Opinión

Cuando era gobernador Francisco Ramírez Acuña los asesinatos que ahora les llaman “ejecutados” aumentaron de manera alarmante. En un desayuno entrevista acompañado de varios compañeros de los medios, al entonces Procurador (que luego supliría interinamente a su jefe) le cuestioné acerca de este fenómeno y de la notoria indiferencia de la dependencia a su cargo por resolver esos crímenes, y por respuesta tuve un simple “son ajustes de cuentas entre bandas”. Su respuesta no me satisfizo en absoluto pues el deber de una autoridad es investigar y detener a los responsables, por lo que como abogado y periodista le reconvine.

      Como todo ciudadano sabe, la impunidad es la mejor invitación a delinquir. Es la puerta que abre el acceso a criminales y delincuentes de todo tamaño y peligrosidad, pues al desaparecer el portero de la legalidad el temor a las consecuencias de las malas acciones desaparece.

     De entonces a la fecha la sangre derramada en este país es mucha y más de un noventa por ciento los asesinatos han quedado impunes. Los noticieros más importantes de la televisión se han convertido en revistas de nota roja y radio y periódicos día con día dan cuenta de nuevas masacres sin que la necesaria indignación de los medios se note ya, pues se han ido acostumbrando a lo que jamás deberían aceptar, transmitiendo a televidentes, radioescuchas y lectores la simple narrativa de un hecho que parece ya es parte de lo cotidiano.

     No hay día en el país que en varias zonas los asesinatos de grupos de personas, o de una o dos no sucedan, la constante es que jamás detienen a nadie y prácticamente todos permanecen impunes. ¿De qué sirve que el gobierno federal, los estatales y los municipales gasten verdaderas fortunas en sueldos, equipos, armamento, patrullas, etcétera, si los resultados son nulos?

     Siempre llegan después y solo para aparentar que trabajan, aunque nomas estorben el tráfico y entorpezcan las ciudades ya de por sí cargadas de conflictos (a poner listones, varias patrullas con las torretas encendidas, policías hablando por teléfono, forenses vestidos como astronautas recogiendo posibles evidencias, etcétera). A final de cuentas nada de este gasto y faramalla servirá. Todo quedará en el archivo para justificar tan onerosa burocracia.

      Para agravar la cosa el gobierno de los vecinos del norte (digo el gobierno, no el pueblo) se ha dedicado a dañarnos a los mexicanos, aunque el fascista Trump ha rebasado todos los límites. Bastará recordar la operación “rápido y furioso” con la que inundaron México de armas que fueron a parar a manos de los delincuentes, acción que quiérase o no, en el fondo, es para desestabilizar un país, lo peor es que ya lo lograron.

     En nota reciente nos enteramos que anualmente entran a nuestro país 213,000 (doscientas trece mil) armas, de las cuales el 70 por ciento son adquiridas legalmente (El Universal, 3/Feb/2018). Con amigos así para qué queremos enemigos.

     ¿Por qué no dice nada el Sr. Donald Trump de esa venta de armas o la impide? ¿Por qué permite que sus criminales nos hagan eso y nos dañen tanto y derramen tanta sangre en nuestro país? El se queja de que nuestros migrantes, que van de agricultores, albañiles y a hacer duros trabajos que los güeros no realizan ya desde hace muchos años, son “delincuentes” y los trata como tales, en cambio a sus delincuentes y traficantes de armas con las que han convertido México en un pueblo enlutado (ya no como Yahualica en la obra clásica de Agustín Yáñez, sino todo México) no los toca en absoluto.

     Varios son los puntos clave de este terrible problema que año con año ocasiona decenas de miles de asesinados, muchos de los cuales son personas ajenas a los delincuentes. Y nada de que estaban en “el lugar equivocado a la hora equivocada”, expresión horrenda que justifica a los criminales y abona a la impunidad, cuando en un país de orden y legalidad el ciudadano puede y debe transitar con libertad.

