Opinión

O de plano es un enfermo mental sin remedio o un cínico a prueba de todo. Hace algunos años Enrique Krauze hizo un interesante análisis derivado de una entrevista, calificándole como “el mesías tropical” (Letras Libres No.57). En días pasados, el analizado arremetió contra Krauze, como también en contra de Jesús Silva-Herzog Márquez y Raymundo Riva Palacio. Así son los iluminados, no admiten jamás la voz de la crítica (la autocrítica se da por desechada).

    Entre otras muchas cosas, Krauze escribió de nuestro personaje, que no es otro que AMLO: “López Obrador había afirmado, en innumerables ocasiones, que admiraba a Benito Juárez sobre todos los seres en la tierra. Pero su identificación política con Juárez era, sencillamente, insostenible…López Obrador decía admirar a Juárez por haber integrado su gabinete con los mejores mexicanos, pero de su propio gabinete no podía predicar lo mismo. Un video que se trasmitió en 2004 por la televisión abierta mostraba a su secretario de Finanzas del gobierno del DF apostando cuantiosas sumas en una habitación reservada a clientes VIP en Las Vegas. A los pocos días, un nuevo video mostraba a su principal operador político tomando fajos de dinero de manos de un empresario consentido por los anteriores gobiernos del PRD. Aunque ambos funcionarios fueron separados de sus cargos y sometidos a juicio, la estrategia política de López Obrador no consistió en honrar su lema de gobierno (la “honestidad valiente”) sino en relativizar los hechos, desmarcarse de toda responsabilidad, y por primera vez declararse víctima de un ‘complot’ orquestado por ‘las fuerzas oscuras’, por “los de arriba”.

     Muchos años han pasado de aquella publicación, doce para ser exactos, sin embargo, el tabasqueño lejos de componerse da síntomas inequívocos de perder toda sensatez y coherencia. Algo muy propio de dictadores como Hitler, Mussolini, Stalin y demás orates que el mismo pueblo les abrió el camino para llegar al poder.

     Y es que, no se puede entender, como es que este individuo de pocas luces y sobrada soberbia, se atreva a incluir en su imaginario “gabinete” (porque eso es, imaginario) a individuos de la talla de Elva Esther Gordillo (por medio de familiares), al líder minero Napoleón Gómez Urrutia, a Marcelo Ebrard, por mencionar algunos, cuando todos ellos tienen cuentas pendientes con la justicia. Sí, incluyendo a Ebrard, ¿Ya se olvidaron los gravísimos errores y las cuentas mochas de la Línea 12 del Metro y otros escándalos? ¿O el agua bendita del mesías tabasqueño les limpia de todo delito, por multimillonario y grave que sea? La senadora tabasqueña Layda Sansores el jueves le besó la mano a este mesías patito y le pidió suplicante “no se olvide de nosotros” (El Universal, 22/Feb/2018).

     En días recientes un grupito de pastores evangélicos violando los preceptos bíblicos y agrupados como “partido político” (PES), en una exhibicionista y repugnante reunión ―repugnante desde el campo de la fe― no solo se atrevieron a desobedecer la Escritura nombrando como “su candidato” a AMLO, incluso se atrevieron a comparar al tabasqueño con Caleb, el compañero de Josué. Héroes bíblicos que para judíos y cristianos representan modelos de vida por demás inspiradores; inspiración de la que carece del todo López Obrador.

     Arropado por pastores neo cristianos (eso son los evangélicos, ni se identifican con el protestantismo histórico heredero de la Reforma, y a la iglesia católica la abandonaron hace algunas décadas o lustros): la mayoría de ellos carentes de una formación ministerial y educativa sólida y en plena desobediencia a la Biblia (que aseguran tener como base de su fe): se metieron desde la plataforma eclesial al campo de la política, lo cual no les es permitido, ni por la ley divina (Biblia) ni por la humana (Constitución).

