Opinión

Nos encontramos en un siglo en el que la verdad y las responsabilidades (individuales y colectivas) además de no ser populares, casi nadie las quiere aceptar, mucho menos enfrentar y resolver. Para la inmensa mayoría le resulta más fácil subirse a la ola cada vez más grande de los “derechos humanos”, pasando por alto que esa ola no tardará en llegar a la orilla, amenazando con derribar cuanta cosa encuentre a su paso.

     Gobierno y sociedad en buena medida caminan en un mar de sueños, de simples fantasías que pretenden ingenuamente ignorar la realidad. Un ejemplo: a un mes del terremoto un grupo de manifestantes de la ciudad de México se juntaron y en un acto de aparente rebeldía y ‘lucha’ levantaron el puño en alto, como si la naturaleza se fuera a asustar de lo que estaban haciendo. ¿O acaso en su ingenuidad piensan que el gobierno les podría reparar en un mes daños que llevará cuando menos un par de años?

     Algo igual de raro pero sobre todo grave y dañino está sucediendo en el campo laboral en México sin que nadie, por lo que se aprecia, intenta remediarlo. La Ley Federal del Trabajo, creada durante el último gobierno de la Revolución Mexicana (1970); época en la que todavía quedaban algunos sectores patronales reacios a dar un mejor trato y salario a sus trabajadores, vino a dar protección real a este sector.

     La cuestión de fondo es que en la actualidad dicha ley ha cambiado radicalmente su uso y aplicación. Hoy en día la LFT en su gran mayoría se ha convertido en una simple arma de extorsión contra la mediana, pequeña y micro empresa a través de juicios laborales, aprovechada por legiones de bufetes jurídicos que en esencia no son sino simples cárteles protegidos por la ley y las Juntas Locales de Conciliación y Arbitraje (incluso por Juntas Federales y Tribunales de ese mismo ámbito) que han torcido su interpretación y aplicación.

     ¿Ni modo que un funcionario que tuvo acceso a la universidad, pública o privada, lo que es peor, que tiene un título de abogado no distinga entre lo que es justo y lo que es injusto, entre lo que es bueno y lo que no lo es?

      Lamentablemente México se encuentra en ese punto. Miles y miles de juicios laborales se han convertido como ya se dijo en mera arma de extorsión contra las fuentes de trabajo con la complacencia (o complicidad en no pocos casos) de las autoridades laborales. Los cárteles disfrazados de ‘bufetes’ alargan los juicios y en la mayor parte de estos litigios le pagan al trabajador su ‘liquidación’ (que puede oscilar entre los $10, 30 o 40 mil pesos) y ellos al final roban, literalmente, roban a la fuente de trabajo con Laudos de $400 mil e incluso hasta el millón de pesos.

       Semejante estado de putrefacción legal, que dicho sea de paso, nunca debió de haberse permitido(consecuencia de los gobiernos panistas que dejaron las Juntas y los Tribunales Administrativos sin control alguno; los juicios contra el mismo gobierno lo confirman) ES EL PRINCIPAL FRENO PARA EL AUMENTO DE SALARIOS EN MÉXICO ¿Qué patrón o que empresa de mediana tabla para abajo se atrevería a aumentar el salario de sus trabajadores a sabiendas que en dos o tres meses las demandas laborales podrían amenazar y acabar con la fuente de trabajo e incluso con su capital personal esfuerzo de toda una vida?

     Pero nadie quiere decir las cosas por su nombre o buscar soluciones de verdad. Casi todo mundo se suma y sube al carrusel de las fantasías y las evasivas públicas, a los derechos humanos invocados como solución mágica, pero sobre todo a declarar lo políticamente correcto. No importa que la cochina realidad nos amenace con destruir como sociedad o cobrarnos facturas que nadie quisiera pagar, y que el tema de los malos salarios en nuestro país se encuentre en el centro de este huracán.

