Opinión

Se dice en la mitología griega que la Hidra de Lerna, monstruo horrendo y malvado,  además de tener varias cabezas, podía regenerar dos cabezas por cada una que perdía. Sabemos que la mitología eso es, mito, fantasía popular, sin embargo la corrupción en los gobiernos mexicanos en todos sus niveles e instituciones son cosa real. Y se dice corrupción oficial porque entre los ciudadanos también existe y es monstruosa en dimensiones y expresiones.

     Quizá nunca en la historia de México se ha hablado tanto en contra de la corrupción, sin embargo y sin temor al error nos encontramos en la época más corrupta de todos los tiempos.

Farsa en la que el estado y los Estados participan con máscaras farisaicas de inocencia y honradez, acompañados de un séquito de organizaciones “sociales” e instituciones públicas (como ciertas universidades) en la que la mayoría de los medios de comunicación les acomodan el escenario para que la farsa aparezca  lo más real posible. Así que más que buscar su erradicación se buscan cargos y posiciones de grupo.

De querer realmente acabar con la corrupción nadie en este país, con excepción del Presidente de la República y los gobernadores, deberían de ganar más de $50,000.00 pesos al mes. La cuestión es que la ambición entre la clase política está desbordada desde la llegada del PAN al poder, pues antes los negocios de los políticos se hacían no con el erario (que los había, pero eran minoría) sino con la información privilegiada que se tenía. Un mal menor si se quieren ver las cosas con mayor pragmatismo.

Pero no, con el absurdo pretexto que “para no robar” los panistas desataron los demonios de la ambición en este país aumentándose los sueldos y prestaciones de manera desorbitada y muy por encima de nuestra realidad económica nacional, descuidando el gasto y necesidades sociales y aumentando cada vez la deuda pública para cubrir la inmensa y creciente nómina (ubre a la que pegaban y siguen pegando a cuanto amigo y parásito se les una).

Autos, viajes, viáticos, seguros médicos, computadoras, celulares, ‘ayudantes’ (cuates, guaruras, parientes, etc.), gasolina y cuánta cosa se pueda usted imaginar son parte de una corrupción que nadie quiere ver en los gobiernos (federal, estatales y municipales). Universidades y grupos paleros evalúan supuestamente los ‘topes salariales’ solo  para concederles patente de corso que a su vez luego cobran por vías semejantes (a través de aumentos de presupuestos), de allí que las nóminas crezcan día con día en número de personas y en ceros a la derecha.

Un ejemplo. Cuando llegó el PAN al gobierno de Guadalajara (1994) el Ayuntamiento de la ciudad tenía una plantilla apenas por arriba de las 2000 personas. En la actualidad supera a los 10,000 y la población de la ciudad es menor (se han ido a vivir a otros municipios), así que saque el lector sus propias conclusiones de estas expresiones de corrupción por lo general no señaladas, pero que producen muchos votos; desangrando los bolsillos de los ciudadanos y restándole cada vez más servicios y calidad de vida.

Las legiones de burócratas parasitarios a lo largo y ancho del país ya son insostenibles y nadie, repito, nadie quiere poner orden. Vaya, ni siquiera considerarlo corrupción. Mantener a los ‘maistros’ de la CNTE que no cumplen con sus deberes o que carecen del perfil es otra de las cabezas de esta Hidra venenosa.

Como también lo son las derrochadoras campañas políticas (desde la costosísima campaña de Vicente Fox que corrompió la manera tradicional para iniciar una era de largas y tiradoras de los dineros públicos y privados); los derroches en publicidad oficial cuando existen los tiempos públicos en los medios que nadie utiliza (si esto no es corrupción no sé cómo nombrarlo).

Por si nos faltara algo de la ya mencionada llegada del PAN a Jalisco (y posteriormente al gobierno federal), los juicios laborales contra el gobierno comenzaron a prosperar y convertirse en UNA CABEZA MAS DE LA CORRUPCION OFICIAL en la que ex funcionarios o burócratas de Ayuntamientos, Congresos, etcétera, asesorados por bufetes de abogados sin escrúpulos y en evidente complicidad con los Tribunales de Arbitraje y Escalafón (sin su ayuda no podrían explicarse esos Laudos millonarios) y en algunos casos la fuente de trabajo demandada (que no pelea los juicios o deliberadamente los pierde), la Hidra de Lerna en Jalisco y todo México tomó carta de radicación.