     Pero no pararon allí. Dominados por el furor de un mundo que desconocen y quizá dominados también por la ambición futura, dieron rienda suelta a sus emociones al punto de comparar a López Obrador con Caleb (que significa “perro fiel”). Gran desatino. Eso mismo hicieron muchos cristianos a principios de los años 30 en Alemania. Sin orar y sin preguntar a Dios cuál era su voluntad, se entregaron a un líder político malvado y simulador que  perseguiría a los verdaderos cristianos (a los judíos no se diga, 6’000,000 de ellos fueron asesinados en los campos de exterminio).Solo un puñado de fervientes cristianos agrupados en la llamada «Iglesia Confesante», entre ellos el teólogo Dietrich Bonhoeffer, se atrevieron a enfrentar al simulador llamado Adolfo Hitler (que ante los cristianos, católicos y protestantes, solía fingir ser uno más, cuando detestaba la fe y a los verdaderos creyentes).

     A tal extremo ha llegado la farsa del tabasqueño, que el pasado día 20 (febrero) propuso una constitución moral. Claro, al estilo de la mente limitada y torcida de este líder de pies de barro ¿Qué verdadero creyente ―me refiero a un judío o un cristiano―, puede votar por un candidato que apoya a homosexuales, lesbianas y cuanta desviación sexual pueda existir, cuando las Sagradas Escrituras marcan principios absolutamente contrarios?

     ¿Cómo conciliarán los líderes religiosos del PES su cuestionada fe con estas expresiones de degradación humana? La Biblia lo dice y advierte con todas sus letras: “No erréis… ni los afeminados, ni los que se echan con varones… heredarán al reino de Dios” (1ª Cor 6:9-10). En su vida privada el ciudadano tiene libertad de acción y elección, Dios y la Constitución se lo permiten, si bien ambas advierten también contra los que violan sus preceptos.

     Ciertamente Dios es capaz de perdonar a una persona que haya caído en estas u otras conductas, pero no se debe olvidar que el arrepentimiento va acompañado de obediencia, es decir, de un cambio de vida. Cuando Jesús dijo que la puerta de acceso al Reino de Dios es recta y angosta lo dijo en serio. Como todo lo que enseña la Biblia. ¿Será que los ciegos andan guiando ciegos?

     Si unirse de manera corporativa estos grupos de evangélicos es en sí ya un grave desatino, comparar a López Obrador con Caleb carece de nombre. Las sandalias y ropaje de aquel hijo de la tribu de Judá, le quedan demasiado grandes a este hablador sin escrúpulos. El tabasqueño ya pisó tierra que no le es permitido pisar, lo peor es que estos pastores, tan ligeros de palabras y hechos como los falsos profetas que condena el Antiguo Testamento, le han dado un sitio y un nombre que Dios no le ha dado en absoluto.

     Estamos a tiempo. El arrepentimiento, la reflexión, y la sensatez merecen tener espacio. No debemos admitir que este falso mesías y ahora pretenso líder intente meter a esta gente a una tierra prometida que solo existe en su ególatra y desviada mente. En marzo de 1933, el reconocido intelectual alemán Felix Noeggerath, escribió una carta a uno de sus amigos que nos hace pensar en nuestra realidad presente y con eso concluimos:“Alemania ha renunciado de un día para el otro a su mejor tradición intelectual y moral y se ha lanzado a algo que dudo en llamar futuro”.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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La masacre perpetrada por un joven de secundaria en el estado de la Florida en el vecino país del norte, aflora un gravísimo problema que aqueja a cientos de millones de jóvenes alrededor del planeta, sobre todo en occidente: ¡La falta de disciplina a causa de un carácter mal formado!

En el entendido de que la inmensa mayoría rechazará lo que en este artículo se señala, la cuestión de fondo es que la realidad de las cosas no varía en absoluto, aunque se niegue su existencia. Se trata de generaciones que han sido formadas bajo una educación laxa y permisiva que les ha mimado tanto y les ha querido conceder todos sus antojos y caprichos, que su capacidad es frustración es nula.

Psicólogos y padres les ha dicho que nacieron para ser felices, que tienen derecho a todo, que merecen todo y deben tener acceso a todo, lo cual además de falso, ha malformado su carácter, haciéndoles incapaces de enfrentarse a los retos y problemas que todos los humanos tenemos desde la niñez misma. Esta es y ha sido siempre la historia de la humanidad. Una historia que al incomodarles le han dado la espalda (para no saber de ella) y los daños ahora saltan a la vista de todos, incluso sobre muchísima gente inocente, ajena a su carácter ególatra y posesivo. Los 17 jóvenes asesinados en la secundaria de La Florida son prueba irrefutable.