     Las presiones de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá en el TLC acerca de la mejora de sueldos son reales y legítimas. De hecho los salarios en México deben ser mejorados para la mayoría de los trabajadores.Sin embargo para que esto suceda debe haber un cambio radical en la Ley Federal del Trabajo y por consecuencia la amenaza de los juicios laborales debe desaparecer. Estos deberán quedar solo para algunos casos muy especiales que los legisladores sesudamente contemplen. Más que juicios, la autoridad laboral deberá existir a manera de árbitro con soluciones prácticas, rápidas y eficaces (limitadas en lo económico)

     La antigüedad y futuro del trabajador deberán ser protegidos en una figura jurídica nueva en la que el estado a través de la pensión o de un seguro, pero no a costa de la extinción o grave daño de las fuentes de trabajo (indispensables para el sostenimiento de la planta productiva y el bienestar económico nacional). Es un hecho que a las grandes empresas ni les hacen nada a causa de su gran capital, o a sus métodos amañados que desde antes tienen el beneplácito del gobierno (no es lo mismo ser empleado que ‘asociado’ o la figura que usted quiera o guste).

     En síntesis: el actual estado de cosas en el campo laboral en México tiene que cambiar, tarea en la que el gobierno, congreso, sindicatos, y representantes de los patrones en todos los niveles ―no los líderes de Cámaras que por lo general traicionan a sus gremios― busquen soluciones prácticas y efectivas; atendiendo las condiciones de debilidad de la planta productiva. No olvidando que medianos, pequeños y micro empresarios son los que producen cuando menos el 80 por ciento de los trabajos. Reformando radicalmente la LFT y desapareciendo este tipo de juicios laborales que como ya se dijo, se han convertido en un simple instrumento de chantajes, en negocio ‘legal’ de bufetes convertidos en cárteles, así como negocio de legiones de malos empleados que han encontrado en estos juicios su ‘modus fregandi’ pues hasta dos o tres llevan al mismo tiempo.

     Que se legisle sobre realidades actuales (se está juzgando con la realidad de 1970) y tomando en cuenta las condiciones de todos los involucrados y no solo el beneficio del trabajador pues no solo su esfuerzo vale. Resulta pues urgente la creación de una nueva institución laboral que resuelva en el acto las diferencias entre patrón y trabajador, que acabe para siempre el negocio de los juicios laborales, para dar paso a nuevas propuestas legales que garanticen el futuro de los trabajadores, ya que al no existir la amenaza sangrante de los juicios, los salarios de inmediato podrían subir de acuerdo a las condiciones de la fuente de trabajo y la capacidad y disposición del trabajador.

OTRA NECEDAD DEL AYUNTAMIENTO DE GUADALAJARA

     Por enésima ocasión el gobierno municipal ¿o monarquía? que encabeza el iracundo Enrique Alfaro Ramírez ha menospreciado a los ciudadanos. Desde el jueves 19 hasta el sábado 21 de octubre, los vecinos de las colonias Residencial Victoria, Bosques de la Victoria, Jardines del Bosque, Chapalita y demás colonias y negocios del rumbo, tuvieron que soportar el ruido infernal y ensordecedor de una reunión de conjuntos de música electrónica (horrenda por cierto, en un lugar llamado TRASLOMA) que no les permitieron dormir, descansar, ni nada absolutamente, pues el ruido es de tal magnitud que penetra a todos los rincones de los hogares y no hay sitio del que se pueda escapar.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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El escándalo de los separatistas catalanes tiene más de fondo del que la mayoría de los analistas políticos comentan. Historia, fe, y nación están siendo pasados por alto limitándose a poner en la mesa los hechos recientes, lo cual ni es malo ni tampoco ilícito, pero sí limitado y carente de fondo, ajeno a una visión que ayude a entender lo que sucede de una manera amplia y con verdaderos elementos de juicio (para evitar mayores daños).

     El 2 de enero de 1492 y luego de casi ocho siglos de tener en la Península a huéspedes violentos y ajenos a su cosmovisión, por fin los árabes son expulsados. Quedaron para la posteridad las palabras de la madre del califa de Córdoba que ante el sollozo de su hijo quien desde la lejanía ―según cuenta la leyenda― y al ver sus dominios perdidos, es reprendido: “No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Dicho que puede cumplirse entre los actuales españoles si no cuidan su país. Están a tiempo.

     Lo cierto es que hasta el siglo XV España no era país, eran varios reinos. La España que ahora conocemos es obra política de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, quienes además de lograr la expulsión de los belicosos árabes, unen todos los reinos existentes en uno solo que posteriormente se denominaría España.