En esta semana nos enteramos que el Congreso de Jalisco tiene abiertos varios procesos en contra de cinco presidentes municipales por no pagar Laudos (Tomatlán, Cuquío, Hostotipaquillo, Tala e Ixtla), amenazando con suspender del cargo a individuos que fueron electos por el voto de los ciudadanos y no por decisión política del Congreso. Los Ayuntamientos se basan en un presupuesto y no se pueden mover de ese carril y los Laudos (todos millonarios) no son rubro contemplado y menos por Ayuntamientos que con apuros pagan sus policías.

Esta novedosa corrupción ha llegado al extremo de pedir mensualmente al Congreso entre 20 y 30 solicitudes para proceder contra presidentes municipales por no pagar Laudos laborales. De seguir así las cosas esta Hidra venenosa acabará por tragarse el presupuesto de dichos Ayuntamientos y dejar sin servicios ni protección a los ciudadanos.

Urge, pero urge en extremo que se legisle al respecto, que quien llegue a los Ayuntamientos o los Congresos sea como antes (hasta 1994), en que nadie demandaba al gobierno, ya que se suponía entraban a servir. Que sus cargos sean por los tres años y adiós y si no les conviene que no los acepten. Punto, de lo contrario no habrá presupuesto que ajuste de continuar semejante corrupción.

Y si de esta corrupción laboral no se escapa ni el gobierno; de la que padecen los particulares a manera de cáncer invasivo hablaremos en otra ocasión, pues requiere de espacio y señalamientos propios. Y es que tal parece que las reformas promovidas por el Presidente Peña Nieto e implementadas por el Senado de la República, no fueron escuchadas y mucho menos atendidas por las mafias gangsteriles que dominan y mantienen sometidas a las Juntas Locales de Conciliación y Arbitraje (en primerísimo orden la de Jalisco).

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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México está sumido en uno de los peores pantanos de inseguridad y violencia de toda su historia. Sin duda que hemos rebasado, y con mucho, las descripciones que en el siglo XIX hiciera Don Manuel Payno en su novela histórica “Los Bandidos de Río Frío”. Los ladrones poblanos de gasolinas superan en número, mañas y maldad, a las bandas descritas por el ilustre escritor (que azotaban esa zona en aquella época).

Para poner las cosas en perspectiva, en una semana los asesinatos cometidos por los criminales en México, todos impunes, superan varias veces a los muertos por los recientes temblores. De hecho las desgracias ocasionadas por el temblor han servido para que ríos de sangre y dolor provocados por las bandas de criminales a lo largo y ancho del país pasen casi inadvertidos. Mala señal.

Días enteros buscando entre los escombros a una sola persona, mientras que en cuatro minutos los criminales asesinan a 15 jóvenes en un centro de rehabilitación en Chihuahua. La cobertura mediática del primer hecho duraría varios días, la segunda uno solo. La muerte de personas bajo las balas o cuchillos de los asesinos ya no son noticia y para las Fiscalías solo son estadísticas. Chamba para mantener ocupados a los burócratas de Ciencias Forenses.

La vida y patrimonio de los ciudadanos que gobernantes, legisladores y funcionarios protestaron defender, es nada en la vida real. Letra muerta para ellos. Basta con acudir a cualquier Fiscalía Estatal (la de Jalisco por ejemplo) para darse cuente que las cosas no funcionan. Es el mundo de las apariencias, mucha gente, mucho movimiento, pero nulos resultados.

Resuelven unos pocos casos muy sonados y les utilizan a manera de publicidad, cuando lo cierto es que la mayoría de las denuncia son archivadas, ya sea porque los afectados carecen de tiempo para continuar el procedimiento, de dinero, o de una asesoría legal. La inmensa mayoría de los denunciantes se retiran por cansancio al no ver resultados.

El grado de impunidad al que hemos llegado, además de exhibir la presencia ornamental(extremadamente onerosa) de la mayoría de las Fiscalías; es causa número uno de la creciente criminalidad que azota el país de norte a sur y de costa a costa. Asunto agravado por el nuevo sistema penal que pocos entienden y que en la práctica solo ha servido para lanzarse culpas entre policías, funcionarios y jueces, cuando es deber de todos, SIN EXCUSA, hacer valer la ley y proteger a los ciudadanos agraviados de la enorme fauna delincuencial.