Sin pretender acusar ni lastimar a nadie en particular, sino en el intento de llegar al fondo del problema y encontrar el remedio para semejante mal. Se habrá de decir qué a partir de los años 70 del siglo pasado, disciplinas como la psicología (que no es ciencia) -con el beneplácito y felicidad de los políticos- menospreciaron y criticaron la fe judeocristiana hasta sacarla, primero de las escuelas y luego de los hogares, pasando por alto, guste o no, se acepte o no: que la fe en Dios es el único freno efectivo para detener las pasiones y los excesos del ser humano por cuanto es capaz de transformar de dentro hacia afuera (y no a la inversa). Claro, cuando la persona llega a conocer realmente a Dios y su mensaje de fe y esperanza y decide aceptarlo.

El rechazo o menosprecio a Dios y a su mensaje lo estamos padeciendo de entonces a la fecha, agravándose en la medida que ese mensaje se va reduciendo a minorías. Hombres de la talla de Jacobo Rousseau advirtieron la indispensable presencia de la fe reflejada en la vida de los pueblos: “En un Estado bien constituido, las reglas morales se encuentran en estrecha relación con la constitución política”. Los engreídos europeos de principios del siglo XX, que pensaron que por desechar a Dios y los valores y principios derivados de la fe judeocristiana, ya eran mejores, de pronto se toparon con las dos mayores guerras de toda la historia. Con su horrenda realidad.

El mensaje divino limita los excesos, forma el carácter positivamente y aporta una cosmovisión sostenida en valores y principios que un humanismo ateísta no puede solventar (porque hay otro humanismo, como predicaba Erasmo, que fundamente las bondades del hombre siempre y cuando partan de la fe en el Dios revelado en las Escrituras).

En distintos pasajes la Biblia habla desde la perspectiva del Creador, y tomando en consideración que somos una raza caída, en el libro de Proverbios se dirige a los padres de manera particular, sobre la necesidad que tiene el ser humano desde su niñez a ser forjado con disciplina, incluso con corrección, si la rebeldía o la falta lo ameritan. Y no estamos hablando de azotes de salvajes ni de castigos inquisitoriales. Ningún chamaco se murió por darle tres cintarazos bien dados para bajarle sus maldades o el berrinche espumoso.

Evitarles una vida de disciplina, es decir, de formar su carácter día por día y por años (y corrección su fuese necesaria), es enviarles al camino del hedonismo y el egoísmo, de llevar al caos a una sociedad. Nuestro primer novelista del México independiente plasmó magistralmente esta falta de formación en “Don Catrín de la Fachenda”. Libro que debería ser de texto para todos los estudiantes de secundaria y quizá, desde sexto de primaria. (su autor, Joaquín Fernández de Lizardi).

En una de mis visitas a la ciudad de México a principios de los años ’90 para promover mis libros, en una de las librerías visitadas compré uno titulado ¡Basta ya de hijos malcriados! El autor analiza la situación social imperante para luego señalar: “Los problemas no empezaron con los hijos, ni acabarán con ellos. Son tan solo un síntoma de que las cosas van muy mal, el síntoma de una sociedad que se va dramáticamente al garete”. Luego pone a los padres ante el espejo: “Nos hemos convertido en una sociedad de segundas, terceras e incluso cuartas oportunidades. Los niños pueden desobedecer impunemente, sabiendo que sus primeras travesuras apenas provocarán un ceño fruncido en lugar de un castigo aplicado de inmediato” (Fred G. Gosman, Edit. Roca).

Diecisiete hogares en La Florida están de duelo total y quince más están sufriendo por sus hijos mal heridos, todo porque un chamaco al que no se le enseñó a enfrentar los problemas de la vida, al que quizá se le quiso dar “todo” (sin jamás darle lo que necesitaba, amor, que no son “cosas”), se molestó porque lo corrieron de la escuela.