     La historia de esta extraña pareja se encuentra envuelta en acciones de todo tipo, buenas y malas, incluso horrendas. Luego de derrotar y expulsar a los árabes de la Península, mal aconsejados por el clero (la Iglesia es otra cosa), emiten el Edicto de expulsión de los judíos el 31 de marzo de 1492.

     Los judíos españoles (sefarditas) que dicho sea de paso radicaban en Iberia desde 2400 años atrás, se caracterizaron siempre por su creatividad, amor a las letras y a la ciencia, de hecho los médicos eran en su totalidad sefarditas (en la Biblia España aparece como Sefarad, de allí su nombre). Se trataba de hombres y mujeres totalmente pacíficos, productivos, de ciudadanos integrados al 100 por ciento a la sociedad. Paradójicamente mientras que Fernando e Isabel utilizaron la fe para unir al país, por la misma fe, que es obvio no entendían, puesto que el cristianismo no es otra cosa que el judaísmo practicado desde diversas culturas gentiles: expulsan del país y roban todos sus bienes a sus hermanos mayores (como dijera el Papa Juan XXIII).

    Casi cinco siglos después y una vez que muere el dictador Francisco Franco, democracia y ateísmo se arraigan en España (no supieron digerir la libertad), abriendo de nuevo en su desmemoria la puerta al hombre del turbante; al musulmán que tanto trabajo y tanta sangre les costó cinco siglos atrás alejar de sus tierras.

     Dicen las leyes físicas que toda acción produce una reacción, y el rechazo a la fe judeocristiana trajo consecuencias inmediatas, ya que además de retornar con fuerza el antisemitismo de siglos pasados, el musulmán comenzó a cobrar viejos agravios al cristiano tonto que cree en la “democracia” sin considerar la cosmovisión del otro. El ataque terrorista en el Metro de Madrid en marzo del año 2004, y otros más, debieron ser llamada de atención a tiempo. No se escucharon.

     Han abierto las puertas de par en par a los musulmanes y no pocos españoles han renovado su antisemitismo, creyendo que su ateísmo o su fobia contra el pueblo judío (que nos dio a Jesús, el redentor de la Humanidad, así como tantos inventos y avances científicos utilizados por todos) son de avanzada ¿En verdad? Bueno sería que releyeran a Miguel de Cervantes, a José Ortega y Gasset, incluso y con todo y sus dudas a Miguel de Unamuno, pues estamos de cierto que en cuestiones de intelecto hay niveles y creer y aceptar humildemente en el corazón la existencia del Creador no es propio de ignorantes, sino de quien tiene mejor y mayor información. Claro, sin soberbia ni prejuicios.

     Hoy día muchos antivalores se viven y pelean abiertamente en las calles de ciudades españolas. Atrás han quedado casi cinco siglos de un país otrora orgulloso y unido (del cual los mexicanos tenemos la mitad de nuestra sangre). Esta semana que concluye vimos en la televisión como peleaban con odio unos con otros, odio sembrado por los separatistas cuya siembra debe considerarse a manera de cáncer.

    Si España se fragmenta de nuevo sus días están contados y su causa no será otra que haber olvidado su historia, pero sobre todo su fe, que aunque sincrética y poco apegada a las Sagradas escrituras (como debiera de ser), muchos españoles realmente amaban a Dios y sus vidas reflejaban ese amor a través de las acciones cotidianas, volviendo en todo caso y de continuar los separatista en su dañino empeño, a los años previos a la expulsión de los árabes (1492), que al fin y al cabo ya los tienen de nuevo en casa. Ciertamente es tiempo de reflexión para los españoles, de lo contrario será tiempo de juicio a causa de su desmemoria.

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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Se dice en la mitología griega que la Hidra de Lerna, monstruo horrendo y malvado,  además de tener varias cabezas, podía regenerar dos cabezas por cada una que perdía. Sabemos que la mitología eso es, mito, fantasía popular, sin embargo la corrupción en los gobiernos mexicanos en todos sus niveles e instituciones son cosa real. Y se dice corrupción oficial porque entre los ciudadanos también existe y es monstruosa en dimensiones y expresiones.