     El pacto social contemplado por J.J. Rosseau y hecho propio por la mayoría de los países occidentales contempla deberes y responsabilidades diversas, que en el caso de nuestros gobiernos en las tres instancias y desde hace casi tres lustros, han fallado en seguridad de manera total. El reinado de la impunidad campea aterrorizando a los ciudadanos.

      Ante esta compleja situación urge resolver de inmediato dos puntos. El primero: el inútil sistema penal endilgado por los norteamericanos, que, o se modifica de acuerdo a nuestra cosmovisión y circunstancias, o de plano se desecha de inmediato (y regresar al de siempre) toda vez que en este momento los criminales son los dueños del país (mientras la clase política disimula con compañas archi mega ultra recontra costosísimas que a nadie interesan y solo derrochan un dinero que se requiere en otras necesidades sociales urgentes).

    El segundo: que para que se ejerza la ley y su imperio retorne, es necesario que el sentido de autoridad se reestablezca. No se está diciendo autoritarismo ni violencia oficial injusta, sino hacer uso de la fuerza del estado para poner orden en un país que nada en mares de sangre. Incluso, si para ello fuere necesario por un tiempo y en lo que se vuelve a la normalidad que el Ejército permanezca en las calles que se quede; entendidos que quienes se oponen -por muy romántica que les parezca su postura. Nomás le hacen el juego a las bandas delincuenciales.

     México, no se si lo merezca o no, pero sí desea vivir en paz y que este clima de asesinatos se acabe con el imperio y restablecimiento de la ley, para lo cual es necesario que desaparezcan también los gobiernos de utilería y se retorne a los gobiernos de verdad ¿O usted qué considera, estimado lector?.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Ningún mexicano de bien apoyaría la corrupción. Todos estamos hartos y en contra de este cáncer que está corroyendo las entrañas del país a manera de metástasis. Así que los gritos ‘revolucionarios’ emitidos desde el palacio de gobierno de Chihuahua llamen la atención por varias cosas, ciertamente no por el tema, sino por los actores de este drama que más parece tragicomedia.

     En tanto que el gobernador Javier Corral se encuentra en plena campaña política (que todo apunta solo es para dañar la imagen del PRI en este año de elecciones), para lo cual organizó una marcha hacia la ciudad de México utilizando como bandera la corrupción y que Hacienda no le ha entregado algunos recursos; lo cierto es que ha descuidado totalmente la seguridad y gobernabilidad en Chihuahua.No votaron por el para que ande en campaña, lo eligieron para que gobernara. ¿O se va a hacer como Fox en Guanajuato, que ‘gobernaba’ a telefonazos?

     La cuestión es qué para iniciar una lucha, cualquiera que esta sea, se requiere de autoridad moral, y el PAN, partido de Javier Corral, carece absolutamente de autoridad en el tema, primero tendría que poner orden en casa y de esta forma no solo podría quitar pajas de ojos ajenos, incluso los mexicanos le aplaudiríamos.No antes, y para que le resulte más fácil su labor quijotesca, le recordamos algunos de los gigantes que tendrá que destruir primero (denunciarlos y meterlos a prisión).

   Sí, porque esa historia de falsos quijotes la conocemos requetebién, sobre todo en Jalisco. Cuando llegó el PAN a la presidencia municipal de Guadalajara por primera vez (con la misma bandera que Corral), la esposa de César Coll Carabiasfue citada por el Congreso local para que rindiera cuentas de varios millones que faltaban en el DIF. Increpada por el diputado Miguel león Corrales, la señora dijo, palabras más, palabras menos, “que ella era una mujer decente”, respondiéndole con toda propiedad el legislador: “nadie pone en tela de duda su decencia, lo único que le pide el Congreso es que nos explique en qué gastó el dinero”.