Un ejemplo: en tanto que los soldados del Ejército Mexicano se dedicaban las 24 horas a mover escombros para sacar víctimas de los terremotos, a llevar y preparar comida para los damnificados y protegerles en su desgracia; el día 23 (septiembre) los delincuentes de Ayotzinapa (dizque ‘estudiantes’) acompañados de los padres de los 43 delincuentes asesinados por los narcos locales, fueron al cuartel del 27 Batallón de Infantería en la ciudad de Iguala para lanzar bombas molotov, cohetones y piedras, hiriendo a un soldado que estaba de guardia, destruyendo un cajero automático y dañando gran parte de la fachada del cuartel. ¿A quién detuvieron e hicieron responsable de dicho ataque? A nadie, repito, a nadie.

En este país está sucediendo como en el viejo juego de “Juan Pirulero”, que cada quien atiende a su juego y México que se pudra, que violentos y corruptos le terminen de destruir. Bueno, hasta los usufructuarios del ’68 y grupos de ‘intelectuales’ le apuestan al caos en lugar de exigir al estado mexicano que ponga orden. El problema toral es que para hacerlo tienen que ejercer obligadamente la fuerza y casi nadie en este país quiere hacerlo. Hay un entendimiento torcido de democracia que le confunden con el mundo Montessori, creando o permitiendo generaciones de monstruos sociales.

Bajo esta torcida óptica, ciertos grupos en unidad de algunos intelectuales han lanzado sus baterías contra el gobierno a causa del nombramiento del nuevo Procurador (Fiscal, pues), cuando ese no es de ninguna manera el problema. El problema es que desde hace casi dos décadas no se está haciendo valer la ley y la justicia está siendo negada a todos, bueno, a casi todos (los dueños del gran capital, de medios y la clase política sí tienen acceso).

Es tal la ceguera política e indigencia en los asuntos de estado, que nuestros gobernantes (en los tres niveles) ni siquiera se dieron por aludidos con la fuertísima declaración del general John Kelly, jefe del gabinete de Donald Trump, quien entre otras cosas dijo que: “Para Estados Unidos, México está al borde del colapso… y puede encaminarse a una situación como la de Venezuela”.

Cualquier gobierno serio hubiera hecho un alto. Pero no, son cortos de miras, estrechos de criterios (de todos los partidos y en todos los niveles), lo único que les importa es el bienestar de su grupo o partido, el país que se pudra, los mexicanos nos aguantan todo (creen suicidamente, olvidan la historia y menosprecian el hartazgo ciudadano).

Durante y luego de ser derrotado el Imperio de Maximiliano, la fauna delincuencial se multiplicó a causa de que el gobierno dedicaba sus esfuerzos a combatir al invasor, descuidando por ende sus deberes de seguridad interior. Al efecto, el brillante periodista (y legislador) Francisco Zarco escribió:

―”Para devolver al país la seguridad se necesitan medios eficaces y sencillos: emplear en este objeto la fuerza pública hasta llegar a impedir que se cometan robos y plagios. Esta es la primera, la más imperiosa necesidad de la situación…Para perseguir a los malhechores, para prevenir la comisión de los delitos, para hacer reinar la más completa seguridad en los caminos y en las poblaciones, no se necesitan arbitrios extraordinarios, ni levantar una nueva dictadura, ni volver a velar la estatua de la libertad. La cuestión es de administración, es de mera policía, y queda resuelto con el buen uso de la fuerza pública y de todos los elementos de que puede disponer el gobierno, entre los que debe considerarse la buena disposición de las poblaciones para ayudar al restablecimiento de la seguridad. Después…  vendrán enhorabuena las de administración de justicia y de la legislación penal, sobre las causas de la lentitud de los procedimientos y de la impunidad de los delincuentes…” (Periódico ‘El Siglo Diez y Nueve’, 16 de enero de 1869).

