presidente, lo cual además de falso, en la vida real las cosas no son así.

     Dos ejemplos recientes. Alberto Cárdenas Jiménez (a) “Bebeto” cuyo mandato se caracterizó por la improvisación, el maniqueísmo y las novatadas, tuvo absoluta libertad para hacer cuanto se le vino en gana, tan es así que en su desconocimiento del ejercicio de gobierno dejó a los otros poderes a la deriva, situación que ha desembocado en un Jalisco sumergido en el caos y la corrupción. Y es que, el judicial y el legislativo, al no tener quien marcara el rumbo y exigiera el cumplimiento de la ley se envanecieron, convirtiéndose desde entonces en cotos de poder autónomos en los que reina la incapacidad, la corrupción y la impunidad (de los cuales hablaremos próximamente).

    El otro es el de Emilio González Márquez, uno de los peores gobiernos en la historia de Jalisco. Será suficiente con señalar que este virrey cuya piedad resultara tan falsa como la del “Tartufo” de Molliere, sumió a Jalisco en la violencia, en la destrucción del estado de derecho, la impunidad, y los derroches sin fin, que como es del dominio público, este hombre sin escrúpulos y rompiendo todo orden legal fue capaz de gastar de manera discrecional nada menos que $ 74,000’000,000 millones de pesos (setenta y cuatro mil millones de pesos).

     Con la complicidad y silencio del congreso local nunca se le han exigido las cuentas como era su deber, toda vez que se trata de los dineros del pueblo (al que en teoría dicen “servir”), así que de tan solo un año se le fincaron cargos por más de $7,000 millones de pesos (siete mil millones). Gastó los dineros públicos como  mozalbete en prostíbulo con el dinero de sus padres dejado para cubrir hipoteca y otros gastos familiares urgentes. Utilizó la Plaza de la Liberación para cuanta fiesta populista se le antojó y organizó cuanto borchinche se le vino a la mente (incluyendo la Fiesta “Vive el Tequila”).

     Enormes carteles en el centro de la ciudad en los que una paloma bebía tequila de un cántaro, remataban con una vulgar frase propia del dipsómano que cobraba como gobernador: “¡Chúpale pichón”!

     ¿Estos eran gobernadores de rodillas? ¡Por favor! Han hecho lo que han querido. Ha sido en todo caso su incapacidad, frivolidad, falta de inteligencia y honestidad (en todos los sentidos) lo que les ha llevado a que padezcamos sus pésimos gobiernos; a caer en el estado de ingobernabilidad en el que lamentablemente nos encontramos. Resultado obviamente de sus incompetencias y corrupción, la cual no solo consiste en llevarse los dineros públicos, sino en competir por cargos para los que no están preparados (pues carecen de la capacidad y formación necesarias).

     Habrá que refrescarle la memoria al Sr. Alfaro Ramírez (o hacerle de su conocimiento) que recién salido del gobierno de Tabasco (año 2013), Andrés Granier fue detenido y sometido a proceso por $196 millones desviados del Seguro Popular, delito por el que le acaban de dictar una sentencia por casi 11 años de cárcel, mientras que en Jalisco los escándalos del Seguro Popular en este gobierno y en el anterior (en el de Emilio), no ha habido quien toque ni con el pétalo de una rosa a funcionario estatal alguno, menos a los gobernadores.

    Así que no deja de ser fantasía demagógica la postura del candidato de Movimiento Ciudadano, que entre otras cosas ha hablado de “refundar Jalisco” ¿En verdad? No, si de que los populistas y demagogos se sueltan no hay quien los pare, vaya, ni la realidad. Su mundo fantasioso producto de su enorme ego les impide pisar sobre la tierra como al resto de los mortales. “Arrodillados ante el Presidente”, ¡por favor, más seriedad!, de ser así no estarían en la cárcel tantos virreyes y no andarían otros prófugos, aunque para ser realistas, son mucho más los actuales y los ex que nunca se arrodillaron ni temieron al Presidente en turno, no obstante, no son pocos los que su gobierno se caracterizó por la corrupción y la incompetencia.

     Bueno será entonces que el jalisciense medite y razone su voto y no se deje engatusar de los falaces y ególatras que aman el poder y solo desean satisfacerse a ellos mismos, pues al pueblo le detestan. Bastará observarles un poco para darse cuenta ¿O usted que considera estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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En verdad que son cínicos y frívolos los candidatos ¿o candidotes? Mira que atreverse a decir que apenas este viernes (30/Mar/2018) empezaron las campañas políticas, se requiere a todas luces de ser un caradura. La mayoría de ellos tiene más de un año molestando a los ciudadanos con su persona, dichos e insustanciales propuestas, otros casi tres ―aunque en el caso de López Obrador casi dos décadas―, como para que todavía se atrevan a fastidiar, aunque ahora lo hagan de manera “oficial” ¿Que todo el tiempo que los soportamos fue clandestino o qué?