El autor recién citado invitaba al final de su obra a entender el rol de padres e hijos y hacer algo de inmediato: “Hemos colocado a nuestros hijos en pedestales. Estamos obsesionados con su felicidad e intentamos protegerles de cualquier contrariedad. Ahí nos equivocamos de medio a medio; y por el bien de nuestros hijos debemos modificar esa conducta con rapidez”.

A los pedestales se sube a los héroes o los paganos a sus dioses, y como se encuentran las cosas, la mayoría de los niños y jóvenes actuales ni son héroes (ni se debe tratar como tales aunque lo fueran, todo a su tiempo); ni mucho menos dioses; pedestal éste último al que muchos padres han subido a sus chamacos; a otros la sociedad permisiva y formadora de Narcisos los ha subido; aunque otros más se han subido solos, y entre todos ellos, han hecho del mundo un sitio difícil de vivir ¿Sin Dios, sin orden, sin disciplina, cree usted lector que podríamos continuar? El berrinche sangriento ocasionado por este muchacho de La Florida tiene para los optimistas con lentes color de rosa la respuesta.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Por lo que se aprecia, la necesaria y urgente Reforma Laboral no ha sido acatada por todos los gobiernos estatales. El de Jalisco es uno de ellos. Y aunque en algunos medios ha pretendido dar la impresión de adaptar el marco jurídico y hacer lo propio para que el negocio multi millonario de los juicios laborales no siga desangrando la planta productiva local (y extinguiendo o endeudando anualmente miles de negocios), lo cierto es que las cosas continúan igual o peor.

     El nuevo edificio de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje lejos de desalentar los abusos y transas de los cárteles laborales (como los famosos “talibanes” y otros muchos despachos que tienen bajo su control este injusto e inmundo negocio que vive de sangrar o acabar con los micro, pequeños, o medianos negocios) lo cierto es que han aumentado. Bastará decir que en el año 2017 el número de demandas laborales sumó un total de 24,509, cantidad que concede una idea de la gravedad del asunto.

     Todo indica que el gobierno de Jalisco o no entendió el sentido de dicha reforma, o se ha empecinado a continuar el estado negativo que se padece. De poca cosa ha servido el esfuerzo y la oposición a la que se enfrentaron con valor y firmeza el Presidente Enrique Peña Nieto y el Senado de la República, cuando en Jalisco el gobernador en lugar de poner un alto al multimillonario (e ilegal) negocio de los juicios laborales, le está apostando a que crezca.

      En ningún momento se ha expresado públicamente contra los falsos despidos, contra los “toreros” (dizque trabajadores que viven de las corridas), contra los que demandan sin jamás haber trabajado en el negocio demandado, contra los despachos sin escrúpulos que le inventan al trabajador elevadísimos sueldos (que por supuesto jamás percibió) para obtener Laudos injustos y amañados que acaban con los negocios (con la anuencia y complicidad de algunos funcionarios de las Juntas), contra las jaurías de coyotes que antes pululaban en el antiguo edificio de la JLCyA y ahora lo hacen afuera de la nueva sede a espaldas del Parque Agua Azul. Su silencio ha hablado.

     El puro anuncio de la creación de 20 juzgados laborales nuevos, aunque ahora bajo la tutela del STJEJ, muestra el rechazo a la Reforma. La intención del gobierno federal y del Senado es disminuir sustancialmente estos juicios, pensar que solo se quiere cambiar de jefe es absurdo, valga decir que siempre, es decir SIEMPRE, el gobernador del Estado en turno era el jefe de la Junta Local, él vigilaba que todo marchara bien y no se cometieran excesos, solo que con la llegada del novato Alberto Cárdenas quedaron al garete, cayendo gradualmente la justicia laboral en un inmundo pantano de corrupción que el Presidente Peña Nieto ha querido meter en cintura.

     La titular de la Junta Local, la Lic. Elke Tepper García, tiene la capacidad y voluntad para hacer bien su trabajo, el problema es que si no se le concede la autoridad para que ponga orden no podrá hacer gran cosa. Se requiere que el Ejecutivo del Estado se defina y marque una postura que les haga saber a los negociantes de los muchos despachos, que su inmundo negocio ha terminado (instruyendo a las Juntas para que no se presten ya a tanta desviación de la ley y acabar de una vez por todas con tanta injusticia al amparo de los derechos de los verdaderos trabajadores). Que se note en la realidad, que los juicios laborales son realmente para aquellos casos en los que hay una evidente violación y abuso en contra del trabajador.