Urge, pues, que la actitud y acciones en las Fiscalías y en el Poder Judicial cambien de inmediato. Los mexicanos han llegado al hartazgo de tanta impunidad, es hora inaplazable que se ponga un alto total a la delincuencia. Nada de pretextos baladíes para soltar a los delincuentes. Si un delito está tipificado en los códigos y una persona lo cometió tiene que pagar por ello, pues de no ser así el vaticinio del general Kelly se cumpliría y ningún mexicano de bien desea eso, ¿O usted qué considera estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Los recientes temblores que han azotado el centro y sur del país, no solo han traído desgracias y destrucción. También han permitido que afloren muchas situaciones que normalmente están ocultas, pero que ante lo inesperado de estos sucesos, el comportamiento humano ha sacado para sorpresa de casi todos cosas buenas, malas, e incluso terribles.

Empecemos con las primeras. La manera como gran parte de los habitantes de la ciudad de México ha reaccionado ante la desgracia colectiva ha sido ejemplar. Dejar sus propias actividades, trabajo y familias para ayudar al prójimo es digno de todo respeto y elogio. Y mientras unos se daban retirando escombros o ayudando en el rescate, otros más llevaban sándwiches, tortas, tamales, agua, etcétera.

Su ejemplo pasará a la historia (como sucedió ya en 1985); verlos trabajar como hormigas sin parar y sin poner reparos resultó admirable. No así en Oaxaca y Chiapas, en que si bien algunos de los afectados de inmediato se dieron a la tarea de reparar sus hogares o de buscar la manera de empezar de nuevo, la mayoría, como por siglos ha sucedido, se ha limitado a estirar la mano y exigir a “papá gobierno” que les resuelva todo. En verdad qué lamentable.

Cierto, es deber del gobierno ayudar a los gobernados a salir de la crisis y procurar programas que aseguren la alimentación y refugio entre tanto se normaliza la situación, y en seguida buscar la forma de ayudarles a reconstruir. Por cierto, no todo debe esperarse ni ser dado por el gobierno, pues de ser así no habrá dinero alguno que ajuste en el futuro. Primero: porque de tomar ese camino las cargas tributarias se volverían imposibles, que dicho sea de paso, para la mayoría de los causantes ya casi lo son. Y segundo: no se puede ignorar que los fenómenos naturales destructores van en aumento a causa entre otras cosas del calentamiento global, aunque no es la única causa; cuestión que obliga a repensar la situación para tomar las medidas apropiadas.

¿Quién habla de los terribles deslaves que sepultan bajo el lodo a poblaciones y rancherías completas? ¿Quién denuncia en los medios que la causa directa es el desmonte irracional y criminal que entre talabosques y los propios campesinos realizan? Nadie, o casi nadie, es fácil culpar al calentamiento, a la naturaleza, pero no es común decirle a las cosas por su nombre. Y se necesita decirlo.

El día del temblor en Oaxaca, unas cuantas horas antes, los ‘maistros’ de la CNTE atacaron un helicóptero presidencial y estuvieron a punto de ocasionar una tragedia. El día 19 en Morelos, tierra fértil de secuestradores, y Puebla, tierra de pueblos enteros de roba combustibles de la nación (téngalo por seguro que si no se robaran la gasolina, la pagaríamos más barata) fueron sacudidos por sendos temblores, según se dijo al principio. La conducta de los habitantes de la capital todos la sabemos, no se requiere repetir lo que es del dominio público.

De inmediato el temblor(es) del día 19 permitió que se vieran las virtudes y defectos de la sociedad capitalina. De las primeras ya hablamos; de las segundas resulta repugnante que bandas de delincuentes se dedicaran (con toda impunidad): unos a asaltar automovilistas varados en las avenidas, mientras que otros a saquear viviendas y comercios, ya fuera haciéndose pasar por inspectores de Protección Civil, o como lo que son: ¡simples criminales sin entrañas!

Otro aspecto maravilloso de la conducta de los mexicanos (todos, o casi todos), me disculpo, también de personas generosas desde el extranjero: es que esta sacudida movió de nueva cuenta a la unidad y a aportar alimentos y dinero para ayudar a los damnificados. El problema ha sido en este punto los habladores que siembran rumores y falacias denunciando trafiques y robos de la ayuda (sin más sustento en la mayoría de los casos que su larga y rápida lengua).

