Y MÉXICO SIN PRESIDENTE
Los problemas crecen y se multiplican como jamás había ocurrido en México, ni siquiera durante las crisis de 1975 y 1982, que, dicho sea de paso, se limitaron al ámbito económico. No así la actual, iniciada en octubre de 2018, cuando López Obrador todavía no asumía el poder, atreviéndose fuera de la ley a cancelar el aeropuerto de Texcoco, y con ello, marcando su gestión en un sentido negativo y ahuyentando de paso las inversiones.
Y ni qué hablar de la certeza jurídica y el estado de derecho, pues desde que llegó este hombre enemigo de la ley y el orden, no hay día que no la viole y hable en contra de ella. Su carácter anarquista, ocultado durante las campañas de 2018, apareció de nuevo apenas asumió la banda presidencial. Es su naturaleza, así siempre ha sido. Ingenuos aquellos que creyeron que había cambiado. Solo Dios puede cambiar realmente al pecador, y el tabasqueños es un hombre malvado e impío, capaz de engañar (a la manera del rey Jeroboam de Israel) a los evangélicos, que desobedientes a la Palabra Divina y deseosos de cargos políticos le dieron su apoyo y votos.
La maldad del presidente, de nombre, en la vida real nunca ha ejercido el cargo, ha crecido a manera de mala yerba afectando todas las áreas de la economía, salud, seguridad, educación, el campo, convivencia social, etcétera. México ha quedado políticamente al garete aterrorizado por las incontables bandas de asesinos y criminales a lo largo y ancho de nuestro territorio, quedando al frente del poder ejecutivo un hombre incapaz, acomplejado, ignorante, resentido, agresivo y divisionista como jamás lo hayamos visto en toda nuestra historia. Vaya, ni siquiera el otro López (de Santa Anna) se atrevió a tanto como el tabasqueño.
Desde la toma de mando dio muestra de lo que sería su gestión pues en lugar de designar a hombres y mujeres capaces para las grandes responsabilidades de México, se limitó a poner a sus incondicionales, sin importarle un comino la ignorancia e incapacidad de los supuestos funcionarios, total, para no gobernar y solo hacer nombramientos, echó mano de sus acólitos al estilo Pedro Infante y el chicote. Se llenó de chicotitos. La cuestión es que el ayudante del artista fallecido en un accidente aéreo no era perverso y los que nombre AMLO muchos lo son y además corruptos. Muy corruptos. Los libros de Elena Chávez (El Rey del Cash) y El Destructor (Pablo Hiriart) ofrecen un breve recuento de la clase de alimnañas que han estado saqueando el país aun antes de asumir el poder.
Con semejante panorama era de esperar que el país cambiaría el rumbo, y lo hizo, aunque para más mal. Desde diciembre de 2018 nos hemos estado hundiendo de forma rápida, y nadie, absolutamente nadie resuelve los problemas de México ni en lo nacional, ni en lo estatal, ni en lo municipal (sin la ayuda federal, hay muy poco que se puede hacer en ésta última instancia).
Para desgracia de todos, al que cobra como presidente, pero que sólo le gusta el nombramiento, vivir en Palacio Nacional, el poder, los recursos y dar órdenes, no le ha interesado en absoluto afrontar y solucionar los problemas. No está en su ADN hacerlo, al contrario, él es un generador nato de ellos. Todos los días los crea y provoca desde las llamadas mañanera, un foro que no debía d existir, pues es lo único que hace en todo el día y lo utiliza para ofender, destruir y dividir a los mexicanos (en lugar de unir, conciliar y resolver).
Su única entretención es organizar elecciones, pues a final de cuentas es lio único que sabe hacer ¿No se fijaron quienes votaron por él, que así como duró catorce años para sacar su carrera en la universidad; duró un tiempo semejante para ganar las elecciones? En otras palabras, es lo único que aprendió en toda su vegetativa vida (para no decirlo más fuerte), de manera que las pocas energías con que cuenta —tampoco se fijaron que es alérgico al trabajo— las ha utilizado desde que llegó al poder en organizar elecciones. Para las de 2014 ya tiene más de dos años.
¿Cómo resolver problemas de salud, economía, del campo, educación, hídricos, y demás, cuando lo suyo siempre ha sido dar problemas y echar desmadre? ¡Ah, otra cosa!, extorsionar gobiernos para retirar plantones y manifestantes incómodos.
Resulta desesperante ver que van ya más de 220,000 asesinados en México durante su desgobierno (más de 160,000 contabilizados y otros 60,000 asesinados y enterrados en fosas clandestinas, los cuales nunca suman a las estadísticas para que no les afecte más su horrenda imagen) y nadie mueve un dedo para detener tanta sangre. Las fuerzas armadas se limitan a pasear al estilo desfile.
No, el tirano se esconde en su castillo, bueno Palacio —aclarando que no es de él sino de todos los mexicanos— al cual ha rodeado como los ogros de los cuentos, con un foso de cocodrilos que impide que los ciudadanos se acerquen. No vaya a ser que le digan o reclamen algo y se le derrame la bilis.
Y mientras esto sucede en el lugar que debiera ser el centro de soluciones a los problemas de México: los mexicanos son asesinados, extorsionados, oprimidos, despojados de sus negocios, tierras, dignidad, sus familias desmembradas, agraviadas o enviadas a tierras extrañas, sin atención médica y hospitalaria, las mujeres asesinadas o sometidas a la esclavitud, sus niños expuestos a ser abusados sexualmente, ahora incluso, a una educación que ni a mediocre llega, promotora de miseria moral e intelectual y expuestos a un adoctrinamiento para sumirles en la pobreza en todos los órdenes. En una palabra: MÉXICO SIN PRESIDENTE, y el que ocupa la silla la usa únicamente para promover sus odios y satisfacer sus ambiciones de poder y económicas (enriqueciendo a una banda que en el momento que se haga una auditoría real los mexicanos se van a espantar).
Ante todo esto, es necesario que los mexicanos nos unamos y luchemos juntos para que el próximo año entre todos los ciudadanos y con apoyo de los partidos políticos, echemos fuera a esta banda de improvisados, ladrones y dañeros.
¡Hasta el próximo sábado si Dios nos permite!
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