     Para ello tendría que rechazar toda demanda si antes no pasa por el filtro previo y obligado de la CONCILIACIÓN ―que es uno de los objetivos de la Reforma Laboral― en la que detectados los casos falsos y los que se pueden y deben arreglar (que son la mayoría) sean resueltos; y sean enviados a juicio solamente aquellos que realmente lo ameritan (que no deben de ser ni el 30 por ciento de los asuntos). Actualmente es un escándalo y sangría para los micro, pequeños y mediano negocios, a causa  de tanto vividor que ha hecho del juicio laboral un negocio, un modus fregandi que no solo afecta la planta productiva, sino que inhibe la inversión y es el principal freno para que se aumenten los sueldos ¿Quién se atreverá a pagar buenos sueldos a sabiendas que en dos, tres, o seis meses tendrá que enfrentar una o varias demandas cuantiosas que acaben con su negocio? Los peores enemigos de la clase trabajadora son éstos, los falsos apóstoles que los “defienden” legalmente, tratando a los trabajadores como mercancía, como ganado con marca (afectando gravemente a los que realmente trabajan y nunca dan problemas, afectándoles en su sueldo, en imagen, y en una futura protección por cuanto estos juicios se han convertido en un asunto detestable y de grave daño social, en freno para las mejoras salariales).

JALISCO SUMIDO EN LA VIOLENCIA

     En el artículo de la semana pasada hablábamos de cómo ha crecido la ola de asesinatos en Jalisco, casi todos impunes. El puro fin de semana de semana se cometieron tan solo en la zona metropolitana de Guadalajara 22 homicidios y todos los días la cifra no ha dejado de crecer. El jueves, en un solo hecho en San Pedro, asesinaron a 6 en un restaurante, superando con una víctima a la famosa matanza de “San Valentín” en la ciudad de Chicago (1929), pero que diera lugar a que el gobierno de Estados Unidos les pusiera un alto a los criminales.

     En Jalisco y en ciertos Estados del país no pasa nada y los ríos de sangre siguen corriendo. ¿Y la sociedad, y los organismos empresariales, y las barras de abogados, y los grandes empresarios, y el clero, y las universidades, etcétera, etcétera, dónde están, porque guardan silencio? De entrada, se espera que los medios en su totalidad en lugar de pasar nota roja para vender, denuncien esta horrenda situación y presionen ―como es su función social― para que los gobiernos federal, estatal y municipal cumplan su función, y dejen para después sus derrochadoras e inútiles campañas, al fin y al cabo, que para los candidatos y lo que nos ofrecen a los ciudadanos, con una semana basta y sobra ¿O que considera usted, estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Cuando era gobernador Francisco Ramírez Acuña los asesinatos que ahora les llaman “ejecutados” aumentaron de manera alarmante. En un desayuno entrevista acompañado de varios compañeros de los medios, al entonces Procurador (que luego supliría interinamente a su jefe) le cuestioné acerca de este fenómeno y de la notoria indiferencia de la dependencia a su cargo por resolver esos crímenes, y por respuesta tuve un simple “son ajustes de cuentas entre bandas”. Su respuesta no me satisfizo en absoluto pues el deber de una autoridad es investigar y detener a los responsables, por lo que como abogado y periodista le reconvine.

      Como todo ciudadano sabe, la impunidad es la mejor invitación a delinquir. Es la puerta que abre el acceso a criminales y delincuentes de todo tamaño y peligrosidad, pues al desaparecer el portero de la legalidad el temor a las consecuencias de las malas acciones desaparece.

     De entonces a la fecha la sangre derramada en este país es mucha y más de un noventa por ciento los asesinatos han quedado impunes. Los noticieros más importantes de la televisión se han convertido en revistas de nota roja y radio y periódicos día con día dan cuenta de nuevas masacres sin que la necesaria indignación de los medios se note ya, pues se han ido acostumbrando a lo que jamás deberían aceptar, transmitiendo a televidentes, radioescuchas y lectores la simple narrativa de un hecho que parece ya es parte de lo cotidiano.

