PRESIDENTA ¡ATIENDA SINALOA!

Basta ya de querernos ver la cara de tontos a los mexicanos, de abusar del poder y desatender del todo sus responsabilidades. ¡Sí, usted, Sra. Claudia Sheinbaum Pardo, a usted se dirigen estas palabras! Si no le gusta todo lo que está sucediendo en el país, no hubiera aceptado ser candidata a la presidencia de México ¿O no sabía de los retos y las enormes responsabilidades a las que se tenía que enfrentar?

      De resultar lo anterior, su separación del cargo debe ser de inmediata. Me viene a la memoria Amadeo de Saboya, quien el renunciar al trono español (11/Febrero/1873), expresa con decencia y responsabilidad para con sus gobernados, su imposibilidad para continuar en el cargo:

 

«Entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos, entre tantas y tan opuestas manifestaciones de la opinión pública, es imposible atinar cual es la verdadera, y más imposible todavía hallar el remedio para tamaños males. Lo he buscado ávidamente dentro de la ley, y no lo he hallado. Fuera de la ley no ha de buscarlo quien ha prometido observarla»

 

México no puede soportar otro sexenio como el del psicópata de Macuspana; su maldad destructiva, su conducta falaz e hipócrita, sus ambiciones desmedidas, su corrupción, irresponsabilidad e incapacidad manifiesta para gobernar, así como su complicidad y tolerancia con las bandas delincuenciales tienen al país al borde del caos, exponiéndonos a una intervención extranjera, una guerra civil o ambas cosas. No estamos en condiciones, y mucho menos queremos repetir otro. Tardará cuando menos tres décadas en reponer los daños causados por este malvado irresponsable.

El caso del Estado de Sinaloa, cuya capital es el foco de atención, aunque el problema es en casi todo el territorio estatal, está decidiendo de alguna forma, no sólo la permanencia del dizque ‘gobernador’ Rocha Moya; sino de la presidenta Claudia Sheinbaum. Porque de no atender a manera de ya con sabiduría y toda la fuerza del estado a Sinaloa, empezando con Culiacán, su gobierno sería contado como fallido, y ella, de sobra en el cargo.

Durante más de cuatro meses las bandas de asesinos que dominan esa ciudad y ese Estado, han hecho cuanto han querido (con la complacencia del gobierno en los tres niveles), sumiendo a la población, no diremos ‘civil’, pues lo somos todos (solo las fuerzas armadas se cuentan por separado) en el terror, el dolor por los seres amados perdidos o heridos, en el derrumbe económico, el encierro obligado, la ansiedad y el miedo, así como el robo de sus sueños y esperanzas.

¿Qué futuro puede tener una sociedad —en este caso la sinaloense— cuando viven encerrados, con temor a que les balaceen sus casas, a perder sus negocios o trabajos, no poder llevar sus hijos a la escuela, mucho menos salir en las tardes o noches, visitar a la familia o amistades, en una palabra, vivir en un estado de sitio implantado por las bandas criminales, mientras que un gobierno tan inútil, como oneroso, se atreve a declarar todos los días que “todo está bien”? ¡Cínicos, desvergonzados y malvados!

La gota que derramó el vaso de la paciencia de los sinaloenses, en particular a los habitantes de la capital Culiacán, fue el asesinato de un padre de familia con sus dos hijos (y un pariente herido) por robarle el carro. A nadie se detiene, mucho menos se consigna. Los asesinos y delincuentes de todo tipo y tamaño se pasean ufanos como amos y señores de las calles imponiendo su terror y maldad sin que el estado federal, ni el estatal, ni mucho menos el municipal, hagan algo por impedirlo (en el caso del último, el municipal, sería prácticamente imposible que pudieran hacer algo sin el apoyo del federal y el estatal, sería tanto como suicidarse).

Mas de 700 personas asesinadas en Culiacán, cientos de desaparecidos (cuando menos la mitad de ellos ya están muertos), así como la paz y economía destruidas; refriegan el rostro del gobierno federal, que se limita a mandar tropas para que se paseen por calles y avenidas, pero sin tocar jamás a las bandas de asesinos, dejando a los sinaloenses en el total y absoluto desamparo del estado mexicano.

Ante esto, y ante el cansancio de la sociedad de Culiacán, que salió por primera vez a las calles a protestar por el asesinato de este padre de familia y sus hijos —cuya muerte representa a todos los civiles inocentes que han sido también asesinados, despojados, robados, golpeados, heridos y humillados por las bandas— la presidenta Claudia Sheinbaum debe inmediatamente de resolver el conflicto, primero, exigiendo la renuncia del narco gobernador Rocha Moya, y, segundo, someter a las bandas delincuenciales al imperio de la ley, cueste lo que cueste, pues solo en un estado de derecho un pueblo y una nación pueden permanecer de pie y tener futuro promisorio. Pero…, si no puede, presidenta, su renuncia debe ser inmediata.

¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!

Email: mahergo1950@gmail.com

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