No se niega por supuesto que tenemos amargas experiencias al respecto. En varios artículos en esta columna, así como en mi libro “EL HOMBRE QUE NUNCA DEBIO SER PRESIDENTE” denuncié las raterías de personas allegadas al presidente Vicente Fox y el desvío cínico y multimillonario del FONDEN que debió ser utilizado luego de un furioso huracán que azotara Chiapas. Sin embargo han pasado muchos años y la fiscalización social de estos dineros es mucho más estricta que entonces.

Y aunque muchos ciudadanos no lo vean, o no lo quieran ver, al Presidente Enrique Peña Nieto le ha tocado durante su gobierno padecer el mayor número de tragedias y de mayor daño y cuantía en la historia reciente del país. Por poner un ejemplo, en este momento su gobierno está trabajando en reparar los cuantiosos y terribles daños sufridos en Baja California Sur, la cuestión es que es la 3ª vez que sucede y en todas ha dado la cara y en todas ha reparado los daños (un Estado gobernado por otro partido distinto al suyo y aunque hubo elecciones y el ganador no fue tampoco del PRI, les ha ayudado con entrega y ejemplo).

Lamentablemente las habladurías contra el Presidente, su familia y gobierno, promovidas por sus enemigos de partido, así como por aquellos que se dejan llevar por los comentarios ajenos sin siquiera indagar si es verdad lo que les dicen, no solo han dañado la estabilidad y unidad nacional, sino que han dañado asimísmos al propalar sin sustento tantos rumores (multiplicados por las redes sociales, youtube y demás) ocasionando caos desinformativo y desunión.

En el temblor de 1985 no había teléfonos celulares, de manera que la ayuda fue espontanea, no podía ser vista ni exhibida en las redes sociales. Hoy en cambio y a causa de los teléfonos portátiles (con cámara), hay 50 millones de presidentes de México y otros tantos de periodistas y expertos en sismos y cuánta cosa se le ocurra a usted, basta con que se tenga un aparatejo de estos para opinar de todo y juzgar todas las acciones. Decir cómo se deben hacer las cosas.

Hay sin embargo otra sacudida que no se ha notado, la espiritual. Hace una semana la televisión comercial terminó una serie biográfica de la cantante Lupita Dalessio quien con una valentía inusual confesó su condición espiritual caída (incredulidad, drogas, adulterio, ocultismo, etcétera) y cómo su búsqueda de Dios trajo por fin paz, libertad y sentido existencial a esa alma inquieta por tantos años. Cosa que a causa o derivada del temblor hasta ahora no se ha visto o los medios la han silenciado. ¿Podremos saber qué sacudidas hubo en el interior del ser humano en los recientes temblores, o nos quedaremos solo con la información de las cosas exteriores?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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El presente artículo fue pospuesto a causa del terremoto de la semana pasada. Era necesario hacer ese espacio. Muerte y destrucción que azotaron Oaxaca y Chiapas y que requerirán de ayuda por mucho tiempo, ameritaban espacio, difusión y reflexión. Aun así, hay otros temas que no pueden soslayarse y necesitan ser ventilados en la vida nacional, en especial el de esta semana (que de alguna forma se relaciona con el de la semana anterior).

      El ataque lanzado por los ‘maistros’ pseudo guerrilleros de la CNTE en Oaxaca en contra de la comitiva del Presidente de la República, que afectó un helicóptero y puso en riesgo la vida de varias personas (jueves 7/Sep/2017), muestra con toda crudeza el límite al que han llegado estos vividores  y señores del caos, que a la manera de talibanes y estado islámico, aprovechan las libertades concedidas por un estado democrático que a diario repudian, para simplemente sembrar el terror (con total impunidad). Su aportación a la Patria fuera de su violencia, haraganería parasitaria, y predica política irracional, es nula. Son carga para todos y un daño continuo al erario público y a la sociedad en general; mayor sobre todo para la gente que sí trabaja y produce en ese Estado a la que afectan de una y mil formas con su violencia y actos de anarquía.