     No hay día en el país que en varias zonas los asesinatos de grupos de personas, o de una o dos no sucedan, la constante es que jamás detienen a nadie y prácticamente todos permanecen impunes. ¿De qué sirve que el gobierno federal, los estatales y los municipales gasten verdaderas fortunas en sueldos, equipos, armamento, patrullas, etcétera, si los resultados son nulos?

     Siempre llegan después y solo para aparentar que trabajan, aunque nomas estorben el tráfico y entorpezcan las ciudades ya de por sí cargadas de conflictos (a poner listones, varias patrullas con las torretas encendidas, policías hablando por teléfono, forenses vestidos como astronautas recogiendo posibles evidencias, etcétera). A final de cuentas nada de este gasto y faramalla servirá. Todo quedará en el archivo para justificar tan onerosa burocracia.

      Para agravar la cosa el gobierno de los vecinos del norte (digo el gobierno, no el pueblo) se ha dedicado a dañarnos a los mexicanos, aunque el fascista Trump ha rebasado todos los límites. Bastará recordar la operación “rápido y furioso” con la que inundaron México de armas que fueron a parar a manos de los delincuentes, acción que quiérase o no, en el fondo, es para desestabilizar un país, lo peor es que ya lo lograron.

     En nota reciente nos enteramos que anualmente entran a nuestro país 213,000 (doscientas trece mil) armas, de las cuales el 70 por ciento son adquiridas legalmente (El Universal, 3/Feb/2018). Con amigos así para qué queremos enemigos.

     ¿Por qué no dice nada el Sr. Donald Trump de esa venta de armas o la impide? ¿Por qué permite que sus criminales nos hagan eso y nos dañen tanto y derramen tanta sangre en nuestro país? El se queja de que nuestros migrantes, que van de agricultores, albañiles y a hacer duros trabajos que los güeros no realizan ya desde hace muchos años, son “delincuentes” y los trata como tales, en cambio a sus delincuentes y traficantes de armas con las que han convertido México en un pueblo enlutado (ya no como Yahualica en la obra clásica de Agustín Yáñez, sino todo México) no los toca en absoluto.

     Varios son los puntos clave de este terrible problema que año con año ocasiona decenas de miles de asesinados, muchos de los cuales son personas ajenas a los delincuentes. Y nada de que estaban en “el lugar equivocado a la hora equivocada”, expresión horrenda que justifica a los criminales y abona a la impunidad, cuando en un país de orden y legalidad el ciudadano puede y debe transitar con libertad.

     El pacto social contemplado por J.J. Rosseau y hecho propio por la mayoría de los países occidentales contempla deberes y responsabilidades diversas, que en el caso de nuestros gobiernos en las tres instancias y desde hace casi tres lustros, han fallado en seguridad de manera total. El reinado de la impunidad campea aterrorizando a los ciudadanos.

      Ante esta compleja situación urge resolver de inmediato dos puntos. El primero: el inútil sistema penal endilgado por los norteamericanos, que, o se modifica de acuerdo a nuestra cosmovisión y circunstancias, o de plano se desecha de inmediato (y regresar al de siempre) toda vez que en este momento los criminales son los dueños del país (mientras la clase política disimula con compañas archi mega ultra recontra costosísimas que a nadie interesan y solo derrochan un dinero que se requiere en otras necesidades sociales urgentes).

    El segundo: que para que se ejerza la ley y su imperio retorne, es necesario que el sentido de autoridad se reestablezca. No se está diciendo autoritarismo ni violencia oficial injusta, sino hacer uso de la fuerza del estado para poner orden en un país que nada en mares de sangre. Incluso, si para ello fuere necesario por un tiempo y en lo que se vuelve a la normalidad que el Ejército permanezca en las calles que se quede; entendidos que quienes se oponen -por muy romántica que les parezca su postura. Nomás le hacen el juego a las bandas delincuenciales.

     México, no se si lo merezca o no, pero sí desea vivir en paz y que este clima de asesinatos se acabe con el imperio y restablecimiento de la ley, para lo cual es necesario que desaparezcan también los gobiernos de utilería y se retorne a los gobiernos de verdad ¿O usted qué considera, estimado lector?.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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