     A tal grado llega la insensibilidad de partidos y candidatos que no miran en absoluto la condición y ánimo del pueblo mexicano, en todos los órdenes e instancias. Parados en su pedestal de soberbia dan a entender que el pueblo es estúpido y pueden hacer con él lo que quieran, que en cierto modo es cierto, hacen con él lo que quieren, pero no por los motivos que ellos creen, sino a causa de la brecha que han abierto entre gobernantes y ciudadanos, que más que brecha parece foso infestado de cocodrilos. Foso que solo produce irritación e impotencia social.

     El derroche de miles de millones que tiran anualmente en campañas (oficiales o no oficiales) es un crimen de lesa humanidad. Porque no es dinero de su bolsa, es salido del erario, es decir, del dinero de los propios ciudadanos, el cual en justicia debe ser devuelto para cubrir sus muchas necesidades: salud, educación, infraestructura, seguridad, etcétera. Pero no, perdidos en la soberbia lo derrochan irresponsablemente en campañas que a nadie interesan (excepto a los contendientes y sus huestes); campañas que hartan hasta el más paciente y que no sirven absolutamente para nada. Excepto, claro está, para favorecer a los amigos y algunos medios que les hacen el caldo gordo a los políticos famélicos, desahuciados a causa de su indigencia moral e intelectual, de su ausencia total de compromiso social.

      Quien piense que López Obrador es distinto, que es ‘honesto’, paladín de la justicia social, o en verdad es ingenuo o lo es de manera voluntaria. El ancestral proverbio que nos advierte “mira con quién andas y te diré quién eres” sigue siendo válido, y el tabasqueño cual mesías tropical (como le calificara Krauze), mejor dicho, cual moderno Noé, ha llenado su “Arca” de los peores especímenes de la fauna política mexicana. Además de que nunca ha trabajado en nada. En nada (y no para de viajar, lo que cuesta y mucho).

     Y es que mientras los políticos no modifiquen sus irresponsables derroches y vuelvan a la cordura y la moderación, lo que piensa la mayoría de los mexicanos de ellos no cambiará, la mercadotecnia no cambia a las personas, tan solo engaña a bobos e incautos.

     ¿Acaso las campañas a la presidencia no son suficientes con dos meses, y las estatales y municipales con un par de semanas? Para la actual generación de candidatos (sin distinción de partido al que pertenezcan) y para lo que tienen qué decir y aportar a la sociedad, es probable que con un día o dos sería suficiente. Como decían los viejos de antes, “se le mira la zanca al pollo y se le calcula el peso”.

      Sus corrienturas, sus ataques al otro, su ausencia de propuestas viables y sensatas, de inteligencia y preparación, así como la carencia de un historial que avale honorabilidad (testimonio) en la inmensa mayoría de los casos, son prueba irrefutable de que no hay caballada flaca. ¡Ni siquiera hay caballada! De hecho, no son pocos los pretensos próceres cuya incapacidad de hablar en público e hilar frases coherentes e inteligentes, y que son parte de la oferta política, aterrorizan al ciudadano más positivo.

     Pretender escuchar al mesías tropical desespera, se convierte en tortura. Incapaz de hilvanar un pensamiento y soltarlo con fluidez, en su limitada mente una neurona pide permiso a la otra para ver si es posible tal milagro, pero no. No se es fósil universitario de en balde. ¡Y pensar que no pocos ingenuos confunden la necedad con el valor y el tesón! Aunque, claro está, entre esta cauda de seguidores está una larga cadena de interesados anarquistas, escritores vividores (de los que han pasado una vida entera mamando de la ubre cuanta beca y premio oficial existen), líderes sindicales mafiosos, políticos perseguidos de la justicia, ex funcionarios grabados en actos de mega corrupción, políticos ególatras que como a él no les dieron en su partido lo que querían y se van a donde les prometen lo que quieren, etcétera, etcétera. Total, son cosas de la ley de grupo. Patos con patos, lobos con lobos, coyotes con coyotes.

     El solo hecho de pensar que tendremos obligadamente que soportar hasta el mes de julio sus odiosas y enfadosas campañas, se convierte en obligada tortura que ahuyentará el sueño hasta de los lirones. Una propuesta: ¿porqué no poner a los reos en las cárceles de todo el país a ver y escuchar las campañas? Es fácil advertir que muchos de ellos preferirían no volver a delinquir que ver tanto rostro tan desagradable y tantas necedades casi todas dichas con soberbia, pésimo gusto y nula inteligencia (no se diga las llamadas campañas “sucias”) ¿O usted que considera estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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