SECUESTROS, EXTORSIONES, DESPOJO, HOMICIDIOS… ¿Y EL GOBIERNO?
El fracaso del actual gobierno es absoluto y de daños a muy largo plazo. Y aunque era previsible que la novatez de López Obrador así como de la mayoría su gente se mostraran en sus acciones; casi nadie consideró que su incapacidad para gobernar fuera total. Se esperaba un mínimo de capacidad y responsabilidad. No la hubo.
Un régimen dictatorial con una sola voz de mando ha sido la constante. No ha habido gabinete ni responsabilidades para nadie. Todo queda en la silla presidencial en la que un hombre limitado engreído, rencoroso, violento y resentido toma todas las decisiones, por lo que los secretarios pasaron a ser simples chalanes a las órdenes anárquicas, ególatras y despilfarradoras de su patrón. Un hombre perturbado que confunde la presidencia con la propiedad del país (al que considera ‘suyo’ con todo y sus habitantes).
Con semejante desvarío era obvio que nos sumiéramos en el caos, que si no ha sido mayor es por la misericordia divina, la cual, se ha manifestado en el deseo de decenas de millones de mexicanos de buscar y vivir en paz. Situación que les ha dejado a merced de las incontables bandas de asesinos y malhechores que ante los «abrazos y no balazos» de su amigo y benefactor han encontrado en la impunidad el caldo de cultivo que les ha permitido crecer como células malignas por todo el cuerpo social. En otras palabras: por toda la República Mexicana.
A las bandas criminales no les importa en absoluto la vida de los mexicanos, ni mucho menos la gobernabilidad. Para ellos hay suficiente ‘gente’ para robar, extorsionar, despojar y asesinar, y el gobierno son ellos. Punto. Para los criminales el gobierno mexicano —en sus tres niveles— se ha convertido en una bola de cobardes, gran parte de ellos, a su servicio. Es del dominio público que en la medida que el inútil gobierno se ha cruzado de brazos ante ellos permitiéndoles hacer cuanto les plazca; en la misma medida le han perdido el miedo humillando a soldados e incluso matarlos (no se diga a policías estatales y municipales) grabando escenas antaño impensables que ridiculizan al gobierno de AMLO y horrorizan a los ciudadanos al ver que solo se tiene un gobierno para cobrar impuestos. Nada más.
Y aunque se repite en este espacio: el siempre creciente número de ASESINADOS, al viernes 26 de enero van 177,723 lo que significa un horror; una carnicería despiadada de ciudadanos que no le importan en absoluto al hombre que vive en Palacio Nacional (que es propiedad de todos los mexicanos; no su casa particular). Asesinatos que en un 98 por ciento permanecen impunes, lo que alienta a la fauna de bestias disfrazadas de seres humanos a continuar con este aquelarre, que, al final, tendrá no sólo que ser detenido por quien gane las elecciones, sino consignar a tanto irresponsable que no hizo nada por hacer valer la ley. Y, por supuesto, meter a las bandas de asesinos a la cárcel o al cementerio (si se oponen al retorno al estado de derecho).
Aunque a la cifra de asesinados habrá que aumentarle cuando menos otros 50 mil de los DESAPARECIDOS que hasta el presente son alrededor de 125,000. Desaparecidos que son personas, que son esposos, padres, hijos, nietos, hermanos, todos llorados, todos ausentes del hogar, con camas vacías, diálogos y proyectos truncados, con vidas dañadas en muchos sentidos que no le importan un comino ni al que cobra como presidente ni a las bandas (cada vez más parecidas a los terroristas de Hamás).
Ante la impunidad ofrecida desde el gobierno, los malhechores se han diversificado e incluso algunos que antes no lo eran, se han sumado a sus ilícitos, inventando y aumentando la oferta delincuencial al grado que los códigos quedaron obsoletos y los (casi inútiles) legisladores han quedado muy atrás en la tipificación de los mismos. El internet, la telefonía móvil y la Banca electrónica les han abierto un sin fin de oportunidades a los malhechores, que además de sumir a la población, aún más, en la angustia y pérdida de sus patrimonios; la autoridad ha resultado inútil, rebasada (concediendo malos tratos en las Fiscalías a quienes debieran cuidar y conceder justicia expedita).
Espacio nos falta para hablar de los SECUESTROS, cáncer que lejos de disminuir en el presente sexenio se ha multiplicado trayendo dolor, traumas y pérdidas en muchos sentidos a las víctimas y sus familias; aunque para López Obrador y la señora que tiene al frente de Seguridad solo sean datos, Peor todavía, rasurados y maquillados.
Por si faltara algo a este cuadro de horror social, los chacales que se visten de personas y se ostentan como “carteles”, como si tal cosa no fuera su vergüenza pública: violan mujeres y niños, a muchas de ellas luego las asesinan y tiran (como si fueran papeles) y a otras las esclavizan en la prostitución, destruyendo sus vidas en todos los sentidos y dejando a sus familias en un dolor que no se extingue.
¿Qué decir de las EXTORSIONES?: en las que comerciantes, empresarios, campesinos, profesionistas, taqueros, taxistas, transportistas y cuanta persona trabaja honestamente, son ahora despojados de sus ingresos, y de negarse a hacerlo simplemente son asesinados. Peor: los criminales se convierten en dueños y los dueños en empleados, al grado de poner precio a los productos provocando una inflación en los alimentos que el gobierno oculta con sus “otros datos”.
Al sentir el apoyo poco simulado del gobierno, los criminales han ido DESPOJANDO a miles de mexicanos de sus tierras, huertas negocios, casas, edificios, dinero, vehículos, etcétera, sin que el gobierno intervenga para nada, creciendo cada día los territorios dominados por los hampones ¿Esto es parte de la estrategia de la 4-T o es su incapacidad la que lo ha propiciado?
Hoy decenas de millones de mexicanos están sufriendo mucho sin que al gobierno le importe nada ni resuelva nada. Miles de desplazados y despojados que teniendo tierras y patrimonio, ahora son parias vagando porque no hubo gobierno que les protegiera. Madres que escarban en la tierra tratando de encontrar al hijo de su vientre que le fue arrebatado a la fuerza por los criminales. Madres, esposas, hijos, que lloran a sus padres (o madres) policías asesinados por las bandas criminales… Un gobierno que ha mostrado total indiferencia y cero empatía por el pueblo mexicano; gobierno, que, sin duda deberá ser enjuiciado por tanto crimen cometido sin que haya cumplido con nada ante tanta y semejante responsabilidad.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
Email: mahergo1950@gmail.com