     Las denuncias contra el equipo de Alberto Cárdenas Jiménez no fueron pocas: chalecos anti balas a sobreprecio, bonos, prestaciones y super sueldos jamás vistos, bicis a precio de carros, cientos de millones enviados por el gobierno de Zedillo a Ituarte a la Secretaría de Seguridad se esfumaron (sin que se supiera en qué se gastaron), etcétera. Por cierto, Ituarte tuvo que dejar el Ayuntamiento de Zapopan precisamente a causa de otros escándalos de corrupción.

     A nivel nacional las mega raterías de Fox (y parentela) no tienen antecedente en cuanto a los montos. Un empresario malo y en quiebra, una vez el poder, convirtió su destartalado rancho en una hacienda porfiriana con cientos de hectáreas, rescatando la empresa camionera Estrella Blanca con cientos de millones para colocar a su hijo adoptivo (que en realidad resultó adoptivo de la Nación -como el resto de sus hermanos-).

    Ni qué decir de los mega actos de corrupción de los hermanos Bibriesca: renta de barcos a Pemex a altísimos costos por hora (en dólares), adquisición de fraccionamientos a través del Fobaproa a precios de remate, centros comerciales a través de terceras personas, en fin, jóvenes de clase media baja que al final del foxiato podrían estar sin problema alguno en las listas de Forbes, cuando en realidad toda la banda debía de estar en prisión, pues usaron la bandera de la religión y el combate a la corrupción para llegar al poder, traicionando al pueblo y ofendiendo al Creador. Peor todavía, ya que teniendo un tiempo único en la historia al vender la mayor cantidad de petróleo al precio más alto jamás visto, en lugar de acabar o bajar la deuda pública la acrecentaron en casi el triple de lo que la recibieron. En mi libro“EL HOMBRE QUE NUNCA DEIO SER PRESIDENTE” quedó constancia de muchas de las rapacerías de esta troupe de ladrones.

       En cuanto a los escándalos de corrupción del gobierno de Felipe Calderón otros colegas periodistas y escritores dejaron constancia de ellos: “Los cómplices del presidente” de Anabel Hernández, y “Las concesiones del poder”de Francisco Cruz Jiménez, por señalar algunos, aunque Julio Scherer le describe en dos textos lapidarios, el primero derivado de una entrevista con Carlos Castillo Peraza y el segundo de otra con Manuel Espino (ambos ex presidentes del PAN): “Una lenta transformación había hecho de Calderón un ser inescrupuloso, mezquino, desleal a principios y personas”, “(Felipe Calderón) ya en el poder, toleró y ha seguido tolerando casos de corrupción que quizá no puedan ser fácilmente comprobables, pero que dejaron las pistas necesarias para seguir los pasos irregulares de muchos funcionarios públicos, como Juan Camilo Mouriño, Juan Molinar Horcasitas y Genaro García Luna. Se trata de diversos hechos de corrupción: desde hacerse de dinero hasta solapar actos criminales” (“Calderón de Cuerpo Entero”, Grijalbo, págs. 15 y 84).

       Pero como buenos mochos, es decir, tartufos a la mexicana, los panistas se desgarran las vestiduras ante la corrupción del otro, aunque en sus alforjas ya no quepan los dineros públicos. Un caso local: la mega transa del Estadio Chivas en la que Macedonio Tamez, presidente municipal de Zapopan (PAN) en ese entonces, “perdonó” a Jorge Vergara la entrega de 9 hectáreas que por ley tenía que dar al municipio para escuelas, áreas verdes, etcétera, que barato el metro, a $3,000 pesos, suman un total de $270 millones de pesos ¿La ley le concedía semejante prerrogativa? Que se sepa nomas era presidente municipal.

      Y no se piense que hablamos a toro pasado. En esta misma columna se señaló semejante barbaridad y daño al erario público (Análisis y propuesta. EL INFORMADOR, 24/Ene/2004).