     Quizá nunca en la historia de México se ha hablado tanto en contra de la corrupción, sin embargo y sin temor al error nos encontramos en la época más corrupta de todos los tiempos.

Farsa en la que el estado y los Estados participan con máscaras farisaicas de inocencia y honradez, acompañados de un séquito de organizaciones “sociales” e instituciones públicas (como ciertas universidades) en la que la mayoría de los medios de comunicación les acomodan el escenario para que la farsa aparezca  lo más real posible. Así que más que buscar su erradicación se buscan cargos y posiciones de grupo.

De querer realmente acabar con la corrupción nadie en este país, con excepción del Presidente de la República y los gobernadores, deberían de ganar más de $50,000.00 pesos al mes. La cuestión es que la ambición entre la clase política está desbordada desde la llegada del PAN al poder, pues antes los negocios de los políticos se hacían no con el erario (que los había, pero eran minoría) sino con la información privilegiada que se tenía. Un mal menor si se quieren ver las cosas con mayor pragmatismo.

Pero no, con el absurdo pretexto que “para no robar” los panistas desataron los demonios de la ambición en este país aumentándose los sueldos y prestaciones de manera desorbitada y muy por encima de nuestra realidad económica nacional, descuidando el gasto y necesidades sociales y aumentando cada vez la deuda pública para cubrir la inmensa y creciente nómina (ubre a la que pegaban y siguen pegando a cuanto amigo y parásito se les una).

Autos, viajes, viáticos, seguros médicos, computadoras, celulares, ‘ayudantes’ (cuates, guaruras, parientes, etc.), gasolina y cuánta cosa se pueda usted imaginar son parte de una corrupción que nadie quiere ver en los gobiernos (federal, estatales y municipales). Universidades y grupos paleros evalúan supuestamente los ‘topes salariales’ solo  para concederles patente de corso que a su vez luego cobran por vías semejantes (a través de aumentos de presupuestos), de allí que las nóminas crezcan día con día en número de personas y en ceros a la derecha.

Un ejemplo. Cuando llegó el PAN al gobierno de Guadalajara (1994) el Ayuntamiento de la ciudad tenía una plantilla apenas por arriba de las 2000 personas. En la actualidad supera a los 10,000 y la población de la ciudad es menor (se han ido a vivir a otros municipios), así que saque el lector sus propias conclusiones de estas expresiones de corrupción por lo general no señaladas, pero que producen muchos votos; desangrando los bolsillos de los ciudadanos y restándole cada vez más servicios y calidad de vida.

Las legiones de burócratas parasitarios a lo largo y ancho del país ya son insostenibles y nadie, repito, nadie quiere poner orden. Vaya, ni siquiera considerarlo corrupción. Mantener a los ‘maistros’ de la CNTE que no cumplen con sus deberes o que carecen del perfil es otra de las cabezas de esta Hidra venenosa.

Como también lo son las derrochadoras campañas políticas (desde la costosísima campaña de Vicente Fox que corrompió la manera tradicional para iniciar una era de largas y tiradoras de los dineros públicos y privados); los derroches en publicidad oficial cuando existen los tiempos públicos en los medios que nadie utiliza (si esto no es corrupción no sé cómo nombrarlo).

Por si nos faltara algo de la ya mencionada llegada del PAN a Jalisco (y posteriormente al gobierno federal), los juicios laborales contra el gobierno comenzaron a prosperar y convertirse en UNA CABEZA MAS DE LA CORRUPCION OFICIAL en la que ex funcionarios o burócratas de Ayuntamientos, Congresos, etcétera, asesorados por bufetes de abogados sin escrúpulos y en evidente complicidad con los Tribunales de Arbitraje y Escalafón (sin su ayuda no podrían explicarse esos Laudos millonarios) y en algunos casos la fuente de trabajo demandada (que no pelea los juicios o deliberadamente los pierde), la Hidra de Lerna en Jalisco y todo México tomó carta de radicación.

En esta semana nos enteramos que el Congreso de Jalisco tiene abiertos varios procesos en contra de cinco presidentes municipales por no pagar Laudos (Tomatlán, Cuquío, Hostotipaquillo, Tala e Ixtla), amenazando con suspender del cargo a individuos que fueron electos por el voto de los ciudadanos y no por decisión política del Congreso. Los Ayuntamientos se basan en un presupuesto y no se pueden mover de ese carril y los Laudos (todos millonarios) no son rubro contemplado y menos por Ayuntamientos que con apuros pagan sus policías.