     Los musulmanes al amparo de un credo violento de origen (eso encuentran en el Corán y sus líderes los radicalizan) se lanzan a dañar lo más que se pueda, siempre a gente inocente que no puede defenderse. Los ayatolas oaxaqueños (y guerrerenses y chiapanecos) hacen casi lo mismo con causas por demás trilladas y sin ningún sustento, ya que si fueran un poco congruentes, aunque fuera un poco, su jueguito de “guerrilleros” lo harían frente al Ejército o contra los cuerpos de Policía, contra grupos que pudieran defenderse.

     Pero no, siempre es contra los civiles, contra los que van en tránsito en carreteras, contra los centros comerciales, contra tráileres con mercancías y camiones de reparto (para saciar su instinto bestial y ladrón saqueando y destruyendo cuanto se pueda), contra palacios municipales y edificios públicos (quemándolos, destruyendo mobiliario, archivos, aparatos, y por supuesto, el saqueo), contra maestros que cobran pero sí trabajan (no ‘maistros’ como ellos), contra comercios y cuanto negocio produzca algo. Tal parece que odian a los que trabajan y producen.

     Han ido demasiado lejos, mejor dicho, les han permitido ir demasiado lejos. En un país de leyes años ha que se hubiese puesto orden con estos anarquistas perniciosos, pues no se trata ni de ideologías ni de reprimir, sino de vivir todos bajo el régimen de la ley. Punto.

     De nadie es un secreto que esta mafia pseudo magisterial, está integrada por vándalos que juegan al guerrillero bajo la máscara de un sindicalismo absurdo que rechaza reglas en el trabajo (en ninguna empresa o institución las cosas funcionan así), que tampoco admite capacitación y actualización, indispensables en la educación, que dicho sea de paso es la puerta al bienestar y desarrollo de cualquier nación. Estos ayatolas huehuenches engrosan sus filas con cuanto gorila violento se adhiera a la banda, o bien mediante herencia, no importa que el hijo no haya estudiado nada, al fin y al cabo ni dan clases ni dan nada, bueno sí, problemas y vergüenza nacional.

     Los últimos gobernadores oaxaqueños ayudaron a que este Frankenstein creciera, dándole del erario fuertes sumas a manera de extorsión, e incluso para ser utilizados como fuerza de choque en caso de ser necesario.

     En suma: dejaron ir demasiado lejos a estos delincuentes. Las causas sociales ―que en el caso de la CNTE no existen, pues se trata de una anti causa― deben tener cuando menos una bandera legítima que justifique su existencia. Desde su aparición esta mafia anarquista y mega ladrona lo único que ha visto es el presupuesto público como botín y el poder como meta a alcanzar. Lo peor del caso, es que con la complacencia o indiferencia de todos los poderes y todas las instancias, incluso con apoyo poco simulado de cierta prensa que juega al “guerrillero” y se olvida de su deber de informar y de opinar con objetividad.

    El día de la visita presidencial estos agitadores perniciosos quemaron dos camiones repartidores(propiedad obviamente de empresas) así como llantas con la intención de bloquear los accesos al Centro de Convenciones oaxaqueño. Sin embargo su violencia impune les llevó lejos, pero mucho más lejos.

    ¡De pensar que en el helicóptero atacado por los ‘maistros’ de la CNTE haya ido el Presidente Peña Nieto y que el aparato haya caído, causa a cualquier ciudadano pensante y responsable verdadero pavor! Las consecuencias para el país hubiesen sido catastróficas y los daños incalculables en muchos sentidos. Un atraso de casi un siglo con la posibilidad de caer en el caos total (y pensar que hay muchos ciudadanos que ni por enterados se dan de lo que ocurre o poco les importa).

    De manera que en esta ocasión el gobierno federal y el gobierno local deben hacer cumplir la ley y hacer pagar a quien cometió semejante atentado que pudo convertirse en magnicidio. A las cosas se les tiene que decir por su nombre. México no puede continuar tolerando estas mafias violentas que día con día sumen al país en el pantano de la violencia.

     La reciente declaración ―aunque ya la desmintieron, sí debió decirlo― del general John Kelly, jefe del gabinete de Donald Trump al New York Times, de que: “México vive al borde del colapso y puede encaminarse a una situación como la de Venezuela” debe ser una urgente llamada de atención y retornar al imperio de la ley, no solo en la retórica y en los medios, sino en la realidad cotidiana. ¿O usted que considera, estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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