      Los mega desvíos de Emilio González Márquez ($74,000’000,000 setenta y cuatro mil millones de pesos) gastados de manera discrecional sin rendir cuentas al Congreso, que tan solo de un año le fincó cargos por más de $7,000’000,000 (siete mil millones de pesos) y hasta ahora nadie le ha molestado, mientras que a gobernadores emanados del PRI por mucho menos han ido a parar a la cárcel.

      Así que para ayudarle al gobernador Javier Corral en su amnesia, le recordamos de estos otros corruptos de su partido el PAN, que por supuesto no son los únicos, pero que para que le creamos los mexicanos, no debe olvidar que “el buen juez por su casa empieza”. Así como lo ha hecho el Presidente Enrique Peña Nieto con los corruptos ex gobernadores de Tabasco, Veracruz, y Quintana Roo ¿O qué opina estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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La violencia manifestada por grupos de incrédulos durante la visita del Papa en Chile, además de tener mucho tiempo de no verse en tierras de nuestro continente (quizá desde la guerra cristera en nuestro país, al menos con esa intensidad), anuncia conductas delictivas que deben alertar a todos los países del continente.

     Los pretextos para dar rienda suelta a las insatisfacciones violentas de la turba fueron dos: los abusos sexuales de curas pervertidos y pervertidores que nunca debieron de cruzar la puerta de entrada de un seminario, y el tema de los indígenas mapuches.

      Ninguno de los dos temas justifica su violenta reacción pues en el fondo todo se origina en su ira irracional contra Dios y todo aquello que les representa la fe judeocristiana. Ese el punto.

      Diez iglesias incendiadas, nueve católicas y una protestante, muestran sin retoques el rostro de ciertos sectores de nuestras sociedades que han abandonado la fe de sus padres y abuelos, para abrazar causas tan cuestionables como su violencia, que como se sabe, la violencia solo engendra violencia.

      Cuando el apóstol Pedro pretendió hacer uso de su espada durante la detención de Yeshua (Jesús) en el huerto de los Olivos, su rabino le reprende con advertencia para los creyentes de todos los tiempos: “Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán” (Mat 26:52). Dios no necesita ni de bravucones ni de violentos que le defiendan. Posee todo el poder para hacerlo solo, si bien su tiempo y métodos no son los del ser humano.

      Dios espera que sus hijos, judíos o cristianos, vivan conforme a su Palabra, de ahí que a los curas pervertidores sus propios hechos les exhiban como farsantes, de usurpadores disfrazados con uniformes de un ministerio para el que ni tuvieron un llamado y mucho menos podrán estar a la altura de tan honroso servicio. Además, y es el caso, el Papa argentino pidió perdón a nombre de la Iglesia, que si bien es impropio e inadecuado porque no fue la Iglesia la que hizo el daño, sino algunos miembros del clero (por lo que su petición debió ser a nombre del clero); tal acto público debió de considerarse suficiente por la belicosa e incendiaria turba. Nunca se justificará que otros paguen el daño de lo que no han causado.

      Pero sin duda que estamos entrado en esa parte de la historia que advierte la profecía, a los tiempos del gran impostor: “el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto” (2ª Tes 2:4). Situación que debe alertar a todo el mundo occidental, a sociedades y gobiernos.

      Aquí mismo en México, hace apenas unos días en dos hechos distintos en ciudades cercanas a la capital del país, dos individuos se metieron y apuñalearon personas en iglesias católicas, y en Guadalajara, una banda de ladrones aparentó entrar a orar a un templo para robar la cartera de su bolsa a una señora (todo con frialdad y perfectamente planeado).

     En Europa, las feministas radicales, las nietas del “señorito satisfecho” del que hablaba el filósofo Ortega y Gasset en los años ’30 del siglo pasado, han llevado su ateísmo no solamente al campo espiritual contrario, sino incluso se han convertido en agentes de maldad y violencia. Las llamadas integrantes de FEMEN en la semana que concluye (tercera de enero) protestaron como siempre lo hacen (desnudas y pintarrajeadas), aunque ahora agregaron inusual violencia y consignas contra Dios y contra la fe.