Esta novedosa corrupción ha llegado al extremo de pedir mensualmente al Congreso entre 20 y 30 solicitudes para proceder contra presidentes municipales por no pagar Laudos laborales. De seguir así las cosas esta Hidra venenosa acabará por tragarse el presupuesto de dichos Ayuntamientos y dejar sin servicios ni protección a los ciudadanos.

Urge, pero urge en extremo que se legisle al respecto, que quien llegue a los Ayuntamientos o los Congresos sea como antes (hasta 1994), en que nadie demandaba al gobierno, ya que se suponía entraban a servir. Que sus cargos sean por los tres años y adiós y si no les conviene que no los acepten. Punto, de lo contrario no habrá presupuesto que ajuste de continuar semejante corrupción.

Y si de esta corrupción laboral no se escapa ni el gobierno; de la que padecen los particulares a manera de cáncer invasivo hablaremos en otra ocasión, pues requiere de espacio y señalamientos propios. Y es que tal parece que las reformas promovidas por el Presidente Peña Nieto e implementadas por el Senado de la República, no fueron escuchadas y mucho menos atendidas por las mafias gangsteriles que dominan y mantienen sometidas a las Juntas Locales de Conciliación y Arbitraje (en primerísimo orden la de Jalisco).

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

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México está sumido en uno de los peores pantanos de inseguridad y violencia de toda su historia. Sin duda que hemos rebasado, y con mucho, las descripciones que en el siglo XIX hiciera Don Manuel Payno en su novela histórica “Los Bandidos de Río Frío”. Los ladrones poblanos de gasolinas superan en número, mañas y maldad, a las bandas descritas por el ilustre escritor (que azotaban esa zona en aquella época).

Para poner las cosas en perspectiva, en una semana los asesinatos cometidos por los criminales en México, todos impunes, superan varias veces a los muertos por los recientes temblores. De hecho las desgracias ocasionadas por el temblor han servido para que ríos de sangre y dolor provocados por las bandas de criminales a lo largo y ancho del país pasen casi inadvertidos. Mala señal.

Días enteros buscando entre los escombros a una sola persona, mientras que en cuatro minutos los criminales asesinan a 15 jóvenes en un centro de rehabilitación en Chihuahua. La cobertura mediática del primer hecho duraría varios días, la segunda uno solo. La muerte de personas bajo las balas o cuchillos de los asesinos ya no son noticia y para las Fiscalías solo son estadísticas. Chamba para mantener ocupados a los burócratas de Ciencias Forenses.

La vida y patrimonio de los ciudadanos que gobernantes, legisladores y funcionarios protestaron defender, es nada en la vida real. Letra muerta para ellos. Basta con acudir a cualquier Fiscalía Estatal (la de Jalisco por ejemplo) para darse cuente que las cosas no funcionan. Es el mundo de las apariencias, mucha gente, mucho movimiento, pero nulos resultados.

Resuelven unos pocos casos muy sonados y les utilizan a manera de publicidad, cuando lo cierto es que la mayoría de las denuncia son archivadas, ya sea porque los afectados carecen de tiempo para continuar el procedimiento, de dinero, o de una asesoría legal. La inmensa mayoría de los denunciantes se retiran por cansancio al no ver resultados.

El grado de impunidad al que hemos llegado, además de exhibir la presencia ornamental(extremadamente onerosa) de la mayoría de las Fiscalías; es causa número uno de la creciente criminalidad que azota el país de norte a sur y de costa a costa. Asunto agravado por el nuevo sistema penal que pocos entienden y que en la práctica solo ha servido para lanzarse culpas entre policías, funcionarios y jueces, cuando es deber de todos, SIN EXCUSA, hacer valer la ley y proteger a los ciudadanos agraviados de la enorme fauna delincuencial.