     Ante estas expresiones iracundas y dañinas, como las de Chile, las de México, las de Femen y tantas y tantas más (templos y sinagogas en Europa convertidos en museos, antros y discoteques), es obvio que la intolerancia contra la fe judeocristiana va en aumento en todos los órdenes. Y si tal amenaza desde el mero campo social es una seria advertencia para la humanidad, desde el campo espiritual las cosas se miran totalmente claras, por tanto, el asunto no se puede soslayar. La ley tiene que ser el muro donde se detenga a tiempo este cáncer. Conocemos perfectamente lo sucedido en Europa de los años ’30 y el brutal derramamiento de sangre provocado por el endemoniado Adolfo Hitler (al que casi todos minimizaban y no se le dio la importancia y cuidado debidos para que no creciera ni llegara al poder).

     Sin olvidar, por supuesto, las persecuciones y masacres contra judíos y cristianos organizadas y perpetuadas por el mundo musulmán en Africa, Asia, Europa y Medio Oriente. Entre unos y otros están acorralando día con día a judíos y cristianos, violentándoles e incluso masacrando, mermando sus libertades e intentando denigrar sus creencias. Cierto, tienen todo el derecho a creer en Alá (divinidad inventada por Mahoma), o no creer en nada; lo que si no tienen derecho alguno es a agredir a los que sí creen, mucho menos a hacer uso de violencia contra ellos. Los gobiernos deben someter a incrédulos e intolerantes violentos al imperio de la ley y los creyentes exigir a esos gobiernos que les protejan. El que tenga oídos para oír que oiga. ¿O usted que considera estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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En México tal parece que casi todas las cosas se contaminan, aun las mejores y las que debieran de permanecer intocables (como es el caso de la familia). Hoy hablaremos de algo que los mexicanos tenemos a nuestro alcance y beneficio desde siglo XIX, pero que en los últimos años, sobre todo en lo que corre del presente, se ha corrompido y abusado hasta lo irracional: ¡El juicio de amparo!

     No hablaremos de su historia y propiedades, hay abogados muy preparados en la materia que lo pueden hacer con mayor propiedad y profundidad. La inquietud que nos mueve al tema es otra, más simple, pero no por ello sin importancia, al contrario, se trata de asunto grave. De cómo se ha desvirtuado este juicio maravilloso, cuya utilidad social se ha diluido y tergiversado de una y mil formas hasta convertirse en herramienta de bandoleros, constructores sin escrúpulos, mafias de abogados laborales, y de cuanta cosa se pueda usted imaginar, pero que jamás cruzaron por la mente de Mariano Otero.

      Allá por el año 1968 o 1969, escuché en la Facultad de Derecho al maestro Arturo Ramos Romero (1911-2000), hombre sabio, ilustrado, y decente, hablarnos a sus alumnos de este juicio, de sus enormes beneficios para el ciudadano, como también de cuándo, cómo, y porqué se debía de utilizar.

    Y aquí parece ser el punto del problema. En este momento el Juicio de Amparo se ha corrompido en su uso hasta llegar al abuso; ni qué decir en su aplicación, pues ahora tal parece que ya hay más juzgados federales que clínicas del IMSS, y todos dispuestos a amparar a cuanto sujeto presente una demanda. No importa que se la cosa más descabellada, téngalo por seguro que lo concederán sin demora ¿Cómo justificar tanta burocracia judicial tan costosa como innecesaria?

     Una de las primeras advertencias que nos hacía el Maestro Ramos Romero y el resto de los catedráticos, es que este juicio solo se podría utilizar una vez agotados los recursos y para asuntos que realmente lo ameritaran. Hoy en día los conceden como programas de publicidad en las esquinas y cualquiera que se sienta agraviado en lo que usted quiera y guste recurre a la autoridad federal, bueno, hasta Tribunales Administrativos los conceden ya con la mayor facilidad ―para alegría de constructores corruptos, empresarios de anuncios espectaculares, ejidatarios transas y demás―. ¿Mariano Otero y sus compañeros aprobarían lo que se está haciendo con ese juicio?

     Por supuesto que no, este juicio se reservaba como joya valiosa, por décadas y décadas los abogados hacían uso de él solo cuando se ameritaba, a excepción claro está, del llamado «amparo administrativo» que se utilizaba para evitar que el cliente fuese detenido por alguna autoridad de manera arbitraria. Eso es historia.

     Hoy el juicio de amparo es presentado por cualquier tontería, incluso por capricho o berrinche políticoy lo peor es que se les concede(como es el caso de un individuo de nombre Gabriel Valencia López, hermano de conocido y protagónico diputado, que a fuerzas quiere ser Fiscal Anticorrupción y el cargo se lo dieron a otro). ¿Qué pensaba, que por su linda cara se lo darían? ¿Acaso no sabe que en México solo existe una democracia en el papel, pero que en realidad padecemos una partidocracia, de la cual él y su hermano son parte activa?

      Los constructores hacen uso del amparo, los choferes, los que desean ese absurdo de “matrimonios” del mismo sexo, los ejidatarios transas, etcétera y etcétera. Quizá una de las materias en que se hace mayor abuso del juicio de amparo es en los juicios laborales. Presentan amparos al por mayor, incluso hasta dos en un mismo asunto antes de llegar al Laudo. Es tal el descaro y abuso de este juicio, que las mafias de litigantes(al estilo “talibanes” y demás) promueven un amparo para que las saturadas Juntas les adelanten las fechas de las audiencias, y una vez obtenida la fecha adelantada, CUANDO DEBEN PRESENTAR AL TRABAJADOR a que absuelva posiciones casi NUNCA LOS LLEVAN. Si esto no es abuso del juicio de amparo no sé cómo llamarlo.

      Juicios que son una multimillonaria carga para los bolsillos del pueblo, pues ni el Presidente, ni los Gobernadores les pagan a los muy costosos funcionarios federales de su bolsillo. Todo sale de los dineros públicos, dineros que se necesitan en salud, en educación, por señalar algunas urgencias sociales.

     Un paréntesis: esta semana una escuela pública de Tonalá denunció en los medios locales el enésimo robo de cables, computadoras y demás cosas de valor de la escuela ($250 mil pesos en total). La ruindad de estos ladrones llegó al extremo de subirse al escritorio de la dirección y defecar sobre unos documentos ¿Esa es la sociedad que queremos la mayoría de los mexicanos, la que sufre el bullying cotidiano, la que está aterrorizada por la delincuencia sin que autoridad alguna ponga orden, la que se olvida de la víctima y se desvive por soltar al victimario?

      Es obvio que no. Queda claro que las Comisiones de Derechos Humanos están actuando en el lado inverso y con un sentido de justicia totalmente torcido pues siempre será la víctima (y no el victimario) la que deba ser cuidada, atendida y protegida, y hasta ahora solo la delincuencia ha gozado de su protección. Como también la ha gozado de las autoridades federales ―volviendo al tema― que han estado otorgando amparos sin obligar al supuesto afectado que agote antes todas las instancias y procedimientos obligados y necesarios antes de recurrir a la justicia federal.

     ¿Para qué hacer uso del derecho de petición que nos concede el artículo 8º constitucional? ¿Para qué molestarse ante una autoridad peticionando un derecho o una necesidad personal o comunitaria y luego de agotar todos los cauces de la legalidad, recurrir al juicio de amparo, para qué, si los nuevos jueces federales les pueden evitar la fatiga? Así que no solo es deseable, sino necesario que los jueces federales tomen cartas en el asunto y recuerden que su función primaria y única es impartir justicia en los marcos que la misma ley establece.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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