Un ejemplo: en tanto que los soldados del Ejército Mexicano se dedicaban las 24 horas a mover escombros para sacar víctimas de los terremotos, a llevar y preparar comida para los damnificados y protegerles en su desgracia; el día 23 (septiembre) los delincuentes de Ayotzinapa (dizque ‘estudiantes’) acompañados de los padres de los 43 delincuentes asesinados por los narcos locales, fueron al cuartel del 27 Batallón de Infantería en la ciudad de Iguala para lanzar bombas molotov, cohetones y piedras, hiriendo a un soldado que estaba de guardia, destruyendo un cajero automático y dañando gran parte de la fachada del cuartel. ¿A quién detuvieron e hicieron responsable de dicho ataque? A nadie, repito, a nadie.

En este país está sucediendo como en el viejo juego de “Juan Pirulero”, que cada quien atiende a su juego y México que se pudra, que violentos y corruptos le terminen de destruir. Bueno, hasta los usufructuarios del ’68 y grupos de ‘intelectuales’ le apuestan al caos en lugar de exigir al estado mexicano que ponga orden. El problema toral es que para hacerlo tienen que ejercer obligadamente la fuerza y casi nadie en este país quiere hacerlo. Hay un entendimiento torcido de democracia que le confunden con el mundo Montessori, creando o permitiendo generaciones de monstruos sociales.

Bajo esta torcida óptica, ciertos grupos en unidad de algunos intelectuales han lanzado sus baterías contra el gobierno a causa del nombramiento del nuevo Procurador (Fiscal, pues), cuando ese no es de ninguna manera el problema. El problema es que desde hace casi dos décadas no se está haciendo valer la ley y la justicia está siendo negada a todos, bueno, a casi todos (los dueños del gran capital, de medios y la clase política sí tienen acceso).

Es tal la ceguera política e indigencia en los asuntos de estado, que nuestros gobernantes (en los tres niveles) ni siquiera se dieron por aludidos con la fuertísima declaración del general John Kelly, jefe del gabinete de Donald Trump, quien entre otras cosas dijo que: “Para Estados Unidos, México está al borde del colapso… y puede encaminarse a una situación como la de Venezuela”.

Cualquier gobierno serio hubiera hecho un alto. Pero no, son cortos de miras, estrechos de criterios (de todos los partidos y en todos los niveles), lo único que les importa es el bienestar de su grupo o partido, el país que se pudra, los mexicanos nos aguantan todo (creen suicidamente, olvidan la historia y menosprecian el hartazgo ciudadano).

Durante y luego de ser derrotado el Imperio de Maximiliano, la fauna delincuencial se multiplicó a causa de que el gobierno dedicaba sus esfuerzos a combatir al invasor, descuidando por ende sus deberes de seguridad interior. Al efecto, el brillante periodista (y legislador) Francisco Zarco escribió:

―”Para devolver al país la seguridad se necesitan medios eficaces y sencillos: emplear en este objeto la fuerza pública hasta llegar a impedir que se cometan robos y plagios. Esta es la primera, la más imperiosa necesidad de la situación…Para perseguir a los malhechores, para prevenir la comisión de los delitos, para hacer reinar la más completa seguridad en los caminos y en las poblaciones, no se necesitan arbitrios extraordinarios, ni levantar una nueva dictadura, ni volver a velar la estatua de la libertad. La cuestión es de administración, es de mera policía, y queda resuelto con el buen uso de la fuerza pública y de todos los elementos de que puede disponer el gobierno, entre los que debe considerarse la buena disposición de las poblaciones para ayudar al restablecimiento de la seguridad. Después…  vendrán enhorabuena las de administración de justicia y de la legislación penal, sobre las causas de la lentitud de los procedimientos y de la impunidad de los delincuentes…” (Periódico ‘El Siglo Diez y Nueve’, 16 de enero de 1869).

Urge, pues, que la actitud y acciones en las Fiscalías y en el Poder Judicial cambien de inmediato. Los mexicanos han llegado al hartazgo de tanta impunidad, es hora inaplazable que se ponga un alto total a la delincuencia. Nada de pretextos baladíes para soltar a los delincuentes. Si un delito está tipificado en los códigos y una persona lo cometió tiene que pagar por ello, pues de no ser así el vaticinio del general Kelly se cumpliría y ningún mexicano de bien desea eso, ¿O usted qué considera estimado lector?

¡Hasta el próximo sábado, si Dios nos permite!

Email: mahergo50@hotmail.com

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